viernes, diciembre 30, 2011
frases de “Oranges and Sunshine”
No quiero asesoramiento. Quiero saber quién soy.
No padres, no guardianes. Sólo un par de cientos de niños. Nos enviaron lejos.
Margaret, somos trabajadores sociales. No existe eso de hacer lo correcto.
Significa que a veces estás haciendo lo correcto y, a veces, oprimes al pobre con los valores de la clase media de un gobierno reaccionario.
A veces uno sólo esta cansado.
-Hubo una vez en que yo tenía un hermano.
-Entonces, ¿dónde está?
-Australia.
“Sólo eran niños” dijo Jack. Un gran barco lleno de niños de 5 a 13 años, todos enviados a Australia.
-No tenemos ninguna otra información.
-Entonces, ¿quién sabría?
-¿Por qué no le pregunta eso a su propio gobierno? Ellos son los que enviaron a los niños para allá.
-Disculpe, ¿es usted Vera Wilson?
-Ésa soy yo. ¿Cómo puedo ayudarte, mi amor?
-Me preguntaba si podría hablar con usted en privado. Es algo personal.
-Yo te puedo contar. ¿De qué se trata?
-Se trata de su familia.
-¡Oh, Dios mío! Sabía que ibas a venir un día. Eres tú, ¿verdad? Eres mi bebé.
-No, Vera, soy una trabajadora social.
-¿Por qué nunca he oído hablar de esto? ¿Por qué nadie ha oído hablar de esto?
-No creo que alguien estuviese realmente interesado.
Me casé, sabes. Tengo tres hijos. Nunca supe qué me pasaba, sabes. Yo pienso en mi madre todo el tiempo. Pero nunca pude hablar de ello. ¿Cómo se puede hablar de alguien de quien te dicen que no existe?
Yo estaba en casa de los niños en el Reino Unido. Sólo tenía diez años. Este hombre de traje, él vino a verme y me dijo: “¿Te gustaría ir a Australia? El sol brilla cada día”. Que viviría en una casa blanca, montaría a caballo a la escuela y podría arrancar naranjas de los árboles para el desayuno. Cuando yo no dije nada, dice: “Bueno, tu madre está muerta, ya sabes. Así que bien podrías...”.
Todo tipo de organizaciones benéficas diferentes planearon estos esquemas. Iglesias, comunidades. Los niños de medios desfavorecidos enviados afuera para una vida mejor en las colonias.
El plan se ejecuta desde el siglo XIX hasta (no lo vas a creer) 1970. Pero hubo una ola de migraciones a Australia entre mediados de los ‘50 y mediados de los ‘60.
¡Oh, Merv! Tengo los nombres de cientos de personas en mi maleta. Todos quieren saber quiénes son.
¿A quién le pregunto? ¿Por dónde empiezo?
-Me dieron el nombre equivocado.
-Te habían dado el nombre equivocado. Por eso está tomando tanto tiempo encontrar tu certificado de nacimiento.
-¿Entonces, que nombre debo usar? ¿Quién soy yo?
-Tú eres la misma persona.
-Pero tengo el nombre equivocado.
-Estás utilizando un nombre diferente del nombre en tu certificado de nacimiento.
-¿Cómo era ella? ¿Qué aspecto tenia?
-Déjame pensar. Se veía un poco como tú, en realidad.
-¿Tiene alguna idea de cuánta angustia han causado a hombres de edad avanzada que sólo buscaban lo mejor?
-Estoy escuchando mucho acerca del dolor causado a los hermanos. Nadie está hablando de la angustia causada a los niños que se supone estaban a su cuidado.
-No sé sobre el hombre sentado frente a mí. Pero estoy segura de que hay un niño herido en algún lugar dentro de si que me agrada mucho. Sólo vamos a tener que tomar el tiempo para encontrarlo.
-¿Y cómo sé que usted está calificada para ello, Sra. Humphreys?
-Va a tener que crear su propia opinión, Sr. Connolly. Y va a tener que confiar en mí.
-Bueno, la verdad es que, nuestras madres formaron parte de todo, ¿no? No nos caímos de nuestros cochecitos y volamos lejos como Peter Pan, ¿o si? No. Nuestras madres no nos querían. Y por eso que estamos aquí. ¿No es esa la verdad?
-No. La verdad es en realidad mucho más complicada en la mayoría de los casos.
-No, ella no me quería. Ella me puso en un hogar de niños. Bueno, eso está bien. Solo vamos a ponerle una cara a la vieja y querida.
-Mire, señora Humphreys, he pagado mis deudas. He suministrado a los hermanos las herramientas de granja a través de mi compañía. He hecho donaciones a los Hermanos Cristianos. He pagado mis deudas.
-¿Sus deudas? ¿Qué les debes?
-Oh, no. Mira, me criaron, me dieron de comer, me vistieron, lo que sea… Y lo he pagado todo de vuelta.
-No veo cómo un niño de ocho años de edad, que trabaja para cultivar su propia comida, que tiene un par de pantalones cortos, una camisa y sin zapatos, pueda decir que esté acumulando deudas.
-Bueno, nadie puede decir que les debo algo.
-No, no creo que usted lo haga. Pero tal vez ése es el monstruo que vive en su cabeza. No me gusta la idea de alguien caminando con un monstruo así en la cabeza.
Me temo que esto no servirá. Estoy aquí para dar a alguien una noticia muy importante. Para que se acuerden de este día el resto de sus vidas. ¿Me puede mostrar algo más?
-¿Has encontrado a mi madre?
-Sí.
-Llegamos demasiado tarde. Está muerta, ¿verdad?
-Sí, lo está. Sí.
-Uh... ¿Cuándo murió?
-El año pasado.
