martes, abril 26, 2005
pochoclín
MASACRE EN LA CÁRCEL 13
Remake de una película de John Carpenter, “Masacre en la cárcel 13” es un típico producto pochoclero, fácilmente digerible y más fácilmente olvidable. Conste: no está mal y se disfruta. Pero no alcanza a acompañarnos ni una cuadra a la salida del cine. Se queda en la puerta, con el pote de pochoclo y el bollito que tiramos con la entrada.
La historia tiene un núcleo clásico: el asedio y la resistencia heroica. Noche de lluvia, cárcel vacía por mudanza, un puñado de policías, unos presos especiales caídos por azar y de pronto, mientras festejábamos el fin de año, con serpentina y champagne, nos dimos cuenta que hay unos tipos afuera que nos están esperando para que no veamos el año que está por empezar. Ante lo inevitable, el héroe (en este caso un policía adicto recuperándose de la culpa de que mataran a su equipo) echa mano a un recurso desesperado: armar a los presos y repeler el ataque.
El delicado equilibrio de una alianza armada por conveniencia, que puede ser rota en cualquier momento y por cualquier motivo. Cuidarse de los que tiran enfrente, pero no olvidarse de mirar, con el rabillo del ojo, al ñato armado que tenemos atrás, supuestamente de nuestro lado.
Eso es básicamente “Masacre en la cárcel 13” y por momentos funciona. Se destaca, especialmente, el diseño de sonido, el punto fuerte de la película. Las balas suenan como si estuvieran incrustándose a centímetros de la butaca. Y el enjambre de disparos, ametrallando la habitación, silba frente a nuestras caras.
Pero en lo que falla este filme, es en la tensión dramática. Todo es muy previsible, todo está muy delineadito, sin salirse del sendero, sin sorprendernos (hasta las sorpresas, no nos sorprenden). El guión de James DeMonaco (sobre el original de John Carpenter) debió jugar más con la dinámica entre el héroe bueno y el héroe malo (Ethan Hawke y Laurence Fishburne), el juego de rivalidad y admiración mutua, que aquí pasa de costado.
Otro paso en falso: las características psicológicas de los personajes están bien delineadas; el problema es que demasiados personajes mueren demasiado pronto para aprovechar estos rasgos, en términos dramáticos.
No obstante, para los que no exijan demasiado y les guste el cine de tiros, muertos y corridas, el filme alcanza. No descubre la pólvora, pero sirve.
Destacados: María Bello en vestidito escotado metalizado azul (babita!) y Drea de Matteo, más fulera que en “Los Sopranos” (Adriana, la novia del sobrino del mafioso Tony Soprano).
Hawke no se descarrila, pero no llena el papel; Fishburne, lo da con los ojos cerrados. Una mención a Brian Dennehy, desaprovechado.
Escenas: el escape de la Dra. Alex; el interrogatorio al amigo y policía traidor; el diálogo final entre Bishop y Jake. Frases: “No lo eches a perder, Bishop”, “Corra rápido, Sargento”; “Tus ojos están rojos. ¿Estuviste fumando crack?”, “Tus ojos están glaceados. ¿Estuviste comiendo donas?”.
CONSEJO: esperar al video.
jueves, abril 21, 2005
gente grande
ADULTERIO
Historia de parejas cruzadas. Una especie de "Closer" pero con mucho menos ritmo y brillo en los diálogos. En resumen: una de esas películas que pasarán con más pena que gloria por la historia del cine.
Dos parejas: Terry y Jack (Laura Dern / Mark Ruffalo) vs. Edith y Hank (Naomi Watts / Peter Krause). Jack coquetea con Edith, esposa de Hank que no le pasa bola, ensimismado en su misión, la escritura. No importa que Jack sea amigo de Hank, Edith está lo suficientemente buena para meterle los cuernos. Como Hank es amigo de Jack, se tira el lance con Terry que no puede imaginar que va a ser de su vida sin Jack, pero tampoco se atreve a imaginar que su amiga Edith es la que le está escamoteando el marido. Para más datos, la primera pareja tiene hijos; la segunda, no.
Como punto de partida daba perfectamente para un intenso ejercicio de las relaciones humanas. Pero el guión de Larry Gross, basado en los cuentos de Andre Dubus (el mismo autor de "En el dormitorio") cae en la monotonía del silencio, los huecos, los diálogos sin mucho brillo ni palabras destacables. Los personajes regalan su abulia y depresión en partes iguales y el filme parece contagiar al espectador de esa sensación de desasosiego. Apenas un par de momentos asoman en el film, casi todos a cargo de Laura Dern que se lleva las palmas de la película. Los cuatro personajes se destrozan en duelos muy fríos, alejados del espectador. Tal vez, por ese motivo el filme no nos llega.
