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críticas chatarras

viernes, marzo 07, 2014

frases de “El Club de los Desahuaciados” 

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-Necesito que me arrestes.
-No jodas, Woodroof.
-Vamos… no bromeo.
-Parece que tienes unos clientes molestos.

-Algún día, alguien te va a patear el culo, Woodroof. Tal vez algo peor.
-Sí. De algo tenemos que morir.

Francamente… estamos sorprendidos de que siga vivo.

Sé que esto puede causar miedo. Y, probablemente se sienta solo. Pero, nos gustaría recalcarle la gravedad de su situación. Basados en su salud, basados en su condición, basados en todas las evidencias que tenemos… estimamos que le quedan treinta días de vida.

¡Malditos treinta días! ¡Hijos de puta! Déjenme darles una noticia: no hay nada que pueda matar al maldito de Ron Woodroof en treinta días.

-¿No te vuelve un poco loco ver a esos tipos hablando de eso… curando enfermos mientras presumen el Rolex de oro? ¿Que saben sobre pacientes enfermos?
-Son representantes farmacéuticos; no doctores. Y, nos guste o no, esto es un negocio.
-¿Cómo diablos obtuvieron el permiso para ir directo a pruebas humanas?
-La gente está desesperada. Sabes, la gente está muriendo. No hay nada más.

Mi pulmón sangra, mi piel hormiguea, hay un puto martillo hidráulico en mi cabeza y ése es el menor de mis putos problemas, señorita.

¡Que se joda la FDA! ¡Yo voy a ser DOA! N.de la R.: (Dead On Arrival = Muerto Al Llegar)

-¿Tengo que demandar al hospital por medicinas?
-Señor Woodroof, le aseguro, ése sería un desperdicio de tiempo valioso.

-Necesito que me diga donde obtuvo el AZT. Apareció en su examen de sangre.
-¡Oh, no lo sé! Un centro comercial…

Supongo que eres apuesto en esa manera de basura blanca, tonta de Texas.

Muy bien, Señorita Hombre: ¿qué es lo que tienes?

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-Firme mi alta.
-Está muy enfermo para irse.
-¿Cuál sería el peor de los casos?
-Podemos tenerlo cómodo.
-¿Qué? ¿Tenerme conectado con la morfina? ¿Dejar que me desvanezca? ¡No! Perdón, señorita, pero prefiero morir con mis botas puestas.

-¿Cocaína, alcohol, metanfetamina, AZT? Eso es lo que llamo una receta para el desastre.
-Este lugar es una pocilga, Doc.
-¿Quien dijo que era Doctor? Me quitaron la licencia para practicar hace tres años. Por eso estoy en esta pocilga.

A las únicas personas que ayuda el AZT, es a las que lo venden.

Mira este lugar. Chinos, homos, hierbas, enfermeras buenas... Tienes un nuevo orden mundial aquí, Vass. Podrías hacer una fortuna con todo esto.

Si te atrapan, no digas que tienes SIDA. O nunca te dejarán volver a entrar.

-¿Este hombre también tuvo una transfusión?
-El AZT. Podemos saber quien la toma por los síntomas. Casi todos necesitan una transfusión. De hecho, él está empeorando.
-¿Y por qué no detienen el estudio?
-¿De quién hablas?
-Industrias Avinex.
-¿No viste el memo? Aseguran que la gente está mejorando y menos están muriendo. Las transfusiones siempre hacen sentir mejor a los pacientes. Le das nueva sangre a los del placebo y también se sentirán mejor.

-Los resultados son muy positivos. El AZT funciona.
-No sabemos cuáles son los efectos a largo plazo. Es irresponsable.
-Esta gente se muere, Eve. No hay efectos a largo plazo.

-¿Puedo leer una copia del estudio?
-Aún la están escribiendo.

Bueno, ya no venderé más medicamentos, Abogado. Las voy a regalar. Gratis. Vendiendo membresías. Cuatrocientos dólares al mes y te llevas todas las medicinas que quieras.

Bienvenido al Club de Compras de Dallas.

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AZT es el medicamento más caro jamás comercializado. Las acciones de Avinex aumentaron un increíble 12%

Si me vuelves a llamar Roanie voy a usar esto para darte el cambio de sexo que querías.

