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críticas chatarras

sábado, enero 28, 2006

no hay negocio, como el negocio del espectáculo 

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LOS PRODUCTORES

A fines de los '60, Mel Brooks escribió y dirigió una película con Zero Mostel y un muy joven Gene Wilder, una graciosa comedia de un productor de Broadway que descubre, gracias a la observación inocente de un contador, que puede ganar una fortuna fraudulenta produciendo un fracaso. Las peripecias de encontrar el peor libro, los peores actores y el peor director de Broadway para elaborar el más grande fracaso artístico, se llamó "Los productores" y tras un paso, más o menos discreto, llegó hace unos años a Broadway como comedia musical (con letras del mismo Mel Brooks). Creer o reventar, fue un éxito histórico y siguen facturando, con contratos millonarios y salas completamente vendidas.

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Primera advertencia: quien vaya esperando ver un musical estilo "Chicago", va a salir decepcionado. "Los productores" es un musical plenamente humorístico, con muchos guiños locales a la fauna de la farándula. No busque sutilezas, segundas lecturas, reflexiones humorísticas. Es el estilo Mel Brooks, un humor sencillo y sin vueltas.

Segunda advertencia: quien vaya esperando una ingeniosa adaptación cinematográfica de una obra teatral, va a salir decepcionado. Susan Stroman, reconocida directora teatral, no logra acertar con la estética y el formato de otro género. Si en "Chicago" se logró una aceitada adaptación al cine, aquí se observa la vacilación de la forma, la indecisión entre "homenajear" a las comedias musicales de los '50 o sólo hacer la filmación de una representación teatral. Más aún: Stroman abusa en algunos primeros planos, manejándolos con poca fluidez, en alguna secuencia inicial.


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La dirección actoral tampoco ayudó para borrar esa pátina teatral que sobrevuela sobre esta versión de "Los productores". Guiños, pausas, esperando la risa del público, que no está frente a los actores, son síntomas de que no está aceitado el mecanismo del teatro al cine. Aún Uma Thurman (deliciosa Ulla) no logra quitarse cierta artificialidad de las tablas.

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A favor del musical tiene el delirio de los personajes, algunos verdaderamente notables, antológicos. El primero, es el libretista nazi, interpretado por un genial Will Ferrer, autor del fiasco "Primavera para Hitler (un alegre viaje por Alemania de la mano de Adolf y Eva)". Las palomitas mensajeras haciendo el saludo nazi, no tiene desperdicios. Otro gran personaje es el director gay Roger De Bris, interpretado por Gary Beach, otro momento delirante absoluto. Agréguese a Carmen Ghia (Robert Bart), su ayudante - mucamo - amante - asistente.

Una recomendación: no se levanten del asiento y esperen hasta que pasen todos, pero todos los títulos finales, o se va a perder a Mel Brooks echándolos del cine porque terminó la película. Decisión de ustedes si se levantan apurados, como manada en celo, y abandona la sala antes del final.

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Por si no lo dijimos: ¡que lindas piernas que tiene Uma Thurman! Hermosísima en su rol de Ulla, la rubia sueca que se lleva el protagónico.

Escenas: la marcha de Max Bialystock, recaudando fondos, seguidos por una corte de ancianas adineradas en andador; el baile de Ulla en el casting; el cuadro de los contadores tristes; la escena de Franz Liebkind en la terraza, en la primera reunión con Max y Leo; la escena de "manténlo gay"; el baile victorioso de Max y Leo en la fuente del Central Park.

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Frases: "Ulla, creo que podemos pensar en una posición para ti", "De hecho, tenemos pensada más de una"; "Yo quiero ser un productor"; "¡Paren el mundo que me quiero subir!"; "¡Ese no es el modo de cantar 'Haben Sie gehört das Deutsche band!' ¡Esta es la manera!"; "¡Broadway! ¡No estaba tan contento desde que aplastamos Polonia!"; "¿Estoy detectando el pestilente olor de la autoestima?"; "Tenemos el peor libro, el peor director, los peores actores. ¿Qué hicimos mal?"; "¿Ustedes sabían que el Führer era un gran bailarín?", "¿En serio? No, no sabía. ¿Tú Leo?", "No, no, seguro...", "¡Eso es porque aceptan lo que ven en la BBC! ¡Sucios británicos mentirosos! ¿Por qué no dicen nada de Winston Churchill? ¡Churchill! Con sus cigarros, su brandy y sus malos cuadros. ¡Malos! ¡Hitler era un gran pintor! ¡Podía pintar un cuarto en una tarde! ¡Y dos manos!"

