sábado, mayo 31, 2008
dos historias
CRIMEN Y LUJURIA
“Crimen y lujuria”, la última película de Ang Lee, cuenta dos historias paralelas con una protagonista en común. La primera es una historia de espionaje; la segunda, una historia de un amor cobarde. En ambas, la clave es la joven Wong.
La época: la China ocupada por el régimen militarista japonés. Wong es una joven que estudia teatro y que, casi siguiéndole el juego a un joven director y actor, se convierte en espía. El objetivo: asesinar a un connacional colaboracionista japonés. Para eso, Wong se mezclará en la vida de Mr. Yee y terminará convirtiéndose en su amante.
La historia tiene dos caras: la versión de espías y los idas y vueltas para ganar la confianza de Mr. Yee; la versión romántica, la de Wong y Kuang Yu Min y su entrega por cobardía. Wong espera en vano una señal de Luang que declare su amor. Éste se excusa en las grandes causas universales, para esconder su miedo. Mientras Wong se hunde, paso a paso, en la pasión de Yee, ganando su corazón. Lo que anhela de uno, en vano, lo consigue en otro.
“Crimen y lujuria” tiene un ritmo cansino, detallado y sumamente descriptivo. Hay imágenes que se repiten en pequeñas circunstancias (vgr.: miradas; huellas de carmín en el borde de un vaso; juegos de mahjong) que transmiten las intensas pasiones de los personajes, no expresadas verbalmente. Toda la puesta en escena juega con esa característica cultural: tórridos amores, reprimidos en correctas charlas sociales.
El último tercio del filme acumula las escenas sexuales explicitas que marca la evolución del personaje de Mr. Yee que sospecha de Wong pero no puede dejar de amarla. El primer encuentro sexual es violento y los siguientes repiten el síntoma, progresivamente atenuados. Yee penetra a Wong como si buscara perforar su mentira, como si pudiera arrancar la máscara que sospecha pero desea no hallar. La pasividad de Wong es un tributo a Kuang Yu Min, el tercero en discordia, que espera en las sombras de su cobardía. Con su sumisión, espera una rebelión de su amado, rebelión que sabe no llegará jamás. Los tintes históricos pasan a un segundo plano: la acción transcurre en el campo individual.
Tal vez, a “Crimen y lujuria” le sobren unos cuantos minutos. Pero, más allá de cierta morosidad estética, el guión de James Schamus y Hui-Ling Wang (sobre un cuento de Eileen Chang) no pierde de vista el conflicto dramático que está contando. Todo se condesa alrededor de los protagonistas, con economía de recursos y acción.
Dos puntales del filme, las actuaciones (soberbios Tony Leung) y la debutante Wei Tang. Y la fotografía de Rodrigo Prieto.
Escenas destacadas: las escenas sexuales; la primera muerte del grupo de espionaje; la escena en la joyería; el primer juego de mahjong en el que participa Mr. Yee; el encuentro de Yee y Wong bajo el paraguas.
Frases:
¿Qué sabemos de matar gente? Nuestra única experiencia es el teatro.
Le dije que los hombres tienen muchas distracciones. Pero las mujeres sólo tenemos las compras y el mahjong.
No sólo entra dentro de mí, también entra en mi corazón. Más profundo. Hasta el fondo. Lo acepto como una esclava. Yo interpreto mi papel fielmente, así que yo también llego a su corazón. Siempre me lastima hasta que sangro y grito. Y él queda satisfecho. Luego se siente vivo. En la oscuridad, pero sabe que todo es real.
Vete, ahora.
-Su anillo.
-No es mío.
-¿Qué sucedió?
-Ve abajo. Sigue jugando.
CONSEJO: se puede esperar al DVD.
jueves, mayo 29, 2008
frases de “Meteoro”
-¿Quién eres?
-Soy Trixie. Estoy en tu clase.
-¿Quieres ver mi colección de autos?
-¡Me encantaría!
¿Quieres ser un ganador? Estás hablando con la persona correcta.
Para ser sincero... me siento más intimidado que impresionado. Esta empresa me asusta. Personas como usted, tienen dinero de sobra. Y cuando alguien tiene tanto dinero, comienzan a pensar que el resto de las personas no significa nada para ellos.
¡Eres tan ingenuo! Voy fingir que no vi esa escena sentimental y te voy a dar un poco de educación. Y al final me lo agradecerás. ¡Y después firmarás mi contrato!
