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críticas chatarras

martes, marzo 22, 2011

stamo tutto viejos 

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UN FERIADO PARTICULAR
data: http://www.imdb.com/title/tt1277728/

Opera prima de Gianni Di Gregorio que luego de co-escribir “Gomorra”, se lanzó a contar una historia chiquita pero redonda. Un ejemplo de esas historias montadas sobre una anécdota argumental mínima, potenciada por muy buenas actuaciones. Tiene la virtud de durar exactamente lo necesario (75 minutos) para no estirar la trama en detrimento de la calidad.

En un reportaje en “La Nación” (http://www.lanacion.com.ar/1355215-otra-historia-minima), Di Gregorio contó como esta película nació de una vivencia personal. Él, como su homónimo protagonista, tuvo a su madre a cargo y fue un moroso en el pago de las expensas. Y también como él, el administrador de su edificio le propuso condonar la deuda a cambio de cuidar a la madre del administrador durante las vacaciones de Ferroagosto. Total, si ya estaba cuidando a una viejita, ¿qué problema iba a tener en cuidar a otra?

Gianni Di Gregorio rechazó el ofrecimiento pero se quedó pensando qué hubiera pasado de haber aceptado la oferta. Y así nació esta historia contada con ese tono tan particularmente italiano para la comedia, en la que el protagonista (que ya cargaba con su madre) debe aguantar, durante un fin de semana largo, no a una más, sino a otras tres viejitas.

Ferroagosto es una especie de Día de Acción de Gracias italiano, una festividad que se remonta al Emperador Augusto y que se enlaza con la festividad cristiana de Santa María, el 15 de agosto. Es el fin de semana largo y caluroso que los romanos suelen aprovechar para salir de viaje. Y en esa época propicia para la escapada turística surge la duda: ¿qué hacemos con la nona?

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Gianni, copita de vino en mano, entra por un tubo y termina jugando el juego que quieren jugar las ancianas, manipuladoras como niños al pasar por todas las etapas, desde el enojo, el pataleo, el capricho, hasta la perfecta cooperación y entendimiento.

Hay en el final de “Un feriado particular”, un toque agridulce, el de las caritas tristes de las viejitas cuando saben que sus hijos vienen a buscarlas en medio del almuerzo de Ferroagosto. Hay, en esas miradas de niños a los que le sacaron el chupetín, el testimonio de tanta soledad, tanta indiferencia, tanto darse la cabeza contra la pared contra una sociedad que no sabe cuál es el lugar que le corresponde a los viejos.

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El casting es imprescindible para la eficacia de esta muy amena comedias. Las cuatro viejitas se roban la película, muy bien secundadas por Gianni Di Gregorio. Un apunte aparte para las calles de una Roma vacía. La frase: “Yo hablo con Marcelo. Ahora, esta noche sí... algo liviano... un caldo”.

Anote: “Un feriado particular”. Una de esas comedias puras para reírse un rato. No es poco a esta altura del partido.

jueves, marzo 17, 2011

frases de “Howl” 

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Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer, en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo…

A veces me siento al mando cuando estoy escribiendo. Cuando estoy en el fragor de algunas lágrimas de verdad, sí. Otras veces, la mayoría del tiempo, no. Ya sabes, sólo dando vueltas, tallando en la madera, tú sabes, buscando una bonita forma, como la mayoría de mi poesía.

El comienzo del miedo para mí es pensar: ¿qué pensaría mi padre de algo que yo escribo?

No existe la “Generación Beat”. Sólo es un montón de tipos tratando de ser publicados.

Desde muy temprano me di cuenta que, en verdad, nadie se sorprende por nada. A menos que salgas afuera a matar gente, tú sabes… La gente nunca se sorprende realmente por una expresión de sentimientos.

El problema, cuando entras a la literatura, es que hay un montón de escritores que tienen ideas preconcebidas acerca de lo que la literatura se supone que debe ser. Pero sus ideas parecen impedir todo aquello que se hace más interesante en una conversación casual, su homosexualidad, su soledad, su neurosis, su tontería, su vulgaridad o, incluso, a veces, su masculinidad. Porque ellos creen que van a escribir algo que suena como aquello que ellos leyeron con anterioridad, en vez de sonar como algo propio o que venga de sus propias vidas.

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¿Qué pasa cuando haces una distinción entre aquello que le dices a tu amigo y aquello que le dices a tu Musa? El truco está en quebrar dicha distinción y aproximarte a tu Musa sinceramente, como te hablarías a ti mismo o a tus amigos. Es la capacidad de comprometerse a escribir de la manera que tú eres.

Señor, usted no puede traducir la poesía en prosa. Por eso es poesía.

-Aquella palabra... “concha”... ¿es ella pertinente para el esfuerzo literario del Sr. Ginsberg?
-Sí. Creo que el uso de eufemismos en la descripción de esto sería deshonesto para el Sr. Ginsberg.

