críticas chatarras

TIRADOR

Bien pochoclera, bien escrita, bien actuada, bien dirigida. Un sólido producto para anotar y ver. Esos filmes que no inventan la rueda, que no generan rupturas en la historia de la cinematografía pero que logran su propósito de reconfortarnos como espectador. Eso es “Tirador”, una muy buena película de acción, con un muy buen guión que sólo afloja un poco en el final, con un desenlace relativamente convencional.

Bob Lee Swagger es un soldado de élite norteamericano, un tirador, esos tipos especializados en disparar y dar en el blanco, con altísima eficacia. Tras una misión de la que escapa por casualidad, aunque con la baja de su mejor amigo, Swagger se retira de la profesión y se aisla en una casa de campo. Hasta allí llegan a buscarlo, tres años después, el Coronel Isaac Johnson para pedirle ayuda: hay un complot para matar al Presidente de Estados Unidos y necesitan sus conocimientos como tirador, para descubrir al culpable.

Swagger pica y aceptar ayudar, pero no tardará en darse cuenta que ha quedado como el chivo expiatorio de un atentado fallido. De buenas a primera, ha quedado en el centro de una conspiración, donde nada es lo que parece ser y donde todos mienten y traicionan. “Tirador” se trata de eso: de la rebelión de un hombre solo que da vuelta los planes escrupulosamente diseñados de los que operan en las sombras.



“Tirador” cuenta con un muy buen guión de Jonathan Lemkin (sobre la novela de Stephen Hunter), una sólida dirección de Antoine Fuqua y un buen elenco, con Mark Wahlberg como protagonista, Danny Glover como malvado y Kate Mara como chica bonita junto a Rhona Mitra (sendas babitas para ambas niñas del celuloide).

Si fuéramos a buscarle peros a “Tirador” podríamos enfocar el final predecible, pero hasta ahí, la película funciona, lo que no es poco en estos tiempos de sequía fílmica.

Escenas destacadas: la secuencia del atentado; la escena del final en la colina nevada; el diálogo entre Swagger y Sandor, en el escritorio de este último; la charla de Swagger con el experto en armas.

Frases:

-¿Seguro que vinimos a mantener la paz?
-Normalmente no hay paz.

Algunos no saben que hacer cuando su sistema de creencias se cae.

-Necesito que planee un asesinato presidencial.
-¿De cuál presidente?
-Del nuestro.

No me gusta mucho el presidente. El anterior tampoco me gustaba.

-Él es el indicado.
-¿No se negó?
-Dijo que sí. Pero todavía no lo sabe.



El gobierno invirtió tiempo y dinero en enseñarme a sobrevivir, después de enseñarme a matar gente.

-A la gente buena le pasan cosas malas.
-No tan rápido.

Saben que botones apretar. Soy un bobo, aprietas el botón de patriotismo y digo:
"¿Para donde quieren que vaya?". No estoy muy orgulloso de eso pero tampoco avergonzado.

-Es el siglo XXI. No puedes pelear contra esta gente. Al final, la ley...
-La ley nunca los va agarrar. Pronto volverán a su negocio. Nuevos nombres, misma historia. Y yo estaré muerto. Va a ser un trabajo duro, puerco. Va a haber más tiros y más muertos. Yo no lo empecé pero lo voy a terminar. Así que decide:
¿Participas o no?

-El que disparó ya debe estar muerto. Así son los complots. Los chicos de la loma verde murieron a las 3 horas. Enterrados en el desierto. Tumbas anónimas en Terlingua.
-¿Lo sabe con certeza?
-Todavía tengo la pala.



-El mundo no es lo que parece. ¿Verdad sargento?
-No, señor.
-Tenga eso presente. Al momento que cree que entendió, está equivocado.

-Para atrapar al lobo hay que atar la carnada a un árbol.
-¿Qué le pasa a la carnada?
-Es difícil saber. Pero ese es el problema de la carnada.

Que nada, por mas horrible que sea, sucede sin la aprobación del gobierno. Allá. Y aquí. El problema no es hacerlo. El problema es que los gobernantes tengan que admitir que lo sabían.

-Les pidieron que se fueran. ¿Se negaron y los mataron? No se lo pidieron. Sólo los mataron. A todos. Para no tener que pedírselo al siguiente pueblo.

No entiendes. No hay una cabeza que cortar. Es un conglomerado. Si uno de ellos traiciona los principios... De lo que se trata es de la debilidad humana. No puedes matar eso con un arma.



Siempre hay un alma confusa que cree que puede cambiar el mundo. Y tienes que matarlo para convencerlo de que no. Ese es el primer problema de la democracia.

-¿Y de que lado esta usted?
-No hay lados. No hay sunnitas ni chiítas. Demócratas ni republicanos. Sólo hay ricos y pobres.