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"¡Los actores no son animales! ¡Son seres humanos!", "¿Alguna vez comiste con alguno?"; "Hay más en ti de lo que eres"; "Por supuesto, todo el segundo acto debe ser reescrito. ¿Ellos perdieron la guerra? Por favor... ¡es muy deprimente!"; "¡Estoy mojado! ¡Estoy histérico y mojado! ¡Oh! ¡Estoy dolorido! ¡Estoy dolorido, mojado y aún estoy histérico!"; "Manténlo gay"; "Querido Señor... ¡Yo quiero el dinero!"; "Hice un cheque a nombre de la obra, como dijiste. 'Efectivo'. Que nombre raro para una obra"; "Hay dos reglas básicas en la producción. Primero: nunca inviertas tu propio dinero en el show", "¿Y el segundo?", "¡Nunca inviertas tu propio dinero en el show!"; "¡Rómpete una pierna! (RUIDO) ¿Qué pasó?", "¡Me rompí una pierna!"; "¡Sostenme! ¡Tocame!".

CONSEJO: si no es exigente, lo va a disfrutar y reírse un rato. Si no, espere al video.

jueves, enero 26, 2006

la pequeña casita en la pradera 

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UN AMOR, DOS DESTINOS

"Un amor, dos destinos" no termina de despegar. Es un constante apronte. Estamos ahí, pero no termina siendo. La sensación final es de "está bien, pero le faltó algo". Por eso su destino es flotar en ese poblado mar de películas correctas que pasan sin dejar huellas, una de esas que vemos un domingo a la tarde en el cable, mientras tomamos mate. Y no deja de ser una lástima, porque la historia prometía más, sobre todo por su planteo.

Einar Gilkyson (Robert Redford) vive en una granja estadounidense, con Mitch Bradley (Morgan Freeman), antiguo empleado y actual amigo, que ha quedado inválido por el ataque de un oso. Einar lo atiende, alimenta y le proporciona la dosis diaria de morfina para calmar los fuertes dolores, secuela de la agresión. Se adivina en Einar un conflicto interior, algo que explique la decadencia de la granja, el rostro con barba y ceño de enojo permanente. El conflicto se devela cuando, escapando de un novio golpeador, llega al rancho su ex nuera Jean (JLo llenando muy bien un jean, hay que reconocerlo) y su nieta Griff (que hasta ahí, Einar desconocía que existiera). En ese momento nos enteramos que Einar tenía un hijo, que murió en un accidente automovilístico y que Jean manejaba el auto, por lo que la hace responsable de lo ocurrido.

Ese es el gatillo disparador y lo que sigue es una historia de perdón, de cómo rescatar lo que está vivo, cómo seguir cuando el rencor se ha acumulado durante tanto tiempo. Y, cómo es de esperar, la senda cristiana a la que no llegan los grandes, se arriba por los atajos que proporcionan los niños.

Si el filme se mantiene, en gran parte, es por el trabajo actoral de Robert Redford y Morgan Freeman. Sólido y sin desbordes, lo de ellos es tan bueno que hasta Jennifer Lopez no desentona, lo que ya es mucho decir.

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Si uno empieza a rascar la superficie de la película, el guión de Mark Spragg y Virginia Korus Spragg afloja por las varias subhistorias paralelas que no agregan mucho al conflicto principal, que es el enfrentamiento entre Einar y Jean por la muerte del hijo. Nos referimos a toda la historia del novio golpeador (que debería haber sido un catalizador del conflicto), la historia del oso (sobra completamente) y el romance entre Jean y el comisario del pueblo. Es más, uno, un partidario de la economía de recursos, hubiera hecho transcurrir toda la historia en el rancho. Tal vez alguna salida al pueblo para dar información o mostrar el pasado de Einar. Pero la tensión debía azuzarse con la cercanía física de los personajes. Y todo debía girar apoyando la tesis del filme: Einar necesita perdonar, para poder perdonarse.

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Escenas destacadas: la paliza que Einar le pega a Gary; las discusiones amistosas (como la del arreglo del auto) de Einar y Mitch; la visita de Griff a la tumba de su padre; las charlas de Einar a la tumba de su hijo.

Frases: "Lo llaman accidente porque nadie tiene la culpa"; "No te quiero aquí"; "Mi hijo está muerto", "Tu nieta no"; "Lo intenté, hijo. Sabes que lo intente. Pero no puedo"; “Griffin tiró una moneda y perdió”.

CONSEJO: esperar al video.

martes, enero 24, 2006

el hijo del carpintero 

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EL HIJO

De cómo contar una historia con recursos mínimos. Así podríamos empezar la crítica de "El hijo", una película notable, espartana en sus sintaxis, pero que logra emocionarnos escatimando palabras. No hay parlamentos que apelen a nuestra emoción. De hecho, la mayor parte de sus líneas son indicaciones de cómo construir muebles o ventanas, clases de carpintería. Pero la tensión dramática de la película aflora en la manipulación de la información y del modo en que se presenta al espectador. Impresionante ejercicio de cinematografía, no apto para público pochoclo.

