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críticas chatarras

viernes, abril 18, 2014

frases de “Lo mejor de nuestras vidas” 

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La vida, para la mayoría de la gente, es ir del punto A al punto B. No para mí. Yo tengo un problema con el punto B.

¿Por qué “Rompecabezas chino”? Bien, estoy hacienda un balance. Lo usé para pensar que mi vida no era simple. Pero aquí, en Nueva York, puedo ver que mi vieja vida era verdaderamente simple.

Es raro pensar que por diez años fui tan feliz. Es verdaderamente horrible pensar que todo eso… todo eso puede desaparecer.

-La felicidad es un desastre para la ficción.
-El drama es una mierda.
-La vida es drama.
-Pero… ¿no quieres ser feliz en la vida?
-Seguro. En la vida. Pero estoy hablando de novelas.

-No hagas como tu padre. No sé… no sé si hiciste algún esfuerzo para volver a la senda del amor…
-No es cuestión de esfuerzo.
-¿Qué es entonces?
-Es la vida. Amas a alguien hasta que no lo amas más.

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Me gustaría tener una foto de Wendy en ese momento. Sólo para ver la mirada que me echó en ese momento.

Tú no quieres ser un padre en el sentido tradicional del término.

Si era honesto, tenía que aceptar que había arruinado mi vida.

La única salvación en momentos como estos en los que has perdido la esperanza y no crees en Dios son… los filósofos alemanes. Por ejemplo, Schopenhauer dijo: “La vida es como el bordado. Pasamos la primera mitad de la vida
en el lado del frente, el lado bonito del bordado. Pero gastamos la segunda mitad en el otro lado. No es tan bonita, pero se puede ver cómo se entrelazan los hilos, se puede ver cómo se hace”.

Si tu inglés no es impecable, rápidamente te sientes como una especie de retardado. Todo el mundo, con educación, baja a tu nivel.

Es otra cultura.

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Cuando comienzas una nueva novela, tu trabajo es imaginar, tratar de vislumbrar cosas que no existen. Eso es lo que es escribir. Ir al encuentro de los fantasmas del futuro. No de los que están muertos y enterrados. Los fantasmas del futuro.

Ray tenía toda una teoría sobre que los padres divorciados éramos guerreros. Tipos que no van a dejar ir a sus hijos.

Clavado en el suelo, se ve que la obsesión de Nueva York es el cielo. La imagen que Nueva York vende es el horizonte, rascacielos, penthouses, azoteas… Todos quieren alcanzar el cielo. En realidad, la ciudad se divide en dos. La primera vez que llegas aquí, no puedes ser parte del mundo de “arriba”. Tiene que trabajar tu camino hacia arriba, desde abajo. El asfalto de Nueva York es como la piel de un boxeador después de un combate. La piel de un zoombie… un tatuaje… piercing… grietas… la escara de un drogadicto… Ésa es mi vida en Nueva York por el momento…

Y esa esquina contradijo toda su imagen de Estados Unidos. Había oído que era simple y organizada. Que Nueva York fue diseñada en una cuadrícula matemática para simplificar las cosas. Pero el hecho es que las cosas nunca son simples.

Me siento como en Barcelona.

¡Metémela hasta adentro!

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Pensé cómo mi padre nunca hizo las cosas que yo hice por mis hijos. No sólo los tiempos felices, los repletos de sucesos, sino incluso los momentos comunes como éste. Los que piensas que son inútiles, que no pasa nada, que parecen carecer de sentido. Pero, de hecho, son importantes. Porque esos momentos vacíos forman parte de tu vida. Eso es la infancia. Y me perdí eso. Y lo eché de menos.

Caminamos por horas. Él habló de la Nueva York que conoció. No preguntó nada de mí.

No te involucres en esa mierda.

Aquí, en Nueva York, en la esquina de la Octava y la Avenida A, mis padres se amaron. Esas diminutas iniciales en la acera eran una especie de prueba fundamental de que mi nacimiento no fue un accidente.

-Siento que podríamos tener un nuevo comienzo.
-Para serte honesto, tengo miedo de sentir que es una especie de comida recalentada.

Siento que el amor es confrontar con lo desconocido. Tiene que haber una chispa.

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-Es curioso que encuentres tu vida tan complicada.
-Mira tu vida o la mía.
-Es complicada… ¿y qué?
-Vine a Nueva York para estar cerca de mis hijos que tuve con una británica con la que viví por diez años y que se mudó aquí para estar con un americano. Tengo un hijo con dos lesbianas. Me casé con una mujer china para ser estadounidense. ¿Y la vida no es complicada?
-¡Se nota que no vives en China!