Este es un país en que el Ministro de Defensa puede salir en la tele y decirle al pueblo americano: "Peleamos por la libertad, no por el petróleo". ¡Y nadie lo cuestiona! No quieres oír la respuesta porque es mentira. Solo hay cierto número de lugares en la mesa. ¿Estás dentro o estás fuera?



-Ésta es la tierra de los hombres libres y yo me puedo ir.
-Su brújula moral esta tan jodida que se perderá yendo a su auto.

Pero así es nuestro mundo. La justicia no siempre triunfa. No es el Oeste en que se limpiaban las calles a balazos. Aunque a veces eso es lo que se necesita.

-¿Estás loco? ¿Estás completamente loco? Soy un senador de los Estados Unidos.
-(ANTES DE PEGARLE UN TIRO) Exactamente.

CONSEJO: se puede esperar al video, pero es una posible opción light en cine.

REBELDES CON CAUSA

Una comedia pava pero efectiva. Una linda idea, desarrollada con cierta desprolijidad. Con un poco más de poesía, “Rebeldes con causa” podría haber sido una película memorable. En vez de eso, es una historia que se bebe con gracia, liviana, de bajo contenido alcohólico, pero buen sabor. Nada que nos vuele la cabeza, se entiende, pero no está mal.

Ésta es la historia de cuatro amigos que se han vuelto maduros, estancados en sus respectivas vidas: un pavote especialista informático, un dentista padre de familia, un afroamericano maltratado por su esposa e hijos adolescentes y un piola casado con una modelo famosa que está en bancarrota y divorciado. La diversión que les queda es subirse a sus motos, enfundados en su chaqueta de cuero y salir a tomar cervezas en un bar. Pero un día, el piola (Woody, John Travolta) patea el tablero y propone darle kilometrajes a sus motos y buscar la costa oeste de los Estados Unidos.



Road movie, los cuatro jovatos se largan a la ruta a buscar, no se sabe bien, si los años perdidos o un resfrío. Y en el camino vivirán aventuras más o menos afortunadas, más o menos graciosas. Un policía gay, una banda de motociclistas en serio, un pueblo que los recibe con los brazos abiertos y una chica que enamora al más nerd de ellos (que es, nada menos, que la deliciosa Marisa Tomei).

La historia detrás de la comedia no es otra que la del viajero que aprende, en el viaje, que lo que buscaba estaba en el punto de partida. Ese aprendizaje no es inútil, porque el viaje le ha dado una sabiduría que no tenía al partir.



El problema con “Rebeldes con causa” es cierta liviandad en la construcción de la historia, una sucesión de gags que pueden arrancarnos una sonrisa, pero que no se articulan directamente con la trama. Con un mayor rigor al escribir el guión, esta comedia podía dar mucho más de lo que termina dando.

Y en especial si tenemos en cuenta el elenco, que se pone al hombro la película y la sostiene más allá de sus debilidades. Nombramos a Marisa Tomei; agreguemos a John Travolta, William H. Macy, Ray Liotta y el cameo excepcional de Peter Fonda, en una referencia cinéfila a “Easy Rider” brillante. (Más aún que el maduro Peter Fonda tenga como hijo a otro tipo terrible como Ray Liotta).

Escenas destacadas: el gag del policía gay; la secuencia de los motoqueros recibiendo una casa, en los títulos finales; la aparición de Peter Fonda en el desenlace; el baile de William H. Macy y Marisa Tomei.

Frases:

El dinero no es problema. ¡No me insultes! El dinero nunca es problema. Es el honor de cobrar ese precio. ¿Entendiste?

-Vamos a darles kilometraje a esas motos.
-¿Un viaje en carretera?
-Sí, un viaje en carretera. Sólo nosotros. Sin reglas, ni charlas. Sólo nosotros, el viento, el camino al Pacífico... Podemos acampar por una semana. Cuando sea y donde sea. Eso es libertad

Lo llamábamos el Caballero Dorado. ¿Dónde está ese tipo? Quiero verlo otra vez…

-¿Soy un hombre de edad media, verdad?
-Sólo matemáticamente.

¿Alguna vez despertaste pensando en lo que pasaría con tu vida? Realmente tenía grandes planes. Mi vida, mi mundo sería una aventura. Sabes... sólo soy un dentista de suburbio.

Los cuentos de hadas de unos son pesadillas para otros.



Les diré exactamente lo que es. Hay 4 casos de exposición indecente, 2 casos de comportamiento inadecuado y 1 caso de... ¡pura envidia!

-Apuesto a que pones en bolsas tu propia mierda.
-Eres bueno. ¿Cuál es mi color favorito?

Quería decir algo gracioso pero sólo se me ocurrían chistes de negros.

Nunca sabes cuando tu vida es demasiado riesgosa o demasiado segura.