Señora Humphreys, nadie está sugiriendo, por un minuto, que la gente que ustedes representan no hayan sufrido. Pero esto tiene que ser colocado en su contexto histórico.
Estas personas fueron deportadas como niños, niños pequeños, que han sido privados de su familia, su identidad. Tienen que encontrar las familias que perdieron.
Tenemos que ser capaces de decirles a estos niños... bueno, ahora adultos... que están a salvo.
Usted dice que está hablando como una madre. Pero, por favor, tenga cuidado de su propia familia en lugar de meterse en todo esto. Quiero decir, ¿cómo es posible entender las circunstancias reales de estos niños desafortunados? Ellos vivían en barrios marginales. Eran hijos de borrachos y degenerados…
El hecho es que esto pudo haber sido sólo un episodio doloroso de la historia. Pero no hay ganancia en jugar el juego de la culpa.
Se trata de un cheque. Puede llenarlo con la cifra que quiera. Usted decide. Usted puede tener eso o puede tener mi lealtad. No me importa cual. Mientras estemos a mano.
-Creo que hay stress post-traumático.
-Lo siento pero eso es una tontería. No me pasó nada de lo que les haya pasado a ellos.
-Absorber el dolor de otras personas es un stress por si mismo.
No puedo parar. No hay nadie más.
Treinta años estuve trabajando en esa taberna. Y nunca supe que tenía una hija. Ella estaba realmente interesada en mí al venir a mi fiesta de jubilación pero no sabíamos lo que le íbamos a decir a la gente. Y luego, Bill dice (Bill es uno de los habitués): “¿Quién es esta jovencita encantadora, Vera?”. Él es uno de los más antiguos, ves, así que yo dije: “Ésta es mi hija, Bill. Mi hija Charlotte”. Y dice... ni siquiera parpadeó… “Ella se parece a ti”. Se podría decir. Cualquiera podría decirlo. Y allí estábamos en frente de todos ellos. Juntas. Madre e hija. Te digo, Margaret... fue el momento más feliz de mi vida. Las dos… simplemente... nos sentimos completas. Al fin no falta nada.
Usted es una mujer difícil de entretener, Sra. Humphreys.
-No, pero tienes razón en que... no es real. Porque usted no ha estado allí, ¿verdad? Usted ha oído hablar de nuestra infancia pero no has tocado nuestra infancia. Porque no has estado allí.
-¿Dónde?
-En Bindoon. Estoy, eh... te estoy pidiendo que vengas a Bindoon conmigo.
-Míralo desde aquí primero. ¿Es lo que esperabas?
-Yo no sabía que iba a ser tan grande. Y no sabía que iba a ser tan hermosa.
Construimos la estación de la cruz. Pero ¿quién fue crucificado, eh? Dime eso.
Tú sólo pensabas: “No soy nada ahora. Nada en absoluto. Quién va a... ¿Quién va a cuidar de mí? ¿Quién va a cuidar de mí? Soy un Don Nadie”.
¿Los he molestado, hermanos? ¿Los he asustado? ¿A que le pueden tener miedo?
Unos hombres adultos como ustedes…
Uno piensa, voy a sobrevivir esto. Lo dejaré algún día. Putos años.
Todo el mundo piensa que va a haber un gran momento catártico cuando todos los errores se reparan y todas las heridas se sanan. Pero no va a suceder. No puedo devolverte lo que has perdido.
Tuve que dejar de llorar cuando yo tenía ocho años. No sé cómo comenzar ahora.
Pero tú lo sientes. Lo sientes por todos nosotros, porque nosotros no podemos hacerlo. No. Estás luchando por nosotros, Margaret. Estás ahí por nosotros. Estás de nuestro lado. Así que deja que el resto se vaya. Sólo deja que el resto se vaya. Lo que estás haciendo es suficiente. Es más de lo que nadie me ha dado.
jueves, diciembre 29, 2011
los niños perdidos
ORANGES AND SUNSHINE
data: http://www.imdb.com/title/tt1438216
Destacamos “Oranges and Sunshine” no por sus cualidades cinematográficas. El guión de Rona Munro sobre el libro de Margaret Humphreys no innova demasiado, ni en estructura ni en diálogos. Es una película correcta para desarrollar una historia emotiva. La dirección de Jim Loach (el hijo de Ken Loach) también se apega a la corrección, más aún siendo ésta su ópera prima. No, no son los elementos ajenos a la historia, ni la excepcional actuación de Emily Watson la que motivó que esta película nos llamara la atención para garabatear un post. Lo singular de “Oranges and Sunshine” es el peso específico de la trama, esa clase de historias que cuestan trabajo creer que hayan sido posibles. “Orange and Sunshine” trata de los niños perdidos del Imperio, los 130 mil niños de hogares pobres del Reino Unido que, entre finales del siglo XIX y 1970, fueron subidos a un barco y dejados en Australia, Canadá y otros lugares del Commonwealth, usados como mano de obra esclava, sin ningún tipo de control por parte del gobierno inglés que, vale recordar, era formalmente su tutor.
La oscura operación de los niños perdidos del Imperio fue revelada por la heroica labor de Margaret Humphreys, una asistente social de Nottingham que, buscando los familiares de una mujer australiana, pone al descubierto la vastedad e iniquidad de esta trama oculta. Niños separados de sus padres, con el prejuicio de que provenían de hogares pobres, hermanos separados, remitidos a la otra punta del planeta para ser explotados laboral y, en más de un caso, también sexualmente. Humphreys interactúa con los adultos que llevan aún las cicatrices emocionales de esa trágica infancia. Seres que boyan en sus vidas, sin identidad, desarraigados de ancestros y terruños.