En la dinámica de los personajes, cabe señalar las cuatro conductas (una para cada personaje) distintivas para un mismo hecho: una infidelidad. Uno de los personajes, Hank, juega a la indiferencia, con la que revela lo poco que le importa Edith. Otro, Jack, juega a culpar a su esposa, cuando es confrontado. Terry, la esposa de Jack, juega el rol de la negación. Y Edith baraja las cartas del coqueteo, buscando los celos de Hank que nunca llegarán.
Renovamos el elogio a Laura Dern, otro piropo a Naomi Watts, destacamos la solvencia de Mark Rufallo y nos preguntamos qué tiene Peter Krause que pone la misma cara de contemplación bajo los efectos de narcóticos mezclada con una semisonrisa de botox congestionado, tanto en este film como en la última temporada de "Six Feet Under".
CONSEJO: dejar pasar. O segunda opción de video, si es de esos que no deja pasar película alguna.
miércoles, abril 20, 2005
es la historia de un amor
AMOR ETERNO
Una mezcla de "Amelie" con "Salvando al soldado Ryan". Una película deliciosamente fotografiada, con momentos muy buenos y con ese humor tan francés, absurdo y desubicado, casi una marca de fábrica de Jean-Pierre Jeunet. Historia coral en policial, puñado de historias que se corrigen, unas a otras, para que aflore la verdad de un único interrogante: ¿qué ha sido del soldado Manech?
Primera Guerra Mundial. Cinco soldados son sentenciados a muerte, acusados de automutilarse para escaparle a su servicio en el frente militar. Uno de ellos, Manech, es el amor de Mathilde, la renguita que lo espera en casa, en la campiña francesa, la mujercita de fe inquebrantable que no lo dará por muerto, aunque cada pieza de evidencia hunda toda esperanza. Con perseverancia y paciencia oriental, Mathilde irá desanudando las hebras, confrontando historia tras historia, adivinando los huecos, las mentiras que tapizan la historia, hasta llegar al paradero del soldado que perdió la razón en una trinchera en el frente bélico.
"Amor eterno" es, en realidad, una película coral. Sobre el eje central de la historia de Mathilde y Manech, se van insertando un puñado de historias paralelas que sirven para desentrañar el misterio del destino de Manech. Pero cada historia tiene entidad propia, son historias de amor que abren y cierran en los campos de batalla.
Es una película para ver en cine, por la brillante fotografía de Bruno Delbonnel, en esos tonos sepias verdoso de daguerrotipo, habituales en las historia de Jeunet. Destacamos el contrapunto estilístico entre las escenas en las trincheras (grises, azuladas, lluviosas, embarradas) con las de los recuerdos en el hogar (cálidas, doradas, soleadas, limpias).
Otro detalle visual: la superposición de imágenes en la pantalla, como si fuese un escritorio en el que se vuelcan las cartas, las fotos, el reloj abollado, los fósforos chamuscados, los papelitos viejos, como si estuviéramos mirando con los ojos de Mathilde, al momento de esparcir sus pruebas sobre la mesa.
El filme es atractivo pero no llega a llenar completamente. Algunos baches narrativos pretenden salvarse a fuerza de gags o de prodigios visuales. Tal vez por ahí haya que buscarle los peros de la película. El otro flanco débil: la pareja protagónica. Audrey Tautou sigue con su estigma Amélie y se limita a poner cara. Y Gaspard Ulliel no deja de ser un rico pibe pero sin ninguna intensidad dramática. Enfrente, la breve intervención de Jodie Foster (¡ídola!) llena la pantalla.
No obstante estas observaciones, “Amor eterno” es una muy buena película y que sólo puede disfrutarse, plenamente, en la pantalla grande.
Escenas: la presentación de personajes de los cincos soldados y Mathilde; la visita del soldado a la esposa de Gordes; el gag del cartero derrapando en la grava con su bicicleta. Frases: “Pedo de perro, alegra mi corazón”; “Si la cáscara no se rompe, Manech está vivo”; “No sólo sucede en Lourdes”.
CONSEJO: para ver. Si es muy pochoclero, siga de largo.
lunes, abril 18, 2005
tal como nos ven
COMO UNA IMAGEN
En el puñado de personajes que pueblan esta nueva película de la pareja de actores / guionistas Jean-Pierre Bacri y Agnés Jaoui (ella directora, también), se repite un tema: la imagen. Imagen que pretenden dar a otros; imagen que anhelan; imagen que saben inalcanzable. Delicado tapiz de relaciones entrecruzadas, “Como una imagen” es un buen filme, tal vez sin la brillantez de “El gusto de los otros” (la anterior película de esta dupla creativa) pero válida y amena.
