lunes, marzo 30, 2009
frases de “París”
-¿Dónde está el Universo?
-¡Ma!
-¿Dónde está?
-En todas partes. El universo está en todas partes.
Observo la vida de otra gente. Me pregunto: ¿Quiénes son ellos, hacia dónde van? Ellos se convirtieron en los héroes de mis pequeñas historias.
La opinión generalizada de que hay un viejo París y uno moderno, que se encuentran en una brutal contienda destinada a destruirlo y desfigurarlo, es completamente falsa. Una ciudad antigua continuamente recrea su modernidad, fuera de este conflicto entre lo viejo y lo nuevo.
Siempre pensé que el conocimiento tenía que ver con abrir mentes. Una suerte de despertar. Pero Vignard me asusta. Me temo que su obsesión por la minuciosidad histórica,
Cuando vi aquella magnífica chica pensé: “La belleza es realmente horrible”. Sumado a la juventud es completamente injusto. Casi indecente.
Tus días no están numerados. ¡Tú estás viva, tú tienes tiempo! ¡Disfrútalo! ¡Tú eres condenadamente pesimista y sin ninguna razón! Elise, estás en buena forma. ¡Toma ventaja de ello! Dale oportunidad a las oportunidades. ¡Yo creo en ti! ¡Tú vida no ha acabado! Quizá, incluso no haya comenzado.
Solíamos tener chicas de Normandia. Las amaba. ¡Son trabajadoras! Como las de Alsacia. Hay una diferencia. Un Bretón nunca trabajará como un Normando o un Alsaciano. Y hay más... Son duros como un clavo. ¡Esos bretones! ¡Ni que hablar de los Corsos! Todo para decir, ¿adivina qué? He hecho un descubrimiento. ¡Árabes!
-Te has dado cuenta de algo importante.
-¿Me he dado cuenta de algo?
-Sí. Te has dado cuenta que el inconsciente existe.
-¿Hay algo que te haya ocurrido recientemente?
-No. Excepto por mí nuevo trabajo... Sí. ¡Oh, sí! Ahora te reirás en mí cara.
-No estoy aquí para reírme en tú cara. Continúa, cuéntame.
-Puede que no tenga relación en absoluto.
-Prosigue.
-Mí padre murió hace un mes.
Nunca pude ser como tú. Un sujeto normal.
-¿Qué es lo que "ser normal" significa?
-No lo sé... Nada.
Ésta será quizás mí última Navidad. Y quizás nunca vuelva a hacer el amor de nuevo.
-En un día despejado, puedes alcanzar a ver Europa allí. Intentaremos cruzar de nuevo más tarde.
-¿Vale la pena verdaderamente?
-Desafortunadamente, hermano, sí. ¡Realmente vale la pena!
Es una locura. Pensé que ella estaba fuera de mí vida. Ella murió. ¡Bam! Y yo veo que ella sigue allí. Es tan condenadamente extraño. Tú lo mencionaste, aún nos odiábamos mutuamente. Pero hay algo que persiste. La gente muere. Pero hay algo que permanece aquí como un fantasma.
Te veré pronto. De un modo u otro.
-¡Así es París! Nunca nadie es feliz. Nos quejamos. Nosotros amamos eso.
-¿Té refieres a la manifestación?
-Sí, correcto. Ellos no saben lo afortunados que son. Caminando, respirando, corriendo, discutiendo, luego corriendo... Ellos no saben cuán afortunados son.
Ser sólo como ellos… despreocupados. En París…
juntos en la ciudad
PARÍS
En “París”, un personaje, un profesor de historia hablando a una cámara para un documental televisivo, explícita el objetivo de Cédric Klapisch al escribir y dirigir esta película: “En su prefacio a París Somnolienta Baudelaire mencionó que ese trabajo no tuvo: ‘ni pies ni cabeza’. Era una forma moderna de poesía, fragmentada, sín métrica ni rimas. Él justificó sus deseos de componer poemas en prosa, diciendo: ‘por sobre todo, enormes ciudades, con sus incalculables interconexiones, engendraron este obsesivo ideal’. Las ciudades de hoy tampoco tienen ‘ni pies ni cabeza’. París es una fragmentada fuente de hombres, historias, épocas, monumentos, lugares... Déjenos a nosotros también probar para descubrir ese universo de un modo fragmentado”.