Humphreys debe luchar con la indiferencia de una burocracia que se niega a echar luz sobre ese capítulo olvidado y con la complicidad de los que tapan las vergüenzas de las organizaciones cristianas que participaron de esta deportación en masa, una reubicación forzada con fuertes tintes racistas. La tarea es abrumadora: por su amplitud y por el dolor que lleva implícito.
Emily Watson se pone en la piel de Humphreys con su habitual capacidad interpretativa; pero, especialmente, Watson expresa la tensión subterránea que soporta su personaje a través de su mirada. Los ojos de Watson dicen más que cualquier parlamento. Hay un interesante trabajo de actores: los adultos que pasaron la pesadilla de su infancia se han insensibilizado para sobrevivir; salvo alguna excepción, cuentan los abusos con una neutralidad extraña. Hasta uno de ellos (Len, uno de los principales personajes) insiste que ha pagado su deuda con los Hermanos Cristianos, como si él hubiera debido algo por su “educación”. La imposibilidad de sentir de los adultos adoptados tiene un reflejo: Margaret Humphreys. Ella siente por todos. Y el peso de esa cruz, por un momento, la doblega. Sólo la interacción con Len, “resuelve” el conflicto, en un muy buen diálogo final.
Queda claro que no es nada original ni excepcional. Pero es un filme sincero y sin golpes efectistas. Vale la pena tenerla en cuenta.
Mañana, las mejores frases.
viernes, diciembre 23, 2011
frases de “El juego de la fortuna”
-Jugaron con su corazón, jugaron fantástico. Sólo no nos salió como queríamos.
-Lo harán mejor el año que viene.
-Pero estuvimos bien cerca... justo ahí...
-Necesito más dinero Steve.
-No tenemos más dinero.
-No puedo competir contra 120 millones de dólares, con 38 millones.
-No vamos a competir contra ellos. Trabajaremos con lo que tenemos.
Te estoy pidiendo que trates de no gastar un dinero que no tenemos. Te pido que respires hondo, te sacudas el polvo, vuelvas con tus chicos y veas como reemplazar a los que perdimos, con el dinero que tenemos.
-Sugiero que hablen... hablan como si esto fuera sólo negocios... No lo es.
-Tratamos de solucionar un problema.
-Así no. Ni siquiera miran el problema.
-Sabemos bien cuál es el problema.
-Bien, ¿Cuál es?
-Todos entendemos bien cuál es el problema. Tenemos tres jugadores...
-¿Cuál es?
-El problema es que tenemos que buscar tres jugadores claves.
-Noel, ¿Cuál es el problema?
-Tenemos que reemplazarlos con los que...
-No. ¿Cuál es el problema, Barry?
-Necesitamos de 3 a 8 homeruns...
-El problema que tratamos de resolver es que están los equipos ricos, y los pobres. Luego, vienen seis metros de mierda y debajo de todo eso, vamos nosotros. Es un juego injusto. Y tenemos que hacer donaciones para los ricos. Boston se lleva nuestros riñones, los Yankies nuestro corazón... Y ustedes siguen hablando boberías, como si vendiéramos baratijas.
-Somos los últimos de la lista.
-¿Saben que le pasa a los últimos? ¡Mueren!
-Tienes una gran experiencia y sabiduría en esta habitación. Tienes que confiar un poco, y dejarnos buscar el reemplazo de Giambi.
-¿Hay otro primera base como Giambi?
-No, realmente no.
-Y si lo hubiera, ¿podemos pagarlo?
-No.
-¿Entonces de que carajo estás hablando? Si tratamos de jugar a los Yankies aquí, perderemos contra ellos allá afuera.
No se puede quebrar el equipo cambiando sus jugadores.
Las personas que dirigen los equipos piensan en comprar jugadores... No deberían pensar en comprar jugadores, sino victorias. Y para eso, necesitan comprar carreras. Tuvieron que reemplazar a Johnny. Las Medias Rojas de Boston ven a Johny Damon como 7,5 millones por año. Lo que yo veo de él... es... un buen corredor, incomprendido. Tiene un buen club. Es un buen defensor. Es bueno bateando... ¿Pero vale 7.5 millones por año para los Medias Rojas? No. Se están haciendo las preguntas equivocadas.
Creo que es algo bueno que ya no tengan a Damon. Creo que les abrirá varias posibilidades interesantes.
Desafortunadamente, no puede ir a Stanford y jugar béisbol profesional. Tendrá que escoger. Si quiere ser estrella en los Mets de Nueva York, si quiere jugar béisbol, tendrá que aceptar esto como primera opción. Primera carrera. A todos nos llega un momento en el cual tenemos que decidir. Lo que no sabemos es cuando será. A algunos nos llega a los 18, a otros a los 40. Pero a todos nos llega. Ésta es una oportunidad única en la vida. Te queremos mucho. Y creemos que esto será lo mejor para ti.
Empaca tus maletas Pete. Te acabo de comprar a Los Indios de Cleveland.
-Quería que vieras las evaluaciones de jugadores que me pediste.
-Te pedí tres.
-Sí.
-Que evaluaras tres jugadores.
-Sí...
-Hiciste...
-Cuarenta y siete…
-Bien.
-De hecho fueron cincuenta y uno. No sé por qué mentí.
Usando esta ecuación que tenemos aquí, predecimos que hay que ganar al menos 99 innigns. Tenemos que anotar al menos 814 carreras para ganar y permitir menos de 645.
La cosa está en reducirlo todo a un número. Usando pasos conocidos, encontraremos jugadores valiosos que nadie más puede ver. Las personas buscan determinadas características... edad, experiencia, personalidad... Bill James y los códigos matemáticos lo consigue. De los 20 mil jugadores a considerar, creo que hay un equipo de 25 personas que podemos pagar. Además nadie más los ha notado.
