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críticas chatarras

miércoles, febrero 29, 2012

frases de “El artista” 

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¡No hablaré! ¡No diré una palabra!

-¡No te rías, George! Esto es el futuro.
-Si eso es el futuro, ¡quédatelo!

-Tú y yo somos de otra época, George. Ahora el mundo habla. La gente quiere nuevas caras, caras que hablen. Ojalá no fuese así pero el público quiere carne fresca y el público siempre tiene la razón.
-Soy la única persona a la que quieren ver. ¡No necesitaban que hablase! Haz tus películas con sonido. Yo haré una gran película. ¡Y no te necesito para eso!

¡No soy una mascota, soy un artista!

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No soy feliz, George. Como millones de nosotros.

Parece ser que estamos arruinados.

Adiós, Norma. Nunca te quise.

¡Lo único que diré es que le debe la vida a su perro!

¡Perfecto! Precioso. ¿Podrían repetidrlo?

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martes, febrero 28, 2012

un diálogo con el pasado en cada orilla del Atlántico 

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EL ARTISTA / HUGO
data: http://www.imdb.com/title/tt1655442 / http://www.imdb.com/title/tt0970179

Algunos aseguran que cuando una actividad artística entra en decadencia, empieza a hacer referencias a sus orígenes. Como si se hubiera secado la fuente de las historias, se satisfacen en las recreaciones de sus éxitos pasados. Llama la atención que el 2011 haya dejado, como películas líderes en la gran fiesta de la industria cinematográfica de Hollywood, a dos producciones que dialogan entre sí, desde orillas distintas, evocando los orígenes del cine. Una película francesa, habla del cine mudo norteamericano y de cómo la irrupción del sonoro altera drásticamente la vida de una estrella; una película norteamericana evoca la historia de George Méliès, el francés que creó el concepto del cine como una máquina de sueños. No es casualidad que, en este punto del camino, Europa y Estados Unidos dialoguen entre sí, mirando su pasado. No es casualidad, tampoco, que Martin Scorsese cuente este cuento para niños que es “Hugo”, con los recursos del 3D. El cine se encuentra en una encrucijada, con el 3D e Internet marcando el camino. Y tanto Scorsese como Hazanavicius miran al fondo del pozo para contar dos historias sencillas que son, básicamente, un testimonio del tremendo amor que le tienen al cine.

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En “El artista”, Michel Hazanavicius utiliza la sintaxis del cine mudo para contar una historia varias veces vista: un astro de la pantalla que cae en decadencia. La catástrofe toma características tecnológicas (la irrupción del cine sonoro). La figura de Jean Dujardin, el héroe del cine mudo, nos recuerda a Douglas Fairbank y a Gene Kelly (que supo contar esta historia desde el musical, en la inolvidable “Cantando bajo la lluvia”). La película tiene todos los tics del cine mudo, incluyendo la chica bonita y el perrito heroico.

En “Hugo”, la catástrofe es bélica. La Primera Guerra Mundial derrumba el castillo de sueños que George Méliès había creado en la pantalla. Aquel que visitó el lado oscuro de la luna, no puede volver a creer en la posibilidad de ningún lugar bajo el sol. La ingenuidad con que el público se había entregado al fenómeno nuevo del cine, estaba definitivamente muerta. La realidad era una pesadilla mucho mayor que el mejor de los sueños.

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“Hugo” (basado en una novela gráfica de Brian Selznick, descendiente de un apellido épico en Hollywood) cuenta la historia de un chico huérfano que pone en hora los relojes de la estación ferroviaria de París y que busca poner en funcionamiento un autómata que heredó de su padre, esperando hallar un mensaje de su progenitor ya fallecido. Hugo Cabret arregla cosas. Es un relojero, en la época del maquinismo. Pero las piezas que debe restaurar son más que ruedas y flejes de metal: son los delicados componentes del corazón humano. La epopeya de Hugo no es sobrevivir a la persecución del caricaturesco inspector de la estación ni encontrar la llave que ponga en marcha al autómata. La auténtica proeza de Hugo Cabret es lograr que George Méliès vuelva a creer en el valor de sus sueños filmados. Lograr que el artista crea en su arte. El mismo objetivo, casualmente, que persigue Hazanavicius en “El artista”.

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Tal vez, vale reflexionar, ni “Hugo” ni “El artista” son historias excepcionales, ni siquiera particularmente imaginativas. Seguramente, tras el vistoso envase, nos quedemos con pocos huesos para rastrear su originalidad. Pero, en este momento, en esta hora, ambas películas hablan de otra cosa, más allá de sus anécdotas arguméntales. Ni siquiera podemos asegurar que el propósito sea explícito y consciente. Pero sentimos que tanto Martin Scorsese como Michael Hazanavicius contaron sus historias tratando de convocar a a la magia de los orígenes del cine, magia mermada en estos tiempos de películas en carbónico. Ambos se preguntan, con todos los recursos que la técnica da hoy en día, cómo hacer para recuperar la magia, cómo lograr arreglar la maquinaria vetusta, cómo volver a sentar al espectador en una butaca y hacerlos soñar, como alguna vez logró hacerlo el cine.

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Ambas películas son un testimonio de amor al cine y un llamado desesperado a los demiurgos del celuloide para volver a cautivar, como otrora lo hiciera, a una masa que, abrumada por la realidad y horror cotidiano, ha dejado de sorprenderse por esos sueños proyectados en las pantallas.