La poesía, generalmente, es una articulación rítmica de sentimientos.

Y un sentimiento es un impulso que se inicia dentro. Cómo el impulso sexual, sabes.

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En el momento de la composición, necesariamente no sé qué quiere decir. Suele significar algo más tarde. Después de uno o dos años, me doy cuenta que aquello significa algo claro, inconscientemente. Toma un significado con el tiempo, sabes como una fotografía que se desarrolló con lentitud. Es absolutamente espontáneo. A veces ni siquiera sé si tiene sentido. Otras veces, sé que tiene completo sentido. Me pongo a llorar. Porque me doy cuenta que estoy que estoy golpeando en un área que es totalmente cierta. En ese sentido, capaz de ser leído por alguien y llorar también, quizás, siglos después. En ese sentido es como una profecía, porque toca un punto clave. Quiero decir, lo que una profecía en verdad es, no es saber si la bomba caerá en 1942. Es saber y sentir algo que alguien sabrá y sentirá en cientos de años más...

Aquello fue como si el cielo me bañara en oro. Finalmente alguien me amaba como yo lo amaba y, por primera vez en mi vida, me sentí aceptado completamente.
¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!

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¡Ellos lo vieron todo! ¡Los ojos salvajes! ¡Los santos gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo hacia la soledad!

… pero no podemos traer, aquello que podemos llamar, un hombre promedio para testificar que, cuando lee el libro, no lo entiende. Él no sabe de qué se trata.

El Sr. Ginsberg no elige las palabras que usa para contar su historia, pensando en nosotros. Él cuenta la historia de la manera en que la ve.

La batalla por la censura no será finalmente resuelta por la decisión de Su Señoría. Pero sí se sumará al pensamiento liberal y educado o, por su decisión, agregará combustible al fuego de la ignorancia. Que se haga la luz. Que se haga la honestidad.

El autor de “Aullidos” ha usado esas palabras porque él creía que aquellas son necesarias para ilustrar de manera adecuada el personaje. La gente estima que tales palabras no son necesarias y que otras serían más aceptables para el buen gusto. La respuesta es que la vida no se encasilla en una sola fórmula que obligue a cada persona a actuar de la misma manera, conforme a un patrón único.

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No existen dos personas que piensen de la misma forma. Todos hemos sido hechos desde el mismo molde pero de formas diferentes. ¿Habría alguna libertad de prensa o discurso si redujéramos su vocabulario al eufemismo insípido o inocuo?
Un autor debe ser real en el tratamiento de su tema y se le debe permitir expresar sus pensamientos e ideas en sus propias palabras. En la consideración de la obscenidad, es bueno recordar el lema “Honi soit qui mal y pense” : “El mal, al que piensa mal”. Las libertades de expresión y prensa son inherentes a una nación de personas libres. Estas libertades deben ser protegidas si queremos seguir siendo libres, tanto a nivel individual como a nivel nacional. Por lo tanto, concluyo que el libro "Aullidos y otros poemas" tiene cierta importancia social redentora y considero que el libro no es obsceno.

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El poema se ha malinterpretado sólo como una promoción de la homosexualidad. En verdad es… es más la promoción de la sinceridad, acerca de cualquier tema. Si eres un fetichista de los pies, escribe acerca de los pies. Si eres un especulador del mercado, puedes escribir acerca del aumento de la curva de ventas o el gráfico del mercado del petróleo. Cuando un pequeño grupo de personas es franca acerca de la homosexualidad en público, aquello rompe el hielo. Cuando la gente es franca acerca de lo que sea, entonces... aquello es socialmente útil.

La homosexualidad es una condición, y debido a que esto me aliena o me aparta y aísla desde siempre, sirve como un catalizador de la autoexploración o un detallado “darme cuenta” de mi ambiente y las razones del porqué todos somos diferentes y porqué yo soy diferente.

miércoles, marzo 16, 2011

la función social de la poesía 

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HOWL
data: http://www.imdb.com/title/tt1049402/

Experimental, con una gramática de collage, “Howl” (“Aullidos”) es un ensayo sobre la función social de la poesía. En uno de los parlamentos finales, James Franco como Allen Ginsberg define el fin de su poema “Aullidos”, el de promover la sinceridad. “Cuando la gente es franca acerca de lo que sea, entonces... aquello es socialmente útil” concluye y, más adelante, se atreve a definir su homosexualidad como un catalizador de la autoexploración “o un detallado ‘darme cuenta’ de mi ambiente y las razones del porqué todos somos diferentes y porqué yo soy diferente”. Ahí está la tesis: el arte nos hace ver posiciones personales que ni siquiera imaginamos pensar. Nos pone en la piel del otro y eso, aunque nos incomode y nos mueva a rechazo, ya es socialmente útil, porque nos hace sentir las diferencias del otro y nos permite reconocer la normalidad de las diferencias. Ese lado oscuro que ocultamos por vergüenza o temor, no es tan novedoso ni tan escandaloso. Y el arte nos pone el espejo para hacernos ver y para ver al otro.