Esa es la propuesta estética de “París”, el filme de Klapisch al que celebramos en la muy divertida “Piso compartido” y su continuación (no tan brillante) “Las muñecas rusas”. Describir un pedazo de universo en el calidoscopio de una ciudad, la Gran Ciudad que se mece a orillas del Sena, la poética París. Una historia coral, cruces de hombres y mujeres que conviven bajo el albergue de una ciudad, sin ser conscientes del todo de lo que eso implica, de la auténtica dicha que significa moverse, respirar, renegar y preocuparse por las cosas que nos hacen enojar todos los días.
Con este planteo y ese título, Klapisch se ponía un gran peso encima. Si la película no era brillante, le iban a tirar los galgos encima. Bueno, suelten los perros. “París” no es una mala película, pero no termina de funcionar.
Klapisch centralizó las historias alrededor de un personaje observador: Pierre, el bailarín gravemente enfermo del corazón que, mientras espera un trasplante, examina desde su ventana parisina las historias de los demás protagonistas. Alrededor de Pierre y su hermana (Juliette Binoche) giran las historias de un profesor universitario maduro enamorado de una estudiante jovencita; una ex esposa que hace el ridículo ante su ex, en un puesto de frutas; un arquitecto que aspira a la perfección; la dueña de una panadería, tirana xenófoba; el viaje de contrabando de un inmigrante africano que aspira llegar a la Ciudad Luz; unas ricas chicas ligeras de casco.
El problema de “París” es, precisamente, la propuesta de Klapisch, describir ese puñado de seres, de forma fragmentada y caótica a lo Baudelaire, apostando a la poesía que puedan emitir esos trozos de vida. Por momentos asoma esa magia cotidiana, pero sólo por momentos. En general, “París” peca de cierta invertebración y de una falta de peso de algunas historias respecto a otras.
Por ejemplo, el personaje de la dueña de la panadería no tiene ningún sentido en la estructura dramática; no carece de gracia su toque racista, pero podría haber salido del guión sin que nos diéramos cuenta. La historia del profesor universitario, de más tenor dramático, se pierde en el final, dejando inconcluso el romance con la jovencita sin llegar realmente a nada.
Pese al intento de Klapisch y sin fracasar estrepitosamente, “París” queda a mitad de camino. Hay algo incompleto en el aire, cierto tono de fatiga y de repetición automática que no la favorece.
Escenas destacadas: el viaje final de Pierre en taxi; el strip-tease de Juliette Binoche; la visita de las “chicas” al mercado de frutas; la sesión de psicoanálisis del profesor universitario.
Las babas del día para Mélanie Laurent, la estudiante que enloquece al profesor universitario, y Sabrina Ouazani, la vendedora árabe de pan. Con ellas, París bien vale una misa.
Las mejores frases, mañana.
CONSEJO: esperar al DVD, sin apuro.
viernes, marzo 27, 2009
modorra
GOMORRA
Roberto Saviano es un escritor italiano que escribió un libro sobre la mafia del sur de Italia. Su obra alcanzó tal trascendencia que mereció que la Camorra lo honrara, ocupándose de él, al ponerlo en la lista de futuros asesinados por la organización delictiva. Desde entonces, Saviano (como alguna vez Rushdie) vive en la clandestinidad, escapándole a su destino.
Vale la pena señalar este antecedente, porque el libro que escribió Saviano es “Gomorra”, ahora convertida en una película dirigida por Matteo Garrone (co-guionista del filme), alabada por la crítica local. Y vale señalarlo porque parece mentira que con ese rico material, Garrone haya logrado un producto tan pobre que sólo puede hacer delirar a nuestra crítica snob.
“Gomorra” es una púmblea descripción de hechos delictivos, filmados con cierta morosidad cercana al documental, en tomas fijas, con muy poca vertebración dramática de las historias. Nabokov supo calificar al criminal de falta de imaginación; es cierto, por eso no hay nada más aburrido que describir crímenes (muy pavos, para colmo) sin que se integren a alguna estructura dramática. La pluralidad de personajes y hechos fatigan y confunden.
“Gomorra” aburre pero, para peor, en casi dos horas de película no hay un solo político ni ninguna referencia a la ausencia del Estado en la sociedad en la que opera la mafia. Quien llegue sin referencias, creerá que la gente es mala por serlo, que les gusta vivir en la violencia y que Italia ha tenido mala suerte, cierta fatalidad de la cuál le es imposible escapar.