-Si no están aquí en media hora para arreglar esto... ¡voy a romperle las piernas de su amigo! Voy a rompérselas con esta palanca…
-No teman. Soy un programador de computadoras. No necesito mis piernas.
-¡Bien! ¡Romperé sus manos!
-¡Traigan lo que pide!

No tengo nada que perder. No tengo esposa, ni trabajo, ni casa. Tengo a mis amigos. Los tengo hasta el final.



¿Sabes que es lo estúpido de esto? Nosotros queríamos ser como ustedes… Lo que ven aquí es un puñado de hombres adultos que sus decisiones en sus vidas son ir por allí y por allá. ¿Adultos? Esto es patético.

-Solo seguimos el código que dejaste cuando te fuiste…
-¿Por qué crees que no me gustan los códigos, Jack? ¿Por qué crees que viajo solo?

-Veamos lo que nos ofrece la costa oeste…
-¿Y si hay algún problema en el camino?
-Eso espero.
-Me gusta como piensas. Me gusta como piensas.

CONSEJO: esperar al video.

LA FAMILIA DEL FUTURO

Uno de los mandamientos del agrado de los manuales baratos de autoayuda es aquel que reza que no existe el pasado (porque ya pasó) ni el futuro (porque todavía no sucedió); sólo existe presente. (Ta’bien, del mismo modo podemos decir que el presente no existe, porque en cuanto nos damos cuenta que sucedió es pasado y si todavía no sucedió es futuro; chicanas de sofistas, reconozcámoslo). “La familia del futuro” postula una interesante idea: lo único que existe es el futuro. Y ese futuro depende de las decisiones que tomes hoy, entre ellas, tirar el pasado a un lado y no dejarse seducir con la especulación de “¿y qué hubiera pasado si…?”.

Este producto de los estudios Disney tiene algunas particularidades. Como película de chicos, me pregunto hasta qué punto su público objetivo estará satisfecho con la historia. La trama tiene idas y vueltas en el tiempo que exigen una atención adecuada de la historia; tal vez embole a los pibes y se distraigan al primer salto en la línea de tiempo. Tampoco nos da vuelta la cabeza la animación, demasiado elemental, de formas geométricas y colores brillantes.



Otra cosa que va en contra es el esfuerzo de “La familia del futuro” de ser algo como “Shrek”. Entonces tenemos personajes surrealistas, chistes referenciales, crisis existenciales y mucho vértigo, como en “Shrek”, con la diferencia que no es “Shrek” sino que quieren ser como “Shrek”, lo que es muy distinto. Cuando la película deja de esforzarse de ser una película infantil “moderna” y cuenta una historia, gana varios galones. Emociona y nos deja pensando, lo que termina de emparejar algunas fallas iniciales y arrojar un balance final positivo.



“La familia del futuro” es la historia de Lewis, un chico huérfano, pichón de inventor, que arruina todas sus entrevistas para adopciones por los desastres que causan sus inventos. Cansado de tantos fracasos, Lewis se pone a fabricar una máquina que le permita extraer del interior de su mente, el recuerdo del exacto momento que su madre lo abandonó en el orfanato, con la idea que podrá buscarla y encontrar la familia que le falta. En el momento de poner a funcionar su invención, aparece un extraño ser con sombrero que boicotea el invento y un chico que dice provenir del futuro. Y no sólo lo dice, sino lo prueba, enviándolo a un raro porvenir con una familia muy especial, freaks psicodélicos que se ganan su amor.



El verdadero hallazgo de este filme de animación, es la idea de que si pudiéramos confrontar nuestro futuro con nuestro pasado, tal vez, lo que nos abruma en el presente, no tendría tanta importancia. No sólo Lewis, sino el hombre del sombrero, tienen la posibilidad de ver como serán y de dónde vienen. Y cómo el pasado puede arruinar el futuro, cuando nos encadena al momento que no fue, a la persona que no nos amó, a los amigos que no nos ayudaron. A veces, el pasado puede ser tan difícil de remover que nos cuesta imaginar ese otro mundo mejor, que espera en el futuro, esa posibilidad que está abierta, sólo si nos animamos a dejar atrás, inexorablemente atrás, eso que ya vivimos.



Esa idea sola, seguramente, es la mejor moraleja que esta película puede dejar a los chicos: sean curiosos (como reza esa frase de Walt Disney que cierra el filme) y manténgase en movimiento. El futuro está arribando: es sólo la continuidad del presente.



Escenas destacadas: el ataque del dinosaurio; el fracaso del invento de Lewis en la feria de ciencias; la escena en que Wilbur lleva a Lewis al momento en que fue abandonado en el orfanato; el descubrimiento de porqué el hombre del sombrero persigue a Lewis.



Personajes: del póker de delirantes personajes, me quedó con el tío Fritz con la tía Petunia (un títere de madera que lleva en su mano); Doris, el sombrero bombín animado, mezcla de “La naranja mecánica” con el ojo de la computadora de “2001” y el coro de ranas (muy pero muy desaprovechados).

