domingo, septiembre 30, 2007
tragedia posmoderna
RICORDATI DI ME
Hay algo que caracteriza a las películas de Gabriele Mucino (“Ahora o nunca”, “El último beso” o esta “Ricordati di me”), una propiedad especial, una temática que las destaca: como ningún otro, ha logrado captar cierto aire trágico de nuestra generación, de esa burguesía de ingresos medios – medios altos, profesionales, apenas pasados los cuarenta. Esta generación, más que ninguna otra, está consciente de su fracaso. Hay una desazón existencial, una certidumbre que la ahoga, la conciencia de que las decisiones pasadas y presentes, limitan, irremediablemente, el futuro. Saber (y ser consciente de ese conocimiento) la distancia que hay entre lo que se soñó en la juventud y lo que se es efectivamente. Perdurar con la sabiduría del fracaso, con el peso terrible de reconocer a la persona que pudo ser, entre los grotescos rasgos de lo efectivamente sido. Nadie, como nuestra generación, ha tenido la conciencia del fracaso y la volatilidad del tiempo, la irrecuperable posibilidad de empezar de cero.
No es un mérito menor, no es una cualidad para pasar de largo. Sin embargo, “Ricordati di me” pasará, seguramente, escondida en la pantalla, en cines de segundo nivel, redescubierta en el DVD o el cable, porque a nuestra crítica le ha parecido un producto menor y desechable. Un síntoma de nuestro tiempo.
“Ricordati di me” es la historia de una familia italiana, una pareja que no se ama pero siguen ahí por inercia, con dos hijos adolescentes que odian a sus padres con menos fervor que lo que se odian a sí mismos. Carlo ha perdido la sonrisa, menos cuando encuentra a su antiguo amor, Alessia (Monica Bellucci, serenamente bella en este filme); Giulia sueña con la actuación que dejó, aunque se aterre cuando la tienten con un papel en una obra de teatro; Valentina (¡bebota Nicoletta Romanoff, otra vueltita en patines!) la tiene claro: quiere llegar a la televisión, no importa con qué productor haya que acostarse o a qué amiga prescindir en el camino; Paolo (Silvio Muccino, el hijo del director y guionista) no tiene nada claro, sabe que desprecia a todos los que lo rodean, aunque un poco menos de lo que ellos lo desprecian a él.
Gabriele Muccino estructura su filme como una película coral, un bombardeo de diálogos y escenas, de personajes que ametrallan una violencia que se expresa en cada línea, en cada grito, en cada expresión, una violencia que nace de la angustia, de la sensación de que el tiempo se acaba y que no se ha logrado ninguno de los objetivos. Los personajes se lanzan unos contra otro, con ferocidad, con crueldad, con histérica determinación. Son implacables en su falta de piedad, patéticos en su inseguridad.
En los personajes de “Ricordati di me” se adivina un perverso juego, el de aquel que al ver frustrados sus sueños, no vacila en frustrar a los otros la posibilidad de que alcancen sus propias metas. Es un torpedeo lento, progresivo, sistemático, un trabajo de zapa intensivo. De los cuatro personajes, los hombres son los más débiles, los más pasivos. Carlo, el padre de familia, es el más funcional a este juego. Si en un primer momento nos choca su resignación, su postura de dejar pasar posibilidades (¡dejar pasar a Monica Belucci nada menos!), en una segunda mirada, lo vemos más como víctima que como cobarde. Su esposa e hijos necesitan su fracaso, para que ellos puedan cumplir sus sueños. Él proporciona la precaria estabilidad económica que ellos necesitan. El único momento de pánico de esos tres personajes, se da cuando Carlo amenaza con patear el tablero y dejar la casa. La escena final (“Sonríe, papá”), en un festejo navideño, es siniestro. Han logrado quebrarlo, sin ninguna pena.
Otro apunte (más atroz en los adolescentes) es la necesidad de los personajes en que alguien crea en ellos. Se necesita demostrar que se ha tenido éxito, se necesita saber que se existe, no por lo que se es, sino porque los otros lo han aceptado como triunfador. No hay un valor propio, hay una definición de la existencia sólo a partir de la valoración del otro.