Ni cinematográfica ni políticamente, “Gomorra” merece los elogios que hemos observado en la prensa especializada argentina, una muestra más de su liviandad a la hora de ejercer la profesión. Películas como “Cien pasos”, por ejemplo, se han atrevido a avanzar más en el análisis de este cáncer social, sin abjurar del uso de herramientas cinematográficas valiosas.
En suma, decepcionante estreno de un filme que prometía por sus antecedentes literarios. Habrá que leer el libro de Saviano, al margen de esta paupérrima traducción cinematográfica.
CONSEJO: dejar pasar.
miércoles, marzo 25, 2009
frases de “Gran Torino”
-Mucha gente se presentó luego del funeral, ¿eh?
-Bueno, supongo que escucharon que habría mucho jamón.
-¿Por qué se mudan todos los de ojos rasgados a este barrio?
-¿Por qué se queda aquí este viejo blanco?
-La muerte es algo agridulce. Amarga en el dolor, pero dulce en la salvación.
-Eso sabes de la vida y la muerte. Y es patético.
-¿Y usted qué sabe, Sr. Kowalski?
-Sé mucho. Me pasé tres años en Corea. Muchas gracias. Ahí matábamos gente. Les atravesábamos con bayonetas, destrozamos con palas a chicos de 17. Tendré que vivir con eso hasta el día que muera. Son cosas terribles, cosas con las que tengo que vivir.
-¿Y qué hay de la vida?
-Bueno, yo... Sobreviví a la guerra. Me casé y formé una familia.
-Suena como si supiera más de la muerte que de la vida.
Fuera de mi césped.
-Cuando estaba en Corea y nos decían que mil amarillos habían cruzado las líneas no llamábamos a la policía. Reaccionábamos.
-Esto no es Corea, Sr. Kowalski.
La mayor carga de un hombre no es lo que le ordenan hacer.
Cometiste un error en una vida anterior. Y por ese error que cometiste, no eres feliz. Dice, que no hay felicidad en tu vida. Que no estas en paz.
Tengo más en común con estos amarillos que con mi maldita familia. ¡Oh, Dios mío! Feliz cumpleaños…
-Ojalá nuestro padre hubiera sido como tú.
-No me llames Wally.
-Lo digo en serio. Era muy duro con nosotros, muy tradicional. Y chapado a la antigua.
-Yo soy chapado a la antigua.
-Sí, pero tú eres americano.
Sabe, Thao y Sue nunca tendrán nada de paz en este mundo... No mientras esas bandas sigan en el barrio.
-¿Cómo es matar a alguien?
-No quieres saberlo.
¿Quieres sabes cómo es matar a alguien? Bien, pues no hay nada peor. Así es. Lo único peor es que te den una medalla por matar a un pobre chico que todo lo que quería era rendirse. Eso es todo.
martes, marzo 24, 2009
la jubilación de Harry el Sucio
GRAN TORINO
Y, bueno, ahí vamos de nuevo con Clint Eastwood. “Gran Torino” es algo así como un documental sobre los años de retiro de Harry el Sucio. El tipo se la pasa sentado en el porche de su casa, con la heladerita con latas de cervezas, mirando con cara de culo a cuanto inmigrante (preferentemente oriental) se cruce en su barrio. A mano la escopeta, dispuesto a bajar a algún amarillo en cuanto ose pisarle una pulgada de su jardín.
“Gran Torino” tiene todos los peros que le estamos encontrando en esta página a las últimas películas de Clint Eastwood. Sabemos que vamos contra la corriente, pero nos sigue sorprendiendo como arruina buenos planteos, cayendo en manos del melodrama desprolijo. No vamos a repetir lo dicho en la crítica de “El sustituto” pero agregamos un ejemplo para identificar nuestras quejas.
Al final del filme, asistimos a la lectura de un testamento. Los familiares canallas escuchan ávidos, especulando con la herencia por recibir. La cámara toma a dos familiares que ponen cara de codicia (conste, no es que se muestren codiciosos, sino que literalmente, ponen cara de codicia, como en las peores telenovelas mexicanas). Bueno, ese solo plano, compuesto con los elementos básicos del folletín, es un botón de muestra de lo que criticamos de este último tiempo de Clint Eastwood. Esa escena está tan burdamente muestra que si la hubiera construido otro director que no tuviera el afecto que la crítica tiene por Clint, lo estarían colgando en una farola de Plaza de Mayo al grito de: “¡Aguante Lucrecia Martel!”.
