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críticas chatarras

martes, febrero 28, 2006

el nacimiento de la caja boba 

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BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE

La libertad es un raro fruto en la historia de la humanidad. El sistema democrático de gobierno es un delicado acuerdo entre el bien general y el interés particular. En su sencillez (reflejar la opinión del pueblo) está su fortaleza; pero es particularmente débil, porque depende de un colectivo susceptible de ser modificado por la manipulación. Tras la posguerra, el Occidente democrático desarrolló un notable instrumento, capaz de dotar de conciencia y responsabilidad a un electorado no instruido; también, arma de doble filo, tenía el potencial para volverse en una letal herramienta en manos de un demagogo. La televisión. Los medios de comunicación.

"Buenas noches y buena suerte" es la historia de Edward Murrow, un prócer del periodismo radiotelevisivo norteamericano. Su programa "Sépalo ahora", en la noche de CBS, tuvo el privilegio de ser un ariete en defensa de los derechos individuales cuando denunció la demagogia en la caza de brujas del senador Joseph McCarthy, una voz solitaria y valiente, en tiempos que otros callaron con miedo. El guión de George Clooney y Grant Heslov relata esos días, en que Murrow le apuntó a McCarthy y lo deshizo antes las cámaras, apelando a la inteligencia y la moral del pueblo norteamericano.

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Pero "Buenas noches..." es algo más que eso: es la historia de una victoria pírrica. La gran batalla que Murrow denuncia en un discurso, un par de años después, ya estaba perdida. En ese exacto momento, la televisión norteamericana se estaba transformando en una empresa comercial. La posibilidad de explotar el potencial de la televisión, para instruir a las masas y dotarlas de conciencia política y social, quedaba trunca; en una de las escenas finales, Murrow y Friendly son los únicos conscientes de que la lucha se ha perdido: McCarthy continúa como senador, aunque desacreditado; ellos son barridos a un horario marginal, para ser sacados del aire poco tiempo después. De eso trata "Buenas noches...", del nacimiento de la caja boba.

Filmada en un exquisito blanco y negro (notable la fotografía de Robert Elswit), con la imagen sucia de la pantalla televisiva de los '50 - '60, toda la trama transcurre en interiores, aguzando la sensación de claustrofobia. Los protagonistas proyectan una tensión paranoica, reflejo de la caza de brujas que había desatado el legislador por Wisconsin. Los personajes están en una guerra soterrada y esa conciencia del riesgo permanente está presente, en todo el filme.

Indudablemente hay una lectura actual del film, a los cómplices mediáticos de la administración Bush, que no es muy difícil de identificar. Si alguna duda queda, basta oír, atentamente, el discurso de Ed Murrow que abre y cierra el filme. Los males del futuro se derivan de las decisiones del presente.

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George Clooney, en su segunda película tras la cámara, nos ofrece otro notable producto. Notable desde lo estético pero, especialmente, desde lo intelectual. El cine comprometido con su sociedad y su momento, una actitud que uno envidia, al compararla con tanta medianía local, tanto chico aburrido en pantalla, como hemos mencionado al criticar "Syriana".

Una mención, del muy buen elenco, para David Strathaim, la cara del mítico Ed Murrow. Un deseo: que la televisión local rescaté cierto telefilme de los años '80 (producida por HBO), que narra la historia de Ed Murrow, con más detalles que los que vemos en esta película.

Escenas: el discurso que cierra y abre el filme; la reunión de producción cuando Murrow y Friendly anuncian que el próximo programa será sobre McCarthy; la reunión entre Murrow, Friendly y el jefe de la CBS; la charla final entre Murrow y Friendly, al final de esa reunió, donde se dan cuenta que McCarthy sigue en el Senado y ellos son arrojados al horario marginal de los domingos a la tarde.

Un aviso: las frases elegidas de este filme, por su extensión, serán tema del post de mañana.

CONSEJO: imperdible. (Ojo: es necesario tener alguna noción de quié fue McCarthy y qué hizo en los años '50. Para los norteamericanos es un capítulo importante de su historia; para el resto, apenas una nota al pie en el manual de la historia. Interesante pensar en eso: que los gansos que suelen arruinarnos la vida, raramente dejan su marca en esa gran corriente que es la Historia, así con mayúsculas).

domingo, febrero 26, 2006

están tocando nuestra canción 

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JOHNNY Y JUNE: PASIÓN Y LOCURA

¡Qué buena historia! ¡Qué mal contada! La historia de Johnny Cash está contada como la vida real. Y esa es la principal falla. Generalmente, la vida no se desarrolla en forma dramáticamente eficiente. A "Johnny y June" le falta una tesis, una idea fuerza sobre la que pivoteen las escenas que constituyen la película. ¿Es la historia de un amor que no termina de concretarse? ¿Es la historia de rescatar a alguien de la culpa? ¿Es la historia de un hombre al que nadie reconocer su talento?

La historia del gran amor de Johnny y June (Johnny Cash falleció en el 2003, sólo cuatro meses después que falleciera su amada June) es el tema central del relato. Desde una de las primeras escenas, en la que el niño Johnny sabe distinguir la voz de la pequeña June en la radio. Pero si esa es la historia principal de la película, ¿por qué se empieza con la escena del concierto en la prisión de Folsom? ¿Por qué ese salto temporal en la estructura del filme?

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Hay que agregarle dos contras más a "Johnny y June". Una: el modo indulgente con el que se retratan los peores tiempos del cantante, cuando estaba en las garras de la adicción a los estimulantes. Dos: la falta de todo contexto político a la biografía de Cash, sobre todo cuando el artista enfrentó a los grupos racistas sureños y fue la voz de los presos y de los indígenas de los Estados Unidos. Alguna mención le hubiera agregado matices a la figura de Cash.

Pese a estas fallas, "Johnny y June" se deja más que ver. Es tan fuerte la historia que está detrás, tiene tanta vida este romance, que supera estas deficiencias de traducción cinematográfica. No es una gran película o, mejor dicho, no es la gran película que la historia merecía. Pero logra la corrección, en gran parte por la complicidad de Joaquin Phoenix, que se mimetiza en la piel del cantante sureño y, por momentos, nos hace compartir su angustia existencial.

Nos hubiera gustado que se hubieran traducido más de una de las canciones que canta Phoenix (no Cash) en la película. En algún caso (por ejemplo, cuando su esposa lo escucha practicar con su banda), tiene incidencia dramática.

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Escenas: la secuencia en la prisión de Folsom; la cena con el padre, en la casa grande y vacía, en el Día de Acción de Gracias; el pedido de casamiento a June, sobre el escenario; los momentos de Jerry Lee Lewis; la prueba en la discográfica.