El guión ágil y vertiginoso (una marca registrada de Muccino) puede presentar algún punto flojo, alguna frase estereotipada, algún exceso. Pero la riqueza conceptual y el grado de sinceridad son tan altos, que esos puntos menores merecen ser obviados. A este pilar fundamental, hay que agregarle un elenco de primera, que soporta la montaña rusa emocional de la historia, sin falencias. Se destacan Laura Morante (como Giulia), Monica Belucci (Alessia), Nicoletta Romanoff (como Valentina) y Fabricio Bentivoglio (como Carlo), todos bien secundados por la segunda línea. Agréguese una mención especial a la edición de Claudio Di Mauro.
Escenas destacadas: el escándalo de Giulia a Carlo cuando éste amenaza con irse de su hogar; la fiesta de Paolo, abandonado por sus amigos cuando se acaba la droga; el accidente de Carlo; el encuentro en el super, de Carlo y Alessia; la charla telefónica final de Carlo y Alessia; el casting televisivo al que va Valentina con su amiga.
Frases:
Solía ser el vecindario de los líderes fascistas. Luego se convirtió en el de los profesionales libres. Ahora, sólo es su vecindario.
Paolo es su hermano. Él siempre solía hacer preguntas. Pero ya no.
-¿Cuántas veces dijimos que te pagaríamos un curso de actuación?
-Para hacer lo que quiero no necesito cursos.
-Haz teatro. Al menos es un arte.
No quiero vivir inútilmente como las personas a mi alrededor.
¿Sabes por qué en Europa no valemos un carajo? Porque los italianos tenemos la corrupción en la sangre... Hemos perdido nuestros valores. ¿Tienes valores? Es peor si piensas que lo tienes. Si tuviéramos un poco, no estaríamos en este desastre.
Yo soy Valentina Ristuccia y no soy, para nada, una buena chica. Las chicas buenas ven el paraíso... y yo quiero ver todo.
-¿Sabes lo que es infibulación?
-Sí.
-Y... ¿qué es?
-No tengo ganas de decírtelo.
Somos el simulacro de una civilización "pequeño-burguesa", hipócrita y ambiciosa. ¡Todos, desesperadamente, necesitan aparentar sin ser! Protagonistas de una sociedad consciente de su superficialidad.
Hasta la amistad se ha convertido en un bien de consumo.
-Ya sabes lo que pienso de ti.
-Dímelo otra vez.
-Eres un anónimo inexpresivo... Hablas como si tuvieras un trapo en la boca, y no se entiende un carajo... No te lavas, vistes como un izquierdista, cuando el mundo va a otra parte. Eso pienso.
Paolo, sentirte inferior, es algo que no va. Dame tiempo. Hagamos una cosa... dejemos de vernos... y cuando te sientas mejor, saldremos de nuevo. ¿Está bien?
Un mal agente les hace trabajar en eventos para clubes baratos... y las echa a hombres que sólo buscan una aventura. El problema es encontrar un agente serio, uno que le importe la persona... Pero esos ni siquiera responden el teléfono.
Sabes... la gente solitaria encuentra consuelo donde puede...
Hay que sobrevivir de alguna forma.
Hice bastantes cosas, algunas cosas estuvieron bien... otras más o menos, otras malísimas pero no importa... porque los fracasos son como historias de amor que terminan mal: se quedan siempre contigo.
El arte es como el amor: siempre tiene hambre.
-Si estaba tan hermosa, ¿por qué terminamos?
-¿Por qué?
-Sí, ¿por qué? ¿Te acuerdas?
-No.
-Yo tampoco. No te rías. Nos tenemos que acordar. ¿Por qué terminamos? Estábamos tan bien juntos.
-¿Tu libro?
-Estoy en el último capítulo. Ya casi termino.
-Dijiste eso hace años.
-¿Sí? Mi esposa dijo que es muy autobiográfico para interesarle a alguien...
Michelle Pfeiffer era una cajera, Harrison Ford un carpintero, Harvey Keitel era un cajero y Tom Cruise quería ser un cura.
Todos quieren estar en la TV porque está llena de gente vulgar. Todo lo que debes hacer es hablar y sonreír en la dirección correcta.
