viernes, septiembre 11, 2015
frases de “Terapia en Broadway”
Nosotros creemos en el viejo dicho de que los hechos nunca deben interponerse en el camino de una buena historia. Creo en los finales felices. Y es lo único que tiene sentido para mí.
¿Quién necesita ver programas sobre embarazos adolescentes y niñitos viviendo hacinados gritándose el uno al otro? En mi barrio, eso era un día como cualquier otro.
Claro que siempre pensé que el hombre que cambiaría mi vida sería poderoso como Marlon Brando o brillaría como Cary Grant. U olería a cuero usado como James Dean. Nunca pensarías que sería solo un tipo que luciría como un tipo cualquiera, tan jodido como el resto de nosotros.
Me crié en Brooklyn con mis padres. Lo cual era difícil, ya sabes. Dejaron de creer en los finales felices hace mucho tiempo.
Pero él tenía un millón de ideas y le prometía a mi mamá que solo era cuestión de tiempo hasta que tuviera un éxito. Así que ella consiguió empleo en un salón, lavando cabello. Y esperaba… y esperaba... Ya han pasado veinte años y sigue lavando cabello.
-¿Entonces los rumores son ciertos? Realmente eras una...
-¿Una musa?
-¿Una qué?
-Una musa.
-¿Eso existe?
-Sí. Al menos para mí. Mis clientes eran en su mayoría almas perdidas. Completamente sin magia. Así que mi trabajo era insuflarles vida nuevamente.
Nadie puede decirte cuál es tu lugar en la vida. ¿Cuál es mi lugar? ¿Dónde está el lugar de nadie? ¿Quieres saber dónde está? Donde seas feliz es tu lugar. Y solo tú puedes decidirlo. En Central Park, por ejemplo, hay gente que le da nueces a las ardillas. Pero si a alguien le hace feliz darle ardillas a las nueces, ¿quién soy yo para decirle locas a las ardillas?
¿Podrías besarme otra vez? ¿Antes de los 30 mil?
Digo, este hombre.. esta hermosa persona… sólo quería cuidar de mí. Por mí... Y así lo hizo. Y cambió mi vida en un minuto de Nueva York.
-Creo que sentí algo por él que nunca había sentido por nadie antes.
-¿Amor?
-Gratitud.
Me inspiró como yo inspiraba a mis clientes. Incluso una musa necesita una musa.
¿Una obsesión? Bien, ¿puedo decirle algo de mi experiencia? Las obsesiones no son emergencias. Te acompañan toda la vida. Así que mejor acepte que esto va a estar con usted por un largo tiempo. O lo supera o lo enfrenta, ¿bien? Así que si gusta llamarme durante horas de oficina, está bien. Trabajo los lunes, martes, los miércoles por la mañana no, o sea, justo ahora. Los jueves por la mañana no. O sea: mañana. Así que puede llamarme esta tarde, mañana por la tarde o el viernes durante todo el día, ¿bien? No me moleste con estupideces. Por favor, es un hombre adulto. ¡Madure!
¿Qué te pasa hoy? ¿Alguien se orinó en tu cereal?
Eso es. Isabella. Y lo acortaste a Izzy. Quiere decir que estás cortando tu lado dulce porque Isabella es tan dulce e Izzy es tan duro. Ahí ya tienes un atisbo de tu personalidad.
Pero no puedo hablar sobre mis pacientes. No puedo hablar de mis pacientes... ¡porque es privado!
¿Ves cómo sí funciona la terapia? Es como... como un reloj suizo. ¡Qué fabuloso! Ya no necesitas más terapia. Hemos terminado. Cómprate un perro grande. Son muy buena compañía. Felicitaciones, Izzy... Isabella. Te has graduado.
-¿Quieres las noticias malas? ¿O las malas, malas? ¿O las malas, malas, malas?"
-Dios mío, ¿hay más? Está bien. Dame la mala noticia.
-El condón se rompió.
-No...
-Sí.
-Y la noticia mala, mala, es que estoy embarazada.
-¡Dios!
-Sí...
-Bueno, supongo que seré tía... No es tan malo.
-Bueno...
-¿La noticia mala, mala, mala?