¡De eso están hechas las carreras! ¡No tiene nada que ver con autos o pilotos!
¡Todo lo que importa es el poder! ¡Y el control absoluto del dinero!
Burns sabía que iba a ganar. Ya estaba todo decidido una semana antes... Goldman y Sirrus se reunieron con otros grandes empresarios en el Hotel Cargyle.
Se reunieron allí como todos los años. ¡Y se reunieron para negociar el orden de llegada de aquella carrera! ¡Ninguna carrera ha sido más importante! Y ninguna carrera ha sido más controlada. Aquél año, Goldman debía vencer, pero sabía que si él vendía su victoria para Sirrus, aquella victoria no sería nada, comparado con lo que él podría ganar. Es por eso que gasté tres millones de dólares en este montón de hierros quemados y retorcidos. Para recordarme lo que realmente importa. ¡Ese es el verdadero corazón de la carrera, muchacho! ¡Esa es mi religión! ¿Sabes cuantas veces he visto esa mirada de desconfianza y decepción?
Todo piloto joven y provinciano tiene exactamente la misma cara que tienes tú ahora. ¡No tengo que probarte nada!
¡Es hora de que dejes los juguetes de lado y crezcas! ¿Estás listo para hacer más dinero en un año que en toda tu vida? ¿Estás listo para convertirte en un verdadero piloto de carreras?
-Está siendo procesado por la violación a la patente de Janus Automóviles.
-¡Imposible! ¡Eso es ridículo!
-Eso lo tiene que decidir el jurado. La legitimidad del proceso no importará. Será suficiente para desacreditar su compañía…
-La carrera del 43. ¿Sabía que iba a ganar?
-Todos creen que Stickleton y yo nos odiábamos. Gracioso, ¿no?
Cada fan de la carrera ha oído rumores sobre arpones, cables y diversos dispositivos. A pesar de que tenemos algunas manzanas podridas, la mayoría de los equipos corre dentro de las reglas. O por lo menos nunca han sido atrapados.
-Estoy seguro de que si él estuviera aquí, estaría muy orgulloso de ti.
-¿De qué? ¿De cometer los mismos errores que él?
-De tratar de hacer la diferencia.
-Las carreras no cambian y no cambiarán.
-No importa que las carreras no cambien. Lo que importa es si las carreras nos cambian.
-La verdad es que no podría estar más orgulloso de ti, hijo. No por ganar. Sino porque fuiste firme. No tuviste miedo e hiciste lo que creíste correcto.
-Pero no sirvió de nada. Fue insignificante.
-¿Cómo puede ser insignificante? Vi a mi hijo convertirse en un hombre.
La gente está completamente loca. En 14 años, nunca vimos nada parecido. Es un nuevo mundo, nene. ¡Es un nuevo mundo!
miércoles, mayo 28, 2008
frases de "Iron Man"
-¿Es verdad que se acostó con las doce modelos de tapa de “Maxime” del año pasado?
-Es una pregunta excelente... Sí y no. No conocí a la de marzo, pero por suerte en diciembre fueron gemelas.
-El mundo no es perfecto, pero no tenemos otro, Le garantizo que el día que no se necesiten armas para mantener la paz, venderé ladrillos para construir hospitales.
-¿Lo ensaya mucho?
-Cada noche, frente al espejo, antes de dormir.
-Sí, se nota.
-Mi padre tenía una filosofía: "La paz significa tener un mazo más grande que el otro"
-¡Qué frase! Viniendo de quien vendía los mazos….
¿Es mejor ser temido o respetado? Y yo digo: ¿Es mucho pedir ambos?
Dicen, que la mejor arma, es una que nunca se dispara. Con todo respeto, no estoy de acuerdo. Yo prefiero el arma que se dispara sólo una vez, una.
Mi padre lo hacía así, nuestro país lo hace igual, y ha funcionado muy bien hasta ahora. Busquen una excusa para disparar uno de estos y les puedo garantizar, que los malos no querrán salir jamás de sus cuevas.
-Y si me dejan vivir, moriré en una semana.
-Entonces... es una semana importante para ti, ¿no es así?
-¿Tienes familia?
-Sí, iré a verlos cuando salga de aquí. ¿Y tú, Stark?
-No.
-¿No? Entonces eres un hombre que lo tiene todo... y no tiene nada.
-¿Qué fue lo que pasó allá?
