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críticas chatarras

viernes, octubre 29, 2010

frases de “Red social” 

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-¿El sitio tuvo dos mil visitas en una hora?
-Diez mil…
-¿Perdón?
-Veintidós mil.

Te doy un consejo. Saca “The”. Sólo “Facebook”. Es más claro.

Si esos tipos fueron los inventores de Facebook, debieron haber inventado Facebook.

-Señor Zuckerberg, ¿tengo su atención?
-No.
-¿Cree que la merezco?
-¿Cómo?
-¿Crees que merezco su atención?
-He tenido que prestar juramento antes de prestar esta declaración y no quiero incurrir en el delito de perjurio, por lo que tengo la obligación legal de decir que no.
-Muy bien. Usted piensa que yo no merezco tener su atención.
-Yo pienso que si sus clientes quieren sentarse sobre mis hombros y llamarse altos, tienen el derecho de intentarlo. Pero no me requiera que esté acá sentado, disfrutando de escuchar a gente que miente. Tiene parte de mi atención, la cantidad mínima. El resto de mi atención está en las oficinas de Facebook, donde mis colegas y yo estamos haciendo cosas que nadie en este cuarto, incluyendo especialmente a sus clientes, son intelectual o creativamente incapaces de hacer. ¿Di la respuesta adecuada a su pregunta condescendiente?

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Lo siento, mi Prada está en la tintorería, junto con mi campera y mis sandalias de “vete a la mierda”, ¡saco con hombreras pretencioso!

-¿Por qué sigues diciendo que no necesito estudiar?
-Vas a la B.U. (Boston University)…

-Su mejor amigo lo está demandando por 600 millones…
-¡No lo sabía! ¡Cuénteme más…!

Probablemente tendrás mucho éxito con las computadoras. Pero vas a ir por la vida pensando que las mujeres no te miran porque eres un Nerd. Y quiero que sepas, desde el fondo de mi corazón, que eso no es cierto. Será sólo porque eres un imbécil.

Un tipo que hace una silla bonita no le debe dinero a todo aquel que construyó una silla.

¡Consíguete un abogado, imbécil, porque no voy a volver por mi 34%! ¡Voy a volver por todo!

Nosotros vivíamos en granjas, después en ciudades. Y ahora viviremos en Internet.

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-¿Qué estás haciendo?
-Comprobando lo que pasa en Bosnia…
-Ellos no tienen caminos, pero tienen Facebook…

-Creo que debemos ser sólo amigos.
-No tengo amigos.
-Estaba siendo amable. No tengo ninguna intención de ser amiga tuya.

-¿Crees que me conoces mucho, no?
-He leído lo suficiente en diarios y revistas.
-¿Sabe lo que leído de usted? Nada.

Me gusta estar a tu lado, Sean. Me hace ver como un matón.

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Un MBA de Stanford llamado Roy Raymond quiere comprar ropa interior para su esposa, pero es demasiado vergonzoso para entrar a una tienda a comprarla. Él viene con la idea de un lugar de alto nivel que no te haga sentir como un pervertido. Saca un préstamo bancario de U$S 40 mil, toma otros 40 mil de sus suegros y abre una tienda y lo llama Victoria’s Secret. Hace medio millón en su primer año. Comienza un catálogo, abre tres tiendas más y después de cinco años vende la compañía a Leslie Wexner por cuatro millones. Final feliz, ¿verdad? Salvo que dos años más tarde, la compañía vale U$S 500 millones y Raymond Roy salta del Golden Gate. El pobre sólo quería comprarle a su esposa un par de medias.

Créeme. No eres un cabrón. Sólo estás haciendo un gran esfuerzo en serlo.

jueves, octubre 28, 2010

el Rosebud del Ciudadano Zuckerberg 

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RED SOCIAL
data: http://www.imdb.com/title/tt1285016

La primera escena de “Red social” se engarza a la última: es el “Rosebud” de esta excepcional biografía de Mark Zuckerberg, el creador de “Facebook”. El brillante guión de Aaron Sorkin (sobre la novela de Ben Mezrich) nos muestra a un adolescente brillante con evidentes taras sociales que, paradójicamente, monta un imperio basado en las relaciones sociales. Ironía poética: el genio detrás del sitio que reunió a las personas, está solo, en la torre de marfil de su incapacidad social.

“Red social” se puede interpretar, como pasa con todas las muy buenas películas, en varias capas. La de la construcción de una empresa multimillonaria; la de una lucha entre los nerds creativos y los millonarios de cuna; la de un tipo con un ego inmenso que no teme pisar cabeza hasta llegar al objetivo. Pero yo prefiero la historia del hombre que, para conquistar a una mujer, planea triunfar tal a lo grande que lo exima de cualquier disculpa. Zuckerberg pierde a Erica en la primera escena y, todo lo que pasa después, tras dos horas de película o siete años de trama, es el torpe intento de Mark por reconquistarla. Erica es el “Rosebud” del Ciudadano Zuckerberg. Por eso no puede disfrutar del éxito, por más grande que sea. Está solo esperando el perdón, de la primera chica que lo dejó.