Todos los personajes giran alrededor de un egocéntrico escritor, un tipo de veras jodido, que pisotea los egos de los que lo rodean: hija, pareja, compañeros, empleadores. Étienne Cassard se ha ganado su rol de intelectual y artista y, desde ese pináculo de gloria, decide a su antojo, manipulándolos a su gusto. Enfrente, su hija, Lolita, gorda, menospreciada por todos, con una voz exquisita. Lolita danza alrededor de su padre, como el perrito buscando la atención de su dueño. Pero, para ese padre vampiro, Lolita es más una carga, un defecto en su impecable hoja de servicios, que una hija. Detrás del gran hombre, hay un gran estúpido. Y, lo que es peor, todos giran a su alrededor porque ha logrado venderles una imagen: la del intelectual brillante.
Hay una gran idea en “Como una imagen”: la tendencia actual por vender una imagen de algo, más que ser ese algo. Cassard hace mucho que no escribe una página. Pero sigue vendiendo su imagen de escritor. El escritor fracasado que sube la cuesta, ya se ha olvidado de lo que escribe; para mantenerse en la cima, necesita un contacto (Cassard) y una presencia en los medios, aunque sea tirando papel picado frente a un par de tetonas. Nadie le prestará atención a la voz de Lolita. Porque no están oyendo su voz; la están mirando. Y su gordura, su figura fuera del promedio establecido, es suficiente para opacar sus dones sobresalientes.
Esta idea está desarrollada, no con un discurso bajando línea, si no del mejor modo, insertándolo en situaciones cotidianas, hechos menores que marcan la actitud de los personajes. El doble discurso, el elogio que es una crítica, el estereotipo, en los diálogos cotidianos de los protagonistas.
Nos quedamos con una escena: el concierto de Lolita en la iglesia.
CONSEJO: puede esperarse al video, pero es una buena opción en cine.
viernes, abril 15, 2005
de eso no se habla
ORO NAZI EN ARGENTINA
Para el peronismo más tradicional, la llegada de los jerarcas nazis a la Argentina, tras la caída del Tercer Reich, formaba parte de la campaña de desprestigio del Departamento de Estado. Con esa tendencia a negar la realidad que nos caracteriza, la aparición de asesinos como Eichmann en nuestras tierras, era, para esas fuentes, apenas un detalle de color. No hay otra verdad que la realidad. Y la realidad era que la Argentina del primer gobierno peronista fue un refugio de nazis fugados tras la guerra.
La desclasificación de documentos argentinos, en los últimos años, permitió a investigadores como Jorge Camarassa o Uki Goñi, rastrear la red de escape de los genocidas alemanes, a estas tierras, y el mecanismo de blanqueo del dinero con los que cubrieron su huida. También, la responsabilidad que le cupo a las altas instancias del gobierno nacional de esa época.
De todo eso trata "Oro nazi en Argentina", el documental del fallecido Rolo Pereyra, con producción de HBO, que es un documento imprescindible para cualquier argentino, como lo es "La mayor estafa". La historia que no nos contaron, los nombres que se ocultaron en un discreto segundo plano, la historia que se mueve atrás de la historia.
Como documental, "Oro nazi..." no innova y hasta peca de cierta artificialidad, al excederse en la representación teatral de los hechos. Se podría haber exigido , un poco más, en la selección de los entrevistados o en el tono de las preguntas. Seguramente, le falta una mayor claridad expositiva. Pero esas objeciones formales no deben de dejar de lado el esfuerzo que implica correr el velo a uno de los secretos a voces, mejor guardados de nuestra historia. Por eso sólo, "Oro nazi..." es una película que debe verse.
La película de Rolo Pereyra describe la organización montada desde la Secretaria Privada de Presidencia, al mando de Rodolfo Freude, hijo del banquero que financiaba la red de espionaje alemán en Buenos Aires. Testimonio a testimonio, va a armando la estructura de la organización creada para traer a los dirigentes nazis, tras la caída del Tercer Reich. Su escala era internacional: la España franquista, la neutral Suiza y el piadoso Vaticano, escalas del mítico viaje de Evita a Europa (acompañada de Freude y en los barcos de Alberto Dodero, proveedor de los buques en los que arribaron los nazis a Argentina).
No nos extendemos más en la armazón descripta por el film. Para aquellos interesados en profundizar, al pie aportamos una serie de links que no agotan el tema, pero que pueden servir de punto de partida. Los libros de Camarassa y Goñi, también forman parte del material básico para echar luz a este tema.
A nuestro comentario, vale destacar dos líneas que sugiere la película. En primer lugar, como, una vez blanqueados los capitales alemanes, y "resueltos" los cabos sueltos (oportunos suicidios o residencias al exterior), los nazis soltaron la mano del régimen peronista y lo dejaron caer, sin mover un dedo. La alianza pasaba por otro lado, con esos factores de poder directamente involucrados en la espiral de violencia que viviría Argentina, desde 1955 hasta nuestros días. La segunda idea: la participación de estos dirigentes con el poder financiero necesario, en los años negros del Proceso. Argentina es un país saqueado por dirigentes corruptos. No es raro armar la línea de puntos que lleva a los siniestros personajes que arribaron a estas tierras, con el cobijo oficial.