El planteo inicial de “Gran Torino” es más que interesante: veterano de Corea, uno de esos patriotas surgido del Sueño Americano con bandera en la puerta, un Torino en el garage y escopeta en el ropero. Viudo, racista y solitario, no tiene otro entretenimiento que cruzar insultos con sus vecinos inmigrantes. El tipo (un pichón de nazi) nos sorprende cuando (a regañadientes) se transforma en el protector y padre espiritual de un adolescente oriental que tambalea en su adultez, en una casa en la que se siente la ausencia del padre.
Con ese planteo, Clint Eastwood pudo contar una gran película. Y por momentos hay algunos relumbrones del filme que pudo ser. Por ejemplo, cuando Walt Kowalski se mira en el espejo y se dice que tiene más en común con esos “malditos amarillos” que con los idiotas de sus hijos.
Pero el filme se pierde tras el planteo. Citamos un ejemplo, vamos a citar otro. En el ajedrez, los grandes maestros se distinguen de los muy buenos jugadores por reconocer las jugadas intermedias. Ambas clases de jugadores ven el plan general de la partida. Pero sólo los maestros identifican esas jugadas sencillas que dinamitan cualquier intento de resistencia. En el guión, las transiciones de las conductas de los personajes son las jugadas intermedias del ajedrez. No deja de ser verosímil que un personaje muy estructurado cambie. (Si no, casi no habría película sino tragedia). La verosimilitud se resiente cuando el cambio es abrupto. El mal guión abunda en las transiciones abruptas; los grandes saben hacer esos pequeños cambios en los que el personaje muta a otra condición, sin que el protagonista (ni nosotros) nos demos cuenta. El mejor Woody Allen era un maestro para esos ligeros cambios.
En “Gran Torino” hay una transición forzada: la de la fiesta a la que es invitado Kowalski. Todavía no era el momento para que este amargo se tomara una copa con los vecinos. Eso debía estar más adelante. Y era correcto que la chica, la vecina, fuera la puerta de entrada para el cambio, esto es, que ese personaje lo hiciera bajar la guardia.
Creemos que la mejor transición venía de la secuencia: matones golpean al vecino – Kowalski lo defiende – familia trata de recompensarlo con flores y frutas – Kowalski se niega de mal modo – madre oriental le pide a Kowalski que emplee a su hijo para salvar el honor de la familia por el intento de robo del auto – Kowalski afloja porque él también es un hombre de honor y eso lo iguala a sus vecinos inmigrantes. Una vez que Kowalski abrió la puerta para conocer a Thao, la historia fluye naturalmente. La fiesta puede estar adelante y ahí, sí, Kowalski ser invitado. Pero el Kowalski de la fiesta es demasiado prematuro, es un cambio muy abrupto para un personaje tan estructurado. Si Kowalski se mezcla con sus vecinos y come su comida, es por algo más que por una lata de cerveza.
Para no repetir peros y objeciones: si usted deliró con los últimos filmes de Clint Eastwood, ésta es su película. Si es de esa clase de solitario espectador que comparte gran parte de las objeciones que hicimos en esta pagina, pase de largo. No se pierde nada.
Las mejores frases, mañana.
CONSEJO: esperar al DVD.
domingo, marzo 22, 2009
uno de mi calle
COMPETENCIA DESLEAL
Un breve comentario para ésta, una de las últimas películas de Ettore Scola, una buena muestra del estilo de este artesano de la cinematografía italiana que nos da otra lección de cómo efectuar observaciones políticas a partir de la descripción cotidiana de un grupo de personajes queribles y cotidianos.
Ésta película fue filmada en 2001 y llega con ocho años de atraso a las pantallas locales, en proyección de DVD, otro alarde de oportunismo comercial del presunto circuito de cine arte local. Cuesta entender cómo se dejó pasar de largo en su momento, porque es de esas películas que tienen su público en Argentina.
“Competencia desleal” es (según las propias palabras de Scola) el día siguiente de “Un día particular”, esto es, cómo cambió la vida italiana a partir de la visita de Hitler a Musolini, con la instrumentación de la “legislación racial”.