“Howl" trabaja en tres planos, distinguidos con texturas y fotografías diferentes. En primer lugar, el blanco y negro para el recitado de Ginsberg, en 1955, de su poema “Aullidos”; en segundo lugar, en el color de los ’60 de un falso documental (que recrea un auténtico reportaje a Ginsberg), la entrevista al poeta contando, unos años después, las razones de su poema, la historia oculta en sus líneas, el objetivo de su arte; finalmente, en un color normal, muy contemporáneo, el juicio por obscenidad a “Aullidos”, protagonizados por el fiscal McIntosh (David Strathairn) y el defensor Jake Ehrlich (John “Mad men” Hamm).

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Los tres planos se intercalan en la trama y refuerzan la comprensión del poema “incomprensible” yendo un poco más allá, postulando una tesis sobre el sentido social del arte y su función en una sociedad libre. Confluyen los tres planos en esa tesis: mostrar la regularidad de nuestras diferencias, santificar esas condiciones y proteger la libertad del escritor a expresarse cómo quiera para preservar esa función redentora del hecho artístico.

Si “127 horas” le dio una nominación a James Franco, ¿qué habría de esperar por su muy buena actuación en “Howl"? Más aún: ¿no hay más ideas en “Howl" y más riesgos artísticos que en muchas de las nominadas al Oscar? James Franco logra mimetizarse con el poeta Allen Ginsberg y transmitirnos la sensibilidad de su mundo creador. Lo rodea un muy buen elenco, destacándose el alegato de John Hamm contra la censura y la libertad de expresión.

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En suma, “Howl" es mucho más que una biografía o la descripción de un escándalo. Es una argumentación del rol del arte en la sociedad y de las características que hacen del artista, un auténtico artista y no un mero mercader cultural. Mañana, las mejores frases.

sábado, marzo 12, 2011

frases de “The Sunset Limited” 

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¿Y qué se supone que debo hacer con usted, profesor?

-¿De verdad piensa que Jesús está en este cuarto?
-No. No creo que esté en este cuarto. Sé que está en este cuarto. Es cuestión de perspectiva, profesor.

-Cosas culturales, por ejemplo, libros, música, arte, cosas así…
-Muy bien.
-Esas son las cosas que tienen valor para mí. Son los pilares de la civilización. Solían tener valor para mí. Supongo que ya no tanto.
-¿Qué ocurrió?
-La gente dejó de valorarlas. Yo dejé de valorarlas. Hasta cierto punto, no sé si conozco el porqué. Mi mundo ha desaparecido en buena medida. Y pronto se habrá ido del todo.

Las cosas que amo son muy delicadas. Muy frágiles. No lo sabía; creía que eran indestructibles. Pero no lo eran.

Fue personal. Es lo que tiene recibir una educación. Hace el mundo algo personal.

¿De que le sirve manejar ese tipo de conceptos, si no consiguieron mantenerlo pegado al andén cuando el Sunset Limited apareció a 100 por hora?

Es un yonki de la cultura.

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Puede que tenga razón. Puede que no tenga creencias. Creo en el Sunset Limited.

La civilización occidental se convirtió en humo en las chimeneas de Dachau. Y yo estaba demasiado ensimismado para verlo.

¿Cómo no es capaz de verse a usted mismo, amigo? Es transparente como el cristal. Puedo ver los engranajes que lleva dentro. También veo su luz. Buena luz. Luz de verdad.

Quédese sólo un poco más…

-El tema es, profesor, que no tengo la más remota idea de lo que le pasa por la cabeza a Dios. No sé por qué me habló a mí. Yo no lo haría.
-Pero usted escuchó
-¿Qué opción tenía?
-No sé... ¿No escuchar?
-¿Cree que va hablando con gente que sabe que no lo escucharán? ¿Cree que es un pasatiempos para Él?

-El sufrimiento y el destino humano es la misma cosa. Se describen mutuamente.
-¡No hablamos de sufrimiento, sino de ser feliz!
-No puedes ser feliz si sufres
-¿Por qué no?

El meollo es, profesor, que si no hubiera dolor en su vida. ¿Cómo sabría cuándo es feliz?

El tema es que la preocupación de un borracho no es morir por beber, lo cual ocurrirá, sino que se quedará sin whisky antes de que eso pase.
Si uno es creyente, llega hasta el pozo mismo de la creencia y no ha de buscar más. No hay más que buscar. Pero el no creyente tiene un problema: se ha propuesto desentrañar el mundo, pero cada cosa a la que puede decir “No es cierto” se queda tirada en su camino.

Creo que el mal es algo que uno se incorpora. Casi siempre por desear lo que no debes tener.