Un último aporte del film: el Departamento de Estado tenía pleno conocimiento de la red de escape de los asesinos nazi y de cómo se estaban blanqueando los tesoros escondidos en la guerra. Pero hicieron la vista gorda, porque eran los tiempos de la Guerra Fría, del combate al comunismo, época en que aliarse con el diablo parecía lo más natural del mundo.
Sin ser perfecta, "Oro nazi..." es una película valiosa y que requiere recomendarse. Si no como producto cinematográfico completo, como puntapié para sacar afuera, la historia negra de nuestra patria.
Frases: "Todos saben que Juan Duarte se suicidó. Lo que no se sabe es quién lo hizo"; "¿Por qué no me pregunta si soy amigo de los judíos?" (de un casi centenario nazi que sonríe jocosamente a su entrevistador); "Tené cuidado con Freude, Juan. Le gusta mucho los negocios" (de una carta de Evita a Perón, en el inicio de su periplo europeo).
CONSEJO: imprescindible.
FUENTES:
Artículos en "La Nación"
La Argentina cortesana de Hitler
Uki Goñi
13.07.97
http://www.lanacion.com.ar/202431
Una historia que genera controversias La rama nazi de Perón
Uki Goñi
Nicolás Cassese
16.02.97
http://www.lanacion.com.ar/202464
Los espías nazis de Perón
Uki Goñi
26.10.97
http://www.lanacion.com.ar/209377
LIBROS/ Anticipo
Los lazos de Perón con el Tercer Reich
¿Cuáles fueron los verdaderos nexos del fundador del justicialismo con los nazis?
Uki Goñi
27.09.98
http://www.lanacion.com.ar/210236
LIBROS / Adelanto
Archivos comprometedores: la auténtica Odessa
Uki Goñi
15.12.02
http://www.lanacion.com.ar/458478
Otros sitios:
Informe final
Comisión para el esclarecimiento de las actividades del nazismo en la República Argentina
http://www.ceana.org.ar/
The International Raoul Wallenberg Foundation
http://www.raoulwallenberg.net
El sitio del historiador Uki Goñi, con una selección de sus artículos
http://ukinet.com/
Agencias estatales y actores que intervinieron en la inmigración de criminales de guerra.
Beatriz Gurevich
http://www.argentina-rree.com/documentos/ensayo.htm
Un resabio de las simpatías germanófilas de Perón
http://www.cema.edu.ar/ceieg/arg-rree/13/13-013.htm
jueves, abril 14, 2005
hasta la victoria siempre
ROBOTS
Dos puntos a desatacar en esta muy buena película de animación. Primero, la estética del film; segundo, el grado de subversión para una película infantil en estos tiempos de capitalismo salvaje.
¿Cómo innovar en animación, cuando tanto se ha hecho desde la llegada de la computación al dibujo animado? Bueno, “Robots” genera un mundo alternativo a partir de la chatarra, de los cacharros en desuso. Cada robot de esta historia, es una colección de partes de otras cosas (heladeras, bombas de agua, cafeteras, lavarropas), en una mezcla a lo Archimboldo. Para destacar el detalle de las texturas, al grado de identificar las manchas de grasa en la superficie de los robots o las cáscaras de la pintura oxidada.
Pero, como ha demostrado PIXAR, para lograr una gran película de animación no sólo basta con tener los recursos tecnológicos de última generación, si no que es indispensable una de las más viejas cosas del cine: una buena historia que contar. Y “Robots” la tiene, es la historia del héroe en la selva capitalista globalizada. Rodney es un joven robot que abandona su pueblo natal, donde sólo puede ser un lavaplatos como su padre, para presentarse al Gran Soldador y ofrecerle sus ideas. Pero en la ciudad, los tiempos han cambiado. Ahora ya no está el Gran Soldador, jubilado, y nadie da oportunidades a los robots jóvenes. Si el lema anterior era: “no importa de que partes estés hecho, puedes brillar”, ahora impera la mercadotecnia, con Ratchet, el yuppie robot, de líneas ajustadas, que impone el lema de “¿por qué ser tú, si puedes ser nuevo?”. Detrás, el maquiavélico plan de no reponer las refacciones baratas, para que los pobres, los robots que no pueden comprar las nuevas (y onerosas) actualizaciones se vayan cayendo a pedazos y terminen como chatarra en un basurero.
Lo novedoso del enfoque de “Robots”, no es que ganen los buenos. Si no que ganan echando a mano a la Revolución. “La violencia no es buena” dice uno de los personajes; “Pero quedarse cruzado de brazos tampoco” contesta el otro. Y allá va, la gran masa de robots proletarios a luchar por su vida, poniendo las cosas en su lugar, cuando el Gran Soldador, por sí solo, no puede recuperar su puesto.
