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críticas chatarras

viernes, junio 10, 2016

el barco a la deriva 

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FRANCOFONÍA
data: http://www.imdb.com/title/tt3451720

En “Francofonía”, Aleksandr Sokurov narra en primera persona en un monólogo sobre la historia del Louvre. Pero no habla del Louvre; habla de Europa. Y no habla de la historia europea: habla de la Europa de hoy, de su misión como protector de un acervo cultural, de una herencia que trasciende las nacionalidades y que hoy deriva incierta en medio de la tormenta. Un documental que no es un documental, un drama que no tiene los elementos del drama, una película que nos deja mucho lugar para la reflexión y que, pese a que sabemos que no tendrá un público amplio, es una de las cosas más interesantes de este año en la pantalla grande.

Sokurov juega en varios niveles para exponer su tesis. Vemos la historia del Louvre desde que no era el Louvre; deambulamos con Napoleón por sus pasillos (responsable máximo de los tesoros, saqueados en otras regiones, que atesora el museo); asistimos a una representación (con la fotografía en sepia de un documental apócrifo) de la relación de Jacques Jaujard y de Franz Wolff-Metternich (funcionario francés durante la ocupación nazi y el responsable alemán de gestionar el Museo durante esa época); escuchamos la videollamada desesperada de un capitán que conduce un barco cargado de obras de arte que atraviesa una tormenta que amenaza con hundirlo; caminamos por los pasillos del Louvre y vemos las obras que atestiguan los rostros de los europeos que una vez fueron.

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En esas múltiples capas, Sokurov se pregunta sobre el propósito de Europa y con una frase (“¿no será que este museo vale más que toda Francia?”) pone el dedo en la llaga. Europa es el legado cultural de varias generaciones. El barco que hoy afronta la tormenta, no puede olvidar el riesgo que conlleva de perder su carga. Eso trasciende a las naciones. La historia de Jaujard y Wolff-Metternich se corresponde con esa visión. En medio de una cruenta guerra, el ganador y el oprimido se ponen tácitamente de acuerdo para proteger ese legado, para que las obras de Louvre no sean saqueadas por el invasor nazi. Están en bandos opuestos pero son, fundamentalmente, europeos. Hombres sensibles y cultos que se exponen personalmente para salvar algo más grande que ellos, algo que los trasciende.

Hay una muy linda escena en la película, cerca del final, cuando Sokurov les cuenta a los personajes cómo va a ser su futuro. Y cuando la anuncia a Jaujard un final no del todo grato, su pregunta final es: “¿Y el Museo?”. Sólo vive para él, sólo tiene sentido su vida si esa entidad sobrevive al tiempo.

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Pero el Louvre no es el Louvre. El Louvre es Europa. Y en su pasado también está la fuerza de la espada. Bonaparte nos dice que para eso hizo la guerra, que todo lo que hay ahí es su obra. Europa es un producto de la guerra, del saqueo, de la imposición a otros. Pero también es la reflexión sobre la trascendencia del hombre, de la perduración de la memoria, de la valoración de la belleza. Eso está en riesgo hoy, eso es lo que los contenedores simbolizan, sobre un navío zozobrante.

Un contrapunto sobrevuela en los pasillos del Museo: Bonaparte y Marianne, el símbolo de la República Francesa. La realpolitik del Emperador con el slogan balbuceante de “¡Libertad, igualdad, fraternidad!”, que hoy termina siendo una frase despojada de su sentido primigenio. El Emperador la invita a ver la grandeza de Europa representada en la Gioconda. La República Liberal parece flaquear en esa figura gagá y precaria.

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Sokurov se permite cachetear desde su cultura rusa a los franceses y recordarles que mientras París atravesaba una relativa plácida ocupación, libre de bombardeos, Rusia sufría el hambre y la destrucción de sus museos y edificios históricos. En ese pasaje, Sokurov evoca los pueblos que perdieron, las cosas que se devoró el tiempo, las obras de arte que que se hundieron con los barcos que naufragaron en los saqueos europeos. Francia se enorgullece de ese tesoro que es un símbolo de Europa toda; pero no hay que olvidar que Europa dejó jirones de su piel, en los entreveros feroces de la Historia.

“Francofonía” nos deja esa cosmovisión de contemplar el todo, desde lo profundo del tiempo, y comprender todo lo que significa la casa común europea, las huellas de la historia que están ahí, paso a paso, conviviendo con el presente. Y esa carga es ostensible hoy, pesada responsabilidad, para la generación que escora rumbo a la colisión.

Películas más que recomendable, una perla oculta en la cartelera. Vale verla.

Mañana, las mejores frases.

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