Alguien inquisitivo busca la verdad. Un escéptico quiere que le digan que eso no existe.

Este libro es una guía para los ignorantes y las almas enfermas. Un hombre completo no lo necesitaría. Y si lee este libro verá que se habla más sobre el mal camino que sobre el bueno.

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Creo que la respuesta a su pregunta es que la dialéctica de la homilía presupone el mal.

-Incluso Dios cede a veces. No existe clerecía en el infierno, que yo sepa.
-No la hay y lo ha expresado muy bien. La clerecía es para los vivos. Por eso uno es responsable de sus hermanos. Cuando dejan de respirar ya no puedes ayudarlos.

Él dijo que uno podría tener la vida eterna. Tenerla ahora. Hoy. Sostenerla en las manos. Verla. Resplandeciente. Un poco pesada, pero no demasiado. Cálida al tacto. Levemente. La vida para siempre. Y podría tenerla ahora. Hoy. Pero no la quiere. No la quiere porque para conseguirla uno ha de salvar a su hermano. Has de tomarlo entre tus brazos y abrazarlo. Sin importar su color, cómo huele o si ni siquiera desea ese abrazo. Y usted no lo hará, porque no cree que lo merezca. Y eso es indiscutible. No lo hará porque no le parece justo.

Creo que son sus creencias las que lo hunden y no lo que no cree.

La búsqueda de su vida es su búsqueda en una carretera que usted hizo. Y tal vez eso baste para que siga con ella. Mientras esté en esa carretera, no puede perderse.

Si lee la historia del mundo está leyendo una saga de sangre, avaricia y locuras imposibles de ignorar. Y aun así, imaginamos que el futuro será distinto.

La luz le rodea. Pero sólo ve sombras. ¿Y sabe qué las causa? ¡Usted! ¡Usted es la sombra!

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Recomenzar es recomenzar. De cero. Si todo lo que es y todo lo que tiene y todo lo que ha hecho lo ha llevado al fondo de una botella de whisky o a un viaje de ida en el Sunset Limited, entonces no me puede aportar ni una buena razón para salvar nada de eso… ¡Porque no la hay! Si fuera capaz de cerrar esa puerta su mundo será frío y solitario y soplará un viento furioso. Pero usted no dice nada. Sólo alza el cuello y sigue andando.

-Pues yo veo otra razón. Justo enfrente de mí.
-¿Qué es...?
-Que ha de amar a su hermano o morir.

Uno renuncia al mundo línea a línea. Te conviertes en cómplice de tu destrucción y no puedes evitarlo. Todo lo que haces te cierra una puerta más adelante, hasta que sólo queda una puerta.

Anhelo las sombras. Rezo por la muerte, muerte real. Y si pensara que en la muerte me encontraría con los que conocí de vivo, no sé qué haría. Sería el espanto definitivo. Si pensara que volvería a ver a mi madre y a empezar con todo eso otra vez, pero esta vez sin la perspectiva de una muerte futura, eso sería la pesadilla definitiva. Kafka a la enésima potencia.

No considero mi estado mental como una visión pesimista del mundo. La considero el mundo mismo.

Si la gente pudiera ver el mundo tal y como es, ver sus vidas tal y como son, sin sueños o ilusiones, no creo que encontraran una sola razón para no querer morir cuanto antes.

Su hermandad es una hermandad de dolor y nada más. Y si ese dolor fuera colectivo en lugar de reiterativo, su mero peso bastaría para desgajar al mundo de las paredes del Universo y mandarlo en llamas a través de la noche hasta ser sólo cenizas.

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Enséñeme una religión que lo prepare a uno para la nada. La muerte. Tal vez me uniera a ella. La suya prepara a la gente para más vida. Sueños, ilusiones, mentiras. Si le quitaran a los hombres el miedo a la muerte no durarían un día. Quién querría esta pesadilla sino por miedo a una próxima. La sombra del hacha pende sobre cada alegría. Todo camino acaba en muerte. Cada amistad, cada amor.
Tormento, pérdida, traición, dolor, sufrimiento, vejez, indignidad. Horrendas y prolongadas enfermedades. Y todo acaba igual. Para ti y para todo y todos los que has decidido que te importen. Ésa es la auténtica hermandad y todos somos miembros vitalicios. Usted me dice que mi hermano es mi salvación. ¡Pues entonces lo maldigo! Lo maldigo en todo modo y manera. ¿Me veo reflejado en él? Sí. Y lo que veo me asquea...

-¿Cuánto tiempo lleva sintiéndose así?
-Toda mi vida
-¿En serio?
-Es aún peor.
-No me imagino algo peor.
-La ira queda para los buenos días Lo cierto es que ya queda poco de eso. Lo cierto es que las formas que veo se han ido vaciando. Ya no poseen contenido. Son sólo formas. Un tren, un muro, un mundo. O un hombre.

