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críticas chatarras

viernes, junio 30, 2017

frases de “Yo, Daniel Blake” 



-¿Tiene alguna dificultad significativa para comunicar un mensaje simple a desconocidos?
-Sí, sí... ¡es mi maldito corazón! Se lo estoy tratando de decir, pero no me escucha.
-Sr. Blake, si continúa hablando así, eso no será de mucha ayuda para su evaluación.

-¿Disfrutaste del pollo Tikka Masala?
-¿Cómo supiste eso?
-¡Porque la huelo, carajo! ¿Cuántas veces te dije que no dejes basura apestando todo?

Por favor, tenga en cuenta que este servicio puede generar cargos. Le será debitada la tarifa establecida por su proveedor del servicio. Este número es sólo para consultas de beneficios otorgados.

Lo sentimos, pero todos nuestros operadores de Servicio al Cliente están ocupados. Por favor espere y atenderemos su llamada.

-Veo que sólo obtuvo 12 puntos, señor. Necesita 15 para que le den un subsidio.
-Ah... puntos, ¿así se manejan?
-Lo siento señor, pero según nuestra profesional de la salud, usted está apto para trabajar.
-¿Así que ella sabe más que mi médico, mi cirujano, y el equipo de Fisioterapia? Bien... yo quiero apelar.
-Perfecto. Pero primero debe solicitar una reconsideración obligatoria.
-¿Y eso qué demonios significa?
-Significa que el tomador de decisiones lo reconsiderará, y si llega a la misma decisión, entonces podrá apelar.
-Bien, anóteme para eso entonces.
-De acuerdo, señor. Pero deberá esperar que el tomador de decisiones se comunique con usted.
-¿Por qué?
-Para que él le diga cuál es la decisión.
-¡Pero eso ya está decidido!
-Sí. Pero se supone que recibirá la llamada, antes de la carta.
-¿Por qué? ¿Va a cambiar de opinión?
- No. La llamada es sólo para discutir su decisión.
-Bien, yo sé cuál es la decisión. Tengo la carta delante. ¿Quiere que se la lea?
-Pero el debió llamarlo antes a usted
-¡Pero no lo hizo!
-Pero debió hacerlo.

Escuche... si usted me da un terreno, yo le construyo una casa. Pero no sé nada de computadoras.

¡Otra vez...! Esto lo escucho siempre por teléfono: “Todo está digitalizado”. ¡Yo funciono a lápiz!

-Oiga, ¿qué pasa si no puedo usar computadoras?
-Hay un número especial, si usted es disléxico.
-Bueno, ¿me lo puede dar? Con las computadoras soy disléxico.
-Puede encontrarlo en Internet, señor.

Es todo lo mismo. No quiero escucharla más. Es siempre lo mismo.



Ahora ya puede volver a su escritorio y dejar que ella se inscriba. ¡Y haga el trabajo para el que le pagan los contribuyentes! ¡Es una maldita vergüenza!

Aunque sea lo último que haga, voy a hacer de esto un hogar.

-¿Cuál es la diferencia?
-Sí, ¿cuál es la diferencia entre las dos?
-Parecen iguales.
-Exacto, hermano. La diferencia es que éstas me costaron 150 libras en la calle principal. Y voy a vender aquéllas a 80 libras.

Mira estas zapatillas, Dan. Son el futuro, basta de trabajos basura.

Entra a la oficina. Estás sentando un precedente. Es inaceptable...

-Aprieta ese botoncito de ahí, Bill Gates.
-¿Cuál? ¿Éste?
-Ése de ahí. “Enviar”.
-¡Ja! Los días de mierda que me costó poder solucionar esto...

-Dan, te van a cagar, te lo advierto. Te lo van a hacer lo más jodido que puedan. No es un accidente: es el plan. Conozco muchos que dejaron de pelearla.
-Bueno, eligieron mal si pensaron que yo me voy a rendir.

¿Qué mata más personas, los cocos o los tiburones?



-La pelota. Le gusta jugar, ¿no?
-Bueno, empezó en el albergue donde sólo teníamos una habitación pequeña.
-¿Y por qué lo hará?
-Creo que extraña a sus amigos. Pero también lo hace cuando está enojado. Nadie lo escucha. Entonces, ¿por qué va a escuchar a los demás?

-¿Fuiste soldado, Dan?
-¿Si fui soldado? Yo fui algo más peligroso. Fui carpintero.

Diez segundos. Diez cortos segundos. Eso es lo que un típico empleador pasa hojeando un CV. Es un hecho.

-Costa Coffee publicó ocho empleos. ¿Saben cuántas solicitudes recibieron para esos empleos? Más de 1.300. Es un hecho. Entonces, ¿qué quiere decir eso?
-Que deberíamos tomar más café, maldición.

-Pero si sabes contar, es obvio que no hay suficientes vacantes. Es un hecho.
-Sí, bueno. Tú estarás en el fondo de esa cola, ¿no?

Para aquellos que vivimos en el mundo real, lo que eso significa, es “ustedes deben destacarse de la multitud”. Háganse notar. Sean inteligentes. Con mostrar nada más que tienen habilidades, no es suficiente hoy en día. Ustedes tienen que probar cuán competitivos son, cuán dedicados.



Tienes bastante experiencia y tengo que serte honesto: estoy harto de jovencitos. La mitad de las veces ni aparecen. Y cuando lo hacen, no mueven un dedo.

Querida, ¿estás bien? ¿Qué estás haciendo?

Es que tengo mucha hambre. Está bien. No me mires.

Katie, escúchame: no es tu culpa. Es asombroso todo lo que has hecho. Te arrojaron aquí, sola, con dos chicos. No tienes nada de qué avergonzarte.

-Entonces, ¿para qué entregas tu CV si no buscas trabajo?
-Porque es la única forma de conseguir subsidios, ¿sabe?
-¿Subsidios? ¿Así que prefieres un subsidio en lugar de un trabajo decente? ¿Sabes? Creía que eras un buen tipo.

Mira, si tienes problemas y necesitas dinero, te puedo ayudar. Seguro que puedo ayudar a una chica bonita como tú.

Dan. La respuesta es: los cocos.

Ella decía que su cabeza era como el océano. En completa calma, y luego, feroz. Nunca sabía qué iba a hacer después. La música la aliviaba. Pero después, se estrellaba contra las rocas. “¿Adónde navegaremos esta noche, Dan?”. Era nuestra pequeña broma. Las últimas palabras que me dijo fueron: “Quiero navegar lejos, Dan, con el viento a mis espaldas. Es lo único que necesito, Dan”.

-¿La extrañas?
-¡Daisy!
-Está bien. Estaba loca. Era un trabajo duro. Pero la amaba muchísimo. Me siento perdido sin ella, realmente.



-Cuando regreses a todos esos libros, vas a levantar vuelo.
-No puedo ni mirarlos, Dan. Realmente me alteran.
-Tienes que seguir resistiendo.
-Sí.
-Estás haciendo que tus hijos se sientan orgullosos. Quiero decir, todos necesitamos el viento a nuestras espaldas de vez en cuando.

-¿Cómo sé que realmente ha estado en contacto con todos estos empleadores?
-Bueno, caminé por toda la ciudad. Entregué mi CV en mano.
-Bueno, demuéstremelo.
-¿De qué modo?
-Bueno, ¿tiene algún recibo? ¿Tomó alguna foto con su celular?
-¿Con esto? Le doy mi palabra que eso es lo que hice.
-Eso no es suficiente Sr. Blake.