Lo que Scorsese y Hazanavicius procuran es reencontrarse con la inocencia perdida. Por eso sólo, “El artista” y “Hugo” son (más allá de sus posibles limitaciones) imprescindibles, para todos aquellos que apostamos a creer en la posibilidad de que los sueños en relieve logren imponerse a la chatura de las limitaciones de la realidad ordinaria.

Mañana y pasado, las mejores frases de ambas películas.

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jueves, febrero 23, 2012

frases de “La Dama de Hierro” 

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¿Cuál es la sangre vital de toda comunidad? Son los negocios... No solo los grandes negocios sino también los pequeños, como el mío.

En esta isla somos fuertes. Somos autosuficientes. A veces pensamos en planes sanguinarios... Pero también creemos en ayudarnos unos a otros.

Nunca sigas a la multitud, Margaret. Sigue tu propio camino.

-Debemos emitir un comunicado dando nuestras condolencias.
-Estoy segura que ya lo han hecho.
-No debemos nunca, jamás, jamás rendirnos ante terroristas.

Si no puedo salir a comprar medio litro de leche, ¿qué clase de vida es, Carol?

Siempre has sido así. Preocupada, preocupada, preocupada. Debes encontrar algo mejor que hacer con tu tiempo. Es lo menos atractivo en una mujer.

-¿Y ayudabas en la tienda?
-Oh, si. Era un negocio familiar.
-Un muy buen punto de inicio para la vida política, estoy seguro.
-Eso y un título en Oxford.

Nada como una rebanada de responsabilidad fiscal. Un hombre puede llamarla responsabilidad fiscal; una mujer puede llamarla buena administración.

Bueno, solía tratar de hacer algo. Ahora es sobre tratar de ser alguien.

Mark vive en Sudáfrica y tú ya no eres la Primer Ministro. Y papá está... papá está muerto.

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-Nunca seré una de esas mujeres, Denis. Que permanecen bellas y calladas del brazo de su marido. O lejos y solas en la cocina haciendo el lavado como si les importara.
-Tendremos ayuda para eso.
-No. La vida debe ser importante, Denis. Más allá de la cocina, el lavado y los niños... la vida debe ser más importante que eso. No puedo morir lavando una taza de té. Lo digo en serio, Denis. Dime que lo entiendes.
-Por eso es que quiero casarme contigo, cariño.

-Yo creo que la Honorable Señora ha chillado demasiado. ¡Y si quiere que la tomemos en serio debe aprender a calmarse!
-Si el Honorable Congresista quizás prestara más atención a lo que estoy diciendo, en lugar de cómo lo digo, puede que reciba una valiosa educación a pesar de sí mismo.

Con el líder sindical minero llamando hoy al Ejército a amotinarse como apoyo a la huelga, parece un mal tiempo para la conciliación.

Todos en esta isla somos fuertes. Somos autosuficientes. Napoleón nos llamó una “Nación de comerciantes”. Para él significaba un insulto. Pero para mí es un cumplido. Por eso no pudo vencernos y por eso es que Hitler no podrá vencernos.

Los Conservadores creemos en darle a la gente la libertad y oportunidad de realizar su propio potencial, especialmente a los más jóvenes. No hay nada bueno en pretender que todos somos iguales. No somos todos iguales, nunca lo fuimos y nunca lo seremos. Debemos animar a nuestros hijos a aspirar a lograr más de lo que tienen para que nuestros niños de hoy sean los líderes del mañana.

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-¿Estás diciendo que quieres ser Primer Ministro?
-Lo que digo es que alguien debe forzar el punto de decir lo indecible. Ninguno de esos hombres tiene las agallas.

Ambos sabemos que es muy poco probable que alguna vez pueda ser elegida como líder... Pero competiré... Competiré. Sólo para morderles los talones y hacerlos reafirmar los principios en los que el Partido Conservador debe sostenerse.

-Eres insoportable, Margaret. ¿Lo sabías?
-Denis, tú te casaste con alguien comprometida con el servicio público. Sabías eso. Y es mi deber...
-¡No lo llames tu deber! Es la ambición lo que te ha llevado tan lejos. La ambición. ¡Y el resto de nosotros, yo, los niños, podemos irnos al infierno!

-Sra. Thatcher, entiendo que hace poco visitó Estados Unidos. ¿Qué pudo rescatar de esa visita y que pueda ser evaluada aquí en Gran Bretaña?
-Oh, eso es bastante fácil de responder en realidad. Ellos no le temen al éxito. Aquí, en Gran Bretaña y Europa, nos formamos principalmente por nuestra propia historia. Ellos, por el contrario, se formaron por su filosofía. No por lo que han sido sino por lo que pueden ser.

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Para empezar, ese sombrero se tiene que ir. Y las perlas.

-No importa cuánto he tratado (¡y si que he tratado de encajar!). Yo sé que nunca seré realmente uno de ellos.
-Si me permite decirlo, creo que ésa es su carta de triunfo.

No habrá una mujer Primer Ministro aquí. No en mi tiempo de vida.

Respetuosamente, Margaret... Estoy en desacuerdo. Si quiere cambiar este
Partido, lidérelo. Si quiere cambiar este país, lidérelo.

Es tiempo de levantarse. Es tiempo de trabajar. Es tiempo de poner nuevamente el “Gran” en Gran Bretaña.