Hay una chispa. Quédate.

-Tengo un problema con el final.
-¿Por qué?
-Es una especie de espantoso final feliz.
-Es cierto, muchas historias se alimentan de la miseria. Pero cuando encuentras la felicidad, no hay más que decir. Es el tiempo de parar.
-¿Estás hablando de la vida o de las novelas?

-¿En qué piensas?
-En la vida.

jueves, abril 17, 2014

una historia global 

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LO MEJOR DE NUESTRAS VIDAS
data: http://www.imdb.com/title/tt1937118

En enero de 2003, cuando éramos “Super Chatarra Special”, comentamos una muy fresca película, con un elenco delicioso, y un director prometedor. La película era “Piso compartido” y la crítica está en este enlace:

http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/febrero2003/um0302_1.htm

Un puñado de estudiantes comunitarios en un hostel de Barcelona, el comienzo de la vida en un viaje iniciático que mezcla razas y culturas.

Tres años después, ya en las páginas de “Libreta Chatarra”, vino la continuación de esa historia con “Las muñecas rusas”. Ésta es la crítica:

http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2006/01/amor-comunitario.html

Bueno, hace unos días se estrenó en Buenos Aires, la tercera parte de la saga, con el horrible título de “Lo mejor de nuestras vidas”, traducción que (mal) reemplaza al original “Rompecabezas chino”. Y aquí nos enteramos que ha sido de Xavier Rousseau, el joven protagonista, casado con Wendy al final de “Las muñecas rusas”. Nos encontramos con las vueltas que da la vida (vueltas que a veces terminan en círculos), con nuestro héroe en los 40, convencido de que arruinó su vida y que debe volver a empezar.

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“Lo mejor…” empieza con el divorcio de Xavier y su viaje a Nueva York, donde se establece, dándole la espalda al éxito de su primer libro, para estar junto a sus hijos que se han ido con la madre del otro lado del Atlántico. La película es la adaptación de Xavier a una nueva vida, a una nueva ciudad.

El guión del director Cédric Kaplisch reúne los mismos vicios y virtudes que los dos episodios anteriores: fresca, imaginativa, con diálogos ingeniosos, un elenco notable, baches varios y algunos finales convencionales. Pero la historia convence, básicamente por la sencilla eficacia de los personajes. Pese a los años, siguen siendo los mismos pibes que vimos en Barcelona.

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Detrás de la comedia leve, hay algunas líneas que se repiten como ecos de esta generación globalizada. Es una generación que se interrelaciona con jóvenes de otros países. Su vida es una vida de muchos idiomas, lugares, viajes, culturas. Y cuando los años pasan, esos cruces dejan las heridas de las fronteras. Los romances fracasados, cuando hay hijos de por medio, sufren el mal de la distancia. El remedio es que esta generación se ha acostumbrado a levantar la carpa y empezar en otro lado, aunque haya que comenzar todo desde cero, como si se tuviera 18 años.

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A esa generación globalizada la mueve el amor. Xavier no duda en radicarse en un país extraño, con una lengua ajena, dejando una muy buena posibilidad profesional en Francia, para estar cerca de sus hijos. Es mucho más de lo que hizo su padre. Y eso se pregunta el protagonista cuando su padre lo visita en Nueva York y pasan una tarde sin decirse mucho, porque no se conocen lo suficiente para hablar de ellos.

La otra reflexión es que, en este capítulo, la crisis económica de la Comunidad Económica opera en segundo plano. Los chicos deben emigrar a Estados Unidos, al otro lado del mar. Si el clima de “Piso compartido” es la novedad de la Comunidad Económica, en esta etapa se ha perdido ese fulgor y el protagonista lucha en el asfalto neoyorquino, buscando su lugar bajo el sol.

Tienen algo a favor: el concepto de nación está menos arraigado en ellos. Son ciudadanos del mundo y, finalmente, el hogar está donde se ama.

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El protagonista empieza con una certeza: lo complicada que es su vida. Y en algún momento, Martine, el personaje que interpreta Audrey Tautou, le responde con simpleza: “¡Se nota que no vives en China!”. La vida siempre es complicada, en todos lados. Y a veces hasta es menos complicado de lo que parece.