Frases: “¿Por qué no atrapaste al chico?”, “¡Cabeza grande, brazos pequeños!”; “No estoy seguro cuán bien pensado está este plan… ¿Maestro?”; “El futuro está llegando”; “Los que estamos aquí, no miramos hacia atrás por mucho tiempo. Nos movemos hacia delante, abriendo puertas y haciendo cosas… y la curiosidad nos lleva por nuevos caminos. Walt Disney”;

CONSEJO: si es fana del cine de animación, vaya a verlo. Sino, puede esperarse al video.

CAMBIO DE DIRECCIÓN

Seguramente habrás leído las críticas locales y el comentario de la repercusión que tuvo “Cambio de dirección” en el Festival de Cannes. Posiblemente, eso te tentó y fuiste a ver la proyección en DVD en el Cosmos, de esta comedia francesa. Bueno. Terminaste de verla y seguro te dijiste: “¿Y?”.

Sí, ¿y? Es una buena idea, los actores son muy simpáticos, el tono general es amable. No es una mala película, es más, hasta la recomiendo para cuando la pasen por el cable. Pero no rompe el género, no es desopilante, hasta desaprovecha más de una oportunidad. ¿Por qué tanto motivo de barullo, entonces? “Cambio de dirección” es una película muy parecida a las ciento de comedias norteamericanas que inundan las pantallas locales, comedias con las que la crítica no suele ser tan condescendiente. ¿Entonces? ¿Por qué esta diferencia de criterio? ¿Qué es lo que le ven de excepcional y destacable, a una comedia que apenas se eleva sobre el promedio?



“Cambio de dirección” es la historia de un joven músico, David, que busca compartir el alquiler de un departamento en París, mientras se mantiene dando clases. Quiere la buena fortuna que arregle con Anne, una rubiecita parlanchina desinhibida que se transforma en más que amiga. Hay algún escarceo erótico, una acostada etílica, pero a ellos les queda claro que son amigos y que aman a otra persona. Para David, el motivo de su desvelo es una alumnita, llamada Julia. Cuando la consiga (tras algún intento fallido), comprobará que no todo era como lo pensaba.

El guión y la dirección es de Emmanuel Moret que encarna, también, a David, el protagonista de esta historia. “Cambio de dirección” está contada a media agua, con ese estilo de humor francés que parece no esforzarse a fondo para hacernos reír. Más allá de un gag afortunado o alguna línea interesante, a los personajes le falta más fuerza para hacerlo memorables. Son simpáticos, amenos, pero quedan ahí, a medio camino.



La babita del día de la fecha es para Fanny Valette (Julia), un personaje que habla poco pero que actúa con total impunidad. (¡Las calladitas son las peores! como decía la abuela).

Escenas destacadas: la escena final, en la habitación llena de cajas; el diálogo previo, donde Anne y David tratan de convencerse uno a otro, desde la vereda de la lógica; el encuentro de Julia y Julien.

CONSEJO: esperar al video.

EL NÚMERO 23

“El número 23” es una de esas películas chiquitas, casi casi para ver un día de lluvia en el cable y pasar un buen rato. No llega a ser una obra maestra y, en otras manos, tal vez hubiera sido una película memorable. Pero no está mal (sobre todo en estos tiempos de sequía creativa). Con una buena idea y un guión original, “El número 23” es una pequeño hallazgo en la pantalla local.



Primer guión de Fenley Phillips, dirección de Joel Schumacher, “El número 23” es la historia de Walter Sparrow, un tipo común, casado, un hijo, que trabaja en la industria de control de plagas, atrapando perros y animales salvajes. La vida común de Walter Sparrow cambia, de un día para otro, a partir de un regalo de cumpleaños de su esposa: una novela ignota que encuentra perdida en un anaquel de una librería de viejo. Con cada línea que lee, Walter empieza a encontrar similitudes entre el protagonista de la novela (un detective que se obsesiona con las coincidencias que rondan al número 23) y su vida. Progresivamente, la obsesión del personaje literario, lo invade. Sparrow delira con la omnipresencia del número 23.



No avanzamos más en la trama, porque hay riesgos de revelar detalles vitales del desenlace. Lo cierto es que la obsesión de Walter Sparrow camina entre la patología y lo sobrenatural, con una vuelta de tuerca final que ata todos los cabos sueltos.

Si esta película no tuvo mayor repercusión de la prensa, se debe, exclusivamente a Jim Carrey, persona no grata para los medios que le bajan varios puntos a todo lo que haga. Aquí no hace el papel de su vida, pero sale más que correctamente del desafío.



Esto es: no espere el gran peliculón. Pero va a disfrutar una buena historia.

Escenas destacadas: la escena en la que Sparrow arranca el empapelado del hotel; la escena en la que Agatha, la esposa de Sparrow revela una pista clave de la historia; la visita de Agatha al manicomio abandonado; la escena en la oficina de correo.