Necesito a alguien que me ayude a conocer a la gente correcta, yo haré el resto.
De aquí en más, para todo lo que diga, preguntaré “¿Por qué?”. Pero ella estaba adelante, sonrió y dijo: ¿Por qué?"
La gente que vino a este mundo a tomar, dan... Aquellos que vinieron a dar, toman. Es por eso que siempre estamos infelices. Actuamos como perros que quieren que los saquen.
-¿Qué estás haciendo?
-Lo que me dijiste, Me voy.
-Papá, no lo hagas.
-¿Estás bromeando, cierto?
-No.
-No me hagas esto.
-Deja que me vaya.
-Escucha... Ya no me importa con quien pasaste la noche... Pero no te apresures, no dejes todo fuera. Piensa en mí y en tus hijos.
¿Cómo eras a mi edad? ¿Pensabas que todo iba a ser una mierda o que iba a ser mucho mejor?
¿Sabes por qué siempre quieres arruinarlo todo? Porque estás celosa, eres vieja, ya has jugado tu última carta. Papá tenía razón para engañarte.
-Tenemos que hacer sacrificios si queremos ser felices juntos... ¿Comprendes?
-Nunca fui feliz contigo.
Solo necesito desesperadamente a alguien que crea en mí.
-¿Alguna vez has hecho trabajos de este tipo?
-No, pero aprendí a bailar antes de saber caminar. Puedo hacer todo, pruébeme... dígame qué quiere que haga.
Siempre lo has tratado como a un fracasado. Ahora tiene una excusa... y ahora todos hablan bien de él.
-¿Sigo valiendo algo?
-No empieces.
Sonríe, papá.
CONSEJO: no la deje pasar.
viernes, septiembre 28, 2007
desayuno en la Riviera
MUJER DE LUJO
Esta comedia francesa es una burbuja de champagne estallando en el fondo del paladar. Liviana, suelta, moralmente indecente, chispeante, con diálogos punzantes, “Mujer de lujo” es una película pequeña pero muy graciosa. Agréguele la sensualidad de Audrey Tautou que luce lomo y escote para cambiar un poco el look Amelie que venía arrastrando y la gracia patética a lo El Gordo y El Flaco de Gad Elmaleh.
Irene es una chica de lujo que está a punto de atrapar a un viejo millonario, de paseo por la Costa Azul. No cuenta que va trabar relación con Jean, camarero de un restaurante de lujo. Por esos equívocos de la comedia, Irene lo toma como un millonario y se enamora de él. Pero Irene tiene en claro que lo suyo es asegurar un futuro económico. Y los ahorros a Jean le alcanzan para unos días de Irene. Hasta que él mismo es tomado como un “muñequito de lujo” por una jovata millonaria y cede a la tentación de ser un mantenido, con el anhelo oculto de enamorar a Irene quien le da los mejores consejos para desplumar a la vieja con plata.
La película tiene el tono ligero del humor francés, con personajes que causan gracia y simpatía, pese a su inmoralidad evidente. Pícaros a los que sabemos la vida le tiene preparado un futuro muy distinto al que buscan. Pero sus esfuerzos no dejan de causarnos gracia.
El contexto es el lujo desbordado de la Costa Azul francesa. Lugar funcional para una segunda línea de interpretación, sugerido como tema, esta observación ácida sobre los que sirven y los que son servidos, o mejor dicho, los que se acostumbran a servir y los que están acostumbrados a ser servidos. Con mucha ironía retrata a esa clase adinerada que tanto compra relojes o trajes como personas. Individuos conscientes que quienes lo rodean están con ellos por lo que puedan dar económicamente y que, de no ser por ese sostén financiero, serían rápidamente olvidados en el rincón de los trastos viejos.
Nombramos a Tautou (muy pero muy linda) y a Elmaleh y vale agregar, en el terceto central, la buena actuación de Marie-Christine Adam como Madeleine, la vieja con plata.
Escenas destacadas: el primer encuentro en el bar, entre Irene y Jean; la primera pelea entre Jean y Madeleine; los besos entre Irene y Jean en el balcón; el gag del reloj mostrado por Jean en la mesa donde Irene comparte con su candidato una cena; la primera “salida” de Irene y Jean.