-A aquellos que sigan queriendo reemplazar a Giambi, les dije que no podemos hacerlo. Lo que si podemos hacerlo es recrearlo.
-Deja ver si entendí. ¿Vas a recoger a un hombre que sacaron del béisbol porque tiene dañados los nervios del codo? ¡No puede lanzar!
-No puede lanzar y no puede defender. Pero... ¿qué puede hacer? ¿Chicos? ¡Miren los reportes! Roba bases. Roba bases.
-¿Y qué?
-Roba bases frecuentemente. ¿Me importa si da hit? ¿Pete?
-No.
Aclaremos esto. No solo traerás a uno, sino a tres jugadores defectuosos, para reemplazar a Giambi.
Somos contadores de cartas en una mesa de Black Jack. Y nos arriesgaremos en el casino.
-Billy... creo que estás olvidando algo. Ninguno de esos tres sabe jugar primera base.
-Tendrás que enseñarle a alguno.
-¿Quiere que ocupe el lugar de Giambi en primera base?
-Si.
-¿Y los fanáticos?
-Si. Te sacarán los dientes. Enfréntalos.
Dos habilidades tienen que entrar en la mente de un joven para que se tenga confianza en lo que puede hacer, para que pueda confiar en sus habilidades. Pero tiene que ser exitoso para ser confiado. Y es cuando toma confianza, que tenemos algo. Te das cuanta que lo que ves no ha resultado. Sigues... así es el béisbol. Muchos son llamados y pocos los escogidos.
-Lo mejor del béisbol son los fanáticos. Y estarán felices de arrojarte al pozo si sigues haciendo lo que estás haciendo. Tú no haces un equipo con una computadora, Billy.
-¿No?
-No. El béisbol no son sólo números... Si fuera ciencia, cualquiera podría hacer lo que nosotros. Pero no pueden... Porque no saben lo que nosotros. Ni tienen nuestra experiencia ni nuestra intuición. Bien... Tienes un chico con un título de Economía de Yale. Tienes un equipo de trabajo con 29 años de experiencia en béisbol. Y escuchas al lado equivocado. Hay decisiones que sólo personas del béisbol entienden. Cuentas con 150 años, incluyendo a ti mismo.
-Lo viejo ha muerto.
Tú no tienes una bola de cristal. No puedes mirar a un chico y predecir su futuro. Ese chico y yo podemos. He estado a tu lado y te he escuchado decirle a los padres de los niños: “Cuando yo sé, yo sé. Y cuando se trata de su hijo, yo sé”. Y no es así. No lo sabes.
Yo enseño pelota como creo. No ganarás. Y te daré un consejo gratis: no conseguirás ningún trabajo después de esta temporada catastrófica que estás planeando para nosotros. Y tendrás que explicarle a tus hijos por qué trabajas en una tienda deportiva.
Digo que no importa perder si jugamos el juego que estaba diseñado.
Billy Beane construyó este equipo, con las ideas de un hombre llamado Bill Jean, un escritor de estadísticas de béisbol. El problema es que Bill Jean, nunca jugó, nunca dirigió... Era un simple guardia de seguridad en el complejo “Pork & Beans”.
No puedo tener relaciones personales con los jugadores. Tengo que ser capaz de cambiarlos, despedirlos... Es algo que debes aprender.
Estos son beisbolistas. Sé sincero con ellos.
¿Prefieres que te disparen en la cabeza, o en el pecho para que te desangre?
Nuestra meta, nuestra expectativa es que a mediados de julio seremos los primeros en ganar 17 juegos seguidos. Será nuestro trabajo. Nos mantendrá activos.
Papá, no hay forma de que pierdas tu trabajo ¿verdad?
-¿Perder es divertido?
-No.
-¿Entonces por qué se están divirtiendo?
Cuando te dan la respuesta que quieres, cuelgas.
Si lo echas y esto de Hatteberg no funciona como queremos... sabes que éste es el tipo de decisiones por las que te despiden.
No creo que estés haciendo la pregunta correcta. Creo que la pregunta que deberías hacer es: “¿Crees en esta cosa o no?”.
Es un problema pensar que tenemos que explicarnos. No lo hagas. A nadie.
-Estás acabando con este equipo.
-Art, puedo hacer esto todo el día.
Tal vez no se vean como un equipo ganador. Pero lo son. Así que jueguen como uno esta noche.
-Nunca había visto a un representante hablarle así a los jugadores.
-Nunca habías visto a un representante que fuera jugador.
-Me pagan 7 millones al año así que sí tal vez sea un poco especial.
-No, viejo, yo no te voy a pagar 7. Los Yankees pagan la mitad de tu salario. Eso es lo que los Yankees de Nueva York piensan de ti. Te están pagando 3,5 millones de dólares por jugar contra ellos.
-¿Adónde quieres llegar, Billy?
-David, tienes 37 años. ¿Qué tal si ambos somos honestos sobre lo que queremos? Yo quiero sacarte hasta la última gota de béisbol que tienes en ti. Y tú quieres seguir siendo parte del espectáculo. Hagámoslo. Yo no voy a pagarte por el jugador que solías ser. Te estoy pagando por el jugador que eres ahora. Eres inteligente y entiendes lo que estamos intentando hacer aquí. Sé un ejemplo para los más jóvenes. Sé un líder. ¿Puedes hacerlo?
-¿Cuál es tu mayor miedo?
-Que tiren la pelota en mi dirección.
-¡Qué gracioso! En serio. ¿Cuál es?
-No. En serio. Es ése.
Deja de intentar atacar. Deja que el juego venga a ti, viejo. Es una guerra de paciencia.
