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críticas chatarras

jueves, marzo 31, 2005

a la deriva 

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MAR ABIERTO

Ésta es la típica película hecha con dos mangos, una historia mínima y cuatro tipos, mucho pero mucho mejor que tantos bodriazos subsidiados (nacionales y extranjeros). Una anécdota menor, 79 minutos para la historia de una resistencia, con un final sorpresivo (y sí, a mí me sorprendió, que querés que te diga), para redondear un muy buen filme, para tener anotada a la hora de alquilar videos. Conste: no estoy hablando de una obra maestra, no crean que no se puede buscar mejoras al guión, no estoy describiendo a "El Ciudadano" y "Casablanca" juntos. Pero es una historia que cierra, que no nos hace perder la atención y que aporta un par de ideas más que interesantes. En suma "Mar abierto" es una grata sorpresa en la pantalla de estos días.

A partir de un hecho real (una pareja abandonada en la Gran Barrera de Coral en Australia, en 1998, llevados allí por una excursión turística), el director y guionista Chris Kentis y su esposa, la productora Laura Lau, pensaron en filmar una película de bajo presupuesto que contara la historia de una pareja "olvidados" en medio del océano. Con cámara digital, con actores desconocidos, con recursos más que escasos y unos US$ 130 mil en el bolsillo, rodaron "Mar abierto", una película que ya recaudó 52 millones de la misma moneda, en todo el mundo.

Más allá del negocio, "Mar abierto" es sencillamente eso: la historia de Susan y Daniel, joven pareja que pasan sus vacaciones buceando y que deben resistir horas en el océano, olvidados por el tour turístico que los llevó al mar. No hay más que eso. La lucha de dos personas, la grandeza de la naturaleza, la indiferencia absoluta de los elementos hacia todo aquello que nosotros creamos que hemos podido lograr.

Si uno se pusiera a buscarle la quinta pata al gato, le pediría a "Mar abierto" mayor evolución de los personajes, más tensión entre ellos, contar otra historia detrás de la historia (¿cómo está esa pareja?, ¿van a su disolución?, ¿qué problemas tienen?, ¿podrán superarlo?). Pero, aún en su factura menor, alcanza. El filme funciona y se deja mirar. Nos "vende" la epopeya de esa pareja y nos angustiamos al mismo tiempo que ellos. En su sencillez, es una película completa. Y su formato justo es el del video.

Hay un tema que sobrevuela el filme: la desmesura del Universo, la inmensidad de la naturaleza y la insignificancia del ser humano, puesto a tallar en la escala cósmica. El mar es una metáfora de la eternidad: no hay huellas, no hay modo de dejar una marca en aquello que fluye, en aquello que sólo se caracteriza por no tener límites y por mutar.

Del correcto elenco (no le pidan grandes cosas ni a Daniel Travis ni a Blanchard Ryan), destacamos a la rubia con look California Girl híbrida de australiana (está bien, la escena despechugadita tiene lo suyo, perversos…).

Escenas destacadas: la última escena del filme; la escena en la tormenta; la escena del primer contacto con los tiburones.

Frases: "Ésta es una historia que contaremos el resto de nuestras vidas"; "Daniel, ¿dónde está el bote?"; "¡Oh, Dios! ¡Algo se frotó contra mi pie!"; "¿Qué clase de tiburón crees que sean?", "De los grandes".

CONSEJO: primera opción en video y puede ser una segunda opción en cine, si no encuentra horario.

lunes, marzo 28, 2005

pateando demonios bajo la alfombra 

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CONSTANTINE

Iba con muy, pero muy pocas expectativas, cuando pagué mi entrada para ver "Constantine". Me esperaba un "Van Helsing" o "La Liga Extraordinaria", una de esas películas derivadas de un comic que se reducen a un efecto especial o a un personaje atípico. Como si fuera poco, las críticas la condenaron en forma unánime, desde todo el arco ideológico.

Bueno, "Constantine" no inventa la pólvora; es un "corte y pegue" de películas célebres; tiene a Keanu Reeves, más inexpresivo que nunca; la única escena donde Rachel Weisz se mete en una bañadera, lo hace vestida; es otra historia más de la eterna lucha entre el bien y el mal. OK. Pero funciona. Me divertí mucho con "Constantine", disfruté sus imágenes alucinantes, sus encuadres raros, su estética dark, algunos diálogos realmente brillantes y me atrajo esa historia de un incrédulo cazador de demonios condenado al Infierno que busca "comprar" su acceso al Cielo. En manos de otro realizador que no fuera Francis Lawrence (con todos los tics del director de videoclips) y con otro actor como protagonista podría ser una obra maestra. Con todo, es una película pochoclera más que aceptable, que funciona en la mayor del tiempo y que no cae en el tedio o en el bache dramático.

¿Por qué "Constantine" se ha ganado la animadversión del público? Se entiende de los fanáticos del comic, porque la historieta original transcurre en Londres y el protagonista es rubio. Antípodas de este Keanu Reeves, look Neo, y de una Los Ángeles terrosa e hispana. Pero del resto del público que no tenía ni idea de que existía un comic con ese nombre, cuesta entender la mala leche uniformada.