Frases:
Un cigarro cuesta 120 euros.
-Hoy es mi cumpleaños.
-Felicidades, señorita.
-Es un mal comienzo.
-Los cocktails son mi especialidad.
-¿No es muy riesgoso?
-En el peor de los casos, diré que trabajo aquí.
Amo ver a alguien trabajar. Siempre me impresiona la gente que sabe hacer algo. Yo no sé hacer nada.
-En unos cuantos meses te veré en el mismo lugar donde te recogí. En el bar de un hotel, usando una mini, con la misma falsa expresión de indiferencia.
-No estoy preocupada. Estarás tan borracho que preguntarás mi nombre. Me ofrecerás una copa.
Mierda. No lo puedo creer.
Amo la comida Italiana, porque no es pretenciosa. Y si nunca se espera algo más de lo que hay, entonces no nos decepcionamos.
Pediremos otra. Es triste con una sola botella.
-Me siento bien, porque no tengo que trabajar por la tarde. Siento como si no hubiese ido a clases.
-Yo también.
-Encima estoy borracho.
-Mejor estar borrachos en la tarde que en la noche.
-Otros 10 segundos.
-Los 10 segundos pasaron.
-¿El tipo con el que estás ahora no es suficiente?
-Estoy con él sólo por el momento.
¿Por qué?
-Él se divorció cuatro veces y paga cuatro pensiones de alimentos a sus ex-mujeres. No le queda mucho. Créeme, puedes conseguir algo mucho mejor.
-No puede tratarte así. Esto no puede continuar.
-Ella tiene el dinero.
-¿Y qué? Tú tienes alma.
Puedes resistirte a la belleza, pero no al encanto.
No terminar las oraciones es muy efectivo. Eso y mirar a lo lejos.
Toma un solo tiburón para hacer todo el juego de cubiertos. Cuando muera voy a donarles mi cuerpo.
-¡Oh mi Dios! ¡Un reloj Jaeger-LeCoultre! ¿Sabes cuánto cuesta?
-Ni siquiera puedo pronunciar la cifra.
-Oh no... Oh no, esto no puede ser verdad... Este bastardo... No otra vez...
Mierda...
-Los rollos de pan se llaman panetones.
-El idiota me dejó.
-¿Te dejó?
-Me dejó aquí. Y se llevó todo.
Quería creer que eras diferente. No como los otros. Pero sólo eres más listo que el resto.
Deja de ser tan agradable. Es insoportable. Parece que un hombre como tú no puede ser comprado. Ni siquiera por mí.
CONSEJO: ir a verla. Se puede anotar para ver en DVD.
miércoles, septiembre 26, 2007
ni
RÉQUIEM
Uno de los posts más leídos de “Libreta Chatarra” (y vale vanagloriarse que es el más leído por visitantes de todo el mundo) es la breve reseña biográfica que le dedicamos al caso de Anneliese Michel, la chica alemana que en 1976 falleció para algunos poseída por el demonio, para otros desnutrida y con epilepsia (para los que no leyeron la nota, cliqueen acá). Y la historia venía a cuento porque, el día anterior, habíamos comentado la película “El exorcismo de Emily Rose” que se basaba, algo libremente, en ese caso.
Bueno, llegó a las pantallas argentinas, “Réquiem” la versión alemana del mismo caso, con otro nombre. No es Emily Rose sino Michaela Klingler, pero la historia se basa en la misma Anneliese. De verdad, esperábamos con mucha expectativa esta versión no Hollywood del caso. Porque imaginábamos que el cine alemán nos iba a contar otros flancos de la historia, con menos gritos, demonios volando, menos espasmos y efectos lumínicos, buceando más en la psiquis de sus personajes y encontrándole otra vuelta, menos marketinera, a la historia.
Error: esta película de Hans-Christian Schmid prescinde de efectos especiales, sí, pero también de las ideas. Es una mera descripción, avanzando neutralmente, hasta que tiene que definir la historia. Y ahí, la película termina, casi a los apurones.
Nos queda algunos apuntes: la obsesión religiosa de la familia de Michaela, su enfermedad, el stress por los estudios, la tirante relación con su madre, la sumisa negación de su padre. Pero no va más allá. Es una de esas películas que se van como agua entre las manos, con la sensación de que el director no se ha esmerado demasiado en ir más allá, ni siquiera animado a tomar una posición.