-¿Qué tengo la “obligación de sentir”? La gente ya no “piensa”... Ellos “sienten”. “¿Cómo se siente?”, “Oh, no me siento cómodo”, “Oh, lo siento mucho pero nosotros sí sentimos”. ¿Sabía que uno de los grandes problemas de nuestra era es que somos gobernados por gente a la que le importan más los sentimientos que los pensamientos y las ideas? Los pensamientos y las ideas. Eso me interesa.
Pregúnteme que estoy pensando...
-¿En qué está pensando, Margaret?
-Cuide sus pensamientos porque se convierten en palabras. Cuide sus palabras porque se convierten en acciones. Cuide sus acciones porque se convierten en hábitos. Cuide sus hábitos porque se convierten en su carácter. Y cuide su carácter porque se convierte en su destino. En lo que pensamos en eso nos convertimos.

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Sabes, es una maravilla que aún puedas recitar grandes citas de Kipling. Pero trata de recordar el nombre de esa mujer que acaba de prepararte esa espantosa colación fría.

Si no puedo escucharte, no puedo verte. Si no puedo verte, no estás aquí. Y si no estás aquí, no me he vuelto loca.

No me reconozco a mí misma.

¡Se suponía que serías una madre! ¡No eres una madre, eres un monstruo!

-¿Qué estás haciendo?
-Me gusta hacer un esfuerzo. ¿Una copa?
-Estás muerto, Denis.
-¡Ah! Bien, si estoy muerto... ¿con quién estás hablando? ¿Bailamos?

No negociaré con criminales ni matones. Las islas Falkland pertenecen a Gran Bretaña y las quiero de vuelta. Caballeros, necesito que me digan hoy que eso es posible.

ALEXANDER HAIG: Así que está proponiendo ir a la guerra sobre esas islas. Están a miles de millas a lo lejos, un puñado de ciudadanos y política y económicamente son insignificantes, si me disculpa...
MARGARET THATCHER: Justo como Hawaii... Me imagino.
ALEXANDER HAIG: ¿Disculpe?
MARGARET THATCHER: 1941, cuando Japón atacó Pearl Harbour. ¿Fue Estados Unidos, gorra en mano, a preguntarle a Tojo por los términos para una negociación pacífica? ¿Le dio la espalda a sus ciudadanos allí porque las islas estaban a miles de millas del territorio de Estados Unidos? ¡No, no, no! Defenderemos nuestros principios o no serían firmes en lo absoluto.
ALEXANDER HAIG: Pero Margaret, con todo respeto, cuando uno ha estado en guerra...
MARGARET THATCHER: Con todo respeto, señor... He librado batallas cada día de mi vida y muchos hombres me subestimaron antes. Este grupo parece hacer lo mismo nuevamente... Pero lamentarán ese día...

Si debe haber una escalada, será mejor que la iniciemos nosotros.

Húndanlo.

No habrá pacificación. Ésta es una guerra. Es una guerra que ellos comenzaron. Y por Dios, nosotros la terminaremos.

Éste es un día para dejar a un lado las diferencias, mantener en alto la cabeza
y estar orgullosos de ser británicos.

¡El mundo está a tus pies y Gran Bretaña está de vuelta en el negocio!

Ésta es una propuesta simple. Por el hecho de vivir en este país debe pagar por ese privilegio. Algo, lo que sea. Si usted no paga nada, a usted no le importa nada. ¿Qué les importa donde arrojan la basura? Su Consejo de Estado es un desastre, su ciudad llena de graffitis, ¿qué les importa? No es su problema. Es el problema de otro... es problema del Gobierno. Su problema... Es de algunos de ustedes porque no tienen el coraje para esta pelea. No han tenido que pelear duro por algo. Les han dado todo y se sienten culpables por ello. Bien, puedo decir en nombre de todos los que han luchado por ese camino a la cima y que no se sienten culpables por ello... Nos molestan esos vagos que beben, beben y beben y que no contribuyen en nada a la comunidad. Y veo lo mismo, esa misma cobardía en nuestra lucha dentro de la Unión Europea. Cobardía. Por la soberanía de Gran Bretaña, la integridad de la libra. Algunos de ustedes quieren hacer concesiones... He oído que algunos de ustedes están de acuerdo con la última propuesta francesa. Bien, ¿por qué no toman un barco a Calais? ¿Por qué no se ponen un sombrero y pagan el 85% de sus ingresos al gobierno francés?

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No tengo más que admiración por nuestra Primer Ministro, Margaret Thatcher.
Pero creo que nuestro partido y nuestro país necesitan un nuevo líder.

No se trata de ella, se trata del Partido. Uno debe saber cuando retirarse. La pregunta es: ¿cómo nadie se lo planteó?

No se puede contar con la lealtad de mis colegas. Fue la gente la que me puso aquí.

-Tira la toalla ahora, amor. No dejes que esos bastardos te vean humillada. Ya no puedes ganar, querida. No ésta vez.
-Oh, Denis. Yo soy la Primer Ministro.

Todos esos años tomando decisiones difíciles... ¿Nada de eso importa ahora?

Sí, la gente te odiará hoy. Pero te agradecerán por generaciones. O te olvidarán por completo y te arrojarán con la basura.

No. Aún no, Denis. Espera... No quiero... dije que... no quiero que te vayas todavía. Denis. Por favor. No, no. Aún no estoy... no quiero estar por mi cuenta.

miércoles, febrero 22, 2012

entre tinieblas 

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LA DAMA DE HIERRO
data: http://www.imdb.com/title/tt1007029

El tema con las biografías de los grandes personajes históricos es desde qué ángulo atacar la historia. El simple paseo por la vida del protagonista no suele dar resultados. En la crítica de “J.Edgar” (http://libretachatarra.blogspot.com/2012/01/el-relato.html) nos pareció interesante el enfoque de tomar el punto de vista del protagonista, la mentira de una biografía color rosa, para darnos cuenta en el final que todo eso era un engaño del personaje. Ése era el giro trágico de la biografía: el tipo que cambió la realidad para no afrontar lo que era.