Scola centra la atención en una calle de Roma, en las vidas de dos comerciantes, un sastre católico y un tendero judío, que compiten con sus vidrieras, se roban clientes y se pelean. El clima es de típica comedia italiana, tipos que se insultan, se amenazan con el puño, pero conviven y sus hijos juegan juntos y el hijo adolescente besa a escondidas a la hija adolescente del otro. En ese convivir a los codazos, los distintos grupos étnicos se integran. Era un modo de integración que supimos vivirlo en Argentina, donde la marea inmigratoria se asimiló en la convivencia cotidiana.
Lentamente, las leyes discriminatorias alteran esa realidad. Al principio son recibidas con escepticismo de su concreción, porque en Italia no puede pasar eso, porque los italiano no respetan ninguna ley, y otros lugares comunes por el estilo para evitar oponerse a la tontera general. Las cosas empeoran sin que nadie se atreva a advertirlo, sin que nadie levante la voz para decir: “¡Esto es una barbaridad! Esto no puede ser”.
“Competencia desleal” tiene el tono de la comedia, un hallazgo italiano que permite liberar, tras la carcajada, la observación ácida y el fuerte apunte social. En ese tono ligero, Scola nos logra llevar al final de la historia preguntándonos, como ese nenito que espera desolado con los títulos finales, “¿Cómo llegamos a que esto pasara?”.
Del muy correcto elenco, se destacan las participaciones de Diego Abatantuono y Sergio Castellito (en un papel escrito para Roberto Benigni) como los vecinos enemigos y comerciantes. Y en un lugar ligeramente marginal, pero efectivo, Gerard Depardieu.
En suma, un filme para no olvidar, ni dejar pasar, pese a sus años.
Escenas destacadas: la secuencia de la vidriera adelantando la temporada de verano; la visita de Umberto a Leone a su casa; la discusión de Umberto con su empleada; la carcajada compartida entre Umberto y Leone cuando el primero le cuenta que su cuñado fascista se pegó un tiro en el pie; la última escena, de la despedida.
Frases:
-Tengo una pregunta de Historia. Ese Agripa que contó a la plebe la apología de la barriga, ¿es el mismo que derrotó a Pompeyo y construyó el Panteón?
-No, eran dos Agripas. El primer Agripa hablaba de la tripa. El que derrotó a Pompeyo fue el que construyó el mausoleo.
-Cierto. Agripa-tripa. Pompeyo-mausoleo.
-Eso, así no te lo olvidas.
-"L'esprit de l'escalier". Los franceses cuando la respuesta justa te viene tarde dicen: “l'esprit de l'escalier”.
-¿Qué quieren decir?
-Quiere decir que la respuesta justa te vino en la escalera, cuando ya te ibas.
-¿La Fontana Di Trevi también la ha construido el Duce?
-No. El Duce no ha hecho todo. Ya existían algunas cosas antes.
-Ustedes, los extranjeros, les basta un rayo de sol y todo les parece lindo. Un paraíso. ¿Ya has oído hablar del Eje Roma-Berlín?
-¿Y tú no has oído hablar de los italianos? ¿No sabes que firman pactos y luego no los respetan? No respetan ninguna regla. ¡Ni siquiera las del dominó! Y eso no lo encuentro mal. Es preciso ser leal sólo con quien es leal. Eso los italianos lo saben. Yo encuentro eso muy justo, por eso estoy feliz de vivir en Italia...
¡Mi hermano enseña, mi esposa lee, mi hijo estudia, mi cuñado baila y Umberto trabaja!
Yo nunca había visto a una abuela tocar el violín.
-¡Sr. Umberto! Quiero decirle... sin compromiso... que si el Duce le prohíbe al señor tener empleados cristianos, yo voy a la Sinagoga y me convierto en judío. Creo que me aceptarán.
-Al manicomio debes ir. ¿Eres tonto? El Duce prohibió a los judíos tener empleados cristianos.
-¡Ah! ¿Y yo soy tonto?
Tu siempre tienes tus propios puntos de vista. Pero ellos no cambian los hechos.
Entonces, ¿el señor no cree que quién ha hecho esta canallada es un canalla?
¿No sabes que en el mundo hay más inmigrantes italianos que judíos? Por eso, los italianos no pueden considerar ilegal nuestra presencia en su país...
-Bien, he pensado una bella idea.
-Diga.
-Muebles, mercadería y todo el resto. Tú di el precio y yo digo sólo que si. Bueno, si me ofreces cuatro pesos, te digo que no.
