viernes, marzo 27, 2009
modorra
GOMORRA
Roberto Saviano es un escritor italiano que escribió un libro sobre la mafia del sur de Italia. Su obra alcanzó tal trascendencia que mereció que la Camorra lo honrara, ocupándose de él, al ponerlo en la lista de futuros asesinados por la organización delictiva. Desde entonces, Saviano (como alguna vez Rushdie) vive en la clandestinidad, escapándole a su destino.
Vale la pena señalar este antecedente, porque el libro que escribió Saviano es “Gomorra”, ahora convertida en una película dirigida por Matteo Garrone (co-guionista del filme), alabada por la crítica local. Y vale señalarlo porque parece mentira que con ese rico material, Garrone haya logrado un producto tan pobre que sólo puede hacer delirar a nuestra crítica snob.
“Gomorra” es una púmblea descripción de hechos delictivos, filmados con cierta morosidad cercana al documental, en tomas fijas, con muy poca vertebración dramática de las historias. Nabokov supo calificar al criminal de falta de imaginación; es cierto, por eso no hay nada más aburrido que describir crímenes (muy pavos, para colmo) sin que se integren a alguna estructura dramática. La pluralidad de personajes y hechos fatigan y confunden.
“Gomorra” aburre pero, para peor, en casi dos horas de película no hay un solo político ni ninguna referencia a la ausencia del Estado en la sociedad en la que opera la mafia. Quien llegue sin referencias, creerá que la gente es mala por serlo, que les gusta vivir en la violencia y que Italia ha tenido mala suerte, cierta fatalidad de la cuál le es imposible escapar.
Ni cinematográfica ni políticamente, “Gomorra” merece los elogios que hemos observado en la prensa especializada argentina, una muestra más de su liviandad a la hora de ejercer la profesión. Películas como “Cien pasos”, por ejemplo, se han atrevido a avanzar más en el análisis de este cáncer social, sin abjurar del uso de herramientas cinematográficas valiosas.
En suma, decepcionante estreno de un filme que prometía por sus antecedentes literarios. Habrá que leer el libro de Saviano, al margen de esta paupérrima traducción cinematográfica.
CONSEJO: dejar pasar.
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