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John Constantine es un fumador compulsivo que ve cosas que la mayoría de los humanos no ve: los demonios que deambulan por el mundo, buscando influir en nosotros, para sumar un alma en la cuenta de Satán, en esa apuesta cósmica en la que Dios se ha jugado a la humanidad. Constantine se ha convertido en exorcista, cazador de demonios que devuelve al Infierno. Pero en los últimos días, ciertos indicios inducen a Constantine a sospechar que algo importante está por suceder, ciertas conductas anómalas que sugieren que las huestes infernales planean entrar a este plano e imponer sus oscuros designios. Para desentrañar el enigma, Constantine contará con la ayuda de una policía, Angela Dodson, la que carga con el reciente suicidio de su hermana, internada en un asilo mental, por ver las mismas cosas que Constantine ve.

Ese es el gatillo disparador, de una épica batalla del bien contra el mal, donde los límites no están precisos y las sorpresas se dan a cada rato.

"Constantine" no tiene un guión brillante. Pero está envuelto en un exquisito paquete visual, en escenas que sorprenden por la posición de la cámara y en un clima generado, principalmente, por la capacidad dramática de Rachel Weisz, Angela, quien aporta la suficiente tensión a sus escenas de las que carece Keanu Reeves, totalmente de paseo por la pantalla. (Imperdonable que Rachel lleve tanta ropa durante toda la película; pero igualmente le daremos la babita húmeda del día de la fecha).

Hay algunos guiños de la historia (la intervención del aprendiz en la escena final, el dedo medio a lo "fuck you" de Constantine a Satán, la falta de fe de un cazador de demonios) que enaltecen la anécdota. Ciertas réplicas de los personajes, frases escritas en carteles, que asoman al fondo de la historia principal, que aportan datos cómplices a los espectadores. Esos pequeños logros alcanzan para darle brillo a la historia y sostenerla durante dos horas de película.

Un divertimento para el cinéfilo es descubrir de qué películas se piratearon las escenas de "Constantine". Se verán momentos de "Matrix", "El exorcista", una frase de "Gothika" ("Yo no creo en fantasmas/demonio", "Pero ellos/él sí creen/cree en ti"), algo de "Terminator", hasta una escena remeda a una propaganda de Levi's (la de los personajes rompiendo las paredes del edificio). Un "homenaje" como se dice en estos días.

Escenas: el exorcismo del demonio del espejo; la entrevista entre Satán y Constantine; la inmersión de Ángela en la bañadera; el viaje de Constantine en la silla eléctrica.

Frases: "¿Así está bien? ¿O tengo que sacarme toda la ropa? (PAUSA) ¿John?", "Estoy pensando..."; "Morirás joven porque fumaste 30 cigarrillos por día, desde los 15 años. E irás al Infierno por la vida que has llevado. Así que, básicamente, estás jodido"; "Cielo e infierno están ahí, detrás de cada muro, de cada ventana, el mundo detrás del mundo. Y nosotros estamos justo en el medio"; "Bienvenido a mi vida"; "Los caminos de Dios son misteriosos. A algunos les gusta así".

CONSEJO: amantes del cine pochoclo, no perderla. Resto, puede esperar al video.

jueves, marzo 24, 2005

marketineramente cándida 

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LOS CORISTAS

Esta es la clase de película a la que todo aprendiz de guionista debe prestar atención, para ver bien cómo se puede arruinar una buena historia, por un afán marketinero de ganarse el favor fácil del público. "Los coristas" es otra versión más del tan transitado cuento del maestro que abre el camino al héroe, que percibe el potencial del que todavía no cree en su don y lo dirige, con mano firme, a su destino.

El problema que tiene "Los coristas" es que está escrita con tanta liviandad, con tanta intención de que agrade al público, que carece, absolutamente, de cualquier evolución dramática. O hay buenos, o hay malos. Los chicos son unos demonios, al borde de la delincuencia y, tras un par de canciones, son dulces palomitas, más sanos que el yoghurt. El director tira avioncitos de papel en su despacho y después es un desalmado que busca liquidar el coro. Los personajes mutan sin sentido, sin que haya pasado nada para que cambien su actitud.

En el medio, muchos chicos cantando, mucho tema musical efectista y mucha sensación de "¡mirá lo que es el arte!". Del hecho artístico en serio, poco y nada.

La manera que está planteada la película, por el guión de Christophe Barratier (director tamabién) y Philippe Lopes-Curval, limita las posibilidades actorales del elenco. Es muy difícil buscar la sutileza en los intérpretes, porque no tienen ninguna oportunidad de que eso ocurra.

En suma, "Los coristas" es de esa clase de películas que hará la delicia del público y que será recomendada efusivamente.

CONSEJO: dejar pasar.

miércoles, marzo 23, 2005

rachas de luz 

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THE COMPANY

En algún momento de "The Company", uno de los personajes, Mister A (homenaje a Georges Balanchine, el mítico bailarín y coreógrafo apodado Mister B) se refiere a un malogrado bailarín muerto de SIDA y dice: "Lo único que dejamos en esta tierra, es nuestra luz". Esa es una clave para entender esta película de Robert Altman sobre el Joffrey Ballet de Chicago. La otra pista: Altman eligió contar su película, no desde el lugar común de las películas de ballet (la toma estética, el giro acrobático, el encuadre perfecto), si no poniendo la cámara desde bambalinas, mostrando el arduo trabajo (monótono, repetitivo, agobiador) de ese grupo de bailarines. Prefirió que la moraleja se desprendiera por contraste, tras la acumulación de situaciones cotidianas, casi monótonas, sin sentido dramático. Sólo entonces, por ese metódico trabajo de sedimentación, emergen brillantes esas rachas de luz, esos momentos sublimes de un cuerpo fundido en la armonía del éxtasis artístico, en el nirvana de la perfección. Pero esas rachas surgen tras mucho esfuerzo, trabajo duro, azar y egos encontrados y pequeñas miserias y ambiciones y dolor (emocional, pero también físico).