Así que no llores. No quiero que llores. Voy a ayudarte. Conozco el problema.

-¡Oh, no, Dan!
-Katie, ¡no tienes que hacer esto!
-No deberías verme así como estoy.

-Dan, por favor... ¡no quiero que estés aquí! ¡Por favor, vete!
-Te armé una biblioteca.
-¿Qué?
-Para tus libros.

Tengo 300 libras en el bolsillo. Puedo comprar fruta fresca para los chicos. Si no puedes soportarlo, no puedo verte más. Tengo que volver adentro. ¿Entiendes? No quiero hablar más contigo. Y no me demuestres más cariño. Porque me vas a hacer pedazos.

Es una farsa monumental, ¿verdad? usted ahí sentada, con su amistosa etiqueta identificadora en el pecho, Ann... enfrente de un hombre enfermo que busca empleos que no existen y que, de todos modos, no puede aceptar. Desperdiciando mi tiempo, el de los empleadores, el de usted. Y todo lo que se logra es humillarme. Derrumbarme. ¿O se trata de eso, para sacar mi nombre de esas computadoras? Bueno... ya no buscaré más. Ya tuve suficiente.

-Por favor no haga esto. Ya he visto esto antes. Buenas personas, gente honesta, en la calle.
-Gracias, Ann. Pero cuando se perdió la dignidad, se perdió todo.

“YO, DANIEL BLAKE, EXIJO MI CITA PARA AYUDA SOCIAL ANTES DE QUE MUERA DE HAMBRE. Y QUE CAMBIEN ESA MÚSICA DE MIERDA EN LOS TELÉFONOS”



-Esto ya se fue de nuestras manos. Vamos a tener que llamar a la policía, hombre.
-Bueno, si ustedes hubieran hecho su trabajo como corresponde, yo no hubiera tenido que recurrir a esto.

-¿Te puedo preguntar algo, Dan? ¿Nos ayudaste a nosotros?
-Supongo que sí.
-Entonces, ¿por qué yo no te puedo ayudar?

-¿Tienes alguna pregunta?
-Bueno, hay una o dos cosas que quiero sacarme de adentro. Pero, ¿escucharán?
-Es lo menos que pueden hacer.

Míralos. Es curioso. Tienen mi vida en sus manos.

A esto le dicen “funeral de pobre”. Porque es el horario más barato, a las 9:00. Pero para nosotros, Dan no era pobre. Nos dio cosas que no se compran con dinero. Cuando murió, encontré esto que llevaba encima. Siempre escribía todo con lápiz. Y él quería leerlo en su apelación. Pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo. Y les juro que este hombre adorable tenía mucho más para dar... Pero el Estado lo condujo a una muerte prematura.

No soy un cliente o un usuario de servicios. No soy un haragán, un parásito, un mendigo o un ladrón. No soy un número de la Seguridad Social o un punto luminoso en una pantalla. Pago mis deudas. Nunca un penique menos. Y estoy orgulloso de proceder así. No me siento inferior a nadie, sino que miro a mi vecino a los ojos y lo ayudo si puedo. No acepto ni busco la caridad. Mi nombre es Daniel Blake. Soy un hombre... no un perro. Como hombre que soy, exijo mis derechos. Exijo que se me trate con respeto. Yo, Daniel Blake, soy un ciudadano. Nada más y nada menos.

jueves, junio 29, 2017

una razón de dignidad 


YO, DANIEL BLAKE
data: http://www.imdb.com/title/tt5168192

Historia sencilla sin dobleces, como el protagonista, un carpintero viudo, solidario, frontal y mal hablado, que se pierde en los vericuetos de la burocracia inglesa para conseguir un subsidio por invalidez. Acorde al estilo de denuncia social, típico del cine de Ken Loach, su director, el guion de Paul Laverty describe la indolencia para otorgar lo que es un derecho. Pero Daniel Blake no es una víctima, porque él mismo ha decidido no serlo. Daniel se pone de pie y exige lo que es privativo de todo ser humano: ser tratado con respeto y dignidad.

“Yo, Daniel Blake” es una historia de la clase media, pero de una clase media sumergida en el capitalismo global de este tiempo. Los acuerdos de posguerra que establecieron cierta certidumbre a la clase trabajadora, hoy están hechos trizas. Y la sociedad se volvió un lugar complicado, con seres compitiendo por puestos que no alcanzan para todos y con la desidia de un gobierno conservador que ha elegido cansar a los que solicitan una ayuda. Ken Loach no busca una respuesta a esta situación. Sólo describe. Sólo denuncia.



Sin embargo, Daniel Blake tiene una respuesta a ese mundo hostil que le toca vivir en el final de su vida. Es la solidaridad. Blake lidia con su problema pero también con el de Katie, madre sola con dos hijos, que cae junto a él, en la rueda trituradora de la maquinaria de asistencia social. Blake y su caja de herramientas muestran que es un hombre útil, productivo, capaz aún de arreglar una casa y transformarla en un hogar. Pero este hombre no tiene un lugar en la sociedad actual. Y ésa es la auténtica tragedia que retrata Ken Loach.

La clave de “Yo, Daniel Blake” es la indiferencia. Blake clama. Pero encuentra del otro lado gente que no quiere escuchar. Gente que no lo escucha. No hay manera de resolver las demandas de Blake porque el sistema tiene un objetivo: desalentar; complicarle la vida a quiénes debería solucionarle sus problemas. La forma que Blake lidia con la seguridad social británica nos recuerda a las pesadillas del mundo de Kafka. La apelación a un protocolo, como algo superior y ajeno a la comprensión del común, es una constante en cada oficina donde Blake pena con su pedido. No es que nadie escuche; es que nadie quiere escuchar.



Tal vez allí esté la tragedia de esta época: demasiada gente sin querer escuchar los problemas de los otros por demasiado tiempo. Hay otra tragedia: la sociedad no valora a las personas por lo que pueden crear, por su habilidad para mejorar el mundo. Katie sueña con terminar sus estudios: pero con dos niños a cargo, la sociedad le dará sólo una chance infame para ganarse la vida. La biblioteca que Blake construye con sus manos, es un símbolo de un mundo que se fue, un tiempo en que una persona honesta podía ganarse la vida con su esfuerzo.

Las palabras finales de Daniel Blake nos revelan su postura en la vida, desde su simplicidad de carpintero: “Soy un hombre... no un perro. Como hombre que soy, exijo mis derechos. Exijo que se me trate con respeto. Yo, Daniel Blake, soy un ciudadano”. Porque, como también sabe decir Blake al burócrata de turno, cuando se pierde la dignidad, se pierde todo.



En esta historia de la clase obrera en ruinas, Ken Loach roza (tal vez sin quererlo), otra tesis más profunda: la dignidad es un bien esencial. Sin ella, podremos sobrevivir, lo que no significa que no hayamos muerto con su pérdida.

Nadie mejor que Dave Johns para personificar a este tierno protagonista. Sólo verlo en las primeras escenas y nos hacemos una idea de cómo es el personaje, de esa transparencia ética que logra sólo con mirarnos de frente. Hayley Squires se destaca como Katie. Y hay una escena que guardamos en el arcón de los recuerdos: la situación de Katie con el pote de salsa, en el banco de alimentos.