Frases: "Te estoy preguntando si quieres casarte conmigo, June. Te amo. Ahora sé que he dicho y hecho muchas cosas, que te herí, pero prometo nunca más hacerlo. Sólo quiero cuidarte. No te dejaré como el niño holandés tapando, con el dedo, el agujero en la represa"; "Estás ardiendo... estás ardiendo..."; "Vestido de negro, parece que vas a un funeral", "Tal vez... al mío"; "June, ellas son mis hijas, Tara y Kathy", "¡Hola! ¡Qué bonitas cintas amarillas!", "Deja a mis hijas", "Viv...", "Sólo estoy saludando...", "¡Aléjate de mis hijas!"; "Señor Cash, trate de evitar de cantar canciones que le recuerden que están en prisión", "¿Cree que ellos lo olvidan?"; "Regla número uno: nunca te le declares a una mujer en un autobús. Regla número dos: nunca le digas que es porque has tenido un mal sueño"; "Tengo mis plumas numeradas para una emergencia como ésta"; "¡El diablo hizo esto! ¡Se llevó al hijo equivocado!"; "El gospel como el suyo no se vende", "¿Es el gospel o mi manera de cantarlo?", "Las dos cosas", "¿Qué tiene mi manera de cantarlo?", "Que no le creo"; "Si un camión lo atropellara y estuviera muriéndose y tuviera tiempo de cantar una canción, una canción para que lo recordaran antes de morirse, una canción para que Dios supiera lo que siente sobre el tiempo que pasó aquí en la Tierra... una canción que lo resumiera a usted... ¿esa es la canción que cantaría? ¿La misma canción de Jimmie Davis que oímos todo el día en la radio? ¿Sobre su paz interior y cómo es real y como lo va a gritar? ¿O cantaría algo diferente? ¿Algo real? ¿Algo que usted sintió? Porque esa es la clase de canción que la gente quiere oír. Esa es la clase de canción que realmente salva a la gente. No tiene nada que ver con creer en Dios, Sr. Cash. Tiene que ver con creer en usted mismo"; "Quería preguntarte de dónde sacaste ese sonido", "¿Qué sonido?", "Todos lo han notado. Estable como un tren, definido como una navaja"; "Estás cansado, ¿no?", "Sí", "El ritmo va a bajar. En serio"; "Nos vamos a ir al infierno por nuestras canciones. Y los que las oyen, también", "¡Cállate!", "Dios nos dio una gran manzana y dijo: '¡No la toquen!' No dijo: 'Tóquenla a veces' o 'Muérdanla si tienen hambre'. Dijo: '¡No la toquen!' Ni se les ocurra tocarla. No canten sobre tocarla. Ni piensen en cantar sobre tocarla", "¿Y yo qué, Jerry Lee? ¿Me voy a ir al infierno?", "No, June. Tú eres hermosa"

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"A ese chico Elvis le gusta mucho hablar de sexo"; "No saben andar derecho"; "Estás poniéndote muy altanero, muchacho. Yo nunca tuve talento. Aproveché lo que tenía lo mejor que pude. ¿Y tú? ¿Don Gran Señor? ¿Don Estrella de Rock Toma Píldoras? ¿Quién eres tú para criticar? No tienes nada. Una gran casa vacía. Nada. Hijas que no ves. Nada. Un tractor enorme, caro, atascado en el lodo. Nada"; "Deberías ir con él. Está confundido", "No voy a ir allá abajo", "Ya estás allá abajo, corazón"; "Tus fans son gente que va a la iglesia. Cristianos. No quieren oírte cantándoles a asesinos y violadores, tratando de alegrarlos", "Entonces no son cristianos"; "Habla con ellas. Quieren hablar con su abuelo", "Yo no me sé ningún cuento. Tú tienes más que contar", "Cuéntales de la inundación. Cómo hiciste una lancha con la puerta para sacarnos. Eso les va a gustar"

CONSEJO: para fanáticos musicales. El resto, esperar al video.

jueves, febrero 23, 2006

el tema es el petróleo 

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SYRIANA

"Syriana" es una película política, al estilo de esas historias que se contaban en los '70. No va a lucir por la dimensión psicológica de los personajes, sino por el accionar de los protagonistas, peones de un juego estratégico global, que gira alrededor de un recurso básico: el petróleo. Stephen Gaghan (director y guionista) adaptó el libro de Robert Baer, de un modo similar a lo que hizo en "Traffic": yuxtaponer una serie de historias relacionadas con un tema (en este caso, el petróleo).

"Syriana" es una trama globalizada: aunque los personajes no se conozcan ni se crucen en todo el filme, sus decisiones influyen sobre las vidas de los otros. El obrero paquistaní que no consigue trabajo en Arabia Saudita, no sabe que su vida depende de las decisiones de un oscuro lobbista norteamericano que opera en el otro punto del planeta. Él se convertirá en terrorista y atacará el primer blanco que tiene a la mano. Pero la cadena de eventos que lo ha llevado a ese ataque le es, inexorablemente, incomprensible.

Los protagonistas de "Syriana" se mueven políticamente. Sus perfiles psicológicos no son detallados, ni demasiado ricos. Sus conductas se definen por su posición laboral ante el petróleo. Quizás, la razón de esta sencillez en el dibujo psicológico, se deba a la necesidad de compactar la pluralidad de tramas en las dos horas del filme. Pero, sospecho, que es una decisión estética, una definición de género que no va en desmedro del filme.

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Por ese vértigo del ramillete inicial de historias, "Syriana" no es una película fácil de entrarle. Cuesta un tiempito adaptarse a ese torbellino de personajes. Pero, por decantación, se acomodan las piezas solas en cuanto avanza el filme.

No nos parece necesaria, a los fines dramáticos, la dureza que presenta la escena de la tortura, con un tono que el filme no tiene (ni necesita) antes y después. Podía sugerirse, "desviando" la cámara, para lograr el mismo objetivo. Con todo, va a ser una de las escenas del 2006.

Un párrafo aparte, pensamiento expresado en voz alta: cuando vemos historias como ésta, la de "Munich" o la de "Buenas noches y buena suerte", nos preguntamos, ¿quién dijo que Hollywood está en crisis? ¿Qué cinematografía se ha animado a levantar el dedo y señalar a sus gobernantes, del modo que lo están haciendo estos filmes? Ante tanto cine nacional con chicos en pantalla que no saben qué decir, vale apreciar esta actitud.

Del elenco se destaca la prestancia de Christopher Plummer y Alexander Siddig (el doctor Bashir de "Viaje a las Estrellas. Abismo Espacial 9"). Lo de George Clooney sólido, pero, tras ver "Buenas noches y buena suerte", ¿por qué la nominación por mejor actor va por esta película y no por la otra? Misterios de la Academia.

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Escenas: la mencionada escena de la tortura; la escena en la que el fiscal entrega a otro responsable para cerrar la investigación; la escena final de la caravana; la charla entre Plummer y Clooney, en el bar.

Frases: "¿Qué están pensando, mi hermano y sus abogados americanos?", "¿Qué están pensando? Piensan que se está agotando. Se está agotando... y el 90% de lo que queda está en Medio Oriente. Es una lucha a muerte..."; " La corrupción no es más que la intromisión del gobierno en la eficiencia del mercado en forma de regulación. Eso es Milton Friedman. Él tiene un maldito Premio Nobel. Tenemos leyes contra eso, precisamente, para que podamos hacerlo. La corrupción es nuestra protección. La corrupción es lo que nos mantiene seguros y calientes. Corrupción es por lo que usted está pavoneándose acá en lugar de luchar con otros por los restos de carne en las calles. Corrupción es la razón por la que ganamos"; "¿Quiere saber qué píensa de ustedes, el mundo de los negocios? Pensamos que cien años atrás estaban viviendo en carpas en el desierto, matándose unos a otros, y eso es exactamente dónde estarán dentro de cien años"; "Los abogados están viendo la inversión. Y el gobierno de los EE.UU ha decido hacer una inspección"; "Ahora el trabajo es encontrar el problema y buscar una solución. Si no encuentras el problema, entonces no lo hay"; "Voy a anunciar algo. Si el hombre está hecho a la imagen de Dios... entonces Dios está muy jodido"; "Nos dieron papas fritas en la escuela islámica"

