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críticas chatarras

domingo, junio 07, 2009

frases “Marley y yo” 

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-Mi plan. Paso 1: Conocer a un tipo increíblemente tierno, inteligente y sexy.
-Hecho.
-Paso 2... Casarme contigo en vez de eso.

No sé si soy mejor. Lo que si sé es que tiendo a sorprenderme a mi mismo.

¿Cómo podré hacerme cargo de un niño si no puedo mantener viva una planta?

-¿Cuanto tiempo lo dejaste?
-Lo dejé máximo una hora.
-¿Le hizo eso a la pared?

¡Marley! ¡Marley detente!

-No te ves muy emocionado.
-Si, es una promoción...
-Podemos quitar el aumento si quieres.
-No, gracias...
-Bien, así se habla.

Ese perro es mala influencia para el resto. Es como un virus…

Debes ser el peor perro del mundo, para que te echen de una escuela de obediencia.

Fui al shopping. Compré una almohada nueva. Dormí como un bebé. Luego Marley se comió la almohada, Oculté la evidencia a Jenny. Limpié el vómito de Marley de la cocina. Le ayudé a Jenny a hacer el almuerzo. Fueron spaghettis o al menos lucha con spaghettis. Ayudé con el artículo de Jenny. Sebastian publicó uno y lo celebramos comiendo. Fui con Marley. Y olvidé sostener su correa. Lo seguí por 15 cuadras. Tuve que llamar a Jenny para que me trajera. Escribí una columna sobre el precio del combustible y del agua. Conseguimos un pequeño brote de nuestro árbol. Jenny estuvo muy complacida. Me salió mi primera cana. Le salió su primera cana a Jenny. Le compré flores a Jenny. Rescaté al cartero de Marley. Igual con el tipo de UPS. Invité a mis padres que nos visiten. Los llevé a cenar a un lugar en South Beach. Peleamos sobre el pago de la cuenta. Peleé con papá por el dinero. Peleé con Jenny por todas las peleas. Llevé a mis padres al aeropuerto escuchándolos quejarse porque no tenían un nieto. Oí del huracán que venía hacia el sur de la Florida. Nos escondimos en el baño durante el huracán. Permanecimos en la oscuridad por tres días. Escribí una columna sobre los ladrones. Escribí una columna sobre los voluntarios. Escribí una columna sobre lo bello del aire acondicionado. Vi a Marley derrumbar castillos de arena. Pasamos navidad con la hermana de Jenny, en Atlanta. Dejamos a Marley en la casa mientras fuimos a Disneyworld. Tuve que comprar nuevos muebles de bebé, mientras Jenny consolaba a las niñas. Camino a casa tuve que cambiar la rueda y la policía nos ayudó. Pagamos el peaje, luego fuimos a celebrar por el aumento de Jenny. Até a Marley a la mesa... Perseguí a Marley con la mesa... escribí una columna sobre Marley jalando la mesa. Traté de escribir una columna de algo más que no sea Marley. Nada. Recogimos naranjas de nuestro árbol. Hicimos jugo de naranja. Fuimos a Miami, para el partido de béisbol. Nos enteramos que el béisbol o es para Marley. Tuvimos que perseguir a Marley por las gradas, para luego seguir persiguiéndolo en el campo, interrumpiendo el juego. Aguanté a Sebastian y sus bromas. Luego conocí a su novia. No puedo recordar su nombre. Fui a hacer snorkel con él. Me corté la pierna con un coral. Fui a la sala de emergencias, Escribí una columna sobre los hospitales. Fuimos a una fiesta de pascua en la casa del jefe de Jenny. Conocí a un doctor que hace tres liposucciones por día. Hice una columna sobre nanas. Escribí una columna sobre las mujeres y el vodka. Escribí una columna sobre escribir columnas. Llegué a casa y encontré a Jenny bailando con Marley. Traté de pensar en alguna razón de porqué no tener un bebé ahora. No se me ocurrió ninguna.

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-¿Por qué no le sueltas la cuerda?
-Porque, aunque lo amo, no confío en él.
-Pero si en dos años no ha tenido un accidente.
-Lo sé. Porque nunca le suelto la cuerda.

-Tu plan, quiero saber que sigue. Asustame.
-¿De veras quieres saberlo?
-Dispara.
-Bueno, está entre hacer el nuevo techo...
-Muy práctico.
-Y... un bebé.
-Creo que podríamos vivir con unas goteras.
-¿En serio?
-Sí. Un par.
-Pero sabes que un par de goteras se pueden hacer una más grande. Y luego ésta se convierte en una gran responsabilidad.

