viernes, marzo 17, 2017
la construcción del relato
JACKIE
data: http://www.imdb.com/title/tt1619029
Llegó a las pantallas, la segunda biopic del chileno Pablo Larraín. La anterior, “Neruda” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2017/02/la-mision-del-poeta.html) nos llamó mucho la atención. No menos podemos decir de “Jackie”, la historia de Jackie Kennedy. Con un muy buen guion de Noah Oppenheim, muy literario, con muchos monólogos (al estilo de la mencionada “Neruda”), Larraín vuelve a tomar un personaje para analizarlo desde un punto de vista particular, pivoteando sobre una idea que casi justifica esa vida. Sus biografías no son las historias de manual: nació tal año, creció en tal lugar, estudió allí y se casó más acá, para morir al final en cierto día. No. Sus biografías están más preocupadas en indagar la naturaleza del protagonista que en describir el arco temporal desarrollado.
Para definir a Jackie Kennedy, Larraín la ubica en un momento específico: las horas posteriores a la muerte de JFK. Y en una decisión clave: organizar el funeral del Presidente asesinado. En esa tarea, Jackie es lo suficientemente lúcida para darse cuenta que ese evento no es un rito privado, sino una ceremonia pública, un acto político más (el acto político) que sirva para establecer, en la memoria de la sociedad, la imagen y el legado de John Fitzgerald Kennedy.
La película va y viene en el tiempo, a partir de un reportaje a Jackie que sirve como relato en off para analizar el atentado, los momentos posteriores, el enfrentamiento con Lyndon Johnson, los cruces con su cuñado Bobby, la conversación con un sacerdote, el funeral, un programa de televisión sobre las reformas en la Casa Blanca. El collage de escenas que rompen toda linealidad tienen un propósito, cementar la tesis del filme: la construcción de un relato.
Kennedy fue un Presidente incompleto: su temprana muerte lo dejó con pocos hechos concretos y muchas promesas. Lo dice el personaje de Bobby en un momento del filme: “¿Por qué, por qué... qué logramos realmente? Quizás Jack sea recordado por como manejó la Crisis de los Misiles. O tal vez se le recuerde por crear una crisis que luego se vio obligado a resolver. ¡Pudimos haber hecho tanto! Derechos civiles. Programa Espacial. Salir de Vietnam. Ahora Johnson debe encargarse de Vietnam. Lo arruinamos”. Ése es el desafío de Jackie y su comprensión, lúcida, en el momento más cruel de su vida: saber que el funeral es el último acto político de su marido, que de esa ceremonia puede depender cómo lo vea la Historia en el futuro. Lo que Jackie decide en esas horas, en sus contramarchas, en su confusión, es construir el relato de John Fitzgerald Kennedy como el gran Presidente que no fue.
Si Jackie representa bien el rol de la viuda doliente con sus hijos desvalidos, la figura de JFK se proyectará hacia al futuro. Si la puesta en escena, la representación de su dolor, se efectúa con maestría, el pueblo de los Estados Unidos añorará un Camelot que nunca existió. Y entonces sí, podrá irse de la Casa Blanca sabiendo que ella no será olvidada, que John Fitzgerald Kennedy será la norma cuando hablen de un Presidente.
“Tal vez todos creerán en eso. ‘Camelot’. A la gente le gusta creer en cuentos de hadas” confiesa la protagonista cerca del final. Tiene la certeza de su triunfo, de su decisivo peso, en la ocasión indicada, en el instante justo. Una viuda construyendo un relato. Un rasgo de los nuevos tiempos que Jackie Kennedy anticipó en los tempranos ’60.
“Pero después me di cuenta que toda la pompa, todas las demandas que hice para honrarlo, no fueron para Jack o su legado. Fueron para mí” confiesa. Otra clave en su accionar: porque ese acto final, engrandece a JFK, pero es una combinación a varias bandas: la ilumina a ella, como la Primera Dama, como la esposa a su lado en Camelot, aunque no fuera ella la mujer que estuvo en la cama en su última noche de vida.
El fuerte espesor discursivo del guion de “Jackie” se sostiene por la descomunal actuación de Natalie Portman que monopoliza la pantalla, en la totalidad del metraje. La característica voz de Jackie, la tensión en las inflexiones, la mirada como otro elemento de información. Esta recreación de Jackie Kennedy es imposible de imaginar con otra actriz. Ella es la piedra basal de la película de Larraín. Por Portman funciona un relato donde el monólogo y la voz en off abundan.
Mañana, las mejores frases.
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