sábado, mayo 31, 2008
dos historias
CRIMEN Y LUJURIA
“Crimen y lujuria”, la última película de Ang Lee, cuenta dos historias paralelas con una protagonista en común. La primera es una historia de espionaje; la segunda, una historia de un amor cobarde. En ambas, la clave es la joven Wong.
La época: la China ocupada por el régimen militarista japonés. Wong es una joven que estudia teatro y que, casi siguiéndole el juego a un joven director y actor, se convierte en espía. El objetivo: asesinar a un connacional colaboracionista japonés. Para eso, Wong se mezclará en la vida de Mr. Yee y terminará convirtiéndose en su amante.
La historia tiene dos caras: la versión de espías y los idas y vueltas para ganar la confianza de Mr. Yee; la versión romántica, la de Wong y Kuang Yu Min y su entrega por cobardía. Wong espera en vano una señal de Luang que declare su amor. Éste se excusa en las grandes causas universales, para esconder su miedo. Mientras Wong se hunde, paso a paso, en la pasión de Yee, ganando su corazón. Lo que anhela de uno, en vano, lo consigue en otro.
“Crimen y lujuria” tiene un ritmo cansino, detallado y sumamente descriptivo. Hay imágenes que se repiten en pequeñas circunstancias (vgr.: miradas; huellas de carmín en el borde de un vaso; juegos de mahjong) que transmiten las intensas pasiones de los personajes, no expresadas verbalmente. Toda la puesta en escena juega con esa característica cultural: tórridos amores, reprimidos en correctas charlas sociales.
El último tercio del filme acumula las escenas sexuales explicitas que marca la evolución del personaje de Mr. Yee que sospecha de Wong pero no puede dejar de amarla. El primer encuentro sexual es violento y los siguientes repiten el síntoma, progresivamente atenuados. Yee penetra a Wong como si buscara perforar su mentira, como si pudiera arrancar la máscara que sospecha pero desea no hallar. La pasividad de Wong es un tributo a Kuang Yu Min, el tercero en discordia, que espera en las sombras de su cobardía. Con su sumisión, espera una rebelión de su amado, rebelión que sabe no llegará jamás. Los tintes históricos pasan a un segundo plano: la acción transcurre en el campo individual.
Tal vez, a “Crimen y lujuria” le sobren unos cuantos minutos. Pero, más allá de cierta morosidad estética, el guión de James Schamus y Hui-Ling Wang (sobre un cuento de Eileen Chang) no pierde de vista el conflicto dramático que está contando. Todo se condesa alrededor de los protagonistas, con economía de recursos y acción.
Dos puntales del filme, las actuaciones (soberbios Tony Leung) y la debutante Wei Tang. Y la fotografía de Rodrigo Prieto.
Escenas destacadas: las escenas sexuales; la primera muerte del grupo de espionaje; la escena en la joyería; el primer juego de mahjong en el que participa Mr. Yee; el encuentro de Yee y Wong bajo el paraguas.
Frases:
¿Qué sabemos de matar gente? Nuestra única experiencia es el teatro.
Le dije que los hombres tienen muchas distracciones. Pero las mujeres sólo tenemos las compras y el mahjong.
No sólo entra dentro de mí, también entra en mi corazón. Más profundo. Hasta el fondo. Lo acepto como una esclava. Yo interpreto mi papel fielmente, así que yo también llego a su corazón. Siempre me lastima hasta que sangro y grito. Y él queda satisfecho. Luego se siente vivo. En la oscuridad, pero sabe que todo es real.
Vete, ahora.
-Su anillo.
-No es mío.
-¿Qué sucedió?
-Ve abajo. Sigue jugando.
CONSEJO: se puede esperar al DVD.
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