Mañana, las mejores frases.

miércoles, junio 21, 2017

frases de “El poder de la ambición” 



Sé que éramos una maldita industria. De la clase que es la piedra angular de este país.

Dios… trabajamos duro en este negocio, a veces para nada. Me despierto cada mañana y me digo a mi mismo: “No tengo que hacer esto. Puedo hacer esto”. Y entonces sólo hay... cielos azules.

-Si toman un segundo para ver la geología, van a ver lo que yo veo. Y eso es dinero.
-No el nuestro.

La compañía que hizo a mi padre un verdadero jugador, casi estaba perdida. Casi. Ya había perdido mi casa y estaba viviendo con Kay. Y también estábamos a punto de perderla. Tenía medio galón de Seagrams que había tomado. Mierda, la mayoría de la gente se habría muerto. Pero yo no. En lugar de eso, tuve un sueño.

Fue la llamada del oro. Les puede sonar como algo loco. Pero si conocieran cómo se siente, lo sabrían.

Espero que hayas oído de mis mejores éxitos. Lo del “Fuego” ya no es uno de ellos.

No hay correcto o incorrecto en este negocio. Sólo son éxitos o fracasos.

-El Anillo de Fuego es verdad, Mike. Lo supe desde la primera vez que lo oí. Me impactó como un maldito rayo y jamás lo olvidé. Ahora ríete si quieres. Ya estoy acostumbrado. Pero escucha esto: yo no lo creo simplemente. Lo sé.
-No lo sabes.
-Lo he visto.

Mike, mi padre arañó de una maldita roca todo lo que alguna vez tuvo. Murió con tierra debajo de las uñas. Yo trato de hacer lo mismo.

Bien, quizás no tienes una buena racha en tu carrera ahora. Así que vamos a probarles lo contrario. Tú y yo, vamos a probar que se equivocan. ¿Sabes por qué? Sí lo sabes, porque lo del Anillo de Fuego es verdad, Mike. Tú lo llamaste. Simplemente no lo has hallado.

-¿Tienes un sombrero, Wells?
-Sí, tengo un sombrero. ¿Vamos a alguna parte?
-Río arriba.



Esta selva te pondrá a prueba. Te retendrá, te pesará y decidirá tu valor en una onza.

¿Siempre hablas así, Mike, como un audiolibro?

Algo pasó allá, Wells. Algo caliente y furioso. Ahí es donde encontraremos las buenas muestras.

Mi sueño... está allá. Podía sentirlo en mis huesos. Estaba vendiendo algo en lo que creía.

Mike, estamos vendiendo una historia. Ahora la historia eres tú.

-¿Trabajas en un bar, Wells?
-Mantengo a raya los gastos, Mike. Hago que el dólar rinda.

-¿Alguna vez leíste el diario de Cristóbal Colón?
-Claro que no.
-En su petición a la Reina de España, prometió una conversión a la Santa Fe de un gran número de personas. Y continuó mencionando el nombre de Dios 26 veces. La palabra oro, por otro lado, la mencionó 114 veces.
-Gallego listo.

No me dejes morir aquí por nada del mundo, ¿sí?



-No nos dejemos llevar.
-¿Qué dice el reporte? ¿Hay noticias?
-Sacamos 17 muestras más.
-¿Y qué pasó? ¿Nada bueno?
-Nada bueno. Más tirando a lo grande.
-Vamos, Mike, no juegues conmigo…
-Ocho onzas por tonelada.
-¿Ocho... ocho onzas por… qué?
-Ocho onzas por tonelada.
-¿Qué? ¿Qué estás diciendo, Mike?
-Descubrimos una veta.
-¿Tenemos una mina de oro? ¿Tenemos una mina de oro?
-Tenemos una mina de oro.

¡Váyanse al carajo, mosquitos!

Es increíble cómo un poco de polvo de oro puede cambiarlo todo. Para bien o para mal, el viaje había empezado. Y era todo un viaje.

-¿Algún mensaje que quiera darle a los lectores de la revista Gold Digger?
-La última carta que volteas es la que importa.

Ahorra un poco. Por primera vez en tu vida, piensa en los días complicados, Bobby. ¿Sí?

¿Qué hacen los bancos? ¿Quién sabe? Pero lo que hacen a este país, no son los idiotas con trajes… sin ofender… esos del camino fácil, sino tipos como yo y Mike, que se arriesgan.

Ahora, si los números siguen saliendo bien... y así será... el cielo es el límite en esto.

¿Alguno de ustedes ha puesto uno de sus mocasines hechos a mano en un agujero al lado de una montaña? ¿No? Nosotros sí.

Hay algo en descubrir oro. Es muy difícil ponerlo en palabras. Muy difícil. El sabor en la lengua... el sentimiento entre tus dedos... Es eléctrico. Es como una droga. Porque te engancha. Y es precisamente lo que les falta aquí en la ciudad. Es lo que hace que sea tan difícil para nosotros tener esta conversación porque nunca lo han sentido. Es por eso que les tengo una propuesta. Reúnan a sus inversionistas institucionales.
Los tipos que representan el gran capital. Quienes necesitan impulsar esta cosa. Y los llevaremos a un pequeño viaje río arriba.

Mi vecino, Hart Hubbard. Es un cuidador de césped profesional. Usualmente sólo preocupado por el árbol de moras de Kay, inclinado sobre la parte trasera de su cerca. Pero ahora habla términos mineros. “Oye, Kenny, ¿cómo está el grado de pureza allá?”.

¿Ven esto? Un poco más de esto y pueden pavimentar Wall Street.



Cuando Jackson sacó esa pepita... los teníamos.

Es como si un mapache borracho hallara el Diamante de la Esperanza. No quieres acercarte demasiado, pero no vas a dejar que se escape tampoco.

Nunca creíste en mí, ¿verdad, Kay? Te gusta que fracase, ¿no?

Vamos, Kay. Yo encontré el oro. Ahora ganamos, nena. ¿Me dejarías quedarme con la victoria? ¡Estamos ganando! ¿Se te ocurrió alguna vez que sé lo que estoy haciendo?

Aquí es donde Washoe Mining se convierte en jugador. Justo aquí, en este maldito momento.

¿Ves estas manos, Brian? Éstas son las manos de mi padre. Arañé y desgarré la tierra con estas manos. Te voy a enterrar con estas manos. Ahora ve a decirle a aquel sable sedoso de Hancock, que él trabaja para Kenny Wells. ¡Es mi maldito día! ¡Mi día!

Sabes… casi respetaba a este tipo.

Estás a muy poco de vivir en tu auto. ¿Rechazaste 300 millones de dólares por derechos de nombres?

Era mi sueño. Yo lo soñé. Si vendes tu sueño... ¿qué te queda?

¡Maldición! Se lo robaron. Eso fue lo que hicieron. Se lo robaron los malditos.

¿Crees que quiero escuchar a un maldito niño dorado, parado ahí con su maldito brillo dorado que me diga lo jodidas que están las cosas?



