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críticas chatarras

viernes, octubre 20, 2017

frases de “Blade Runner 2049” 



-Eres un agente. Hice tu trabajo una vez. Era muy bueno.
-Lo sé. Las cosas eran más simples entonces.

Siempre te lo dije. Eres especial. Tu historia aún no ha terminado. Aún queda una página.

Tengo recuerdos pero no puedo decir si son reales.

Hay un orden en las cosas. Eso es lo que hacemos aquí. Mantenemos el orden. El mundo está construido con un muro que separa cada clase. Dile a cada lado que no hay muro y habrás comprado una guerra. O una masacre.

Te gusta el dolor. El dolor te recuerda que la alegría que sentías era real. Pero no conoces el verdadero dolor todavía. Aprenderás.



Los Replicantes son como cualquier otra máquina: son un beneficio o un peligro. Si son un beneficio, no es mi problema.

A veces para amar a alguien tienes que ser un extraño.

-¿Tú no tiene hijos, ¿verdad?
-Tengo... millones.

Dos personas no pueden tener el mismo ADN. Uno de ellos no es real. Es una copia.

Gente más importante que usted ha querido cerrar mi negocio. Y eran hombres de verdad.



No está bien soñar un poco. No si eres como nosotros.

Si eso fuera cierto, si hubiera nacido... alguien como yo me cazaría por el resto de mi vida.

-Cuatro símbolos hacen a un hombre: A, T, G y C.
-Yo solo tengo dos: 1 y 0.

Tienes la mitad de mis datos. Pero eres el doble de elegante, mi amor.

Podríamos invadir el Edén y recuperarlo. El truco final de Tyrell... procreación.

Es raro compartir historias de mi infancia cuando nunca fui niño.

Cada salto de la civilización fue construido sobre la espalda de los esclavos.



La humanidad no puede sobrevivir. Los replicantes son el futuro de la especie. Pero sólo puedo hacer unos pocos.

El dolor te recuerda que la alegría que sentiste era real.

Sus ojos eran verdes.

Nunca has visto un milagro.

-¿Es real?
-No lo sé. Pregúntale.

Todo el coraje en el mundo no puede alterar los hechos.



Has encontrado la clave de la civilización. Y lo que te costará es todo.

-Ése no es un nombre. Es un número de serie.
-Muy bien. Joe...

Morir por la causa justa. Es lo más humano que podemos hacer.

Hay un mucho de artista en su trabajo.

Realmente eres el mejor ángel. ¿No es así, cariño?

-Me gusta esta canción. Podemos seguir peleando… o podemos tomar una copa.
-Tomaré la copa.



-Veo que es uno de nuestros clientes. Espero que esté satisfecho con nuestro producto.
-Es muy... realista.

No puedes contener la marea con una escoba.

-¿Qué es eso?
-Un árbol
-Nunca había visto un árbol. Es bonito.
-Está muerto.

Cada recuerdo tiene una parte de su artista.

-Te amo.
-No tienes que decir eso.
-Lo sé.

¿Me extrañaste?

La clave del futuro finalmente se desentierra. Tráemela.

Alguien vivió esto. Sí. Ocurrió.



¡Oh, ya veo! No te gustan las chicas reales.

-¿Cuál es la ocasión?
-Digamos que es nuestro aniversario.
-¿Lo es?
-Digámoslo.

-Te extrañé, cariño. ¿Cómo estuvo tu día?
-Fue un día.

Todos estamos buscando algo real.

Tengo la cerradura y él tiene la llave.

jueves, octubre 19, 2017

lento fluir 


BLADE RUNNER 2049
data: http://www.imdb.com/title/tt1856101

“Blade Runner 2049”, la ecuela del clásico de Ridley Scott, sufre de falta de fluidez. Denis Villenueve logra empardar visualmente a su antecesora. Pero el guion adolece de esa morosidad que caracterizaba a cierta ciencia ficción con aires de intelectualidad de los años ’70. Ese lento transcurrir, esa caminata a paso de tortuga, ese mirar a cámara con cara de aburrido, alarga una trama que podría haberse resuelto en menos tiempo y con más eficacia. Las ideas están, hay un par de escenas de notable factura, hay un buen elenco. Pero falla la amalgama, la transición de una escena a otra.

