martes, noviembre 29, 2005
el monstruo dentro de uno
UNA HISTORIA VIOLENTA
Uno de los lugares comunes de David Cronenberg (“La mosca”, “Videodromo”, “M. Butterfly”, “Crash”, “Almuerzo desnudo”) es la mutación del cuerpo en otra cosa, el terror primitivo de la conciencia presa en una cárcel de carne que se convierte en una entidad que nos repele, nos asquea, nos asfixia. Cuando se anunció “Una historia violenta”, un filme por encargo inspirado en un cómic, nos preguntamos cómo se las arreglaría Cronenberg para montar su cosmos creativo en un entorno realista. No nos falló: el tema del monstruo dentro de uno está presente. Pero con una variación: la mutación se plantea a un nivel psicológico.
Tom Stall es un hombre común de un pueblo común. Maneja un bar, en un poblado del medio oeste norteamericano. Tiene dos hijos, una bella esposa abogada, respetado por su comunidad. Una noche, dos sádicos delincuentes entran a su bar y amenazan con matar a sus empleados y amigos. Tom los mata. Se convierte en el héroe local. Pero la fama de su valiente acción se difunde por los medios. Pocos días después llega al pueblo un hombre que cree reconocerlo, de otra vida y en otra ciudad. Joey. Joey Cusack. Un asesino con cuentas pendientes de la mafia de Filadelfia.
El brillante guión de Josh Olson (inspirado en el cómic de John Wagner y Vince Locke, que sólo sirvió como punto de partida para esta historia) tiene dos niveles de acción. En la superficie, esa historia del hombre acosado por su pasado o una confusión; debajo, la fuerza dramática de una violencia latente, profundas corrientes de los protagonistas en pugna. Cada tanto, esas fuerzas subterráneas explotan, en encuentros breves pero violentos.
Ante tanta violencia coreográfica a lo Tarantino (la estupenda “Old boy” es un buen ejemplo), Cronenberg contrapone otro tipo de violencia, una violencia cotidiana, de entrecasa, más brutal porque se acerca a la real. Las luchas, los disparos, los encontronazos, no están filmados en cámara lenta, con enfoques estéticos o sangre de plástico. Son topetazos documentales, bordes irregulares sobre la carne partida. Por eso, sin ser una película particularmente violenta o sádica, tiene un clima de violencia muy alto, que nos llega, por el contraste con el contexto sereno en el que se inserta.
“Una historia violenta” baraja un par de ideas interesantes para comentar. La primera, la tesis central del filme, hasta qué punto uno puede cambiar, cuál es la oportunidad que una persona tiene de redimirse, de abdicar de su propia naturaleza para convertirse en otro. ¿Hay una chance para la salvación? El filme lo responde en la última escena: la única redención posible está en la aceptación de aquellos seres que nos aman.
Una segunda línea, es la descripción del mecanismo de violencia, jugado en espejo en dos personajes, el principal, Tom y su hijo, Jack. ¿Es posible apartarse de la violencia, convivir con otros sin ejercerla? No, si pretendemos proteger a aquellos que amamos. En algún momento (sea en un bar o en el pasillo de un colegio) debemos oponernos a otro, a aquel que quiere lo que nosotros tenemos (una propiedad, un amor, el respeto o nuestra propia dignidad).
Pero entonces (y allí está el acierto del filme), ¿cuándo parar? No es tan sencillo como apagar o prender un mecanismo (lo expresa un personaje en un momento de la película): prendido, Joey; apagado, Tom. No. Cuando el monstruo se libera, debemos vivir con él, durante todo el tiempo, durante toda la vida. Acecha dentro de nuestra piel, listo a liberarse en la primera oportunidad.
¿Quién somos entonces? ¿Joey? ¿O Tom? Los dos. Los dos en el mismo espacio. Y ese lado oscuro deberá convivir con quienes amamos. Porque, justamente, también somos eso que nos atormenta.
Otra idea de “Una historia violenta”, ya fue sugerida en el final de “Río Místico” por Clint Eastwood, la sorda violencia subterránea de una comunidad “normal”. El pueblo de Tom Stall parece el paraíso en la tierra. Un lugar donde todos se conocen y se protegen, donde el mal no parece prosperar. Pero, apenas se rasga la superficie, se descubre que esa comunidad tampoco está exenta de violencia, sino que se administra en un nivel inferior, en un segundo plano discreto. Está allí, en el pibe prepotente y compadrón que hostiga a Jack o en el comisario que detiene al mafioso que visita al pueblo para advertirle que ese pueblo protege a los suyos. Detrás del idílico edén, se adivina otra forma de violencia, distinta a la irracional urbana, pero no menos hostil.
Para sostener esta historia de tal nivel de sutileza (lo que ocurre, ocurre debajo de la superficie, se desprende de las acciones de los personajes en forma no explícita), se necesita una descomunal labor del elenco. Y Cronenberg contó con un exquisito reparto, pilares de esta brillante película. María Bello (una de las primeras doctoras de “ER”) se destaca especialmente; sirva de paradigma la segunda escena de sexo (antológicas las dos, un buen ejemplo de cómo mostrar la evolución de un personaje sin parlamentos), en la que expresa la atracción y repulsión, al mismo tiempo, por ese lado oscuro que ha descubierto en el hombre que ama. (Para el Monumento a la Baba, Bello con uniforme de porrista, sin duda).
Interesante lo de Viggo Mortensen. Gran parte del filme, su papel es casi inexpresivo. Pero no por limitaciones actorales, sino porque lo exige su personaje. Es el hombre que simula ser lo que no es, que está conteniendo sus pasiones, su propia naturaleza. En los picos de explosión de Tom Stall (cuando aparece Joey Cusack), desborda su emotividad. En un solo momento, Tom Stall demuestra emoción: en la última escena. Y no es casualidad que eso pase justo en ese último plano, con lágrimas en los ojos, que cierra la película.
Otros dos interpretaciones notables: la de Ed Harris (solidísimo actor, de lo mejor que tenemos en el cine actual) y la breve, pero memorable, participación de William Hurt. Antológicas, para guardar.
Escenas: las dos escenas de sexo, mencionadas; el primer encuentro en la cafetería entre Fogarty y Tom; la última escena del filme; el diálogo entre Richie y su hermano; el abrazo de Tom (con la cara ensangrentada) y su hijo (mención aparte: obsérvese, en esa escena, como esa mirada mezcla dolor y el orgullo, por reconocer en su descendencia, su misma naturaleza latente); la escena en la que Fogarty confronta a Tom, en su casa.