En ese sentido, podríamos criticar que “El exorcismo de Emily Rose” era muy efectista. Sí, pero se dignaba a contar una historia. “Réquiem” se reduce a una mera descripción de hechos, sin arriesgar una interpretación.
Vale rescatar el trabajo de Sandra Hüller, como la protagonista de la historia. En un segundo plano, Burghart Klaußner e Imogen Kogge (como los padres de Michaela).
No mucho más para un filme que pasará, presumimos, sin pena ni gloria. Con excepción, claro, de nuestros críticos vernáculos que se desvivieron en elogios.
Escenas destacadas: la visita de los sacerdotes con los padres de Michaela, en el salón de la universidad; la escritura del trabajo práctico, con el deterioro progresivo de Michaela; la visita de Hanna a su casa.
Frases:
-Entonces, ¿en qué crees?
-Creo en Dios.
(LOS ESTUDIANTES A SU ALREDEDOR SE RIEN)
-Quisiera preguntarles ¿cuáles son sus creencias? (SILENCIO) Sí, ves. Y ése es el problema.
Aseguramos que existen demonios, pero también creemos en Dios.
Está tan furioso porque también tiene miedo. Sabe que no le mentiría y que no podría imaginarme todo esto.
-Una vez tuve que bendecir a una vaca.
-¿Y lo hizo?
-Es el trabajo de Gerhards. Es una simple creencia. En tiempos difíciles, Dios es como una compañía de seguros. Una buena cosecha, supone una buena compañía.
-Sí, la gente debería pensar eso. Me pregunto: ¿significa que Dios existe si hay una buena cosecha? ¿O alguien enfermo? La gente debería distinguir entre un dolor de verdad y un estado mental, una superstición.
-El mundo enferma a nuestra alma.
-Casi dudo de ello.
-¿Porqué Dios no me trae suerte? ¿Estoy castigada?
-Dios no castiga, pone pruebas duras a sus favoritos, Michaela. Tú lo sabías. Sólo puedo pensarlo como una prueba de Dios. De otra forma estaremos perdidos.
Este mundo no se caería si tus rezos fueran útiles.
-Michaela, dilo.
-¿Decir qué?
-Di que tu condición ha mejorado, que has aprendido mucho. Di que tienes mucho trabajo. Di que tomas las píldoras, que estas personas hablan tonterías. Di que sólo estás cansada. Que necesitas dormir.
-Cierto, las cosas que dijiste.
-Lo ve... así es.
-Sí, papá. Tienes razón, papá.
-Bien, mi niña. Bueno, no nos quedaremos más aquí.
Esas píldoras, y las otras, no ayudan. No sirven desde el principio. Veo a una persona diferente.
CONSEJO: dejar pasar.
sábado, septiembre 22, 2007
vértigo
EL ULTIMÁTUM DE BOURNE
Hay más de un punto de contacto entre este episodio final de la trilogía de Jason Bourne y “Vuelo 93”, ambos dirigidos por Paul Greengrass. En ambos, el estilo de filmación es cuasidocumental, con una cámara en mano nerviosa, que se mueve con los protagonistas, personajes agitados, con respiración entrecortada, casi desarrollada en tiempo real (o con la ficción del tiempo real, como lo es en el caso de Bourne). En ambos, hay un centro de operaciones que sigue, digitalmente, lo que pasa afuera. En ambos, la edición es crucial. En ambos, la acción pasa no por la confrontación dramática, sino por el vértigo de los personajes urgidos.
Lo que en “Vuelo 93” funcionaba, en “El ultimátum de Bourne” funciona mucho menos. Primero, porque la historia no réplica un hecho real. En “Vuelo 93”, la estética del documental era un acierto, porque aportaba un contexto de verosimilitud, utilizando el recurso del coeficiente Zapruder. En cambio, en “El ultimátum…”, el delicado juego de relojería que fueron los anteriores episiodios de Bourne (sobre todo el primero), cede lugar a la persecución y al esfuerzo, más que a la inteligencia. En algún momento, entre una persecución y otra, nos quedamos con ganas de preguntar para qué corre tanto Bourne. Si parara la pelota y pensara (nos decimos), le iría mejor. Un par de deslices atentan contra esa eficacia que necesitaba la historia. Anotemos: ventanas providenciales, saltos repetitivos.