En “La Dama de Hierro”, Phyllida Lloyd se mete con Margaret Thatcher, la Primera Ministra británica fue, con Ronald Reagan, una de las cabezas de la restauración neoliberal de fines de los ’70. La figura de Thatcher es lo suficientemente polémica, estemos parados en la vereda ideológica que sea. Demonio o Prócer, seguramente fue un poco de las dos cosas. Pero el guión de Abi Morgan cuenta la historia de la política británica en dos niveles: el actual final de Thatcher, presa de la demencia senil, y el vistazo general de su ascenso al poder. El inconveniente no es el modo en contar la historia, sino el desnivel de esas dos miradas. Dramáticamente superior, el final de Thatcher es una lucha contra la locura; el ascenso y gloria de Thatcher es un potpurrí de “grandes éxitos” que, ni remotamente, logra acercarnos a la humanidad del personaje.

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La demencia senil de Thatcher no necesita de una estadista de su talla para conmovernos. Podría ser cualquier persona del común y el efecto sería el mismo. La película se pierde en mostrar los quilates de Thatcher, porqué marcó una época dentro de la historia de la Gran Bretaña. A lo sumo, Lloyd desea marcar lo difícil que fue para Thatcher llegar al poder, en un partido comandado por dinosaurios machistas. La mirada feminista, en este caso, es decididamente menor a la dimensión que alcanzó la carrera política de la Primera Ministra. Sus decisiones (sus polémicas decisiones) tenían más elementos dramáticos que el punto elegido.

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(Hay un muy buen artículo de Andrew Graham-Yooll en “La Nación” que nos describe los mejores momentos de la vida política de Thatcher, apenas mostrado por la película, que nos deja con ganas de ver esa otra biografía. El artículo lo pueden consultar en: http://www.lanacion.com.ar/1447727-thatcher-entre-la-ficcion-y-la-realidad. Lo recomendamos)

Dispuesta la trama de este modo, lo mejor del filme es el segmento del ocaso mental de Thatcher. Y que esos momentos sean memorables se deben, en gran parte, al monumental trabajo de Meryl Streep. Conmueve esa lucha contra el olvido, atrincherada en lo que fue su caballito de batalla: el pensamiento. La lógica de la Thatcher senil para luchar contra las alucinaciones es de hierro; pero, la solidez de sus argumentos ratifica, paradójicamente, el ocaso inexorable.

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Flota en la historia una línea apenas sugerida: como, en las democracias, la ciudadanía olvida, sin ninguna piedad, al líder y lo reemplaza por otro. Hay que tener las cosas muy en claro para no marearse, ni en la cima del poder, ni el llano de lo cotidiano. Para quien manejó el mundo, que su vida se reduzca a lavar la taza de té recién usada, es un símbolo de la sana costumbre republicana de decapitar monarcas por el voto y reemplazarlos por otros, surgidos del sufragio popular.

En suma, “La Dama de Hierro” nos deja con más ganas de conocer a Thatcher. Sólo veremos el final de alguien que entró en la historia. El camino de cómo llegó hasta allí y cómo se desempeñó en el cargo, lamentablemente, apenas está torpemente esbozado.

Mañana, las mejores frases.

jueves, febrero 16, 2012

frases de “Los descendientes” 

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Mis amigos del continente creen que sólo porque vivo en Hawai vivo en el paraíso. Como en unas vacaciones permanentes. Bebiendo Mai Tai todo el día, meneando las caderas y surfeando sobre las olas. ¿Están locos? ¿Creen que somos inmunes a la vida? ¿Cómo pueden pensar que nuestras familias tienen menos defectos, nuestro cáncer es menos mortal y nuestros dolores de cabeza son menos dolorosos? Yo no me he subido a una tabla de surf en 15 años. Durante los últimos 23 días he vivido en un paraíso de agujas, bolsas de orina y tubos traqueales. ¿Paraíso? El paraíso se puede ir a la mierda...

Ésta es Elizabeth King, mi esposa. Hace 23 días salió despedida de una lancha fuera borda durante una carrera y se golpeó la cabeza. Casi se ahoga. Cuando me enteré del accidente y del coma ni siquiera estaba en la ciudad. Estaba en Maui de negocios. No habíamos hablado en tres días. En cierto modo llevábamos meses sin hablar. Si haces esto para llamar mi atención, Liz, funciona. Ahora estoy listo. Listo para hablar. Listo para cambiar, para ser un marido y padre de verdad. Sólo despierta. Por favor, despierta.

La última vez que me hice cargo de Scottie ella tenía tres años. Ahora tiene diez y no tengo ni idea de qué hacer con ella.

A diferencia de mis primos, yo no he dilapidado mi fortuna. Como mi padre antes que yo, he vivido sólo de los ingresos de mi trabajo. No quiero que mis hijas crezcan viviendo del cuento. Liz siempre me acusa de tacaño pero yo estoy de acuerdo con mi padre: “Dales a tus hijos suficiente dinero para hacer algo, pero no lo suficiente para que no hagan nada”.

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¿Qué será lo que hace que las mujeres de mi vida quieran destruirse unas a otras? Elizabeth con la motocicleta, botes grandes y bebida. Alexandra con drogas y chicos mayores. Y Scottie, sin Elizabeth… ¿qué posibilidades va a tener sola conmigo?