Frases: “No hay tal cosa como el destino. Sólo hay diferentes elecciones. Algunas son fáciles, otras no. Las verdaderamente importantes, nos definen como personas”; “Nunca me lastimarías”, “¿Cómo lo sabes?”; “¿Por qué esta calle? ¿Por qué este hotel?”; “Estés seguro que tu pecado te seguirá”.

CONSEJO: agendar para el video.

SCOOP

Agarre un “Misterioso asesinato en Manhattan”, mezcle con un poco de “La maldición del escorpión de jade” y rocíe con ese segmento de “Historias de Nueva York”. Duplique el clásico neurótico que popularizó Woody Allen, pero ahora rubia y con las gomas de Scarlett Johansson; sazone con un Hugh Jackman que extraña a Wolverine y arroje sobre una bandeja de plata inglesa. Eso es “Scoop”, la peor película en la filmografía de Woody Allen, lejos pero lejos, y eso que no me olvido de algunos experimentos de la primera época humorística.

Esperar una película de Woody Allen (como una de Tarantino) era de unas esas alegrías que nos daba el cine. Y da pena confesarlo, pero Woody muestra signos de una acelerada declinación. Despliega los mismos trucos de siempre, con su oficio y calidad, pero cada vez tiene menos que decir y, lo que es peor, con menos ganas. “Scoop” logra hacer algo que, en toda su carrera, Woody Allen no había conseguido: hacernos aburrir.

La trama tiene tantos agujeros, tantas escenas sin gracias, tantas idas y venidas negligentes, que cuesta trabajo creer que es un guión del mismo tipo que firmó “La rosa púrpura de El Cairo”, “Maridos y esposas”, “Crímenes y pecados” o “Días de radio” por decir algunas, tiradas al azar. Y, para peor, desperdiciar ese elenco. Una auténtica pena.



La idea inicial del filme era muy buena: un periodista muere y, en el otro lado, en la barca de Caronte, se entera que un noble inglés es un asesino serial, noticias que recibe de buena fuente, la propia víctima. El tipo ya no puede escribir la primicia, pero logra volver para, como fantasma, dentro de una caja de mago, y pasarle el dato a una jovencísima y torpe pichona de periodista (¡y la pichona es Scarlett, criaturita de Dios!).

Hay un personaje que está duplicado: el mago que interpreta Woody Allen es el reflejo de la protagonista, Sondra Pransky. Es más: el mago sobra. La relación que había que aprovechar y sacarle jugo, era la de Sondra con el fantasma de Joe Strombel, que interpreta Ian Mc Shane. Allí estaba la historia. El viejo zorro del periodismo pasando la posta, alentando a buscar riesgos, a la nueva generación que duda de sí misma. Esa era la historia: el tipo que se muere por vivir y la que se muere de miedo por vivir (que es muy distinto).



Pero Woody Allen se mete por varios berenjales, impropios de su pluma. Tan impropios que uno se pregunta si no habrá llegado el momento de un año sabático, ponerse a descansar un tiempo y, recién entonces, libre de tantos “homenajes” a su pasado, pensar en una historia original, desarrollarla con paciencia y sólo entonces, buscar un elenco y filmarla.

Crucemos los dedos y esperemos que ese Allen esté dormido o atontado por alguna medicación. Que ese que nos hacía dar dos saltos de contento y mover la cola, cuando íbamos a ver una película suya, esté de vuelta, más pronto o más temprano.



De la película, sólo vamos a destacar una escena. Sí, esa. La de Scarlett Johansson saliendo en malla roja, al costado de la piletita.

Lo demás, está de más.

Frases: “No se lamenten por Joe Strombel. Joe Strombel tuvo una vida plena”; “Así que me acosté con él y ni siquiera lo entrevisté. ¿Qué clase de periodista soy?”; “¿De dónde vienes, Sondra? No, no me lo digas... porque tengo un gran oído para esas cosas. ¡Alabama! ¿Verdad? ¿Tengo razón?”, “Cerca”, “¿Sí?”, “Soy de Brooklyn”; “Eres un ser humano increíble, un honor para tu raza”; “Tenía una esposa, pero me dejó. Puedes creerlo. De alguna forma, pensaba que era inmaduro
y que nunca crecería. Ahora puedo refutar su argumento. Me podría haber negado... pero levanté mi mano, y ella no me permitió expresarme”



“¿Lograste algo, además de un posible embarazo?”; “Yo nací bajo la creencia hebrea pero al crecer me convertí al narcisismo”; “Tu familia es ortodoxa. ¿Aceptaría a un asesino serial?”; “Porque nunca quise hijos. No. Porque si los tienes, ¿qué pasa? Eres bueno con ellos, los crías, sufres... los cuidas y cuando crecen... te acusan de que tienes Alzheimer”; “¿Si podría vivir en Londres? No. Y me encanta. No me malinterpretes, me encanta... pero además del problema del idioma, no soporto cómo manejan. Porque lo hacen del lado equivocado y cada vez que manejo aquí, sé que moriré en un accidente”



“Veo que no tienes el suéter rojo. Quizá lo dejó en otro cuarto. Tiene un problema con la promiscuidad”.