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"En vez de legislaciones de reyes y esclavos obedeciendo... el Corán. El dolor de la vida moderna no puede ser curado... liberación, privatización, reforma económica o la baja de los precios. El dolor de vivir en el mundo moderno nunca será resuelto por una sociedad liberal. Las sociedades liberales han fallado. La teología cristiana ha fallado. Occidente ha fallado"; "Los americanos hacen que uno se sienta bien en los países de otras personas"; "Bien príncipe. ¿Eres un rey? ¿Me puedes decir lo que quieres?"; "Bobby, no entendiste. Nadie quiere oír de un misil perdido. No, ahora"; "¿Americano?", "Canadiense"; "Nuestro imperio debe negociar con Europa o hacia China. Cualquier cosa que sea barato y maximice las ganancias. Ganancias que usaré para reconstruir mi país", "Eso es exactamente lo que debe hacer", "Excepto que el Presidente de EE.UU. llama a mi padre y le dice que tiene desempleo en Texas, en Kansas, en el estado de Washington. Y con una llamada, derivamos fondos de nuestro programa social para comprar más de sus aviones que no necesitamos. Les debemos a los americanos, pero ya pagamos esa deuda. Acepto las propuestas chinas, que son las mejores, y repentinamente soy un terrorista. O si acepto a Rusia, soy un ateo comunista"; "Lo siento, pero no creo que sea suficiente con Dalton"; "Cuando un país posee el 5% de la población mundial, pero sus gastos militares equivalen al 50%, entonces el poder persuasivo de ese país está en decadencia"; "Pero estos asesinatos son positivos para los consumidores americanos. La justicia es lo último que quieren"

CONSEJO: se puede esperar al video, pero es una buena opción en cine.

domingo, febrero 19, 2006

surrealismo animado 

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EL INCREIBLE CASTILLO VAGABUNDO

Mezclado en las nominaciones de los Oscars a mejor filme animado, entre “El cadáver de la novia” y “Wallace & Gromitt”, se coló “El increíble castillo vagabundo”, la nueva película de un prócer de la animación japonesa, Hayao Miyazaki de quien conocimos, el año pasado, “El viaje de Chihiro”.

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Es una película rara. No tanto en la animación, que es tradicional, con una estética propia, pero sin el despliegue visual de las películas Pixar. Es rara por el tipo de historia, por las transformaciones de los personajes, por ese interactuar entre seres humanos, animales y entes inanimados. Pero lo que descoloca, más que otra cosa, es la sensación de asistir a una metáfora obscura, sin traducción inmediata.

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Por momentos, “El increíble castillo vagabundo” parece ser la historia de un joven que ha perdido su corazón (i.e., la pasión) y que vaga en la intrascendencia, solitario e indiferente, hasta que se cruza una joven que reaviva ese fuego extinguido en medio del pecho. Pero esta traducción no es tan lineal. Y, en cierto punto, no creo que la claridad sea el objetivo de Hayao Miyazaki (que adaptó la novela de Diana Wynne Jones). Su propósito, me parece, es, simplemente, el recuperar el regocijo de contar una historia, reflejos poéticos sin la necesidad de una interpretación intelectual.

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De ese modo, libre de toda superstición de comprensión, es posible disfrutar las lisérgicas complicaciones de la trama de “El increíble castillo vagabundo”. Un puñado de escenas de poética vibración, destacan del resto (los regresos de Howl, transformado en una bestia emplumada, empapado en guerra; las conversiones del castillo; el espantapájaros cabeza de nabo; la subida de las escaleras del palacio; la visión del campo de la serenidad; el derrumbe de la casa; la ambigüedad ética de Calcifer; la depresión de Howl, disolviéndose; las transformaciones de Sofi). (Tal vez, ahora lo veo, ese sea el tema de la película: las transformaciones, tanto físicas como psicológicas; de la juventud a la vejez, de la soledad al amor).

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Del aspecto visual, vale apuntar el diseño del castillo ambulante, una abigarrada superposición de dependencias y estructuras, en delicado equilibrio inestable.

Frases: “Si ese mago ha sido Howl tú corazón pudo haber sido devorado”, “No fue él. He escuchado que Howl sólo busca chicas hermosas”; “Soy un demonio, nunca cumplo con promesas”, “Tú, que has atrapado una estrella fugaz, hombre insensato, tu corazón será mío”; “Es extraño, nunca he sentido más calma que ahora”; “Apestas. Tu olor es a animal y acero quemado. Si vuelas demasiado tiempo no podrás recuperar tu forma normal”; “Se acabó. Ya no soy apuesto... quiero morir”, “Howl, calma. ¡Detente!”, “Esta convocando un espíritu oscuro, lo hizo también cuando una chica lo rechazó”

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“Tiene razón en que a veces es cobarde y egoísta, y no sé lo que piensa realmente... Pero es honesto. Sólo quiere vivir libre, por eso no vendrá. ¡Él no será malvado! Y será capaz de controlar su magia él solo. ¡Eso es lo que creo!”, “Su madre… ¿eh? Realmente estás enamorada de él…”; “¿Por qué ayudas a un monstruo como yo?”, “¡Lo hago porque me enamoré de ti!”; “¿Huir? Ya no deseo huir por más tiempo. Finalmente hallé a alguien a quien proteger sin importar el costo. Esa eres tú”; “¡Que hermoso fuego!”; “Hice algo horrible… ¡le eché agua a Calcifer!”; “Siento mi cuerpo muy pesado”, “Eso es porque tu corazón pesa”.

CONSEJO: para amantes de la animación y de la animación japonesa. El resto, esperar al video.

jueves, febrero 16, 2006

go west! 

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SECRETO EN LA MONTAÑA

"Claro... te muestran el punto de vista de ellos". Comentario nazi de una dulce viejita a la salida del cine. Ellos y nosotros. La partición de la discriminación. Si usted se siente identificado con este modo de razonar, le pido que haga un esfuerzo, un pequeño ejercicio mental. Reemplace a uno de los protagonistas de "Secreto en la montaña" por una mujer. Y repita la película, dentro de su cabeza. Ahora, en lugar de contar la historia de dos vaqueros enamorados, está contando un romance heterosexual. ¿Hizo el intento? Bien. Con la mano en el corazón, ¿no es una historia de amor imposible? Eso es "Secreto en la montaña". Una historia de amor imposible. Imposible por las circunstancias sociales, por las complicaciones personales de los personajes. Pero no deja de ser una historia de amor. Ahora, usted que hizo este experimento, que por un momento se puso en la piel del protagonista y que tal vez hasta suspiró por estos contratiempos románticos, ¿me va a negar que cambia mucho si vuelve a colocar a un hombre en el lugar de la mujer suplente?

Películas como "Secreto en la montaña" sirve para que, en estas épocas de intolerancia renovada, aquellos que gustan de señalar con el dedo, se enfrenten con la realidad. Ennis del Mar y Jack Twist se aman. Su sueño es vivir juntos, en un rancho, donde criar ganado y pasar su vida. No buscan una revolución ni cambiar el mundo. Sólo desean amarse. Pero eso, tan sencillo y neutro, tan poco perturbador para el resto, es lo único que el mundo no les deja hacer.

El mérito de esta película de Ang Lee sobre el cuento de E. Annie Proulx es que evita el cliché del marica alocado, muy del gusto de los que quieren poner a los homosexuales en el identificatorio corralito del ghetto. La descripción de Ennis y Jack prescinde del ridículo. Y eso, sospecho, es lo que provoca la irritación que se adivina en más de un espectador. Esa molestia, adivinamos, debe ser mayor en los Estados Unidos porque se mete con algunos símbolos patrios del elector promedio sureño republicano: el western, el medio oeste, el hombre de campo, la bandera de barras y estrellas y los cohetes del 4 de Julio.