No somos responsables por los medicamentos que les damos. Te mueres... te mueres. No es nuestro problema. Es tuyo.

Tendré más en una semana. Hasta entonces… cuiden lo que comen y a quien se comen.

¿Alguna vez usas algo de color? Cada vez que te veo, todo lo que veo es blanco.

-Goteado lento.
-¿Interferón?
-Muy fuerte.
-Me gusta tu estilo, Hiroshi.

Yo digo lo que entra en mi cuerpo. No usted.

Usted dijo, que estaría muerto en treinta días. Pues… ¿Qué le parece que ya ha pasado un año y mire quién sigue aquí?

-De hecho, he estado leyendo sobre el Club de Compras. Han tenido éxito eliminando síntomas de algunas de estas drogas nuevas...
-Si. Y sin pruebas controladas no vamos a encontrar una cura porque no tendremos datos legítimos.

-No confío en el bata blanca que me quiere vender las medicinas. Lo envío a Seattle a mí laboratorio de confianza y lo analizan por mí. Después, lo pruebo en mí antes de dárselo a cualquiera.
-Respeto que esté aprendiendo sobre su enfermedad... Pero estas personas necesitan estar en un hospital.
-¿Por qué? Todo lo que quieren es darte AZT.
-El AZT ayuda a erradicar el virus.
-¡Al carajo el virus! Dr. Saks, usted sabe esto: una vez que lo contraes, te casas con él. Con o sin AZT.

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-Bien, la gente puede vivir con esta enfermedad por más tiempo del que dicen. 96% de las personas en los Estados Unidos que viven hoy con SIDA van a morir dentro de los seis meses.
-Conozco las estadísticas.
-¡Entonces úselas! ¿Porque le dan AZT alguien con el sistema inmune dañado? ¡Es toxico!

Dios estaba vistiendo a la muñeca equivocada cuando te bendijo con un par de bolas.

Mira, es una cosa que a mí no me agrades, pero, ¿por qué no puedes ser un mejor amigo de ti mismo?

-Rayon, puedo asegurarte que no necesito ayuda de tu miserable culo para levantar damas.
-Basura de tráiler y fanáticas de rodeo no cuentan como damas.

Si necesita más inspiración sólo... mire al hombre apuesto sentado frente a usted. ¡Que pagará su cena esta noche!

Necesitas disfrutar de tu vida, pequeña dama. Sólo tienes una.

¿El proceso? ¡Una mierda de la FDA para que le paguen!

-¡Estos malditos vienen por mí, de todos los ángulos! ¡Quiero una orden de restricción!
-¿Contra quién, Ron?
-¡Contra el gobierno y su puta FDA! Contra ellos. ¡Hazlo!

-Las drogas solo podrán ser compradas por individuos cuyos médicos se las hayan prescrito.
-¿Qué diablos significa eso?
-Significa que no estamos aprobados. ¡Ahora somos ilegales!

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-¿Mientras tanto lo intentamos en el banco?
-Si… Bonnie y Clyde pidiendo un préstamo.

¿Quieres dejar de ver sus tetas? Te empiezas a ver normal.

Tratamos, más de cinco veces la cantidad de pacientes que las clínicas grandes. Y chequeen esto... tenemos un décimo de su tasa de mortalidad.

Dios, cuando te conozca, voy a lucir bonita aunque sea lo último que haga. Seré un hermoso ángel.

-Walker, Dorsett, Blount, Newsome, Jeffcoat... ¿Son pacientes?
-Sí, señor.
-También son los nombres de los jugadores de los Vaqueros de Dallas.
-¿No me diga? Bueno… ¡que coincidencia! ¿No cree?
-¿No es esto algo ridículo?
-Usted lo dijo.
-¿Puede probar que son pacientes?
-¿Puede probar que no lo son?

¡Eres un asesino! ¿Te llamas a ti mismo doctor? ¡Eres un puto asesino! ¡No dejen que los mate!