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En otro nivel de interpretación, es interesante el modo que Mark arma su empresa y la lleva al próximo nivel. Para eso, el encuentro con Sean Parker, el creador de Napster, es decisivo. Parker le hace ver que si quiere pasar al otro nivel, si quiere meterles el dedo en el culo a los empresarios estándar, deberá deshacerse de su mejor amigo. Y, cuando sea necesario, deberá soltarle la mano también a Parker. Es en ese momento que vemos la astucia fría y calculadora de Mark, tan implacable cuando lo exige su proyecto. No es que le resbale el hecho: pero sabe que hay sacrificios que son imprescindibles.

La firme dirección de David Fincher se sostiene en un elenco notable, capaz de dar una vuelta de tuerca adicional a lo que expresamente dice el parlamento. Lo de Jesse Eisenberg es superlativo, responsable total de las sutilezas del personaje. Mark parece un estúpido por momentos; pero sólo parece. La actuación de Eisenberg dota al protagonismo de ese rasgo de astucia que se adivina con sólo mirar a su interlocutor. Tras las respuestas soberbias de Zuckerberg, uno adivina la tensión de las emociones que Eisenberg sabe transmitir como pocos. A su lado, el otro puntal destacado es Justin Timberlake.

Varias escenas destacadas: la primera, del rompimiento de Mark con Erica; la última con el envío de la solicitud de amistad a Erica; el encuentro entre Mark y Parker.

Las mejores frases, mañana.

viernes, octubre 22, 2010

el miedo de confiar 

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EL OCASO DE UN ASESINO
data: http://www.imdb.com/title/tt1440728/

“El ocaso de un asesino” (traducción local del más ascético “The American”) es una de esas películas que van a tener la mala suerte de caer en la clasificación equivocada en el momento de su distribución. No es un policial; no es una película de acción. Y, pese a que esté George Clooney como protagonista principal, tampoco es una película de Hollywood. Es una película de corte europeo, acorde al origen de su director, Antón Corbijn, holandés, mudado a Inglaterra, con antecedentes de películas sobre rock.

La película es la historia de un hombre desconfiado que debe confiar. ¿Por qué? Porque es la única forma de amar. Ése es el arco sobre el que se asienta la (aparente) morosa trama de “El ocaso…”. (A continuación, revelaciones sobre la trama. Así que pase al post siguiente, si es que no vio la película). La primera escena, nos revela el oficio de Jack (¿o Edward?) y su personalidad. Es asesino; es desconfiado: le pega un tiro en la nuca, a la mujer con la que estuvo en la cama hasta un rato antes, por la mera sospecha de que le armó una trampa.

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Esa muerte (una más en el historial de Jack) es clave. Es el comienzo de un desmoronamiento de su vida. Jack está en el final de su carrera profesional de asesino a sueldo. Si se ha mantenido hasta ahí, en el tope de la lista, es porque ha sido cuidadoso y no ha tenido amigos, como le aconseja su jefe, Pavel. Pero no tener amigos, no tener un amor, es un trabajo duro. “Usted debe creer en el infierno” le dice el Padre Benedetto en un diálogo excelente “Vive en él. Y sabe que es un lugar solitario y sin amor”. Si cuando Jack bajó la guardia, tuvo que deshacerse de su chica, entonces, ¿cómo volver a creer?

Escondido en un pueblo italiano, Jack termina el encargo, preparar un arma para otro asesino a sueldo. En realidad, una asesina. En realidad, el arma construida para exterminarlo. Y mientras trata (en vano) de tener un perfil bajo, se enamora de Clara, una prostituta del pueblo. (Super Baba Emérita Plus para Violante Placido, una delicia; la toma en el lago, con bombacha a medio calzar, está para el almanaque del camionero).

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El dilema del personaje es si confía en Clara o no. Porque confiar significa la capacidad de poder amar. Justamente, lo que está faltando en su vida. Hay dos escenas claves: cuando lleva a Clara al bosque y está a punto de dispararle; al final, cuando herido mortalmente, hace el esfuerzo para saber si, efectivamente, Clara está esperándolo y no se escapó con el dinero. Sabe que no va a llegar a sobrevivir a esa herida, pero su círculo se cierra cuando la ve a Clara esperándolo. No se equivocó: puede confiar, puede amar.

La trama es matemática en lo que respecta a la evolución del personaje. Por eso, la supuesta parsimonia con la que se cuenta la historia es engañosa. Quien logre engancharse desde el principio con lo que quiere contar la historia, no le parecerá una película lenta. Pero será una decepción para los que vayan a buscar tiros y explosiones. Repetimos: esto es un drama psicológico, una lucha interior.

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George Clooney es altamente responsable de transmitirnos las emociones del protagonista, un proceso interno que se revela, básicamente, en la mirada. No son las palabras el medio utilizado por el director para participarnos de ese duelo íntimo del protagonista, sino el primer plano. Si el personaje de Clara plantea la urgente necesidad del protagonista en confiar, el personaje del Padre Benedeto, con un par de conversaciones claves, es quién pone el dedo en la llaga y azuza el cambio. En última instancia, para Jack, confiar (i.e. amar) está directamente relacionado con redimirse.

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miércoles, octubre 20, 2010

abriendo una ventana 

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EL HOMBRE DE AL LADO
data: http://www.imdb.com/title/tt1529252

Vine posponiendo la visión de “El hombre de al lado” por este prurito de “cine independiente con buena crítica” que suele ser una etiqueta para bodriazos inmensos. Afortunadamente, Gaby (Gracias Gaby!) me instó persistente y perseverantemente a ver esta película. Y digo afortunadamente, porque es una buena película, uno de los títulos más redonditos de este año.