Tal vez no es el mejor trabajo para alguien con un niño y esposa.

-Hola. Sólo te llamo para hacerte sabe que hay una mujer desnuda en tu cama.
-¿Por qué no empiezan ustedes dos y yo estaré allí tan pronto como pueda?

-Escucha no cometas el mismo error que yo cometí.
-¿Qué?
-Pasará muy pronto. Sus tobillos le dolerán...
-Estoy listo para eso.
-Se hinchará toda... Subirá de peso y todo estará muy lejos.
-Estoy listo para eso.
-Y en algún momento te dirá: “¡Tú, bastardo, tú me hiciste esto!
-¿Qué pasa con el brillo?
-No hay tal cosa. Consigue un regalo que calme algo de su cólera. Aros, pulseras…
-Es una buena idea. Tal vez le consiga una ahora. Hay una joyería en la esquina.
-Bien, diles mi nombre.

Y para que sepan... Me gustan los perros… ¡pero eso no es un perro! ¡Es el demonio con cara de perro! Y está levantando la pierna y se orina en la alfombra.

¡Marley no lo hagas!

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-Amo mi trabajo, pero esto me está matando. Cuando estoy en la oficina, sólo quiero estar aquí. Y cuando estoy aquí, constantemente pienso en el trabajo. Y sé que no puedo hacer ambas cosas a la mitad.
-No lo haces mal.
-Si renuncio a algo, no será a esto.

Recuerdo cuando mi cuarto hijo nació. Desperté en medio de la noche. Mi esposa me estaba mirando con un cuchillo en la mano. Pensé que quería matarme. Aún lo creo.

-¡Sólo llevate al perro! Es sólo un perro.
-Soy tu esposo. ¿Te liberarás de mí cuando me porte mal?

-Necesito un tiempo para encontrar una casa permanente.
-Ésta es una casa permanente. No va a ir a ninguna parte, cariño. Lo siento. Estuve abrumada. Nadie te dice cuan difícil iba a ser esto.
-¿Cuál parte?
-Todo. Matrimonio. Ser madre. Es el trabajo más difícil en el mundo y nadie te prepara para eso. No te dicen a cuanto tendrás que renunciar. Pero algo que te dicen es que te vuelves miserable. He renunciado a mucho para hacerme quien soy. Pero no puedo decirlo, porque sería inapropiado.
-A veces tengo ese sentimiento.
-Sólo quiero que sepas eso.
- Lo sé. No puedo decir…
-Pero hice una elección. Tomé una decisión y aunque sea más difícil de los que pensé no me quejo.
-¿Segura?
-Estoy muy segura.
-Porque podemos ir a un nuevo lugar.
-Creo que estas cosas van a pasar. Y vamos a poder lograrlas. Y trabajaremos juntos. Juntos. Librarnos de Marley, no arreglará nada. Y librarme de ti tampoco.

-Lo que intento decir es que nuestra vida está aquí. Y estoy bien con eso.
-Nuestra vida es donde sea que estemos.

-Cada consejo que te di sonaba como basura.
-No. Pero igual los aprecio.

Quiero que cuentes la historia. No que estés en ella.

-Siempre quieres algo que no tienes.
-¿Estás feliz? Esto era parte del plan.
- No. No, no era parte del plan. Es mucho mejor.

Sé que eres fuerte. Creo que es hora. No quería tomar esta decisión. ¿Avísame cuando estés listo, OK?

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Recuerdas todos decíamos que eras el peor perro. No lo creas. No lo creas ni un minuto. Porque nunca hubiera encontrado un perro así. Eres un gran perro y te amamos cada día, no importa que… Es algo asombroso. Recuerda que te amamos. Te amo mucho. Quiero que recuerdes que fuiste un gran perro, Marley. Eres un gran perro.

Se sentirá como si durmiera.

Me gustaría darle algo. Este collar. Ha sido todo un viaje. Me lo diste para celebrar el comienzo de nuestra familia. Pero mi familia ya había comenzado

Un perro no busca autos grandes, casas lujosas o ropa de diseñadores. Con agua y comida estará bien. No les importa si eres pobre o rico. Listo o tonto. Inteligente o estúpido. Dale tu corazón y el te dará el suyo. ¿Cuántas personas pueden hacerte sentir así, puro y especial? ¿Cuántas personas pueden hacerte sentir extraordinario?