Si llegas a la base, ganamos. Si no, perdemos. ¡Y yo odio perder! Odio perder más de lo que me gusta ganar.
-Nada de arriesgarse.
-¿Ni para llegar a tercera?
-No. Ni siquiera eso. Si alguien nos pasa, recójanla y tiren a primera. No se hagan los héroes de tirar a segunda. Dejen que se equivoquen. Cuando su enemigo se esté equivocando, no lo interrumpan. Cometen el error y se lo están dando.
Acéptenlo y den las gracias. Otra cosa: no roben más.
-Es lo que hago, para eso me pagas.
-No. Yo te pago para llegar a primera. No que te saquen en segunda.
Es un proceso, un proceso, un proceso.
Me preguntaba si al cambiar a Jeremy Giambi se estaban rindiendo. En realidad no.
Ni siquiera sé por qué estoy haciendo esto pero hagámoslo ¿sí?
Esto no se veía en el béisbol en 25 años. ¡Han ganado 16 seguidos! Es más que una racha ganadora. Pero también hay un elemento de azar.
Debe haber una explicación por lo que está ocurriendo en este momento ya no parece imposible.
Podrían reproducir nuevamente estos 18 juegos y nadie gana 18 juegos seguidos. O sea, desafía todo lo que se conoce sobre béisbol. Es lo más fantástico que puedan imaginarse. Y ha sucedido en los últimos cuatro días.
Llega un punto en que no podemos jugar como niños. No sabemos cuándo será. Algunos cumplirán 18, otros 40. Pero todos tenemos que hacerlo.
-Deja ver si entendí, Billy. ¿Quieres renunciar al béisbol para convertirte en cazatalentos?
-No soy jugador de béisbol.
-Eso es lo romántico del béisbol. Este tipo de cosas es para los fanáticos. Vende entradas, panchos. No significa nada.
-Billy, acaban de ganar 20 juegos seguidos.
-¿Pero cuál es el objetivo?
-Acaban de establecer un record.
-Llevo haciendo esto por... no importa. Llevo mucho tiempo en este juego.
Y no soy el mejor trabajador, te lo digo. No estoy aquí por el título. Ahí es cuando se lastima la gente. Si no ganamos el último juego, nos quedamos sentados para siempre. Conozco a esos hombres, sé cómo piensan y cómo ganar. Y todo lo que hemos hecho aquí, no importará. Cualquier otro equipo puede ganar la Serie Mundial. Estarán bebiendo champagne y festejando. Pero si ganamos nosotros, con nuestro presupuesto, cambiará todo otra vez. Y eso es lo que quiero. Quiero que signifique algo.
Lo que el equipo de Minnesota demostró es que Oakland A's no son fundamentalmente un equipo de béisbol sólido. O sea, tienen un concepto que empieza con el manager pensando que con el cerebro podía reinventar el béisbol. No puedes enfocar la pelota desde un punto de vista estadístico. El punto fundamental está en el campo. Tienes que robar, tienes que deslizarte, tienes que sacrificarte. Tienes que hacer que los hombres lleguen a diferentes puestos y hacer carreras. Y eso no se hace con un montón de estadísticas. Nadie reinventa este juego.
-¿Sabes? ¿Por qué alguien tardó tanto en contratar a ese hombre?
-Va más allá de mí. El béisbol lo odia.
-Bueno... el béisbol puede odiarlo. Una de las cosas buenas de tener dinero es que compra muchas cosas. Y una es darse el lujo de ignorar lo que al béisbol le gusta o no. O lo que el béisbol piense...
-Bueno, agradecí tu llamada.
-La agradeciste.
-Sí.
-Con 41 millones juntaste un equipo para los playoffs, Perdiste a Diamond, a Giambi, a Peña y ganaste más juegos sin ellos que con ellos. Ganaste exactamente el mismo número de juegos que los Yankees. Pero los Yankees gastaron $1,4 millones de dólares y tú pagaste $260 mil. Sé que estabas luchando hasta con los dientes, pero el primero que debe decirte que te equivocaste es un amigo. Siempre. Esto amenaza no sólo el modo de hacer negocios, sino en sus mentes también amenaza al juego. Está amenazando sus trabajos. Está amenazando la manera en que hacen las cosas. Y cada vez que sucede, ya sea hacer negocios o lo que sea, la gente que lleva las riendas va a ponerle un alto. Fue un frenesí. O sea, cualquiera podría coger ese equipo en este momento y reconstruirlo usando tu modelo. Son dinosaurios. Estarán sentados en un sofá en octubre viendo a los Red Sox en la Serie Mundial.
¿Cuánto crees que deba ganar el representante general? Ésa es la cantidad.
¿Al menos te hizo una buena oferta?
-Tomé una decisión en mi vida basada en el dinero. Y juré que nunca más lo volvería a hacer.
-No lo estás haciendo por el dinero.
-¿No?
-No. Lo estás haciendo por lo que dice el dinero. Y dice lo que diría cualquier jugador: que vale la pena.
-Jeremy Brown de 240 libras que nunca tuvo posibilidad de llegar a segunda base.
Esto fue un juego hace seis semanas. Este tipo va a empezar con una bola rápida.
Jeremy la va a mandar al final de la zona central. Esto es lo interesante.
Porque Jeremy hará lo que nunca hace. Va a intentarlo. Llega a primera e intenta seguir. Ésta es la pesadilla de Jeremy hecha realidad. Se están riendo de él.
Jeremy va a averiguar porqué. Jeremy está a punto de darse cuenta que la pelota cruzó la reja. Dio un home run y ni siquiera se dio cuenta. ¿Cómo no pueden enloquecer por el béisbol? Es una metáfora.