La idea del guión de Andrés Duprat es básica pero contundente: Leonardo, diseñador gráfico snob, de alto poder adquisitivo, propietario de la casa Curuchet que diseñó Le Corbusier en La Plata, debe lidiar con su vecino Víctor, el non plus ultra de la grasada, con pasado posiblemente violento, que un buen día, maza en mano, abre un agujero en la medianera en busca de un poquito de sol.

Toda la película es el contrapunto entre esas dos voluntades: un tipo que avanza y otro que trata de negociar; uno que es un pesado, otro que es políticamente correcto; uno que amenaza sutilmente, otro que es sutil en sus estrategias pero no menos violento.

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Si viéramos la película desde el lado leguleyo, estaríamos cuestionando las razones de Víctor para abrir una ventana en la medianera, postularíamos la ilegalidad de tal acto, encontraríamos la inconveniencia de alterar la estética de una casa que es un monumento histórico, hablaríamos de que la necesidad de Víctor de un poco de sol no puede ser satisfecha patoteando los derechos de Leonardo, etc., etc. Es más, desde la barricada psicobolche, hablaríamos de qué ley puede respetarse si no respeta el derecho sagrado de cada hombre a su rayito de sol, de que si la ley no contempla el lado humano, no es ley, etc., etc.

Bueno, pavadas.

Todo eso puede servir para una discusión de café. Pero “El hombre de al lado” no es un expediente judicial. Es una metáfora. Habla del proceso de polarización de Argentina que construyó muros que separan los altos y bajos ingresos de la población. Leonardo vive en microclima europeo. Pero en Argentina. Y eso es una contradicción en sí misma. Tiene sus pruritos zurdosos (no le regalemos a la doméstica la última taza que sobró; cómprale media docena), ha hecho campañas por los pueblos originarios, se reputa racional, analítico, civilizado. Pero sus problemas empiezan cuando tiene que enfrentar al otro. El tipo que está ahí, del otro lado de la pared, el tipo con el que no quiere cruzarse en su vida, porque piensan distintos, viven distintos, tienen gustos distintos.

El primer encuentro de los personajes, ventana mediante, es un buen ejemplo sobre esto. Leonardo “olvida” el nombre de Víctor que lo invita a su casa. El tipo no quiere ir. Todo contacto es desde lejos, desde la puerta, en un bar. Víctor también trastoca el nombre de su interlocutor. Hay barreras que impiden verse como iguales, como personas. Esa incomodidad primordial es una característica de toda la historia.

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Lo interesante del guión de Andrés Duprat está en que Víctor no busca destruir el mundo de Leonardo. Para nada. Lo envidia, lo admira. En su sempiterna grasada, Víctor es tan snob como Leonardo. Su sueño es formar parte de ese mundo. Y la ventana está allí, no para joder a Leonardo, si no para emularlo. Para que Leonardo lo vea. Para formar parte de su vida. A los codazos, torpemente, con regalos patéticos, Víctor reconoce a Leonardo como el lado de la sociedad en el que quiere estar. Aunque no tenga la formación, los códigos, la tradición de Leonardo. Víctor es, en esa pasión, tan cholulo de Leonardo que no capta los tics elitistas de quien consume productos culturales no por la satisfacción que producen en el alma, sino porque son símbolos de una posición socioeconómica.

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Hay otro hecho destacable: esta película sólo puede pasar en Argentina. Durante todo el filme, hay algo que está ausente, tan ausente que se siente su presencia: las estructuras del Estado. Recurrir a las instituciones, no es una opción de los personajes. Y no nos parece inverosímil. Porque, efectivamente, el choque de Leonardo y Víctor carece de todo espacio de contención, de instancia mediadora. Leonardo y Víctor colisionan, apelando a los distintos niveles de violencia, porque no hay otra instancia para superar el conflicto. La única vez que se habla de abogados es para apretar al otro. No es para aplicar la ley: es para patotear al rival. Un síntoma de la clase de país en que nos convertimos. En un país democrático y republicano, la historia de Leonardo y Víctor no pasa de la denuncia judicial. No habría conflicto.

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Víctor es el que parece más ducho en el arte de la violencia; forma parte de su contexto, de su vida, se desprende de su postura corporal, aunque desconozcamos quién es verdaderamente y de dónde viene. En la escena final, comprobamos que es un experto en el uso de armas. No obstante (nuevamente apelamos al final) su violencia ni remotamente es la más peligrosa. La taimada, aceitada, sutil, violencia de Leonardo, es más eficaz, mucho más implacable. Tras la pátina de “racionalidad”, el combate de líderes alfa está latente. Y ganará, como siempre sucede en la ley de la selva, el más fuerte.

La negación de Víctor y lo que él representa, provoca en Leonardo la necesidad del aislamiento. Levanta muros para “protegerse” del otro (visto el otro como un elemento extraño y agresivo); esos muros se convierten en celda. Del paradisíaco vivir de la casa ideal de los primeros momentos del filme, el desenlace nos revela un ambiente asfixiante, frío, opresor. El mundo interior de Leonardo es pobre, elemental, sin relaciones cálidas ni verdaderas. Todo es demasiado correcto, impoluto, perfecto. El contraste con los tonos gruesos de Víctor es demasiado evidente. No en vano, en muchas escenas, Leonardo espía a Víctor. Si el otro ansía la sofisticación de su vecino, éste anhela ese lado animal que despierta su morbo.

