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críticas chatarras

martes, noviembre 29, 2005

el monstruo dentro de uno 

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UNA HISTORIA VIOLENTA

Uno de los lugares comunes de David Cronenberg (“La mosca”, “Videodromo”, “M. Butterfly”, “Crash”, “Almuerzo desnudo”) es la mutación del cuerpo en otra cosa, el terror primitivo de la conciencia presa en una cárcel de carne que se convierte en una entidad que nos repele, nos asquea, nos asfixia. Cuando se anunció “Una historia violenta”, un filme por encargo inspirado en un cómic, nos preguntamos cómo se las arreglaría Cronenberg para montar su cosmos creativo en un entorno realista. No nos falló: el tema del monstruo dentro de uno está presente. Pero con una variación: la mutación se plantea a un nivel psicológico.

Tom Stall es un hombre común de un pueblo común. Maneja un bar, en un poblado del medio oeste norteamericano. Tiene dos hijos, una bella esposa abogada, respetado por su comunidad. Una noche, dos sádicos delincuentes entran a su bar y amenazan con matar a sus empleados y amigos. Tom los mata. Se convierte en el héroe local. Pero la fama de su valiente acción se difunde por los medios. Pocos días después llega al pueblo un hombre que cree reconocerlo, de otra vida y en otra ciudad. Joey. Joey Cusack. Un asesino con cuentas pendientes de la mafia de Filadelfia.

El brillante guión de Josh Olson (inspirado en el cómic de John Wagner y Vince Locke, que sólo sirvió como punto de partida para esta historia) tiene dos niveles de acción. En la superficie, esa historia del hombre acosado por su pasado o una confusión; debajo, la fuerza dramática de una violencia latente, profundas corrientes de los protagonistas en pugna. Cada tanto, esas fuerzas subterráneas explotan, en encuentros breves pero violentos.

Ante tanta violencia coreográfica a lo Tarantino (la estupenda “Old boy” es un buen ejemplo), Cronenberg contrapone otro tipo de violencia, una violencia cotidiana, de entrecasa, más brutal porque se acerca a la real. Las luchas, los disparos, los encontronazos, no están filmados en cámara lenta, con enfoques estéticos o sangre de plástico. Son topetazos documentales, bordes irregulares sobre la carne partida. Por eso, sin ser una película particularmente violenta o sádica, tiene un clima de violencia muy alto, que nos llega, por el contraste con el contexto sereno en el que se inserta.

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“Una historia violenta” baraja un par de ideas interesantes para comentar. La primera, la tesis central del filme, hasta qué punto uno puede cambiar, cuál es la oportunidad que una persona tiene de redimirse, de abdicar de su propia naturaleza para convertirse en otro. ¿Hay una chance para la salvación? El filme lo responde en la última escena: la única redención posible está en la aceptación de aquellos seres que nos aman.

Una segunda línea, es la descripción del mecanismo de violencia, jugado en espejo en dos personajes, el principal, Tom y su hijo, Jack. ¿Es posible apartarse de la violencia, convivir con otros sin ejercerla? No, si pretendemos proteger a aquellos que amamos. En algún momento (sea en un bar o en el pasillo de un colegio) debemos oponernos a otro, a aquel que quiere lo que nosotros tenemos (una propiedad, un amor, el respeto o nuestra propia dignidad).

Pero entonces (y allí está el acierto del filme), ¿cuándo parar? No es tan sencillo como apagar o prender un mecanismo (lo expresa un personaje en un momento de la película): prendido, Joey; apagado, Tom. No. Cuando el monstruo se libera, debemos vivir con él, durante todo el tiempo, durante toda la vida. Acecha dentro de nuestra piel, listo a liberarse en la primera oportunidad.

¿Quién somos entonces? ¿Joey? ¿O Tom? Los dos. Los dos en el mismo espacio. Y ese lado oscuro deberá convivir con quienes amamos. Porque, justamente, también somos eso que nos atormenta.

Otra idea de “Una historia violenta”, ya fue sugerida en el final de “Río Místico” por Clint Eastwood, la sorda violencia subterránea de una comunidad “normal”. El pueblo de Tom Stall parece el paraíso en la tierra. Un lugar donde todos se conocen y se protegen, donde el mal no parece prosperar. Pero, apenas se rasga la superficie, se descubre que esa comunidad tampoco está exenta de violencia, sino que se administra en un nivel inferior, en un segundo plano discreto. Está allí, en el pibe prepotente y compadrón que hostiga a Jack o en el comisario que detiene al mafioso que visita al pueblo para advertirle que ese pueblo protege a los suyos. Detrás del idílico edén, se adivina otra forma de violencia, distinta a la irracional urbana, pero no menos hostil.

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Para sostener esta historia de tal nivel de sutileza (lo que ocurre, ocurre debajo de la superficie, se desprende de las acciones de los personajes en forma no explícita), se necesita una descomunal labor del elenco. Y Cronenberg contó con un exquisito reparto, pilares de esta brillante película. María Bello (una de las primeras doctoras de “ER”) se destaca especialmente; sirva de paradigma la segunda escena de sexo (antológicas las dos, un buen ejemplo de cómo mostrar la evolución de un personaje sin parlamentos), en la que expresa la atracción y repulsión, al mismo tiempo, por ese lado oscuro que ha descubierto en el hombre que ama. (Para el Monumento a la Baba, Bello con uniforme de porrista, sin duda).