-¿Sí?
-Dios... ¿Qué? Dime.
-Es de tu Fred.
Y a propósito, no creo que esta chica, aunque sea atractiva, valga la pena de ser una obsesión. Especialmente para un Juez casado que juzga a otros humanos. Yo no soy prejuiciosa, ¡pero es sencillamente estúpido!
-¿Le gustaría cenar conmigo esta noche?
-¿Qué clase de comida come?
-¿Le gusta la italiana?
-No está mal.
-¿Entonces?
-Muy bien. Me cambiaré el tampón.
Como decía, estoy harta de los artistas. Siempre te decepcionan. Sólo denme un hombre de negocios. El salir con este dramaturgo... escriben obras… no piensan en la vida ellos...
Todos parecen estar confundidos esta noche. Debe ser el tiempo.
¿Qué es esto? ¿Un taxista existencial?
-Ya que nos conocimos bajo circunstancias específicas. Y él no me debía nada.
-Especialmente no la verdad.
Estoy cansada de esta ropa ajustada. Tengo que comprarme un traje holgado o algo así. Es eso o una liposucción.
¡Ardillas a las nueces!
-El unicornio, verás, era un símbolo para la mujer. Y esto viene de una época en que las mujeres eran tratadas como muebles.
-¿Como ganado?
-No, muebles. Quiere decir que eran lo que quisieran los hombres que fueran.
-O sea, ¿como ahora?
Con Arnold la satisfacción del dinero fue para ambos. Pero con Josh, creo que fue el primero que creyó en mí.
Está bien. Sucio, a veces. ¡Pero no viejo!
Mi inglés no es tan rápido.
-También te gustan las prostitutas. Igual que a mi esposo.
-No. Es porque no puedo tenerte. Él te tiene a ti.
¡Jesús, es el ascensor más rápido que haya visto!
Bueno, de alguna forma, sí. Me llegan mucho las historias de las mujeres. Soy algo así como un feminista...
Esto fue el tope. Y ahora me retiro. De la habitación... del hotel... de esta obra... ¡de mi vida!
Existen esas noches, cuando llegas a casa y no hay nadie a quien llamar. Y no queda vodka que beber. Y no hay nada en la TV aparte de esos estúpidos infomerciales. Y estás solo contigo mismo. A eso se refieren cuando hablan del terror. Porque todo lo que quería era estar envuelta en los brazos de alguien. En los de cualquiera. Incluso los de un extraño. Odio... odio estar sola. Pero cuando lo estoy, me miro en el espejo y me digo a mí misma lo que Audrey Hepburn una vez dijo: “Creo en el rosado. Creo que la risa es el mejor quemador de calorías. Creo en besar. Besar mucho. Creo en ser fuerte. Incluso cuando todo parece andar mal. Creo que las chicas felices son las más bellas. Y creo que mañana será otro día. ¡Y creo en los milagros!”. Creo en los milagros. Eso... funciona cada vez.
-Quiero que vengas aquí y que me beses.
-¿De alguna manera en particular?
-Vendada y con las piernas cruzadas.
-¿Qué tal vendada con las piernas abiertas?
Esta mujer ha sido contratada para acostarse con varios de aquí. Dos de los cuales conozco. Ahora, probablemente con tres.
Si no dejas ir a tu pasado, oprimirá tu futuro.
-¿Así que las críticas de la obra fueron así de buenas? Creía que habían cerrado en una semana.
-Sí... Digo, el problema fueron las esposas de Long Island. No querían pasar su gran noche afuera con una dama de compañía. Quieren leones bailarines. Quieren mormones cantantes, sabes… van al teatro para escapar.
Es irónico, ¿no? Pero aún había una pizca de magia esperándome. Un tipo en el público, sentado detrás de mi madre, dueño de un estudio cinematográfico. Y el resto es historia.
Y Delta se enamoró de un sujeto nuevo. Un científico de cohetes. Está en la luna con ese tipo.