Aunque David Strathaim funciona con autoridad como el opositor de Bourne, bien contrabalanceado por Joan Allen como la aliada de Bourne en la agencia, pero ese barullo de persecuciones los deja a ambos en un segundo plano. No alcanzan a rivalizar con lo que Bourne puede lograr. Lo de Matt Damon es bueno, pero pasa más por lo físico que por lo emotivo, por las limitaciones que impone el guión.
No obstante las limitaciones de guión y dirección señaladas, el episodio final de “El ultimátum de Bourne” es una buena película para los amantes del género y se sigue con atención. No es un hallazgo como lo fue el primer episodio de esta historia, es un producto correcto y sólido, que no nos vuela la cabeza pero que logra su objetivo de cerrar con dignidad la trilogía de un espía que se ganó su lugar en la historia del cine.
Escenas destacadas: la persecución por los techos y las casas del villorrio de Tánger; la huida de la estación de trenes en Inglaterra; la escena entre Nicky Parsons y Bourne; la revelación final de dónde Bourne se trasnformó en Bourne, en el diálogo con Albert Finney.
Frases:
-Bourne y Nicky Parsons están muertos.
-¿Está seguro de eso?
-Lo estamos confirmando…
-¿Por qué me ayudas?
-Es difícil para mí… verte… ¿no te acuerdas de nada, no?
Yo puedo sus caras. Toda la gente que asesiné. Sólo que no recuerdo sus nombres.
David Well, ese es su verdadero nombre. Nació el 15 de mayo de 1971 en Nixon, Missouri…
-¿Dónde está ahora?
-Estoy sentado en mi oficina.
-Lo dudo.
-¿Por qué?
-Si fuera así, estaríamos conversando cara a cara.
Nosotros lo elegimos. Usted nos eligió.
Posiblemente debas aceptar el hecho de lo que tú elegiste aquí, de transformarte en Jason Bourne. No que nosotros elegimos al chico incorrecto.
¿Sabes por qué quieres asesinarme? Míranos. En lo que ellos nos convirtieron.
CONSEJO: esperar al DVD. Amante del cine de acción, irán igual, les diga que sí o no. Así que vayan.
miércoles, septiembre 19, 2007
frases de “Infame”
Todo lo suyo está diseñado para fascinar. La apariencia, el comportamiento y por supuesto, la voz. ¿La voz? A la afortunada persona que nunca la ha escuchado sólo puedo decirle: imagínese cómo sonaría una col de Bruselas si una col de Bruselas pudiera hablar.
Esta es una palabra que aborrezco: “Excéntrico”. La gente aburrida la usa para describir a alguien que yo considero interesante.
-Compró un Degas adorable.
-Yo lo quería para el baño de huéspedes... pero Bill quiere poner el hombrecito de Giacometti que tenemos en el pasillo.
-Dile que nadie quiere ir al baño y encontrar un hombrecito ahí. Yo lo sé por experiencia personal.
La gente siempre menciona su efervescencia... Pero uno debe recordar que en el centro de toda llama brillante siempre está ese pequeño toque de azul.
Truman adoraba a Nelle. Ella y Jack eran básicamente sus únicos amigos fuera de la sociedad. Diré que a él le dolió cuando ella ganó el Pulitzer. Tal vez no le habría importado que ella ganara uno, si él hubiera ganado dos.
-¿Un qué en las rocas?
-J y B. Es un tipo de escocés, querida.
-¿Quiere que vaya a ver si tenemos?
-Ese sería un comienzo maravilloso.
-¿Crees que todos me llaman "señora" para ser malos o realmente no se dan cuenta? Sé que no soy Charles Atlas, pero ni Ethel Merman tiene esto. (SEÑALÁNDOSE LA BARBILLA)
-No. La de ella es más espesa.
Si este es el único queso que encuentro, la señora Capote y yo probaremos el cianuro.