Cariño, vamos a dejar que se vaya.

-Mira, por lo que fuera que discutieron en Navidad… tienes que olvidarlo. Crece. Quieres a tu madre. Y tu madre te quiere.
-No puedo olvidarlo.
-Tienes que hacerlo.
-No tienes ni idea, ¿verdad? Papa… Mamá te engañaba con otro.

¿Quién es él? ¿Ella lo quiere?

Deja de hablarme con clichés femeninos. Nada es nunca culpa de las mujeres.

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-¿A quién crees que proteges Kai? No necesita tu protección. Se acabó. Se va a morir.
-No digas eso.
-Es cierto. Te lo iba a decir ayer. Nunca se va a despertar. ¿Entiendes lo que digo? Se ha ido. Vamos a desenchufar. ¡Le has puesto lápiz labial a un cadáver!

-Siempre fue una chica previsora. Una chica fuerte. Mucho más fuerte que su hermano. Barry llora su camino en la vida. Hasta podría ser homosexual por lo que yo sé.
-Scott, no creo que sea así.
-Más fuerte que tu, Matt. Vivía en una año lo que tú en una década sentado en la oficina todo el día. Con todo ese dinero. Ése que te niegas a utilizar. ¿Para que sirve? ¿Ahora tú y tu familia se lo van a repartir? ¿Para qué? Podías haberle comprado un barco para ella con un equipamiento más seguro... o haberla enviado a una de esos días de compras que les gustan a las mujeres. Quizás no le hubiera dado por los deportes de riesgo si tú le hubieras dado más emociones en casa.

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¿Ibas a pedirme el divorcio para poder estar con el puto Brian Speer? ¿Estás bromeando? ¿Quién eres tú? Lo único que sé seguro es que eres una maldita mentirosa. ¿Tienes algo que decir? Dime que lo he entendido todo mal. Dime otra vez que no manejo bien mis sentimientos y que necesito ir a terapia. ¿La idea del matrimonio no es hacerle la vida más fácil a tu pareja? Para mí, contigo ha sido siempre difícil. Y cada vez más difícil. Ahí tumbada con respiración asistida y jodiéndome la vida. No te cansas. Sabes, yo te iba a pedir el divorcio algún día. Nena de papá.

Hola mamá. Siento haber sido mala. Siento que hayas malgastado tu dinero en caros colegios privados, cuando lo podías haber usado para cuidados faciales, masajes y equipamiento deportivo. Lo siento por todo. Y siento que no hayamos sido lo suficientemente buenos para ti... especialmente papa.

Mírenlo bien, chicas. Ésta es la herencia de su tatarabuela con descendientes desde Kamehameha I.

-¿Qué harías si fueras yo? Como manejarías a... mis hijas. ¿Qué harías con el tipo éste qué estamos tratando de encontrar?
-Ya te lo dije, amigo. Pondría sus huevos en una mesa y se los machacaría con un bate. En cuanto a tus hijas, cambiarán, supongo. Probablemente acabarán con… alguien como tú.

Brian, puede que nos hayamos conocido antes. Soy Matt King. Mi esposa es Elizabeth King. Creo que podrías conocerla a ella también.

¿Sientes que mi madre se vaya a morir? ¿Sientes haberte acostado con ella? ¿Sientes haber jodido a mi padre?

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-¿Iba a dejarme?
-Lo hubiera hecho. Pero yo no lo quería. Nunca hubiera pasado. Yo quiero a Julie. Por favor no le digas nada.

No la querías. No la querías. La utilizabas para llegar hasta mí.

-Una pregunta más: ¿lo hicieron en mi dormitorio?
-Una vez.
-Podrías haber tenido la decencia de mentirme…
-Dos, en realidad…

-Ese tipo es un imbécil. ¿Siempre es así?
-Sí. Siempre lo fue…

No hemos hecho nada para poseer esta tierra que nos fue confiada. Y ahora simplemente... no puedo hacerlo. No voy a hacerlo.

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Vine porque Brian no quiso venir. Y no me pareció correcto. Creo que alguien
de mi familia debía venir.

Quería decirte que te perdono. Te perdono que intentaras llevarte a Brian. Te perdono que intentaras destruir mi familia. Porque tengo que perdonarte... Tengo que perdonarte... ¡Aunque debería odiarte!

-Él no la quería. Para que lo sepas. Realmente no la quería.
-Por eso he venido.

Adiós, Elizabeth. Adiós, mi amor. Mi amiga. Mi dolor. Mi alegría. Adiós...

miércoles, febrero 15, 2012

lo mejor es que te vayas 

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LOS DESCENDIENTES
data: http://www.imdb.com/title/tt1033575

Hay gente que ayuda cuando no están. Eso parece pasar con Elizabeth King, en coma al principio del filme. Matt, su esposo, anhela su despertar para reconstituir los restos de un hogar destrozado. Matt no sabe cómo cuidar de sus dos hijas (una adolescente; la otra, una niña). Marido y padre ausente, Matt no cree que pueda salir adelante, porque no sabe quiénes son sus hijas ni cómo cumplir con ese rol paterno que ha desatendido.

La última escena del filme nos muestra al padre y sus hijas, juntos, mirando televisión. Mucho ha pasado en el medio (además de una película). Han sobrevivido, han añadido un eslabón más a la cadena de los descendientes de los King y han sostenido su lugar en Hawai, el paraíso heredado del que, ahora sí, no quieren desprenderse.