Es el único en el planeta que ama las películas más que yo.
jueves, septiembre 10, 2015
el toque lubitsch
TERAPIA EN BROADWAY
data: http://www.imdb.com/title/tt1767372
BILLY WILDER: ¡Dios mío, Lubitsch se ha ido!.Burbujas de champagne estallando en el paladar; vaivén de un vals aferrado a la cintura de una rubia platino; brisa fresca soplando en la frente de un mediodía primaveral de sol; abrir la ventana del balcón y volar; barrilete remontado en el zaguán de un edificio de rentas de principios del siglo XX.
WILLIAM WYLER: Lo peor de todo no es que se haya ido Lubitsch, sino que ya no veremos más películas suyas.
claqueta.es
Indefinible. El toque Lubitsch. Ese estilo ligero, inteligente y sutil de las comedias del judío alemán Ernst Lubitsch que llegó a Hollywood escapando de los nazis e impuso algo tan indefinible como tangible, un clima que permitía evadir el código de censura y sonreír con el cerebro. A películas como “Ser o no ser”, “Ninotchka”, “El bazar de las sorpresas” o “El diablo dijo no”, le rinde culto Peter Bogdanovich con “Terapia en Broadway”. Y el resultado es una ligera comedia, amable, irónica, liviana y graciosa, con diálogos brillantes y personajes deliciosos. Y es el testimonio, también, a un tipo de cine extinto, una manera de filmar que sólo puede practicarse como ejercicio arqueológico.
Películas como “Terapia en Broadway” sólo pueden practicarse desde la vereda de la referencia cinéfila, del pacto tácito con el espectador de proponerle: “¿Dale que vamos a hacer una película como las hacía Lubitsch?”. Esa proposición es muy diferente a hacer una película con el toque Lubitsch, implica una imitación que opera como tributo, como homenaje. Pero que a la vez es la prueba fehaciente de que no se puede hacer en serio una película como las que hacía Lubitsch hoy en día. Básicamente, porque hubo una mutación del espectador cinematográfico tal que hace imposible que se vea hoy una película de este tipo con la inocencia de la primera vez. El espectador contemporáneo (con una media semanal de historias audiovisuales superior a la del pasado) anticipa este tipo de tramas, descree de la verosimilitud de estas historias, juzga el espesor psicológico de los personajes. El espectador actual ha pagado el precio de la pérdida la inocencia. Disfruta menos del acto cinematográfico. Cada vez se necesitan piruetas más complicadas, más audaces, más retorcidas para llamar su atención. El estilo Lubitsch converge hoy a lo naif.
Como cita cinematográfica, “Terapia en Broadway” funciona. Sonreímos, nos dejamos llevar con los idas y vueltas de los personajes, revueltos por el azar en un incestuoso cortejo. A la gracia del guión del propio Bogdanovich y Louise Stratten, lo potencial un elenco con mucho carisma, que juega con mucha eficiencia este juego a lo Lubitsch. Imogen Poots brilla como la protagonista central, la chica de Brooklyn que pasa de prostituta a estrella de Hollywood (alter ego de la Muñequita de Lujo de Audrey Hepburn). Agreguen los momentos de Jennifer Aniston en un papel delicioso (una psicóloga más pirucha que sus pacientes). Y un elenco surtido que acompaña como Kathryn Hahn, Owen Wilson, Rhys Ifans y los cameos de Cybill Shepherd y Richard Lewis.
Pero atención: “Terapia en Broadway” funciona si el espectador se digna a firmar este pacto de suspensión de la incredulidad inicial y acepta el juego de ver una comedia a lo Lubitsch. Y el contrato se firma en la escena final con la fugaz aparición de Quentin Tarantino y del segmento de “Clunny Brown” de Lubitsch. Esa es la rúbrica, la confesión de parte del director, del juego que juega Bogdanovich y al que nos invita a jugar, sentados con sus juguetes, en su patio de celuloide y luz proyectada.
Aquellos que se tomen en serio la historia que cuenta “Terapia en Broadway”, dejando de lado toda la cinefilia que contiene, la despreciaran. Porque se quedan con una sola dimensión de una película que está planteada, desde el principio, como una película con más de una capa.
Amantes del juego: no la dejen pasar. Resto, abstenerse.
