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críticas chatarras

martes, enero 24, 2006

el hijo del carpintero 

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EL HIJO

De cómo contar una historia con recursos mínimos. Así podríamos empezar la crítica de "El hijo", una película notable, espartana en sus sintaxis, pero que logra emocionarnos escatimando palabras. No hay parlamentos que apelen a nuestra emoción. De hecho, la mayor parte de sus líneas son indicaciones de cómo construir muebles o ventanas, clases de carpintería. Pero la tensión dramática de la película aflora en la manipulación de la información y del modo en que se presenta al espectador. Impresionante ejercicio de cinematografía, no apto para público pochoclo.

Olivier enseña carpintería en un centro comunitario que provee oficio a adolescentes salidos de la cárcel. La película empieza cuando Olivier descubre a un chico, candidato a ser su alumno. La turbación de Olivier (que en un primer momento desecha al muchacho, por tener cubierto el cupo de estudiantes) revela que hay una historia detrás que los une. Su inquietud, sus intentos de mirarlo a escondidas, su cambio de humor, nos indica que algo hay en ese muchacho, una relación que lo hace trascendente.

La trama de "El hijo" se estructura en tres bloques, de alrededor de media hora cada uno. En el primer bloque, nos preguntamos "¿quién es ese chico?", en el segundo, "¿qué quiere con él?"; la tercera, "¿lo matará?". Esas preguntas se responden con las acciones de Olivier y de Francis (el chico en cuestión), sin que las palabras nos ayuden en esa búsqueda de respuestas.

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“El hijo” es una película de sintaxis visual, de acciones que dicen lo que las palabras se niegan a expresar. Más aún: las acciones se vuelven ambiguas, permiten una doble interpretación que terminan guiándonos en el camino de la historia. Especulamos, desde la primera escena, ante la falta de información. Y cuando creemos que está resuelto, que sabemos de qué se trata, la trama gira hacia otro lado y nos damos cuenta que nuestras presunciones de butaca fueron erróneas y que todo debía ser visto desde otra óptica.

Para el novel guionista, "El hijo" debe ser material de estudio, para comprender como una película es esencialmente un sistema de información y que el modo en que ésta se da al espectador no es neutral. Más aún: que las distintas maneras de disponer la información, generan reacciones dramáticas diferentes. Si hubiéramos contado con toda la información del pasado de Olivier, en las primeras escenas del filme, "El hijo" hubiera carecido de suspenso. No disponer de esa información es vital, para seguir con interés una historia que es austera y seca en sus formas.

Un apunte más: no es casualidad que la profesión de Olivier sea la de carpintero, remedando a aquel otro carpintero y a su hijo. La tesis del filme es el perdón. Hay un hijo necesitado de padre y un viceversa.

Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne (directores y guionistas del filme) recurren a un estilo documental, con la cámara puesta a la altura de la nuca de los protagonistas, moviéndose errática, siguiendo los pasos de los personajes, aumentando el grado de tensión interno de los protagonistas. Por momentos, la cámara se posa tanto sobre los personajes, que uno termina oliendo el áspero polvo del aserrín o logra sentir en las yemas de los dedos, el relieve de la veta de la madera.

Escenas a destacar: la confesión de Olivier a Francis; el encuentro entre Magali y Olivier, a la salida del estacionamiento; la escena final, envolviendo las maderas; la introducción, con la turbación de Olivier ante la llegada de Francis; el viaje en auto, donde Francis indica porque estuvo preso.

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(Advertencia: no leer las frases, si no quiere “deducir” el final. Salte al consejo de una).

Frases: "Ese chico que quiso trabajar en mi taller..."; "¿Qué pasa con eso?", "Estaba interesado en el taller de soldadura?"; "Francis Thirion está libre. Ha venido al Centro, para estudiar carpintería..."; "¿Me estás espiando?"; "¿Es él?"; "Nadie haría una cosa así", "Lo sé", "¿Por qué lo haces entonces?", "No lo sé..."; "Puedo llamarte Olivier?", "¿Por qué?", "Porque los otros te llaman Olivier"; "¿Qué más pasó aparte del robo?", "Alguien murió"; "¿Te arrepientes de haberlo hecho?", "Por supuesto", "¿Por qué por supuesto?", "Estuve encerrado cinco años. Eso es de lamentar"; "Ese niño que mataste era mi hijo".

CONSEJO: imperdible para el público entrenado en cine arte, aunque puede esperarse al video. El resto, seguir de largo.

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