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"Secreto en la montaña" es una película con un tiempo particular y una sintaxis austera. Gran parte de la información del filme se expresa en el contexto, en segundo plano, en gestos, palabras dichas a medias, en los signos detrás de cada ceremonia. No es hermética, pero es sutil.

Físicamente, la historia de amor entre Ennis y Jack opera en dos escenarios simbólicos: Breakback Mountain y la ciudad. El primero es el ambiente ideal, la naturaleza, el ámbito de lo instintivo, donde los protagonistas se mueven sin esfuerzo, sin representar papel alguno. Es el sitio de las imágenes excelsas, de la grandiosidad de la vida, sin condicionamientos. El otro escenario, es el teatro de las relaciones cotidianas, de lo establecido, la moral y las normas, de la codicia, la avaricia y, principalmente, de la frustración. Frustración por desear y no tener (sea dinero, sea amor). Anhelar aquello que no se puede forzar.

Detalles visuales distinguen ambos lugares. La ciudad está ecológicamente percudida, carece de belleza; las casas, o son viejas y deterioradas, o son de plástico y metal, desbordantes de mal gusto. Los peinados y las vestimentas de los personajes llegan a ser ridículas. Es en este mundo donde Ennis y Jack parecen dos maricones decadentes, disimulados en sus trajes, sombreros o bigotes artificiales. En el otro lado, en Breakback Mountain, simplemente son.

Esta fractura física también le da tensión dramática al filme. Breakback Mountain es el paraíso inalcanzable, angustiante frustración para los protagonistas porque es tangible, real. Es ese ranchito donde pasar la vida juntos. Es un universo probable, cierto. Pero es inalcanzable porque choca con la arbitraria negativa de los otros. Si el paraíso fuera imposible, no sería tan deseable.

De esa imposibilidad al alcance es de donde se genera gran parte de ese clima de angustia y opresión que rodea la historia de amor de Ennis y Jack, que alcanza su clímax en los últimos minutos del filme. En ese resumen de Ennis mirando la foto de Breakback Mountain pegada en el lado de adentro de la puerta del ropero, está el mensaje final de la película: la vida es demasiado corta para complicar el amor.

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Un gran reconocimiento para los dos protagonistas del filme, Jake Gyllenhaal y Heath Ledger ("dos linditos", como diría una amiga) que afrontaron un exigente papel, no tanto por las implicancias políticas y de marketing, sino, principalmente, por las exigencias actorales. Si no hubieran actuado lo bien que actuaron estos personajes, lo hubiéramos sabido al instante, sencillamente porque hubieran hecho el ridículo. Vale reconocer este paso adelante en la carrera de estos dos jóvenes actores.

Escena: la primera escena del filme, el momento en que Ennis y Jack se conocen; la escena sexual en la carpa; la última escena de la película; el reencuentro de Ennis y Jack, cuatro años después; el último diálogo entre Ennis y Jack.

Frases: "Has hablado más ahora que en las últimas dos semanas", "Es más de lo que he hablado en todo el año"; "Un Pentecostés... no sé. No sé lo que es un Pentecostés. Mi madre nunca me lo explicó. Supongo que es que cuando se acabe el mundo la gente como tú y yo iremos al infierno"; "Lo de anoche no va a volver a pasar", "Nadie tiene que saberlo", "Yo no soy marica", "Yo tampoco"; "¿Vendrás de nuevo el verano próximo?"; "¿Ennis, conoces a alguien que se llame Jack?"; "Maldito Jack Twist"; "Jack y yo nos iremos a las montañas unos días. Iremos a pescar"; "¿Que tal si tú y yo tuviéramos un pequeño rancho en algún sitio... un sitio donde estar juntos? Sería una buena vida"; "Si estamos uno cerca del otro y esto vuelve a pasarnos... en el lugar equivocado y en el momento equivocado... nos matarán"; "Si no tiene arreglo, Jack, hay que aguantarse", "¿Durante cuanto tiempo?", "Mientras podamos soportarlo"

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"Basta, viejo hijo de puta. Esta es mi casa, ése es mi hijo y ustedes son mis invitados. Siéntese y coma antes de que le patee el culo"; "Jack Twist... ¡Jack Asqueroso! ¡Ustedes no iban a pescar! Iban a...", "Escúchame, Alma, no sabes nada de eso"; "¿Alguna vez has sentido... no sé... cuando estás en el pueblo que alguien te mira sospechosamente... como si lo supiera? ¿No te da la impresión a veces de que todo el pueblo te mira y lo sabe?", "Quizás deberías irte de allí"; "¿Qué opinas? ¿Crees que tu padre sentaría cabeza?", "No lo sé. Quizás no es el tipo de hombres que se quiera casar"; "La verdad es que.... a veces te echo tanto de menos que no puedo soportarlo"; "Pudimos tener una buena vida juntos. Una jodida vida, buena de verdad. Tener un sitio nuestro. ¡Pero tú no quisiste, Ennis! Y ahora lo único que nos queda es Brokeback Mountain. ¡Todo está construido sobre eso! No tenemos nada más, ¡nada más!"; "No puedo ni explicarle lo mal que me siento. Lo conocía desde hace mucho tiempo"; "Jack, te lo juro....".

CONSEJO: imperdible.

lunes, febrero 13, 2006

los nenes con las nenas 

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ORGULLO & PREJUICIO

Exquisita versión del clásico de Jane Austen, con aciertos en todos los rubros y la dirección notable de Joe Wright que nos muestra como mover una cámara para lograr un efecto dramático. De esas películas que se disfrutan con una sonrisa y un lagrimón escapado a regañadientes.

Mr. Bennet tiene cinco hijas, todas solteras, para tormento de su madre, en la Inglaterra victoriana en la que ser mujer y no tener fortuna era un mal proyecto a futuro. De las cinco niñas (dos pavotas, una amargada), la más linda es Jane, pero la más despierta es la protagonista, Lizzie, la preferida de su padre. La llegada de un soltero a la comarca, despierta los ardores casamenteros de las niñas. Y mientras Jane inicia un clásico romance de esos tiempos, con el pavotón millonario vecino, Lizzie entabla una relación de odio con el antipático, engreído, huraño y molesto Mr. Darcy. Y como se imaginan, del amor al odio hay un paso. Los combativos jóvenes, caerán presa de una pasión que parece imposible de concretar.

El esqueleto de "Orgullo & prejuicio" no es más que otra de las tantas historias de amor. No hay nada novedoso. Pero, sin embargo, las historias de Jane Austen funcionan. Vale preguntarse porqué. En primer lugar, creo, porque satisface ese espíritu chimentero que todos tenemos, de enternecernos cuando vemos a dos cándidos danzando en el juego del amor, sin darse cuenta que siguen la música, cuando todos alrededor se codean satisfechos. Es ese retorno a la inocencia que, en épocas tan violentas, no deja de tener su gracia.

Hay otra atracción en las historias de amor de Jane Austen. Enmarcadas en el rígido sistema de relaciones de la época victoriana, los amores de sus novelas deben sortear todos los obstáculos de la burocracia de ese tiempo. Si (como se dijera en "Reconstrucción de un amor"), el amor es un problema de coordinación, cuanto más complejo coordinar cuando hay que esquivar, no sólo las preferencias de los enamorados, sino también la clases social, la etiqueta y las fortunas personales. Caminar en medio de una carámbola, sorteando las bolas de billar que se abalanzan a nuestro paso.

