miércoles, marzo 18, 2009
y pegue, y pegue, y pegue Rand, pegue!
EL LUCHADOR
“El luchador” es una película con una anécdota mínima de una grandeza suprema: es la descripción de un hombre arrinconado por la vida, un pobre gato en tiempo de descuento. A Randy Robinson le llegó la hora de pagar la factura y la vida se cobra con intereses, sin ningún tipo de piedad. Un luchador de lucha libre, un guerrero, que sólo encuentra su lugar en el mundo entre las sogas de un cuadrilátero, con una multitud rugiendo su nombre. Adentro, todo es más sencillo, más honesto, con códigos. Afuera (la vida) es hostil y pega con más fuerza que cualquier contrincante. Ahora, cerca del final, cuando el cuerpo se niegue a seguir la faena, Robinson deambulará por los restos de su vida, buscando piedad. La noche está cerca y el guerrero la enfrenta sin titubear.
La gesta de Robinson nos conmueve, porque todos llegaremos a ese callejón sin salida. Y todos querríamos tener la dignidad de Robinson, afrontando con la cabeza en alto el fin que (más que inevitable) es deseable. Fuera del cuadrilátero, Robinson ha fallado en todo (como padre, amante, trabajador, amigo). Si todo se reduce a la lona de un ring, ¿por qué no pensar que todo debe acabar ahí?
Randy Robinson intenta entrar por el aro: arreglar la relación con su hija, ganar el amor de una desnudista, convertirse en padre adoptivo, resignarse a un trabajo tan serio como mediocre. Pero ese no es Robinson, sino un reflejo ajado del desgano. El guerrero debe morir donde ha brillado: en el campo de batalla. Todo lo demás queda relegado a ese fulgor postrero.
“El luchador” no tiene un guión brillante, sino un libro emotivo. Robinson está elaborado con mucho amor y respeto. Y tiene un descomunal trabajo de Mickey Rourke quien le ha puesto sus propias cicatrices al personaje. Uno no puede más que enternecerse con ese chico grande del que sabemos no puede sobrevivir en la vida cotidiana. Rourke conoció el lado oscuro de la luna y (no como su personaje) tuvo la posibilidad de una redención. Pero ese viaje al fracaso, han dejado huellas, marcas, latigazos que la cámara de Darren Aronofsky registra con implacable serenidad. En algún momento, los sufrimientos de Robinson y Rourke se confunden y, como espectadores, cruzamos la línea compadeciendo al actor en lugar del rol.
Como si fuera poco, “El luchador” tiene a Marisa Tomei, la mayor parte desprovista de ropa. Ese es otro motivo para destacar de una película posiblemente sin hallazgos estilísticos, que gana a fuerza de corazón y sinceridad.
Escenas destacadas: la lucha con el loco de la engrapadora; la escena final; la secuencia en el interior de su trailer; la última discusión con su hija.
Frases:
Soy un pedazo de carne vieja y estoy completamente solo. Sólo quiero que no me odies.
Sólo quiero decirles que estoy muy agradecido de que estén aquí. Muchos me dijeron que nunca volvería a pelear, que estaba terminado. Saben, si tienes una vida dura y juegas duro, terminas quemándote y pagas el precio. Ustedes saben En la vida perdí todo lo que amé y a todos lo que me amaron. Ahora no escucho bien y me olvido las cosas y no soy tan bonito como solía serlo, pero ¡mierda! ¡Aún sigo estando aquí y ¡soy El Cordero! El tiempo pasa y me dicen: “está acabado”, “es un perdedor”, “ha terminado”. ¿Saben qué? Los únicos que me dirán cuando he terminado son ustedes… ustedes… ustedes… porque ustedes son mi familia.
-¡Los malditos 80´, no deberían haber pasado!
-Guns n´ Roses, todo eso.
-Seguro.
-Y después vino Cobain y arruinaron todo.
-¿Qué hay de malo en pasar un buen rato?
-Voy a decirte algo: odié los malditos 90´.
CONSEJO: se puede esperar al DVD, pero verla.
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