-Lo sé.
jueves, diciembre 22, 2011
el sentido del juego
EL JUEGO DE LA FORTUNA
data: http://www.imdb.com/title/tt1210166
Jugamos porque está en nuestros genes. Jugamos porque sentimos que el juego (cualquier juego) es la metáfora de un Único Juego que se viene desarrollando desde el día que nacimos. Jugamos porque, a excepción de ese otro juego, éstos están abiertos a la repetición, de tal modo que podemos osar intentar lo que sabemos vedado en el juego primordial: romper las reglas, intentar lo imposible. “El juego de la fortuna” es, en una primera visión descuidada, una película de béisbol. Pero es más que eso. Es la épica de un hombre que intenta reescribir las reglas. Y ese tema excede, con mucho, el marco deportivo.
“El juego de la fortuna” está basada en la verdadera historia de Billy Beane, el manager de los Oaklands Athletics, un modesto equipo de béisbol con presupuesto mínimo que ha llegado a las finales. La película empieza minutos después de que los Oaklands perdieran la final del 2001. Beane sabe que se le van los mejores jugadores de la temporada y que, con el presupuesto que tiene el club, no hay posibilidades de reemplazo. Arañó la gloria pero sabe que ése será un hecho aislado en la historia del juego.
León enfurecido, Beane ve a sus colaboradores (la banca de dinosaurios de los Athletics) presos del ejercicio masturbatorio de la ilusión. Oakland no puede reemplazar a los jugadores idos por dos razones: a) no existen mejores; b) no tienen plata para traerlos aunque los hubiera. Entonces, ¿por qué pretender que es racional seguir el manual cuando no se cuentan con los elementos necesarios? La desesperación obliga a Beane a romper las reglas si quiere persistir. No vale adaptarse porque, en estas circunstancias, adaptarse es morir.
Beane tiene una necesidad pero la herramienta, la idea del camino alternativo, lo encarna Peter Brand (alter ego de Paul DePodesta quien no aceptó que usaran su nombre en la película, en desacuerdo con el desarrollo del personaje). Brand es un economista de Yale quien, con estimaciones estadísticas, pretende formar el mejor equipo, con un presupuesto dado, combinando lo mejor de los jugadores del montón. Brand busca un Frankestein colosal mezcla de las mejores habilidades de cada jugador. En promedio, alcanzarán lo que uno solo logra. Eso sí, con un presupuesto significativamente menor.
Beane ve la punta para pelear arriba con nada. Y se prende al método de Brand testeándolo en su propio pasado de jugador. Jugador fracasado que no aceptó una beca en Stanford para jugar al béisbol con los Mets. En la recta final de su vida, Beane mira para atrás y sabe dónde estuvo el error, en qué curva mordió la banquina. Y piensa dónde estaría ahora si su método (el método científico que ignora la “sabiduría” de la experiencia empírica) hubiera juzgado su elección juvenil.
Esa obsesión de Beane de cambiar las reglas, es la necesidad dramática del personaje. Un ansia de revancha, de redefinir el Universo, que llega a épico cuando, cerca del final, logrado el objetivo, persiste sin entender que ya lo ha logrado. El béisbol no será lo mismo después de esa temporada de Oakland. Hay lugar para los equipos chicos en las Grandes Ligas, si saben pensar.
El guión de Steven Zaillian, Stan Chervin y Aaron Sorkin (“Red social”) sobre el libro de Michael Lewis, es uno de los mejores de este año. Brad Pitt y Jonah Hill (“Cyrus”) son los pilares de toda la tensión subterránea que transmite el guión. Por momentos, el rol de Brad Pitt me trae reminiscencias de la estampa de Robert Redford, en esos papeles de héroe de perfil bajo que emprende una batalla épica en una procesión que va por dentro. Todo lo que se juega bajo la superficie (desde ya lo que menos importa es el campeonato) está sutilmente expuesto en la composición de Pitt y su reflejo Hill. Ellos dan el plus de calidad a un guión muy bueno.
Escenas destacadas: la discusión de Beane con sus ayudantes al buscar reemplazantes para el primera base que emigró a otro club; la escena final del video del jugador; los primeros encuentros entre Beane y Brend; el homerun de los 20 juegos seguidos; la charla de Beane con el manager de los Medias Rojas.
Mañana, las mejores frases.
lunes, diciembre 19, 2011
el estilo Dardenne
LE GAMIN AU VÉLO (EL CHICO DE LA BICICLETA)
data: http://www.imdb.com/title/tt1827512
En ocasión de la Semana del Cine Europeo, donde se presentó su película, los hermanos Dardenne vinieron a Buenos Aires y contaron como se inspiraron para este filme. Todo empezó en Japón, en el 2002, cuando presentaron El hijo en Tokyo. En el debate post-proyección, con la discusión de la pena de muerte, una jueza comentó el caso de un niño huérfano de madre que fue abandonado por su padre quien no cumplió su promesa de regresar para recuperarlo. Al lograr la mayoría de edad, el niño, ya adulto, se fue del instituto donde había estado internado todos esos años. Lo primero que hizo al salir fue cometer un asesinato.
Ese comentario fue el puntapié para “Le gamin au vélo” (“El chico de la bicleta”), la historia de Cyril, un niño que fue dejado por su padre en un instituto de menores, tras venderle su bicicleta. Cyril se niega a creer que el padre lo ha abandonado y escapa, una y otra vez, para encontrar a su progenitor. En una de esas huidas, cruza sus pasos con Samantha (Cécile De France), una mujer que le da una oportunidad: la de ser querido por alguien.
El nudo de la película es el proceso interior de Cyril para darse cuenta que su padre no quiere que forme parte de su vida. Y que la conclusión es, arruinarse la vida explotando su enojo por ese desprecio o tomar la oportunidad que le extiende Samantha de tener una familia.
