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críticas chatarras

sábado, marzo 19, 2005

el ciudadano Hughes 

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EL AVIADOR

Alguien por ahí ha escrito que la función del crítico es interpretar aquello que ni el mismo creador tiene claro, recrear la obra artística y aportar una nueva dimensión para que el consumidor del hecho artístico se enriquezca con su mirada. El crítico completa la obra de arte. Que un filme como "El aviador" haya recibido tan tenues comentarios de nuestra crítica (tanto comercial como independiente) habla a las claras del nivel de mediocridad en que nos movemos en estos días. Que los electores de la Academia hayan dejado pasar la ocasión de reparar el yerro histórico de no premiar a Martin Scorsese, dice mucho del modo que se maneja el negocio cinematográfico norteamericano. "El aviador" es una suerte de "El Ciudadano" en los tiempos de la globalización, es la épica personal y colectiva del homo capitalista desmesurado. La inevitable comparación con "Million dollar baby", alabada por periodistas y público, nos lleva a la inevitable pregunta: ¿qué es lo que están viendo cuando van al cine?

La excusa de "El aviador" es contar la historia de Howard Hughes, magnate, self made man, aviador, amante de las más seductoras estrellas de cine, multimillonario, dueño de TWA, obsesivo compulsivo, fóbico a los gérmenes y bacterias. En realidad, el guión de John Logan nos cuenta la epopeya del aventurero capitalista, el hombre de empresa americano que no acepta los límites, que va más allá, que nada le parece imposible. El pistón que convirtió a Estados Unidos en una potencia.

Enfrente, los aristócratas y sus amigos del poder, los que tienen comprados a los legisladores para que les aprueben sus proyectos y asegurarse mercados, libres de la molesta competencia. Los grandes monopolios conservadores contra el empresario individual tomador de riesgos.

Esa es la historia detrás de "El aviador" y esa mirada (actual, por más que la historia ocurra hace más de medio siglo) anuncia la tragedia. El héroe capitalista no puede tener otro destino que la tragedia, que la inmolación, que la derrota completa. Su lucha lo dignifica. Pero es una lucha perdida de antemano. La imagen final frente al espejo y la frase que se repite: "el modo del futuro", resume la tesis del film. No es el futuro al que apostó Hughes; ese futuro (este presente) es de los Juan Trippe y de los Senadores Ralph Owen Brewster.

Scorsese cuenta la historia de Hughes con un envoltorio exquisito. La fotografía de Robert Richardson y el diseño artístico del italiano Dante Ferretti (Ver la nota de Fernando López en "La Nación" del 08/03/05) son cómplices fundamentales para retratar la megalomanía del personaje. La paleta de colores es fría, en tonos de acero, enmarcando los ángulos cortantes de la cámara. Apunte al margen: la banda de sonido es de colección.

Un detalle. Por ahí se comentó la tendencia a la sobreactuación de Cate Blanchett encarnando a Katherine Hepburn. Vale señalar que el primer segmento de "El aviador" tiene una puesta en escena muy particular: todos están acelerados, sobreactuando, como si actuaran en una película barata. Pero es un recurso estético: los protagonistas están, verdaderamente, actuando en su vida real. Los maquillajes revelan que son "actores" baratos, títeres, marionetas patéticas, en la histeria de la Belle Epoque, haciendo un esfuerzo por tomarse la vida a borbotones, danzando sobre el filo de la cornisa. Esto queda muy claro durante la pelea de Errol Flynn (¡otra vez Jude Law!) en el cabaret, cuando la orquesta canta y baila como alucinados, mientras parte del público la está emprendiendo a trompadas.

Leonardo DiCaprio no es santo de mi devoción, pero no desentona en esta película (su propio proyecto largamente acariciado). Brilla Alan Alda, como el senador corrupto y Alec Baldwin, como Juan Trippe. En un segundo escalón, Cate Blanchett y apenas linda (babita al mérito) Katherine Beckinsale. Dos menciones: la de Brent Spiner, como Robert Gross, el ingeniero que le vende el proyecto del avión a Hughes, un "Viaje a las estrellas", el recordado Comandante Data; el otro, la voz del proyectorista en la sala de proyección de Hughes, no es otra que la de Martin Scorsese.

Escenas: la caída del avión en Beverly Hills (antológica); la despedida de Katherine Hepburn de Hughes (precisamente, cuando Hughes le dice "deja de actuar", dejamos la "sobreactuación" del primer tramo de película); la espera de Hughes en el baño, aguardando que alguien le abra la puerta; las sesiones en el Congreso, el enfrentamiento entre Hughes y el Senador Brewster; la secuencia del vuelo del "Ganso Manso".

Frases: "¿Alguien conoce a ese hombre? ¿Trabaja para mí?", "Todos trabajan para ti, Howard"; "El modo del futuro... el modo del futuro... el modo del futuro..."; "¿Quieres casarte conmigo?", "Estás demasiado loco para mí"; "Él es dueño de Pan Am. Él es dueño del Congreso. Es dueño de la Comisión de Aeronáutica Civil. Pero no es dueño del cielo"; "Estoy en una pelea callejera. ¡Y no voy a perder!"; "Hay demasiado 'Howard Hughes' en Howard Hughes. Ése es el problema"; "Deja de actuar", "No estoy actuando", "A veces me sorprendo de que reconozcas la diferencia"; "¿Quieres que soborne senadores?", "No quiero que los sobornes, Jack. Quiero que se haga de forma legal. Quiero que los compres"; "Yo, me mantengo sana. Tomo siete duchas por día para mantenerme limpia por lo que soy vulgarmente conocida como la vagabunda. Bien, no soy una vagabunda. Soy atlética. ¡Y sudo! Ahí está. Ahora ambos sabemos la sórdida verdad. Yo sudo y usted es sordo. ¿No somos un buen par de inadaptados?"; "C-u-a-r-e-n-t-e-n-a"; "Hughes eludirá todos los cargos. Nuestra ley será derrotada en el Senado, permitiéndole a Hughes y TWA a empezar los vuelos comerciales a París... de ahí a Roma... de ahí a Berlín... de ahí a Moscú y a la Unión Soviética y, finalmente, al Lejano Oriente. Mierda...".

CONSEJO: ir a verla.

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