Esta manera desde donde contar la historia es lo más original de "The Company", una película menor en la filmografía de Robert Altman, es cierto, pero no tan descartable como lo sugirieron las críticas nacionales. Es una película que disfrutarán los amantes del ballet, pero no porque sea una sucesión de cuadros coreográficos, con la estética videoclip, si no porque muestra ese otro lado del mostrador, la cocina, el trabajo arduo para crear a un bailarín consagrado.

Esta es la originalidad, pero también la mayor contra que puede tener "The Company". Por eso lo más probable es acusar a Altman de que no tenga nada que decir o que la película no cuente nada. No. Hay una idea mínima, coherente desde la estética y el planteo. Efectivamente, no hay acción dramática en los términos convencionales. Pero si uno se deja empapar por la sintaxis que propone la película, ésta termina funcionando.

Una babita aparte: la pollerita cortita de Neve Campbell, coproductora del filme, bailarina también hasta que las lesiones la hicieron dejar el ballet, protagonista del clásico de terror "Scream" de Wes Craven.

Escenas a destacar: la rotura del tendón de Aquiles de la bailarina; la escena del baile en la tormenta; el entrenamiento en el columpio; el acto de fin de año; las reprimendas de Mister A (el personaje de la película, deliciosamente interpretado por Malcolm McDowell).

Frases: "Pensar el movimiento, no es el movimiento"; "¿Por qué siempre me hacen eso? Bailan muy bonito. ¡Y odio lo bonito! De eso no se trata el ballet".

CONSEJO: sólo para aficionados a la danza. El resto, esperar al video.

lunes, marzo 21, 2005

una mujer amable 

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VERA DRAKE

Primera advertencia: el que vaya a ver "Vera Drake" buscando un debate sobre el aborto, va a salir desilusionado. No es esa la intención de Mike Leigh, director y guionista (sic) (a Leigh le gusta dibujar el guión, improvisando con los actores, unos cuantos meses antes de la filmación). "Vera Drake" es una sencilla historia de vida, la historia de una amable mujer de la clase obrera inglesa que ayuda a jóvenes mujeres en problemas. Así se considera Vera y así transita por el filme. No es una película de argumentos éticos encontrados. Es una mera descripción, un cachito de vida llevada al celuloide y que nos deja con la incómoda sensación del gris. Y ese es el objetivo de Leigh: cuesta no tomarle cariño a esa mujer que marcha por las calles, bordeando la miseria y la mediocridad de la vida proletaria de posguerra. Esa intención acotada del filme puede dejar insatisfechos a los espectadores. Por eso "Vera Drake", más allá de la inconmensurable actuación de Imelda Staunton, nos deja la sensación de una película incompleta, a medio acabar.

Vera es una esposa y madre londinense, en los años '50, en una Inglaterra que se recupera de la guerra, en medio de la pobreza y el hambre. Para los que la ven (sus vecinos, sus parientes, sus empleadores), Mrs. Drake es una bonachona mujer, animosa, siempre tendiendo una mano con una sonrisa cerca. Vera peca de entrometida, por su capacidad de ayudar. "Ella siempre quiere ayudar. Ese es su problema" dice su cuñada envidiosa (el personaje más flojo del filme). Y esa es la clave de toda la historia: ayudar. Vera ayuda. No sólo al vecino que está postrado, al joven lerdo, a la hija bobalicona, al gris esposo mecánico, si no también a las chicas que han quedado embarazadas y no saben cómo seguir con sus vidas. Con su "equipo" en la bolsa, Vera recorre las casas practicando los abortos, con la misma simplicidad rutinaria con que tiende una cama, pule los bronces o barre el piso. Nunca es un negocio o una cruzada personal. Para Vera, el aborto es una salida para jóvenes que no tienen a nadie que las ayude.

"Vera Drake" es una clase de actuación de su protagonista, Imelda Staunton, que le da una carnalidad a su personaje que lo hace entrañable. Esa sonrisita, el paso apurado, el abrigo raído, la bolsa, el sombrerito aburrido, detalles que perfilan al personaje, que revelan su simplicidad instintiva que queda, en marcado constraste, cuando Vera enfrente a la autoridad.

Una sublínea del filme, es la historia de Reg y Ethel, los parejita pavota que enternece por su rusticidad y su sensibilidad a flor de piel. Es una historia de otra película, pero que logra superar, más de una vez, al fuerte tema principal del film.

¿Para los argentinos, qué nos deja "Vera Drake", en la naciente discusión del aborto que se lanzó al ruedo público con la natural mediocridad que nos caracteriza? Simplemente, la necesidad de ver todo el panorama, de sentir la posición de los involucrados en el tema (las mujeres violadas, las que soportan embarazos múltiples, las atorrantas, las no informadas, las que lo convierten en un método anticonceptivo). Si algo aporta "Vera Drake" a la polémica del aborto, no son los argumentos teóricos del debate, si no el calor humano. Esa necesidad de comprender al otro, no importa la posición que se asuma en el debate.

Escenas: la llegada de la policía; la declaración en la comisaría; la declaración matrimonial de Reg; el primer aborto que registra la película. La frase: “Yo sé porqué están aquí”, “¿Por qué?”, “Por lo que hago. Porque ayudo a esas jóvenes”.