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Hay muchos chistes visuales en la puesta en escena, guiños de los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn. Por ejemplo, el Che Guevara fucsia, la doméstica con aspiradora naranja a tono y remera del subte de Londres, el mate cuerno de Víctor o el termo eléctrico. Dentro de la sutileza, nos quedamos con una escena: aquella en la que Leonardo, desde la casa de Víctor, mira a su casa. Es un segundo en medio de una discusión. Pero Leonardo muta su cara cuando ve su casa. Tal vez, en ese momento, comprenda en lo que se ha convertido su vida. Y esa cara (un instante en una escena más) demuestra, sin dudas, que su vida apesta.

Destacable el trabajo de los actores principales Rafael Spregelbud y Daniel Aráoz que tienen la virtud de hacer creíbles sus personajes, más aún cuando están cerca del estereotipo, riesgo que sortean con holgura. Fotografía, vestuario, escenografía son rubros fuertes de la película. Y destacamos el diseño de títulos, tanto el de apertura como los finales.

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jueves, octubre 14, 2010

en el pozo 

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ENTERRADO
data: http://www.imdb.com/title/tt1462758/

Cuentan que el español Rodrigo Cortés ya se había ganado la fama de joven director talentoso pero sin éxito, tras el fracaso comercial de “Concursante” (con nuestro Leo Sbaraglia). También que el guionista Chris Sparling había deambulado por Hollywood, con una copia de “Enterrado”, sin conseguir que nadie le filmara una película imposible (sic) de filmar. ¿Cómo se podía mantener la atención del espectador con una historia que pasa, íntegramente, adentro de un ataúd? Afortunadamente, esos tipos le metieron para adelante y siguieron con su idea, haciendo caso omiso de los “expertos” que nos dicen cómo vivir. Cruzaron sus caminos y Cortés se animó a tomar la oportunidad que otros, sencillamente, dejaron pasar. Admirador de Hitchcock, Cortés es partidario de nuestro club: una historia se sustenta por su tensión dramática. Dos tipos sentados alrededor de una mesa, pueden mantener atrapado al espectador, mucho más que un mercenario revoleando bombas y misiles. Como ejemplo, basta ver el final de “Kill Bill” con David Carradine y Uma Thurman cruzándose munición pesada, mesa por medio.

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Hay algo, sin embargo, que nos apena de “Enterrado”: la posibilidad de que, todo ese ingenio puesto al servicio de una película que maximiza los escasos recursos, sea incomprendido por una platea que ya tiene el cerebro aturdido de tanto masticar pochoclo.

La primera escena del filme es una larga toma con la pantalla negra. Nos prepara para ir metiéndonos en la trama: un conductor de camiones secuestrado en Irak y enterrado vivo en un ataúd, junto a un encendedor y un celular, al que le exigen un rescate so pena de dejarlo morir. Me tocó ver esta película un día miércoles, en una sala del Hoyts. Lamentablemente, el silencio de esos primeros minutos se ve perturbado por el crujir de los pochoclos y los comentarios en voz alta de un público que había ido a ver “una de miedo”. El transcurrir de la película no dio posibilidades: parte del público se reía de escenas de alta tensión dramática, no porque hubiera algo para reírse, sino porque el público adolescente sabe que toda película de terror tiene momentos para reírse. Por eso se reía. Porque había que reírse aunque lo que hubiera en pantalla no daba para ello.

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Sospechamos que ese error de marketing de la distribuidora va a atentar contra el filme. “Enterrado” es un thriller, no una película de terror. Es otro el público objetivo y van a quedar decepcionados unos y otros. Los que podrían disfrutar de la simplicidad y elegancia de este filme, lo van a descartar por creer que es “otra de miedo”. Y los gansos que pueblan los cines para tragar comida, darse empujones con los amigos, mandar mensajes de textos y reírse a carcajadas, se van a aburrir.

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El guión de Chris Sparling es, mínimamente, brillante. Ubica un personaje en una situación extrema y la duda es cómo va a salir de esa posición. A partir de un par de elementos (un encendedor, un celular), se abren los caminos para avanzar la historia. ¿A quién llamo? ¿Cómo lo convenzo? ¿De que manera logro que me atienda? Desde ya, los elementos que aparecen dentro del ataúd va a empezar a levantar la sensibilidad de los “expertos” (los mismos que rechazaron el guión) que tienen una excepcional capacidad a flor de piel para hacer objeciones pelotudas del estilo “¿Cómo tiene cobertura el teléfono?”, “¿Por qué le dejan un lápiz?”, “¿Cuánto tiene de oxígeno?”, “¿Por qué el durazno tiene pelusa?”. Queda claro: si al tipo lo ataban de pies y manos y el celular no tenía cobertura, no había película. Todo acto artístico es una suspensión deliberada de la incredulidad. Porque si no olvidamos por un momento que el tipo que está sobre el escenario es un actor que hace que le pasan cosas y no que le pasan cosas verdaderamente, no habría obra de teatro alguna. Así que relájese y disfrute de lo que ve.

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Si el guión es brillante, lo de Rodrigo Cortés es superior aún. El uso de la luz para cortar los bloques temáticos es de manual. Los planos sobre el protagonista son para analizar con detalle: nos mete en la claustrofobia de la situación sin darnos cuenta que la cámara está viajando alrededor del espacio.

