domingo, marzo 06, 2005
el derecho / obligación de vivir
MAR ADENTRO
Ésta es la clase de historias que se gana con el guión, con los diálogos, con el esplendor de la escritura. Cuando Alejandro Amenábar ("Tesis", "Abre tus ojos", "Los otros") recurre a los efectos artísticos de una cámara inquieta, vuelos rasantes, paisajes panorámicos, suena la campana de alarma. "Mar adentro" era una historia para ganar desde los personajes, desplegando todas las posiciones y opciones que planteaba el dilema ético de Ramón Sampedro, el primer cuadrapléjico español que solicitó a la justicia ibérica que le permitieran suicidarse.
Pero el guión de Amenábar / Mateo Gil, se queda en la periferia de la historia, no va a fondo, se entretiene en personajes secundarios que no terminan de aportar a la tesis central (tal vez, porque el film carece de una tesis central) y queda ahí, en el borde de una gran película, sin atreverse a ir un poco más.
Las fallas de guión residen, principalmente, en la definición de los personajes que acompañan a Sampedro. En especial, las protagonistas femeninas, Julia, la abogada, y Rosa, la amiga que lo ama, que aparecen y desaparecen del relato, sin ningún motivo dramático. Al guión le falta un confidente - opositor para Sampedro, un personaje que defina el drama de su situación, que aclare los motivos por el que pide el suicidio, que plantee las otras opciones que Sampedro deshecha, que delinee los argumentos éticos en la decisión de la eutanasia.
Todo eso falta en "Mar adentro", por eso la historia flaquea, bordea la descripción y se mece en diálogos demasiado unidimensionales, demasiado en blanco y negro, sin relieves contradictorios. Como ejemplo paradigmático de esas fallas, el personaje del sacerdote cuadrapléjico, el Padre Francisco, una oportunidad perdida para sacudir al protagonista y extremar sus límites.
Si el film no se desbarranca y queda en una aceptable historia, se debe a la descomunal tarea de Javier Bardem, uno de los grandes actores de la pantalla mundial de hoy en día. Para tener una idea del desafío de su personaje, vale recordar que está inmóvil: sólo puede expresarse desde el cuello para arriba. Su rostro torturado, su sonrisa marcada en la bronca y la impotencia, es una estampa memorable. Agregamos la química que se da con Belén Rueda (Julia, la abogada), compartiendo momentos a los que agregan un poco más de lo que sugiere la escena tal como está escrita.
Escenas: el deschave final del hermano de Ramón; la imagen del padre, viendo irse a su hijo hacia la muerte; el juicio, ante la indiferencia de los jueces.
Frases: "La vida es un derecho, no una obligación"; "¿Quién soy yo para juzgar a los que quieren vivir?"; "¿Fumas?", "Si, de vez en cuando, por si me mata"; "Me resisto a caer en esa inercia en la que sólo puedo agradecer lo que se me da porque no me queda más remedio que aceptarlo"; "Entonces, Ramón... ¿por qué morir?"; "La libertad sin vida, no es libertad", "Una vida sin libertad, no es vida"; "Mar adentro, mar adentro. Y en la ingravidez del fondo, donde se cumplen los sueños. Se unen tantas voluntades para cumplir un deseo. Un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno. Y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo. Es como penetrar al centro del universo. El abrazo más pueril y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo. Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo sin palabras: más adentro, más adentro. Hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos. Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto. Para seguir con mi boca enredada en tus cabellos".
CONSEJO: esperar al video.
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