Frases: “¿Qué ocurre mi niña?”, “Papá”, “¿Sí? Papá está aquí”, “Había monstruos”, “No cariño, los monstruos no existen. Sólo tuviste una pesadilla”; “Vi unos monstruos Jack”, “¿Monstruos?”, “¿De qué tipo?”, “No lo sé. Salieron de mi closet y se escondían en las sombras”; “Recuerdo la primera vez que me di cuenta que estabas enamorada de mí. Lo vi en tus ojos. Todavía lo puedo ver”, “Por supuesto que puedes. Todavía te amo”, “Soy el hijo de puta más afortunado del mundo”, “Eres el mejor hombre que he conocido. No hay suerte en eso”; “Con el tiempo, crecemos, ganamos dinero y nos convertimos en alcohólicos”, “¿Sabes? Algunas veces me deprimes”, “Sí, soy muy bueno en eso”; “Les digo que esos hombres iban a matarnos. Iban a matarnos. Si no hubiese sido por Tom... Él es un héroe”; “¿Estás tan cansada de escuchar hablar de mí como lo estoy yo?”, “Nada de eso. Me gusta. Mira, tu foto está en los periódicos”, “Dios mío”; “¿Cómo se sintió cuando vio las pistolas con que le apuntaban esos asesinos?”, “¿Cómo me sentí?”, “Sí”, “No muy bien. No muy bien”, “¿No le sorprendió su propia reacción ante la situación?”, “Lo que hice fue... cualquiera lo hubiera hecho. Fue sólo... una cosa terrible”; “¿Les puedo ofrecer café a los señores?”, “Seguro, dame un café. Negro”, “Sí señor”, “Joey”; “Déjeme dejar una cosa clara para usted y para el Sr. Mulligan. Este es un buen pueblo. Tenemos buenas personas aquí. Nosotros cuidamos de nuestras buenas personas. ¿Me entiende?”; “No hay nada de qué preocuparse Sra. Stall. La he estado vigilando”, “Aléjese de mi familia, hijo de puta”, “No hay necesidad de usar ese tipo de lenguaje Sra. Stall”, “Escúcheme. No sé lo que quiere, ni me interesa”, “Debería importarle lo que yo quiero Sra. Stall. Porque yo quiero algo de su esposo. Algo que pudiera afectarla a usted. Algo que puede cambiar su vida”, “Mi esposo no lo conoce. Él no lo conocería. No conocería a alguien como usted”, “Oh, él conoce bien a Carl Fogarty. Me conoce íntimamente. ¿Ve? Este ojo no está completamente muerto. Todavía veo un poco. El problema es que lo único que puedo ver con él es a Joey Cusack”; “En esta familia no resolvemos los problemas pegándoles a las personas”, “No, en esta familia les disparamos”; “Casi te crees tu propia mentira, ¿verdad? Tratas tanto de ser este otro tipo que me duele verlo”; “¿Tienes algo que decir antes que te vuele la tapa de los sesos miserable?”, “Debí haberte matado en Filadelfia”; “Dime la verdad”, “¿La verdad?”, “Al menos puedes hacer eso, ¿no? ¿Puedes hacer eso? Por favor”, “¿Qué piensas que escuchaste?”, “No es lo que escuché. Es lo que vi. Vi a Joey. Te vi convertirte en Joey frente a mis ojos”; “Nunca esperé ver a Joey de nuevo”; “Tom es el que siempre ha sido. Eso es lo único que importa. Sam, ¿no ha sufrido ya bastante esta familia?”; “Todavía eres muy bueno matando. Eso es excitante”, “Richie”, “Es Richie, ¿qué me dices Joey? ¿Vas a venir a verme? ¿O tendré que ir a verte?”; “Estoy muy disgustado por que hayas desaparecido. Pudiste haber llamado. Pudiste enviar una postal por correo. Somos hermanos. ¿Qué crees que hubiera pasado?”, “Pensé que los negocios eran lo primero”, “Pues sí. Sí, lo sé. Lo sé”; “Oye... cuando sueñas, ¿todavía eres Joey?”; “Estoy aquí para hacer las paces. ¿Qué es lo que tengo que hacer para arreglar las cosas?”, “Supongo que pudieras hacer algo. Pudieras morir Joey”; “¿Cómo pudiste joder eso? ¡¿Cómo pudiste joder eso?!”; “Dios mío Joey”, “Dios mío Richie”.
CONSEJO: ir a verla.
domingo, noviembre 27, 2005
la historia a contar
TODO SUCEDIÓ EN ELIZABETHTOWN
Cameron Crowe (el director de “Jerry Maguire” y “Casi famosos”) tiene una peculiar habilidad para construir escenas cotidianamente intimistas. Personajes emotivos, con dimensión humana, que no pierden el buen humor, aún en las peores circunstancias. Antihéroes que enfrentan un dilema ético, en un mundo con una escala de valores bastardeada. Una pequeña dosis del perfecto optimista americano, al estilo “¡Qué bello es vivir!”. Seres que dudan, pero que se saben, en el fondo, buenos. Protagonistas que necesitan confirmar esa bondad, ante otros seres tan buenos como ellos. “Elizabethtown” (el título original del film) tiene algunas de esas pinceladas con el olor de tarta de manzana. Pero, Crowe comete un pecado fatal: no sabe que historia quiere contar. De pronto, en el mismo filme, se superponen dos o tres argumentos. Y como ninguno termina de imponerse al otro, la película hace agua.
Hay una primera historia, la más fuerte, las que nos parece que era la película a contar; podemos llamarla “enterrar al padre”. Drew está al borde del suicidio. Joven promesa que toca el cielo con las manos, diseñando el calzado deportivo de la próxima generación, se da cuenta que todos sus sueños derivaron en un monumental un fracaso y que ha malgastado sus últimos ocho años. Al borde de la renuncia y el ridículo, Drew prepara todo para despedirse elegantemente de este mundo. Entonces, suena su celular: su padre ha muerto. Pospone su suicidio y va a buscar el cuerpo de su padre, fallecido de un ataque cardíaco durante la visita a unos parientes en Kentucky, en el pueblo de Elizabethtown. Ese sería el núcleo de la primera historia. Un duelo que a la vez es un volver a la vida. Recuperar las mejores cosas de un ser humano: los afectos, la familia, la dignidad, el respeto de los otros. Rubros en los que un mejor o peor calzado deportivo, no parece encajar.
Historia dos: en el camino, Drew entabla conversación con un torbellino de vida, extrovertida, enérgica y provinciana, la azafata del vuelo, la bella Claire (lindo bomboncito Kirsten Dunst). Esta es la segunda historia: el amor como tabla de salvación, la auténtica razón para estar vivos.
Historia tres: una road movie por las carreteras norteamericanas, al ritmo del blues y el rock, en el viaje que Drew no pudo hacer con su padre en vida; lo hará ahora, llevando sus cenizas en una urna, en el asiento de al lado.
Historia cuatro: viejo pase de facturas, entre los parientes y vecinos que perdieron al mejor de sus hombres, seducido por esa citadina californiana (aunque viva en Oregon), que lo alejó del sencillo poblado sureño, para vivir en la ciudad. Ahora, recuperar el cuerpo, regresarlo a la ciudad para cremarlo, es la última herejía para esa población que no puede perdonar la afrenta.