(La opción parece clara desde la órbita externa del personaje. Pero, en los zapatos de Cyril, la decisión implica darse la cabeza contra la pared. Así de confuso es el corazón humana: anhela que lo amen aquellos que lo desprecian mientras desprecia el amor que se le ofrece incondicionalmente).
El filme se despliega con la sintaxis habitual de los hermanos Dardenne: personajes concisos, austeros en sus diálogos; una cámara que los sigue en forma casi documental (género que transitaron en sus inicios estos directores belgas); seres que fatigan, incansables, las rutas y calles; acciones rutinarias que sugieren la fuerte tensión interior.
“Le gamin au vélo” transcurre con cierta previsibilidad. Se augura un final feliz, con el cierre del filme. Pero hay una última escena que cambia todo, que nos sugiere lo que perdió Cyril y que jamás podrá recuperar. En una aparente escena descolgada, Cyril se encuentra con el hijo del hombre que asaltó y agredió. Se produce un incidente y el padre del chico toma una decisión que define lo que es ser padre: sin dudarlo, decide mentir (si es necesario) para salvar el futuro de su hijo. Lo que ese padre hace espontáneamente es lo que el papá de Cyril, egoístamente, se negó a hacer. Cyril llevará esa carencia de por vida.
Posiblemente “Le gamin au vélo” no esté entre los puntos más altos de la filmografía de los hermanos Dardenne y hasta reitere algunos trucos de sus obras anteriores. Es un tipo de cine no de recomendación amplia, no porque sea hermética o presuntuosamente intelectual sino porque se toma un tiempo para desarrollar la historia a contramano de la premura de esta época. Pero sus directores tienen tan claro como es su estilo que vale la pena, para el amante del cine que se precie de tal, no dejar pasar sus películas.
Consejo, entonces: agenden, apunten, fuego.
miércoles, diciembre 14, 2011
frases de “El precio del mañana”
El tiempo es ahora la moneda. Lo ganamos y lo gastamos. Los ricos pueden vivir para siempre. El resto de nosotros... Sólo quiero despertar con más tiempo en mis manos.
¿Quien tiene tiempo para una novia? Además. ¿Cuál es la prisa?
Te daré 30 minutos y podrás comer un almuerzo decente.
Ese hombre ha comprado bebidas toda la noche. Tiene un siglo.
Pero llega el día en que te hartas. Tu mente se gasta aunque tu cuerpo no lo haga. Queremos morir. Lo necesitamos.
Para que algunos sean inmortales, otros tienen que morir.
Todos no podrían vivir para siempre. ¿Dónde los pondríamos? ¿Por qué crees que su tiempo se acaba? ¿Por qué crees que los impuestos y los precios aumentan el mismo día? Los precios aumentan para asegurarnos de que la gente siga muriendo. ¿De qué otra forma sería? La verdad es que ese tiempo es más que suficiente. Nadie tiene que morir antes que le llegue su hora.
-¿Si tuvieras tanto tiempo como yo en ese reloj, qué harías con él?
-Dejaría de mirarlo.
Sabes que ese tiempo hará que te maten.
-Es una caminata de dos horas.
-Solo tengo hora y media.
-Más vale que corras.
Trece ceros. Su suerte terminó.
Sabemos que la mayoría de los robos son de horas y días. Y éste fue de un siglo.
-Las cámaras grabaron su comportamiento sospechoso. Está consciente de la vigilancia. No tiene guardaespaldas. Y corre.
-Pero si tiene tiempo no necesitaría correr.
-Es difícil romper un hábito.
Supongo que mi tiempo es tan bueno como el de los demás.
Son tiempos confusos. Se pregunta si es mi madre, mi hermana o mi hija. Espera que no sea mi esposa. Las cosas solían ser simples.
El reloj no le viene bien a nadie. El pobre muere y el rico no vive. Todos podemos vivir para siempre mientras no hagamos ninguna tontería. ¿Eso no te asusta? Que tal vez nunca hagas nada tonto o valiente que valga la pena?
Un hombre llamado Henry Hamilton me dio un siglo. Dijo que ya no lo necesitaba.
No me concierne la injusticia. Sólo me concierne lo que puedo medir. Segundos, minutos, horas. Mantengo el tiempo. Y ese tiempo está en las manos equivocadas.
-¿Todos en el gueto roban?
-De ahí viene tu riqueza.
No sólo les estaba dando tiempo. Les daba esperanza.
¿Cómo piensas que construyó esos edificios? ¿Regalando mil años?
-¿Cuánto tienes?
-Once horas.
-¿Cómo puede alguien vivir así?
-Por lo general no duermes.
-Esto es un desastre.
-Bienvenida a mi mundo.
Diría tu dinero o tu vida, pero... tu dinero es tu vida.
-¿Cómo te atreves a robarme?
-No lo veas como un robo.
-¿No?
-Más bien, una reposición. Te dejaré con lo que he tenido casi todos los día de mi vida. Un día.
-¿Un día? ¿Estás loco?
-Podemos hacer muchas cosas en un día.
-¿Cómo se puede vivir, viendo morir a la gente a tu lado?
-No miras. Cierras los ojos.
Ahí es donde están las horas y los días.
Aquí dejamos de vivir hasta que estamos realmente muertos.
-Se acabó. No estamos haciendo ningún bien para nadie.
-Al menos lo estamos intentando.
-No. No entiendes. Lo único que tienen que hacer es aumentar el costo de la vida. Cien años. Doscientos. Mil.
Creo que en realidad necesitaremos un millón de años.
-¿Le robas a tu propio padre?