Olivier enseña carpintería en un centro comunitario que provee oficio a adolescentes salidos de la cárcel. La película empieza cuando Olivier descubre a un chico, candidato a ser su alumno. La turbación de Olivier (que en un primer momento desecha al muchacho, por tener cubierto el cupo de estudiantes) revela que hay una historia detrás que los une. Su inquietud, sus intentos de mirarlo a escondidas, su cambio de humor, nos indica que algo hay en ese muchacho, una relación que lo hace trascendente.

La trama de "El hijo" se estructura en tres bloques, de alrededor de media hora cada uno. En el primer bloque, nos preguntamos "¿quién es ese chico?", en el segundo, "¿qué quiere con él?"; la tercera, "¿lo matará?". Esas preguntas se responden con las acciones de Olivier y de Francis (el chico en cuestión), sin que las palabras nos ayuden en esa búsqueda de respuestas.

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“El hijo” es una película de sintaxis visual, de acciones que dicen lo que las palabras se niegan a expresar. Más aún: las acciones se vuelven ambiguas, permiten una doble interpretación que terminan guiándonos en el camino de la historia. Especulamos, desde la primera escena, ante la falta de información. Y cuando creemos que está resuelto, que sabemos de qué se trata, la trama gira hacia otro lado y nos damos cuenta que nuestras presunciones de butaca fueron erróneas y que todo debía ser visto desde otra óptica.

Para el novel guionista, "El hijo" debe ser material de estudio, para comprender como una película es esencialmente un sistema de información y que el modo en que ésta se da al espectador no es neutral. Más aún: que las distintas maneras de disponer la información, generan reacciones dramáticas diferentes. Si hubiéramos contado con toda la información del pasado de Olivier, en las primeras escenas del filme, "El hijo" hubiera carecido de suspenso. No disponer de esa información es vital, para seguir con interés una historia que es austera y seca en sus formas.

Un apunte más: no es casualidad que la profesión de Olivier sea la de carpintero, remedando a aquel otro carpintero y a su hijo. La tesis del filme es el perdón. Hay un hijo necesitado de padre y un viceversa.

Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne (directores y guionistas del filme) recurren a un estilo documental, con la cámara puesta a la altura de la nuca de los protagonistas, moviéndose errática, siguiendo los pasos de los personajes, aumentando el grado de tensión interno de los protagonistas. Por momentos, la cámara se posa tanto sobre los personajes, que uno termina oliendo el áspero polvo del aserrín o logra sentir en las yemas de los dedos, el relieve de la veta de la madera.

Escenas a destacar: la confesión de Olivier a Francis; el encuentro entre Magali y Olivier, a la salida del estacionamiento; la escena final, envolviendo las maderas; la introducción, con la turbación de Olivier ante la llegada de Francis; el viaje en auto, donde Francis indica porque estuvo preso.

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(Advertencia: no leer las frases, si no quiere “deducir” el final. Salte al consejo de una).

Frases: "Ese chico que quiso trabajar en mi taller..."; "¿Qué pasa con eso?", "Estaba interesado en el taller de soldadura?"; "Francis Thirion está libre. Ha venido al Centro, para estudiar carpintería..."; "¿Me estás espiando?"; "¿Es él?"; "Nadie haría una cosa así", "Lo sé", "¿Por qué lo haces entonces?", "No lo sé..."; "Puedo llamarte Olivier?", "¿Por qué?", "Porque los otros te llaman Olivier"; "¿Qué más pasó aparte del robo?", "Alguien murió"; "¿Te arrepientes de haberlo hecho?", "Por supuesto", "¿Por qué por supuesto?", "Estuve encerrado cinco años. Eso es de lamentar"; "Ese niño que mataste era mi hijo".

CONSEJO: imperdible para el público entrenado en cine arte, aunque puede esperarse al video. El resto, seguir de largo.

sábado, enero 21, 2006

nikita nipone 

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MEMORIAS DE UNA GEISHA

Era difícil prever tanta pobreza de ideas a la hora de trasladar a la pantalla, lo que en principio daba para (por lo menos) un fresco de costumbres. Es difícil no pasarse las dos horas y media largas que dura "Memorias de una geisha" y que no se te cruce por la cabeza, la idea de: "¿y si esto lo hubiese filmado James Ivory?". Es tan precaria la película de Rob Marshall que, si no transcurriera en Japón (y que las actrices son chinas), no diferiría demasiado de los telenovelones que suelen verse a la hora de la siesta.

Como siempre, vamos al guión. ¿Qué quiere contarse en "Memorias de una geisha"? ¿La historia de una chica que fluye como el agua, que soporta sin quebrarse todos los obstáculos y que termina triunfando? ¿La historia de un amor nacido en la infancia, por un gesto amable, y que prosigue con los años hasta alcanzar su triunfo final? ¿La crónica de un aprendizaje implacable para alcanzar las cotas máximas de un oficio valorado por una sociedad que está a punto de cambiar para siempre? ¿La dominación que los hombres han ejercido sobre las mujeres? ¿La historia de dos mujeres en pugna?