Un detalle no menor, un auténtico apunte de guión: los personajes de la clase obrera no pronuncian jamás la palabra “aborto”. Hablan de “ayudaba a las jóvenes”. La palabra la pronuncia la ley, la policía, los abogados y el juez.

CONSEJO: esperar al video.

sábado, marzo 19, 2005

el ciudadano Hughes 

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EL AVIADOR

Alguien por ahí ha escrito que la función del crítico es interpretar aquello que ni el mismo creador tiene claro, recrear la obra artística y aportar una nueva dimensión para que el consumidor del hecho artístico se enriquezca con su mirada. El crítico completa la obra de arte. Que un filme como "El aviador" haya recibido tan tenues comentarios de nuestra crítica (tanto comercial como independiente) habla a las claras del nivel de mediocridad en que nos movemos en estos días. Que los electores de la Academia hayan dejado pasar la ocasión de reparar el yerro histórico de no premiar a Martin Scorsese, dice mucho del modo que se maneja el negocio cinematográfico norteamericano. "El aviador" es una suerte de "El Ciudadano" en los tiempos de la globalización, es la épica personal y colectiva del homo capitalista desmesurado. La inevitable comparación con "Million dollar baby", alabada por periodistas y público, nos lleva a la inevitable pregunta: ¿qué es lo que están viendo cuando van al cine?

La excusa de "El aviador" es contar la historia de Howard Hughes, magnate, self made man, aviador, amante de las más seductoras estrellas de cine, multimillonario, dueño de TWA, obsesivo compulsivo, fóbico a los gérmenes y bacterias. En realidad, el guión de John Logan nos cuenta la epopeya del aventurero capitalista, el hombre de empresa americano que no acepta los límites, que va más allá, que nada le parece imposible. El pistón que convirtió a Estados Unidos en una potencia.

Enfrente, los aristócratas y sus amigos del poder, los que tienen comprados a los legisladores para que les aprueben sus proyectos y asegurarse mercados, libres de la molesta competencia. Los grandes monopolios conservadores contra el empresario individual tomador de riesgos.

Esa es la historia detrás de "El aviador" y esa mirada (actual, por más que la historia ocurra hace más de medio siglo) anuncia la tragedia. El héroe capitalista no puede tener otro destino que la tragedia, que la inmolación, que la derrota completa. Su lucha lo dignifica. Pero es una lucha perdida de antemano. La imagen final frente al espejo y la frase que se repite: "el modo del futuro", resume la tesis del film. No es el futuro al que apostó Hughes; ese futuro (este presente) es de los Juan Trippe y de los Senadores Ralph Owen Brewster.

Scorsese cuenta la historia de Hughes con un envoltorio exquisito. La fotografía de Robert Richardson y el diseño artístico del italiano Dante Ferretti (Ver la nota de Fernando López en "La Nación" del 08/03/05) son cómplices fundamentales para retratar la megalomanía del personaje. La paleta de colores es fría, en tonos de acero, enmarcando los ángulos cortantes de la cámara. Apunte al margen: la banda de sonido es de colección.

Un detalle. Por ahí se comentó la tendencia a la sobreactuación de Cate Blanchett encarnando a Katherine Hepburn. Vale señalar que el primer segmento de "El aviador" tiene una puesta en escena muy particular: todos están acelerados, sobreactuando, como si actuaran en una película barata. Pero es un recurso estético: los protagonistas están, verdaderamente, actuando en su vida real. Los maquillajes revelan que son "actores" baratos, títeres, marionetas patéticas, en la histeria de la Belle Epoque, haciendo un esfuerzo por tomarse la vida a borbotones, danzando sobre el filo de la cornisa. Esto queda muy claro durante la pelea de Errol Flynn (¡otra vez Jude Law!) en el cabaret, cuando la orquesta canta y baila como alucinados, mientras parte del público la está emprendiendo a trompadas.

Leonardo DiCaprio no es santo de mi devoción, pero no desentona en esta película (su propio proyecto largamente acariciado). Brilla Alan Alda, como el senador corrupto y Alec Baldwin, como Juan Trippe. En un segundo escalón, Cate Blanchett y apenas linda (babita al mérito) Katherine Beckinsale. Dos menciones: la de Brent Spiner, como Robert Gross, el ingeniero que le vende el proyecto del avión a Hughes, un "Viaje a las estrellas", el recordado Comandante Data; el otro, la voz del proyectorista en la sala de proyección de Hughes, no es otra que la de Martin Scorsese.

Escenas: la caída del avión en Beverly Hills (antológica); la despedida de Katherine Hepburn de Hughes (precisamente, cuando Hughes le dice "deja de actuar", dejamos la "sobreactuación" del primer tramo de película); la espera de Hughes en el baño, aguardando que alguien le abra la puerta; las sesiones en el Congreso, el enfrentamiento entre Hughes y el Senador Brewster; la secuencia del vuelo del "Ganso Manso".