-Necesito decirte lo que realmente pasó. Estamos en el norte de Sulawesi. Estación de monzones. Es 1980.
-Sí, la famosa veta de cobre.
-Sólo buscábamos bauxita. Cuando estábamos empezando a perforar, nos atoramos. Cinco metros y medio de lodo. Estábamos bajo la lluvia día tras día, viendo oxidarse el metal.
-¿Qué hiciste?
-Bajo la teoría de que es mejor hacer algo que nada, reporté que ése era el lugar. Un lugar cualquiera se convirtió en algo significativo.
-¿El lugar donde te quedaste atorado?
-Tuve suerte.
-Amo eso, carajo. Estabas buscando bauxita y encontraste cobre. Yo estaba buscando oro y... encontré un amigo.
-Eso es lo más cursi que he oído en toda mi vida.

Resulta que Suharto tenía un hijo. El menor, Darmadi. Alias Danny. Un inútil. Todo un problema para el viejo. Se puede decir que nos entendimos. Suharto había tratado de lograr por años que Danny se encaminara. Pero todo lo que Danny tocaba lo echaba a perder. Así que pensé que podíamos incluir a Danny como socio. Y quizás podía hacer que el padre cambiara de parecer y moviera las cosas a nuestro favor. Era un Ave María de nuestra propia línea de yarda. Pero era todo lo que teníamos.

El Presidente Gerald Ford: un hombre alto. George H.W. Bush: un hombre muy alto. Mark Hancock… también un hombre alto. Mi padre: un hombre bajo. Bajo en estatura. Pero ama su familia.



Ése es el trato, si tienes las pelotas. Sin pelotas: no hay trato.

Estoy tocando un tigre.

-El 15% es un trato terrible.
-¿Sí? ¿Cuál es el 15% de 30 billones de dólares?

Ahora eres el mejor minero del mundo. Y estoy seguro que, en alguna parte, tu padre está sonriendo.

Cada uno de nosotros que llama hogar al gran estado de Nevada, llegó aquí con un sueño. Fue mi tatarabuelo quien llegó aquí en un vagón. Tenía un caballo y dos mulas. Cuando finalmente se detuvo y dijo: “Éste es el lugar”.

¿Qué es un buscador? Es alguien que cree que está allá afuera. Es alguien que se despierta cada mañana, una y otra y otra vez, creyendo que está allá afuera. Y luego no está, ¿verdad? No está. Se para al borde del desierto... mirando el amanecer del nuevo día justo a los ojos. Escucha esa pequeña voz y la voz le dice: “Adelante. Sigue caminando”.

No hay oro. Kenny, no hay oro. Nunca lo hubo.

Se denomina “salar”. Literalmente, quiere decir. Cuando alguien esparce polvo de oro en una muestra de roca, como cuando usted sala un bistec. Es el truco más viejo del libro.

No fuimos engañados. Simplemente no miramos.

-¿Kenny Wells, un tonto o una mente maestra?
-Esa es una muy buena pregunta, Roger.



Con 164 millones de dólares se hace mucho en Indonesia.

Así que los Suhartos son más ricos ahora. Mike Acosta es ostensiblemente muerto y enterrado. Ciento sesenta y cuatro millones de dólares siguen desaparecidos. Y la única pregunta que me queda es: ¿estuvo usted involucrado o no?

No hay manera de que se propusiera estafar a nadie. Sólo necesitaba comprar un poco de tiempo. No quería decepcionarme.

¿Quieres hablar de la verdad? Bien, hablemos de la verdad. La única verdad aquí es que cuando todo el mundo se hace rico, a nadie le importa un carajo la verdad. ¡Vamos, carajo! Todo lo que tenían que hacer era mirar. Abrir los ojos. El oro estaba mal. El descubrimiento era demasiado bueno. Hay banderas rojas por todos lados. ¿Por qué nadie vio nada? Porque nadie quería saber. Todos queríamos creer... yo, tú, todo el mundo. ¿Por qué? Porque todos estábamos ganando muchísimo dinero. Ésa es la verdad. ¡Ha sido así por siglos!

Mis amigos perdieron dinero. Mis vecinos perdieron dinero. ¿Yo? Yo lo perdí todo. ¿Sabe cuál es verdad de esto? En realidad nunca me importó el dinero. Lo que importa es el oro.

-Es libre de irse.
-Helo ahí. Alguien me cree.

"Pruébales lo contrario. 50-50. Cueste lo que cueste”.

oro del tonto 


EL PODER DE LA AMBICIÓN
data: http://www.imdb.com/title/tt1800302

Inspirada en la combinación de personajes reales, “Gold” (el título original de la perezosa traducción de “El poder de la ambición”) es una metáfora de lo que Hollywood siente que es el capitalismo norteamericano hoy: un ejercicio de timo. Tal vez no estén tan alejados de esa realidad: poco importa cuán real es lo que hay detrás de las alquimias financieras. Si el mercado de capitales, en otros tiempos, era una expresión de las actividades industriales que le daban soporte, hoy es una lotería de apuestas en las que se busca maximizar el principio de “todos los días nace un tonto”. “Gold” es una de esas historias, contada de gran modo y con pulso firme.

Toda la clave de “Gold” está resumida en una escena, cerca del inicio, cuando Kenny Wells, nuestro protagonista, escucha a su padre, fundador de la compañía minera, preguntarse en voz alta lo duro que se trabaja en el negocio, a veces para nada. “Me despierto cada mañana y me digo a mi mismo: ‘No tengo que hacer esto. Puedo hacer esto’. Y entonces sólo hay... cielos azules” le escucha decir. Y es la última vez que lo verá vivo.



Esas palabras son el legado de un padre. Un pesado legado. Porque Kenny Wells intenta cumplir con esa herencia, intenta triunfar sacando oro de las entrañas de la tierra, allí donde su padre no pudo, como un modo de honrarlo, como un modo de tener su aprobación. Por eso, Wells, en su peor momento, cae presa de esa apuesta que es Michael Acosta, el geólogo de la “Teoría del Anillo de Fuego”. Y por ese pone su corazón en un sueño. Lo dice cerca del final: nunca fue por dinero; siempre fue por el oro. Y el oro es el sueño. Quien no tiene un sueño, no tiene nada.

Wells compromete todo su patrimonio, su amor, su futuro, su cuerpo, en la búsqueda del oro. En esa fiebre lleva a Wall Street atado tras su sueño. Y los popes de las finanzas le siguen el juego, detrás de ese objetivo de ganancias monumentales y rápidas.



El capitalismo que describe “Gold” es muy parecido al del “Lobo de Wall Street” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2014/01/en-lo-que-derivo-el-sueno-americano.html) o el de “La gran apuesta” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2016/01/la-casa-siempre-gana.html), un juego de lotería llevado a cabo por atolondrados, ambiciosos e incapaces. Una fiesta en la que todos participamos buscando salir ganadores, sabiendo que, tarde o temprano, habrá perdedores. Y que cuanto más se gane, más grande serán las pérdidas. Es lo más parecido a un fraude a escala sideral. Y esa comprobación es la certeza de que el sueño americano, el trabajo de hormiga del empresario que toma riesgos y genera empleos, se convirtió en un festival de la codicia asociada a la estupidez. Inevitablemente, habrá daños colaterales.

En ese contexto, hay otra historia: la de una amistad. La de Wells con Acosta, dos perdedores que quieren mostrarle al mundo que pueden ganar. La sutileza de la trama es que el aparente triunfo muta a derrota y luego a triunfo nuevamente. Wells y Acosta juegan sus cartas de modos distintos: Wells apuesta a la actividad, como lo hizo su padre; Acosta al engaño, como lo imponen los tiempos actuales. La escena final nos dice quién es amigo y quién gana en este juego descarnado.