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Éstas y muchas más historias podían haberse elegido para esta película. No se elige ninguna. No se sabe qué se quiere contar. No hay tesis, no hay relieve en los personajes que entran y salen por la ventana, como si todo diera igual. Los volantazos de la historia, propios del melodrama de segundo nivel, señala que el guión de Robin Swicord sobre la novela de Arthur Golden, no supo que contar. El final es una mescolanza que se alarga innecesariamente.

Si uno espera saber algo sobre el aprendizaje de una geisha o sondear más sobre las relaciones entre los hombres y las mujeres en el Japón de la Segunda Guerra, también va a salir defraudado. No hay investigación seria de costumbres en esta película. Para la información que se proporciona en el film, da lo mismo que suceda en Osaka o en Palermo.

Otro síntoma de una falla de guión: el uso del relato en off. En este caso, notoriamente inútil, porque trata de explicar lo que debimos haber visto un segundo antes. Un ejemplo claro para los guionistas en escabeche: cuidadito cuando echemos mano a esa herramienta; usarla sólo si es, absoluta y totalmente necesario. Una miradita a "Sunset Boulevard", para saber cómo se maneja este recurso y si nos quedan dudas, exprese lo que siente el personaje a través de un diálogo. En cine, suele ser lo mejor.

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Una imagen que se repite, aunque no tenga una exacta justificación temática: la huida por los pasillos de la pequeña Chiyo, repetida en la evolución de la niña a geisha, como si estuviera encerrada y tratara de escapar. La idea del encierro está muy repetida en la primera parte del filme, con muchas imágenes de puertas, barrotes, pasillos con ornamentaciones que repiten el esquema de rejas. Después (otro signo de la debilidad del guión), no encuentra una "justificación" en la historia.

Tres babitas orientales: a Gong Li, a Michelle Yeoh, a Ziyi Zhang. Escenas destacadas: la fuga de la pequeña Chiyo por los techos de la ciudad; la escena del Director regalándole un helado a Chiyo; la negociación entre Mamesha y la directora de la casa de geishas, por Chiyo.

Frases: "Mi madre siempre dijo que mi hermana Satsu era como el bosque. Arraigada a la tierra como un árbol sagrado. Pero ella me decía que yo era como el agua. El agua puede hallar su camino incluso entre las rocas. Y cuando encuentra un obstáculo, abre una brecha"; "Déjame ver esos ojos. Mírame. Hay tanta agua"; "Es más fácil si lo olvidas todo"; "En el templo hay, grabado en una piedra, un poema titulado 'Pérdida'. Tenía tres palabras, pero el poeta las borró. No puedes leer la 'pérdida'; sólo sentirla";

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"Recuerda que las geishas no son cortesanas. Y no somos esposas. Vendemos nuestras habilidades, no nuestros cuerpos. Creamos otro mundo secreto. Un mundo de belleza. La palabra 'geisha' significa artista"; "La agonía y la belleza viven una al lado de la otra en nosotras"; "No te puedes llamar una verdadera geisha hasta que no golpees a un hombre con una sola mirada"; "Pude haber sido ella. ¿Eramos tan diferentes? Ella también amó una vez. ¿Estaré mirando mi futuro? Hasta que el verdadero futuro cayó del cielo"; "Las geishas no pueden querer. No pueden sentir. Las geishas son artistas del mundo flotante. Ellas cantan, bailan, entretienen, lo que tu quieras. El resto es sombra, secretos"; "No le puedes decir al sol que no brille, o la lluvia que no caiga, o a un hombre que las geishas no pueden ser esposas. Ellas son las esposas de la noche".

CONSEJO: dejar pasar.

jueves, enero 19, 2006

te estoy hablando a tu corazón 

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PALABRAS MÁGICAS

Pomposa, soberbia, pretenciosa, ridícula, un guión fallido. Algunos lugares comunes de la crítica local e internacional sobre "Palabras mágicas". Nuevamente, el Frente Mancomunado Destructor de Richard Gere que hace su aparición ante cualquier película del actor norteamericano, sea buena, mala o regular. Lamentablemente, esa manía persecutoria se descargó contra una historia muy interesante y una película con más de una idea destacable. "Palabras mágicas" no es una obra maestra monumental, un clásico del cine. No. Pero tiene mucho más para analizar que lo que la mediocridad de nuestros críticos pueden percibir. Es una lástima que, gracias a los formadores de opinión locales, posiblemente pase desapercibida por las pantallas nacionales.