Bueno, cuatro historias. Cada una puede ser una muy buena película, según como se cuente y se distribuyan los personajes. Juntos, son una mescolanza, y se nota. Por momentos, la película se eleva y aporta algunos diálogos notables. Por otros, se hunde sin remedio, con escenas francamente incomprensibles (por ejemplo, el discurso de Susan Sarandon, en el homenaje a su marido). Como agravante, Cameron Crowe se ha dejado tentar por Orlando Bloom como protagonista y eso ya es una cuesta muy difícil de remontar para cualquier guión. Una mención aparte para el pequeño papel de Alec Baldwin (como Phil) y para Bruce McGill como Bill Banyon otro personaje totalmente desaprovechado.
Escenas: el diálogo entre Phil y Drew; el primer diálogo entre Drew y Claire; la llegada de Drew a Elizabethtown; Drew contemplando el cadáver de su padre dentro del ataúd. Frases: “Soy difícil de recordar, pero imposible de olvidar”; “Hay una gran diferencia entre un fracaso y un fiasco”; “¿Qué tal una cremación parcial?”; “Los hombres ven las cosas dentro de una caja; las mujeres las vemos alrededor de un cuarto”; “Creo que he estado dormida la mayor parte de mi vida”, “Yo también”; “Cuando ellos dicen 'te afectará', puede ser en diez minutos o en diez años”; “He gastado tanto tiempo pensando en las respuestas a los problemas que olvidé cuál era, en realidad, el problema”; “Creo que todos deberían tomar un viaje de carretera, al menos una vez en la vida. Sólo tú y algo de música”; “Muerte y vida. Vida y muerte. Una puerta al lado de la otra. ¡Como si hubiera un pelo de distancia entre ellas!”; “¡Mucha atención con la 60B!”; “¿Sabes el modo que tiene la gente de verte por última vez? He comenzado a coleccionar esa clase de miradas”; “Quisiera tener la profunda belleza melancólica de todas las cosas que han ocurrido”; “Toma tiempo divertirse. Toma tiempo extraer lo divertido de la vida”; “La tristeza es más fácil porque es rendirse. Digo que hay que hacerse un tiempo para bailar solo, con una mano sobre la cabeza”; “En ese momento supe que el éxito, y no la grandeza, era el único Dios al que mundo servía”; “Siempre estás tratando de romper conmigo. ¡Y ni somos pareja!”; “¡Ah! ¡Eres un hijo de Mitch! (son of Mitch)”; “Sabes... me he convertido en una sustituta”; “Le enseño a mi hijo sobre las cosas que verdaderamente importan. Le enseño sobre Abraham Lincoln y Ronnie Van Sandt, porque ellos son igualmente importante en mi casa”; “No sé mucho sobre un montón de cosas, pero sé mucho sobre todo lo que sé: como son las personas”.
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
jueves, noviembre 24, 2005
Besson desganado 2
EL TRANSPORTADOR 2
Desde el momento que sacamos la entrada sabíamos, sin lugar a duda, que estábamos ante una película pochoclera. No le íbamos a pedir profundidad, vuelo poético, conflicto dramático, honda introspección del alma humana. Tiros, persecuciones, piñas, minas que rajan la tierra, villanos malos muy malos, un poco de humor, buena fotografía. Bueno, "El transportador 2" amaga con un comienzo para un pochoclo épico, con un buen planteo y algunos personajes que prometen. Pero entonces, en cuanto avanza el filme, el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen se olvida de esos personajes que prometían (el nena, la asesina a sueldo, la esposa del jefe), para caer en lo convencional, con tanto desgano que desluce esta segunda parte de una más que digna primera parte.
Jason Statham se mudó con su Audi a Miami. Es el chofer temporal del hijo del Secretario Antinarcóticos norteamericano, una suplencia que se complicará cuando una matón a sueldo intente raptar al chiquito, en un retorcido plan que es un tiro por elevación al padre del nene y a una convención internacional de secretarios antidrogas. Lo que no cuentan los tipos malos que el chofer es, nada más ni nada menos, que Frank Martin, que ya hizo volar edificios, coches y villanos en Europa.
Bueno, ya sé, no es Shakespeare. Pero tiene un par de elementos que prometen. Primero, la relación entre el niño y el duro. Un tipo que surte a cualquier muñeco que se le ponga enfrente, pero que hace malabares a la hora de no romperle el corazón a un niño al que le ha prometido protegerlo. Amén, la mamá del nene, rubiona bien torneada, en minifalda y ojos claros, ronda al chofer, un poco podrida del pavote del marido.
Y el villano, también promete, una máquina de matar desalmada, con cierto toque chic pintoresco. Anoten la descripción: una flaca de largas piernas sobre tacos rojos altos, abdominales marcados, pelo corto rubio furioso, rimel desteñido por las regaderas antiincendios, corpiño y bombacha rosa con vivos negros, ligas negras haciendo juego con las dos pistolas con las que baja ñatos sin ningún escrúpulo. La princesita que todo hombre sueña con presentarle a su madre, es Kate Nauta, modelo, con look europeo, a quien Bresson convenció para dar el papel de Lola, la ultravillana que se opondrá a Frank Martin, nuestro chofer de cabecera.
Con esos elementos, alcanzaba para dotar de acción y alma a una película pochoclo. Necesitábamos escenas de acción, autos que vuelan, tipos a los que fajar, tiroteos, el juego del gato y ratón entre Lola y Frank, hasta que nuestro héroe rescate al pibe y acabe con los malos. Nada que sorprenda a ningún espectador, pero efectivo.
Bueno, "El transportador 2" se mete en un berenjenal de la conspiración, de un ataque químico detrás del secuestro, de la participación de un personaje traído de la ventana (el comisario que perseguía / ayudaba a Frank en la primera parte) y de unas cuantas peleas sin ton ni son, alguna coreográficamente atractiva, pero para nada funcional a la historia. El pecado fatal: olvidarse de los prometedores personajes de la primera media hora de película.
Rescatamos una sola cosa de este barullo: el gaste de los franceses a los norteamericanos, devolviéndoles parte de "El código Da Vinci" y otros estereotipos del Gran País del Norte.
Escenas: la pelea de Frank con los matones, manguera mediante; el primer cruce entre Lola y Frank, en el consultorio del médico; los saltos con el Audi, por los techos de Miami; Lola lamiéndolo a Frank, prometiéndole placer si se encuentran en otra situación; la escena inicial, en la que Frank se saca el saco recién salido de tintorería, para surtir a una patota. Frases: "¿Cuál es la primera regla cuando se entra al auto de un hombre?", "Respeta el auto de un hombre y él te respetará", "¿Regla número dos?", "Saluda al hombre. ¡Buenas tardes, Frank!".
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
lunes, noviembre 21, 2005
el día después de la venganza
OLD BOY
La venganza puede tener un efecto positivo: el de mantenernos vivos. Catarsis del pasado, intento de no hundirse en la noche de la desesperación, la venganza es el último recurso para sobrevivir. Pero sólo para eso. Porque el día después de la venganza, cuando se ha saciado la sed de revancha, ¿entonces qué? ¿Cómo seguir? ¿Cómo volver a ser el hombre normal y enjaular al monstruo que nos sostuvo hasta la víspera?