-¡No salga ahí fuera, profesor! Sabe lo que hay ahí fuera
-Claro que lo sé. Sé lo que hay y sé quien hay. Deseo acariciar su mejilla huesuda. Sin duda se sorprenderá de sentirse tan querida. Y cuando me aferre a su cuello, susurraré a su viejo y seco oído: “Aquí estoy”. ¡Ahora abra la puerta!

Usted dice que deseo el amor de Dios, pero no. A lo mejor busco perdón. Pero no hay a quién pedírselo. No hay vuelta atrás, no hay reparación. Sólo la esperanza en la nada. Y me aferro a ella.

Si querías que lo ayudara… ¿por qué no me diste las palabras y a él sí?

Está bien... Si nunca hablas de nuevo, sabes que mantendré tu palabra. Sabes que lo haré, que estoy dispuesto. ¿De acuerdo? ¿De acuerdo?

viernes, marzo 11, 2011

el don de las palabras 

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THE SUNSET LIMITED
data: http://www.imdb.com/title/tt1510938/

Dos hombres hablando alrededor de una mesa, en un sólo ambiente. Eso es todo. Economía de recursos por hora y media, en un diálogo que enfrenta a dos voluntades, dos modos de comprender la vida, en una oposición fundamental en la historia humana. Creer en un significado; creer en la inexistencia de alguno. Al final del filme, un personaje increpa a Dios: “¿Por qué no me diste las palabras?”. Detrás de esa larga lucha por encontrar a Dios, está el protagonismo de las palabras. Sólo las palabras sostienen a “The Sunset Limited”, un brillante telefilme de HBO que reúne a Samuel Jackson y Tommy Lee Jones con un texto de Cormac McCarthy, el autor de “Sin lugar para débiles” o “La carretera”. Sólo las palabras como herramientas para expresar las ideas más complicadas de la especie. Las palabras para mantener la tensión dramática, las palabras para torcer la voluntad del otro.

No sabemos sus nombres. Negro y Blanco. Un negro y un blanco, pero también dos posturas polares. Negro es un pastor evangelista que ha evitado que el blanco se lance, esa mañana, bajo las ruedas del tren, del Sunset Ltd. El negro ha cargado con el blanco hasta su casa y se empeña en convencer al suicida de su idea. Es un diálogo por la vida de uno; es una conversación alrededor de un libro, Él Libro. Y es la confrontación de dos concepciones de la vida.

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“The Sunset Limited” es esa clase de películas que uno se entusiasma en recomendar, aunque comprende que existe el riesgo de que para la gran mayoría sea “un embole”. Eminentemente teatral, no es la clase de filme para un público cómodo. No porque sea compleja, simbólica, obscura; pero exige una atención plena al que el cine de los últimos tiempos no nos tiene acostumbrados.

Notablemente, McCarthy despliega su habitual ferocidad, palabras que rasgan como navajas afiladas, potenciadas por la excepcional interacción actoral de Samuel Jackson y Tommy Lee Jones (éste también director). Hay un juego del gato y del ratón; pero no queda claro (hasta el final) quién es el gato y quién el ratón.

La última imagen es un amanecer. Pero el sol no como esperanza, sino como desafío: un nuevo día, una nueva prueba más para aquel que está vivo. Negro o blanco, la apuesta de cada día.

Mañana, las mejores frases.

miércoles, marzo 09, 2011

dos diálogos 

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LIFE DURING WARTIME
data: http://www.imdb.com/title/tt0808526

En 1998, Todd Solondz escribió y dirigió “Happines" (“Felicidad”), una gema del cine independiente valorada por la crítica. (Está bien. Lo confieso. No la vi. Pero vi “Storytelling” y me gustó). En el 2009, Solondz filmó la secuela de esa historia, tomando los mismos personajes, con otros actores. Esa película es “Life during wartime” (“La vida en tiempos de guerra”) y tiene todos los tics característicos de Solondz. Personajes patéticos, diálogos de un humor absurdo, gente con ganas de sobrevivir pese a que el mundo le muestra su cara más feroz.

La película funciona medianamente bien en general, sobrevuela sus baches, disimula esos tics enunciados y, en un par de ocasiones, se eleva a grandes alturas con diálogos superlativos. Dos de ellos son los motivos centrales de este post que nos llamaron especialmente la atención.