Frases: "¿Alguien conoce a ese hombre? ¿Trabaja para mí?", "Todos trabajan para ti, Howard"; "El modo del futuro... el modo del futuro... el modo del futuro..."; "¿Quieres casarte conmigo?", "Estás demasiado loco para mí"; "Él es dueño de Pan Am. Él es dueño del Congreso. Es dueño de la Comisión de Aeronáutica Civil. Pero no es dueño del cielo"; "Estoy en una pelea callejera. ¡Y no voy a perder!"; "Hay demasiado 'Howard Hughes' en Howard Hughes. Ése es el problema"; "Deja de actuar", "No estoy actuando", "A veces me sorprendo de que reconozcas la diferencia"; "¿Quieres que soborne senadores?", "No quiero que los sobornes, Jack. Quiero que se haga de forma legal. Quiero que los compres"; "Yo, me mantengo sana. Tomo siete duchas por día para mantenerme limpia por lo que soy vulgarmente conocida como la vagabunda. Bien, no soy una vagabunda. Soy atlética. ¡Y sudo! Ahí está. Ahora ambos sabemos la sórdida verdad. Yo sudo y usted es sordo. ¿No somos un buen par de inadaptados?"; "C-u-a-r-e-n-t-e-n-a"; "Hughes eludirá todos los cargos. Nuestra ley será derrotada en el Senado, permitiéndole a Hughes y TWA a empezar los vuelos comerciales a París... de ahí a Roma... de ahí a Berlín... de ahí a Moscú y a la Unión Soviética y, finalmente, al Lejano Oriente. Mierda...".

CONSEJO: ir a verla.

viernes, marzo 18, 2005

un Rocky menor 

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MILLION DOLAR BABY

¿A veces no se sienten a contramano de la humanidad? ¿No hay días en los que el entusiasmo general sobre alguna cosa, se convierte en un misterio impenetrable? ¿Qué es lo que genera el desborde, la unanimidad, la pasión unificadora? Preguntas que me surgieron tras la visión de "Million Dolar Baby", el premiado film de Clint Eastwood. ¿Por qué? ¿Por qué tanta crítica enfervorizada por una película menor, hundida en el melodrama, con actuaciones prescindibles? ¿Qué llevó a que este auténtico Rocky menor que compuso Clint Eastwood, se haya llevado el Oscar a mejor película, dirección y le haya dado el correspondiente a mejor actuación a Hilary Swank? Misterio. No intentemos preguntar mucho.

"Million dolar baby" se compone de dos partes muy claras. La primera, es un film más que prometedor, la historia de una perdedora que busca la única chance de su vida. Nadie cree en ella, el tiempo está en su contra, todos tienden el pulgar hacia abajo. Excepto ella. Y no porque crea en su talento, en la fuerza de su habilidad. Si no porque no tiene otra cosa. Porque si no hay eso, no hay nada. Porque esa es la única chance que puede darle la vida: subirse a un ring y trompearse con otro.

Esa es la mejor parte de la película, el segmento realizado al vaivén cansino sol sureño, la epopeya cotidiana del gimnasio ruinoso, las paredes descascaradas, los afiches rasgados, el olor a sudor, moho, lavandina barata, el cuero ajado a fuerza de golpes. Esas escenas componen el auténtico film que debió contar Clint Eastwood, la gran película del que necesita sacar la cabeza de agujero, para mostrar(se) que existe. Y en contraposición, la figura del entrenador paternal, tan paternal que no se atreve a arriesgar a sus pupilos, para que no se lastimen en competencia. Ese delicado equilibrio entre proteger y anular, el miedo a vivir y a no correr riesgos, que a veces se confunde con precaución y cautela. "A veces, el mejor modo de atacar es retrocediendo. Pero el que retrocede mucho, no pelea" dice Eddie, el personaje en off, magníficamente interpretado por Morgan Freeman.

Bueno, cuando el film se encaminaba a un auténtico Rocky con polleras (no hay que menospreciar el film de Stallone, cuenta muy bien esa historia del camino del héroe), el guión de Paul Haggis (sobre los cuentos de F. X. Toole, un auténtico "cutman", publicados en la revista de vaqueros "Rope Burns") pasa al batatazo kitsch, con un final melodramático que no se engarza con la historia que estaba contando. ¿Cuál es la tesis del film? ¿Por qué cerrar con ese final para el personaje de Maggie Fitzgerald?

"Million dolar baby" termina siendo un filme muy menor, con actuaciones más que discretas, una película fallida. El entusiasmo general de la crítica, tal vez se explique por esa tilinguería que suele uniformar a nuestros críticos, en especial con los últimos trabajos de Clint Eastwood, a quien reconocemos su capacidad artesanal para contar una historia y generar climas, pero que ha venido con una serie de películas varios escalones debajo del elogio superlativo con que fue tratado.

Destacamos el trabajo de Morgan Freeman, sus monólogos en off son una joya, sus comentarios sobre box, antológicos. Brutal y sencillo, al mismo tiempo, el boxeo mantiene esa magia feroz de dos personas tratando de sobrevivir. Poesía sangrienta pero poesía al fin.

Escenas: el diálogo entre Maggie y Frank, la noche del cumpleaños de ella; la conversación de Eddie con Maggie en el bar.

Frases: “Si hay magia en el boxeo es la magia de luchar batallas más allá de toda resistencia, más allá de las costillas fracturadas, los riñones magullados, las retinas desgarradas. Es la magia de arriesgarlo todo por un sueño que nadie ve, excepto tú”; “Tengo 32 años, Mr. Dunn y estoy aquí celebrando el hecho que perdí otro año fregando platos y sirviendo mesas, que es lo que vengo haciendo desde los 13 y, de acuerdo a usted, hasta los 37 no tendré un punch decente, por lo que perdí el último mes golpeando a la bolsa. Otra verdad es que mi hermano está en prisión, mi hermana trampea a la seguridad social, pretendiendo que sus hijos están vivos, mi papá está muerto, mi mamá pesa 150 kg, Francamente, debería volver a casa, encontrar un trailer usado, comprar una freidora y algunas Oreos. El problema es que esto es lo único que siento que hago bien. Si estoy demasiado vieja para esto, no tengo nada. ¿Es suficientemente verdadero para que lo vea?”; “Es dura, no puedo entrar, no puedo acercarme para golpearla”, “¿Sabés por qué?”, “No”, “Porque ella es mejor luchadora, por eso. Es más joven, es más dura, tiene más experiencia. Ahora, ¿qué vas a hacer?” (Maggie sale y la noquea); “¿Qué aprendiste esta noche?”, “Siempre protegerme”, “¿Cuál es la regla?”, “Siempre protegerme”.

