martes, octubre 12, 2010
una familia tan anormal como todas
MI FAMILIA
data: http://www.imdb.com/title/tt0842926
Usted, como yo, habrá visto el entusiasmo que despertó en la crítica local el estreno de “Mi familia”. Bueno. Como muchas de las cosas de la crítica cinematográfica argentina, no tiene mucha explicación. No es que “Mi familia” sea una mala película. Para nada. Pero está lejos de ser excepcional. Es un muy inteligente planteo que se queda a mitad de camino, porque la historia escrita por la directora Lisa Cholodenko junto a Stuart Blumberg no logra superar la cruel encrucijada del medio, momento crítico de toda obra. En lo que sigue, haremos algunas revelaciones sobre la trama. Si usted quiere ir a ver la historia, please, siga de largo a lo que sigue. Vaya a ver la película y doppo regresa y termina esta crítica. ¿Sí? OK. Después no digan que no les avisé.
“Mi familia” (pésima traducción para la original “Los chicos están bien”) destaca en el planteo: familia atípica norteamericana, pareja gay femenina con dos hijos nacidos por inseminación artificial. Nic es médica obstetra, es la mandona de la casa (la “jefa del hogar” rompepelotas); Jules no tiene trabajo fijo, salta de un proyecto a otro y es la que más dudas tiene sobre su vida. La película las encuentra en un momento especial de sus vidas: la hija mayor, Joni, está próxima a dejar la casa para seguir sus estudios en la Universidad. Laser, el otro hijo, convence a su hermana (ya mayor de edad) para preguntar al banco de esperma quién fue el donante (léase, padre biológico). El elegido es Paul, un tipo simpático, que ha flotado por la vida sin terminar nunca nada, dueño de un restaurante y granja orgánica, que no ha formado familia y, seriamente, ni le ha pasado por la cabeza.
La descripción de los personajes es el punto fuerte de “Mi familia”. Todos los protagonistas tienen un claro desarrollo psicológico, todos muestran características únicas que vale la pena explorar. Todos tienen un conflicto. El problema con la película es cuando esos conflictos se enfrentan junto a sus personajes. El guión no sabe resolver cómo hacerlos avanzar. Entonces toma un atajo que frustra irremediablemente la historia: una de las madres lesbianas se acuesta con el padre biológico. De ahí, todo lo que sigue es forzado.
Al final, Cholodenko y Blumberg prefieren obviar el lugar común de comedia norteamericana y pegan un giro (incomprensible) de 180° y la familia atípica le da la espalda al padre donador de semen, como si fuera un intruso a erradicar. Tal vez, ése haya sido el objetivo final, plantear la inutilidad de la necesidad masculina en una familia (cosa en la que estamos básicamente de acuerdo). Pero si ése era el objetivo, se desarrolló mal. No es lo más adecuado proponer el destierro del pene acostándose con uno. Uno sospecha que si el filme prefiere no resolver nada, es porque no se había planteado nada por resolver.
El título original es “Los chicos están bien” como broma interna de la directora de que, efectivamente, en una pareja gay el problema no está en los chicos. Los que tienen problemas son los grandes… como en cualquier matrimonio (gay o no). Pero, justamente, acá los chicos tienen problemas. Claro, no salen con un hacha a matar gente. Pero no quiere decir que no los tengan. Joni muestra inhibiciones para voltearse a su amigovio y Laser se deja mandar por su amigo, un ganso de proporciones monumentales. Esos “problemas” eran el gatillo disparador para bucear en la evolución de los protagonistas. Porque, por algo, Laser necesita conocer a su “padre” y Joni, quien se rehúsa en un principio, es la que insiste en verlo otra vez. Ahí estaba la historia a contar. Y el espejo, era Paul, el personaje del tipo simpático que todos querríamos tener de padre. Pero padres fueron Nic y Jules porque tuvieron la valentía de aguantar un poco más, mancarse la rutina y la frustración, cuando todo parece venirse abajo con el paso de los años. No parece el perfil de Paul, propenso a borrarse cuando la cosa se complica.
O como dijera Jules en un momento del filme (pésima escena de un personaje que pide la palabra para pedir perdón): “El matrimonio es duro, muy duro. Dos personas juntas, sumergidas en la mierda año tras año, envejeciendo, cambiando. Es una maratón, ¿OK? A veces estás tanto tiempo con la otra persona que dejás de verla”.
Como todas esas ideas no cuajan, el muy buen elenco queda a media agua, tratando de ponerse la película al hombro. Se rumorea a Annette Bening como candidata al Oscar, pero la hemos visto hacer mejores cosas que lo que hace acá; lo de Mark Ruffalo es tan bueno como siempre, pero lo ata su personaje que no remonta vuelo. Destacamos a Mia Wasikowska (“Alicia en el País” y la adolescente que quiere suicidarse de “En terapia”), una actriz para seguir de cerca, con mucho futuro. Con Julianne Moore tengo una dualidad: era una de las actrices que me gustaba mucho verla actuar; pero hace unos años giró a la onda impávida look botox. Como que choca un poco. Lo de Josh Hutcherson (Laser), totalmente prescindible.
En suma, baje unos decibeles al entusiasmo de la prensa argentina. “Mi familia” está lejos de las cinco estrellas, pero también del bodriazo de la estrella solitaria. Vaya sin esperar mucho y saldrá contento. Ah, claro… si llegó hasta aquí es que ya fue a verla… bueno, entonces… ¿qué le pareció?
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