Interesante lo de Viggo Mortensen. Gran parte del filme, su papel es casi inexpresivo. Pero no por limitaciones actorales, sino porque lo exige su personaje. Es el hombre que simula ser lo que no es, que está conteniendo sus pasiones, su propia naturaleza. En los picos de explosión de Tom Stall (cuando aparece Joey Cusack), desborda su emotividad. En un solo momento, Tom Stall demuestra emoción: en la última escena. Y no es casualidad que eso pase justo en ese último plano, con lágrimas en los ojos, que cierra la película.

Otros dos interpretaciones notables: la de Ed Harris (solidísimo actor, de lo mejor que tenemos en el cine actual) y la breve, pero memorable, participación de William Hurt. Antológicas, para guardar.

Escenas: las dos escenas de sexo, mencionadas; el primer encuentro en la cafetería entre Fogarty y Tom; la última escena del filme; el diálogo entre Richie y su hermano; el abrazo de Tom (con la cara ensangrentada) y su hijo (mención aparte: obsérvese, en esa escena, como esa mirada mezcla dolor y el orgullo, por reconocer en su descendencia, su misma naturaleza latente); la escena en la que Fogarty confronta a Tom, en su casa.

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Frases: “¿Qué ocurre mi niña?”, “Papá”, “¿Sí? Papá está aquí”, “Había monstruos”, “No cariño, los monstruos no existen. Sólo tuviste una pesadilla”; “Vi unos monstruos Jack”, “¿Monstruos?”, “¿De qué tipo?”, “No lo sé. Salieron de mi closet y se escondían en las sombras”; “Recuerdo la primera vez que me di cuenta que estabas enamorada de mí. Lo vi en tus ojos. Todavía lo puedo ver”, “Por supuesto que puedes. Todavía te amo”, “Soy el hijo de puta más afortunado del mundo”, “Eres el mejor hombre que he conocido. No hay suerte en eso”; “Con el tiempo, crecemos, ganamos dinero y nos convertimos en alcohólicos”, “¿Sabes? Algunas veces me deprimes”, “Sí, soy muy bueno en eso”; “Les digo que esos hombres iban a matarnos. Iban a matarnos. Si no hubiese sido por Tom... Él es un héroe”; “¿Estás tan cansada de escuchar hablar de mí como lo estoy yo?”, “Nada de eso. Me gusta. Mira, tu foto está en los periódicos”, “Dios mío”; “¿Cómo se sintió cuando vio las pistolas con que le apuntaban esos asesinos?”, “¿Cómo me sentí?”, “Sí”, “No muy bien. No muy bien”, “¿No le sorprendió su propia reacción ante la situación?”, “Lo que hice fue... cualquiera lo hubiera hecho. Fue sólo... una cosa terrible”; “¿Les puedo ofrecer café a los señores?”, “Seguro, dame un café. Negro”, “Sí señor”, “Joey”; “Déjeme dejar una cosa clara para usted y para el Sr. Mulligan. Este es un buen pueblo. Tenemos buenas personas aquí. Nosotros cuidamos de nuestras buenas personas. ¿Me entiende?”; “No hay nada de qué preocuparse Sra. Stall. La he estado vigilando”, “Aléjese de mi familia, hijo de puta”, “No hay necesidad de usar ese tipo de lenguaje Sra. Stall”, “Escúcheme. No sé lo que quiere, ni me interesa”, “Debería importarle lo que yo quiero Sra. Stall. Porque yo quiero algo de su esposo. Algo que pudiera afectarla a usted. Algo que puede cambiar su vida”, “Mi esposo no lo conoce. Él no lo conocería. No conocería a alguien como usted”, “Oh, él conoce bien a Carl Fogarty. Me conoce íntimamente. ¿Ve? Este ojo no está completamente muerto. Todavía veo un poco. El problema es que lo único que puedo ver con él es a Joey Cusack”; “En esta familia no resolvemos los problemas pegándoles a las personas”, “No, en esta familia les disparamos”; “Casi te crees tu propia mentira, ¿verdad? Tratas tanto de ser este otro tipo que me duele verlo”; “¿Tienes algo que decir antes que te vuele la tapa de los sesos miserable?”, “Debí haberte matado en Filadelfia”; “Dime la verdad”, “¿La verdad?”, “Al menos puedes hacer eso, ¿no? ¿Puedes hacer eso? Por favor”, “¿Qué piensas que escuchaste?”, “No es lo que escuché. Es lo que vi. Vi a Joey. Te vi convertirte en Joey frente a mis ojos”; “Nunca esperé ver a Joey de nuevo”; “Tom es el que siempre ha sido. Eso es lo único que importa. Sam, ¿no ha sufrido ya bastante esta familia?”; “Todavía eres muy bueno matando. Eso es excitante”, “Richie”, “Es Richie, ¿qué me dices Joey? ¿Vas a venir a verme? ¿O tendré que ir a verte?”; “Estoy muy disgustado por que hayas desaparecido. Pudiste haber llamado. Pudiste enviar una postal por correo. Somos hermanos. ¿Qué crees que hubiera pasado?”, “Pensé que los negocios eran lo primero”, “Pues sí. Sí, lo sé. Lo sé”; “Oye... cuando sueñas, ¿todavía eres Joey?”; “Estoy aquí para hacer las paces. ¿Qué es lo que tengo que hacer para arreglar las cosas?”, “Supongo que pudieras hacer algo. Pudieras morir Joey”; “¿Cómo pudiste joder eso? ¡¿Cómo pudiste joder eso?!”; “Dios mío Joey”, “Dios mío Richie”.

CONSEJO: ir a verla.

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