- ...y yo tenía problemas para escribir una escena para Boggie, cuando empecé a sentir el dolor más inhumano…
-¿Boggie? ¿Se refiere a Humphrey Bogart?
-Me refiero al señor Lauren Bacall, sí.
Escucha, Zorrito. Cuando eres pequeño debes ser rudo. Este mundo no es bueno con las cosas pequeñas.
Herb era uno de los rancheros más respetados en este Estado. Si hubiera una lista que le dijera a uno cómo tener éxito con honor... pues él lo hizo todo.
Verá, él trabajaba duro, cuidaba a su familia y cuando iba a la iglesia, no era solamente para que lo vieran. No, él iba y escuchaba. Y yo siempre he creído que cuando uno hace algo bien... eso le da un poco de peso... de manera que uno se siente arraigado en esta tierra, ¿sabe? Sólido. Seguro. Lo que me asusta es bueno, a veces, de la nada... sopla un viento malo. Podría ser cáncer, podría ser la bebida, podría ser alguna mujer que no le pertenece a uno. Y a pesar del peso que lo aferra a uno al suelo... cuando llega ese viento, lo levanta a uno tan ligero como una hoja y lo lleva donde ese viento quiere. Estamos en control hasta que no lo estamos. Entonces estamos indefensos.
-Quiero usar técnicas de ficción en una historia de no ficción.
-¿Qué técnicas de ficción? ¿En las que te inventas cosas?
-Periodismo implica recrear, no crear.
-¡Esta es una nueva especie de periodismo!
La única forma de lidiar con la vulgaridad es siendo más ingenioso.
-Empleo una técnica de memoria que me da una retención de casi un cien por ciento.
-Bueno, "casi" es la maldita palabra clave.
Bueno, aquí hay algo para que recuerde cien por ciento... Yo no soy un personaje. Soy un maldito ser humano.
Cuando hablas con ellos, parecen unos chicos perfectamente buenos. Para ser franco, me preocupa mucho más mi seguridad cuando estoy cerca de Norman Mailer.
No parece posible que un hombre que tenga un canal de televisión pueda ser tan mal mentiroso. Parece algo tan esencial para su éxito.
Me gustaría encontrar a un hombre como tú. El sexo y el dinero no me importarían. Siempre podríamos divertirnos así.
Aunque las historias están bien contadas finalmente no me gustaron, porque me pareció que a la escritura le faltaba bondad.
Toda mi vida lo único que he querido ha sido crear una obra de arte. Canté, nadie escuchó. Pinté, nadie miró. Ahora, Dick y yo asesinamos a cuatro personas.
¿Y qué saldrá de ahí? Una obra de arte. Me río de mí mismo.
Los artistas tenemos el poder, a través de nuestra imaginación, para escapar de un mundo degenerado y crear uno mejor.
Tú hiciste algo terrible. No eres inocente. Eso no significa que no seas un ser humano.
Sé que esto es una locura... pero cuando lo miré a los ojos, estaba pensando:
"Qué pena que no hayamos podido ser amigos".
Ahora mata tú a las mujeres.
-Todo eso es una formalidad, ¿no? No van a refutar nada, ¿o sí?
-No, esperan vivir, no morir. La muerte sería mejor para el libro. Satisfaría más a los lectores y haría que el título funcionara. Cariño, he trabajado más duro en esto que en cualquier otra cosa en mi vida. No quiero que se arruine solo porque el jurado toma una decisión tonta.
-Estar en la cárcel no es un castigo, si no te gustaba estar afuera. Y la muerte tampoco lo es, si era doloroso vivir. Le diré qué es el castigo para mí.
-¿Qué?
-Esperar que haya alguien para ti. Y después de no tener a nadie por años, lo encuentras y no lo puedes tener.
-¿Sientes que tu libro vale una vida humana?
-Definitivamente vale la de Dick.
-¿Y el otro hombre?
-Se llama Perry. Quiero decir, es una posición intolerable. Porque tener un final para el libro, significa tener un final para...
-Ellos van a preguntar si tienes algo para decir y tienes que disculparte.
-Eso no los traerá de regreso.
-No. Restaura tu humanidad para ti.
Ustedes... me están enviando a un mundo mejor que el que éste fue jamás.