Nombres famosos están tras las voces de la versión subtitulada: Robin Williams (Fender, el robot simpático), Mel Brooks (el Gran Soldador), Jim Broadbent (Madame Gasket), Halle Berry (la bella Cappy), Paul Giamatti (el obsecuente y burlón robot portero), Ewan McGregor (como el héroe, Rodney) y Gregg Kinnear (como el malvado Ratchet). Hay otros cameos ilustres: Dianne Wiest, Stanley Tucci, Paula Abdul y el propio Chris Wedge (co-director del film con Carlos Saldanha).
Escenas: el viaje en el expreso por la ciudad; la lucha final; el gag del crecimiento de Rodney, con las piernas prestadas del primo; el juego de domino del Gran Soldador; el homenaje a la escena cumbre de “Cantando bajo la lluvia”. Frases: “Estoy hecho de un material llamado ‘afraidium’. Es amarillo y sabe como pollo”; “Puedes acostarte conmigo. Ignoraremos los rumores”; “La Fuerza es fuerte en él”; “Dentro de ti, hay un modelo esperando por vomitar”; “Estoy cantando en aceite”; “¿Podría preguntarle al Conde si puede abofetearme?”, “¡Ja! ¿Tú piensas que eres merecedor de ser abofeteado por el Conde. ¡Yo te abofeteare en su nombre!”, “¡Gracias!”; “¿Por qué tienes dos narices?”, “Una es para lucir y otra para soplar”.
CONSEJO: vale la pena verla.
martes, abril 12, 2005
telol nipón
EL GRITO / LA LLAMADA 2
El género de terror había caído, peligrosamente, en la senda de la parodia y la sátira. En esta página señalamos el síntoma de la carcajada adolescente que provocaban las escenas de miedo, por más sangriento que fuera lo que se mostrara en pantalla. ¿Cómo volver a la senda de legítimo escalofrío que el género exige? Hollywood abrevó, hace un par de años, en la remake de una saga japonesa; "La llamada" abrió un camino, clonado por varios sucesores. ¿Qué caracteriza a este terror japonés, de lo que se venía haciendo hasta el momento?
En primer lugar, son historias urbanas, en la que se explota la soledad del individuo en una megalópolis. La protagonista de "La llamada" es una madre soltera. Las víctimas, adolescentes o, peor aún, un niño frente al televisor. Islas que derivan en la ciudad poblada, seres solitarios en la multitud. Otra característica: la recreación de maldiciones viejas en formatos tecnológicos nuevos. Samara ataca desde la cinta de video; su imagen se conforma en el barrido de la imagen digital. Otro factor: lo que fluye, el mundo subterráneo, el rumor de algo que crece en el fondo de aguas servidas, infraestructuras que conviven con lo moderno, lo racional, lo tecnológico. Debajo de todo departamento aséptico, de todo bloque de cemento sin fisuras, de todo ambiente tecnológicamente de vanguardia, se asienta lo oscuro, lo marginal, las construcciones que vienen del pasado (las cloacas, los pozos ciegos obturados, los muertos que flotan por siempre en la oscuridad). Detrás de toda fachada de modernidad, acechan las mismas viejas maldiciones tradicionales. Otra característica: el mal encarnado en paradigmas de la inocencia. El niño como fuente de mal, como encarnación del demonio. Una última propiedad, de carácter técnico: el miedo se logra en lo cotidiano (M. Night Shyamalan lo recordó en "Sexto sentido": el aparecido que cruza la habitación, a espaldas del protagonista). No hay monstruos en el sentido físico del término, si no monstruosidades psicológicas. Una niña que nunca duerme y que ejerce su venganza, desde el fondo de un pozo donde fue echada.
Dos películas se asomaron a las pantallas locales, con este esquema, ambas con directores japoneses y elencos norteamericanos. Ambas son tan desparejas como deudoras de "La llamada". "El grito", otra remake de una película japonesa, Takashi Shimizu (director de la película original) recrea la historia de la casa maldita. Pero hay demasiados "homenajes" a "La llamada", incluyendo una adolescente con su cabellera sobre el rostro, avanzando hacia una cámara de video. Se repite el niño maldito, la soledad en la gran urbe (aquí enfatizado porque son americanos en Tokyo, separados no sólo emocionalmente, si no lingüísticamente), el agua oscura, lo que acecha tras las paredes. Por momentos, la película funciona y bien. Tiene hasta la novedad de una atípica estructura temporal, con flashbacks imprevistos que retoman la línea del tiempo, un poco más atrás, a partir de una frase o encuentro, para aclarar el enigma de la historia.
¿Qué falla para transformar "El grito" en una muy buena película? El final es un tanto convencional y el peso de la historia termina cayendo en la más débil intérprete, Sarah Michelle Gellar, la clásica figurita adolescente norteamericana que no trasmite la menor emoción. La película estaba más para ser llevada por Bill Pulman o Ryo Ishibashi (el detective japonés) o por la interesante Clea DuVall, un rostro para seguir de cerca.