En el despliegue visual, “Blade Runner 2049” no hace extrañar a su predecesora. Villenueve logra replicar el mundo desgastado, polucionado, polvoriento (agravado por un colapso ecológico) de colores saturados y neón. En ese contexto se desenvuelve una humanidad sin apetito de transcendencia, aburrida y demasiado cansada.



El tema parece ser la persecución que el Blade Runner protagonista, un tal K, realiza ante viejos replicantes de la discontinuada serie que supo rebelarse en la precuela. A poco de andar, K descubre un hecho singular: el cadáver de una replicante que parece haber muerto tras un embarazo. El hecho de la reproducción quebraría el mundo compartimentado de “Blade Runner 2049”, rompería todas las certezas en las que se sostiene el mundo. K pasa de investigar a creer que él pueda ser un replicante con un pasado y un nacimiento. Si es así, es distinto.

Pero de lo que verdad habla “Blade Runner 2049” es de lo difícil que es distinguier lo real de lo virtual. Los personajes se preguntan si son lo que creen ser; más aún: se cuestionan si sus recuerdos son reales o implantados. Los entes cruzan los límites: una holografía puede amar y arriesgar su vida; un replicante ser madre; un humano convertirse en un componente cibernético.



Lo que “Blade Runner 2049” se pregunta es qué es ser humano, que nos define como tal. Y en el mundo del futuro, las entidades generadas por el ser humano pueden reclamar esa condición sin que suene forzado. Hay más humanidad en Joi que en Niander Wallace, por poner un caso.

No parece casualidad que las mejores escenas tienen ecos de esta reflexión. Paradigmática es el trío que K realiza con Joi y con Mariette, una escena donde lo visual sube un escalón al “inventar” imágenes nuevas, como esas manos que se cuadriplican al acariciar la nuca del protagonista.



Para bordear esta idea, el guion de Hampton Fancher y Michael Green despliega una serie de sucesos que no terminan de atrapar. Parece como una falla de guion que K no tenga un antagonista apropiado, un rival que genere acción. Tal vez por eso K se sustenta en el rostro sin expresión de Ryan Gosling, en muchas escenas en que lo visual reemplaza al drama. La consecuencia es que, aunque esté muy bien filmado, la escena no logra despegar de la pantalla.

La aparición de Harrison Ford (esperada por toda la platea) agrega el valor de la melancolía y de la valoración del tiempo transcurrido. Pero en términos de guion, da lo mismo que esté o no. La intriga central (¿quién es el niño nacido de la replicante?), una vez revelada, no provoca ningún terremoto dramático. Es más, hasta se llega a sospechar con anticipación.

“Blade Runner 2049” no le falta el respeto a la original. Pero tampoco crea nada nuevo. Y de alguna manera, ese pecado le falta el respeto al original.

Mañana, las mejores frases.

jueves, octubre 12, 2017

frases de “¡Madre!” 



¿Yo? Yo soy yo. ¿Y tú? Tú estás en casa.

Das, das y das. Nunca es suficiente.

-Yo soy su padre.
-¡Y yo soy su madre!

-¿Por qué no quieres hijos?
-¿Disculpe?
-Vi cómo reaccionaste antes. Sé lo que es cuando estás empezando. Y piensas que tienes todo el tiempo del mundo, y... ya sabes, no vas a ser joven para siempre. ¡Ten niños! ¡Entonces estarán creando algo juntos! Sólo es... ajuste. ¡Oh…! Tú quieres hacerlo…

-No sólo tropezó con nosotros. Tiene fotos tuyas en su equipaje.
-¿Qué hacías con su equipaje?