-Esta Roma... Tal vez hubiera sido mejor que me hubiera quedado en Milán. La verdad que esta calle me gusta.
-A mi también.
-De todas formas si tu aceptases cuatro pesos, sería yo el que lo rechazara.
-¿Por qué?
-Porque el negocio es tuyo. Quédate con el.
-Gracias... sastrezuelo.
-No hay de que... boticario...
No hay nada que hacer: los que tomaron juntos el aceite de hígado de bacalao serán amigos para toda la vida.
CONSEJO: esperar al DVD, pero anotar.
viernes, marzo 20, 2009
los superhéroes ya no son como eran
WATCHMEN
Los británicos Alan Moore y Dave Gibbons son los responsables de una de las grandes cimas del cómic internacional, cuando crearon en 1987, “Watchmen”. La historia sucede en un futuro alternativo, en unos Estados Unidos en plena Guerra Fría con la URSS, al borde de un ataque neutral, durante el tercer mandato de Richard Nixon (propuesto para otro período). En ese universo alterno existen los superhéroes, ex policías enmascarados, que persiguen delincuentes disfrazados. Entre ellos, hay uno, el Dr. Manhattan, producto de un accidente de laboratorio, que es un superhéroe de verdad, un sobrehumano héroe radioactivo. Y también existe una ley que ha prohibido la actividad de los superhéroes, que se transforman en resentidos jubilados, tratando de ser normales en un mundo anormal.
La riqueza del cómic original aflora en la larga trama (casi tres horas) de “Watchmen”, la versión cinematográfica de Zack Snyder (director de “300”). El guión de David Hayter y Alex Tse es respetuoso de la historia original. Y el refinamiento visual realza la historia: como ejemplo, basta ver la presentación de títulos, un racconto del origen de los superhéroes que, por sí solo, paga el precio de la entrada. Pero el resultado final, extrañamente, es flojo. “Watchmen” no emociona, ni sus protagonistas se meten en nuestro corazón.
¿Qué es lo que pasó? Sospechamos que una crítica que pescamos en Internet da en el blanco: se gastaron cientos de millones en efectos especiales y no se guardaron un poco para gastar en el elenco. El error de “Watchmen” es de casting. Un elenco televisivo (que no logra dotar de emoción a la fuerte historia que cuenta “Watchmen”) es el talón más débil de esta saga de superhéroes.
El filme es para ver en cine y, si bien no dejará conformes a los adictos a los cómics, tampoco los indignará como “The Spirit”. Tienen algunos hallazgos visuales, un par de escenas bien resultas, pero todo en un tono muy frío, alejado, poco comprometido. Un claro ejemplo: el poco voltaje erótico que tiene el encuentro sexual de Espectro de Seda y Búho de la Noche.
Escenas destacadas: la secuencia de la intervención del Dr. Manhattan en Vietnam; la muerte del Comediante; el final de Rorschach; la rebelión en la cárcel para asesinar a Rorschach.
Y, principalmente, la secuencia de títulos con la voz de Bob Dylan cantando “Los tiempos están cambiando”:
Frases:
Un ataque a uno, es un ataque a todos.
Uno de nosotros murió anoche. Alguien sabe porqué. Alguien sabe.
Podemos hacer mucho más... podemos salvar al mundo.. con el liderazgo correcto.
-¿Por qué salvar un mundo en el que no tengo ninguna participación en él?
-Hazlo por mí.
No me he divertido tanto desde tiempos de Woodward y Bernstein...
-El Congreso está impulsando una ley para prohibir las máscaras... Nuestros días están contados. Hasta entonces, como digo siempre, somos la única protección de la sociedad...
-¿De qué?
-¿Es broma? De ellos mismos...
-No hace falta ser un genio para ver que el mundo tiene problemas...
-No, pero se necesita una sala llena de idiotas que piensan que es lo suficientemente pequeño para arreglarlo...
Dime, Doctor... ¿qué ves?
Ninguno de ustedes entienden. No estoy encerrado aquí con ustedes. ¡Ustedes están encerrados conmigo!
Diario de Rorschach: “12 de octubre de 1985. Esta noche, un comediante murió en Nueva York”.
En mi opinión, la existencia de la vida es un fenómeno muy sobrevalorado...