Reales o no, impuestas por la sociedad o por las circunstancias, el final feliz de los romances artísticos nos satisface porque establece una suerte de reivindicación cósmica, una revancha universal que refuta la entropía del Universo. "Está bien. Al final vamos a morir y todo caerá en el olvido. Pero, ahora, ganamos y podemos ser felices por este ratito". Ese triunfo parcial, tal vez, nos sugiere la posibilidad de alguna victoria más duradera, en otros ámbitos extraterrenos.

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Esta versión de "Orgullo & prejuicio" (adaptada por Deborah Moggach, con ayuda de Emma Thompson, colaboración que no aparece en los títulos), tiene la ventaja de transmitir esa jocosidad adolescente de los escarceos amorosos, ese "me gusta, ¿te gusto?" cándido, de pieles tersas y sonrojadas. Logra meternos en ese clima, con total naturalidad, y eso es una ventaja de esta versión.

Otro hallazgo, es el uso de la cámara, los travelings y planos-secuencia de Joe Wright, director del filme, absolutamente destacables. No son sólo caprichos estilísticos, ni soberbia de cineasta haciendo gala de su técnica. No. Tiene una finalidad dramática. Un claro ejemplo es el primer baile entre Darcy y Lizzie, donde la cámara se mueve siguiendo a los personajes y, en un momento, terminan bailando solos, en un salón vacío. Para los personajes, no existen más que el otro. Y, en un plano, Joe Wright nos mostró esa sensación de los protagonistas, sin decir nada más. Vale recordar que la experiencia previa de Wright es televisiva, y que ésta es su primera película grande en cine.

Otro ejemplo: el columpiarse de Lizzie, mirando su granja, en el momento que acaba de pelearse con Charlotte que llegó para contarle de su casamiento. Aquí, Wright nos pone en los ojos de Lizzie, quien por primera vez piensa en que el futuro le puede ser adverso. Charlotte se sabe fea y pobre y se resigna a elegir al hombre mediocre con el que compartir su vida, porque no cree que el destino le reporte algo mejor. Lizzie mira su granja con otros ojos: en el pendular de la hamaca, observa el barro, los chanchos revolcándose en el chiquero, las maderas despintadas del granero, las cercas deterioradas. En un caoba dorado por el sol, está la satisfacción por el hogar natal, por la belleza tosca del campo, pero también la certeza de la pobreza y de la decadencia. En un plano de unos segundos, en la mirada de la protagonista, Joe Wright nos describió los miedos y el abatimiento de un momento clave de la historia. Otro ejemplo más: Lizzie buscando al soldado Wickham en el baile, mientras vemos pasar por detrás a Darcy, persiguiendo a Lizzie, y a Collins, haciendo lo propio.

Estos ejemplos recalcan algo que no es tan común: mostrar y sugerir con una imagen, más que señalarlo con una palabra. Es un potente recurso en cine y no muchos hacen abuso de este recurso. En críticas previas, hablamos del síntoma del abuso en el relato en off. Éste es un recurso exactamente opuesto. Mucho más sutil y natural, casi genético de este formato. "Orgullo & prejuicio" es una buena ocasión para estudiar como se usa.

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Otro gran acierto de la película, es el casting. Todos los actores tienen una magia particular, una lograda y acertada química, que es indispensable para el nivel de sutileza que exigía la historia. Soberbio Donald Sutherland, en el papel de Mr. Bennet, el papá de las niñas solteras. Deliciosa Keira Knightley, soporte vital de esta historia, que dota a su Lizzie de una carnadura particular. Sutil, aguda, emotiva, el rostro de Keira Knightley vibra en la pantalla. Nos regalamos para el recuerdo la escena final, la conversación entre Lizzie y su papá. Perciban la emoción de los personajes, en sus ojos, esa complicidad de la revelación de un amor. Es un momento mágico con el que cierra el filme. Y noten que no hizo falta un beso entre los protagonistas, para sellar una historia de amor. (Es más: el beso se escamotea. Hay un momento, en la escena bajo la lluvia, cuando Darcy declara su amor a Lizzie, que están a un paso del beso; es el momento cumbre en el odio de Lizzie a Darcy; para anotar, verdaderamente). Otro rubro sólido: la fotografía de Roman Oshin.

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Escenas a destacar: el primer encuentro entre Darcy y Lizzie; la visita de Lizzie a la sala con obras de arte de la casa de Darcy; el primer baile entre Darcy y Lizzie; la conversación de Lizzie y su padre, con la que se cierra la película. Frases: "¡Mister Bennet!"; "¿Usted baila, Sr. Darcy?", "No si puedo evitarlo"; "Pensaba que la poesía alimentaba el amor", "Puede que un amor firme. Pero si se trata sólo de una vaga inclinación, estoy convencida que un buen soneto acaba con ella", "¿Qué recomienda usted para estimular el afecto?", "Bailar. Incluso si su pareja es intolerable"; "¿Por qué no se nos une, Sr. Darcy?", "Sólo pueden tener dos motivos, Caroline, y no quiero interferir en ninguno", "¿Qué quiere decir?", "La mejor forma de defraudarle es no preguntarle"; "La Sra. Bennet, la Srta. Bennet, la Srta. Bennet y la Srta. Bennet, señor"; "Menos mal, Sr. Collins, que tiene usted esa habilidad para lisonjear con tanta delicadeza. ¿Esos cumplidos proceden del impulso del momento o son producto de un estudio previo?", "Surgen con el paso del tiempo pero a veces me divierto inventando halagos delicados pero siempre procuro que parezcan lo más espontáneos posible"; "Nadie diría que están ensayados previamente"; "¿Me concede el próximo baile, Srta. Elizabeth?", "Sí. (APARTE) ¿Acabo de aceptar un baile con el Sr. Darcy?"; "Generalmente ¿habla usted mientras baila?", "No. Prefiero estar insociable y taciturna. Lo hace todo más divertido ¿No cree?"; "Todos somos tontos en el amor"; "Tu madre jamás te querrá ver si no te casas con el Sr. Collins. Y yo nunca te veré si lo haces", "¡Sr. Bennet!", "Gracias, papá"; "Las muchachas gustan de desengaños amorosos de vez en cuando. Eso les da algo en que pensar, algo para distinguirse de sus amigas"; "No todas podemos darnos el lujo de ser románticas. Él me ofrece una casa confortable y protección. Tengo mucho que agradecer..."; "¡Charlotte!", "Tengo 27 años. No tengo ni dinero ni posibilidades. Soy una carga para mis padres. Y estoy asustada. Por tanto, no me juzgues, Lizzie. ¡No oses juzgarme!"