-Me abrieron los ojos, me pude dar cuenta que tengo más que ofrecerle al mundo que sólo cosas que explotan.
-Tony, jamás, jamás, jamás, jamás quiero que me vuelvas a pedir algo así, ¿entendiste?
-No tengo a nadie más…
Yo, siempre me olvido de usar desodorante y bailar con mi jefe frente a todos los compañeros del trabajo con un vestido escotado...
-Yo no aprobé ningún envío.
-Pues tu compañía sí.
-Pues yo no soy mi compañía.
-¿Seguro que no tienes nada en esta zona que debería saber?
-No.
-¡Objeto localizado!
-Muy bien, Tony, porque estoy viendo algo ahora y estoy a punto de hacerlo pedazos.
No estoy loco, Pepper. Es que al fin entiendo qué es lo correcto.
Tú también eres todo lo que tengo, ¿sabes?
Y ahora me doy cuenta de que Tony nunca volvió ¿o sí? Dejó parte de sí en esa cueva.
-Sí, señor. Es lo que intentamos. Pero la verdad, es imposible.
-¡Tony Stark la pudo construir en una cueva! ¡Con un poco de basura!
-Lo lamento. Pero no soy Tony Stark.
Dime, ¿en serio crees que porque tuviste una idea, ésta te pertenece? Tu padre, nos ayudó a crear la bomba atómica. ¿Qué clase de mundo crees que sería si hubiera sido tan egoísta como tú?
Armas que van a guiar al mundo en la dirección correcta. Y la balanza del poder estará en las manos correctas.
-¿Te puedo ayudar en otra cosa?
-Mantén el cielo despejado.
-Tú no eres Iron Man.
-Sí, ¿cómo no?
-No.
-Sí, eso no importa. Si lo fuera, tendría una hermosa novia, que sabría mi identidad, pero siempre estaría muy preocupada por mí. Aunque se sentiría orgullosa del hombre en que me he convertido. Viviría en conflicto, lo que la volvería más loca por mí. Dime que nunca piensas en esa noche.
-¿Cuál noche?
-Tú sabes cuál.
-¿Estás hablando de aquella noche que bailamos, subimos al techo y entonces, tú bajaste atraerme un trago y me dejaste… me dejaste sola… ¿Es esa noche de la que hablas?
-Sí.
-Eso creí.
Lo cierto es... Yo soy Iron Man.
martes, mayo 27, 2008
no es tiempo de héroes
METEORO / IRON MAN
En la mitografía, el héroe supera una serie de pruebas, para adquirir un conocimiento, adquisición que, más de una vez, implica la imposibilidad del regreso. Pero en otras, el regreso transforma al héroe en el portador de una sabiduría que ofrece, como regalo, a su comunidad. El que regresa es distinto del que se fue. Siempre, el modelo del héroe trae ecos de una búsqueda básica: la lucha contra la fatalidad del Universo.
Ésta claro, desde el nacer, que se ha de morir y que todo se ha de perder, como llora Gilgamesh junto al cuerpo de su amigo. Pero esa certeza, es desafiada por el héroe, aquel que corre la línea un poco más allá, que anhela lograr lo que otros no han logrado, que espera poseer aquello que sólo está disponible para los Dioses. El héroe, en última instancia, repite el gesto de todo humano: vencer la muerte. Toda transgresión al orden, toda hazaña que implique hacer lo que otros no han logrado, evocan la posibilidad añorada de superar esa imposibilidad primigenia. El héroe desafía al destino y a la nada. Por eso nos conmueve el derrotero de su jornada.
En estos tiempos, ese ancestral bagaje de épica se encuentra en las películas de superhéroes. Y si el superhéroe de otrora era un tipo excepcional con pocos puntos débiles, la cinemitografía actual nos presenta una lucha propia de este estadio del capitalismo: el héroe contra el inexorable poder de la prepotencia del que más tiene. La lucha nunca ha sido más desmedida, nunca se han visto tan jaqueada sus fuerzas, porque el héroe lucha contra la resignación, contra la más temible imposible: la unión de la soberbia y la estupidez de los que mandan.
Dos filmes de superhéroes comparten este estigma del héroe posmoderno: “Meteoro” e “Iron man”, a su manera, revelaciones en la pantalla local, filmes que superan las expectativas previas.