“Gold” tiene mucho ritmo. Su trama es ágil. Y centrípeta a la figura colosal de Matthew McConaughey, pelado y gordo, que encarna al protagonista y sostiene el guion y la mayor parte de la película. Los secundarios (con la excepción de Edgar Ramirez, el geólogo) están más desteñidos, incluyendo a Bryce Dallas Howard que entra y sale de la historia sin mayor peso.

Vale tener a “Gold” en cuenta, cuando rastreemos las historias del capitalismo contemporáneo. Para no dejar pasar.

Mañana, las mejores frases.

sábado, junio 10, 2017

frases de “Mujer Maravilla” 



Yo quería salvar al mundo. Este lugar hermoso. Pero sabía muy poco. Es una tierra de magia y maravillas. Merece que la atesoremos en todo sentido. Pero cuanto más te acercas, mejor ves la gran oscuridad latente en su interior. ¿Y la humanidad? La humanidad es otra historia. Lo que hacemos frente a la verdad no es tan fácil como parece. Yo lo aprendí a los golpes. Hace mucho, mucho tiempo. Y ahora... no volveré a ser la misma.

Ojalá nunca llegue el día en que ella tenga que luchar. Pero tú sabes, un escorpión debe picar, los lobos cazan...
-Es una niña.
-La única niña de la isla. Déjala ser lo que es.

Luchar no te hace heroína.

-Sigues dudando de ti misma.
-No.
-Sí.
-No. No dudo.
-Eres más fuerte de lo que crees. Tienes más poder de lo que piensas.

Cuanto más fuerte sea ella, más pronto la encontrará.

Entrénala con más rigor que a ninguna otra amazona. Cinco veces más... diez veces más. Hasta que incluso te supere a ti. Pero que nunca se entere de la verdad sobre su identidad ni de su origen.

Nunca bajes la guardia. Esperas que la batalla sea limpia. Pero nunca son limpias.

-¡Eres un hombre!
-Sí. Es decir... ¿no parezco un hombre?

-No, madre. Él luchó a mi lado contra los invasores.
-¿Qué hombre lucha contra los suyos?
-Ellos no son los míos.

Soy un espía. Soy un espía.

No podemos liberarlo solamente. Debemos ir con él.

-Zeus creó al hombre para que fuera justo, sabio, fuerte y apasionado...
-¡Eso era una historia, Diana! No entiendes. Son fáciles de corromper.
-Sí, pero... ¡Ares es quien los corrompe!

-¿Dirías que eres un espécimen típico de tu sexo?
-Estoy por encima del promedio.



-¿Qué es eso?
-Es un... Es un reloj.
-¿Un reloj?
-Sí, un reloj. Marca la hora. Me lo regaló mi padre. Lo acompañó en momentos muy difíciles. Ahora lo tengo yo. Por suerte, sigue funcionando.
-¿Para qué lo tienes?
-Porque marca la hora. La hora de comer, dormir, despertarse, trabajar...
-¿Permites que esa pequeña cosa te diga qué hacer?

Somos el puente para que haya mayor comprensión entre los hombres.

-Nuestro deber sagrado es defender el mundo. Y deseo ir contigo. Pero mi madre no lo permite.
-Bueno... no la culpo. Por cómo viene la guerra, yo no querría que ningún ser querido estuviera allí.
-Entonces, ¿por qué quieres volver?
-Yo no diría que quiero. Más bien, debo intentarlo. Mi padre me dijo una vez: “Si ves algo malo sucediendo en el mundo, puedes quedarte sin hacer nada o irte y hacer algo”. Y ya intenté no hacer nada.

-Me iré, madre. No me quedaré de brazos cruzados mientras mueren inocentes. Si nadie más defiende al mundo de Ares, debo hacerlo yo. Debo irme.
-Lo sé. O al menos sé que no puedo detenerte. Hay tantas cosas... tantas cosas que no entiendes.
-Entiendo lo suficiente. Que quiero luchar por quienes no pueden defenderse. Como lo hiciste tú alguna vez.
-Sabes que si decides irte, quizá nunca regreses.
-¿Qué seré si me quedo?

Ten cuidado en el mundo de los hombres, Diana. Ellos no merecen a alguien como tú.

Siempre has sido mi gran amor. Hoy eres mi gran dolor.



-¿No se lo dijiste?
-Cuanto más sepa, más pronto la encontrará Ares.

¿Cuánto tardaremos en llegar a la guerra?

-El matrimonio. ¿No existe en tu...? Vas con el otro ante un juez y ambos juran amarse y respetarse, hasta que la muerte los separe.
-¿Y lo cumplen? ¿Se aman hasta la muerte?
-En muchos casos, no.
-Entonces ¿para qué lo hacen?
-No tengo idea.

-No tengo padre. Mi madre me esculpió en arcilla y Zeus me dio vida.
-Qué bueno. Perdón. En mi mundo, los bebés nacen de otra manera.
-Te refieres a la biología reproductiva.

-¡Bienvenida a Londres!
-Es horrible.
-Sí. No es para cualquiera.

-¡Un bebé!
-No. ¡Nada de bebés! Por favor. Nada de bebés. Ése no es de arcilla.

-Voy a presentarme. Soy Etta Candy. La secretaria de Steve Trevor.
-¿Qué es una secretaría?
-Bueno, me ocupo de todo. Voy donde él me dice y hago lo que él me pide.
-En mi mundo, eso se llama esclavitud.
-Ella me cae bien.

-¿Estas son las armaduras de las mujeres en su país?
-“Armaduras”. No, es la moda. Nos sostiene el abdomen.
-¿Para qué quieren sostenerla?
-Solo una mujer sin abdomen podría hacer esa pregunta.

-¿Cómo hacen para luchar vestidas con esto?
-¿Luchar? Nosotras usamos nuestros principios. Así vamos a conseguir el derecho al voto. Aunque no me opongo a usar los puños de vez en cuando... llegada la oportunidad.

Srta. Candy, la idea era que ella quedara un poco menos... llamativa.

¿En serio? ¿Lentes? ¿Y con eso deja de ser la mujer más hermosa de todas?

Por favor, baja la espada, Diana.



-Sir Patrick Morgan, a su servicio.
-Diana, princesa de Temis...
-Prince. Diana Prince.

-En mi tierra, los generales no se ocultan tras un escritorio como cobardes.
-¡Suficiente!
-Luchan junto a los soldados. ¡Mueren con ellos en el campo de batalla!

-¿O sea que me mentiste?
-¡Soy espía! ¡Es mi especialidad!

-¿Cómo sabes a quién matas si no le ves la cara?
-No lo sé. Y es mejor así, te lo aseguro.
-Peleas sin honor.
-¿Quién te paga el honor?

-Imagino que están planeando algo que los llevará a la muerte o a la corte marcial.
-Imagino que usted vino a detenernos.
-No. Para nada. Miren. Yo alguna vez fui joven. Y, si tuviera más salud, quiero creer que haría lo mismo. Lo que harán es algo de lo más honroso. Por lo tanto... he venido a ayudarlos. Extraoficialmente, claro.

-¿Qué clase se arma mata gente inocente?
-En esta guerra... todas ellas.

-En 24 horas, esta guerra terminará. Se acabó.
-Para usted se acabó. Para todos ustedes.