Para los que siguieron las peripecias de estos chicos, desde la Barcelona de “Piso compartido”, no hace falta decirles que este capítulo es una cita obligada. Para los otros, aunque se hayan perdido el inicial, podrán entender esta historia que, sin romper el molde, los hace pasar un buen momento.

Mañana, las mejores frases.

viernes, abril 11, 2014

frases de “El Gran Hotel Budapest” 

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¿Qué qué pasó, mi querido Zero? Le gané a la mierda de un enano llorón llamada Pinky Bandinski. Debes ver cómo tenía su cara esta mañana. Se convirtió en un muy buen amigo.

Ya ves… todavía hay destellos tenues de la civilización que quedan en este matadero bárbaro que una vez fue conocido como la humanidad. De hecho eso es lo que ofrecemos en nuestra modesta, humilde e insignificante... ¡oh, mierda!

¿Acaba de lanzar mi gato por la ventana?

Te ves tan bien querida, realmente lo estás. No sé qué tipo de crema te ponen en la morgue pero quiero un poco…

-Por orden del comisario de policía de la Provincia Zubrowka, por la presente le pongo bajo arresto por el asesinato de Madame Celine Villenueve Desgoffe-und-Taxis.
-¡Sabía que había algo raro! Nunca llegamos a la causa de la muerte. Ella ha sido asesinada y usted piensa que lo hice.

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Y así mi vida comenzó con el entrenamiento como conserje bajo el mando estricto de M. Gustave H. Muchos de los clientes más valiosos y distinguidos del hotel venían por él. Me convertí en su alumno y él iba a ser mi consejero y guardián. También así fue como conocí a Agatha.

-Hay algo que no te he dicho, Agatha.
-Está bien.
-Nos robamos una pintura es muy valiosa, tal vez cinco millones de klubeks, de hecho, no sé si alguien siquiera se dio cuenta de que falta todavía, pero si algo me pasara y M. Gustave.....
-¿Robas arte?
-Un cuadro. De todos modos, tenemos que hacer un plan para tu sobrevivencia. Aquí está oculto el código y es posible que necesites una lupa para leerlo, pero te dice exactamente dónde y cómo encontrar el “Chico con una manzana”…

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Mendl’s es el mejor.

Checkpoint 19 tienes grandes barras de hierro de calibre en cada puerta, ventilación y ventana. Tiene 72 guardias en el suelo con 60 más en las torres. Tienes una caída de 325 metros en un foso de cocodrilos. Pero como el mejor de todos, tiene un punto débil, que en este caso pasa a ser un sistema de alcantarillado de drenaje pluvial que data de la época original de la fortificación de roca en la Edad Media. Ahora, nadie le dice que va a ser un paseo por la alameda con una dama y un caniche blanco pero tiene lo que dirías “vulnerabilidad”… Y ése es el pan nuestro de cada día.

-¿Alguna vez has sido interrogado por las autoridades?
-Sí. En una ocasión.
-¿Qué, qué, qué?
-Fui detenido y torturado por la milicia rebelde después del levantamiento del desierto.
-Bien. Entonces sabes de que se trata. ¡Cállate!

-Es tan encantadora, ¡tan encantadora!
-¿Está coqueteando con ella?
-Sí.

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-Yo puedo arrestarlo simplemente porque es un inmigrante.
-¡Saque sus manos de mi conserje!

-Si me entero que alguna vez puso un dedo sobre el cuerpo de mi madre… ¡muerta o viva!
-Yo me acuesto con todas mis amigas.

-Ella era dinamita en la cama, por cierto.
-Tenía 84 años.
-Las he tenido más viejas.

“Una negra ceniza húmeda amortigua las inmundicias del estiércol de un nido de rata y se mezcla con el aroma espeso de la putrefacción de la madera…”

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Una vez fui considerado una belleza.

Un conserje es completamente invisible pero siempre está a la vista.

Creo que su mundo había desaparecido mucho antes de su llegada. Pero he de decir, sin duda alguna, que mantuvo la ilusión con maravillosa gracia.

La arrogancia es solo una expresión del miedo.

Gallina vieja hace buen caldo.

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viernes, abril 04, 2014

destellos de un mundo que se fue 

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EL GRAN HOTEL BUDAPEST
data: http://www.imdb.com/title/tt2278388
"Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie, una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra"
Nota de suicidio de STEFAN ZWEIG
Pese al entusiasmo de la crítica, “El Gran Hotel Budapest” dista de ser la mejor película de Wes Anderson. Están todos su tics (sus maravillosos tics) y su brillante concepción escenográfica. Pero en el desborde de recursos, Anderson se pierde por momentos, se embarulla bastante. Y el resultado final me parece menor a las alturas que alcanzó con “Los excéntricos Tenembaum” (http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/abril2002/um0204_3.htm) o con “El viaje de Darjeeling”. No obstante, logra un filme que supera la media. Y aún en sus tropezones, brilla.