“Los descendientes” tiene el tono irónico patético de las películas de Alexander Payne. Matt, su personaje, conmueve en su torpe intento de recuperar el matrimonio que había perdido antes del accidente. Torpe y vano. Porque hay cosas que no pueden recomponerse. Y el matrimonio de King estaba muerto, aunque sus signos vitales dijeran otra cosa.

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Hay una muda aceptación del personaje central que atraviesa varias etapas: la culpa, el enojo, la mansedumbre y, finalmente, la tristeza del adiós. Sus últimas palabras (“Mi amiga. Mi dolor. Mi alegría.”) son la descripción exacta de lo que significó esa mujer en su vida: el gozo y la pena simultánea. Hay una triste aceptación final que flota en la trama: su muerte es necesaria para unir a Matt con sus hijas, su descendencia. Ella fue la piedra en el zapato, la disconforme nena de papá, subestimando su familia del mismo modo que su propio padre, el abuelo, subestima a yerno y nietas. Su ida aclarará las cosas, acomodará las piezas en el tablero.

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“Los descendientes” es una buena película, una de esas historias emotivas familiares, sin lugares comunes ni soluciones convencionales. Se sostiene en el muy buen elenco, en especial en los protagonistas centrales, George Clooney como Matt y la excepcional actuación de Shailene Woodley como Alexandra, la hija mayor de los King. No es que estemos en presencia de un excepcional guión ni una historia nunca antes vista. Pero con su solidez y corrección, le alcanza para llegarnos al corazón.

Entre las escenas destacadas, nos quedamos con el encuentro de Matt y su hija con Brian Speer; la despedida de Matt a su esposa; el momento en que Matt se entera por su hija de que su esposa le fue infiel.

Mañana, las mejores frases.

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sábado, febrero 11, 2012

frases de “Secretos de Estado” 

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Como vaya Ohio, así ira la nación.

Permítame ser más específico. Gracias. No soy cristiano o ateo, no soy judío o musulmán. En lo que creo, mi religión, está escrita en un pedazo de papel llamada Constitución. Significa, que defenderé, hasta mi último aliento, su derecho a rendir culto a cualquier Dios en el que creas, en la medida que no hagas daño a otros. Creo que debe ser juzgado un país por la forma en que cuidamos de la gente que no pueden cuidar de sí mismos. ¡Ésa es mi religión!
Si piensa que no soy lo suficientemente religioso, no votes por mí. Si piensa que no tengo suficiente experiencia o no soy lo suficientemente alto, entonces no votes por mí. Porque no puedo cambiar eso para ser elegido.

-Saben trato de recordar si los demócratas hayan nominado a un ateo antes.
-Bueno, sabemos que si han nominado a un burro antes.

-¿Así que están seguros que van a ganar aquí?
-¿Seguros? No. Confiados, sí.

-Lo amas porque te da las primicias.
-Favores sexuales.
-Estás comprometida.
-Si eso significa una buena primicia, mi novio lo va a entender.

¿Realmente te estás creyendo esta mierda? Todo eso de recuperar el sentido nacional...

Él es el único que realmente va a hacer una diferencia en la vida de las personas. Incluso en la gente que lo odia.

Me importa una mierda si él no puede ganar. Tiene que ganar.

No te importa, ni un poco, la vida cotidiana de los hijos de puta que todos los días se levantan y trabajan, comen y duermen y vuelven a trabajar de nuevo... Si tu chico gana... tú consigues un trabajo en la Casa Blanca. Si pierdes, vuelves a la empresa de consultoría en la calle K. ¡Eso es todo!

-Mike Morris es un político. Él es un buen tipo.
-¡Todos ellos son buenos tipos! Él te defraudará. Tarde o temprano.

-¿Qué es el “Periódico Blanco”?
-Mierda negativa. Nuestros chicos hacen la investigación, alimentan a la prensa
y vemos lo que se pega.
-¿Qué clase de mierda negativa?
-Lo leerás mañana en el periódico.
-¿Cuál periódico?
-Cualquiera. Cualquier periódico.

-La belleza de esto es que todos los que están alrededor de los 18 años o en edad de elegir, irán con él.
-¿Por qué no? ¿Y todos los demás?
-No pueden votar. Demasiado joven.

Estás trabajando para el hombre equivocado.

Exudas algo que atraes a la gente. Todos los periodistas te aman. Incluso los que te odian. Te aman. Porque juegas con todos como si fueran piezas en un tablero de ajedrez. Y haces que se vea, ¡sin esfuerzo!

Las personas te temen. Porque no entienden cómo lo haces. ¡Y te aman, por eso! Y eso es lo más valioso en este negocio. La habilidad de ganarse el respeto de las personas, al llevarlos por temor, a cometer un error, por amor.

Quiero que trabajes para nosotros.

Nada de esto se trata de el proceso democrático, Stephen. Se trata de conseguir que tu chico salga.

-Ésta es la clase de mierda que los republicanos tiran.
-Sí. ¿Sabes qué? Éste es el tipo de mierda que tiran los republicanos. Y ya va siendo hora de aprender de ellos. Son más malos, son más difíciles, son más disciplinados que nosotros. He estado en este negocio 25 años y he visto demasiados demócratas morder el polvo, ¡porque no bajan al barro con los elefantes de mierda!

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¿Quieres trabajar para el amigo o quieres trabajar para el Presidente?

-Entonces, ¿por qué no dejamos que la sociedad haga eso?
-Porque la sociedad tiene que ser mejor que el individuo.