Es posible que el consumidor pochoclo se quede con la menor o mayor espectacularidad de sus escenas y considere a estos filmes como obras menores. En realidad, el cinéfilo, afecto a identificar evocaciones y guiños, disfrutará más de estas dos películas que el espectador promedio.
En “Meteoro”, el héroe combate por mantener la pureza de su alma. La tesis del filme se resume en la frase “Las carreras nunca cambiarán; el tema es si las carreras logran cambiarnos”. No hay manera de cambiar la corrupción en el mundo. Es un dato del contexto. Lo heroico no es eliminar la prepotencia del dinero. Lo heroico es cuán dispuestos estamos a resistirnos a vendernos. Meteoro lucha por mantener su sueño: subirse a un auto de carreras y correr una competencia justa.
El héroe de “Iron Man”, el narcisista Tony Stark, parte desde un discurso patriotero y belicista que se derrite en el lugar donde suelen caerse esos argumentos: en el campo de batalla. En una cueva en Afganistán, a merced de los terroristas, Stark descubre que sus captores manipulan las armas que su empresa vende. Cuando Stark regrese a cambiar su realidad, será boicoteado por los mismos que decían estar a su lado. Su visión de la verdad es peligrosa. Su discurso por la paz, levanta las iras de accionistas, militares y gobernantes. Stark es un outsider y no conviene que el tipo nos moleste con su argumento.
La lucha es por la integridad. Salvar el alma parece ser la epopeya máxima, la épica suprema, en una época donde no hay salvamentos colectivos, donde el héroe no puede salvar a otros. Sólo se salva a sí mismo y ese rescate es extraordinario por si mismo. Como corolario, la jornada del superhéroe se vuelve una faena individual, una proeza privada, que cada uno llevamos dentro, en la lucha diaria contra la corrupción, la desesperanza y la resignación.
De los filmes, se destaca la descomunal actuación de Robert Downey Jr. que sabe dar como pocos, carnadura a un papel que, en otras manos, hubiera perdido tantos matices. Acompaña, con mucha química, Gwyneth Paltrow, en un amor platónico antológico.
De “Meteoro”, el protagonista es el que menos aporta en la historia; los personajes secundarios y la estética kitsch son decisivos, en una fotografía que remiten al comic original. En esa tanda de escenarios digitales, las composiciones de John Goodman y un breve diálogo de Susan Sarandon con su hijo, alcanzan para descollar.
Las mejores frases, mañana.
CONSEJO: ir a verlas.
domingo, mayo 25, 2008
en una noche, el viejazo
EL NIDO VACÍO
Con un estilo europeo que me hizo acordar al Csec Gay de “En la ciudad”, “El nido vacío” es otra notable película de Daniel Burman, un director que rompe con el lugar común del cine argentino somnífero. No es una película sencilla, no admite espectadores no entrenados, no tiene nada que ver con la trilogía anterior, tiene menos humor y más sutileza. Pero “El nido vacío” logra retratar con extremada pericia, ese deterioro mental y social que suele agarrarnos a los hombres pasados los 50, más como cansancio por vivir que por alguna deficiencia fisiológica.
“El nido vacío” es la historia de Leonardo, un dramaturgo cincuentón, que desde la primera escena (una cena entre amigos) demuestra que está en esa etapa que todo le rompe las pelotas. En esos minutos iniciales (clave para toda la trama que sigue) Leonardo muestra el primer síntoma de cierta pereza intelectual, signos que se manifiesta en irritabilidad social, respuestas estandarizadas de ocasión y negación a cualquier cambio o instancia nueva. Esa noche, mientras Leonardo espera despierta a su hija (qué ha salido con su novio, ¡váyase a saber para hacer qué!) empieza a garabatear ideas en una libreta, para escribir su próxima obra. Es el primer ladrillo. El primer ladrillo de la pared que lo va alejando de todos, pero especialmente, de su esposa.
El guión de Burman (con colaboración de Daniel Hendler, su otrora actor fetiche) retrata, con delicados detalles, que se realzan en el sorpresivo final, los pasos de ese deterioro autoimpuesto. La tesis del filme (y la resolución) está en esa escena final, nadando junto a su esposa en las aguas del Mar Muerto, cuando Leonardo le dice que está cansado de nadar y ella le pide quedarse un poquito más flotando. Él acepta quedarse, pero esa aceptación no es una mera anécdota de playa, sino una metáfora cósmica: para seguir a su lado, debe seguir esforzándose para seguirla en esa calma chicha que se ha transformado su vida.