-Babaling, la vida es dolorosa. Es la única experiencia que une a ricos y pobres. Supongo que soy capaz de soportarlo porque puedo convertir lo que me hiere en arte.
-Sí, pero... ¿a qué costo?
Ver lo que le ha pasado desde entonces... bueno, a pesar de la bravuconería que solo parece ser seguridad... he llegado a sentir con gran dolor... que hubo tres muertes en la horca esa noche. Él nunca volvió a escribir nada grande. Solo colecciones, fragmentos unidos.
Estados Unidos no es un país que pone atención al gesto pequeño. No somos un país como Francia donde el encanto, algo ligero o efervescente puede sobrevivir. Nosotros queremos todo lo que tienes y lo queremos tan rápido como puedas entregarlo.
Leí una entrevista con Frank Sinatra en la que él dijo esto de Judy Garland:
"Cada vez que ella canta, muere un poco". Eso demuestra cuánto se entregaba ella. Eso también es cierto en los escritores.
Y luego sale el libro y hay una cena. Tal vez te dan un premio. Y luego viene la inevitable y muy estadounidense pregunta: “¿Qué sigue?”. Pero lo siguiente puede ser tan difícil... porque ahora sabes lo que se requiere.
martes, septiembre 18, 2007
truman
INFAME
“Infame” tuvo la mala fortuna de estrenarse después de “Capote” y tener que lidiar con el descomunal peso de la actuación de Philip Seymour Hoffman. Por más que uno intente no compararla, el análisis, inexorablemente, cae en lo que le falta o le sobra respecto a su antecesora. Tal vez sea injusto, pero es el destino que le ha tocado a esta película que vuelve a echar una mirada sobre la elaboración de “A sangre fría”, la mejor novela de Truman Capote y su relación (perversa, cínica, malvada) con Perry Smith, uno de los asesinos.
Para quienes hayan visto la anterior “Capote”, verán a “Infame” como una repetición menor. Lo que “Capote” tiene de coherencia dramática y peso específico trágico, le falta a “Infame”. La construcción del guión parece estar en “Infame” más cercana a los hechos reales que subordinada a una idea, como se podía ver en “Capote”. Por eso es más desprolija, en términos de guión, utilizando algunos recursos no del todo coherentes (por ejemplo, la confesión a cámara de los personajes, en estilo documental).
“Infame” cuenta con otra extraordinaria actuación, en este caso de Toby Jones quien encara a Truman Capote más como la loca que debió ser en la realidad que el toque ligeramente afeminado que le dio Hoffman. Los que lo conocieron, aseguran que el tono de voz de Toby Jones es exacto. El personaje de Capote no disimula su homosexualidad, es mucho más exhibicionista, desafiante y provocador. Y la relación con Perry Smith se entabla en términos menos sutiles. El propio Perry se elabora desde otro ángulo, menos tímido, más masculino y sexual, en otra soberbia actuación de Daniel Craig (el actual James Bond) que nos sigue regalando sorpresa tras sorpresa, en cada trabajo suyo.
Si el guión se desborda un poco, es por tratar de mostrarnos la fauna neoyorquina de esos años, esa mezcla de ricachonas solitarias, intelectuales snobs y chusmeríos de barrio. Esos momentos, resienten la estructura del filme. Puede agregarse algunas oportunidades perdidas en el perfil de los personajes. El comisario (interpretado por Jeff Daniels) no tiene vuelo psicológico (como si lo tenía el mismo rol de Chris Cooper en “Capote”); la muy buena actuación de Sandra Bullock (como Nelle Harper Lee) se interrumpe demasiado pronto; los roles de Sigourney Weaver, Isabella Rosellini y Hope Davis parecen repeticiones de un mismo personaje.
Sin ser mala, “Infame” agrega poco más a la historia de Truman Capote y su mejor novela.
Escenas destacadas: la canción que canta Gwyneth Paltrow con los títulos (hermosa la rubia, look cantante de jazz de los ’50); la agresión de Perry a Capote en la prisión; el diálogo final, antes de la ejecución; los parlamentos de Sandra Bullock.
Las mejores frases, mañana.
CONSEJO: esperar al DVD.