-Gobernador, hay una gran diferencia entre Paul y yo. Paul sólo piensa en ganar. Por lo tanto, va a hacer o decir cualquier cosa, para ganar...
-Pero, ¿usted no lo haría?
-Voy a hacer o decir cualquier cosa, si creo en él. Pero tengo que creer en la causa.
-Usted será un consultor pésimo cuando este fuera de esta línea de trabajo.
-Bueno, estaré sin trabajo en esta línea, porque estaré con usted, señor.
-Por lo tanto, lo mejor que tienes son ocho años. Y el resultado final será una bonita y pequeña consultoría al norte de Fairgate.

¡No importa la mierda que pensaste! ¡Importa lo que hiciste e importa lo que no lo hiciste!

¿Quieres que ponga como Secretario de Estado a un tipo que quiere cortar los diez primeros pisos de las Naciones Unidas?

-Mike. Tome su apoyo y la carrera habrá acabado.
-Paul, te respeto. Respeto tu opinión. Nunca lo haré. Por lo que sugiero que encuentren una manera para ganar Ohio.

¿Por qué el Gobernador te llama a las dos y media de la mañana?

-Necesitaba 900 dólares.
-¿Para qué?
-No puedo acudir a mi papá. Somos católicos.

¡Molly, tienes que despertar de una puta vez! ¡Éstas son las Grandes Ligas! Cuando se comete un error, se pierde el derecho a jugar.

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-Yo se lo filtré a Ida. En el evento.
-No lo entiendo.
-Hicimos un trato.
-Paul, se va a... se va a imprimir la historia en papel, mañana por la mañana.
-Lo sé.
-Entonces, ¿por qué lo haces? ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué le hiciste eso a la campaña?
-La campaña va a sobrevivir.
-¿Por qué me hiciste eso?
-Así es más fácil dejarte ir.

-Decidiste no decirme. ¿Por qué tomaste esa decisión?
-Porque, Paul, no pensé que fuese importante.
-Mierda. ¡Sí lo hiciste! Pero no... porque eres curioso. Porque te sentiste halagado. Porque te sentiste especial... Pensaste que Duffy quería hablar contigo y no conmigo. Porque pensaste que podías sacar algo de eso... Porque te hizo sentirte grande.

La primera campaña que hice fue una pequeña carrera en Kentucky. Un escaño en el Senado... ya sabes, trabajo para algunos de cuello rojo, para un don nadie llamado Sam McGuffry. Sin personal. Sin dinero. Ni una jodida oficina. Todo el mundo pensaba que no tenía ninguna posibilidad. De ninguna manera, podíamos competir, ¿no? Y a esas alturas, me llama un hombre que lleva la campaña al Congreso del candidato de un barrio de unos pocos... Me dice: “Me gustó mucho lo que son capaces de hacer por el pobre Sam. Pero, seamos sinceros. Él está perdido. ¿Por qué no vienes a trabajar para mí?”. ¿Qué puedo hacer? Bueno, Stephen... aquí es donde tú y yo somos diferentes. Le conté a Sam acerca de la llamada. Y Sam me dijo: “Paul, si piensas que estos otros chicos tienen oportunidad de ganar y si pueden pagarte más que lo que me puedo permitir y si lo que sientes es que tienes que hacerlo, entonces, no me interpondré en tu camino”. Y le dije: “Sam, usted me dio una oportunidad y me contrató cuando yo era aún más que un Don Nadie de lo que es usted”. Por lo tanto, que me claven en el mástil si iba a abandonar el barco. El hecho es que a la mierda la golpea el ventilador. Perdimos esa campaña. Pero tres años después, cuando Sam decidió postularse para gobernador... ¿a quién crees que llamó? Ganamos esa campaña y veinte años después estoy donde estoy

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-Sólo hay una cosa de valor en este mundo, Stephen. La lealtad. Sin ella, ¡no eres nada! Y tú no tienes ninguna.
-¿Y en política?
-En la jodida política, es la única moneda que puedes contar. Es por eso que te estoy dejando ir. No porque no seas lo suficientemente bueno. No porque no me gustas. Pero valoro la confianza en la habilidad. Y no confío ya más en ti.

La venganza hace a la gente impredecible, Stephen No puedo tener a alguien que es impredecible, que sea inestable.

-Oh, ¿sabes qué? Hazte un favor: vete... ¡Ahora! Mientras todavía puedas. Buscate algún entretenimiento o algún negocio, vete a abrir un restaurante de mierda en Costa Rica. ¡Cualquier cosa! Haz algo que te haga feliz, ¿de acuerdo? Porque si te quedas en este negocio el tiempo suficiente, vas a acabar hastiado y cínico.
-¿Al igual que tú?
-Sí, justo ¡como yo!

-Ponte en mis zapatos, Stephen. Tu enemigo tiene el mejor cerebro con los medios de comunicación del país y trabaja para su equipo. ¿Qué vas a hacer? Vas a contratarlo o vas a trabajar para ellos. ¿Si no puede tenerlo? El otro equipo tampoco. Esta es una situación “ganar-ganar” para mí. ¿Que viene a trabajar para mí? ¡Genial! Paul no te tiene. Pero, de nuevo... Paul lo despide, no lo quiere... bien. Paul todavía no te tiene. De cualquier manera, yo gano. Y en el momento en que te sentaste en esa silla, sabía que había ganado.
-Esto es... es mi vida de lo que estás hablando.
-No me hace feliz hacer este tipo de cosas. No pienses que me da ningún tipo de placer. No. Lo siento por ti. Realmente lo siento. Cuídate.