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El primero es un diálogo entre Charlotte Rampling y Ciarán Hinds. Ambos son dos desconocidos, de levante en un bar. Ciarán interpreta a Bill, el padre pedófilo que ha salido de prisión y sólo tiene unos pocos dólares en el bolsillo. La veterana se acerca a la mesa de Hinds y se entabla este diálogo muy pero muy bien escrito:
-¿Puedo?
-Sí.
-Perdón. Dígame que es hetero.
-Lo soy.
-¡Gracias Dios! ¿Qué hace aquí solo?
-Trabajo.
-¿Le gusta su trabajo?
-Pagan.
-Bien. Es lo normal.
-¿Está sola?
-Casada. Sola. Es parecido.
-No. Solo es solo.
-Percibo bien a la gente.
-¿Y a mí?
-Veo un hombre. Solo. Heterosexual. Eso me alcanza.
-Bien visto.
-Mi marido era marica.
-Eso es duro.
-El único hombre al que he amado.
-¿Qué le ha pasado?
-Cosas...
-¿Niños?
-Más. Sólo una jauría de lobos, sedienta de sangre.
-Pero entonces...
-Para ellos soy una traidora. Un monstruo.
-¿Por qué?
-Porque soy un monstruo.
-La gente... no podría hacer nada si ellos también fueran monstruos...
-No podrían tampoco ser perdonados.
-¿Se lo ha preguntado?
-No soy idiota. En su lugar, yo haría igual. En mi familia, no hay más que ganadores y perdedores.
-Y sólo los perdedores piden perdón.
-Solamente los perdedores esperan obtenerlo.
-El mundo... a veces es duro.
-¿Qué sabe del mundo usted que yo no sepa ya? Dos veces más que una... El enemigo está dentro de nosotros.

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Otro diálogo para un marco. Personajes: Timmy, el hijo del pedófilo liberado, que acaba de enterarse de que su padre era un violador de menores, justo en las vísperas de su bar mitzvah; su madre y su nueva pareja, un viudo con su hijo mayor, un nerd que apenas metió un comentario en toda la cena. El novio trata de sacarle charla a Timmy y hablan sobre el tema del discurso del bar mitzvah que trata sobre el perdón. Y ahí se enriedan en un diálogo sobre si se puede perdonar a terroristas como los del 11 de septiembre, aunque sabemos que Timmy no está hablando de Al Qaeda si no de su padre pedófilo.

En ese momento, el hijo mayor del viudo, que estuvo sentado en un rincón con cara de aburrido, abre la boca e ilumina la escena:
-Si se puede perdonar y olvidar o perdonar y no olvidar. ¿Cuándo olvidamos sin perdonar?
-Creo que se puede -contesta Timmy -Si alguien le hace alguna cosa... Horrible... Verdaderamente horrible... que le hace daño, que es muy dolorosa... Entonces, quizás, más vale olvidar Y vivir sin ese dolor que perdonar y acordarse.

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Al final, los dos hijos, los dos personajes, se encontrarán otra vez en una línea postrera que regalamos de yapa:

-“Perdona y olvida”. Pero es como “libertad y democracia”. Cuando China domine el mundo, todo esto no tendrá ninguna importancia.

Chispitas de luz, escenas que brillan en una película buena, aunque no genial. Sólo para cierto tipo de espectador. “Life during wartime” nos deja pensando en la eficacia del olvido y su supremacía sobre el perdón.

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sábado, marzo 05, 2011

tectónica de masas 

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BIUTIFUL
data: http://www.imdb.com/title/tt1164999/

Para más de un crítico snob local, Alejandro González Iñárritu es un manipulador del morbo del espectador, ametrallando a puro golpes bajos la línea de flotación de culpabilidad del público. Esa cofradía del lugar común, prestos a analizar con etiquetas preestablecidas, ha contribuido mucho para que “Biutiful” esté pasando relativamente escondida en las pantallas argentinas. Si usted se pierde esta película, cometerá un error cinéfilo imperdonable. Y trataremos, dentro de nuestras limitaciones, argumentarle porqué, sin ser la película más redonda de González Iñárritu, aún así le sobra elementos que la destacan del resto.

González Iñárritu es un maestro de las historias corales de la globalización. Lo que aproximó en “Babel”, en “Biutiful” llega a ser una auténtica tectónica de masas, un fresco de las emigraciones, empujadas unas contra otras, bullendo, raspándose, chorreando, en megalópolis abrumadoras, agresivas sonoras y visualmente.

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En ese terremoto de las poblaciones que dejaron sus lugares para buscar un futuro mejor, se inserta la historia de Uxbal (el monumental Javier Bardem del que rehusaremos dar calificativos porque los agotó todos), un hombre divorciado, con dos hijos pequeños, una ex esposa inestable mentalmente al borde del derrumbe. Uxbal es un buscavidas callejero que se rebusca el mango con los inmigrantes ilegales, un ser sensible que tiene el don mágico de hablar con los muertos y de ayudarlos a encontrar su camino a los que se resisten a dejar en paz la vida.

Ése personaje convulsivo, emocional, duro y blando simultáneamente, se entera que padece un cáncer de próstata diseminado y que morirá en meses. ¿Cómo reorganizar la vida? ¿Cómo asegurar el futuro de los niños? ¿Cómo hacer lo correcto cuando todo es incorrecto? ¿Cómo flotar en las corrientes de la vida en una ciudad donde la muerte convive junto al tazón con leche y galletas?