CONSEJO: dejar pasar.

Una bestia se aproxima… Fue el mismo Rey Leónidas quien lo provocó

Y para terminar, la verdadera fuerza de un espartano es el guerrero al lado de él. Dale respeto y honor y él te lo regresará. Primero... peleas con tu cabeza. Luego, con tu corazón.

-Ahora, ¿que mensaje traes?
-Tierra y agua.



El deber de un Rey es salvar su mundo, con la lealtad que juró proteger.

Eres esposo, eres un Rey, mejor pregúntate tú mismo esto: ¿qué deberían hacer los hombres libres?

No en Esparta. No hay lugar para la debilidad. Sólo el duro y fuerte podría llamarse a si mismo un Espartano.

-¿Sólo traes a estos pocos soldados contra Jerjes? Estaba errado al pensar en que Esparta marcharía en serio. ¿Es así?
-Tú, ¿cuál es tu profesión?
-Soy alfarero.
-¿Y tú, acadio? ¿Cuál es tu profesión?
-Escultor señor.
-Escultor...
-Herrero
-¡Espartanos! ¿Cuál es su profesión?
-¡Guerreros! ¡Guerreros!
-Ves viejo amigo, traigo más soldados que tú.



Acadio, peleé innumerables veces. Y nunca conocí un adversario que pudiera ofrecerme lo que los espartanos llamamos una muerte hermosa. Sólo puedo desear, con todos los guerreros del mundo reunidos en contra nuestra, que sea alguno de allá abajo que esté a la altura…

Vete ahora y corre a decirle a tu Jerjes que enfrenta hombres libres aquí.

-Nuestras flechas taparán el sol.
-Entonces pelearemos en la sombra.

Peleamos, como una sola e impenetrable unidad. Esa es la fuente de nuestra fuerza: cada espartano protege al hombre a su izquierda y protege su cuello con su escudo. El más mínimo punto débil y el fracaso nos castiga.

El día de hoy ningún espartano morirá.



-Hay mucho más que nuestras culturas pueden compartir…
-Si no lo has notado hemos compartido cultura contigo toda la mañana.

-No es muy inteligente que te enfrentes a mí, Leónidas. Imagina las cosas horrendas que les esperan a mis enemigos cuando felizmente mato a mis propios hombres por una victoria.
-Y yo moriría por cada uno de los míos…

Tienes muchos esclavos, Jerjes. Pero muy pocos guerreros.



-Borraré cualquier rastro de los espartanos de la historia. Cada casa deberá arder. Cada griego será torturado. Les sacaremos los ojos. Y sacaremos sus entrañas por las bocas, mientras borramos cada memoria de Esparta. El mundo ni sabrá que existieron.
-Todos sabrán que hombres libres se enfrentaron a un tirano. Que unos pocos se enfrentaron a muchos. Y de que antes de que esa batalla terminara, se supo que hasta un Dios Rey puede sangrar.

Contra todos los pronósticos… Podemos hacerlo. Podemos mantener nuestras puertas. Podíamos ganar…



El día es nuestro. No se escuchó ninguna canción…

-Pero esto es política. No, guerra. Leónidas es un idealista.
-Conozco muy bien a tu clase. Envías soldados a matar para tu propio beneficio.

Ve y esparce la palabra. Dejemos que cada uno de esos griegos sepa esta verdad. ¡Y que cada hombre busque en su propia alma! Y mientras estés allá, busca la tuya.

No retroceder. Ni rendirse. Esa es la ley Espartana. Y por esa ley Espartana iremos y lucharemos. Y moriremos. Una nueva era ha comenzado. Una era de libertad.



Amigo mío, he vivido mi vida entera sin remordimiento hasta ahora. Hasta que vi a mi hijo dar su vida por su país. Es sólo que nunca le dije cuanto lo amaba, que luchó a mi lado con honor. Que era lo mejor que había en mí.

Cuéntales nuestra historia. Que cada griego sepa lo que sucedió aquí. Tienes una gran historia que contar. Cuenta de la victoria.

Muchos se fueron. Pero sólo uno miró hacia atrás.

Terminen su desayuno y coman bien... ¡porque esta noche cenaremos en el infierno!



Estamos en guerra, señores. Debemos de enviar a todo el ejército espartano a nuestro Rey. No sólo para nosotros, sino para nuestros hijos. Enviar al ejército para preservar la libertad. Enviarlos por la justicia. Enviarlos por el orden y las leyes. Enviarlos por la razón. Pero lo más importante: enviarlos por esperanza. La esperanza que no se ha perdido por las páginas del tiempo. Que el coraje nos mantiene unidos. Que nosotros somos fuertes por nuestras acciones. Y que sus decisiones hoy reflejen su valentía.