-Pero la máscara no servirá.
-Ellos no lo saben.



Té inglés para los alemanes y cerveza alemana para los ingleses. Y novelas de Edgar Rice Burroughs para los dos.

Que consigamos lo que necesitamos. Pero nunca lo que merecemos.

-¿Estás aquí por dinero?
-No hay mejor lugar para mí.
-¿Una guerra en la que no tomas partido?
-No tengo adónde ir. La última guerra asoló a mi pueblo. No nos quedó nada. Al menos aquí... soy libre.
-¿Quién le quitó todo a tu pueblo?
-El pueblo de él.

Querías que te llevara a la guerra. Pues, llegamos.

-No podemos salvar a cada persona.
-Steve...
-No vinimos para hacer esto.
-No... pero yo voy hacerlo.

Ha sido un honor tomarles una foto. Muchas gracias.

No todos somos lo que queremos todo el tiempo. Por mi parte, soy actor. Adoro actuar. No quería ser soldado. Pero mi piel es del color incorrecto. Cada uno da su propia batalla, Diana.



-¿Qué probabilidad hay de que me haga caso?
-¿De verdad? Es muy improbable.

-Simplemente nos balanceamos.
-Estás demasiado cerca.
-Ésa es la gracia.

-¿Esto hacen las personas cuando no hay guerras?
-Sí. Sí, esto... y otras cosas.
-¿Qué cosas?
-Desayunan. Les encanta desayunar. Y también despertarse, leer el diario e irse a trabajar. Algunos se casan. Tienen hijos y envejecen juntos. Supongo.
-¿Cómo es eso?
-No tengo idea.

-Tu ropa no es muy encubierta que digamos.
-No sé. En el campo de batalla me cubrió bastante bien.

Amo el fuego. ¿Usted no? Es como un ejemplo vivo de entropía. El arma de destrucción por antonomasia. Nos recuerda que, al fin y al cabo, todo vuelve a ser el polvo que alguna vez fue.

Agradezco su interés por mi trabajo pero soy leal al general Ludendorff.
Además... ahora veo que su atención la captó otra cosa.

-¿La paz? No es más que un armisticio en una guerra eterna.
-Tucídides.
-Conoce a los antiguos griegos. Ellos comprendían que la guerra era un dios. Un dios que requería sacrificios humanos. Y a cambio daba un objetivo al hombre, un sentido a su vida, una posibilidad de alzarse sobre su ser mísero, insignificante y mortal para ser valiente, noble... ¡mejor!
-Sólo uno de todos sus dioses creía en eso. Y se equivocaba.

-¿Y si Ares no existe?
-Tú no me crees.
-No puedo permitirte esto.
-Lo que hago yo no depende de ti.

Ahora entiendo todo. Ares no ha corrompido sólo a los alemanes. A ti también. A todos ustedes.

Por magnifica que seas, no me llegas ni a las rodillas.

Soy Diana de Temiscira, hija de Hipólita, la Reina Amazona. Y tú ya no derramarás tu ira sobre este mundo. En nombre de todo lo que es bueno, doy por cumplida en este acto la misión de las Amazonas de liberar a este mundo de ti... ¡por siempre!

Lo maté. Lo maté. Pero todo sigue.



-¿Por qué siguen?
-¡Porque tal vez sean ellos! Tal vez... Tal vez las personas no siempre son buenas. Con o sin Ares, quizá el ser humano es así.

-No merecen nuestra ayuda, Steve.
-¡No se trata de merecer!
-No merecen nuestra ayuda.
-¡Quizá no la merecemos! Pero no se trata de eso. Se trata de lo que uno cree. ¿Te parece que no entiendo con todo lo que he visto? ¿Qué no me gustaría decir que un solo tipo es el culpable? ¡No es así! Todos somos culpables.
-Yo no.
-¡Quizá yo sí! Por favor... si crees que esta guerra debe acabar, si deseas ponerle fin, ayúdame a ponerle fin y ya. Porque si no me ayudas, miles más morirán.

Yo solo quería que los Dioses vieran la maldad de la creación de mi padre. Pero se negaron.

Mi querida niña... ésa no es la Matadioses. Tú lo eres.

No soy el Dios de la Guerra, Diana. Soy el Dios de la Verdad.

La humanidad nos robó este mundo. Lo han arruinando, día a día.

Todos estos años vengo luchando solo, susurrando en sus oídos. Ideas, inspirando nuevas fórmulas... armas... Pero no los obligo a usarlas. Las guerras las desatan ellos. Sólo me dedico a orquestar un armisticio que no pueden cumplir, con la esperanza de que se destruyan entre ellos.



No podemos hacer mucho, si él es quien yo creo que es. Pero podemos frenar ese avión.

Veamos qué clase de diosa eres realmente. Me ayudarás a destruirlos, Diana. O morirás tú.

¿Eso es todo lo que tienes? Es inútil imaginar que puedas vencer.

Mira este mundo. La humanidad hizo esto. No fui yo. Son seres feos, llenos de odio, débiles... igual que tu capitán Trevor. Se fue y no te dejó nada.

Tengo que ser yo. Yo puedo salvar este día. Tú puedes salvar el mundo.

-Se equivoca en cuanto a ellos. Son todo lo que dice... ¡pero también mucho más!
-¡Mentira! ¡No merecen tu protección!
-No se trata de merecer. Se trata de lo que uno cree. Y yo creo en el amor.

Yo quería salvar el mundo. Poner fin a la guerra y ofrecer la paz a la humanidad. Pero luego vislumbré la oscuridad que vive dentro de esa luz... Y aprendí que, dentro de cada ser humano, siempre habrá ambas cosas. Y cada uno debe elegir entre una y otra. Es algo que ningún héroe podrá vencer jamás. Ahora sé que sólo el amor puede salvar en serio al mundo. Entonces me quedo, lucho y me entrego por el mundo que considero posible. Ahora, ésta es mi misión. Para siempre.

viernes, junio 09, 2017

la supremacía de Marvel 


MUJER MARAVILLA
data: http://www.imdb.com/title/tt0451279

Esperábamos la escena final, detrás de los títulos, escena que nunca llegó. Nos levantamos de la butaca, rumiando bronca y pensando que DC no es Marvel (¡vaya novedad!). Tomen ese pequeño detalle final como un símbolo de lo que no son las películas de DC, de su falta de espíritu juguetón. Hay que dejarlo en claro: “Mujer Maravilla” es una buena película de acción, con sólidas escenas, una gran protagonista, un guion correcto y un mensaje claro. Pero el resultado final no nos conmueve como otras películas de superhéroes que llegaron a la pantalla. ¿Por qué? Es finalidad de esta crítica reflexionar sobre el tema.

De los héroes de DC Comics que llegaron a la pantalla grande, el que mejor funciona es Batman. No creo que sea casualidad. Héroes como Superman o Mujer Maravilla tienen tantos poderes que es difícil generar tensión dramática. Necesitamos un supervillano tan fantástico como el héroe para que nos inquietemos por la amenaza que el protagonista debe enfrentar. No es así con Batman. Batman es un humano. Es un ser débil. Batman es un fruto del ingenio y del valor. Batman es un producto de la noche, un héroe que lucha con la oscuridad en su interior. Y ésa es la clave de porque funcionan los héroes de Marvel: porque las criaturas creadas por Stan Lee tienen una rica dimensión psicológica. Su epopeya es superar sus falencias: una misión que iguala a superhéroes con espectadores.