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“El Gran Hotel Budapest” es la historia de un conserje primerizo y de un gerente de hotel, en Zubrowka un estado imaginario de principios del siglo XX. El hotel es el non plus ultra de una elegancia que está en retirada y Gustave, el gerente en cuestión, es la quintaesencia de ese mundo en decadencia. El oropel, el brillo, el colorido, la obsecuencia del personal, la elegancia y la civilidad, brochazos que se observan en conflicto con otros usos que se impondrán a su tiempo: el militarismo, la xenofobia, la crueldad, la vulgaridad. Tras los pasos de comedia de Gustave y su asistente Zero, momentos graciosos pero previsibles, se adivina la otra historia que quiere contar Wes Anderson y que se resume en una de las frases finales del filme: “Creo que su mundo había desaparecido mucho antes de su llegada. Pero he de decir, sin duda alguna, que mantuvo la ilusión con maravillosa gracia”.

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En “El Gran Hotel Budapest”, tal vez como en ninguna otra película de Anderson, lucen tan notablemente los trucos escenográficos del director. Los desplazamientos de cámara por recargados interiores, exteriores representados en maquetas, monumentalidad que no por su grandiosidad deja de mostrar su cara berreta de cartón piedra.

Como pocos, Wes Anderson tiene la capacidad de mostrarnos un mundo en descomposición. Y siempre lo mira con el guiño tierno a los personajes que hacen malabares para mantener algo que ya no se puede mantener. Son patéticos, pero no tremendamente patéticos. Nos provocan una sonrisa que brota de la ternura. Sus esfuerzos nos provocan empatía porque en el fondo son nobles. O buscan algo así como la nobleza en sus actos.

Y esa descomposición está omnipresente en las locaciones, en la paleta de colores que Anderson utiliza, en antiguallas que ya se adivinan como antiguallas aunque estén en su apogeo. Un buzo Adidas de los ’70, el azul desteñido de los documentales de Jacques Costeau, la machimbre de un hotel majestuoso que se revela poco funcional. Su mundo es en sepia. En colorido sepia. Un sepia chillón pero que no deja de ser sepia. Un melancólico sepia en el que paso del tiempo se desliza, como se escurre la vida con cada día.

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Esa delicada observación, esa mirada cumbre, es la especialidad de Wes Anderson, su marca en el orillo, su modo de ver la vida y la insensatez del Universo. Y en cada gesto de comedia, cada sonrisa que logra arrancarnos, nos está mostrando lo ilógico de estar vivo y el heroísmo de esos personajes que, corazón en mano, enfrentan el destino con tozuda convicción. Ése es el estilo Wes Anderson que emana de cada película. Y quién pueda disfrutar de esa mirada tristona, se regocijará con cada película. Aún aquellas como “El Gran Hotel Budapest” que presenta algunos baches narrativos.

Hay que señalar el juego de cajas chinas presente en la estructura del relato: una chica frente al monumento de un escritor que cuenta la historia del hotel que conoció del veterano protagonista. La secuencia de relatores nos hace preguntar quién termina contando la historia finalmente: ¿Zero? ¿El escritor? ¿La chica que lee la novela? Vale señalar que este esquema se repite en las locaciones: el hotel, la cárcel, los palacios, estructura laberínticas, de cajas dentro de otras cajas dentro de otras cajas. Ambientes interrelacionados en estructuras que nos recuerdan a los retorcijos del Universo. No parece un dato menor en la sintaxis cinematográfica de Wes Anderson.

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Otra de las gracias del filme es identificar a la cabalgata de grandes actores escondidos tras de sus roles. Tilda Swinton como la más que octogenaria Madame D., Mathieu Amalric como Serge X, el genial Harvey Keitel como Ludwig y Tom Wilkinson como el autor que cuenta la historia. A ellos se suman gente como Adrien Brody, Willem Defoe, Jeff Goldblum, Jude Law, Saoirse Ronan y más nombres para un seleccionado de figuras, rematados por la pareja protagónica, Ralph Fiennes y Tony Revolori.

Mañana, las mejores frases.

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