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"Usted da su opinión de una forma muy decidida para ser tan joven. ¿Cuál es su edad?", "Con tres hermanas menores ya crecidas, no esperará que lo confiese"; "No tengo talento para conversar fácilmente con desconocidos", "Tal vez debería seguir el consejo de su tía y practicar"; "¿Qué le has hecho al pobre Sr. Darcy?", "¡No tengo la menor idea!"; "¡El Sr. Bingley!", "¡Por el amor de Dios!, ¡todo el mundo, compórtense con naturalidad!"; "Jane. He estado tan ciega"; "Tengo confianza en que les irá bien juntos. Sus temperamentos son muy parecidos. Sus criados los engañarán constantemente. Y serán generosos de más con el resto. Siempre excederán su presupuesto "; "Ahora dígame de una vez por todas, ¿está comprometida con él?", "No, no lo estoy", "¿Promete que nunca se comprometerá?", "No se lo prometo ni ahora ni nunca"; "¿Lizzie, te has vuelto loca? Creía que odiabas a ese hombre", "No, papá"; "No creía que nadie pudiera merecerte. Pero parece que me equivocaba. Doy mi consentimiento de todo corazón. Yo nunca podría entregarte, mi Lizzie, a alguien que valiera menos"; "Si algún joven quiere casarse con Mary o Kitty, por el amor de Dios, que entre. Estoy desocupado".

CONSEJO: imperdible.

viernes, febrero 10, 2006

la depre de Jennifer 

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DICEN POR AHÍ

¿Qué hubiera sido de esta película de haberse filmado tres años antes o tres años después, de que Jennifer Aniston se divorciara de Brad Pitt? Seguramente, esta película muy ligeramente escrita, no hubiera llegado al Parnaso de las comedias hollywoodenses, pero habría estado unos cuantos escalones por arriba. Por si no queda claro: las mejores escenas de Jennifer en la película, son aquellas en las que tiene que llorar. ¡Pobrecita! Si hasta por un momento te dan ganas de boxearlo a Brad, por que la dejó a la rubiecita tostada de ojitos azules y pelito rubito (hasta que nos acordamos que lo hizo por Angelina Jolie y te dan ganas de ir a abrazarlo).

"Dicen por ahí" es una de esas clásicas comedias de Hollywood garabateadas en un par de semanas y filmada a los tumbos. Juntamos varios actores con renombre, la estrellita del momento y salimos a rodar con lo que venga. Y es una lástima porque en otras manos, con un poco más de trabajo, esta historia podría haber llegado a ser algo más que interesante.

Sarah Huttinger regresa con su prometido, a su hogar natal de Pasadena, para asistir a la boda de su hermana. Sarah siempre se sintió un sapo de otro pozo, al punto de creerse adoptada: no vota igual que su padre, no sabe jugar al tenis como su hermana y no está muerta como su madre. Lo que va a ser otra de esas patéticas jornadas familiares, toma un cariz más pesado cuando descubre un viejo secreto familiar. Su madre, poco antes de escaparse, se escapó a México con un tal Beau Burroughs. Y eso no es nada: ese tipo fue amigo, en la Universidad, del autor de "El graduado" y toda la alta sociedad de Pasadena sospecha que esa novela no es una ficción, sino un chimento literariamente modificado.

Casi sin proponérselo, Sarah descubre que su madre engañó a su padre antes de casarse, con el mismo hombre que se volteó a la abuela y que su familia fue el modelo para ese clásico cinematográfico. Dando un paso más, Sarah sospecha que, tal vez, ella no sea hija de Earl Huttinger, sino del mencionado Burroughs. Y allí va a buscarlo, para aclarar las cuentas.

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De eso trata la comedia: de la identidad perdida (o que se creyó perdida) y de la búsqueda de los fantasmas que no nos dejan en paz. Como planteo, prometía. Más aún, cuando a Jennifer Aniston (¿les dije que la rubiecita triste está muy, pero muy, linda?) la rodean con Shirley MacLaine, Kevin Costner y Mark Ruffalo (sin olvidar las breves intervenciones de los desaprovechados Richard Jenkins, Katy Bates y Mena Suvari) que logran levantar temperatura y jugar el juego de la comedia. Pero Aniston no está en tono y hunde todas las escenas. Y como el libro no se exige demasiado, ni tiene vergüenza de caer en los lugares comunes del género, la película no tarda en desbarrancarse y termina siendo otra más.

Lo que rescatamos de "Dicen por ahí" (amén de ese conjuntito azul cortito con el que se pasea Jennifer por la cama de su novio) es la descomunal presencia de Shirley MacLaine, deliciosa en ese papel de vieja perra superada, aportando los mejores momentos de la comedia. A Mark Ruffalo no lo ayuda el guión y Kevin Costner muestra pinta y nos deja con ganas de que se hubiera contado la historia de otro modo.

Si me dan a alegir, me hubiera quedado con la historia de la hija buscando un padre que no fue, consiguiendo rescatar la imagen de la madre muerta, bajarla del pedestal, descubrirla con sus errores y aciertos, para poder convertirse a su vez, en esposa y madre, falible pero real. Y, al mismo tiempo, el cachetazo de la vida al hombre que postula vivir el presente, el ganador, galán y exitoso empresario, que descubre que al maximizar cada día, se pierde toda posibilidad de tener un futuro. Maduro, bajando la cuesta, comprende al ver a la hija que pudo tener, que la vida se le ha escurrido, por no correr esa mañana detrás del auto de su amada.

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Un dato sociológico. Es una película de neto corte utilitario, antiromántico, algo así de "confórmate con lo que te tocó, nena, que el príncipe azul no existe". Está bien que así es la vida, pero, ¡dejémonos de joder! ¡esto es Hollywood! Si nos empiezan a bombardear el romanticismo desde la pantalla, ¿qué nos queda a la salida del cine? Tal vez por eso, la madura espectadora que estaba sentada, butaca de por medio, en la quinta fila del Village Recoleta, se animó a levantar la voz con: "¡No me gustó para nada como termina! ¡Al final se quedó con ese estúpido!". Tiene todo el derecho a indignarse, señora. Y que el pobre tipo que la acompañaba, si no le gusta, que se la banque.

Escenas: el encuentro entre Sarah y Beau; el encuentro entre Beau y la abuela Katharine (antológica); el gag de George Hamilton; las crisis de las dos hijas, piloteadas por el teléfono entre el padre y la abuela.

Frases: "No vine para decirte que no puedo vivir sin ti. Puedo hacerlo. Pero no quiero"; "Hijo de puta"; "Es que conduces tan despacio", "Conduzco despacio porque tú estás conmigo"; "¡Beau Burroughs! ¿En qué estabas pensando?"; "¿Usaste condón?".

CONSEJO: esperar al video, sin apuro.

miércoles, febrero 08, 2006

ni fu ni fa 

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LA CORPORACIÓN

Presentado como un thriller, "La corporación" no es una cosa ni la otra. Como thriller, carece de suspenso; como comedia negra, carece de humor; como denuncia social, le falta sutileza. A mitad de camino de todo, esta nueva película de Costa-Gavras, adaptación de una novela de Donald Westlake es un intento fallido, demasiado cercano a la intrascendencia.

Bruno Davert es un ejecutivo top de la industria papelera, quien un buen día pierde su empleo, por esas cosas de las absorciones, relocalizaciones y ajustes de personal. Pero se siente esperanzado: con su currículum, no tendrá problemas para reinsertarse en el mercado laboral. Dos años después, sigue buscando empleo. La indemnización se ha acabado, su esposa ha tenido que tomar dos trabajos para mantener la casa y su hijo lo ayuda a examinar clasificados y preparar cartas. Con un claro matiz darwinista capitalista, el cerebro de Davert hace un clic y se le ocurre que lo mejor que puede hacer es eliminar a la competencia. Enfoca la mira en un puesto y, antes que se logre la vacante, se saca de encima a los potenciales candidatos que podrían superarlo. Y cuando hablamos de sacarse de encima es, literalmente, eso: asesinar a sus rivales, uno a uno.