-¿Es robar algo que ya ha sido robado?
-En realidad es el hombre con el millón de años.
-No es mi primer millón. Y no será mi último.
-¿Sabe cuánto bien haría?
-Sé cuánto daño causaría. Trata de entender que al darle el tiempo a la gente sólo prolongas su agonía.
-Estarías prolongando sus vidas.
-Si la gente incorrecta tiene un millón de años, echará por tierra el sistema.
-Eso espero.
No estamos destinados a vivir para siempre. Aunque me pregunto, si alguna vez has vivido un día de tu vida.
-Puede que alteres el balance por una generación o dos. Pero no te engañes. Al final nada cambiará. Porque todo el mundo quiere vivir para siempre. Todos piensan que tienen la oportunidad de la inmortalidad. Aún cuando toda la evidencia está en su contra. Todos piensan que ellos serán la excepción.
Pero la verdad es que para que algunos sean inmortales muchos deben morir.
-Nadie debe ser inmortal si alguna persona debe morir por eso.
-Señor, perdimos la zona 8 y la 10. Se está esparciendo. ¿Qué hacemos, Señor?
-Vayan a casa.
martes, diciembre 13, 2011
con los minutos contados
EL PRECIO DEL MAÑANA
data: http://www.imdb.com/title/tt1637688
Andrew Niccol se caracteriza por filmar películas con ideas originales, aún en actos fallidos (como en “Simone”). Basta recordar “The Truman Show”, “El Señor de la Guerra” o “Gattaca” para saber que sus filmes no pasan desapercibidos. “El precio del mañana” confirma esa característica. Posee fallas, no es un guión equilibrado, la trama parece ir para un lado y termina derivando para otro. Pero parte de una idea fuerza clave: en el futuro, manipulación genética mediante, se detiene el envejecimiento. El problema es que todo el mundo, a partir de los 25 años, tiene de regalo un solo año de vida. Luego tendrá que negociar tiempo, cargados en un reloj digital inserto en la muñeca. El dinero deja de tener valor y la nueva moneda es el tiempo. Pero, como en el mundo de hoy, hay gente que tiene acumulado siglos y otros apenas minutos. La posibilidad de la vida eterna o no saber si se termina el día, sin medias tintas.
El protagonista es Will Salas, un habitante de los barrios pobres de este mundo del futuro, que amanece cada mañana con menos de un día de vida. Para Will cambia todo en una jornada: aquella que muere su madre (Olivia Wilde, más que mamita, mamaza) y en la que recibe el regalo de 100 años de tiempo. Will emigrará al barrio rico de la ciudad, en busca de venganza. Y, en ese periplo, enlazará su vida con la niña rica de la zona horaria, Sylvia (la bonita piernas largas Amanda Seyfried).
A “El precio del mañana” le falta una estética definida. El opresivo mundo de Salas no pinta lo suficientemente opresivo y decadente como sugiere la trama. El otro problema es que tarda en definir cuál es la historia. Si es la epopeya de Salas como el apostador destructor del aceitado mecanismo de dominación de esa sociedad del futuro o el Bonnie & Clyde en la que se convierte la historia en el final. Cualquiera valía; pero no ambas. El personaje de Raymond Leon, el policía del tiempo perseguidor de Salas, no encaja en la primera historia; sí en la segunda. Las altas y bajas de ese rol coinciden con la prosecución de uno u otro camino.
Algunas ideas interesantes se desarrollan en la descripción de ese hipotético mundo del futuro. La más destacada es la reflexión sobre la muerte como un igualador de las conductas humanas. Cuando en el mundo descripto en “El precio del mañana” se elimina la incertidumbre de la muerte, se generan patrones diferenciales de conducta humana. Los que no tienen tiempo, viven apurados, mirando su reloj biológico, pendientes de la vigilancia; los que les sobra tiempo, son haraganes existenciales, muy cautos por no decir aburridos. Cuando uno tiene siglos a su disposición, no se toman riesgos, se vive con precaución. O, mejor dicho, se vegeta precavidamente.
En la no disimulada metáfora del capitalismo salvaje que es “El precio del mañana”, la otra línea interesante es el aumento del nivel de vida y de los impuestos como medio de sujeción de la sociedad. Depreciando los stocks de tiempo, la autoridad esclaviza a la mayor parte de la población que vive pendiente de llegar al final del día. Es interesante reflexionar sobre esta diferenciación de la sociedad: una porción significativa con una visión de corto plazo, incapaz de ver más allá del día; otra porción, la elite, que sólo puede ver el largo plazo, por lo que está incapacitada para vivir el día a día. Ausencia de eternidad; exceso de ella. Explica las diferentes conductas del párrafo anterior.
Otra de las claves de la trama de “El precio de mañana” es lo que revelan algunos personajes iluminados: no hay manera de que todos sean inmortales. Para que algunos poco lo sean, muchos otros deben morir. ¿Por qué, siendo evidente esta realidad, muchos juegan en la timba del tiempo? Lo responde el personaje de Philippe Weis (Vincent Kartheiser, un “Mad Men”): aunque improbable, todos creen que ellos pueden ser los que van a ganar el premio mayor. Cambie tiempo por dinero y está la moraleja social sobre el capitalismo salvaje: usted lo acepta porque piensa que puede ganar; pero, en realidad, tiene casi todos los boletos para terminar en el pelotón miserable de los perdedores. Su codicia es su propia perdición.
Como vemos, “El precio del mañana” deja picando, pese a sus falencias, unas cuantas ideas para reflexionar. Y eso sólo alcanza para recomendar el filme que, lejos del bodriazo, nos pone a pensar sobre algunos supuestos sobre los que se vertebra una sociedad.
Mañana, las mejores frases.