Destacamos de esta película, el personaje del nene escondido tras la puerta de un armario cerrado con cinta adhesiva. Escenas: el mencionado encuentro del niño tras el armario; la escena inicial del suicidio en el balcón; el crimen de Yoko; el diálogo entre el inspector Nakagawa y Karen, en la terraza del edificio de la policía. Frases: “Sólo quiero que ella me deja tranquila”; “Todo el tiempo que estuve en la casa sentí que algo andaba mal. ¿Sucedió algo en ella?”.
Lo de “La llamada 2”, secuela de la iniciática “La llamada”, es más flojo. En realidad, como lo fue con la continuación de “The Blair Witch Project”, es un mero intento comercial. Una sucesión de escenas convencionales, tratando de hilvanarse a una trama sin mucho sentido. Toda la coherencia del guión de “La llamada”, se pierde totalmente en esta secuela. Sólo pueden rescatarse dos escenas: la embestida de los ciervos en el bosque y la inundación “hacia arriba” en el cuarto de baño. Pero no alcanzan para salvar una película que es una mera excusa para lograr unos cuántos dólares más que un filme con propósito artístico. Destacamos a Naomi Watts, siempre muy linda, que aquí trabaja en piloto automático limitada por la confusión del guión. Una mención especial para Sissy Spacek, en su breve pero vital aparición, como la madre biológica de Samara. La frase: “Ellos no duermen. Tú sabes. Los muertos no sueñan y nunca duermen. Ellos esperan, buscan el modo de volver. Mi bebé me lo dijo, como el tuyo te lo dirá, y deberás hacer lo que te dice. Deberás regresarlo. Ellos te detendrán. No los dejes. Escuchaste las voces. ¿Sabes lo que tienes que hacer? Ellos dejarán que los muertos entren. Ellos dejarán que los muertos entren”.
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
lunes, abril 11, 2005
arriba y abajo del escenario
CONOCIENDO A JULIA
Una pieza menor pero interesante. Un vodevil de sentimientos, un personaje egocéntrico y vulnerable que se refugia en el lugar donde se siente seguro: un escenario. Sólo allí es capaz de interactuar con los otros. Sólo actuando, sobrevive. Monstruo fabuloso y feroz, manojo de nervios a punto de desarmarse como un fantoche, seductora y fatal, Julia Lambert, diva teatral en la Inglaterra de 1938. "Conociendo a Julia" es una amena película, con un ritmo muy europeo, manejada con cierta parsimonia por el experimentado István Szabó. No es un filme completo, pero luce con un muy buen final. Pese a eso y a la brillante actuación de Annette Bening, la película no termina de cuajar en la perfección. Pareciera como que la historia no se x despoja de cierta artificialidad cuasi teatral. Quizá sea por eso que no terminamos de identificarnos totalmente con la película.
Julia, estrella teatral londinense, es una mujer madura que manipula a los que están alrededor. A su marido Michael (soberbio Jeremy Irons), a sus asistentes, a sus aduladores, a sus amistades, a su público. Pulpo monopolizador de afectos, Julia tiene el síndrome del actor genial que necesita ser querido y que, más aún, reclama ser constantemente adorado. A ese personaje patológico que no distingue el límite entre la realidad y la ficción (como le reclama su hijo, en un diálogo clave cerca del final), le sucede algo imprevisto: se ha enamorado de un joven. Y en ese romance desbalanceado, Julia cede el control y se entrega como nunca lo ha hecho, ni arriba ni abajo del escenario.
Lo mejor de esta película es la sutileza para perfilar los sentimientos de los personajes, a través de los diálogos en los que los protagonistas dicen una cosa pero expresan otra, totalmente opuesta. Ese juego de aparentar los deseos, una norma social de la época, está muy bien presentado en el guión de Ronald Harwood (sobre una obra de W. Somerset Maugham). Es la constante de la historia, todos los personajes aparentan ser algo que no son. Pero lo que es más extraño, todos saben que el otro actúa y que aparenta ser lo que no es. Pero le siguen el juego y juegan a creerse lo que el otro intenta hacerles creer. En ese ambiente, sólo puede sobrevivir quien actúe y sólo una actriz puede ser la mejor.
Para destacar, el personaje que compone Michael Gambon, Jimmie Langton, el profesor fantasmal de Julia. Escenas: la batalla final en el teatro; el primer té entre Julia y Tom; el saludo de Michael a Julia, tras el estreno; la escena en la que Michael le reprocha a Julia, su mala actuación; el diálogo entre Julia y su hijo. Frases: "En estos tiempos, con el peróxido, hay muchas rubias", "Pero ella es rubia natural", "¿Cómo lo sabes?"; "Eres el único amigo que tengo. No me dejes".