La pereza intelectual que demuestra Leonardo no es hija de la falta de vitaminas, sino del peso de contemplar la vida que se ha escurrido de las manos. Agobiado por lo que ha pasado, Leonardo bordea un peligroso camino: el de dejarse hundir, sólo desaparecer de las aguas, sin que lo demás lo noten.
Para describir ese camino de deterioro, de autoencierro, Burman construye al protagonista con pequeños signos: la banalidad de las charlas; la radio puesta en el noticiero que nada informa, como un ruido de fondo; el imaginario interior que reemplaza a la realidad (vgr., las comedias musicales en el shopping); la improbable fantasía sexual con una chica más joven; la adopción de trabajos “más fáciles”, de menor peso específico (y menor riesgo, claro está); la repetición de costumbres rutinarias que ya no tienen razón de ser (las medialunas acumuladas en el freezer); la pereza y la inacción (el libro de su yerno que lleva a todas partes y no lee). El paquete de esa descripción, es una excelente banda de sonido jazzera, cómplice argumental de la película.
“El nido vacío” cuenta con las correctas actuaciones de Oscar Martínez y Cecilia Roth, dos actores que no nos dan vuelta la cabeza, pero que contenidos (como es el caso) suelen no distraer la trama que interpretan.
La principal desventaja de “El nido vacío” es que no es un fin de recomendación amplia. Gran parte del público le dará la espalda, como lo hará parte de la crítica enrolada en otra vertiente estética y comercial. Pero es un notable filme con profundas ideas y una buena ejecución. No es una película para pasar a su lado, indiferente. Pero para “pegarnos” hay que sentarse a descubrir las miguitas que Burman nos deja (a modo de señuelo) durante el filme, resignificados en el final. Por supuesto, cada vez cuesta más encontrar a ese tipo de público. Y ese es el mayor riesgo que toma Burman, definitivamente uno de los mejores directores de nuestra tambaleante cinematografía.
CONSEJO: merece verse.
martes, mayo 20, 2008
¿dónde está la historia?
LA FAMILIA SAVAGE
Planteo fuerte: dos hermanos con perfil de perdedores son llamados para que se hagan cargo de un padre senil que supo abandonarlos de pequeños. Puro planteo. De ahí, usted se imagina las fuerzas y emociones en conflicto, más aún cuando se tiene a tres actores excepcionales en el terceto protagónico, como Philip Seymour Hoffman, Laura Linney y Philip Bosco (una institución del teatro norteamericano).
Bueno, lo extraño es cómo con ese inicio y elenco, se puede llegar a decir tan poco. Porque “La familia Savage” se queda en eso, en estampas sin conflicto dramático, en momentos no del todo definido. La película jamás logra despegar a los personajes ni alumbrarnos sobre cómo llegaron a esa situación, cuál fue la actitud del padre, porqué los abandonó, cómo influyó en su destino.
Ya sé, para cierta parte de nuestra crítica indie, el no decir nada es el non plus ultra de la cinematografía. Pero la historia de los Savage tenía más potencial que el que Tamara Jenkins (directora y guionista del filme) apenas se atreve a sospechar.
Para rescatar, algunos momentos del elenco central, miradas, gestos, un beso o un temblor a cámara que revela la dotación actoral disponible. (Y desde ya, Laura Linney en corpiño, una debilidad de la casa).
Escenas destacadas: Wendy peleando con una anciana por la almohada roja; los hermanos Savage sentados en el sofá de la familia de la novia del padre, sosteniendo un globo; el retiro de Lenny Savage del hospital, ayudado por su hija; la charla en el café preguntándole al padre sobre los arreglos funerarios.
Frases:
No estamos haciendo nada malo. No lo estamos abandonando. Es más de lo que hizo él.
Puede ser que papá no nos abandonara. Sólo olvidó donde estábamos.
-¿Estás casada?
-No… Pero mi novio sí.
CONSEJO: esperar al DVD, sin mucho apuro.
domingo, mayo 18, 2008
cómo ser mujer en el Oriente y no morir en el intento
CARAMEL / PERSÉPOLIS
Dos miradas femeninas, en dos películas que compartieron la cartelera local, dos historias sobre mujeres en un ambiente con una alta dosis de misoginia como lo es, en gran medida, el Oriente de hoy. La primera es “Caramel”, una producción libanesa, escrita, dirigida y actuada por Nadine Labaki; la otra es “Persépolis”, el dibujo animado de la exiliada iraní Marjane Satrapi (coadaptación con Vicent Paronnaud de su novela gráfica).