Saul es el todopoderoso padre de familia, sol en el que orbitan su esposa Miriam, su hijo adolescente Aaron y su pequeña hija Eliza. Profesor universitario, judío practicante, la especialidad de Saul es la Cábala hebrea y los escritos de Abraham Abulafia, un místico hebreo medieval. Dios puso la energía del Universo en una esfera de cristal que no pudo soportar tanta energía y explotó en innumerables pedazos (el Big Bang de la astrofísica). Dios nos da la esperanza de que, por la acción del hombre, los pedazos puedan volver a reunirse. Para Abulafia, uno de los métodos era jugar con las palabras, encontrarle dimensiones adicionales, repetir permutaciones recurrentes, para lograr un estado místico que posibilite hablarle a Dios y que éste, verdaderamente, escuche.

Para sorpresa de Saul, su pequeña hija Eliza se destaca especialmente en los concursos escolares de deletreos. Con sus seis años, gana prueba tras prueba, superando a chicos que la doblan en edad. No es que Eliza sea un precoz erudita, sino que ella "ve" las palabras, las observa a su alrededor, ordenándose en el aire, dándole la respuesta correcta. Lentamente, Saul comprende que su hija está cruzando esa línea que señalara Abulafia, un límite que él intentó en vano. Eliza está a un paso de hablarle a Dios y que Dios la escuche.

A partir de esa revelación, Saul se vuelca de entero al entrenamiento de la hija, relegando a su esposa y a su hijo que afrontan sus propias pruebas místicas, que recorren sus propios caminos hacia Dios.

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De eso trata "Palabras mágicas", de la búsqueda trascendental de Dios. Tal vez por eso haya generado ese rechazo en los críticos, porque es un tema que brota la epidermis en estos tiempos de exaltación del consumo y ateísmo militante.

En la primera parte del filme, hay tres personajes que girar alrededor de ese Padre Todopoderoso, soberbio, desbordante, seguro, dueño de todas las respuestas. Miriam, Eliza y Aaron son pálidos reflejos de ese Saul que todo lo sabe y todo lo domina.

Pero en la segunda parte, los roles se invierten. Saul es el desesperado padre de familia que ve perder todo lo que lo rodea, que ve perder su seguridad y su control. Su esposa y sus hijos han llegado a Dios, a su manera, por caminos alternativos y, como el héroe que ha vencido, una vez que se ha rozado la epidermis de la Divinidad, se está alejado para siempre de aquellos que apenas lo han intuido.

"Sólo tienes palabras vacías" lo acusa su esposa en una escena. Saul es el estudioso que ha tratado de llegar a Dios por la razón, por las palabras, por el discurso. Pero la experiencia mística es personal, inefable, irracional. Al estilo budista, las palabras son anclajes a un ilusorio mundo físico. El método de Abulafia es desgastar las palabras, provocar que pierdan su significado, para descubrir al Dios detrás de la ilusión del cosmos. Saul está tan aferrado a las palabras y a lo que ellas quieren decir que ha perdido esa posibilidad, ese camino de enfrentar a Dios.

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Esa es la pulseada dramática en la trama de "Palabras mágicas". Es el paralelo que se encuentra en el mantra repetitivo de los Hare Krishna y las permutaciones murmuradas por Eliza, antes de caer en el trance místico. Es la dorada manía de Miriam que luce desquiciada, sólo porque ha trascendido a una verdad que los otros no pueden comprender. Toda esa riqueza conceptual está detrás de lo que para algún apurado es la historia de una nena que gana un concurso de deletrear palabras. Y, por eso, porque éste es el tema del filme, es la tesis que sostiene toda la acción, "Palabras mágicas" no tiene fallas conceptuales de guión. La historia, con más o menos maestría, está bien contada, está subordinada a esa tesis y no se delira por otros caminos. Los que verdaderamente se extraviaron por otros jardines fueron aquellos críticos que vieron una película distinta a lo que estaba pasando en pantalla.

De un elenco parejo, se destaca Flora Cross como la pequeña Eliza, mención patriotera, también, porque la chiquita vivía con su padre (un periodista francés) y sus hermanos, en San Telmo, cuando recibió el guión. Así que (siguiendo esa tradición de subirse al carro triunfal) es "casi, casi argentina".

Escenas: Saul sacando a su hijo de una congregación Hare Krishna, amenazando llamar a la policía (un guiño de Richard Gere a la platea); el concurso final de deletreo; las dos escenas sincronizadas, entre Aaron con el mantra budista y Eliza con las permutaciones cabalísticas; el descubrimiento del depósito de Miriam; la charla final de Miriam y Saul en la clínica.

Frases: "Origami"; "Las palabras son muy importantes. Con ellas le hablamos a Dios. Dios es las palabras"; "Los pedazos del universo pueden reordenarse por la acción del hombre. Esa es la esperanza que Dios le da al hombre, que podemos arreglar los destrozos de la Creación".