-¿Voy a perderte?
-Nunca.

¡Haz que se vayan!

Tu amor... ¿todavía está allí, no?

¡Oh, la inspiración! Mátala.

-¿Qué quieren?
-Están esperando.
-¿Esperando qué?



¡Sólo quiero darle vida a esta casa! ¡Abrir la puerta a nuevas personas, a nuevas ideas!

-Ellos vienen a verme.
-¡Eres un enfermo! ¡Ellos son enfermos! ¡Asesinos!

-Pasamos todo nuestro tiempo aquí. Quiero hacer un paraíso.
-Ella remodeló todo, hasta el último detalle. Le devolvió la vida a todas las habitaciones.

-¿Eres feliz?
-Te amo.

Realmente lo amas. Que Dios te ayude.


miércoles, octubre 11, 2017

alegoría multicapa  


¡MADRE!
data: http://www.imdb.com/title/tt5109784

Darren Aronofsky fue al extremo en una película que opera en varios niveles, que nos manipula desde el primer momento. Hacía tiempo que no veíamos una película que nos desconcertara tanto, que nos estrujara en nuestros asientos sin saber porqué. Es un ejercicio de estilo, de cómo atemorizar sin nada, de estirar al máximo la alegoría sin detenerse ante la crueldad. Es una de esas películas que le están faltando al previsible mundo del cine, agonizante entre el Modelo Pochoclo y el PPC (Pensamiento Políticamente Correcto). La recomendamos fervientemente y no nos sorprendió, en absoluto, que la crítica local la haya tildado de pretenciosa, como suele hacer con todo aquello que rompa sus prejuicios. Para esta página es la mejor carta de presentación.

Poco sabemos de los personajes: ella, una chica joven; él, un poco mayor, un escritor que tuvo un éxito y tiene un bloqueo creativo. Una casa soñada que se quemó hasta los cimientos y que la protagonista fue restaurando, desde las cenizas, para dejarla como la casa que supo ser. En ese ambiente claustrofóbico, en ese encierro que da al sol y a un jardín con césped, la pareja recibe la visita de extraños.



Primero es un profesor que busca alquilar una habitación; luego, su esposa. Y después dos hijos que pelean entre ellos. De a poco, la casa que es el espacio íntimo de los protagonistas, es invadida y amenazada. Los visitantes se extralimitan, toman atribuciones que no corresponden, se entrometen en la privacidad de la pareja. Y la reacción de los protagonistas es opuesta: él concesivo, entusiasmado por las perspectivas de novedad de los intrusos; ella, alarmada, a la defensiva, pidiendo que se vayan y comprendiendo que sus deseos son progresivamente desautorizados.

A medida que la trama se desliza hacia el absurdo, comprendemos que “¡Madre!” está hablando de otra cosa, que nos está contando una historia alegórica y que su eficacia debe ser juzgada en otros planos.

Ahí es cuando decimos que Aronofsky ofrece una película multicapas, porque la historia puede verse en varios planos, todos válidos, todos eficaces, aunque haya una que sea la correcta (sic).

Podemos ver “¡Madre!” como el desmoronamiento de una relación de pareja. Lo que parece idílico, tiene una grieta y a medida que esa grieta se expanda, la relación tiembla, se estremece, sin posibilidades de volver a lo anterior. En esta mirada, es patético el empeño de la protagonista, de mantener las partes juntas, de restaurar lo que se resquebraja. La casa es el símbolo de la pareja y su destrucción, el fin de la relación.