Brillante película del coreano Chan-wook Park, ultraviolenta historia de una venganza (no tan simple, como parece a simple vista). Preferida de Quentin Tarantino cuando fue jurado de Cannes en el 2004 (y sólo pudo lograr que la nombraran mejor premio de la crítica), “Old boy” es una de las imperdibles de este año. Sí, hay mucha violencia en el filme. Pero si usted aguantó “Kill Bill” o “Tiempo de revancha” (y los que la vayan a ver “Old Boy” ya sabrán porque cito a este clásico argentino) sin vomitar, no me va a aflojar con esta película. Esto para tanto barullo de la crítica que termina alejando público, por un par de escenas de alto tenor, totalmente relacionadas con la historia que se está contando.
“Old Boy” es la historia de Daesu, un tipo común y corriente, con esposa e hijo, medio borrachín y peleador, que un día lo secuestran en la calle y lo dejan encerrado, 15 años, en una habitación de hotel, sin ver a nadie. Sólo un plato de comida, por una ventana a ras de suelo. Y una televisión, para estar al tanto de lo que pasa afuera. Tras quince años de absoluto aislamiento, rumiando a quién y qué le pudo haber hecho a alguien para recibir tal castigo, Daesu sale de su prisión. Y una vez en la calle, tendrá un solo objetivo: vengarse de su captor.
El guión de Jo-yun Hwang, Chun-hyeong Lim, Joon-hyung Lim y Chan-wook Park, basado en un animé, juega con un par de ideas brillantes. La primera, la esbozada al principio de esta crítica, lo saludable que puede ser la venganza para sobrevivir. Pero, también, que ese efecto benéfico se agota en la misma venganza. Después, el dolor está ahí, al acecho, para hacernos recordar lo que acabó con nuestra normalidad. Detrás, la otra idea que se enlaza con ésta, la necesidad del olvido para proseguir. Esa es la tesis final del film. El recuerdo como una forma de maldición.
Otra vez, en otra película de estos tiempos, la idea de eliminar los recuerdos, la postulación de que somos el resultado de nuestras memorias. Cuan seductora parece ser la idea del olvido como mecanismo de conversión personal. Eliminar, aquí o allá, algún recuerdo en particular, para ser otros, para seguir vivos, aunque ya no seamos los mismos. Olvidar, porque no se puede continuar con la conciencia de lo revelado.
Un corolario que sobrevuela el filme: la previsibilidad del vengador.
Un detalle de guión: la liberación de Daesu empieza con un suicida, la primera escena del filme, sostenido por la corbata de caer desde la altura. Esa escena es un espejo de otra situación, clave para comprender el laberinto de venganza que hay detrás de la prisión de Daesu. Eso es de buen guión. Un suicidio metafórico de otro suicidio real.
Mención aparte para el elenco, de primerísimo nivel, con dos figuras destacadas: los protagonistas centrales, Min-sik Choi como Daesu (su máscara es increíble) y Ji-tae Yu como el enigmático Woojin Lee.
Escenas: la pelea de Daesu con el martillo frente a una banda, filmada sin cortes; Daesu comiéndose un calamar vivo; la escena final, en la nieve, entre Daesu y Mido; el diálogo final entre Daesu y Woojin Lee; el flashback de Daesu, subiendo escaleras de una casa, laberinto como símbolo de la memoria; la hormiga gigante sentada en el subte.
Frases: “"No quiero decirle que me deje ir. Sólo dígame, ¿por qué, OK? Déme una razón, al menos"; "La televisión es un reloj y un calendario. Es tu escuela, hogar, iglesia, amigo y amante"; "Escribí sobre todo la gente con la que peleé, molesté y lastimé. Fue tanto un diario de prisión como una autobiografía de mis pecados. Creía que había vivido una vida promedio, pero había pecado demasiado”; “Aún cuando no sea peor que una bestia, ¿no tengo el derecho a vivir?”; “Ríe y el mundo reirá contigo. Llora y llorarás solo”; “Dije que quiero algo vivo”; “Quién no es importante. Por qué es importante. Piensa en eso. Revisa tu vida. Desde que terminó la escuela, es tiempo de hacer tus deberes. ¿Correcto?” Ten esto en mente: ‘Sea un grano de arena o una roca, ambos se hunden del mismo modo’”; “Más tarde. Cuando esté realmente lista más tarde. Lo juro por mi vida que lo estaré. Esa canción, “El rostro que extraño”, en tu diario, es la señal. Cuando la cante, entonces estaré lista. Cuando verdaderamente ocurra, podría resistirme otra vez en el calor del momento. Pero no importa lo que pase, no te detengas. Sólo hazlo”; “Las hormigas, ¿las ves aún? ¿Las sientes del mismo modo? Sí, si estás solo ves hormigas. La gente muy solitaria que conozco, alucinaron con hormigas alguna vez. Yo creo que es porque las hormigas se mueven en grupos. Sabes, creo que la gente muy solitaria piensa en las hormigas. Aunque yo no”; “¿Quieres llamarla? ¿Que vayamos juntos a su tumba?”, “No, no hasta después de matar al bastardo primero”; “¿Cómo es la vida en una prisión más grande, Oh Daesu?”; “Quiero cobrarme por los quince años. Cada uno que te arranque, envejecerás un año. ¿Estás listo para hablar?”; “Quien tenga tipo de sangre AB que levante la mano”; “Me he convertido en un monstruo. Cuando mi venganza termine, ¿volveré a ser el viejo Daesu?”; “Oh Daesu, lo ves, hablas mucho”; “¿Quién es Mido? Esa chica que grita por nada”; “Tienes hasta el 5 de julio. ¡Oh, no! Te quedan sólo cinco días”; “Asesinaré a cada mujer que ames, hasta el día que mueras”;
“Quieres matarme, pero no sabes porque te apresé. Quieres torturarme, pero sabes que me mataré primero. ¿Buscas venganza o la verdad?”; “Buscar venganza es la mejor cura para alguien que ha sido herido. Trata. La pérdida de estos 15 años, el dolor de perder tu esposa y tu hija, no puedes olvidar todo eso. Una vez más, la venganza es buena para tu salud. Pero… ¿qué sucede después que te has vengado? Estoy seguro que el dolor escondido posiblemente regresará. Toc-toc ¿Estás ahí, Daesu? Daesu, hace mucho que no te veo”; “¿En serio dijo que me mataría?”, “Sí”, “¿Por qué me amas? Daesu”, “¿Qué?”, (CANTANDO) “Me pregunto donde está mi amor, esta noche tan solitaria, las palabras ruedan por nuestros ojos, puedo sentir sus manos, tantas noches han pasado, pero mis sentimientos por ti no han cambiado. Lágrimas salen de mis ojos. Pero hay una cara que extraño”; “¿Crees que Mido ya se ha enamorado de Daesu, verdaderamente?”; “Daesu, en verdad duele. Pero lo estoy aguantando. Debes saberlo”; “Me has encerrado por 15 años, ¿por decir qué? ¿Qué tan grande fue el crimen?”; “No puedo terminarlo, porque buscar venganza se ha convertido en parte de mí”, “¿Sabes cuál es la verdadera razón por la que no puedes recordarlo?”, “Dímelo”, “Sólo lo olvidaste. ¿Es aburrido? Pero es la verdad. Sólo lo olvidaste. ¿Por qué? Porque no era tu problema”; “Una palabra puede embarazarte; una palabra puede enamorarte”; “Tu más grave error no fue fallar al encontrar la respuesta. No puedes encontrar la respuesta correcta, si la pregunta está equivocada. No era ‘¿Por qué Woojin me encerró?’ si no, ‘¿Por qué él me liberó?’”; “He cometido un terrible pecado”; “Gracias por escuchar una terrible historia hasta el final”; “Cuando suene la campana, otra vez, el Monstruo girará y caminará. Cada paso suyo, envejecerá un año. Cuando el Monstruo alcance los setenta, morirá. No te preocupes. Será una muerte pacífica. Ahora, buena suerte”; “Te amo, Daesu”.