Mañana, las mejores frases.
sábado, septiembre 05, 2015
frases de “Mia Madre”
-¿Por qué a Sandro le gusta tanto filmar en medio de los golpes. ¿Por qué?
-Quizás porque en el montaje tienes más planos.
-No has entendido. ¿El querría ser el policía o el obrero? ¿Le gusta pegar o ser pegado?
-¿Cómo se te ha ocurrido hacer un film sobre las personas que pierden su puesto de trabajo?
-No es una película triste.
En este lugar son todos muy inteligentes. Necesitan a alguien un poco más estúpido para elevar la moral.
Vittorio, ¿no tienes un mínimo de dignidad?
¿No puedes animarte a veces a ser un poco alegre?
No te das cuenta de las heridas que provocas a quienes te quieren. En algún momento te aburres, no te importa más nada y las cancelas de tu vida.
-Me gustaría ver a la actriz que interpreta el personaje.
-¿Cuál?
-¿Cómo cuál?. ¡Tú! No debes desaparecer como persona. Debes ser la obrera. Pero al lado. También debes ser tú. ¿Entendido?
-No se entiende si el problema es el corazón o los pulmones. Ha dicho muchas cosas confusas la doctora.
-Ha dicho que no se sabe cuando sucederá... pero que podría suceder pronto.
-Nos hizo entender que pueden existir mejoras.
-Mamá se está muriendo.
¡Adiós, Peppino De Filippo! ¡Doctor Antonio!
-Pensaba haber visto todos los films de Kubrick. ¿Cuál es el la que rodó con Barry?
-Ninguno. Barry no ha trabajado con Kubrick.
Más envejeces, más piensan que eres estúpida. En cambio entiendes más. Porque piensas...
Hoy en día el público nos pide un compromiso diferente, un cine que no sea sólo de entretenimiento sino que sea capaz de influir en nuestra realidad.
Me molesta la retórica. “SI NO COMBATES YA HAS PERDIDO ¡FUERZA MARIO!”. Esas banderas las ponen los amigos y parientes. Me molestan esas frases. No son verdaderas. Y no le sirven a nadie.
Lucrecio, Tacito... ¿qué le sucederá a todos esos libros después? Llenan toda una pared en la casa de mi madre. ¿Qué se hará de todos esos años de estudio, de trabajo... todas esas horas... esos días? La visito... pero no sé más que hacer.
No sé como ayudarla. Ni siquiera puedo distraerla. Soy sólo una carga para ella.
El director es un idiota al cual ustedes le permiten hacer todo.
-Al comienzo del año, ha estudiado poco.
-Ha tenido ese momento tan difícil. Ahora le está pasando.
-¿Pero qué?
-Estaba enamorada.
-¿Ah,si? ¿Y de quién?
-¿No lograron encontrar caras reales?
-¡Son caras reales! Son las caras que están alrededor. La realidad es esto, aquí.
-Ésta será tu realidad. Pero el film es mío. Deberían elegir mejor.
¿Pero se pueden decir estas cosas? ¿Esto se llama escribir? ¡Este diálogo es una mierda!
¡Es el último film que hace! ¡Ojalá fuera cierto!
¡El cine es un trabajo de mierda! ¡La actuación es una pérdida de tiempo! Quiero irme de aquí. ¡Quiero volver a la realidad!
-¿No tienes que decirme nada? ¿Has pensado en nosotros dos?
-Vittorio... yo estoy rodando un film.
-No te das cuenta de nada... las personas te evitan. Te toman en pequeñas dosis,
porque no es bueno estar contigo. Tampoco te va bien en el trabajo. Siempre arruinas todo y arruinas a los demás.
-Ésta fue siempre mi forma de trabajar.
-No. Ésta es tu manera de vivir. Tú vives así. Y obligas a quién te ama a vivir así.
-¿Cómo es posible? Que el film sea un poco en colores y un poco blando...
-¿Blando? ¿Pero cuál film?
-El que están dando en la televisión.
-La televisión está apagada.
-¿Sí?
-“El actor debe estar cerca del personaje”. ¿Qué quiere decir?
-No lo sé. ¿Qué quiere decir? Algo que digo a los actores hace años. No sé incluso si los actores lo han entendido. No sé si lo he entendido yo.