Como planteo, promete. Pero allí empieza a fallar la película. El primer síntoma: el excesivo relato en off, que termina siendo tedioso. Podría ser un apunte dramático, para un personaje paranoide que se ha acostumbrado a hablar solo, a pensar constantemente, para escapar de la trampa sin salida en la que se encuentra. Pero, en más de una escena, el objetivo es dar información del pasado del personaje o aclarar algo de la trama. Suena la alarma del kit básico del guuionista: ese relato en off es un error de guión.

Los personajes secundarios tampoco aportan mucho para sostener la odisea del personaje. Falta un personaje confesor para Bruno Davert y un antagonista de relieve.

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Algunos guiños de Costa-Gravas para destacar: la presencia de la publicidad (casi siempre, vulgarmente sexual), como tema subliminal en segundo plano, acechando en calles y muros. Otra: el desempleo como un tema que cruza a toda la sociedad. Más de un personaje (el mecánico, el policía) le confiesan a Bruno que tienen a algún familiar en la misma situación. El interrogatorio se repite: ¿ajuste de la plantilla? ¿reestructuración o relocalización?.

Un capricho de guionista: me hubiera gustado otro final para la escena de Bruno y Machefer (el gerente de Arcadia). Que los dos personajes, en ese momento cumbre del filme, empiecen a hablar, con apasionamiento, de lo que saben hacer, que es fabricar papel. Describir los nuevos hallazgos, proponer modificaciones, intercambiar ideas y desafíos. Y finalmente, que Bruno lo mate. Que quede en claro que son dos hombres que están dedicados a otra cosa que a lo que saben hacer. Este capitalismo globalizador los ha llevado a que su principal ocupación sea, no la de fabricar papel, sino la de mantener el empleo.

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Una escena muy bien resuelta es la de Bruno con el consejero matrimonial. Y allí está expuesto otro mecanismo perverso de esta crisis de empleo mundial. Faltan puestos, pero en vez de examinar que no hay puestos de trabajo para tantas personas que buscan empleo, se invierte la carga y toda la culpa es del tipo que no encuentra trabajo. O que no hace bien el currículum, o que la foto que puso no es lo suficientemente positiva, o que tiene ira o enojo y que piense que su vida no es sólo un trabajo. Mientras, el tipo se sigue hundiendo sin que nadie le tire una mano. Detalle patológico de una sociedad enferma que prefiere seguir la táctica del avestruz y culpar a la víctima, i.e., hacerla dos veces víctima.

Escenas destacadas: el crimen que inicia la película; la charla entre Bruno y el vendedor - competidor, en el probador; la charla en la cocina entre Machefer y Bruno; la conversación con el consejero matrimonial.

La frase: "Yo no soy mi trabajo. Pero, ¿cómo puedo tener una vida si no tengo trabajo?".

CONSEJO: esperar al video sin apuro.

lunes, febrero 06, 2006

falta Tim Burton 

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LOS HERMANOS GRIMM

Barroca, desbordante, por momentos perversa, oscura y desmesurada, "Los hermanos Grimm" posee todos los tics de su director Terry Gilliam. Sin embargo, le falta algo de la poesía de Tim Burton, para llegar a rondar la gran película. Detrás de tantos despliegues visuales, de tanto esplendor óptico, nos queda una anécdota menor y la carencia de diálogos brillantes.

Estamos en 1796, el ejército naopoleónico ocupa Alemania. Dos farsantes, Wilheim y Jacob Grimm, timan a crédulos campesinos, exorcizando demonios, brujas, ogros y otras hierbas que son, en realidad, una puesta en escena de sus cómplices. Pero, a punta de pistola, se verán forzados a participar en un caso (el rapto de las niñas de una aldea) que hará trizas su incredulidad cuando descubran que detrás del bosque encantado, efectivamente hay una bruja y un hechizo y un lobo convertido en hombre.

Cabalgata por los cuentos populares clásicos de los célebres hermanos Grimm (¿hay que advertir que es una ficción-homenaje y que los verdaderos hermanos Grimm no andaban engañando gente por Europa?), "Los hermanos Grimm" se engalana con un ropaje visual abigarrado, con mucho delirio visual, personajes pintorescos y un humor negro a veces espeso. Visualmente, el filme tiene la marca de Terry Gilliam (ex Monty Python, director de "Brazil", "Las aventuras del Baron de Munchausen", "12 monos", entre otras), un imaginario europeo, con artefactos oxidados y anacrónicos, donde no sólo lo sobrenatural convive con lo cotidiano, sino que cuesta distinguir cuál es cuál.

Sin embargo, rara vez "Los hermanos Grimm" llega a conmover. Hay tanto esfuerzo en seguir los vericuetos de la historia, las idas y vueltas, los personajes pintorescos, que se resiente la empatía de los personajes, se debilita la tesis del filme. Hay una línea de interpretación que gira sobre la Era de la Razón, personificada en el general Delatombe (Jonathan Pryce), el militar de la Revolución Francesa, trayendo su edad de la racionalidad, desprovista de toda emoción y moral. Los pozos oscuros, los castillos tétricos, los fantasmas crueles, los cuerpos podridos en tumbas hediondas, no son lo peor que nos puede pasar. "La realidad es peor que cualquier ficción" declama un personaje, tesis central de la película. La ilusión y la magia, como una dimensión paralela a un mundo tangible pero insoportable.

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Lamentablemente, esta interesante tesis sobre la que pivotear la película, no se estructura adecuadamente con los personajes. Sobre todo con la relación de los hermanos y Angelika, la bella Lena Headey (que si no es más bella, es porque tiene a Monica Belluci al lado). Allí podría haberse afilado un poco más la historia, para ganar espesor.

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No obstante los peros, "Los hermanos Grimm" no es un bodriazo. Se deja mirar y se disfruta y es una grata experiencia en pantalla grande. Si se va con pocas expectativas, hasta por momentos funciona.

El personaje: Mercurio Cavaldi, el torturador italiano personificado por Peter Stormare. Escenas a destacar: la caza de la "bruja" en el granero; la escena del caballo que se engulle un chico; la secuencia del hombrecito de jengibre.

Frases: "“Érase una vez…”; “Esta misión sí que fue difícil”; “Solía ser un erudito, Will", “Ahora eres famoso”; “Sólo te interesan las habichuelas mágicas”; “Vinimos a proteger sus tierras de los hechizos malignos”, “Llegan tarde. La vieja magia volvió a asediarnos”; “Mercurio Cavaldi, de los Cavaldi de Parma, maestros en el arte de la tortura”; “La reina sigue en la torre. Está ahí”; “No se trata del cuento sino de lo que sientes por ella. La quieres rescatar”, “Así es, Will. Porque ella es parte del cuento”; “Las habichuelas mágicas no existen. No reviven a la gente. No lo hicieron antes y no lo harán ahora”

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“¿Por qué no dejaban de relatar cuentos de acontecimientos extraordinarios en el bosque turingio? ¿Por qué seguían difundiendo supersticiones y rumores en la tropa? Los Grimm son ladrones y embusteros. Ellos mismos inventaron a todos esos demonios que vencieron”; “Sólo quería imponer un poco de orden”; “¿Soy hermosa?”; “¿No lo sabías, Jacob? La realidad es peor que cualquier ficción”; “El hechizo se puede romper con un beso”, “Claro”, “Pero tiene que ser amor de verdad. O si no, será el beso de la muerte”; “Gente de Marbaden, ya no tienen nada que temer, porque los hermanos Grimm y yo destruimos el corazón oscuro del mal. Son libres”

CONSEJO: puede esperarse al video. Aunque esa fotografía... es para pantalla grande, que quiere que le diga...

viernes, febrero 03, 2006

las cabezas de la hidra 

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MUNICH

En algún otra época, una película como "Munich" hubiera movilizado a los medios de comunicación y a los críticos de cine, generando un fecundo debate político. Pero, en esta época y en este momento del mundo, "Munich" va a pasar eficaz e intencionalmente ignorada, injusto para este valiente análisis político y social. Steven Spielberg nos habla del terrorismo y del modo de combatirlo, de la trampa de la ley del talión, que la postura de demostrar fortaleza ante el enemigo y no concederle ningún espacio, sólo provoca enemigos más intransigentes, más odio y más violencia. En esta historia de una venganza, Spielberg nos muestra el lado humano del asesino, la enormidad de segar la vida de otro, de apagar la luz de una existencia. En toda guerra sin reglas, los soldados ponen en duda, su propia conciencia.