Pese a los distintos formatos, ambas obras comparten mucho más que la mirada desde la condición femenina de su creadora. Un rasgo en común es el toque de comedia para afrontar una realidad ominosa. Otra es la sociedad de las mujeres para resistir el asedio machista del exterior (recuerda, en eso, al retrato manchego de “Volver”, la película de Almodóvar). La pequeña peluquería donde se blanquean problemas que son inconfesables fuera de ahí; la complicidad entre la abuela y la nieta, en el largo camino de Marji fuera de Teherán. Otra coincidencia: la sensualidad de la vida en medio de la muerte. Ni la Marji de “Persépolis” ni las chicas de la peluquería de “Caramel”, pierden la voluntad de seguir viviendo, de afrontar las sombras de un presente que se revela inconmovible, un infierno perpetuo sin salida a la vista. Se sigue amando y se sigue soñando, en medio del horror.
Hay otra idea en común que nos deja la visión de estas dos buenas películas, esta sensación de cómo un país puede arruinarnos la vida. ¿Cómo vivirían las chicas de “Caramel” si no tuvieran que ocultar sus deseos ante los otros? La homosexualidad, un amor clandestino, la pérdida de la virginidad, el fin de la juventud. ¿Qué hubiera sido de Marji en un Teherán distinto al de la entronización de la locura? ¿Cómo se hubiera desarrollado la chica alegre de los últimos días del Sha, contrastándola con la protagonista que espera un imposible vuelo de regreso a casa? Una de las grandes tragedias de estos tiempos es la omnipotencia de los estados totalitarios que no dan margen para vivir la propia tragedia de estar vivo. Una tragedia sistémica, central, compartida por otros cientos de miles, que imposibilita la percepción y el desarrollo de la propia tragedia individual. Sueños aplastados en las grandilocuencias dementes de los violentos, de aquellos que sólo ven a sus semejantes como peones en un modesto juego de ajedrez.
Rescatamos estas frases de “Persépolis”.
Recuerdo cuando llevaba una vida tranquila. La vida de una niña. Me encantaban las papas fritas con ketchup y Bruce Lee, Usaba zapatillas Adidas y tenía dos obsesiones: depilarme las piernas y convertirme en la última profeta.
Nuestra maestra, admiradora del Sha, nos mandó arrancar todas las fotos de la familia real.
La gente quiere conservar su libertad después de la dictadura. Nunca será peor que con el Sha.
Siempre he tenido fe en la religión. He rezado, he llevado velo y he obedecido. Si las cosas son así, entonces no quiero creer en nada.
Para hacer las cosas soportables, la gente montaba fiestas en secreto.
El nuevo gobierno es el que ordenó la ejecución de mi tío. De los 3 mil prisioneros que había con el Sha, ahora tenemos 300 mil. ¿Cómo se atreve a mentirnos?
En tu vida, encontrarás muchos imbéciles. Si ellos te hieren, dite a ti misma que es su propia estupidez los que los impulsa a actuar así. Eso te protegerá de responder a su maldad. No hay nada peor que la amargura y la venganza. Permanece siempre digna y fiel a ti misma.
¡Mentira! ¡La vida no es absurda! ¡La gente da su vida por la libertad! Mi tío no murió por divertirse.
-¿Así que eres francesa?
-Abuela, basta. Sólo era una pregunta.
-No sabía que eras francesa.
-¿Crees que es fácil ser iraní? La gente me mira como si fuera salvaje. Sólo somos fanáticos gritando y peleando unos con otros.
-¿Esa es razón para repudiar tus orígenes? Recuerda lo que te dije. Sé fiel a ti misma.
Había sobrevivido a una guerra. Y esta historia de amor casi acaba conmigo.
La guerra ha terminado, sin duda. Pero la gente ha olvidado porqué ha habido ochos años de guerra.
... y nos vigila a todos con su ojo de tigre
Queríamos tanto ser felices que olvidamos que no éramos libres.
Cuando tu madre y yo teníamos 15 años, solíamos pasear juntos de la mano. ¡Oh la la! Y fue en este país.
Un primer matrimonio es un ensayo para el segundo.