CONSEJO: imperdible. Ir a verla.
viernes, noviembre 18, 2005
podando malezas
EL JARDINERO FIEL
De una novela de John le Carré, un guión de Jeffrey Caine (con un pequeño papelito en la película, como el sirviente del club), esta nueva película del brasileño Fernando Meirelles tiene todo el fulgor estético de "Ciudad de Dios" y su misma levedad temática. Detrás del vistoso envoltorio, la historia no atrae, no termina enganchando, pese a que tiene todos los elementos para hacer un thriller de denuncia, de gran nivel. Más allá de sus rebusques técnicos y de una fotografía espectacular, "El jardinero fiel" deja la sensación de haber asistido a un ejercicio de marketing, a un meditado despliegue del director para demostrar su habilidad, más que para hacer brillar la historia que está contando.
Justin Quayle es un diplomático de rango inferior, en la delegación británica en Kenya. Su esposa, la bella Tessa, es activista de Amnesty International. Siempre ha tratado de mantener separada su carrera diplomática del trabajo de su esposa. Pero Tessa ha dado con algo muy grande: un estudio clandestino que la industria farmacéutica está desarrollando, con la complicidad de la embajada británica, utilizando a los pobres de Kenya como económicos conejillos de indias. Ese mundo que Justin ignora (siempre atento a cuidar sus plantas y confiar en las leyes), se le revelará brutalmente cuando su esposa Tessa sea asesinada.
El guión de Jeffrey Caine trabaja con innumerables flashback que cortan la sucesión lineal de la historia, fragmentada en dos bloques principales. El primero, la investigación de Tessa, hasta su muerte; el segundo, la investigación de Justin sobre la muerte de su esposa. Los sucesivos flashbacks proporcionan información que aclara la línea del presente, lo que ocurre desde la muerte de Tessa. Pero, a los efectos del suspenso, hay información que está de más en esa primera mitad. Como espectadores, rápidamente sabemos que Tessa se ha involucrado en una investigación que compromete al gobierno británico y que su asesinato no ha sido pasional, sino político. A partir de allí, la única duda es saber qué es lo que estaba tapando la embajada inglesa.
Parecía mejor, desde el punto de vista del guión, ocultar información al espectador, adoptando el punto de vista del protagonista. La primera mitad, contar el romance de Justin, su amor por la emprendedora activista, describir las diferentes naturalezas (la creencia de Justin en la ley y en las instituciones; la paranoia militante de Tessa). La muerte de Tessa debe cortar en dos al filme. Desde esa muerte, empieza la investigación de Justin, ante un lado oscuro que no quiere reconocer: su esposa lo engaña con otro hombre, el doctor Bluhm. A medida que Justin empiece a bucear en los papeles privados de su esposa, esta desilusión cede ante la otra versión: en realidad, Tessa ha sido asesinada por su investigación. Y, entonces, Justin pasa a ser el fiel amante que exige justicia y que demuestra, en esta conclusión, la fuerza de voluntad y el arrojo que desconocía tener, el ímpetu feroz y la sed de justicia que supo contagiarle Tessa.
Ese simple escamoteo de información hubiera contribuido a aumentar la tensión del filme, sin necesidad de alterar la línea del tiempo. Los idas y vueltas en la trama no parecen justificarse conceptualmente. Esta historia pudo ser contada linealmente, sin perder ni un gramo de interés. Entonces, ¿para qué cambiar el orden natural de la flecha del tiempo?
"El jardinero fiel" cuenta con un gran elenco, entre los que se destacan Ralph Fiennes y Rachel Weisz (hermosísima, antológico desnudo con panza de octavo mes de embarazo), con varias otras caras británicas conocidas (Bill Nighy, Pete Postlethwaite, entre otros). El guión no proporciona parlamentos brillantes para que se destaquen especialmente los protagonistas. Lo de Weisz está un escalón por arriba de todos. Sorprende el barullo mediático en torno a Fiennes con rumor de una nominación al Oscar por este trabajo; lo hemos visto en mejores interpretaciones para tal entusiasmo.
Aunque pueda parecer cool y moderno, la cámara inquieta, los colores pastosos de la fotografía de César Charlone (uruguayo, residente en Brasil, compinche de Meirelles), los saltos en la historia, los contrastes entre la pobreza de Kenya y la naturaleza desoladora, los grandes planos generales y la iluminación cortante, confunden más de lo que aportan. Hay una gran historia atrás de todo eso, no del todo explotada. Es más: a la película le sobran minutos, por ese derroche visual que sirve a la hora de una publicidad, pero no del cine.
Para tener una idea que no todo es imaginación de le Carré, esta historia está basada en un hecho verdadero, ocurrido en Nigeria, donde un laboratorio probó, clandestinamente, drogas experimentales, con resultados nefastos para los pacientes.
Escenas: la visita de Justin y su amigo a la morgue; el discurso final en el funeral; la charla entre Justin y el Dr. Lorbeer; la charla entre Justin y Sir Pellegrin, en el restaurante; la escena en la que Justin conoce a Tessa. Frases: "Algunas cosas inmundas pueden encontrarse bajo las rocas. Especialmente en jardines extranjeros"; "Yo creía que los espías sabían todo", "Sólo Dios sabe todo. Y trabaja para el Mossad"; "No estamos matando gente que no fuera a morir, de todos modos. Mira las cifras de mortalidad, por Dios".
CONSEJO: esperar al video. Aunque esa fotografía, se disfruta en pantalla grande.
lunes, noviembre 14, 2005
el tema es la memoria
CÓDIGO 46
Michael Winterbottom es uno de los directores más creativos de las islas británicas. Vimos, a fines del año pasado, "Manchester, la fiesta interminable" y en el cable puede verse en estos días "En este mundo" o "Bienvenido a Sarajevo". La variedad temática de su filmografía lo ha llevado a la orilla de la ciencia ficción urbana, con cierta reminiscencia de la escuela soviética, filmada con muy poco, en un futuro no del todo lejano. Interesante, aunque lenta; con muchas ideas corriendo en simultáneo, no del todo correctamente ensambladas. El resultado no es óptimo, es cierto. Pero tiene más de una idea para rescatar, un ejemplo de cómo contar una historia en el futuro, usando la arquitectura actual, sin recreaciones digitales complicadas.
