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críticas chatarras

miércoles, abril 20, 2005

es la historia de un amor 

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AMOR ETERNO

Una mezcla de "Amelie" con "Salvando al soldado Ryan". Una película deliciosamente fotografiada, con momentos muy buenos y con ese humor tan francés, absurdo y desubicado, casi una marca de fábrica de Jean-Pierre Jeunet. Historia coral en policial, puñado de historias que se corrigen, unas a otras, para que aflore la verdad de un único interrogante: ¿qué ha sido del soldado Manech?

Primera Guerra Mundial. Cinco soldados son sentenciados a muerte, acusados de automutilarse para escaparle a su servicio en el frente militar. Uno de ellos, Manech, es el amor de Mathilde, la renguita que lo espera en casa, en la campiña francesa, la mujercita de fe inquebrantable que no lo dará por muerto, aunque cada pieza de evidencia hunda toda esperanza. Con perseverancia y paciencia oriental, Mathilde irá desanudando las hebras, confrontando historia tras historia, adivinando los huecos, las mentiras que tapizan la historia, hasta llegar al paradero del soldado que perdió la razón en una trinchera en el frente bélico.

"Amor eterno" es, en realidad, una película coral. Sobre el eje central de la historia de Mathilde y Manech, se van insertando un puñado de historias paralelas que sirven para desentrañar el misterio del destino de Manech. Pero cada historia tiene entidad propia, son historias de amor que abren y cierran en los campos de batalla.

Es una película para ver en cine, por la brillante fotografía de Bruno Delbonnel, en esos tonos sepias verdoso de daguerrotipo, habituales en las historia de Jeunet. Destacamos el contrapunto estilístico entre las escenas en las trincheras (grises, azuladas, lluviosas, embarradas) con las de los recuerdos en el hogar (cálidas, doradas, soleadas, limpias).

Otro detalle visual: la superposición de imágenes en la pantalla, como si fuese un escritorio en el que se vuelcan las cartas, las fotos, el reloj abollado, los fósforos chamuscados, los papelitos viejos, como si estuviéramos mirando con los ojos de Mathilde, al momento de esparcir sus pruebas sobre la mesa.

El filme es atractivo pero no llega a llenar completamente. Algunos baches narrativos pretenden salvarse a fuerza de gags o de prodigios visuales. Tal vez por ahí haya que buscarle los peros de la película. El otro flanco débil: la pareja protagónica. Audrey Tautou sigue con su estigma Amélie y se limita a poner cara. Y Gaspard Ulliel no deja de ser un rico pibe pero sin ninguna intensidad dramática. Enfrente, la breve intervención de Jodie Foster (¡ídola!) llena la pantalla.

No obstante estas observaciones, “Amor eterno” es una muy buena película y que sólo puede disfrutarse, plenamente, en la pantalla grande.

Escenas: la presentación de personajes de los cincos soldados y Mathilde; la visita del soldado a la esposa de Gordes; el gag del cartero derrapando en la grava con su bicicleta. Frases: “Pedo de perro, alegra mi corazón”; “Si la cáscara no se rompe, Manech está vivo”; “No sólo sucede en Lourdes”.

CONSEJO: para ver. Si es muy pochoclero, siga de largo.

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