Desde otro punto de vista, se puede ver “¡Madre!” como el egoísmo del artista, la destrucción de la musa al que el artista pide más y más, sin límite, hasta consumirla en su afán de buscar la perfección que no puede ser hallada en este mundo. No hay nada que conforme al artista, no hay reposo ni sosiego. La paz hogareña no alcanza para satisfacer al artista. Nuevamente, los esfuerzos de la musa para agradar son patéticos, vanos, espasmódicos. El artista es un tirano que destruirá su mundo, su lugar, por conocer lo nuevo, la gente que viene de afuera, las ideas que oxigenen la calma del hogar. La casa representa en esta versión de los hechos, la zona de confort del artista que debe ser dejada (peor aún, destruida) si se quiere volver a crear como ayer.

Para los que no quieran ver alegorías, pueden quedarse en el thriller absurdo que se plantea desde la llegada de los visitantes al hogar. El mecanismo de suspenso se sustenta, básicamente, en la mirada aterrada de Jennifer Lawrence quien se sobresalta por un timbre que suena. La banda de sonido, sin música, con los ruidos de la casa (quemadores, goteras, crujidos, brisas) es un ejemplo de cómo contribuye a la sensación de lo amenazante. La disposición de las cámaras es otro factor: una cámara puesta sobre Jennifer Lawrence en planos repetidos y que parecen acecharla desde su espalda, refuerzan en el espectador esa sensación de amenaza que no se entiende pero se siente. Lo que amenaza está fuera del plano, opera lejos de nuestra visión, se presiente y se augura, más por la mirada fuera de la pantalla o por el sonido que actúa debajo de la superficie de la trama. Quien siga este camino, disfrutará y se asustará, sin encontrarle sentido al final, más que en un ejercicio absurdo, ilógico, discordante.



Pero hay otra visión de “¡Madre!” que parece ser el verdadero propósito de Aronofsky: hay una interpretación bíblica de esta historia. El personaje de Javier Bardem se llama Él; el de Jennifer Lawrence, Madre. Ed Harris y Michelle Pfeiffer son Hombre y Mujer. En una de las escenas, lo vemos al Hombre vomitando en el baño asistido por Él. La Madre los sorprende y se ve que el Hombre tiene una herida en el lado de la costilla que Él tapa. Después viene su mujer con fuerte sexualidad; luego los hijos discutiendo entre sí: uno mata al otro. ¿Encuentran algún paralelo con el Génesis? Adán, Eva, Caín y Abel. La humanidad recibida por Dios y maltratando la casa que es de todos, destruyendo y volviendo a renacer desde las cenizas, desde el centro, el corazón de la Madre, el diamante que resetea el juego. La Madre es la Madre Tierra; nace con otra cara, con la misma idea: satisfacer al Dios egoísta que necesita a los hombres para que le rindan idolatría.

En esta interpretación, el nuevo libro de Él es el Nuevo Testamento, su hijo sacrificado, Jesús y la antropofagia es el cuerpo y la sangre de Cristo. La alegoría es clara, no muy complicada. Y cuando vemos la irrupción en la casa, el terrorismo, la represión, la destrucción intencionada de la casa, el simbolismo es cristalino.



Así que de eso hablaba “¡Madre!”: de un compendio de la historia de la humanidad, de una mirada oscura sobre el hombre pero más oscura sobre la Divinidad. Dios es un caprichoso egocéntrico; Gaia sumisa generosa. La historia se repetirá una y otra vez, quemaremos una y otra vez el hogar y volveremos, con otros ropajes a ser cretinos, con el consentimiento de un Dios que perdonará, también una y otra vez, la maldad de sus creaciones.

Que es pretenciosa, nadie lo niega. Que nos llama la atención, tampoco. “¡Madre!” es una espina en la cartelera que fracasará comercialmente pero que no dejará de llamarnos la atención.

Nosotros la recomendamos. Aunque nos maldigan por esta recomendación.

martes, octubre 10, 2017

frases de “It” 



-¿Esto no es lo suficientemente real para ti, Billy? ¿No soy lo suficientemente real para ti?
-¡Mierda!
-¡Fue bastante real para Georgie!