Metáfora de la globalización, en el mundo del futuro de "Código 46", las ciudades se dividen en un Afuera y un Adentro. Los que están Adentro (un adentro frío, gris, mecanizado, pautado) deben justificar su pertenencia con unos papeles, una cobertura. Los que están afuera, en el desierto ocre, entre los desechos y las rutas interminables, se apiñan en las entradas para conseguir un pase, una cobertura, hacia ese Adentro ideal. William es un investigador de la Esfinge, la organización que confecciona esos papeles. Experto de la intuición, William viaja a Shanghai a investigar la falsificación de una cobertura. Y, vaya sorpresa, conocerá a una mujer de la que se enamorara completamente. El problema: comparten más del 50% de sus genes y el intercambio de material genético (sexo mediante) les está, legalmente, prohibido.
El guión de Frank Cottrell Boyce (autor de "Millones") está contado desde el relato en off de la protagonista. La fotografía sucia y el despliegue de la sólida pareja central, Tim Robbins y Samantha Morton, sostienen el relato, que presenta más de un bache, más de una morosidad que afecta el resultado final. Un hallazgo del guión es el uso de un inglés corrompido por otros idiomas, consecuencia de una globalización que ha dispersado a la población de un modo hostil.
Pero el ambiente de degradación ecológica y parcelación geográfica de esa proyección del futuro, no es la base de la historia. Es apenas el contexto, el mundo en el que se mueven los personajes. La historia central bucea en un tema que está convirtiéndose en un lugar común en el cine de los últimos tiempos: la memoria. Nuevamente, los recuerdos como el soporte físico de lo que somos; la posibilidad de borrar la neuroquímica de la memoria, como una metáfora de la entropía cósmica, esa disolución en la nada que implica vivir. Si no hay una inteligencia paralela, una entidad fuera del Universo que todo lo sepa y todo lo registre: ¿cómo se puede certificar que alguien ha existido? Si borrarnos de la memoria fuera un mero hecho mecánico, ¿qué queda, entonces? ¿quién se conmueve por nuestras acciones, qué validez tiene nuestra existencia? Es el sonido del árbol que cae en un bosque desierto.
Tal vez por allí haya que buscar porque la trama no ajusta del todo. El tema principal se diluye, entre los inventos futurísticos (como los virus, inoculados para hablar en chino o tener empatía) y la arquitectura contextual (Shanghai, Dubai, India, las locaciones del filme). Faltó trabajar más la historia, presionar más sobre los personajes y la tesis central del filme. Pese a eso, no deja de tener su interés temático.
Escenas: antológica la escena de sexo entre María Gónzalez (inoculada por un virus para que su cuerpo rechace a William) y éste, resuelta casi enteramente con un primer plano sobre el expresivo rostro de Samantha Morton; la secuencia del sueño en tren de María; los parlamentos en los que William "adivina" los pensamientos de los interlocutores.
Frases: "Artículo 1. Cualquier ser humano que comparta el mismo grupo genético nuclear con otro ser humano es considerado como genéticamente idéntico. Las relaciones de uno son las relaciones de todos"; "Si los padres sabían que estaban relacionados genéticamente antes de la concepción, eso se considera una violación criminal del Código 46"; "Hoy es mi cumpleaños, hoy pasaré la última estación. Si me quedo dormida, llegaré a mi destino. Si quiero, puedo descubrir mi destino esta noche"; "¿Estás seguro que es él? Yo creo que podría ser ella", "Yo pienso que no", "¿Tienes pruebas?", "No necesito pruebas. Me está pagando por la intuición"; "¿Tienes hijos?", "Sí", "Chico o chica (en español)", "Chico", "Apuesto que es especial", "Es especial", "Todos los niños son especiales. Te hacen preguntarte de dónde viene la gente común y corriente"; "Si tuviéramos bastante información podríamos predecir las consecuencias de nuestras acciones. ¿Que querrías saber? Si besara a esa chica, si hablara con ese hombre, si tomara ese trabajo, me casara con esa chica o robara aquel papel. Si supiéramos lo que pasaría, ¿Daríamos ese primer paso?"; "¿Puedes extrañar a alguien que no recuerdas? ¿Puede un momento o experiencia desaparecer completamente? ¿O se queda siempre en algún lado esperando ser descubierto?"; "La dieta, el clima, el ambiente, un accidente, cirugía, las estrellas, Dios. No somos prisioneros de nuestros genes"; "Mi nombre es María González, tengo un problema de acceso. Tengo un dedo nuevo y necesita ser recodificado"; "Lo siento", "Está bien. No es tu culpa. Es viral. La Esfinge te dio un virus", "¿Como qué? ¿Un virus anti-William?", "Es involuntario, es como la adrenalina. Cuando le temes a algo, tu cuerpo se prepara para escapar", "No te tengo miedo", "Lo sé, pero tu cuerpo sí", "Quiero que me hagas el amor. Hazme hacerte el amor"; "Estoy reportando una violación del Código 46", "¿Cuál es su ubicación? ¿Cuál es la dirección?" "168, Shada Perrera", "Por favor, espere allí", "Aquí estaré"; "Fui exiliada porque traté de engañar a la Esfinge. Me dejaron mis memorias. No les importa qué piensan quienes están afuera. ¿Por qué molestarse? Para ellos, es como si no existiéramos"; "Te extraño"; "Dígame algo sobre usted. Cualquier cosa".
CONSEJO: esperar al video.
viernes, noviembre 11, 2005
lo que pude ser
CAUTIVA
Como ópera prima es más que auspiciosa. La voluntad de Gastón Biraben de contar una historia ya tantas veces contadas en el cine de la restauración democrática, desde otro lado, escuchando otras voces, resistiéndose al panfleto o a la bajada de línea, debe ser reconocido. También, más allá de cierto acartonamiento y artificialidad en algunos parlamentos, vale el propósito de enfrentar esta historia con métodos clásicos, con un relato lineal, casi de manual. Estos no son puntos menores para un debutante y debe ser valuado. No obstante, "Cautiva" queda en el umbral de una muy buena película. Desecha oportunidades dramáticas valiosas y recurre al personaje secundario que ingresa por la ventana de la trama, cuando debía circunscribirse a los actores básicos: Cristina, sus supuestos padres, su verdadera abuela, su padrino. Allí estaba todo. En ese nudo dramático. Todo lo demás, confunde y desordena. No pertenece a la historia.
"Cautiva" es la historia de Cristina, una chica normal, aplicada y tranquila, que estudia en un colegio de monjas del conurbano. La quieren sus padres, su padrino, sus amigas, todo parece augurar un destino calmo y exitoso. Pero, una tarde, un secretario de un juzgado federal se presenta en la escuela y la llevan a Tribunales. Un juez le dice que sus padres no son sus padres; que su nombre es Sofía y que es hija de desaparecidos de la dictadura y que la mujer que espera fuera, es su verdadera abuela.
A partir de este planteo, se desarrolla la historia. Cristina recorre el arco desde la negación hacia la aceptación, la búsqueda sistemática de su pasado y la pregunta de quién es ella, verdaderamente.