El otro puntal fuerte es Ryan Reynolds en la piel del único personaje en pantalla (el resto son voces a través del celular). Catarata de primeros planos y concentración de la actuación en el rostro. Y Reynolds soporta el desafío. Hasta ahora, de lo que vimos de él, no nos había llamado particularmente la atención. En esto, Cortés ha logrado sacarle una actuación estupenda.

Si bien la película tiene en la mira el suspenso como prioritario objetivo, el guión se permite sugerir algunas interpretaciones alternativas. Una, es la comprensión del protagonista de que es una pieza prescindible, tan desechable como los camiones que maneja. La charla final con el jefe de personal de CRT es el punto máximo de esa comprensión. Si lo asesoran es al solo efecto de “minimizar daños”. La preocupación principal de sus interlocutores es calmarlo y que siga las reglas. Que nadie sepa lo que le está pasando. “Lo siento” es una de las frases más repetidas en “Enterrado”, generalmente dicha por aquellos que no sienten en absoluto lo que está diciendo.

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Otra reflexión interesante es la cualidad neutral de Paul, desmentida en los notables diálogos con su secuestrador. Paul sólo fue a Irak a conducir camiones; su secuestrador lo ubica en la escena: es tan invasor como el soldado que lleva un arma. “Yo sólo vine a trabajar” argumenta Paul; “Yo tenía un trabajo antes de que ustedes vinieran”. Paul acusa al otro de terrorista: “Yo tenía un trabajo, una casa, una familia, antes de que vinieran a destruirlo. ¿Y yo soy el terrorista?” contesta el otro eficazmente. Brenner confirma la condición: “No son terroristas, son humanos. Es sólo una cuestión de dinero”. Paul se queja: “Yo no secuestraría gente y la enterraría viva”. “Si no tuviera con que darle de comer a sus hijos, váyase a saber de lo que sería capaz de hacer” se opone con desgano Brenner. La realidad se opone a su creencia: es tan invasor como el ejército invasor.

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Una reflexión más sobre el muro de silencio en la era de la comunicación. No nos resulta increíble que el tipo pueda llamar desde Irak a su casa, al FBI, a su empresa. Tampoco que, casi siempre, le contesté un mensaje grabado. Mucho menos que los pocos humanos que lo atiendan, lo escuchen con el mismo nivel de atención del piloto automático de la cinta grabada.

En suma, “Enterrado” es una de las propuestas más interesantes de los últimos tiempos, en una cartelera desnutrida de audacia e imaginación. Dejarla pasar sería un pecado, para aquellos que amamos el cine y las historias bien contadas.

martes, octubre 12, 2010

una familia tan anormal como todas 

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MI FAMILIA
data: http://www.imdb.com/title/tt0842926

Usted, como yo, habrá visto el entusiasmo que despertó en la crítica local el estreno de “Mi familia”. Bueno. Como muchas de las cosas de la crítica cinematográfica argentina, no tiene mucha explicación. No es que “Mi familia” sea una mala película. Para nada. Pero está lejos de ser excepcional. Es un muy inteligente planteo que se queda a mitad de camino, porque la historia escrita por la directora Lisa Cholodenko junto a Stuart Blumberg no logra superar la cruel encrucijada del medio, momento crítico de toda obra. En lo que sigue, haremos algunas revelaciones sobre la trama. Si usted quiere ir a ver la historia, please, siga de largo a lo que sigue. Vaya a ver la película y doppo regresa y termina esta crítica. ¿Sí? OK. Después no digan que no les avisé.

“Mi familia” (pésima traducción para la original “Los chicos están bien”) destaca en el planteo: familia atípica norteamericana, pareja gay femenina con dos hijos nacidos por inseminación artificial. Nic es médica obstetra, es la mandona de la casa (la “jefa del hogar” rompepelotas); Jules no tiene trabajo fijo, salta de un proyecto a otro y es la que más dudas tiene sobre su vida. La película las encuentra en un momento especial de sus vidas: la hija mayor, Joni, está próxima a dejar la casa para seguir sus estudios en la Universidad. Laser, el otro hijo, convence a su hermana (ya mayor de edad) para preguntar al banco de esperma quién fue el donante (léase, padre biológico). El elegido es Paul, un tipo simpático, que ha flotado por la vida sin terminar nunca nada, dueño de un restaurante y granja orgánica, que no ha formado familia y, seriamente, ni le ha pasado por la cabeza.

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La descripción de los personajes es el punto fuerte de “Mi familia”. Todos los protagonistas tienen un claro desarrollo psicológico, todos muestran características únicas que vale la pena explorar. Todos tienen un conflicto. El problema con la película es cuando esos conflictos se enfrentan junto a sus personajes. El guión no sabe resolver cómo hacerlos avanzar. Entonces toma un atajo que frustra irremediablemente la historia: una de las madres lesbianas se acuesta con el padre biológico. De ahí, todo lo que sigue es forzado.

Al final, Cholodenko y Blumberg prefieren obviar el lugar común de comedia norteamericana y pegan un giro (incomprensible) de 180° y la familia atípica le da la espalda al padre donador de semen, como si fuera un intruso a erradicar. Tal vez, ése haya sido el objetivo final, plantear la inutilidad de la necesidad masculina en una familia (cosa en la que estamos básicamente de acuerdo). Pero si ése era el objetivo, se desarrolló mal. No es lo más adecuado proponer el destierro del pene acostándose con uno. Uno sospecha que si el filme prefiere no resolver nada, es porque no se había planteado nada por resolver.

