lunes, marzo 14, 2005
Peter Barrie
DESCUBRIENDO EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS
Alguna vez dijo Alejandro Dolina que no hay nada más melancólico que ver jugar a un niño, porque la seriedad con la que acomete la empresa, provoca en el adulto que lo está mirando un vacío metafísico: ese niño juega seriamente, inconsciente de que crecerá y de que todo eso acabará, de que algún día morirá él y morirán la gente que lo rodea. Pero él no lo sabe, todavía. Él juega con tal despreocupación porque apenas intuye la finitud del Universo y de la vida. Y esa despreocupación no puede generar más que una noble melancolía, un sentimiento trágico poético, al adulto que lo está viendo jugar, que participa, tal vez, del juego, sin ese estado de gracia inicial, sin esa candidez virgen de la infancia.
Esa idea ronda en "Descubriendo el País de Nunca Jamás", una biografía libre de Sir James Matthew Barrie, el autor de "Peter Pan", película embebida en ese dulce licor de la nostalgia por la inocencia perdida. Una obra y una familia herida que se cruza en el camino del escritor escocés, un esfuerzo mágico del autor por diferir la ineludible labor destructiva de la muerte. Barrie arma un mundo de imaginación y fantasía, para aislar a los tres chicos Llewelyn Davies (George, Michael y Peter) de la muerte. La misión, se sabe desde el vamos, es en vano. Pero Barrie no busca ganar, sólo resistir. Pretende ganar unos días más para que esos niños sigan siendo niños. Llegará el momento que esa realidad los arrasará, está claro. Pero, hasta entonces, serán niños. Hasta entonces, podrán soñar y jugar despreocupados, en el jardín de la eternidad.
¿Y cuál es el arma de Barrie? El arte. El único recurso que tenemos los humanos a mano, para trasladarnos al País de Nunca Jamás, aunque sea un breve lapso, un instante, un fulgor en medio de la oscuridad y la nada eterna.
"Descubriendo el País de Nunca Jamás" es una de las mejores de las películas oscarizadas que surcan la pantalla nacional, en estos días. Aporta un guión muy bueno, escenas emotivas y un clima que da con el tono justo, apropiado, para contar esta historia real, narrada desde la vereda de una noble tristeza.
Las actuaciones de Johnny Depp, de Kate Winslet, de Julie Christie y de Dustin Hoffman son más que destacables, puntales de un muy guión de David Magee (basado en la novela de Allan Knee). Los tres chicos aportan el tono justo para sostener la trama.
Escenas: el diálogo final, entre Barrie y Peter (brillante imagen-tesis final, del paraguas y el sombrero, olvidados en un banco); la representación de "Peter Pan" para Sylvia; el encuentro de Barrie con Peter, debajo del banco.
Frases: "Puedes visitar Nunca Jamás, cuando quieras", "¿Cómo?", "Creyendo, Peter. Sólo creyendo"; "Yo no soy Peter Pan. Él es Peter Pan"; "Magnífico. El niño ha desaparecido. En sólo 30 segundos, has crecido"; "Morir será una aventura formidable"; “Perdón… está parado sobre mi manga”, “Y yo podría decir que estás acostado bajo mi banca”; “Es absurdo. Es sólo un perro”, “¿Sólo un perro? Portos sueña con ser un oso… ¿y tú quieres hacer pedazos sus sueños diciendo que es ‘sólo un perro’? Que horrible palabra… Como lo dices… ‘No puede escalar montañas, es sólo un hombre’ o ‘No es un diamante, es sólo una roca’. Sólo”; “Nosotros pretendimos que eras de la familia, James. Tú nos hiciste creer que las cosas pueden cambiar si creemos que son diferentes”, “Algunas cosas, Sylvia. No, todas”, “Ese es el punto. Nosotros pretendimos, por un tiempo, que eras parte de la familia, ¿O no? Y te convertiste en alguien importante para todos nosotros. No sé si es el punto, pero es la verdad. Y aunque no sea la verdad, puede serla… Necesito seguir pretendiendo… hasta el fin… contigo”; “¿Crees en las hadas? Di rápido que crees. Si crees, ¡aplaude!”; “Cuando el primer bebé rió por primera vez, la risa se rompió en miles de pedazos, que se desparramos por todas partes. Ese fue el comienzo de las hadas”; “Uno encuentra una tenue luz de felicidad en este mundo. Y siempre hay alguien dispuesto a destruirlo”.
CONSEJO: ir a verla.
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