CONSEJO: esperar al video, pero anote. Para espectadores atentos.

lunes, enero 16, 2006

alegoría cristiana 

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LAS CRÓNICAS DE NARNIA

"Tierra de sombras" fue una exitosa película interpretada por Anthony Hopkins y Debra Winger, dirigida por Richard Attenborough, una bella historia de amor de un académico literato de Oxford y su admiradora norteamericana. El personaje de Hopkins, Jack Lewis no era otro que Clive Staples Lewis, el autor de esta supuesta historia infantil, "Las crónicas de Narnia" que ganó fama mediática en estos días. Mañana dedicaremos un post con unos breves datos biográficos del autor, pero a los fines de esta crítica, vale señalar que un atardecer de 1931, tras una caminata – discusión intelectual con su amigo J.R.R. Tolkien, se convirtió al cristianismo.

Esta introducción biográfica no es gratuita para comentar esta versión de "Las crónicas de Narnia", porque esta novela (supuestamente infantil), otra historia de la lucha del bien y del mal, es una clara alegoría cristiana, en la época que Inglaterra se encontraba a merced de Hitler. Los cuatro niños del relato, como todo el pueblo británico, debieron enfrentarse al mal y comprender que no eran tiempos de esquivar la responsabilidad. El mal ejercía su poder sobre la tierra y era la hora de terminar con el largo invierno en el reino.

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"Las crónicas de Narnia" opera en dos niveles. Una primera, la historia de los cuatro hermanos que son evacuados de la Londres bombardeada por los nazis, llevados a la casona de campo de un tío profesor universitario, La otra, el reino de Narnia, el mundo mágico que se encuentra del otro lado de la puerta de un ropero en una habitación olvidada de la casa, una tierra dominada por una bruja malvada que reina sobre un invierno eterno, hasta que (según la profecía) dos hijos de Adán y dos hijas de Eva, pongan fin a sus días. Los cuatro niños cruzarán del otro lado del ropero y, aún a su pesar, serán los héroes de la profecía de esa tierra congelada.

La lucha de Narnia es una parábola cristiana. Aslan, el león-Cristo, se sacrifica voluntariamente, para expiar los pecados de la humanidad. Pero su sacrificio no es en vano: puede revertir la muerte. La bruja del frío, recuerda la Diosa pagana (la Diosa Blanca tan del aprecio de Robert Graves) previa al cristianismo. La nueva alianza que tendrá al ser humano como cabeza del universo, en armonía con todos los seres vivos bajo su creación. (Noten, en la batalla fundamental, la ola de aves que arrojan sus piedras, la visión de la RAF que soportó el asedio nazi, hasta que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra, ese puñado de héroes que mantuvo a salvo la isla y que hizo decir a Winston Churchill que "nunca tantos, le debieron tanto a tan pocos").

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Los protagonistas representan cuatro actitudes: la bondad sin mengua (Lucy), la inteligencia (Susan), la nobleza (Peter) y la traición (Edmund). Cada uno tiene una virtud y un defecto. Cada uno deberá sobrellevar sus miedos, sus egoísmos, para alcanzar su potencial. "Es necesario mucho valor" advierte uno de los personajes y efectivamente, una única cosa podrá sepultar las dudas sobre la propia fuerza: la fe. La fe que lo se está haciendo es, sencillamente, lo correcto. La fe en una magia superior y trascendente que guía el cosmos.

Como cuento de hadas, "Las crónicas de Narnia" no supera las cotas más altas de este tipo de relato (con "El Señor de los Anillos" como una de sus cimas). Ni los efectos especiales, ni la fotografía, ni las escenas de batalla, alcanzan un grado superlativo para dejarnos con la boca abierta. No. Lo mejor que tiene "Las crónicas..." es la fortaleza de su historia, la claridad de su sencilla parábola. Para el que vaya esperando poco, la película lo dejará contento; para que el vaya esperando otro tanque de efectos especiales, la película sabrá a poco. Pero alcanza para decir que está bien contada.

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El casting es débil en la mitad de los cuatro protagonistas: los dos chicos más grandes (William Moseley y Ana Popplewell) siguen la tradición de jóvenes actores impávidos con nula expresividad. Se lucen Georgie Henley (Lucy) y Skandar Keynes (Edmond) que dan plenamente con el tono. Bien, con solidez, Tilda Swinton. Breves momentos significativos para Jim Broadbent (no se pierdan la última escena, después de los títulos) y la voz de Liam Neeson tras el león Aslan.

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Escenas: la lucha final por Narnia; el encuentro entre el fauno y Lucy; el sacrificio de Aslan; el primer encuentro entre la Reina y Edmund; el descubrimiento de Lucy del ropero mágico.

Frases: “Lo siento, Su Majestad”, “No gastes el tiempo en adulaciones”, “No quiero ser rudo, pero no te estaba hablando”; “¿Qué estaba haciendo en el ropero?”, “No nos creería si se lo contáramos”, “Inténtalo”; “¿Está diciendo que deberíamos creer su historia?”, “¿Por qué no?”, “Bueno, no puede ser real, lógicamente”, “¿Lógica? ¿Qué es lo que les enseñan en la escuela?”; “No es un león domesticado”, “No… pero él es bueno”; “Hay una profecía, que dos hijos de Adán y dos hijas de Eva aparecerán para derrotar a la Bruja Blanca y pondrán fin a cien años de invierno”; “El invierno está por terminar”; “¿Qué estás haciendo?”, “Te estoy secuestrando”

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“Peter, sólo porque un hombre con un abrigo rojo te dé una espada, eso no te convierte en héroe”; “Si es guerra lo que Aslan quiere, guerra tendrá”; “Creo que te equivocas. ¡No somos héroes!”.