En 1972, durante los Juegos Olímpicos de Munich, "Septiembre Negro", un comando terrorista palestino, ingresó en la villa olímpica y tomó de rehenes a un grupo de deportistas israelíes pidiendo la liberación de más de un centenar de presos políticos. El operativo policial de respuesta fue un fracaso y todos murieron, israelíes y palestinos, rehenes y secuestradores, en una masacre que conmovió al mundo.

Los Juegos Olímpicos siguieron, tras el duelo de rigor. Pero para Golda Meir, premier israelí, y los principales dirigentes militares y de seguridad del país, era el momento de responder, con dureza, a este ataque. Fresco aún el recuerdo de la Segunda Guerra, nuevamente, un grupo de judíos, entregados de pies y manos a sus captores, en Alemania, sin poder defenderse. Si en el caso Eichmann, Israel había capturado al ex jerarca nazi en Argentina y lo había llevado a juicio, acá se decidió la táctica parapolicial: buscar, uno a uno, a cada terrorista y matarlo. "Munich" es la historia de esa venganza cuasi-oficial, la historia de Avner, el hombre que lideró el comando de exterminio, el padre de familia convencido de su misión y que va perdiendo su fe, poco a poco, en el camino.

"Munich" opera en dos niveles. En un primer nivel, es la evolución de un agente secreto que empieza a dudar de la legitimidad y utilidad de la misión que le ha sido encargada. El segundo nivel, es de orden psicológico. Es la castración de una madre que lo ha abandonado y del peso de la indiferencia de un padre ausente. Avner ha reemplazado a Israel, como la madre que no tuvo, y se siente obligado a calzarse las botas del héroe ausente. Pero, en oposición, Avner está frente a otro destino, otro camino: ser el marido y el padre de una nueva familia. Una nueva vida y un nuevo camino. Y la certeza de que el hogar no es aquello por lo que morimos, sino el lugar en donde vivimos, amamos y generamos vida.

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Hay que seguir con atención el rol de dos personajes femeninos, vitales en el conflicto dramático de Avner. Daphna, la esposa de Avner, sensual, cálida, fértil, es uno de los puntos del vértice; la madre de Avner, reseca, astuta hasta la perfidia, voraz y oscura, es el otro. Avner juega entre esos extremos, entre el pasado y el futuro. No es casualidad que esa evolución recorra el arco de dos actos sexuales; el primero, sensual y cálido, con la panza de Daphna desbordada, en una escena de mucha ternura e intimidad; la otra, mecánica, con jirones de muerte entre los dedos, una auténtica lucha de Daphna para atraer a su esposo hacia la vida, hacia la sensualidad perdida, hacia la luz, dejando atrás el horror, el pasado y la sangre derramada.

En la charla final entre Avner y Ephraim está la tesis del filme. El Israel de Ephraim ha dejado de ser el anhelado hogar de los judíos perseguidos. Es un hogar, pero ya no del pueblo exiliado, de aquellos que sabían reconocer la diferencia entre el bien y el mal, y que se diferenciaban de otros pueblos por su sentido de la justicia. Ephraim ya no puede compartir el pan de Avner; lo siente traidor sólo porque Avner piensa diferente. El hogar por el que han luchado, se ha transformado en una cárcel. El territorio se tornó más valioso que en las personas que lo habitan.

Esa escena final, brillante y antológica, aporta otra lectura que trasciende el tiempo y pega de lleno al corazón de la actual política norteamericana contra el terrorismo fundamentalista islámico. La cámara deja a los protagonistas y se eleva sobre el horizonte, para mostrar el perfil de las Torres Gemelas, elevándose frente al cielo. El origen del monstruo está ahí, en la presunta señal de fortaleza que implica responder más fuerte que el que nos ha ofendido. La espiral se torna más violenta, más feroz, más desbordada y termina quemando a todos. Las palabras del pescador de Galilea resuenan, en este contexto, con actualizado potencial revolucionario.

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Entre las observaciones de la película que vale subrayar, anoten la actitud de Occidente, jugando sus juegos de guerra fría, despreocupado de las víctimas de Medio Oriente. En la charla entre Avner y el terrorista palestino, compartiendo un cigarrillo en la noche de Atenas, está la confirmación de que ellos juegan otro juego más primitivo, otra lucha que supera al combate de Marx y al capitalismo, la necesidad de un hogar, un espacio donde volver por las noches. Avner descubre en el otro, en su enemigo, su misma pulsión. Y comprende ahí, recién en ese instante, que no son tan diferentes después de todo. En ese momento, nace su duda. "El hogar es todo" le dice el palestino, creyéndolo un vasco de ETA. Y Avner, el judío que lleva en su sangre los siglos del errar de su pueblo, es el único que puede comprender todo lo que eso significa.

Del elenco parejo, destacamos a Ciaran Hinds, como el experimentado Carl, y los parlamentos de Geoffrey Rush como Ephraim. Eric Bana no desentona, pero tampoco produce la actuación de su vida. Notable el personaje de Papa, interpretado por Michael Lonsdale.

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Escenas a destacar: la reunión de Golda Meir con sus asesores, tras las muertes de los atletas olímpicos; el primer crimen, en Roma, al traductor de las "Noches Árabes"; las dos escenas sexuales comentadas; la escena final del film, en Nueva York; la escena entre Avner y el guerrillero palestino; la escena de la llamada telefónica para activar la bomba; la escena en la que Avner habla por teléfono con su hija; el diálogo final entre Avner y su madre.

Frases: "Es extraño pensar en uno mismo como un asesino"; "¡Ey, querida, es tu papá! Es mi voz... no olvides como suena, ¿sí?"; "No jodan con los judíos"; "Esta sangre nos volverá"; "Somos hombres trágicos. Manos de carnicero, almas gentiles"; "Olviden la paz por ahora. Debemos demostrar que somos fuertes"; "Nosotros tuvimos que tomarlo, porque nadie nos lo iba a dar"; "Tenemos los nombres de once palestinos, cada uno de los que planearon Munich. Los queremos a todos muertos"; "Ven a mi casa, a compartir mi pan. Eres un judío, en un país extraño y en algún dice que tienes que venir a mi hogar y compartir el pan conmigo", "No"; "El hogar lo es todo. No importa cuánto años nos lleve"; "¿Sabes lo que he hecho?", "No quiero saberlo. Sólo me importa que hiciste lo necesario"; "Son como las uñas. Las cortas y vuelven a crecer".

CONSEJO: imperdible. Pero no es una película pochoclera, avisamos.

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