CONSEJO: esperar al video, sin mucho apuro.

lunes, marzo 14, 2005

Peter Barrie 

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DESCUBRIENDO EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS

Alguna vez dijo Alejandro Dolina que no hay nada más melancólico que ver jugar a un niño, porque la seriedad con la que acomete la empresa, provoca en el adulto que lo está mirando un vacío metafísico: ese niño juega seriamente, inconsciente de que crecerá y de que todo eso acabará, de que algún día morirá él y morirán la gente que lo rodea. Pero él no lo sabe, todavía. Él juega con tal despreocupación porque apenas intuye la finitud del Universo y de la vida. Y esa despreocupación no puede generar más que una noble melancolía, un sentimiento trágico poético, al adulto que lo está viendo jugar, que participa, tal vez, del juego, sin ese estado de gracia inicial, sin esa candidez virgen de la infancia.

Esa idea ronda en "Descubriendo el País de Nunca Jamás", una biografía libre de Sir James Matthew Barrie, el autor de "Peter Pan", película embebida en ese dulce licor de la nostalgia por la inocencia perdida. Una obra y una familia herida que se cruza en el camino del escritor escocés, un esfuerzo mágico del autor por diferir la ineludible labor destructiva de la muerte. Barrie arma un mundo de imaginación y fantasía, para aislar a los tres chicos Llewelyn Davies (George, Michael y Peter) de la muerte. La misión, se sabe desde el vamos, es en vano. Pero Barrie no busca ganar, sólo resistir. Pretende ganar unos días más para que esos niños sigan siendo niños. Llegará el momento que esa realidad los arrasará, está claro. Pero, hasta entonces, serán niños. Hasta entonces, podrán soñar y jugar despreocupados, en el jardín de la eternidad.

¿Y cuál es el arma de Barrie? El arte. El único recurso que tenemos los humanos a mano, para trasladarnos al País de Nunca Jamás, aunque sea un breve lapso, un instante, un fulgor en medio de la oscuridad y la nada eterna.

"Descubriendo el País de Nunca Jamás" es una de las mejores de las películas oscarizadas que surcan la pantalla nacional, en estos días. Aporta un guión muy bueno, escenas emotivas y un clima que da con el tono justo, apropiado, para contar esta historia real, narrada desde la vereda de una noble tristeza.

Las actuaciones de Johnny Depp, de Kate Winslet, de Julie Christie y de Dustin Hoffman son más que destacables, puntales de un muy guión de David Magee (basado en la novela de Allan Knee). Los tres chicos aportan el tono justo para sostener la trama.

Escenas: el diálogo final, entre Barrie y Peter (brillante imagen-tesis final, del paraguas y el sombrero, olvidados en un banco); la representación de "Peter Pan" para Sylvia; el encuentro de Barrie con Peter, debajo del banco.

Frases: "Puedes visitar Nunca Jamás, cuando quieras", "¿Cómo?", "Creyendo, Peter. Sólo creyendo"; "Yo no soy Peter Pan. Él es Peter Pan"; "Magnífico. El niño ha desaparecido. En sólo 30 segundos, has crecido"; "Morir será una aventura formidable"; “Perdón… está parado sobre mi manga”, “Y yo podría decir que estás acostado bajo mi banca”; “Es absurdo. Es sólo un perro”, “¿Sólo un perro? Portos sueña con ser un oso… ¿y tú quieres hacer pedazos sus sueños diciendo que es ‘sólo un perro’? Que horrible palabra… Como lo dices… ‘No puede escalar montañas, es sólo un hombre’ o ‘No es un diamante, es sólo una roca’. Sólo”; “Nosotros pretendimos que eras de la familia, James. Tú nos hiciste creer que las cosas pueden cambiar si creemos que son diferentes”, “Algunas cosas, Sylvia. No, todas”, “Ese es el punto. Nosotros pretendimos, por un tiempo, que eras parte de la familia, ¿O no? Y te convertiste en alguien importante para todos nosotros. No sé si es el punto, pero es la verdad. Y aunque no sea la verdad, puede serla… Necesito seguir pretendiendo… hasta el fin… contigo”; “¿Crees en las hadas? Di rápido que crees. Si crees, ¡aplaude!”; “Cuando el primer bebé rió por primera vez, la risa se rompió en miles de pedazos, que se desparramos por todas partes. Ese fue el comienzo de las hadas”; “Uno encuentra una tenue luz de felicidad en este mundo. Y siempre hay alguien dispuesto a destruirlo”.

CONSEJO: ir a verla.

jueves, marzo 10, 2005

go East! 

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ALEJANDRO

El personaje sobrepasando al guionista; una película con una estructura tan deshilvanada que no parece de un escritor con la experiencia y la habilidad de Oliver Stone. Por momentos apurada, por otras, banal, brillante algunos momentos, más esplendor del personaje que del guión. Sobrevuela la impresión de que Oliver Stone no supo que historia contar. Por eso el film avanza a tropezones, con rupturas en la línea de tiempo que no tienen razón dramática. ¿Qué pasó? Misterio. "Alejandro" es mucho menos que un borrador. Con todo, las largas tres horas de duración, se siguen sin fatiga. Mérito de una de las grandes historias de Occidente, más que de las cualidades de una película menor.