Esta ciudad tiene miedo de mí. He visto su verdadero rostro. Las calles se extienden como cloacas y las alcantarillas están llenas de sangre y cuando la costra llene completamente de sangre las cloacas, todas las alilmañas se ahogarán. La suciedad acumulada de sus sexos y asesinatos subirá como espuma alrededor de las cinturas de las putas y los políticos y mirarán hacia arriba y gritarán: “¡Salvanos!”. Y yo susurro: “No”.
-¿Con pasó con el Sueño Americano?
-Se hizo realidad. Lo estás viendo...
¿Crees que soy un villano de historieta que confesaría su plan si existiera una remota posibilidad de que me detuvieran? Lo hice hace 35 minutos...
Uno a cero. Ahora te toca a ti.
CONSEJO: para ver en cine; no fanáticos del cómic, esperar al DVD.
miércoles, marzo 18, 2009
y pegue, y pegue, y pegue Rand, pegue!
EL LUCHADOR
“El luchador” es una película con una anécdota mínima de una grandeza suprema: es la descripción de un hombre arrinconado por la vida, un pobre gato en tiempo de descuento. A Randy Robinson le llegó la hora de pagar la factura y la vida se cobra con intereses, sin ningún tipo de piedad. Un luchador de lucha libre, un guerrero, que sólo encuentra su lugar en el mundo entre las sogas de un cuadrilátero, con una multitud rugiendo su nombre. Adentro, todo es más sencillo, más honesto, con códigos. Afuera (la vida) es hostil y pega con más fuerza que cualquier contrincante. Ahora, cerca del final, cuando el cuerpo se niegue a seguir la faena, Robinson deambulará por los restos de su vida, buscando piedad. La noche está cerca y el guerrero la enfrenta sin titubear.
La gesta de Robinson nos conmueve, porque todos llegaremos a ese callejón sin salida. Y todos querríamos tener la dignidad de Robinson, afrontando con la cabeza en alto el fin que (más que inevitable) es deseable. Fuera del cuadrilátero, Robinson ha fallado en todo (como padre, amante, trabajador, amigo). Si todo se reduce a la lona de un ring, ¿por qué no pensar que todo debe acabar ahí?
Randy Robinson intenta entrar por el aro: arreglar la relación con su hija, ganar el amor de una desnudista, convertirse en padre adoptivo, resignarse a un trabajo tan serio como mediocre. Pero ese no es Robinson, sino un reflejo ajado del desgano. El guerrero debe morir donde ha brillado: en el campo de batalla. Todo lo demás queda relegado a ese fulgor postrero.
“El luchador” no tiene un guión brillante, sino un libro emotivo. Robinson está elaborado con mucho amor y respeto. Y tiene un descomunal trabajo de Mickey Rourke quien le ha puesto sus propias cicatrices al personaje. Uno no puede más que enternecerse con ese chico grande del que sabemos no puede sobrevivir en la vida cotidiana. Rourke conoció el lado oscuro de la luna y (no como su personaje) tuvo la posibilidad de una redención. Pero ese viaje al fracaso, han dejado huellas, marcas, latigazos que la cámara de Darren Aronofsky registra con implacable serenidad. En algún momento, los sufrimientos de Robinson y Rourke se confunden y, como espectadores, cruzamos la línea compadeciendo al actor en lugar del rol.
Como si fuera poco, “El luchador” tiene a Marisa Tomei, la mayor parte desprovista de ropa. Ese es otro motivo para destacar de una película posiblemente sin hallazgos estilísticos, que gana a fuerza de corazón y sinceridad.
Escenas destacadas: la lucha con el loco de la engrapadora; la escena final; la secuencia en el interior de su trailer; la última discusión con su hija.
Frases:
Soy un pedazo de carne vieja y estoy completamente solo. Sólo quiero que no me odies.
Sólo quiero decirles que estoy muy agradecido de que estén aquí. Muchos me dijeron que nunca volvería a pelear, que estaba terminado. Saben, si tienes una vida dura y juegas duro, terminas quemándote y pagas el precio. Ustedes saben En la vida perdí todo lo que amé y a todos lo que me amaron. Ahora no escucho bien y me olvido las cosas y no soy tan bonito como solía serlo, pero ¡mierda! ¡Aún sigo estando aquí y ¡soy El Cordero! El tiempo pasa y me dicen: “está acabado”, “es un perdedor”, “ha terminado”. ¿Saben qué? Los únicos que me dirán cuando he terminado son ustedes… ustedes… ustedes… porque ustedes son mi familia.