Anemia. Cáncer. Depleción de medula ósea. Convulsiones. Fiebre. Pérdida auditiva. Impotencia. Neuropatías... ¿Te suena como al SIDA? No. Todo eso viene en la caja del AZT. Una lista de efectos secundarios. No me sorprende que Rayon esté muerto.

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-Vamos, Ron. Perdimos con la orden de restricción, ¿recuerdas? Esto es Texas. El sistema judicial es tu último recurso.

-Me temo que usted no es más que un común narcotraficante. Así que, si nos disculpa...
-¿Yo soy el traficante? ¡Ustedes son los traficantes! ¡Maldición, hay gente muriendo! Y todos tienen miedo que encontremos una alternativa sin ustedes. Las compañías farmacéuticas le pagan a la FDA para que apoyen sus productos. Claro que no quieren ver mi investigación. ¡No tengo suficiente dinero en mi bolsillo para hacer que valga la pena!
-¡Es suficiente!
-Exactamente eso. Voy a ser un dolor en el culo hasta que me muera.
-¡Vamos! ¡Fuera! ¡Ahora!
-¡Tal vez un día se levantarán de su culo y harán su puto trabajo!

Sólo quiero... ...una cerveza helada, volver a montar un toro. Llevar a bailar a mi mujer. Quiero niños... Tengo una, sólo una vida, ¿no? Sólo mía. Pero a veces quiero la de otro. A veces, siento que peleo por una vida que no tengo el tiempo de vivir.

La FDA se formó para proteger a la gente. No para prevenir que consigan ayuda. Algunas veces, la ley no parece tener mucho sentido común. Si una persona ha sido diagnosticada como enfermo terminal debería permitírseles tomar cualquier cosa que piensen que les ayudará. Pero ésa no es la ley. Señor Woodroof, me compadezco de su situación. Pero, lo que falta aquí es la autoridad legal para intervenir.

jueves, marzo 06, 2014

la incomodidad del héroe políticamente incorrecto 

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EL CLUB DE LOS DESAHUCIADOS
data: http://www.imdb.com/title/tt0790636

Estamos en los primeros días de la pandemia del SIDA, cuando los infectados caen como moscas y no hay ningún tratamiento probado a la vista. Lo único que se está experimentando es el AZT, testeado en pruebas pilotos, con más dudas que resultados efectivos. Ron Woodroof es un electricista tejano, vaquero, homofóbico y mujeriego, un auténtico jodido, un grano en el culo, de los que dan ganas de pegarle en la cara hasta que caiga desmayado ensangrentado sobre el pavimento. Un día de 1985, un médico le diagnostica SIDA y le advierte que sólo le quedan 30 días de vida.

Si éste fuera el gatillo disparador de una historia, usted se estaría imaginando una película sobre enfermedad, la crónica de una degradación física de un hombre que atraviesa sus últimos días comprendiendo aquellas cosas que ha hecho mal en su vida y, tal vez, pueda estar a tiempo de cambiar alguna verdaderamente significativa.

Bueno, un melodrama como ése no sería digno de Ron Woodroof. Porque jodido y todo, un tipo como Woodroof tiene que morir con las botas puestas. Y eso es lo que cuenta “El Club de los Desahuaciados” (pésima traducción de la fidedigna “Club de Compras de Dallas”): la batalla épica de un tipo que no sólo sobrevive mucho más del mes profetizado, sino que se da de cabeza contra la FDA (la agencia de control de drogas y alimentos de Estados Unidos) y le gana un par de rounds. Por lo que, consejo para los espectadores que quieran ir al cine para llorar, “El Club de los Desahuciados” no es la película indicada para su gusto.

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“El Club de los Desahuaciados” misma, como película, tuvo que luchar para llegar a la pantalla, casi una batalla tan desigual como la de Ron Woodroof. Craig Borten (coguionista del filme con Melisa Wallack) reporteó a Woodroof un mes antes de su muerte, en 1992, cuando ya amasaba la idea de una película sobre el vaquero arrogante. Veinte años para ver el sueño hecho realidad, con la repercusión merecida que coronó esa lucha por existir.