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El título original es “Los chicos están bien” como broma interna de la directora de que, efectivamente, en una pareja gay el problema no está en los chicos. Los que tienen problemas son los grandes… como en cualquier matrimonio (gay o no). Pero, justamente, acá los chicos tienen problemas. Claro, no salen con un hacha a matar gente. Pero no quiere decir que no los tengan. Joni muestra inhibiciones para voltearse a su amigovio y Laser se deja mandar por su amigo, un ganso de proporciones monumentales. Esos “problemas” eran el gatillo disparador para bucear en la evolución de los protagonistas. Porque, por algo, Laser necesita conocer a su “padre” y Joni, quien se rehúsa en un principio, es la que insiste en verlo otra vez. Ahí estaba la historia a contar. Y el espejo, era Paul, el personaje del tipo simpático que todos querríamos tener de padre. Pero padres fueron Nic y Jules porque tuvieron la valentía de aguantar un poco más, mancarse la rutina y la frustración, cuando todo parece venirse abajo con el paso de los años. No parece el perfil de Paul, propenso a borrarse cuando la cosa se complica.

O como dijera Jules en un momento del filme (pésima escena de un personaje que pide la palabra para pedir perdón): “El matrimonio es duro, muy duro. Dos personas juntas, sumergidas en la mierda año tras año, envejeciendo, cambiando. Es una maratón, ¿OK? A veces estás tanto tiempo con la otra persona que dejás de verla”.

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Como todas esas ideas no cuajan, el muy buen elenco queda a media agua, tratando de ponerse la película al hombro. Se rumorea a Annette Bening como candidata al Oscar, pero la hemos visto hacer mejores cosas que lo que hace acá; lo de Mark Ruffalo es tan bueno como siempre, pero lo ata su personaje que no remonta vuelo. Destacamos a Mia Wasikowska (“Alicia en el País” y la adolescente que quiere suicidarse de “En terapia”), una actriz para seguir de cerca, con mucho futuro. Con Julianne Moore tengo una dualidad: era una de las actrices que me gustaba mucho verla actuar; pero hace unos años giró a la onda impávida look botox. Como que choca un poco. Lo de Josh Hutcherson (Laser), totalmente prescindible.

En suma, baje unos decibeles al entusiasmo de la prensa argentina. “Mi familia” está lejos de las cinco estrellas, pero también del bodriazo de la estrella solitaria. Vaya sin esperar mucho y saldrá contento. Ah, claro… si llegó hasta aquí es que ya fue a verla… bueno, entonces… ¿qué le pareció?

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jueves, octubre 07, 2010

frases de “Machete” 

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Pago a todas las fuerzas de la ley en México. Tengo a la DEA y los federales... ¿Por qué no tú? Pudiste tomar mi dinero y mirar a otro lado. ¿Cuál es tu precio?

-¡Jesús! ¿No ves que está embarazada?
-Si nace aquí sería un ciudadano. Igual que tú y yo.

Alguien tiene que mantener esta gran nación para nosotros. De otro modo, Texas será México de nuevo.

¡Bienvenido a Estados Unidos! (MIENTRAS LE DISPARA)

-¿Tienes tus papeles?
-Los mismos que la última vez que los comprobaste. Renovados a tiempo. ¿Tienes los tuyos?
-La misma que la última vez que comprobaste.

Pero lo que el Senador no entiende, es que este estado funciona en base a los ilegales. Lo impulsa. Mantiene los costos bajos. Mantiene las ruedas en movimiento. Ambos estamos jodidos si sigue así.

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Elegante diseño, mira láser... puedes darle al pene de un mosquito a mil metros y dejar las bolas colgando.

Necesito que estés en el techo a la 1:00. Y que dispares al Senador a la 1:04.

-Puedo sentir tus ojos en mi útero.
-No, Lisa. Es en tu colon. De hecho, ¿sabías que los intestinos miden diez veces la altura del cuerpo?
-Espera. ¿Entonces los intestinos humanos miden unos 16 metros?
-Así es.

El héroe está despertando.

-¿Me conoces?
-Conozco la leyenda.
-Tal vez la leyenda es mejor.

-Alguien disparó a un senador. ¿Cómo llamarías a un mundo así?
-Un mundo jodido.

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¿Casas que explotan... cuerpos que caen del cielo? ¡Dios! Machete. ¡Es una puta locura!

-Empecé a trabajar en un turno nocturno tirando basura. Pero seguí mi camino... Traductora, asistente... Ahora soy agente especial a cargo de investigaciones.
-Suena como si todavía trataras de tirar la basura.

-Si algo pasa, díganle a Machete que el pueblo lo necesita.
-¿Exactamente quién es ese Machete?
-Es él... Es el elegido...

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Comenzaron con un par de rifles y un retorcido sentido de justicia.

Vemos cómo la gente arriesga todo por venir acá. Pero el sistema no funciona. Está roto. Así que creamos el nuestro.

¿Has notado que dejas entrar mexicanos a tu casa sólo porque tienen herramientas de jardín?

-¿Me deshago de ellas?
-¿Qué? No... no… la iglesia siempre puede hacer buen uso de buena gente.

Quemaste tu último burrito.

-Por favor, Padre, tenga piedad.
-Dios tiene piedad. Yo no.