Llevémosla a casa, Giovanni. Si debe suceder, si tiene que morir... es mejor que sea en su casa ¿no?
-Si quieres ir, suspendemos. Dime tú.
-No. Espera.
-¿Seguimos adelante?
-Sí. ¡Acción!
-¿Mamá?
-¿Sí?
-¿En qué estás pensando?
-En mañana.
viernes, septiembre 04, 2015
las dos caras de Moretti
MIA MADRE
data: http://www.imdb.com/title/tt3013610/
Varias veces, durante la filmación de la filmación, Margherita (el personaje de Margherita Buy, el alter ego de Nanni Moretti) le pide a su actor un inentendible actuar una acción pero, al mismo tiempo, quedarse al costado del personaje, para dejar ver al actor. En un parlamento cerca del final, Margherita reconocerá que no sabe lo que quiere decir cuando le pide eso a un actor. Es una buena reseña del cine de Moretti: su pulsión de permanecer en escena en desmedro de lo que está contando. En algunos parlamentos de “Mia Madre”, nos da la impresión que Moretti sobrestima el poder del cine sobre la realidad. Cree, con conciencia progresista, que la ficción puede cambiar el mundo. La muerte de su madre lo torna con la certeza de lo infundada que es esa creencia. La vida es lo suficientemente miserable para que ningún acto artístico la emparde. El artista apenas distrae al espectador por unos momentos, acto de ilusión para hacerle creer que la vida es mejor de lo que es. Ésa es la única función del arte. Ilusionarnos por un rato. Sólo por un rato.
Moretti efectúa un acto catártico en celuloide. Cuando estaba filmando la también fallida “Habemus Papam” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2011/09/aparta-de-mi-ese-caliz.html), falleció su madre. Moretti elabora ese duelo con este filme, poniendo a Margherita Buy en el lugar del director y se reserva el papel del hermano de la directora. Suele ser un mal camino hacer una película para examinar las penas de nuestra vida. “Mia Madre” no es la excepción.
Moretti lidia con dos planos: el emotivo, las sensaciones que depara la agonía de su madre (las arrugas de una mano; la imposibilidad de moverse; los momentos oníricos; la resignación ante lo inevitable) y la retórica de la función del cine. La primer estructura es la mejor parte de la película, agrupa las escenas más logradas. Pero cuando Moretti logra meterse en el corazón de la historia y nos muestra la emotividad de sus personajes, retrocede un paso, asustado de mostrarnos que es un intelectual que siente. Se refugia en esas flojas escenas del rodaje de una película con sentido social que se cae a pedazos, con un actor como John Turturro soberbio pero prescindible en esta historia, con los monólogos monocordes del director. Es muy fuerte el desnivel entre estos dos planos del filme. Todo lo que logra con uno, lo pierde con el otro.
Por momentos, Moretti da la sensación de que intuye que todo acto artístico es inútil, que no hay nada que pueda evitar la muerte. Pero en su credo progresista, repite fórmulas vacías para convencerse que el arte tiene alguna función social. Puede repetir, como en la conferencia de prensa que da Margherita, que hay una misión del artista. Pero el paso del tiempo va mostrando como esa certidumbre no deja de ser un prejuicio burgués, una superstición de intelectual de izquierda, un acto de fe, voltereta dada en el vacío.
La única certeza es el fin de todo lo que nos rodea. La muerte, la soledad, la decrepitud y las carencias de nuestros cuerpos. Y cualquier elaboración intelectual es pretenciosa ante esa evidencia. Eso es lo que evita Moretti. Ése es el hecho sobre el que no se atreve a reflexionar. Moretti abre la puerta. Ve los elementos dispersos de la trama. Señala el corazón latiente. Pero se queda en el umbral. En la confortable seguridad del umbral, para ser más precisos.
Incompleto, sobrestimado pero sincero, el cine de Moretti no da más que esto. Tómelo o déjelo. Para algunos críticos es la cima de la cinematografía. Creemos que está en una loma, elevada pero no tanto en el panorama general.
De “Mía Madre”, amén de algunas escenas bien logradas, nos quedamos con la mirada de Margherita Buy.