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¿La conoces? Ella ha muerto.

-A partir de mañana, vas a hacer algunos cambios en tu campaña. Paul queda fuera. Seré tu jefe de principal de la campaña. Voy a redactar la declaración... La campaña llegó a un punto que tenemos que hacer algunos cambios. Puedes poner tus propias palabras.
-¿Por qué haría eso?
-Porque quieres ganar. Porque ya rompió la única regla en la política. Quiere ser Presidente, puede iniciar una guerra, puede mentir, puede engañar, puede llevar a la bancarrota al país, ¡pero no se puede coger a las pasantes!

Era tu voz la otra noche en el teléfono.

Damas y caballeros, hoy marca el comienzo de la pelea entre dos conjuntos de ideales. ¿Vamos a seguir adelante o vamos a vivir en el pasado? ¿Vamos a entrar al nuevo mundo de la tecnología o vamos a enterrar nuestras cabezas en la arena?
Las arenas de Arabia Saudita. Las arenas de Irak. ¿Vamos a permitir que la codicia y la corrupción arruine nuestras industrias y nuestras costas o vamos
a recuperar nuestro país? No somos una nación que solía segunda o tercera....

Senador Thompson, estoy orgulloso que haya devuelto la integridad a estas elecciones.

Porque como nos proyectamos al mundo importa. Dignidad importa. Integridad importa. Nuestro futuro depende de ello.

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viernes, febrero 10, 2012

la democracia ya no es lo que era 

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SECRETOS DE ESTADO
data: http://www.imdb.com/title/tt1124035

George Clooney está por partida doble en las pantallas locales. “Secretos de Estado” es la película que dirige y que co-escribió, adaptando la novela de Beau Willimon. Sin ser la más original de las películas de Clooney (remember “Confesiones de una mente peligrosa” o “Buenas noches y buena suerte”) en su corrección revela el sabor amargo que el estado de la democracia está dejando en los estadounidenses. Vale recordar la máxima: la democracia es el peor sistema de gobierno... a excepción de todos los demás. Es una forma de gobierno que se debe reinventar constantemente en cada elección y que es vulnerable a la hipocresía, la falta de compromiso y la inescrupulosidad. Cuando la sociedad se muestra permeable a esos males, la democracia se resiente.

“Secretos de Estado” cuenta la historia de un asesor político de un prometedor gobernador en plena campaña por la candidatura a Presidente para los demócratas. Mike Morris, el candidato en cuestión, es el mejor hombre para el puesto. Su asesor, Stephen, inteligente y joven, está dando sus primeros pasos en la política. Cree en el gobernador y en su capacidad para desempeñar el cargo máximo de la república. Parece una historia de ideales. Pero, a poco de andar, nos damos cuenta que es una historia de hipocresías. Mentiras detrás de una fachada. Conductas privadas incoherentes con el idealismo que se pregona de la boca para afuera.

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Es interesante comparar las definiciones políticas de los discursos y debates públicos del candidato a presidente con las preocupaciones de su staff en el detrás de escena. Las palabras del candidato son inspiradoras; en la interna, el triunfo depende de alianzas indigeribles o de anticipar campañas sucias en la prensa. Lo esencial de la campaña política, el debate y confrontación de ideas, ha sido reemplazado por un juego tramposo que nada aporta a la democracia y, peor aún, se desarrolla lejos de la vista de la ciudadanía.

Hay una puesta en escena para el electorado, un ejercicio en el que nadie cree. En bambalinas, se produce la verdadera competencia, sin reglas, lealtad, dignidad ni piedad.

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Tal vez por ese sabor amargo que nos deja “Secretos de Estado”, nos cueste amigarnos con esta película. Cuesta sobreponerse a la ausencia absoluta de héroes en su trama.

Demasiado parecido a la vida misma.

Mañana, las mejores frases.

miércoles, febrero 01, 2012

frases de “J. Edgar” 

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Por encima de todo, yo debía enseñarles a decir la verdad. Decir la verdad, he descubierto, es la clave de la responsabilidad ciudadana. Los miles de criminales que he conocido en mis cuarenta años de aplicación de la ley han tenido una cosa en común: todos y cada uno era un mentiroso.

Es hora de que esta generación aprenda la diferencia entre un villano y un héroe. Incluso los grandes hombres pueden corromperse.

Prefiero tener un hijo muerto que un maricón.

-¿Se acuerda de ese archivo que hemos creado para su esposa?
-¿La Señora Roosevelt?
-Hagame una copia para mi, por favor…

Bueno, a veces es necesario torcer las reglas un poco para mantener la seguridad del país.

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¡Me niego a ser humillado públicamente!

¡Puedo verte que estás aterrado, no tienes corazón, horrible hombrecito!

Toda la admiración del mundo no puede llenar el lugar que ocupa el amor.

Cuando la moral decae y los hombres buenos no hacen nada, florece el mal. Una sociedad que no desea recordar su pasado, está condenada. No debemos olvidar nunca nuestra historia.

Nadie comparte gratuitamente el poder en Washington.

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Los crímenes que usted combate no son crímenes. Son ideas.

McCarthy fue un oportunista, no un patriota.

¿Tengo que matar a todo lo que amo?

Imagine si cada ciudadano en este país fuera unívocamente identificado por sus huellas digitales. Imagine cuán rápido lo atraparíamos si ellos cometieran un crimen.

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La información es poder.

La justicia es accesoria a la ley y el orden.

Sé fuerte.

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