CONSEJO: esperar al video.
martes, abril 05, 2005
Steve Zissou, desde el fondo del mar
VIDA ACUÁTICA
Despareja, con baches, con un guión no tan bueno como “Los excéntricos Tenenbaum”, esta película de Wes Anderson derrocha ideas, aporta un clima y una estética particular y nos deja la mirada agridulce de aquel que contempla su vida, desde el final del camino. Vale destacar la poética escena-tesis del final, con los protagonistas mirando por la ventanilla del submarino al tiburón luminoso que se pasea en el abismo oscuro, esa epifanía de la madurez, de la víspera del final, de ese brillo que llame nuestra atención con la misma emoción del primer día. Por momentos como esos, por diálogos delirantes, por un humor absurdo, “Vida acuática” es una película interesante, aunque esté muy lejos de ser un filme perfecto y coherente.
“Vida acuática” cuenta la última aventura del afamado y decadente oceanógrafo Steve Zissou, la caza del tiburón que se comió a su mejor amigo y padre postizo. En su legendario barco de investigación, el “Belafonte”, emprende la persecución de la bestia asesina, con su pintoresco equipo de ayudantes y un invitado especial, su supuesto e improbable hijo, Ned.
La estética del filme destila el color azulado gastado de los documentales de Jacques Cousteau (a quien se le dedica la película) plagados con irónicos tics del género: el relato en off obvio, cierta parsimonia artificial, el cándido éxtasis científico, el romántico espíritu aventurero del investigador marino. Aunque Wes Anderson (co-guionista del film con Noah Baumbach) apela a esos tics, no desde la vereda de la sátira, si no desde el guiño cómplice a la infancia de cada espectador. Por eso, esos lugares comunes del documental cousteauniano no suenan sarcásticos, si no conmovedores. Comparte la tierna emoción del que mira a sus hijos dormir, pensando en que algún día crecerán.
Otro apunte cómplice es el contexto en que se mueven los protagonistas. Todo está cubierto de una pátina desgastada, todo se mancomuna por el óxido. Esa sensación de caos permanente, de depreciación metafísica, tiene sentido dramático. Nos transmite la sensación de que los personajes como los equipos técnicos del “Belafonte”, están plenamente amortizados. Basta ver esos aparatos cascados, esa pintura emparchada, esos muebles antiguos, esos cables toscamente unidos, para sentir que asistimos a un mundo que se está aferrando, con uñas y dientes, a un tiempo que no es el suyo. Lucha metafísica y cósmica, la dignidad de esa caída nos amiga con los patéticos personajes y logran nuestra empatía.
Hay otra línea dramática que campea por el filme: la necesidad mutua de padres e hijos. Cada uno necesita al otro, tanto al principio como al final de la vida. La búsqueda de aquel reflejo que nos perpetúe pero también, de aquel apoyo que nos lance al camino. Aceptación de personajes abandonados al flujo siempre cambiante de un mar eterno. La búsqueda de un padre para Ned es simétrica a la necesidad de un hijo para Steve Zissou, superando cualquier certeza genética que nos une. Hijos buscando a padres; padres buscando a hijos.
Del muy buen elenco destacamos las participaciones de Bill Murray, Owen Wilson, Anjelica Houston, Willem Dafoe (adorable su personaje de un alemán celoso), Michael Gambon y Cate Blanchett. Mención especial para Cody (interpretado por Leica), el perro con tres patas y para Seu Jorge, en el lisérgico Pelé dos Santos, el morocho interpretando temas de David Bowie en portugués (melómanos, anotando esta banda de sonido para la colección particular).
Escenas: el asalto al hotel; la escena final del tiburón en las profundidades; la presentación del “Belafonte”. Frases: “Nos dividiremos en dos grupos. Yo iré con Ned, Ogata y Wolodarsky”, “Gracias. Gracias por no elegirme”; “¿Cuál es el propósito científico de matarlo?”, “La venganza”; “No le apunte con un arma. Es un pasante”; “Steve, viniste a rescatarme. Doblo”; “¡Esteban! ¡Un tiburón se comió a Esteban!”, “¿Un tiburón lo mordió?”, “¡Lo comió!”, “¿Se lo tragó todo?”, “¡No! ¡Lo masticó! ¡Esteban! ¡Esteban! ¡Esteban!”; “Debe jurar, legalmente jurar, que no matará al tiburón, o cualquier cosa, si existe”, “Lucharé con él, pero lo dejaré vivir… ¿Qué hay con lo de la dinamita?”; “Es una aventura”; “Hemos sido malos esposos, ¿no es cierto? Pero yo tengo una excusa: soy gay”, “Todos los somos en parte, dicen”; “Tú eres demasiado viejo para mí, Steve”, “Sí, bien, tú eres embarazada”; “Yo no creo que sea una lesbiana, padre. Está embarazada”; “¿Crees que me recordará?”; “En veinte años, mi bebé tendrá once y medio”, “Esa es mi edad favorita”; “¿Por qué nunca me buscaste?”, “Porque odio a los padres y nunca quise ser uno”.
