lunes, enero 16, 2006
alegoría cristiana
LAS CRÓNICAS DE NARNIA
"Tierra de sombras" fue una exitosa película interpretada por Anthony Hopkins y Debra Winger, dirigida por Richard Attenborough, una bella historia de amor de un académico literato de Oxford y su admiradora norteamericana. El personaje de Hopkins, Jack Lewis no era otro que Clive Staples Lewis, el autor de esta supuesta historia infantil, "Las crónicas de Narnia" que ganó fama mediática en estos días. Mañana dedicaremos un post con unos breves datos biográficos del autor, pero a los fines de esta crítica, vale señalar que un atardecer de 1931, tras una caminata – discusión intelectual con su amigo J.R.R. Tolkien, se convirtió al cristianismo.
Esta introducción biográfica no es gratuita para comentar esta versión de "Las crónicas de Narnia", porque esta novela (supuestamente infantil), otra historia de la lucha del bien y del mal, es una clara alegoría cristiana, en la época que Inglaterra se encontraba a merced de Hitler. Los cuatro niños del relato, como todo el pueblo británico, debieron enfrentarse al mal y comprender que no eran tiempos de esquivar la responsabilidad. El mal ejercía su poder sobre la tierra y era la hora de terminar con el largo invierno en el reino.
"Las crónicas de Narnia" opera en dos niveles. Una primera, la historia de los cuatro hermanos que son evacuados de la Londres bombardeada por los nazis, llevados a la casona de campo de un tío profesor universitario, La otra, el reino de Narnia, el mundo mágico que se encuentra del otro lado de la puerta de un ropero en una habitación olvidada de la casa, una tierra dominada por una bruja malvada que reina sobre un invierno eterno, hasta que (según la profecía) dos hijos de Adán y dos hijas de Eva, pongan fin a sus días. Los cuatro niños cruzarán del otro lado del ropero y, aún a su pesar, serán los héroes de la profecía de esa tierra congelada.
La lucha de Narnia es una parábola cristiana. Aslan, el león-Cristo, se sacrifica voluntariamente, para expiar los pecados de la humanidad. Pero su sacrificio no es en vano: puede revertir la muerte. La bruja del frío, recuerda la Diosa pagana (la Diosa Blanca tan del aprecio de Robert Graves) previa al cristianismo. La nueva alianza que tendrá al ser humano como cabeza del universo, en armonía con todos los seres vivos bajo su creación. (Noten, en la batalla fundamental, la ola de aves que arrojan sus piedras, la visión de la RAF que soportó el asedio nazi, hasta que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra, ese puñado de héroes que mantuvo a salvo la isla y que hizo decir a Winston Churchill que "nunca tantos, le debieron tanto a tan pocos").
Los protagonistas representan cuatro actitudes: la bondad sin mengua (Lucy), la inteligencia (Susan), la nobleza (Peter) y la traición (Edmund). Cada uno tiene una virtud y un defecto. Cada uno deberá sobrellevar sus miedos, sus egoísmos, para alcanzar su potencial. "Es necesario mucho valor" advierte uno de los personajes y efectivamente, una única cosa podrá sepultar las dudas sobre la propia fuerza: la fe. La fe que lo se está haciendo es, sencillamente, lo correcto. La fe en una magia superior y trascendente que guía el cosmos.
Como cuento de hadas, "Las crónicas de Narnia" no supera las cotas más altas de este tipo de relato (con "El Señor de los Anillos" como una de sus cimas). Ni los efectos especiales, ni la fotografía, ni las escenas de batalla, alcanzan un grado superlativo para dejarnos con la boca abierta. No. Lo mejor que tiene "Las crónicas..." es la fortaleza de su historia, la claridad de su sencilla parábola. Para el que vaya esperando poco, la película lo dejará contento; para que el vaya esperando otro tanque de efectos especiales, la película sabrá a poco. Pero alcanza para decir que está bien contada.
El casting es débil en la mitad de los cuatro protagonistas: los dos chicos más grandes (William Moseley y Ana Popplewell) siguen la tradición de jóvenes actores impávidos con nula expresividad. Se lucen Georgie Henley (Lucy) y Skandar Keynes (Edmond) que dan plenamente con el tono. Bien, con solidez, Tilda Swinton. Breves momentos significativos para Jim Broadbent (no se pierdan la última escena, después de los títulos) y la voz de Liam Neeson tras el león Aslan.
Escenas: la lucha final por Narnia; el encuentro entre el fauno y Lucy; el sacrificio de Aslan; el primer encuentro entre la Reina y Edmund; el descubrimiento de Lucy del ropero mágico.
Frases: “Lo siento, Su Majestad”, “No gastes el tiempo en adulaciones”, “No quiero ser rudo, pero no te estaba hablando”; “¿Qué estaba haciendo en el ropero?”, “No nos creería si se lo contáramos”, “Inténtalo”; “¿Está diciendo que deberíamos creer su historia?”, “¿Por qué no?”, “Bueno, no puede ser real, lógicamente”, “¿Lógica? ¿Qué es lo que les enseñan en la escuela?”; “No es un león domesticado”, “No… pero él es bueno”; “Hay una profecía, que dos hijos de Adán y dos hijas de Eva aparecerán para derrotar a la Bruja Blanca y pondrán fin a cien años de invierno”; “El invierno está por terminar”; “¿Qué estás haciendo?”, “Te estoy secuestrando”
“Peter, sólo porque un hombre con un abrigo rojo te dé una espada, eso no te convierte en héroe”; “Si es guerra lo que Aslan quiere, guerra tendrá”; “Creo que te equivocas. ¡No somos héroes!”.
CONSEJO: se puede esperar al video, para los que no sean fanáticos de este tipo de historia. El resto, ya habrá sacado entrada.
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