El relato se desenvuelve con mucha corrección, sin innovar ni sorprendernos. También, y ese es el punto más flojo, sin animarse a sondear en los sentimientos de los personajes. La película queda teñida de ese tono mudo e inexpresivo con el que Bárbara Lombardo creó su rol, un vacío que más que hablar de las vacilaciones de la protagonista, parece revelar cierta confusión a la hora de qué estamos contando.
Pese a que el guión de Biraben se anima a mostrar el otro lado, los padres raptores, sin caer en el estereotipo del fascista promedio al que fue muy afecto cierto cine militante, tampoco va más allá. No debió terminar la historia sólo en el diálogo final entre Cristina y sus apropiadores, sino que ese enfrentamiento debía ser el nudo central, el conflicto clave, el momento en que Cristina pide la verdad que le fue negada, a esos seres que ama y que sigue amando, la ocasión de echar luz a lo que se ha tapado en tantos años. Y allí se pierde una oportunidad única, un auténtico pecado, imperdonable, que debió aflorar con sólo haber trabajado un poco más el guión: el enfrentamiento entre Cristina / Sofía con su padrino, el principal responsable. ¿Por qué Biraben se pierde ese cruce, ese encuentro fundamental? No lo sabemos y creemos que debió ser uno de los puntos cumbres de la posible película.
¿Cómo debió ser ese enfrentamiento? ¿El del pedido de perdón? ¿El de la negación? ¿El de la vergüenza? Esa es una elección del guionista. Recordemos el brillante diálogo en "Magnolia", del padre que ha abusado de su hija y que, muchos años después, agonizando de un cáncer terminal, confiesa la verdad a su esposa. Cuando se lo enfrenta a la verdad, de si ha abusado sexualmente de su hija o no, él no contesta ni sí ni no. Sólo dice "no sé". La verdad que no puede ser dicha, que sale a la luz y no puede ser aceptada, aunque ya no sea un secreto para nadie.
Tal vez allí esté un tema para desarrollar, una línea que trasciende la historia directa de la protagonista: lo que no se dice. Lo que nadie se atreve a decir. Tanto en los apropiadores, como en los familiares de los desaparecidos, como en los amigos de Cristina / Sofía. La metáfora de una sociedad con graves problemas para enfrentar y analizar la realidad. Una comunidad que prefiere la táctica del avestruz: diferir la revelación.
Al guión de "Cautiva" le falta una mejor presentación de personajes, más escenas sobre la vida previa de Cristina, el día antes, saber cómo se relacionaba con su hermana, su madre, su padre, su padrino y sus amigas. Ese bagaje previo hubiera dado mayor relieve dramático al momento de la revelación, del cambio de vida.
Aún estamos esperando del cine argentino, un análisis psicológico más profundo del lado de los apropiadores. Un examen que no se conforme con repetir lo políticamente correcto, sino que bucee en esos claroscuros del ser humano, esa posibilidad de torturar a alguien, asesinarlo, quedarse con su hijo y amarlo al punto de dar la vida por él. Esa siniestra dualidad del alma humana que trasciende categorías políticas e históricas. El demonio y el ángel que habitan en cada uno, la delgada línea que separa al bien del mal. En eso falla "Cautiva" que termina siendo un filme digno, pero sólo uno más. A esta altura, tras casi 30 años de la dictadura, uno debe exigirle algo más que la mera descripción al cine nacional; uno debe exigirle el análisis. Nos seguimos quedando con "Potestad", como la más ingeniosa y valiosa, desde el punto de vista dramático, de estas miradas a la pesada herencia que nos ha dejado la dictadura.
"Cautiva" debe sobrellevar, además, el duro peso de actuaciones muy limitadas (pese a los nombres que integran el elenco), interpretaciones monocordes, sin variaciones, que no dan ninguna posibilidad de sobrellevar las debilidades de diálogos sin brillantez. La excepción y el recuerdo para Susana Campos, tempranamente apartada de la historia, quizás por los problemas de salud que tuvo que afrontar en la filmación de ésta, su última película.
CONSEJO: esperar al video.
viernes, noviembre 04, 2005
¡aguante dinosaurio!
EN BUENA COMPAÑÍA
¿Se acuerdan de "Cosa de hombres", esa película que pasó por las pantallas locales hace un año, más o menos? Bueno, "En buena compañía" me hizo acordar a esa película. Porque es un buen ejemplo de cómo la propaganda previa puede bombardear a una película, cuando el espectador va creyendo que verá una cosa y se encuentra con otra. Para el público que haya visto los avances publicitarios, creerá que "En buena compañía" es una comedia graciosa de un padre celoso porque la nena se ennovia con su propio jefe, no sólo más joven que él sino que lo ha desplazado de su cargo. Error. No es una comedia y la principal historia que cuenta "En buena compañía" no es esa. Es una historia de dinosaurios. De dinosaurios que resisten en tiempos de globalización, fusiones y flexibilidad laboral. En una época de cretinos, los dinosaurios resisten porque saben porqué motivo están aguantando. En una era de inmoralidad, un viejo le enseña a un joven, el camino: buscá un sentido a tu vida.
El guión de Paul Weitz (director del filme) fluye con una mirada agridulce, con mucho cariño hacia esos personajes que batallan en medio de un mar de cínicos, imbéciles e infames. El peso existencial de Dan Foreman, el padre de familia, con dos hijas y otra criatura en camino, el jefe correcto y leal, el hombre noble, el esposo dedicado, el héroe cotidiano que afronta la incertidumbre de un tiempo en que seres normales como él, son mirados con desprecio y sarcasmo. Enfrente, Carter Duryea, subido al tren del yuppie competidor, que cree tocar el cielo con las manos a los 26 años. La felicidad se logra al volante de un Porsche.
Entonces, te llevan por delante en el primer cruce y el mundo que Carter Duryea se confeccionó a pulmón, se derrumba como un castillo de naipes. Y ante el padre ausente, Carter tiene a mano el guía, el padre putativo, el maestro que abre la puerta y señala el camino. Dan Foreman, el hombre sencillo, le enseñará, sin pretenderlo, que hay un mundo afuera de las paredes frías de las grandes corporaciones, que hay gente detrás de conceptos como "adquisiciones", "sinergia" y "promociones cruzadas" y que nada define más a un hombre que en aquello en lo que cree, en aquello que ama.
"En buena compañía" tiene un elenco muy sólido, una buena elección de casting, en que, paradójicamente, su máxima estrella, Scarlett Johansson, es la más floja. (Ojo: la más floja, no la más babita. Para el almanaque del taller mecánico, nos quedamos con esa minifalda caminando por Nueva York). La historia se sostiene en Dennis Quaid (un actor muy bueno, con poca prensa, pero con muy buenos trabajos) y en Topher Grace. Un apunte lateral para los pocos momentos de Marg Helgenberger, la investigadora top de "CSI". Anoten otro punto para la banda de sonido, sobre todo el tema de presentación, de David Byrne, "Glass, concrete & Stone" que resume parte de la tesis del film.