-¿Quieres un globo también, Georgie?
-No se supone que deba tomar cosas de extraños.
-¡Oh! Bueno. Soy Pennywise. El payaso que baila. “¿Pennywise?” “¿Sí?”, “Conoce a Georgie”. “Georgie… conoce a Pennywise”.

-¿Qué haces en la alcantarilla?
-Una tormenta me hizo volar. Sopló todo el circo.

¡Lo llevaré! ¡Los llevaré a todos! Me deleitaré con sus carnes mientras me alimento de sus miedos. O... solo nos dejarán… Lo llevaré. Sólo él. Y tendré mi largo descanso. Y todos ustedes crecerán para vivir y prosperar y llevar vidas felices hasta que la vejez los lleve de vuelta a la muerte.

Derry no es como ninguna ciudad en la que haya vivido. La gente muere o desaparece seis veces más que el promedio nacional. Y eso es con los adultos. Con los niños es peor. Mucho, mucho peor.



Cuando eres un niño, piensas que siempre estarás protegido y cuidado. Entonces, un día, te das cuenta de que no es cierto. Si abres los ojos, verás lo que estamos pasando. Porque cuando estás solo como un niño, los monstruos te ven como más débil. Ni siquiera sabes que se están acercando. Hasta que es demasiado tarde.

¿Sólo los vírgenes pueden ver estas cosas? ¿Es por eso que no estoy viendo esta mierda?

¿A dónde vas, Eds? ¡Si vivieras aquí ya estarías en casa! Ven y únete al payaso, Eds. Flotarás aquí abajo. Aquí abajo todos flotamos.

-Nos gusta pasar el tiempo contigo.
-Gracias.
-No deberías agradecernos demasiado. Salir con nosotros te convierte en una perdedora también.



Me alegro de haberte conocido antes de morir.

Sabroso, sabroso, hermoso miedo.

¡Es verano! ¡Se supone que nos vamos a divertir!

Si permanecemos juntos, todos nosotros, ganaremos.

Mi mamá me va a matar.

Me golpeaste. Me hiciste caminar a través de agua de mierda. Me arrastraste a esta casa de adictos al crack... ¡y ahora voy a tener que matar a este maldito payaso!



-Estuve buscándote todo este tiempo, Georgie.
-No pude encontrar la salida de aquí…

-Ahí tienes. Está lista, Capitán.
-Gracias, Billy.

Mi abuelo piensa que esta ciudad está maldita. Que todas las cosas malas que sucedieron en esta ciudad son por una cosa… una cosa malvada.

-Bill… si vienes conmigo también flotarás…
-Georgie...
-También flotarás, también flotarás… ¡También flotarás!

-Vi algo. Había un…
-Un payaso. Sí. Yo también lo vi.



Miren: todo se conecta por las alcantarillas. Ahí es donde vive Eso.

¿Qué sucederá cuando otro Georgie desaparezca? ¿O uno de nosotros? ¿Vas a fingir que no sucedió como todos los demás en esta ciudad?

Tu cabello es fuego de invierno.
Enero
Mi corazón arde allí también.


-¡Es correcto! Y tú también, Henry. ¡Que sea un día maravilloso! ¡Mátalo!
-Mátalo. Mátalo. Mátalo. Mátalo.



-Necesito mostrarles algo.
-¿Más de lo que mostraste ayer en el lago?

¡Bienvenido al Club de los Perdedores, imbécil!

lunes, octubre 09, 2017

lo que acecha debajo 


IT
data: http://www.imdb.com/title/tt1396484

Andy Muschietti fue correcto en esta remake de “It”. No produjo ninguna revolución cinematográfica y su transcripción visual podría decirse que es clásica. Esta corrección tal vez deje con sabor a poco, pero la película es sólida y logra el cometido de contar una historia y agregarle una sublínea para reflexionar en que hay otra cosa que está contando, detrás de la historia del payaso asesino oculto en las alcantarillas.