-¡Los malditos 80´, no deberían haber pasado!
-Guns n´ Roses, todo eso.
-Seguro.
-Y después vino Cobain y arruinaron todo.
-¿Qué hay de malo en pasar un buen rato?
-Voy a decirte algo: odié los malditos 90´.
CONSEJO: se puede esperar al DVD, pero verla.
lunes, marzo 16, 2009
frases de “A prueba de muerte”
Pero para tu información, perra flacucha, los hombres negros (y muchos hombres blancos también) se divierten adorando mi trasero. No llevo la marca de sus dientes en el trasero por nada.
Puedes hacerlo o no. Pero si no lo haces, todos en Austin pensarán que eres una gallina. Y no creo que quieras que todos en Austin piensen que eres una gallina.
-Así que, Icy Hot... ¿me ofreces llevarme a casa?
-Te ofrezco llevarte si cuando yo estoy listo, tú estás lista.
-¿Y cuándo piensas irte?
-A decir verdad, no estoy pensando en eso. Pero cuando lo haga, serás la primera en enterarte.
El alcohol es sólo un lubricante para todos los encuentros individuales que un bar ofrece.
-Pero si quieres estar con Jungla Julia, hay una manera muy fácil.
-¿En serio? ¿Y cuál es?
-Hazte famoso. No tendrás que buscarla. Ella te buscará a ti.
-¿Y cómo es que uno se convierte en doble de riesgo, Stuntman Mike?
-En Hollywood, cualquier tonto dispuesto a tirarse por las escaleras puede encontrar a alguien que le pague por eso.
Los bosques son hermosos, oscuros y profundos y yo tengo promesas que cumplir, y kilómetros que andar antes de dormir.
-¿Te doy miedo? ¿Es por mi cicatriz?
-Es por tu auto.
-¿Qué me dices del baile erótico?
-Lo siento pero era una oferta por única vez y ya lo hizo más temprano en Antone's.
-No, no lo hizo.
-¿Cómo sabes?
-Soy bueno para esas cosas. Y te ves un poco tocada.
-¿Por qué dices tocada?
-Herida apenas.
-¿Por qué estaría yo herida?
-Porque esperabas que los tipos te molestaran toda la noche. Pero en tu mirada veo que nadie te molestó. Y eso hirió tus sentimientos un poquito, ¿verdad? Hay pocas cosas tan atractivas como el ego magullado de un ángel hermoso.
-¿Viste que a veces en las películas hay choques de autos en los que es imposible que alguien sobreviva?
-Sí.
-Bueno, ¿cómo crees que lo hacen?
-¿Efectos especiales?
-Lamentablemente, Pam, hoy en día es así en la mayoría de los casos. Pero en la época del todo o nada, en la época de “Vanishing Point”, “Dirty Mary Crazy Larry” y “White Line Fever”, los autos de verdad chocaban contra otros autos de verdad. Y gente tonta de verdad los conducía.
-¿Para qué lado vas? ¿Izquierda o derecha?
-Derecha.
-Qué lástima…
-¿Por qué?
Bueno, había un 50% de posibilidades de que fueras hacia la izquierda. En realidad, iremos hacia la izquierda. Podrías haber dicho que ibas para la izquierda. Y si así hubiera sido, habría pasado un rato antes de que comenzaras a asustarte. Pero como vas hacia el otro lado, me temo que... vas a empezar a asustarte inmediatamente.
¿Recuerdas que te dije que este auto era a prueba de muerte? No estaba mintiendo. Este auto es 100% a prueba de muerte. Pero para sacar provecho de ese hecho tienes que estar sentada de este lado.
Usó un auto en lugar de un hacha. Pero están muertas de cualquier manera.
Te diré lo mismo que el Señor le dijo a Juan: “Si vuelve a hacerlo, me aseguraré de que no lo haga en Texas”.
Tengo la Vogue italiana de este mes.
Para mí no tiene sentido estar en Estados Unidos si no vas a manejar un coche deportivo de Detroit. Quiero manejar un Dodge Challenger a toda la puta velocidad.
Está bien, nena, escucha. ¿Quieres ir con las chicas divertidas? Tienes que ser divertida.
Oigan, chicas. Eso fue divertido.
Volvimos, hijo de puta. Volvimos. ¿Quién ríe ahora, puta?
¡Llegaron las chicas!
Que no sea sin salida. Que no sea sin salida. Que no sea sin salida.