Escenas: la escena de Foreman en el restaurante, sorprendiendo a Carter con Alex; la escena en la que Foreman le contesta al gran Teddy K. (un pequeño pero notable parlamento de Malcom McDowell); la charla entre Dan y Kalb, el cliente remiso a publicitar en la revista; la charla final entre Dan y Carter.
Frases: "Mi yerno me dijo que era un dinosaurio", "No olvides que los dinosaurios gobernaron la tierra durante millones de años. Debieron de haber hecho algo bien"; "¿Quieres decir que estoy despedido?", "No, todavía no"; "¿Qué tipo de experiencia tienes en venta?", "Para serte honesto Dan, no mucha", "¿Cuánta?", "Ah... Mmm... ninguna", "Ninguna. Eso no es mucho", "Pero aprendo rápido Dan"; "Kate, quiero tener hijos contigo", "Pero yo no quiero tenerlos contigo. Ni siquiera sé si quiero tener hijos. Te lo dije en nuestra segunda salida"; "Pensé que estabas bromeando"; "La respuesta es... sinergia"; "Creo que tienes el potencial para ser un excelente colaborador", "¿Excelente colaborador? Carter, veo las ganancias para ti de tenerme como colaborador, pero... ¿A esta altura de mi carrera qué gano yo siendo un excelente colaborador?", "Bueno, algo que ganas a esta altura de tu carrera siendo colaborador, es que puedes mantener tu trabajo"; "Eres... un tipo demasiado honesto", "No. En verdad no. Sólo cuando estoy contigo"; "A veces me pregunto eso. Quizás mi vida empiece a decaer a los 26. Quizás todo es loma abajo a partir de aquí"; "Firme aquí, aquí y aquí. Ya tiene una segunda hipoteca", "Firme ahí, ahí y ahí. Ya es oficial. Está divorciado"; "¿Qué diablos le voy a decir a mi señora Dan? Ya ella lleva los pantalones. Ahora va a llevar también la corbata y el saco"; "Es extraño, a veces te ves decepcionado con tu carrera, y eres tan exitoso", "No, no estoy decepcionado... mi carrera es casi lo único que tengo en la vida. Eso y un Porsche chocado"; "Eres una mierda", "Dan, yo la amo", "¿Qué?", "Te amo", "¿La amas? Ella es mi hija. Está en la universidad. Es una estudiante. Tuve que hacer una segunda hipoteca para que pudiera ir. Hace tres años todavía usaba aparatos en los dientes", "Lo siento", "Este tipo... ¿Tenías que acostarte con él?"; "Mensaje de la administración: Viene Teddy K"; "¿Qué es lo que estamos
construyendo aquí? ¿Es una compañía o es un país sin fronteras nacionales? Una nueva democracia para el consumidor. Una nueva democracia con nuevos electores"; "...yo ...no estoy seguro que entienda que porque el mundo está cambiando, debamos cambiar la manera de hacer negocios. Todavía estamos vendiendo un producto que esperamos que alguien necesite. Somos seres humanos, y para otros seres humanos, o clientes. No veo cómo esta compañía pueda ser un país independiente. Que vendamos diferentes cosas no quiere decir que debamos operar por nuestras propias leyes. ¿O sí? Además, los países... al menos los democráticos... tienen ciertas obligaciones con sus ciudadanos. ¿No es así? ¿Cómo se relaciona eso con los despidos y las metas?"; "Ha hecho excelentes preguntas. Excelentes preguntas. Me alegra que las haya hecho"; "¿Vas a sacar la cara por él? ¿Por este perdedor? Piensa bien lo que haces porque puedes terminar como él", "Creo que eso estaría bien"; "Carl lo que necesitaba ver era a un viejo, golpeando a un joven de la mitad de su edad"; "¿Sabes qué es lo mejor de todo? Que va a ser bueno para su negocio"; "¿De veras crees en esto, verdad?", "Por supuesto que sí. ¿Si no, por qué lo haría?"; "No sé que es lo que quiero hacer con mi vida. Quiero que eso signifique algo para mí. Igual que esto significa algo para ti. ¿Crees que estoy siendo estúpido?"; "No. No... creo que eso está bien"; "Eres un buen hombre. No te pierdas"; "Cansado porque estoy corriendo. No. Estoy afuera. Corriendo afuera de verdad".
CONSEJO: se puede esperar al video. Puede ser una segunda buena opción en cine.
miércoles, noviembre 02, 2005
marcando la "Z" de "¡Pochoclo!"
LA LEYENDA DEL ZORRO
Bien pochoclo, estrictamente pochoclo. Su principal virtud y su fatal falencia. Más allá del discurso post 11/9 (que por momentos roza el delirio y la xenofobia), "La leyenda del Zorro" se disfruta por dos motivos principales: el escote de Catherine Zeta-Jones y un puñado de escenas de acción. En el medio hay que soportar a Antonio Banderas y a la galesa de pechuga generosa, dos lindos guachos, pero de madera a la hora de transmitir una emoción en la pantalla. Súmese un guión que se complica innecesariamente, al que le falta brillantez a la hora del metamensaje.
Diez años después de "La máscara...", don Alejandro de la Vega y su señora esposa Elena son un matrimonio modelo, con un hijo, el pequeño Joaquín. Pero detrás de la fachada pública, la pareja atraviesa una crisis: la doble vida de Alejandro (chancho burgués terrateniente de día; Zorro justiciero de noche) le roba tiempo necesario para su familia. Hasta ahora, Elena lo ha soportado, con la promesa de que el Zorro colgará el antifaz cuando California vote para incorporarse a la Unión y reine la paz y la libertad. Fuerzas ocultas intentan frustrar el noble propósito del pueblo de convertirse en algo así como el non plus ultra de la perfección, i.e., un estadounidense. El Zorro se verá tentado a perder el camino y dejarse llevar por el peso del personaje, poniendo en riesgo su familia.
Bueno, esa es la excusa argumental. Pero al guión de "La leyenda..." le falta grandeza, mayor entidad para contar algo más de lo que está contando en primer plano. No desentona, se deja ver y, es más, se disfruta en más de un momento. Pero es de esas clases de películas que se quedan en la puerta del cine cuando uno sale.
Para destacar, los dos malvados, Nick Chindlund, como McGivens y Rufus Sewell como el conde Armand. Sigan de cerca a esos dos actores (al primero lo vimos en "X-files" y "CSI" entre otras) porque se imponen a los tibios Banderas y Jones.
Una referencia cinéfila que dejo picando. La escena de Antonio Banderas, borracho sobre Tornado, apoyado contra la pared, ¿no les hace recordar idéntica escena en "Cat Ballou" (1965) con Lee Marvin y Jane Fonda?
Escenas a destacar: la secuencia inicial; la secuencia de Tornado sobre el techo del tren (una joya, antológica); el baile en lo de Armand, con Banderas borracho bailando-recriminando a Zeta-Jones; la escena del granero incendiándose y el Zorro eludiendo enemigos con un bebé en brazos.
CONSEJO: se puede esperar al video. Si es muy fanático, vaya; pero no se va perder nada si espera. (Bueno, a Catherine, pero para eso está Internet, que tanto).