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críticas chatarras

viernes, octubre 01, 2010

23 años no es nada 

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WALL STREET II: EL DINERO NUNCA DUERME
data: http://www.imdb.com/title/tt1027718

A más de dos décadas de la primer “Wall Street”, la que retrataba el mundo yuppie de las reaganomics, aparece la continuación de la leyenda. Una prueba de que no mucho ha variado, ni en Hollywood, ni en el mundo de las finanzas.

“Wall Street II” es mucho más de lo que se preveía. El guión de Allan Loeb y Stephen Schiff no abandona el modelo heroico de Hollywood: buenos, malos y todos nos arrepentimos al final. Pero en el medio, muy buenos diálogos, buenas actuaciones y algunas bajadas de línea, redondean un producto por demás interesante. No pidan grandes honduras o dramaturgía épica. Pero la película funciona como una mirada a esta vuelta de tuerca de las finanzas sobre el mundo de la economía real, una nueva crisis global que ejercitan con descarado estilo.

La excusa argumental es la salida de Gordon Gekko de la cárcel, convertido ahora en un éxito editorial. En paralelo, asistimos al romance de un joven operador de Bolsa con una joven ciberperiodista que no es otra que la hija de Gekko. La joven está enojada con el padre, desde la muerte de su hermano por una sobredosis y le niega la palabra. El futuro yerno, en cambio, se deja tentar por las artes de seducción del hombre (un auténtico turro a la enésima pero simpático) y contribuye al reencuentro entre padre e hija.

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En esa estructura dramática no hay ninguna novedad, ni siquiera en la evolución de la misma. Pero “Wall Street 2” llama la atención por algunos detalles. En primer lugar, la forma didáctica en la que se incluyen conceptos financieros sin que la gente salga corriendo del cine. En segundo lugar, algunas sutilezas visuales de Oliver Stone a la hora de comparar el mundo de la élite financiera con la vida de la gente real. Noten, por ejemplo, las dos imágenes de los edificios de Nueva York que abren y cierran el filme: ultramodernas torres de cristal versus los viejos edificios de los ’70; sobreimpresos a ellos, los gráficos de evolución bursátil: los primeros con fuertes alzas y caídas, los últimos con estabilidad. Otro ejemplo: el festejo de señorones y señoronas con colágeno, joyas, vestidos de lujo, en el que se cruzan Gekko con Bretton y la fiesta de cumpleaños familiera que cierra el filme.

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Otros hallazgos: los diálogos, con frases para destacar. Una más, las actuaciones de algunos pesos pesados: Michael Douglas, Susan Sarandon, Josh Brolin y, sobre todos, Eli Wallach, un viejo recontraturro. Charlie Sheen hace un breve cameo recordatorio de la primera parte y vemos a Oliver Stone un par de veces haciéndose el ganso. La pareja joven, Carrey Muligan y Shia LaBeouf, no desentonan.

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“Wall Street 2” tiene dos ideas a destacar. Una, es la definición de Gekko de que todo ese mundo de los negocios no es una cuestión de dinero: es un juego de poder, de manipulación de personas. Por eso no hay una cifra, una cantidad ganada que conforme al jugador para salir de la arena bursátil y vivir de sus ganancias. “Más” define un personaje como la cantidad límite para abandonar la lucha. Lo que se busca es la adrenalina que proporciona pisarle la cabeza al otro.

La otra idea, es esa sensación irracional que tiene la gente de que si repite lo mismo que los llevó a la catástrofe, esta vez va a salir bien. Ese comportamiento suicida repetitivo que se resume en la frase “todos los días nace un tonto”. Una vuelta de tuerca más: la sociedad orientada a hacer dinero, no a cambiar el mundo con su trabajo. El personaje que encarna esa característica es la madre de Jake, Susan Sarandon, una ex enfermera dedicada a los negocios inmobiliarios, demandante de préstamos para inversiones que la precipitan a la bancarrota. En un diálogo con su hijo, ella asume que gana en un mes como agente inmobiliaria lo que antes ganaba en un año como enfermera. “Pero no haces la diferencia” le contesta el hijo. No sólo es engrosar la cuenta bancaria: es dejar una marca en el mundo.

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A mi criterio, el filme se terminaba cuando Gordon Gekko miraba el DVD con la ecografía de su nieto en la PC. Lo que sigue es el típico final feliz que deja contento al público complaciente. Pero ése no es el final. El diálogo en off de Jake resume la idea de esta continuación: es un paso en la evolución, lo nuevo está naciendo, esta forma, no sólo de capitalismo, sino de vida, llegó a su techo. La manada tiene que renovarse y ellos son los dinousarios de un mundo que va al siguiente nivel, a otro paso hacia delante. La elección de Gekko es coherente con su pulsión al poder: pero está a solas, sin afectos, mirando el futuro que pudo tener y que, voluntariamente, dejó escapar.

Ése era el final.

Cuando llegue ese momento, póngase de pie y abandone la sala, porque ya vio todo lo que tenía que ver. El resto sobra.

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