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¿La sangre de Cristo? Me sabe más a Merlot.

¿Quiere ser un mártir? Soy bueno haciéndolos.

-¿Realmente nos odia tanto?
-No, padre. Lo que odio son las bajas ganancias. Una frontera abierta permite un flujo de suministros demasiado fácilmente, disminuyendo los precios. Asegurando las fronteras, limitamos los suministros, aumentan los precios. Mayor precio, mayores ganancias.

-¿Dónde está Machete y mi esposa e hija?
-¿En el infierno?
-Dales mis saludos entonces.

Saben, he pensado... dejamos que esta gente entre a nuestros hogares, cuide a nuestros hijos, estacionen nuestros autos... Pero no les dejemos entrar al país. ¿Tiene sentido para ustedes?

Este tipo está quemando la ciudad hasta sus cimientos. Si tenemos una guerra, quiero saber si puedo ganar.

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-Creo que tengo un ataque cardiaco.
-Maldición, si no se relaja tendrá uno.

-Podrías haberme matado.
-No con esa mira.
-¡Tú, maldito hijo de puta...! ¿Se supone que eso me calme? ¿Quién diablos te crees que eres?
-Soy quien te financió la campaña.

Pensé: ¿por qué no hacer que los políticos hagan lo que las armas no pudieron? Lo gracioso es que creí que sería una solución más pacífica. No como la tortura de ahora.

Sí, soy una mujer de la ley. ¡Y hay muchas leyes! ¡Pero si no nos ofrece justicia, entonces no es ley! Son líneas en la arena escritas por hombres que se suben a sus espaldas, por poder y codicia. ¡Hombres que merecen ser eliminados! ¡Es momento de cruzar la línea y mostrarles cuál es la verdadera ley! ¡Si no podemos cruzar la frontera, la frontera nos cruzará!

-Eres la chica de Machete. Lo sé. Eres de su tipo.
-¿Qué tipo?
-Muerta.

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Si quieres sobrevivir a tu guerra, mejor te vuelves mexicano muy rápido.

Éramos hermanos... pero tú, fuiste por el honor, pendejo. Entonces yo fui por el poder. Matamos a un montón de malos juntos. Ahora yo soy el malo. ¿Qué vas a hacer, hermanito?

Sabes, podría matarte ahora, fácilmente. Créeme. Esto no es nada. Es una mierda. Pero... sé que si lo hago estarás esperando por mí en el infierno.

-Puedes comenzar de nuevo. Ser una nueva persona.
-¿Por qué querría ser una nueva persona? Ya soy un mito.
-¿A dónde irás?
-A todos lados.
-¿Puedo ir contigo?

miércoles, octubre 06, 2010

el machete más veloz de Texas 

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MACHETE
data: http://www.imdb.com/title/tt0985694/

¿Se acuerdan de “Planeta terror” (http://libretachatarra.blogspot.com/2008/12/un-canto-al-cine.html), el primer episodio del divertimiento que hicieron a dúo Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, con su homenaje a las películas sexplotation? Si aguzan la memoria, recordarán un falso trailer con el que empezaba la película, la historia de una película de acción protagonizada por un actor hispano, llamada “Machete”. El trailer era una joyita y siempre quedó picando la idea si era el germen o no de una nueva película. Bueno, lo fue. Y es la “Machete” estrenada en Estados Unidos y que caerá acá en algún momento.

Como sus parientes cercanas (la mencionada “Planeta terror” y “A prueba de muerte”), “Machete” se apoya, estéticamente, en los tics de un género bastardo, para recrearlo con mucho humor y delirio, sin que eso signifique que llegue a la sátira. Como ya lo hiciera en “Planeta Terror”, Robert Rodríguez no se queda en la mera recreación de un género menor, sino que inserta otra historia en la decadencia del contexto. Y, “Machete”, tiene una línea fuertemente política: el ataque a la política represiva estadounidense contra los inmigrantes mexicanos.

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“Machete” habla de un senador xenófobo, un grupo de matones que balean inmigrantes clandestinos que cruzan la frontera y un operador que financia campañas políticas para mantener el negocio del narcotráfico. Enfrente, un héroe, un descastado al que, accidentalmente, le tienden una trampa. Y la encerrona terminara yéndole en contra a sus opresores: se despierta la bestia dormida y el tipo, machete en mano, empieza a cortar cabezas, brazos, piernas y amenaza con arruinarles la operación a los mafiosos.

La contestación de Robert Rodriguez a la xenofobia sureña está clara en la imagen del senador, desfallecido sobre un alambre de púa, baleado por los vigilantes fronterizos. Imagen fuerte para dejar en claro que los hispanos están ahí y que no piensan irse. Ellos son, también, Estados Unidos.

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Como exige el género, hay mujeres bonitas, más sexismo que sexo, y un par de desnudos: uno trucho (el de Jessica Alba) y otro real (el de Lindsay Lohan), pero nada de otro mundo. Nos quedamos con el glamour de Michelle Rodriguez y las actuaciones veteranas de Don Johnson y Steven Seagal. Pero claro, quien se roba la película con un rostro curtido para las “cintas de acción” es Danny Trejo, el protagonista, quien se pone el papel de Machete Cortez al hombro y nos da un héroe hispano en toda la talla. La última mención, para Robert De Niro, que se divierte en pantalla como pocas veces lo hemos visto en los últimos tiempos.