Derry es el pueblo soñado: un lugar de sol, sencillo, familiar, con verde y casas elegantes, chicos caminando por las calles y vecinos que saludan cordiales y van a la iglesia cada domingo. Pero cuando se rasca la superficie, hay algo que acecha en las entrañas de Derry, algo que hace aumentar los índices de desaparición de adultos y de (sobre todo) niños, más allá de la media de los Estados Unidos.



Lo que reina en la oscuridad vive en las entrañas del pueblo, en las cloacas y desagües, mora en el desperdicio, en la basura, en lo que se sepulta para no ser visto. Eso que está ahí, eso que crece e impone sus reglas, eso que todos sabe que está pero que no se atreven a mirar.

En ese pueblito ideal, de gente común y respetable, acecha otra cara: la del hostigamiento a lo diferente, la del mirar al otro lado cuando se le está pegando a un débil, la del aviso de desaparición reciente que tapa a la otra desaparición que ha caído en el olvido. Todos saben en Derry que algo pasa con sus jóvenes, que hay algo que los está matando. Pero todos callan, todos tratan de creer que no les tocará a ellos y mantienen un silencio que sabe a culpa, reproche y complicidad.

Que nuestros héroes sean un grupo de perdedores no es casualidad. Un tartamudo con un hermano desaparecido, un chico sobreprotegido por su madre, un gordito sensible que sabe que nadie lo amará por como luce, un chico negro huérfano al que su tío lo quiere forzar a que elija un rol (víctima o victimario), una adolescente abusada por su padre, un chico judío a punto de llegar a su madurez, un chistoso hiriente. Todos son conscientes que forman parte de lo menospreciado de su escuela. Todos saben que deben caminar por el lado deteriorado de la calle. Y en la búsqueda de Georgie, el hermano de Bill que cayó en manos del Payaso maldito, encuentran una comunidad, una red de solidaridad que les permitirá aceptar no sólo al asesino en las sombras, sino también a sus propios fantasmas, tal vez más amenazadores que el clown de las miasmas.



(No parece casualidad que una película dirigida por un argentino tenga una lectura de las desapariciones distinta a Hollywood. La imagen del pueblo que calla lo obvio y mira hacia otro lado, cuando un chico es golpeado por una patota, está lejos de ser una mera coincidencia con la historia reciente argentina.)

En esta versión de “It” está la iniciación sexual pero como ese territorio inexplorado que atemoriza, que se revela desde la vergüenza y la timidez de la inexperiencia. Esa faceta se centra en Beverly, la chica abusada por su padre, la que recibe la atención de dos amigos. La admiración del cuerpo femenino, las torpes primeras declaraciones, la sangre (fruto de la menstruación pero también fruto de la violencia), la madurez que implica dejar atrás el pasado como acto fundacional. Ese viaje temeroso es parte fundamental de lo simbólico en “It”.



Si los débiles se unen son invencibles. Separados son presa fácil. No sólo de sus hostigadores. Sino de aquello que se nutre de sus miedos, de su terror. Crecer, tal vez, es dejar de tener miedo, de mirar de frente a lo oscuro que habita en el mundo y saber que hay que enfrentarlo y que esa lucha es mejor que sea junto a otro. En la edad que son jóvenes y que es verano y que tendrían que divertirse (frase repetida más de una vez), nuestros héroes aprenden que no es así, que ese supuesto no les cabe a ellos. En este verano, afrontarán sus miedos, esto es: crecerán.

Con el fin del primer capítulo de “It”, los protagonistas dejan su infancia atrás. Hay una unión de los débiles que les permitió enfrentar a las sombras. Y auguramos una segunda parte, 27 años después, cuando la vida los haya probado a este grupo de perdedores. Suponemos que volverán, golpeados por la vida, a afrontar al payaso que despertará de su siesta con un festín sangriento.

Mañana, las mejores frases.

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