CONSEJO: se puede esperar al video, para los que no sean fanáticos de este tipo de historia. El resto, ya habrá sacado entrada.

viernes, enero 13, 2006

amor comunitario 

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LAS MUÑECAS RUSAS

¿Se acuerdan de esa saludable comedia de jóvenes estudiantes europeos, que conviven en un albergue estudiantil en Barcelona? "Piso compartido" era su título en Argentina ("El albergue español" en otros lares). Bueno, esos personajes vuelven, cinco años después, con la crisis de los 30 explotándole en la cara. Con un poco de menos gracia, no tanto de ese dinamismo juvenil que mostró la primera parte, pero con el carisma intacto de los protagonistas, "Las muñecas rusas" es otra historia de amor para disfrutar en la butaca.

Xavier deambula por la vida. De casa en casa, de trabajo en trabajo, de mujer en mujer, todo le sucede con el mismo vértigo con que se intercambia información, población y mercancía en la Comunidad Económica Europea. Pero detrás de ese tumulto, está la necesidad de fijar, con sólidos anclajes, algunos hitos importantes de la vida personal: el trabajo que se quiere hacer, la mujer que se quiere amar.

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Aquellos estudiantes de "Piso compartido", hoy son jóvenes desorientados que buscan su identidad (como esa Europa comunitaria, como lo definiera su director y guionista, Cédric Klapisch). Pese al eurotúnel, las notebook, las autopistas y la flexibilización laboral, los problemas son idénticos a aquellos que desvelaron a los abuelos: quién podrá amarme, cómo podré cambiar el mundo.

Ese es el viaje de Xavier que salta de cama en cama y de ciudad en ciudad. Carámbola en tres ciudades (París, Londres y San Petersburgo) para que el protagonista encuentre su amor y su lugar en este mundo. La moraleja final es ese baile patético, en la borda del viejo barco ruso, con los protagonistas tratando de seguir el ritmo de la música. Ganas, un poco de desenfado y mucha vitalidad para no perder el trencito y disfrutar de la fiesta.

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La historia está contada de esa manera deshilvanada, con volantazos y cambios de ritmo, muy europeo, que caracterizaron a "Piso compartido". Y hay momentos que se adivinan ciertas carencias de guión, cierta fatiga que amenaza con toparse con los lugares comunes o la resolución convencional. Como en esa primera parte, la frescura juvenil de los protagonistas (con Romain Duris y Kelly Reilly) a la cabeza salva la película y nos deja una sonrisa a la salida del cine.

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Escenas a destacar: la escena del roce de dedos en la calle; el baile final en la boda; el encuentro entre Williams y la bailarina; el enojo de Xavier con Wendy, en la calle; el discurso de Wendy a Xavier en el andén del tren; el monólogo de la calle perfecta (babita incluida por esa caminata de la minifalda)

Frases: "Escribir es organizar la vida"; "Si yo fuera usted, me llamaría"; "Ten cuidado. A veces lo temporal termina siendo lo definitivo"; "De verdad, no me gusta esa calle"; "Podría pasarme la vida viéndola caminar. Pero... ¿qué clase de vida sería esa?".

CONSEJO: puede esperarse al video, pero es una buena segunda opción.

sábado, enero 07, 2006

Baba Memorial 2005 

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Los Premios Perro de Pavlov a las mujeres que nos partieron el corazón en el celuloide del 2005. ¡Diosas! ¡Ídolas! ¡Potras! El premio intelectual clásico de esta página, el que todos los amantes del cine esperan año a año. ¡Dejémonos de jorobar con tanto mensaje, hondura dramática, guión robusto… ¡mujeres desprovistas de ropa! ¡Pechugonas! ¡Ánforas etruscas! Eso es cine. El resto es cartón pintado…

Recordemos las ternas ganadoras de los años anteriores:

Ranking 2001
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1) Nicole Kidman (“Moulin Rouge”)
2) Kate Beckinsale (“Señales de amor”)
3) Cameron Diaz (“Los ángeles de Charlie”)

Ranking 2002
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1) Salma Hayek (“Frida”)
2) Karina Dali (“No sabe / No contesta”)
3) Mónica Belluci (“Pacto de lobos”)

Ranking 2003
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1) Rebecca Romijn-Stamos (“Mujer fatal”)
2) Angelina Jolie (“Lara Croft, la cuna de la vida”)
3) La Ferrari (“Los ángeles de Charlie 2”)