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Escenas destacadas: Machete colgándose por la ventana de los intestinos de su enemigo; Lindsay Lohan desnuda viendo el vestido de monja con el que se vengará del asesino de su padre; el (falso) desnudo de Jessica Alba; el asalto de los mexicanos en su rodado, a la fortaleza de los vigilantes; la lucha final entre Machete y Torrez.

Mañana, las mejores frases.

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viernes, octubre 01, 2010

23 años no es nada 

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WALL STREET II: EL DINERO NUNCA DUERME
data: http://www.imdb.com/title/tt1027718

A más de dos décadas de la primer “Wall Street”, la que retrataba el mundo yuppie de las reaganomics, aparece la continuación de la leyenda. Una prueba de que no mucho ha variado, ni en Hollywood, ni en el mundo de las finanzas.

“Wall Street II” es mucho más de lo que se preveía. El guión de Allan Loeb y Stephen Schiff no abandona el modelo heroico de Hollywood: buenos, malos y todos nos arrepentimos al final. Pero en el medio, muy buenos diálogos, buenas actuaciones y algunas bajadas de línea, redondean un producto por demás interesante. No pidan grandes honduras o dramaturgía épica. Pero la película funciona como una mirada a esta vuelta de tuerca de las finanzas sobre el mundo de la economía real, una nueva crisis global que ejercitan con descarado estilo.

La excusa argumental es la salida de Gordon Gekko de la cárcel, convertido ahora en un éxito editorial. En paralelo, asistimos al romance de un joven operador de Bolsa con una joven ciberperiodista que no es otra que la hija de Gekko. La joven está enojada con el padre, desde la muerte de su hermano por una sobredosis y le niega la palabra. El futuro yerno, en cambio, se deja tentar por las artes de seducción del hombre (un auténtico turro a la enésima pero simpático) y contribuye al reencuentro entre padre e hija.

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En esa estructura dramática no hay ninguna novedad, ni siquiera en la evolución de la misma. Pero “Wall Street 2” llama la atención por algunos detalles. En primer lugar, la forma didáctica en la que se incluyen conceptos financieros sin que la gente salga corriendo del cine. En segundo lugar, algunas sutilezas visuales de Oliver Stone a la hora de comparar el mundo de la élite financiera con la vida de la gente real. Noten, por ejemplo, las dos imágenes de los edificios de Nueva York que abren y cierran el filme: ultramodernas torres de cristal versus los viejos edificios de los ’70; sobreimpresos a ellos, los gráficos de evolución bursátil: los primeros con fuertes alzas y caídas, los últimos con estabilidad. Otro ejemplo: el festejo de señorones y señoronas con colágeno, joyas, vestidos de lujo, en el que se cruzan Gekko con Bretton y la fiesta de cumpleaños familiera que cierra el filme.

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Otros hallazgos: los diálogos, con frases para destacar. Una más, las actuaciones de algunos pesos pesados: Michael Douglas, Susan Sarandon, Josh Brolin y, sobre todos, Eli Wallach, un viejo recontraturro. Charlie Sheen hace un breve cameo recordatorio de la primera parte y vemos a Oliver Stone un par de veces haciéndose el ganso. La pareja joven, Carrey Muligan y Shia LaBeouf, no desentonan.

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“Wall Street 2” tiene dos ideas a destacar. Una, es la definición de Gekko de que todo ese mundo de los negocios no es una cuestión de dinero: es un juego de poder, de manipulación de personas. Por eso no hay una cifra, una cantidad ganada que conforme al jugador para salir de la arena bursátil y vivir de sus ganancias. “Más” define un personaje como la cantidad límite para abandonar la lucha. Lo que se busca es la adrenalina que proporciona pisarle la cabeza al otro.

La otra idea, es esa sensación irracional que tiene la gente de que si repite lo mismo que los llevó a la catástrofe, esta vez va a salir bien. Ese comportamiento suicida repetitivo que se resume en la frase “todos los días nace un tonto”. Una vuelta de tuerca más: la sociedad orientada a hacer dinero, no a cambiar el mundo con su trabajo. El personaje que encarna esa característica es la madre de Jake, Susan Sarandon, una ex enfermera dedicada a los negocios inmobiliarios, demandante de préstamos para inversiones que la precipitan a la bancarrota. En un diálogo con su hijo, ella asume que gana en un mes como agente inmobiliaria lo que antes ganaba en un año como enfermera. “Pero no haces la diferencia” le contesta el hijo. No sólo es engrosar la cuenta bancaria: es dejar una marca en el mundo.

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A mi criterio, el filme se terminaba cuando Gordon Gekko miraba el DVD con la ecografía de su nieto en la PC. Lo que sigue es el típico final feliz que deja contento al público complaciente. Pero ése no es el final. El diálogo en off de Jake resume la idea de esta continuación: es un paso en la evolución, lo nuevo está naciendo, esta forma, no sólo de capitalismo, sino de vida, llegó a su techo. La manada tiene que renovarse y ellos son los dinousarios de un mundo que va al siguiente nivel, a otro paso hacia delante. La elección de Gekko es coherente con su pulsión al poder: pero está a solas, sin afectos, mirando el futuro que pudo tener y que, voluntariamente, dejó escapar.

Ése era el final.

Cuando llegue ese momento, póngase de pie y abandone la sala, porque ya vio todo lo que tenía que ver. El resto sobra.

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