Esto no terminará rápido. Esto no lo disfrutarás. No soy tu Reina.

Tú... Ephialtes… Que vivas para siempre.



Díganle a los espartanos que pasen por ahí, que hemos muerto por la Ley de Esparta.

El enemigo nos supera por 3 a 1. Son buenas las posibilidades para un griego.

Este día, arrasaremos su mundo de misticismo y tiranía.

300

“… siempre he encontrado fascinante cómo las sociedades libres dependen de sus dictaduras internas para protegerse. Es decir, cuando estamos en peligro no enviamos al Congreso de los Estados Unidos, enviamos a los marines, que están entrenados y jerarquizados como los habitantes de un estado totalitario. Pero son nuestra línea de defensa, los necesitamos. Es uno de los aspectos paradójicos de esta historia que me encantan, que los menos democráticos de los griegos estuvieran defendiendo la democracia”.
FRANK MILLER
guiadelcomic.com

La traducción cinematográfica del cómic de Frank Miller (remember “Sin City”) es tan deslumbrante visualmente como pobre argumentalmente. “300” es la historia de la épica resistencia de un puñado de 300 espartanos, en el Paso de las Termópilas, para evitar la invasión del ejército persa. (La historia real suma a varios miles el número de griegos que resistieron allí, pero el peso de la batalla la llevaron la fuerza de elite espartana al mando del Rey Leónidas. Para más datos, es.wikipedia.org). Contada con crudeza, efusión de sangre, cuerpos mutilados y una fotografía que remite al cómic, “300” carece de personajes con riqueza sicológica. Paradójicamente, son bidimensionales, como el dibujo de la historieta: o buenos o malos. No hay términos medios.



Seguramente gran parte de la carga ideológica del filme provenga del mismo cómic, de fines de los años ’80. Pero la traducción cinematográfica no deja de tener una actualidad muy acorde a los vientos imperialistas de la Administración Bush. El guión del propio director Zack Snyder junto a Kurt Johnstad y Michael Gordon encarna ese ideal de que la libertad paga su precio de sangre con un ejército profesional. La militarizada sociedad espartana es el ejemplo de esa creencia, aunque (valga la parádoja) si hoy recordamos a Grecia como la cuna de la democracia, sea por Atenas (la que va a las armas con meros artesanos, pastores, herreros y labradores).



La debilidad del guión no reside en su propuesta ideológica sino en su ausencia de buscar otros detalles a los personajes, de hallarle conflictos dramáticos y desafíos morales que nos lleven a ponernos en la piel de sus protagonistas. Todos están tan seguros de lo que hay que hacer que, sorpresivamente, el cruel Jerjes es el personaje más interesante del filme. Es inevitable compararlo con la riqueza dramática y conceptual de “Troya”, ideológicamente ubicada en la vereda de enfrente.

Para el que busque inexactitudes históricas, seguramente las hallará. Pero “300” no pretende ser una reconstrucción fiel de la historia sino un relato épico preferentemente visual. Y hay que quedarse con ese flanco como el principal pilar de una película que deslumbra visualmente. Pese a sus flaquezas conceptuales, “300” es para verla en un cine de excelente sonido e imagen. La fotografía de Larry Fong y la dirección de arte de Isabelle Guay, Nicolas Lepage y Jean-Pierre Paquet son para anotar.



Escenas destacadas: Leónidas dándole el agua y la tierra a los emisarios de Jerjes; la muerte del hijo del oficial de Leónidas; el primer encuentro entre Jerjes y Leónidas; la charla entre Leónidas y Efialtes; el primer encontronazo entre persas y espartanos.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: si es fanático de los cómics o de las películas bélicas, ir a verla.

Es muy importante saber su Historia. Mi Zarka quiere ser periodista. De “Le Monde”. Quiere hablar de Francia. Pero de su Francia.

-¿Me amaría más si tuviese el pelo así no?
-No. Creo que te amaría más así.

El se dio cuenta del lugar a la vez extraño y lógico que había elegido para dejarla. Fue aquí mismo que él se había dado cuenta, por primera vez, que ya no la quería.

Y todo, aún las cosas más insignificantes, tenían otro sabor, sabiendo que las hacía por ella por última vez. A fuerza de comportarse como un hombre enamorado, una vez más se volvió un hombre enamorado.



Todavía hoy, dos años después, su corazón se hunde cuando ve una mujer en un saco rojo.

Mamá, mamá... Los cowboys todavía existen. Los vi en los libros. Tú me dijiste que ya no hay, pero es falso.

¡Hijo de mimos!