Cuando comparamos la tesis de “Mujer Maravilla” con la de, por ejemplo, “Capitán América: Civil War” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2016/05/quien-vigila-los-vigiladores.html) notamos que hay una brecha muy alta entre ambas historias. Lo que “Mujer Maravilla” sostiene es un mensaje positivo (“Se trata de lo que uno cree. Y yo creo en el amor” como resume la protagonista cerca del final) pero menos potente que la discusión de seguridad en la sociedad actual de la citada película de los Vengadores (“¿Quién nos cuida de los vigiladores?”). En términos dramáticos, lo que DC empieza a pensar, Marvel ya lo dejó atrás hace varias etapas.

La crítica se ha desvivido por “Mujer Maravilla” pensando en términos políticamente correctos: es una película con una mujer como protagonista dirigida por otra mujer. OK, es valioso. Pero la corrección política no hace buena una película. La historia, sí. Y cuando nos concentramos en la historia, lo que cuenta “Mujer Maravilla” no va a hacer ninguna diferencia cuando salgamos del cine.

 

Gal Gadot, la israelí que encarna (nunca mejor dicho) a la Mujer Maravilla, da plenamente con el personaje. Llena la pantalla (literalmente), tiene sus buenos momentos dramáticos y no desentona. Chris Pine la acompaña con estilo. Nos quedamos con más ganas de Robin Wright. “Mujer Maravilla” tiene una pluralidad de villanos (y uno inesperado): se pasan la posta de la maldad, sin terminar de darle una vuelta de tuerca a sus personajes. El personaje de Elena Anaya, la maléfica Dra. Maru, nos dio la sensación de que daba para un cachito más. Quedó picando la idea de una mujer con su cara arruinada, extorsionada sentimentalmente por un general nazi (buen trabajo de Danny Huston), capaz de un genocidio para satisfacer al hombre que la halaga. Podía haber tenido más peso en la historia. Y, tal vez, ahí sí como apunte en la agenda de género: contraponer la relación de Diana y Steve (en la que ella lleva la batuta y no se deja mandar) con la simbiótica y tóxica unión entre Ludendorff y Maru.

Los secundarios con toque humorístico (los mercenarios reclutados para la misión cuasisuicida) son uno de los puntos flojos de la trama: no mueven el amperímetro.

En síntesis: un buen inicio para la saga de la “Mujer Maravilla”, correcto, sin grandes alardes.

Mañana, las mejores frases.

jueves, junio 08, 2017

frases de “Colosal” 



-Muy bien. Estás enojado...
-De acuerdo ¿Cuán enojado crees que deba estar?
-Crees que debería estar muy... muy enojado… Algo enojado... ¿Qué crees que sería apropiado? ¿Una buena respuesta?

-Gloria, Gloria eres un desastre. Estás fuera de control. Y te amo pero... no puedo lidiar contigo en ese estado.
-¿De qué estás hablando?
-Así que empaqué tus cosas. Están en la habitación.
-¿Qué?
-Puedes quedarte con las maletas.

Lo siento: se siente totalmente raro que estés aquí.

-¿Cómo está tu mamá? Apuesto a que fue muy difícil para ella.
-Ella murió mucho antes que él.
-Jesús, ¡lo siento mucho!
-Sí. Tú todavía estabas. ¿No te acuerdas? Fuiste al funeral.

Es este tic nervioso que me da. Tengo que rascarme aquí.

-¡Ay, Dios mío! Mantuviste esta parte como estaba. ¡Eso es asombroso! Oscar, ¿por qué no la usaste? ¡Es tan brillante!
-Te lo dije… realmente no la necesito. Y aunque la necesitara…
-Se quedó sin dinero a mitad de la renovación. No pudo costear terminarla. Éste es su oscuro y pequeño secreto.



-¿Quieres una menta?
-¿Por qué? ¿Apesta mi aliento?

-¿Por qué hacen siempre eso?
-¿Qué?
-Siempre te presentan a todos los tipos, excepto a los más lindos. O al más lindo.

Vine por tu té caliente. Sólo que el té caliente no viene en botellas.

Es como una maldita película de Wes Anderson aquí.

-Debo decir que esta es una linda sorpresa.
-¿Qué? ¿La TV?
-Sí.
-Hablamos de esto anoche. ¿No te acuerdas?

Tú sabes… porque el monstruo sólo ataca Seúl mientras que el resto del mundo ni le importa, ¿sabes? Con todo ese cese al fuego que pasó. Sólo... se acabó.

-Verán… no creo que esté vivo.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que no es un animal. Es como una máquina. Operada a control remoto o algo así. ¿Han notado como se sigue moviendo? Destruyendo todo a su paso, pero jamás ve hacia abajo. Si vas caminando rodeado por edificios, hasta tu cintura u hombros… ¿no verías a tus alrededores para ver adónde vas? Incluso si quieres destruirlo todo. No tiene sentido que sigas mirando de frente cuando todo está por debajo de ti.



Nunca vi a alguien tan emocionada por un sofá-cama antes.

Vamos a ir al parque. Y luego les enseñaré algo gracioso.

Todo el mundo está por ahí y... y yo estoy de este lado.

¡No, no, no! ¡Esto no está pasando! Es una de esas apps de bromas.

-Estás despierta. Tomé tus llaves. Porque no quería despertarte, cuando volviera. Espero que eso esté bien. También noté que no tenías nada de comida.
-¿A cuanta gente maté? Dame el periódico.
-Espera, espera, Gloria… escucha.
-¿Puedes decirme por favor cuanta gente murió?
-¿Qué tal si te preparo algo de comer? Y podemos hablarlo calmadamente, ¿sabes? No mucha.

Maté a un montón de personas porque actuaba como una borracha idiota de nuevo...

-¿Crees que oyó algo? Creo que lo oyó.
-¿Qué cosa? ¿Qué somos los que destruyen Seúl?

Yo soy el robot y ella es el monstruo.

Me siento terrible, pero, ya sabes... no creo que confesar vaya a hacer algún bien.

-Cuando teníamos esa edad… como que me gustabas. Idiota… ya lo sabías.
-Sí, así es.
-¿Qué? ¿Por qué no me dijiste? ¿Porque me dejaste...?
-No quería que pensarás que era raro o un acosador. No. Ya era tarde para eso.
-Sí. ¿Así que me has seguido todos estos años?
-Por supuesto que sí. Alguien logró salir de aquí e hizo algo especial para variar.

-De hecho estuve así de cerca de casarme hace seis años.
-¿De verdad?
-Había esa chica que se mudó conmigo para ver como resultaba. Ella y su bebé de hecho y... no duró. Ella… ella se aburrió muy rápido.
-¡Lo siento!
-No la culpo. Es difícil no aburrirse.



¿Pero mira lo que pasa cuando las cosas se ponen interesantes por aquí? Gigantes atacan a Corea del Sur.

“Lo siento. Fue un error. No volverá a suceder de nuevo”.

Es un buen monstruo. Un buen chico todo el tiempo.

Las dos criaturas no están del mismo lado. Y la criatura que primero consideramos una amenaza, bien podría ser la que proteja a la ciudad de Seúl.