CONSEJO: se pueden esperar al DVD, pero son para ver.
miércoles, mayo 14, 2008
potencial subversivo
21 BLACKJACK
¿Qué diferencia a una gran película de una película más? A veces, la distinción está en advertir el potencial intrínseco de la historia y seguirlo sin traicionar su espíritu. “21 Blackjack” tiene un potencial subversivo desaprovechado por el guión de Peter Steinfeld y Allan Loeb. Y es una pena, porque, con algunos ajustes, la película hubiera sido un pequeño clásico, a pesar de su elenco carilindo y poco carismático.
“21 Blackjack” es la historia de un grupo de universitarios superdotados para las matemáticas, reclutados por un profesor para contar cartas en el Blackjack y ganarle a los casinos de Las Vegas. (Dicen que se inspira en una historia real pero… ¿eso qué importancia tiene?).
Si nos quedamos en eso, la historia parece una anécdota de café. Pero la gracia está en que la trama se centra en Ben Campbell, el joven estudiante próximo a graduarse en el M.I.T. y con el okay para entrar en la Escuela de Medicina de Harvard, of course, previo pago de la matrícula. El pibe que hizo méritos para una beca (notas brillantes, adscripto a varios comités de estudio, buen hijo, mejor amigo, trabajador, etc. etc. etc.) se da cuenta que toda esa trayectoria no le sirve para un joraca, más aún cuando su entrevistador le pone como ejemplo al ganador de la beca del año anterior: un coreano sin una pierna.
Esa línea es el auténtico gancho de la historia. Una sociedad que se patina, en una mesa de juego, los US$ 300 mil que necesita Campbell para estudiar, plata que nadie arriesga para que este tipo se forme como doctor y devuelva a la sociedad todo lo que sabe. Una auténtica aleatocracia.
Pero esa línea auténticamente subversiva, que daría lugar a una comedia ácida y feroz, queda archivada tras la introducción. El guión prefiere seguir en la estudiantina de los chicos lindos que se marean en los hoteles de Las Vegas, que manejan dinero a lo loco y que se compran las pilchas más caras en los comercios de lujo de la ciudad mundial de la timba.
Ahí es cuando el filme se cae y queda en una medianía que, sin aburrir, le quita grandeza épica. El intento de intriga final (con el juego de traiciones simples y dobles), no sorprende al espectador avezado que adivina el desenlace antes de que se insinúe siquiera.
Sin mucho más para destacar (ni siquiera Kate Bosworth, rubiecita linda pero inexpresiva, ni las actuaciones en piloto automático de Kevin Spacey y Lawrence Fishburne), “21 Blackjack” es la típica película champú para ver en cable.
Escenas destacadas: la entrevista inicial de Campbell con el profesor que le dará la beca; el primer juego de Campbell en Las Vegas.
Frases:
Gana, Gana Gallina asada
-El año pasado le dieron la Robinson a Hyum Jae Wook... Un inmigrante coreano que solo tiene una pierna.
-Bueno, yo tengo las dos
-¿Has considerado cortarte una?
Me molesta que lo único que me impide estudiar en Harvard, sea el dinero.
-¿Por qué no la invitas?
-Porque ya estoy saliendo con alguien.
-Tu mano derecha no cuenta, Miles.
-Si cuenta por como la uso.
-Seguimos una serie de reglas y usamos un sistema.
-Entiendo.
-He visto como la gente se enloquece y a veces la gente pierde el control. Se deja llevar por sus emociones. Tú no lo vas a hacer. ¿Entiendes?
-Les voy a repetir esto: “No se conocen el uno al otro”. ¿Y cuál es nuestro lema?
-"Que no te agarren contando".
-Sólo estoy haciendo esto para pagarme mis estudios de medicina. Trescientos mil y me salgo…
-Es lo que todos dicen
¡Ey, Fisher! Gana como hombre, pierde como tal.
Peor que perder es no admitir un error.
Para mi el ayer es historia, el mañana un misterio. Lo importante es el momento.
-Ella es un 8.
-¡Nada de eso! Es un 7,649.
-Redondee el número.
Creo que la peor parte era no poder decirle nada a nadie. Pero por primera vez el mundo se volvió tan fácil para mí.
Yo no soy tu padre, tu no eres mi amigo… ¡esto es un negocio!
Mira, no te voy a mentir. Eres muy muy bueno. Pero hiciste justo lo que no debías: te ganó la emoción y te atontaste.
CONSEJO: esperar al DVD.