Mi pequeña Claire. Tú no eras una bola con cadena. Tú eras un zeppelín.

Es una bella canción. Me enamoré con esa canción. Por la primera y única vez en mi vida.

No tenemos un millón de años. Nadie los tiene, mi amor.



-Oscar Wilde. ¿Por qué querías ver su tumba en particular?
-Porque él me hace reír.
-Historias de humor, otra vez.
-¿Sabes que dijo al morir?
-¿"Entiérrenme bajo algo horrible"?
-Yace en su lecho de muerte... en un hotel barato de la "rive gauche". No soporta la decoración del cuarto pero no tiene un centavo. Segundos antes de morir les dice a sus amigos: “Se va este empapelado o me voy".

Desengáñate. Si la dejas ir, morirás. La muerte del corazón. Es la más horrible de todas.

-Lo único que puedo decirte es: “Los amigos te apuñalan de frente”
-¿Qué dices?
-“¿Cómo ser feliz con un hombre que te trata como alguien normal?”



Francine. Escucha. Hay veces, que la vida exige un cambio. Una transición. Como las estaciones. Nuestra primavera fue maravillosa, pero el verano se ha terminado... y nos perdimos el otoño. Y ahora, de repente, hace frío, tanto frío que todo se está congelando. Nuestro amor se ha dormido y la nieve... lo tomó por sorpresa Y si te duermes en la nieve, no sientes venir la muerte.

Dejaste Boston para irte a vivir a Paris. Un pequeño departamento en la
Rue du Faubourg Saint-Denis. Te mostré mi vecindario, mis bares, mi escuela.
Te presenté a mis amigos. Mis padres. Escuché los textos que ensayabas, tus cantos, tus esperanzas. Tus deseos. Tu música. Tú escuchaste la mía. Mi italiano, mi alemán, mi ruso. Te di un walkman y tú me diste un almohadón.
Y un día, me besaste.

Tú gritaste. Algunas veces con razón. El tiempo pasó, sin razón. Tú gritaste. Sin razón. Yo aprobé mis exámenes. Exámenes, exámenes... El tiempo pasó. Tú gritaste. Tú gritaste, tú gritaste...



-¿Y el de los libros está en tu vida?
-No. Eso fue hace mucho tiempo.
-¿Hay algún otro? ¿Otro "autor"?
-No, éste no trabaja. Trabaja, pero... es más bien un hobby. Es un ciclista.
-¿Es qué?
-Ciclista.
-¿En bicicletas? ¿Dónde?
-Por aquí y allá... arriba y abajo…
-¿No es demasiado viejo para eso?
-No. No tiene mi edad. Es más joven que yo, pero, sabes… es algo que tú puedes entender.

Observa, es realmente una idea original. Yo puedo adoptar a Vicky,
tú puedes adoptar a Claude, y vivimos todos juntos en medio de una gran felicidad.

-¿Qué tal una fuga juntos?
-Creo que ya la hicimos.
-Eso habría funcionado si hubieras sido menos sarcástica.
-O si tú te hubieras mantenido dentro de esos pantalones hechos a medida.

-Bien, nos vemos allá. ¿Sabes?, pienso que quizá vaya con mi abogado. Lo vas a adorar. Es huérfano.
-Perra.



Visité un cementerio renombrado, donde están enterrados muchos famosos. Vi la tumba de Jean-Paul Sastre y Simone Bolívar. Mi libro decía que eran dos famosos escritores franceses, que se amaban mucho, y es por eso que están enterrados juntos. Y vi la tumba de un hombre llamado Porfirio Díaz. Mi libro dice que fue dictador de México durante 35 años. Fue interesante estar al lado de un hombre muy poderoso, que ahora no podía moverse o hablar como yo sí puedo. Pensé en mi hermana Patty, quien murió muy joven, y pensé en mi madre que murió de cáncer el año pasado. Un día, yo también seré enterrada... y quizá nadie me visitará. Pero no me importa. Estaré muerta.

Pero no soy una persona triste. Al contrario. Soy una persona feliz. Tengo muchos amigos y dos perros maravillosos. Sólo algunas veces pienso que sería bueno tener a alguien... con quien compartir las cosas. Por ejemplo, cuando vi todo Paris desde un rascacielos, Quería decirle a alguien: "Es bello, ¿no es cierto?". Pero no hay nadie.



Sentada ahí, estando sola en un país extranjero, lejos de mi trabajo y de toda la gente que conozco, un sentimiento vino a mí. Era como si yo recordara algo que nunca conocí y que había esperado siempre. Pero no sabía qué. Quizá era algo que había olvidado. O algo que me ha faltado toda la vida. Solo puedo decirles que sentí al mismo tiempo... alegría y tristeza. Pero no demasiado tristeza. Porque me sentía viva. Sí. Viva. Ese fue el momento en que comencé a amar Paris y el momento en que sentí que París me amaba también.