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sábado, junio 06, 2009

algo más que un perro que se muere 

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MARLEY Y YO

Por esas cosas de la vida, no pude ver “Marley y yo” cuando pasó (rauda) por las pantallas locales. Me acerqué al DVD y debo confesar que fue una grata sorpresa, entre lo mejor visto este año. Y me llamó la atención que la frase “¡Ah, pero al final el perro se muere!” fuera un lugar común de cuántos me precedieron en su visión. Sí, es cierto, el perro al final se muere. Pero ese hecho no es un golpe bajo, un mero chantaje emocional, sino que es el desenlace lógico del tema del filme. Porque “Marley y yo” habla de la evolución de un joven que un par de años antes del comienzo del filme, perdía el tiempo con los amigos en la playa, buscando chicas y drogándose, y que, al final de la película, es un padre de familia que empieza a comprender las cosas verdaderamente importantes de la vida.

Basada en las columnas autobiográficas de John Grogan, un periodista norteamericano, sus viñetas sobre la vida (imposible) con su mascota sirvieron de base a esta película que va un poquito más allá del chiste básico de las perradas que te hace un perro.

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John acaba de casarse con una bella chica (Jennifer Aniston) que ya piensa pasar al segundo nivel: tener un hijo. La idea aterra suficientemente a John para que acepte el consejo de su amigo Sebastian: comprarle un cachorro para que se entretenga un tiempo, buscando retrasar las urgencias del “reloj biológico” femenino. Lo que no cuenta es que el cachorrito simpático que lleva a casa, crece hasta convertirse en todo un perro que destroza la casa, desobedece a gusto y protagoniza más de un papelón cuando lo llevan por la calle.

Si sólo se hubiera limitado a retratar esas historias de perro travieso (con el que nos sentimos identificado aquellos que tenemos una mascota), la película hubiera funcionado igual. Nos hubiéramos reído a carcajadas, seguramente. Pero no hubiera alcanzado la dimensión de muy buena película, que se logra cuando a la idea original se le adiciona algo más, cuando se permite jugar con una interpretación diferente.

Para aquellos que crean que en esta película, el protagonista es Marley, se equivocan. El protagonista es John. Porque de él habla la historia. De su adultez, su crecimiento como persona, casi sin darse cuenta, sólo por vivir cada momento de la vida, postergando el “plan” que tontamente se tiene cuando se es joven, cuando se cree que la vida es algo más que un caos del que se sale, más o menos indemne, sólo si se tiene un poco de amor.

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John se pasa toda la película inconforme, creyendo que su vida debería estar pasando por otro meridiano. Trata de disimularlo, pero John tiene nostalgia por una vida que soñó, reflejada en la trayectoria de Sebastian, su amigo, quien sí se ha hecho cargo del sueño que soñó. Sólo al final, tras cruzarse en la calle con Sebastian, cuando John observa desde lejos a su familia que lo espera en casa, sólo entonces, comprende que ha tomado el camino correcto, que ésta es la mejor vida que podía llevar.

Notablemente, John madura de la pata de su perro quien lo ha guiado por los caminos (no siempre cómodos) del amor. La adolescencia niega la muerte, no se asoma a ese abismo, se cree inmortal; cuando John administra la muerte, recién entonces, ha crecido. Por eso, la muerte de Marley no es accidental: es la escena lógica, coherente, perfecta, para coronar la tesis del filme.

“Marley y yo” tiene algunas escenas notables, realizadas con mucha acierto, escenas necesarias además. Una, particularmente brillante, el regreso de Jennifer a casa, tras perder su embarazo. Hasta ahí, la pareja ha tratado de disimular su dolor y seguir adelante. Marley apoya su cabeza en la pierna de Jennifer y ella se pone a llorar. Era el momento del dolor, necesario para asimilar el duelo. Y el perro enseña el camino. La imagen de John mirando a su perro, confortando a Jennifer, es una joyita. Un momento único.

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Otras escenas: la de Jennifer arrepintiéndose de la decisión de echar a Marley, porque ya es parte de la familia; los diálogos de John con su jefe (Alan Arkin, otro personaje exquisito); el mencionado encuentro con Sebastian; la escena en la que John le pide a su perro que le avise cuando llegué el momento de tirar la toalla; la escena en la que lo prepara al perro para recibir al bebé.

Owen Wilson y Jennifer Aniston nos regalan dos muy buenas actuaciones, opacadas por los distintos perritos que interpretan a Marley. Siguiendo la máxima de no compartir cartel con perros ni niños, Marley se roba la película.

CONSEJO: no dejar pasar.

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