Varias líneas se superponen como candidatas a una tesis central. La primera, de índole psicológica: Alejandro huye al Este, al fin del mundo conocido, para escapar de Olimpia, su madre castradora, posesiva, quien lo domina con un amor rayano en el incesto. La homosexualidad de Alejandro es el resultado de la asfixia de una mujer que lo ha anulado como hombre, que ha buscado destruir, sistemáticamente, la figura paterna (el rey macedonio Filipo II). Al casarse busca una aproximación a su madre, la figura de Roxana, a la que expresamente le dice que sólo es un pálido reflejo de Olimpia. Cuando los acontecimientos impidan a Alejandro ir, un poco más allá, hacia al Este extremo, cuando tenga que volver, ese día empieza a morir. El final es un detalle menor. Alejandro muere el día que sus soldados le exigen el regreso.

Otra línea: Alejandro como un adelantado, como el creador de un imperio global, como visionario de un mundo nuevo, el líder de dos pueblos, los griegos y los persas, la creación de un nuevo país. El piadoso, el justo, el valiente, son facetas de una misma razón: él quiere el poder, como cualquiera (el personaje de Ptolomeo lo expresa, al final del film). Sus métodos son distintos, pero su objetivo es el mismo: reinar.

Una ligera variación en la línea anterior, permite encontrarle una interpretación actual a "Alejandro", el reflejo de la cruzada imperial de George W. en los mismos territorios que recorriera Alejandro Magno. La soberbia de los griegos, menospreciando a pueblos muchos más antiguos, es una referencia al actual raid militar norteamericano. Otra referencia, la mención de la misión libertadora de la expedición de Alejandro, llevando la libertad a pueblos esclavos. No importa que fuera con la muerte, con la guerra, con tropezones y ocupación militar en el camino. Al final, de un modo imperfecto, liberan pueblos esclavizados. No parece un paralelo casual ante el dogma religioso político de los halcones conservadores de la Casa Blanca.

"Alejandro" paga otro precio alto por un casting débil, que no termina de cuajar. Colin Farrell no baja nunca a Alejandro del bronce. No encuentra el personaje, en parte por los problemas de guión. Angelina Jolie (una de las más hermosas mujeres de Hollywood) actoralmente está unos cuantos metros detrás. Tampoco ella da con el personaje, al que insólitamente no le pasan los años. (Vamos a creer que es para señalar que es hechicera y que siempre se mantiene joven, más allá de alguna canita que asoma al final de la película). No obstante lo dicho, el vestidito rojo ceñido le queda muy bien. Lo de Anthony Hopkins es menor porque el guión lo limita a un didáctico relator que aporta frases sagaces y datos históricos.

Escenas: la de la batalla de Gaugamela; la batalla en la India, con el enfrentamiento entre Bucéfalo y el elefante (con el "homenaje" a "Héroe", con la escena teñida en rojo sangre). Frases: “Pero tu sueño, Crateros, tu simplicidad terminó cuando tomaste una esposa persa y tuviste hijos y se multiplicaron tus bienes con el botín y las joyas… porque te enamoraste de todas las cosas que en la vida destruyen al hombre… no lo ves… y tú, tanto como yo, sabes que los años declinan y echan a perder todas las memorias y nuestras grandes victorias se desvanecerán y, lo único que será recordado, es que tú abandonaste a tu rey en Asia”; “Como fue dicho después, Alejandro nunca fue derrotado en su vida, excepto por los muslos de Hefaistón”; “Es el precio que tengo que pagar, por haberme llevado nueves meses en su útero”; “Naturalmente, ellos sólo quieren volver a sus hogares, ricos, con su oro, pero yo he visto el futuro, Hefaistón. Lo he visto ahora, miles de veces, miles de caras. Esa gente quiere… necesita un cambio”; “Ese es el hombre que se supone nos llevará de Grecia a Persia. ¡Y no puede trasladarse de una mesa a otra!”.

CONSEJO: esperar al video. La batalla de Gaugamela, es para verla en cine.

lunes, marzo 07, 2005

perverso amor 


CLOSER

De la obra teatral de Patrick Marber, "Closer" es un drama de cuatro personajes, amores cruzados, engaños y traiciones, corazones perversos destruyendo lo que aman. La idea fuerza de la obra es la definición del amor como un eficaz mecanismo de destrucción del otro. Los personajes que interactúan en "Closer", se inmolan e inmolan al otro, recurren a cualquier truco para conseguir lo que quieren, para dominar a quienes aman y tenerlo a su merced.

Alice conoce a Dan en la calle y se enamoran, pero un tiempo después, Dan conoce a Ana, que se enamora de él, pero no quiere tener una relación con él, y Dan ya no quiere a Alice. Ana conoce a Larry y Dan sigue revoloteando alrededor y Larry conoce a Alice y sienten una atracción. Pero insiste con Ana, que lo engaña con Dan. Esa es la madeja de cruces de "Closer", idas y vueltas, catálogo de las miserias de las relaciones románticas, muestrario de lo mal bicho que podemos llegar a ser en nombre del amor.

Típica película de "gente que habla", "Closer" no termina de brillar. Hilando fino, cierta artificialidad de los diálogos, cierta presuntuosidad que sobrevuela, como si no pudiera quitarse la pátina teatral que le dio origen. Cuesta meterse en los personajes, cuesta identificarse con ellos, compartir su conducta, entrar en su piel.

