martes, abril 12, 2005
telol nipón
EL GRITO / LA LLAMADA 2
El género de terror había caído, peligrosamente, en la senda de la parodia y la sátira. En esta página señalamos el síntoma de la carcajada adolescente que provocaban las escenas de miedo, por más sangriento que fuera lo que se mostrara en pantalla. ¿Cómo volver a la senda de legítimo escalofrío que el género exige? Hollywood abrevó, hace un par de años, en la remake de una saga japonesa; "La llamada" abrió un camino, clonado por varios sucesores. ¿Qué caracteriza a este terror japonés, de lo que se venía haciendo hasta el momento?
En primer lugar, son historias urbanas, en la que se explota la soledad del individuo en una megalópolis. La protagonista de "La llamada" es una madre soltera. Las víctimas, adolescentes o, peor aún, un niño frente al televisor. Islas que derivan en la ciudad poblada, seres solitarios en la multitud. Otra característica: la recreación de maldiciones viejas en formatos tecnológicos nuevos. Samara ataca desde la cinta de video; su imagen se conforma en el barrido de la imagen digital. Otro factor: lo que fluye, el mundo subterráneo, el rumor de algo que crece en el fondo de aguas servidas, infraestructuras que conviven con lo moderno, lo racional, lo tecnológico. Debajo de todo departamento aséptico, de todo bloque de cemento sin fisuras, de todo ambiente tecnológicamente de vanguardia, se asienta lo oscuro, lo marginal, las construcciones que vienen del pasado (las cloacas, los pozos ciegos obturados, los muertos que flotan por siempre en la oscuridad). Detrás de toda fachada de modernidad, acechan las mismas viejas maldiciones tradicionales. Otra característica: el mal encarnado en paradigmas de la inocencia. El niño como fuente de mal, como encarnación del demonio. Una última propiedad, de carácter técnico: el miedo se logra en lo cotidiano (M. Night Shyamalan lo recordó en "Sexto sentido": el aparecido que cruza la habitación, a espaldas del protagonista). No hay monstruos en el sentido físico del término, si no monstruosidades psicológicas. Una niña que nunca duerme y que ejerce su venganza, desde el fondo de un pozo donde fue echada.
Dos películas se asomaron a las pantallas locales, con este esquema, ambas con directores japoneses y elencos norteamericanos. Ambas son tan desparejas como deudoras de "La llamada". "El grito", otra remake de una película japonesa, Takashi Shimizu (director de la película original) recrea la historia de la casa maldita. Pero hay demasiados "homenajes" a "La llamada", incluyendo una adolescente con su cabellera sobre el rostro, avanzando hacia una cámara de video. Se repite el niño maldito, la soledad en la gran urbe (aquí enfatizado porque son americanos en Tokyo, separados no sólo emocionalmente, si no lingüísticamente), el agua oscura, lo que acecha tras las paredes. Por momentos, la película funciona y bien. Tiene hasta la novedad de una atípica estructura temporal, con flashbacks imprevistos que retoman la línea del tiempo, un poco más atrás, a partir de una frase o encuentro, para aclarar el enigma de la historia.
¿Qué falla para transformar "El grito" en una muy buena película? El final es un tanto convencional y el peso de la historia termina cayendo en la más débil intérprete, Sarah Michelle Gellar, la clásica figurita adolescente norteamericana que no trasmite la menor emoción. La película estaba más para ser llevada por Bill Pulman o Ryo Ishibashi (el detective japonés) o por la interesante Clea DuVall, un rostro para seguir de cerca.
Destacamos de esta película, el personaje del nene escondido tras la puerta de un armario cerrado con cinta adhesiva. Escenas: el mencionado encuentro del niño tras el armario; la escena inicial del suicidio en el balcón; el crimen de Yoko; el diálogo entre el inspector Nakagawa y Karen, en la terraza del edificio de la policía. Frases: “Sólo quiero que ella me deja tranquila”; “Todo el tiempo que estuve en la casa sentí que algo andaba mal. ¿Sucedió algo en ella?”.
Lo de “La llamada 2”, secuela de la iniciática “La llamada”, es más flojo. En realidad, como lo fue con la continuación de “The Blair Witch Project”, es un mero intento comercial. Una sucesión de escenas convencionales, tratando de hilvanarse a una trama sin mucho sentido. Toda la coherencia del guión de “La llamada”, se pierde totalmente en esta secuela. Sólo pueden rescatarse dos escenas: la embestida de los ciervos en el bosque y la inundación “hacia arriba” en el cuarto de baño. Pero no alcanzan para salvar una película que es una mera excusa para lograr unos cuántos dólares más que un filme con propósito artístico. Destacamos a Naomi Watts, siempre muy linda, que aquí trabaja en piloto automático limitada por la confusión del guión. Una mención especial para Sissy Spacek, en su breve pero vital aparición, como la madre biológica de Samara. La frase: “Ellos no duermen. Tú sabes. Los muertos no sueñan y nunca duermen. Ellos esperan, buscan el modo de volver. Mi bebé me lo dijo, como el tuyo te lo dirá, y deberás hacer lo que te dice. Deberás regresarlo. Ellos te detendrán. No los dejes. Escuchaste las voces. ¿Sabes lo que tienes que hacer? Ellos dejarán que los muertos entren. Ellos dejarán que los muertos entren”.
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
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