-Pues tomate una cerveza.
-No he tomado una cerveza desde el domingo. Ni he bebido nada más, de verdad.
-¿Por qué?
-Porque no quiero hacer nada estúpido.
-¿Estúpido?
-Sí.
-¿Por qué estúpido? De acuerdo, ¿te refieres a estúpidos como el resto de nosotros, cierto?

Vamos Gloria… tomate una cerveza. De acuerdo. Te diré que sino bebes esa cerveza, me iré a dar un paseo por el parque más tarde.



Bébela. Por favor sólo debes saber que soy así de insistente porque sé que en el fondo la quieres.

-¡Sé que crees que todo gira alrededor de ti! ¡Pero no es así! Ya no más.
-Oscar...
-¡Mi vida es tan increíble como la tuya ahora, por una vez! Si no te gusta, ¡jódete!

-Ahí están tus llaves y no volveré a tu bar de mierda.
-Sí. Lo harás.
-¿Sí?
-Sí. Seguirás trabajando en el bar. O volveré aquí mañana y destruiré a todo un vecindario.
-¡Volveré y te patearé el maldito trasero!
-No. No lo harás. Porque ya me cansé de ser el señor bueno. ¿Nos vemos en el trabajo?

Mira. No matamos a nadie esta mañana, ¿de acuerdo? Eso es todo lo que importa, ¿bien?

No es nuevo para mí el joderla cuando estoy borracha.

-Puedes hacer lo que quieras.
-Excepto encontrar trabajo y cuidar de mi misma, ¿cierto?
-Sí. Porque realmente lo has logrado aquí. Lo estás haciendo sólo genial. Sólo genial. Te mudaste de vuelta a casa para trabajar como camarera.

Al menos los que te odian en Internet, te dejarán en paz en un bar.

Tim, ¿qué dirías que es lo más irresponsable para hacer en este bar?



Hice lo más irresponsable que se podría hacer en este bar. ¿Quieres saber por qué? Aun así... Gloria no se va a ir contigo.

Todo eso de que te regresaras con él. Creí que lo pensarías. Me aseguro de que no lo llames.

-Te odias a ti mismo.
-¿Qué?
-Solía pensar que era otra cosa. Que querías que fuera tuya. Que querías poseerme. Pero esto es mucho más simple que eso. Te odias a ti mismo.
-¿De qué hablas?
-No puedes soportar el que tu vida se sienta tan insignificante. Es así de simple. Y patético.

Cuando tú me echaste de tu departamento, dijiste que estaba fuera de control y que no podías ayudarme en ese estado. Bueno, amigo... ahora mismo estoy más fuera de control que nunca.

¡Bájame, ahora mismo! ¡Maldita perra!

-¿Quieres escuchar una historia increíble?
-Por supuesto. ¿Te gustaría algo de beber?

miércoles, junio 07, 2017

ésta es una heroína 


COLOSAL
data: http://www.imdb.com/title/tt4680182

No es muy común encontrar, en el cine de hoy en día, historias inesperadas, historias que rompan el molde de lo ya visto. “Colosal” es uno de esos casos. Un chispazo de ingenio para contar la historia de la conexión entre una chica alcohólica y un monstruo que asusta a Seúl; en realidad no es otra cosa que una metáfora sobre las relaciones tóxicas. Algún crítico comparó a Gloria, la protagonista de “Colosal”, con la Mujer Maravilla con la que comparte cartelera porteña en estos días. Y, con buen tino, señaló que Gloria es más heroína que Diana Prince. Porque Gloria debe afrontar algo peor que un ejército: la violencia psicológica de sus parejas.

El alcohol le complica la vida a Gloria. Su novio le pone un límite, le pone las valijas en la mano y la invita a abandonar el hogar. Gloria regresa a su pueblo natal, con lo puesto: una bolsa con un colchón inflable. En el trayecto a su nueva casa, Gloria se topa con Oscar, un compañerito de colegio de la infancia, ahora crecido y propietario de un bar. Oscar le ofrece trabajo en el bar y reanudan la relación que había quedado archivada en el pasado.



Mientras Gloria trata de adaptarse al giro inesperado que tomó su vida, en Seúl, en la otra punta del globo, un monstruo gigante aparece de la nada y aterroriza a los surcoreanos. Así como aparece, se esfuma en el aire, sin que nadie sepa de dónde vino.

Una cosa no parece tener que ver con otra. Parece. Porque Gloria descubre que ese monstruo tiene una conexión con ella. Y que lo Gloria hace en Estados Unidos, repercute en la conducta del monstruo en Corea del Sur.

Ése es el puntapié del muy buen guion del español Nacho Vigalondo (director del filme). Y lo fantástico es una proyección del estado personal de Gloria. Poco sabemos de ella de cómo llegó a esa situación, de cuál es su problema. En fragmentos, nos llega la data de que era una chica prometedora, que tenía un futuro como escritora, que llegó a publicar algunas historias en Internet y que no pudo soportar la presión de las críticas. Todo esto lo sabemos por alguna frase, algún parlamento deslizado por los otros personajes. Sabemos también que, sutilmente, su pareja la subestima. Y que ella se esconde detrás de una cerveza para ocultar su debilidad.



En principio, Oscar parece la clase de hombre protector que le vendría muy bien a Gloria. Pero, a medida que pasa la película, Oscar revela su verdadera cara. Tal vez, la misma cara que le mostró a esa chica con la que estuvo a punto de casarse y que aburrió en seis meses de convivencia. Progresivamente, Oscar pasa del rol amable al oscuro. Y el quiebre se da cuando Gloria osa tener sexo con un tercero que no sea él. En ese momento, Oscar explota con lo único que tiene a mano: manipularla, amenazándola con causar daño a miles de personas en Seúl. Y el otro brote de Oscar se da cuando regresa el novio de Gloria. Nuevamente, Oscar apuesta fuerte. Y Gloria entiende que está en sus manos.

Uno tiene sus propios monstruos y trata, de manera torpe, de causar el menor daño posible a los otros. Pero, a veces, no queda otra que escudarse en ese monstruo para enfrentar a los otros monstruos, aquellos que se nos oponen y pueden arruinar nuestras vidas. La escena final de Gloria enfrentándose a Oscar es una metáfora de esas mujeres que se ponen de pie y se sacan de encima, de un manotón, a esos pusilánimes que creen que pueden hacer lo que quieren por el simple hecho de ser hombres.



Hay otro giro interesante en la trama de “Colosal” y que se da en un diálogo entre Gloria y Oscar. Uno podría creer que la conducta abusiva de Oscar es un “exceso” de amor, un intento de posesión errado nacido de un amor no correspondido. Pero Gloria da con la verdad: lo de Oscar es odio. Odio por su propia vida, por su propia mediocridad. Odio que se expresa en hacer sentir a los otros tan miserables como se siente él. Y el flashback en el que Gloria logra recordar dónde empezó la historia del monstruo, en que momento de la infancia es decisivo: desde niño, Oscar era un abusador, un tipo que disfrutaba haciendo sufrir a otros.

Pequeña en su forma, deliciosa en su desarrollo, “Colosal” se sostiene en la siempre sólida actuación de Anne Hathaway, bien secundada por Jason Sudeikis. La gracia de Anne como nuestra protagonista es clave para que creamos lo que es muy difícil de creer: que un monstruo gigantesco está pateando las puertas de la ciudad de Seúl.

Mañana, las mejores frases.

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