Ranking 2004
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1) Ludivine Sagnier (“La pileta”)
2) Brad Pitt (“Troya”)
3) Gwyneth Paltrow (“El capitán Sky y el mundo de mañana”)


Y ahora, develamos el misterio para el 2005. En primer lugar, la Baba Emérita del Celuloide 2005, reparando un olvido histórico, la debilidad incondicional de esta página, la Diosa Cumbre, la Rubia Única y Todopoderosa

Perro de Pavlov de Oro 2005 a:


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Cameron Diaz

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¡Suenen sirenas y aullidos para la rubia por excelencia! Nos dio vuelta la cabeza en “En sus zapatos” con una bikini estampilla (como bien lo señala uno de los personajes de la comedia), amén de una remerita roja apretada. ¡Se ha hecho justicia! Bienvenida al Podio de las Grandes Beldades.

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En segundo lugar, otra de nuestras debilidades, que venimos siguiendo desde aquel tórrido desnudo lésbico en “Mulholland Drive” y la tenemos como una de las actrices predilectas de “Libreta Chatarra”. ¡Suenen los clarines para…!

Perro de Pavlov de Plata 2005 a:

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Naomi Watts

Como morocha con Sean Penn en “Días de furia” pero, más aún, corriendo descalza por la selva prehistórica, protegida por “King Kong”. Como para no entender al mono enamorado de la rubia. ¡Bienvenida al podio, Diosa!

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Y por último, cerrando el podio, otra histórica de la página, look fuertón para este año, cadenas, cuero, púas y látigo en mano:

Perro de Pavlov de Bronce 2005 a:

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Rosario Dawson

Valkiria sadomasoquista sanguinaria de “La ciudad del pecado”, dejando el tendal de muertos (y no es una figura retórica erótica) junto a Clive Owen. Diosa de ébano, merecida bienvenida al podio.

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Finalistas (y no por eso perdiendo el honor ni el tenor babar intrínseco), húmedas imágenes del año cinematográfico pasado:


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1) Natalie Portman, desnudista, bailando en una cabina con escasa ropa, en “Closer” o como disfuncional chica de pueblo en "Tiempo de volver"

2) La pollerita cortita de Neve Campbell bailando en “The Company”

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3) Drea de Matteo, la pulposa empleada del servicio penitenciario de “Masacre en el Precinto 13”

4) Nicole Kidman con flequillito en “La intérprete”

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5) Eva Green, la seductora Sibylla de la tediosa “Cruzada”

6) Ziyi Zhang, con vestidito verde, sombrerito de junco, espada en mano, en “La casa de las dagas voladoras”

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7) Babangelina Jolie, vestida de disciplinaria, látigo en mano, en “Señor y Señora Smith” o con el vestidito rojo ceñido como Olimpia, la madre de Alejandro Magno, en “Alejandro”

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8) Laura Smet, la bebota psicópata que mataba a alguien para demostrar su amor, en “La dama de honor” de Claude Chabrol

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9) Valeria Bruni Tedeschi, la sensual protagonista de “Vida en pareja”

10) Asia Argento, ilustre apellido en el género de terror, para “Tierra de muertos”

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11) Jennifer Connelly chapoteando en los pisos inundados de “Agua turbia” con sus ojitos verdes

12) El desnudo de Carla Gugino, la policía lesbiana de “La ciudad del pecado”

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13) Jessica Alba, la vaquera jugando con el lazo sobre la barra de un bar, en “La ciudad del pecado”

14) Scarlet Johansson, corriendo en su bucito blanco, en “La isla” o en minifalda, caminando por Nueva York, en “En buena compañía”

15) Camilla Belle, la bebota de la utopía de la isla de “La balada de Jack y Rose”

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16) Julia Jentsch, la rubiecita integrante del trío antiglobalizador de “Los edukators”

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17) Jennifer Esposito, la policía latina compañera de Don Cheadle, en “Vidas cruzadas”

18) Kate Hudson paseándose en bombacha, de noche, por el tétrico caserón del pantano de “La llave maestra”

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20) El escote de Catherine Zeta-Jones en “La leyenda del Zorro”

21) El desnudo con panza de 8 meses de Rachel Weisz en “El jardinero fiel”

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22) Kate Nauta, en bombacha, corpiño y medias negras, matando tipos por la calle en “El transportador 2”

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23) Kirsten Dunst, en minifalda negra, en “Todo sucedió en Elizabethtown”

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24) María Bello, levantándose la falda de porrista, en “Una historia violenta”

25) Lynn Collins, meritoria pechuga shakespeariana en “El mercader de Venecia”

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26) Los ojos de Laura Linney en “El exorcismo de Emily Rose”

27) Las bellas chicas de la Academia de Magia Beauxbatons, de “Harry Potter y el cáliz de fuego”, francesitas que emanan un puñado de mariposas amarillas cuando giran sus cabezas al caminar

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