La otra pata flaca, es la falta de química entre los cuatro actores. Jude Law y Clive Owen se llevan las palmas, como los más sólidos. Un escalón abajo, Julia Roberts. Y Natalie Portman no logra darle credibilidad a su Alice. Juntos, los cuatro protagonistas carecen de la sinergía para lanzar adelante la historia. Nunca encajan. Es una maquinaria que avanza, sí, pero chirriando, con mucho ruido.

Un apunte de guión: la repetición de frases y símbolos que repiten los personajes, desperdigados en el diálogo, una y otra vez. La palabra “extraño”, el pez, la frase “dime la verdad”. Un juego de espejos (menos eficaz que en “Las horas”) elegante en la construcción del libro.

Escenas: la ruptura entre Ana y Larry; el diálogo final entre Dan y Alice; el encuentro inicial entre Ana y Dan; el chateo entre Larry y Dan. Frases: "Yo sé quien eres. Te amo. Y amo todo lo que te hiere"; "No como pescado", "¿Por qué?", "Porque orinan en el mar", "Los chicos también", "Por eso no como chicos"; "Soy una especie de periodista. Escribo obituarios"; "No beso a extraños"; "Todos quieren ser felices", "Los depresivos no. Ellos quieren ser infelices, para confirmar que están deprimidos. Si fueran felices, podrían estar deprimidos en algún momento. Tendrían que salir al mundo real y vivir. Eso puede deprimirte"; "¿Qué es el 'amor'? No lo puedo ver, no lo puedo tocar, no lo puede sentir, no lo puedo oír. Sólo puedo escuchar algunas palabras, pero no puedo hacer nada con tus fáciles palabras"; "Me estás dejando. ¿Quién?", "Dan", "¿Cupido? ¡Él es nuestra broma!"; "¿Quieres tener hijos?", "No hoy"; "Hola, extraño".

CONSEJO: esperar al video.

domingo, marzo 06, 2005

el derecho / obligación de vivir 


MAR ADENTRO

Ésta es la clase de historias que se gana con el guión, con los diálogos, con el esplendor de la escritura. Cuando Alejandro Amenábar ("Tesis", "Abre tus ojos", "Los otros") recurre a los efectos artísticos de una cámara inquieta, vuelos rasantes, paisajes panorámicos, suena la campana de alarma. "Mar adentro" era una historia para ganar desde los personajes, desplegando todas las posiciones y opciones que planteaba el dilema ético de Ramón Sampedro, el primer cuadrapléjico español que solicitó a la justicia ibérica que le permitieran suicidarse.

Pero el guión de Amenábar / Mateo Gil, se queda en la periferia de la historia, no va a fondo, se entretiene en personajes secundarios que no terminan de aportar a la tesis central (tal vez, porque el film carece de una tesis central) y queda ahí, en el borde de una gran película, sin atreverse a ir un poco más.

Las fallas de guión residen, principalmente, en la definición de los personajes que acompañan a Sampedro. En especial, las protagonistas femeninas, Julia, la abogada, y Rosa, la amiga que lo ama, que aparecen y desaparecen del relato, sin ningún motivo dramático. Al guión le falta un confidente - opositor para Sampedro, un personaje que defina el drama de su situación, que aclare los motivos por el que pide el suicidio, que plantee las otras opciones que Sampedro deshecha, que delinee los argumentos éticos en la decisión de la eutanasia.

Todo eso falta en "Mar adentro", por eso la historia flaquea, bordea la descripción y se mece en diálogos demasiado unidimensionales, demasiado en blanco y negro, sin relieves contradictorios. Como ejemplo paradigmático de esas fallas, el personaje del sacerdote cuadrapléjico, el Padre Francisco, una oportunidad perdida para sacudir al protagonista y extremar sus límites.

Si el film no se desbarranca y queda en una aceptable historia, se debe a la descomunal tarea de Javier Bardem, uno de los grandes actores de la pantalla mundial de hoy en día. Para tener una idea del desafío de su personaje, vale recordar que está inmóvil: sólo puede expresarse desde el cuello para arriba. Su rostro torturado, su sonrisa marcada en la bronca y la impotencia, es una estampa memorable. Agregamos la química que se da con Belén Rueda (Julia, la abogada), compartiendo momentos a los que agregan un poco más de lo que sugiere la escena tal como está escrita.

Escenas: el deschave final del hermano de Ramón; la imagen del padre, viendo irse a su hijo hacia la muerte; el juicio, ante la indiferencia de los jueces.
Frases: "La vida es un derecho, no una obligación"; "¿Quién soy yo para juzgar a los que quieren vivir?"; "¿Fumas?", "Si, de vez en cuando, por si me mata"; "Me resisto a caer en esa inercia en la que sólo puedo agradecer lo que se me da porque no me queda más remedio que aceptarlo"; "Entonces, Ramón... ¿por qué morir?"; "La libertad sin vida, no es libertad", "Una vida sin libertad, no es vida"; "Mar adentro, mar adentro. Y en la ingravidez del fondo, donde se cumplen los sueños. Se unen tantas voluntades para cumplir un deseo. Un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno. Y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo. Es como penetrar al centro del universo. El abrazo más pueril y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo. Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo sin palabras: más adentro, más adentro. Hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos. Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto. Para seguir con mi boca enredada en tus cabellos".

CONSEJO: esperar al video.

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