Recuerdo alguna crítica progresista que desestimaba al Danny Boyle de “Slumdog Millonaire” porque incluyó una escena en la que se le queman los ojos a un niño indio. El crítico se habrá sentido orgulloso trazando la línea de la ética en el ejercicio del arte, diciendo en voz alta: “De aquí... ¡no pasarás!” y poniéndole un “regular” o una par de estrellas a esa película que fue capaz de mostrar “eso” en pantalla. La anécdota viene a cuenta con “Biutiful”, maltratada de igual modo, porque lo que esa clase de críticos muestran es su desconocimiento de la realidad. Los niños lisiados a propósito para que sobrevivan como mendigos es India. No es una invención. Pasó y pasa. Y aún así, ante tanto horror, los indios se levantan cada día para valorar la belleza y pensar que su vida tiene suficiente trascendencia para impresionar al Universo. Ésa es la idea del destino en la historia de “Slumdog Millonaire” que implica la elevada concepción de una instancia superior en el Universo que está en la idiosincracia india.

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En paralelo, tal como esa India, estan estos márgenes de Barcelona, guiso espeso, sucio y purulento, lejano de la postal turística, el escenario donde transcurre “Biutiful”. Y lo notable es que esta descripción no distingue a Barcelona porque se confunde con cualquier otra ciudad grande, como México D.F., Buenos Aires o Río. Imágenes que se repiten: los vendedores piratas, los chinos, los negros, los logos de las ropas de marca, las viviendas ocupadas y derruidas, la variedad de idiomas, todos hablados a medias, las tradiciones que crujen ante las nuevas costumbres, las mujeres con pañuelos cubriendo su cabeza, los negocios de comida árabe, los persas, la violencia policial, el ruido, el caminar constante, la agresión visual, las nuevas construcciones, la sofisticación, la saturación, las torres futurísticas. Es un dato para ser remarcado: la ciudad de “Biutiful” es cualquier ciudad globalizada, como globalizada es la película, dirigida y escrita por un mexicano, con músico argentino, protagonista español, secundarios chinos, senegaleses, sudamericanos.

(Vale prestar atención a los detalles de belleza entre las ruinas: la calcomanía de un pescadito en el azulejo rajado de una ducha improvisada; un empapelado chillón con las fotos amarillentas de cuando fuimos felices; una bengalita de ocasión para alumbrar la torta de un cumpleaños patético porque sabemos que es el último; unos bolsos coloridos en las espaldas de chicos grises).

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Si la mera descripción hubiera alcanzado para rondar una buena película, González Iñárritu no se queda en eso, sino que tensa una sublínea que termina imponiéndose. Si uno pudiera dar un paso para atrás, en esa locura, comprendería que junto a ese horror florece la vida a borbotones. Las personas se siguen amando, siguen criando sus hijos, siguen luchando por sobrevivir. Hay un orden cósmico y esta lucha, nos parece brutal porque nos es contemporánea. Pero es la condición del ser humano: sobrevivir a un medio hostil.

Que Uxbal tenga un poder mágico, el de poder comunicarse con los muertos que no quieren dejar atrás la vida, no es un detalle caprichoso. En ese fragor por el puto dinero, Uxbal es capaz de ver lo trascendente. Y cuando se acerque a su final, todo ese torbellino será un ruido de fondo, un mero temblor en un movimiento secular que viene del fondo de la historia.

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La primera (la última escena) une a Uxbal con su padre, al que no conoció, emigrado político tras la guerra civil. Ese encuentro alega que la globalización no es un fenómeno nuevo; lo que es nuevo es que nos llame la atención, que nos conmueva la explotación del inmigrante. Esa inquietud marca la evolución de la sociedad.

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“Biutiful” es, también, la historia de un cuerpo muerto. El de Uxbal pero también el de una sociedad en un equilibrio inestable, un colapsar continuo que presagia un final. Un final que intuye un inicio, un más allá, un “¿qué es lo que hay ahí?” con el que cierra la película.

Tal vez, como dice la adivina, amiga, maestra y confidente, “no puedes cuidar a tus hijos; es el Universo el que lo hace”. Las piezas se acomodan, en el tablero cósmico.

Mientras, la gente, como ha sido siempre, nace, ama, se reproduce y, finalmente, muere.

miércoles, marzo 02, 2011

la tentación del final que contenta al público 

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THE NEXT THREE DAYS
data: http://www.imdb.com/title/tt1458175/

“The next three days” es un thriller muy bien escrito y dirigido por Paul Haggis, la remake de un filme francés (“Pour elle” del 2008). Es una historia sólida, con buenos actores, monopolizada por Rusell Crowe sobre quién gira el 90% de la trama.