CONSEJO: seguidores de Wes Anderson, cita infaltable. El resto, esperar al video.
domingo, abril 03, 2005
los muertos que vos matáis
REENCARNACIÓN
¡Qué película difícil de recomendar! ¡Qué película imposible de no recomendar! “Reencarnación” tiene un don: el de la sutileza. Por eso es un gran fracaso comercial. Una historia no apta para espectadores impacientes, ni para un público que no se permita empaparse, lentamente, de la progresiva angustia que transmite el filme. “Reencarnación” tiene varios méritos para destacar, entre los que no es menor el especial trabajo de Nicole Kidman.
Argumento: hace diez años que murió Sean, el marido de Anna, una muerte que ella aún no ha podido superar. Parece que ha pasado el tiempo suficiente para retomar su vida; Anna acepta casarse con Joseph, un hombre que la comprende, lo suficiente para saber que no lo ama. Todo parece encarrilarse, hasta que un nenito golpea la puerta y se presenta como Sean, el marido de Anna, reencarnado. Ese es el gatillo disparador del filme.
Filmada como una película de los ’70 (hasta en la desprolijidad de dejar ver el micrófono de aire, en más de una toma), “Reencarnación” acierta en el clima opresivo e inexorable, remarcado en esos ambientes amplios, vacíos, sombríos, que sugieren una presencia, en la ausencia más plena. Otro hallazgo: la actitud de los personajes. A partir del momento en que el nene se presenta como Sean, todos lo miran condescendientes, desde la colina de la racionalidad. Pero cada gesto, cada mirada, cada tono, descubre que íntimamente, más allá de toda lógica, sienten que es Sean, un Sean que viene a alterar sus vidas, del mismo que lo hizo una década atrás, con su muerte.
Esa es una punta interesante del filme: el regreso de los muertos es más una incomodidad que una bendición. Necesitamos que los muertos mueran para siempre, que no haya vuelta atrás, para poder reemprender el camino, para dejarlos detrás, para siempre.
Otro logro de “Reencarnación”: el uso del primer plano como posibilidad expresiva dramática. Un botón como muestra: la escena en la ópera que transcurre, totalmente, con la cámara sobre el rostro de Nicole Kidman. La transformación de Anna, de las lágrimas a la sonrisa forzada, habla más que cualquier parlamento de lo que le sucede a la protagonista. Ahora sabe que Sean ha vuelto y, por primera vez, especula con las consecuencias de esa posibilidad hasta ayer fantástica.
Y si este recurso funciona se debe a la ductilidad de Nicole Kidman que logra, con esta película, otra notable actuación, imponiéndose otro desafío y saliendo airosa. No fue tan reconocida como en “Las horas”, “Moulin Rouge” o “Dogville”, pero merece ser tenido en cuenta, porque gran parte del clima sugerente del filme es exclusiva responsabilidad suya.
Entre los puntos flacos del filme, podría argüirse que por ser una película de imágenes, más que de palabras, “Reencarnación” flaquea en el clímax de los diálogos de algunas escenas (la primera de las dos escenas de Anna y el nene en la bañadera, por ejemplo), donde el remate no parece ser todo lo fuerte que sugería la acción.
Pero lo que es altamente destacable es el final. Y acá viene la advertencia: si usted viene leyendo esto y le dio ganas de ver “Reencarnación”, saltee este párrafo y vaya directamente al consejo, que le voy a contar el desenlace. Después no se queje. Guarde la crítica y la lee después, no moleste que no es para tanto.
Es altamente poético (ojo que voy con el final) la frase que resuelve el filme: “No soy Sean porque te amo”. Porque “resuelve” el enigma de la reencarnación, en varias bandas. Desde la lógica, deja la historia de Anna en la vereda del autoengaño patológico. Pero la deja a ella peor de lo que estaba: antes tenía, por lo menos, el recuerdo de un amor (aunque fuera falso). Ahora tiene la certeza de que ese amor nunca existió. Adoró un fantasma que era imposible que regresara, porque nunca había existido. Anna arruinó su vida por una mentira y no hay manera de que pueda recuperarla. Por otro lado, mantiene la veta fantástica ultraterrenal: el joven Sean ama a Anna, más allá de toda razón. Sólo que sus tiempos no han coincidido y tendrán que esperar “otra vida para amarte”. Si al principio de la película hubiéramos apostado por un desenlace, pocos hubieran elegido este final tan efectivo.
Escenas a destacar: la última escena de la bañera, con la revelación del joven Sean; la charla entre el joven Sean y Clara (breve y vital participación de Anne Heche); la escena del concierto. Anotamos la participación de Lauren Bacall, una histórica.
Frases: “¿Qué estás viendo?”, “Estoy viendo a mi esposa”; “Soy Sean”; “Me estás hiriendo”; “Supongo que nos encontraremos en otra vida”; “No le digas a Ana”; “No soy Sean porque te amo”.
CONSEJO: para público no pochoclero; si no siga de largo.