críticas chatarras

Una bestia se aproxima… Fue el mismo Rey Leónidas quien lo provocó

Y para terminar, la verdadera fuerza de un espartano es el guerrero al lado de él. Dale respeto y honor y él te lo regresará. Primero... peleas con tu cabeza. Luego, con tu corazón.

-Ahora, ¿que mensaje traes?
-Tierra y agua.



El deber de un Rey es salvar su mundo, con la lealtad que juró proteger.

Eres esposo, eres un Rey, mejor pregúntate tú mismo esto: ¿qué deberían hacer los hombres libres?

No en Esparta. No hay lugar para la debilidad. Sólo el duro y fuerte podría llamarse a si mismo un Espartano.

-¿Sólo traes a estos pocos soldados contra Jerjes? Estaba errado al pensar en que Esparta marcharía en serio. ¿Es así?
-Tú, ¿cuál es tu profesión?
-Soy alfarero.
-¿Y tú, acadio? ¿Cuál es tu profesión?
-Escultor señor.
-Escultor...
-Herrero
-¡Espartanos! ¿Cuál es su profesión?
-¡Guerreros! ¡Guerreros!
-Ves viejo amigo, traigo más soldados que tú.



Acadio, peleé innumerables veces. Y nunca conocí un adversario que pudiera ofrecerme lo que los espartanos llamamos una muerte hermosa. Sólo puedo desear, con todos los guerreros del mundo reunidos en contra nuestra, que sea alguno de allá abajo que esté a la altura…

Vete ahora y corre a decirle a tu Jerjes que enfrenta hombres libres aquí.

-Nuestras flechas taparán el sol.
-Entonces pelearemos en la sombra.

Peleamos, como una sola e impenetrable unidad. Esa es la fuente de nuestra fuerza: cada espartano protege al hombre a su izquierda y protege su cuello con su escudo. El más mínimo punto débil y el fracaso nos castiga.

El día de hoy ningún espartano morirá.



-Hay mucho más que nuestras culturas pueden compartir…
-Si no lo has notado hemos compartido cultura contigo toda la mañana.

-No es muy inteligente que te enfrentes a mí, Leónidas. Imagina las cosas horrendas que les esperan a mis enemigos cuando felizmente mato a mis propios hombres por una victoria.
-Y yo moriría por cada uno de los míos…

Tienes muchos esclavos, Jerjes. Pero muy pocos guerreros.



-Borraré cualquier rastro de los espartanos de la historia. Cada casa deberá arder. Cada griego será torturado. Les sacaremos los ojos. Y sacaremos sus entrañas por las bocas, mientras borramos cada memoria de Esparta. El mundo ni sabrá que existieron.
-Todos sabrán que hombres libres se enfrentaron a un tirano. Que unos pocos se enfrentaron a muchos. Y de que antes de que esa batalla terminara, se supo que hasta un Dios Rey puede sangrar.

Contra todos los pronósticos… Podemos hacerlo. Podemos mantener nuestras puertas. Podíamos ganar…



El día es nuestro. No se escuchó ninguna canción…

-Pero esto es política. No, guerra. Leónidas es un idealista.
-Conozco muy bien a tu clase. Envías soldados a matar para tu propio beneficio.

Ve y esparce la palabra. Dejemos que cada uno de esos griegos sepa esta verdad. ¡Y que cada hombre busque en su propia alma! Y mientras estés allá, busca la tuya.

No retroceder. Ni rendirse. Esa es la ley Espartana. Y por esa ley Espartana iremos y lucharemos. Y moriremos. Una nueva era ha comenzado. Una era de libertad.



Amigo mío, he vivido mi vida entera sin remordimiento hasta ahora. Hasta que vi a mi hijo dar su vida por su país. Es sólo que nunca le dije cuanto lo amaba, que luchó a mi lado con honor. Que era lo mejor que había en mí.

Cuéntales nuestra historia. Que cada griego sepa lo que sucedió aquí. Tienes una gran historia que contar. Cuenta de la victoria.

Muchos se fueron. Pero sólo uno miró hacia atrás.

Terminen su desayuno y coman bien... ¡porque esta noche cenaremos en el infierno!



Estamos en guerra, señores. Debemos de enviar a todo el ejército espartano a nuestro Rey. No sólo para nosotros, sino para nuestros hijos. Enviar al ejército para preservar la libertad. Enviarlos por la justicia. Enviarlos por el orden y las leyes. Enviarlos por la razón. Pero lo más importante: enviarlos por esperanza. La esperanza que no se ha perdido por las páginas del tiempo. Que el coraje nos mantiene unidos. Que nosotros somos fuertes por nuestras acciones. Y que sus decisiones hoy reflejen su valentía.

Esto no terminará rápido. Esto no lo disfrutarás. No soy tu Reina.

Tú... Ephialtes… Que vivas para siempre.



Díganle a los espartanos que pasen por ahí, que hemos muerto por la Ley de Esparta.

El enemigo nos supera por 3 a 1. Son buenas las posibilidades para un griego.

Este día, arrasaremos su mundo de misticismo y tiranía.