John Brennan es un maestro de escuela que se propone sacar de la cárcel a su esposa, condenada por asesinato. Un feliz matrimonio con un hijo pequeño que se ha derrumbado por pruebas circunstanciales. John sabe que no hay vida, ni para él ni para su hijo, si su esposa Lara sigue en prisión.

Más allá de las objeciones sobre la verosimilitud de la trama (si un maestro de escuela puede engañar a toda la policía de Pittsburgh), en la que no caeremos porque toda ficción exige una suspensión de la incredulidad de parte del espectador, sin haber visto la película original nos jugamos por una objeción al final, razón de ser de este post. Los que no hayan visto la película y no quieran que le contemos el final, detengan acá la lectura de esta crítica y la posponen para el futuro.

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“The next three days” tiene dos escenas claves que se entrelazan (dos plot points, en el esquema de guión de Syd Field). La primera escena es la charla de John con Damon Pennington (breve pero decisiva participación de Liam Neeson). Damon es un ex convicto que vive de escribir libros donde cuenta cómo ha escapado varias veces de prisión. John ya tiene en mente que quiere sacar a su esposa de la cárcel por medios no lícitos, pero no sabe cómo. Damon le da un plan de ruta. Pero le hace una advertencia: lo primero que tiene que saber es hasta qué punto está dispuesto a ir por la fuga. En algún momento, va a tener que tomar una decisión y dejar a alguien atrás. Y él tiene que preguntarse si está dispuesto a eso.

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Esta escena se enlaza con una cercana al desenlace, cuando John se escapa con Lara y van en busca de su hijo, que está en el cumpleaños de una compañerita del colegio. John viene cronometrando el tiempo porque sabe que la policía tiene un estricto esquema para cerrar las rutas y detener los vehículos. Le quedan 10 minutos para recoger al pibe y escapar rumbo al aeropuerto donde lo espera un avión, antes que cerquen los caminos.

Pero, héte aquí que, cuando va a buscar al chico, se entera que el nene está en el zoológico, donde verdaderamente era el cumpleaños, y no en la casa de la nenita agasajada como creyó en un principio. Desliz fatal en el plan de Joh, porque ese desvío consume 17 minutos. Está fuera del rango.

John y Lara, a los piques, por la ruta, guiados por el GPS, van al zoológico. Pero llega un momento en el que John mira el reloj, evalúa la situación y toma la ruta al aeropuerto, con el corazón sangrando en la mano.

La esposa se quiere tirar del auto, él la sostiene y quedan unos segundos al costado del auto llorando. Luego suben y se ponen en marcha.

Bueno, ése era el final. No faltaba más.

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Desde la escena con Damon, el mecanismo de relojería ingeniado por John, conducía a que, ante cualquier alteración, cualquier error, cualquier cambio respecto al plan de ruta, algún costo había que pagar. Y ése costo era dejar al chiquito atrás, cuidado por los abuelos, y ver cómo, en el futuro, lo podía traer con su esposa al paraíso donde se habían evadido de la justicia norteamericana.

Pero, ¿qué pasó aquí? John va a buscar al nene, improvisan otro plan en el camino, y, de pura casualidad, logran su cometido, viviendo todos felices en alguna parte de Venezuela.

Error. Ése es el final del focus group, el del espectador de telenovela que quiere el final feliz porque “esa familia merece estar junta”. En realidad, el guión, estructural y dramáticamente, termina cuando ellos toman la ruta al aeropuerto y dejan atrás al nene. No se puede ganar siempre. Hay un costo y este debe tomarse, so pena de sufrir otro mayor. Ése final es, dramáticamente, muy superior al elegido.

El final feliz arruina “The next three days”. Neguemos la posibilidad de que los Brennan hayan vuelto al zoológico para rescatar a su hijo y tendremos una muy buena película.

Y me juego, sin haberla visto, que la película original francesa tiene un desenlace distinto. Si alguno la vio, please, soplen el final. Y sino, a buscarla en el videoclub (si queda abierto alguno) para comparar las diferencias.

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Un último apunte: la fuerza de voluntad de Russell Crowe, no tanto para luchar contra la policía, sino para no dejar a la bruja en la cárcel y levantarse a la mamá de la compañerita de su hijo, la hermosa Olivia Wilde que vimos en “Dr. House”. Una más: breve pero sublime, la despedida final entre padre e hijo que componen Crowe con Brian Dennehy. Para remarcar.

Y un último punto: la acusación de soñador, de vivir en una realidad alternativa que, tanto su padre como su esposa, le achacan a John en algún momento del filme. Remarcado en la cita del Quijote con la que se dirige a sus alumnos, John demuestra que aquel que no tiene imaginación sólo se adapta a la mierda que puede ofrecerle el mundo. Al final, el imaginativo se sale con la suya. Sólo faltaba que expresara un revanchista: “¿Y? ¿Ahora que decís?”. Es un buen apunte psicológico del personaje que un buen guionista como Paul Haggis sabe como tensar en medio de una historia de acción.

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