Hay una fuerte denuncia contra la política de los grandes laboratorios en la pandemia del SIDA. Los testeos del AZT, una droga que por sus muchos efectos colaterales no había pasado las pruebas contra el cáncer, están sospechados por la parcialidad de la FDA, el órgano de control, hacia el laboratorio que tenía la patente de la droga. Ron pelea con esos dos colosos, tratando de sobrevivir. Divulga tratamientos médicos que presentan mejores resultados, contrabandea drogas y monta un negocio rentable sobre un vacío legal, con sus clubs de compras que permitieron lograr mayores tasas de supervivencia a los mismos homosexuales que despreciaba.

Pese a la evidencia, en el contexto de la masacre que era el SIDA en esos días, los médicos y las autoridades (beneficiarios de los dólares regados por los laboratorios) se niegan a reconocer que los tratamientos alternativos lograban mejores resultados que las pruebas iniciales del AZT. El negocio imperaba sobre la realidad. Y las autoridades se ponen en movimiento para obstaculizar el negocio de Ron. (La lucha llegó a los tribunales y, en la realidad, terminó con un acuerdo con la FDA. Y, de refilón, cambió la dosis del tratamiento con AZT para reducir la toxicidad de la droga).

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Hay una idea importante es esa lucha, que presumimos sólo podía darse en una sociedad tan abierta como la de Estados Unidos: el derecho de cada uno a buscarse el tratamiento médico que juzgue necesario. El modelo clásico es el de un experto (con credenciales debidamente certificadas) que poseedor de un conocimiento técnico tiene amplia potestad para indicar el mejor tratamiento, sin necesidad de dar explicaciones más que a sus iguales (i.e. sus colegas). El paciente es un elemento subordinado; sólo pone el cuerpo. Otro modelo posible es el del paciente que trabaje codo a codo con el médico en la búsqueda del mejor tratamiento y que tiene el derecho de decidir por sí mismo qué asistencia y qué riesgo quiere correr. Porque, en definitiva, es el que pone el cuerpo.

(La existencia de Internet ha permitido la difusión de la información médica y de la divulgación de la terminología de esa ciencia. Cada vez es más común interpelar al médico y proponerle alternativas. Por eso, la ortodoxia médica descalifica a Internet. No porque pueda haber información trucha en la red; sino por la oportunidad que le da al paciente de pedirle explicaciones a su médico. Del pedestal del conocimiento se lo desciende al más terrenal campo del negociante que nos está vendiendo un servicio y debe darnos información del producto que nos está ofreciendo antes de comprarlo. Es una rebaja muy fuerte para algunos espíritus aristócratas.)

Otra reflexión dramáticamente poética es cómo un personaje discriminador puede ser el héroe de la comunidad que discrimina. El vaquero homófobo, marginado por sus compañeros, encuentra su punto de referencia en la comunidad gay a la que salva con su lucha. El Universo suele ser más irónico de lo que podemos aceptar.

Lo notable en la construcción de un personaje como Ron Woodroof es que logramos identificarnos con el protagonista aunque no tenga nada para seducirnos. No hay chantaje emocional: Woodroof se muestra con todas sus taras. Pero logra su redención: una batalla bien dada es digna de reconocimiento.

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En la piel de Woodroof (y nunca mejor dicho, es casi lo único que le queda) está Matthew McConaughey, más que merecido ganador del reciente Oscar. Lo de McConaughey es más que bajar de peso para dar el look del personaje: es haber logrado entender que este protagonista no podía consentir la piedad. Era un luchador. No iba a esperar que le tuviéramos piedad. Por eso, aunque “El Club de los Desahuaciados” cuente la historia de un enfermo, la enfermedad no es el punto central de la trama. Otra moraleja: siempre tenemos tiempo para intentar una última batalla, aunque nos diagnostiquen menos de un mes de vida.

La otra descomunal actuación es la de Jared Leto (otro Oscar merecido) que regala a Rayon, un travesti que termina siendo la contraparte de Woodroof, socio y amigo. También, como el Woodroof de McConaughey, el Rayon de Leto está generado desde la dignidad. No es decadente ni patético. Claro que tampoco es un luchador como Woodroof. Y eso termina costándole la vida.

Muy buena película, una más de una cosecha digna para este año, vale la pena no dejarla pasar.

Mañana, las mejores frases.

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