sábado, enero 09, 2016
una vida en tres actos
STEVE JOBS
data: http://www.imdb.com/title/tt2080374
Si en “Jobs” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2014/01/la-pelicula-subestimada-del-2013.html) (película muy subestimada por la crítica, a la que apoyamos en esta página), el tema era el capitalismo emprendedor contra el prebendario, al estilo “Tucker, un hombre y su sueño” y “El Aviador”, en “Steve Jobs”, el brillante guión de Aaron Sorkin se centra en el hombre. Nada más que en el crecimiento de una persona. Los logros (como dice un personaje en el guión) son lo menos importante; lo principal, es el rol de padre. Y “Steve Jobs” retrata el crecimiento, en tres momentos, en un arco de varios años, de un hombre que niega a su hija, como lo negaron a él, y que termina creciendo lo suficiente para luchar por el amor de ella. Por ese motivo no logramos entender cómo (según lo escrito por algunos críticos) consideran que esta película es una metáfora del capitalismo salvaje. Es tener la crítica escrita antes de ver la película. Porque “Steve Jobs” habla de un hombre. De la debilidades de un hombre escondido detrás de un ego colosal. Si “Jobs” jugaba con el análisis del capitalismo, Apple y lo que significó para Estados Unidos es marginal.
Cuando una figura tan grande, con tantas facetas como Steve Jobs, se aborda desde la pantalla, suele haber un coro de quejas por cuanto de lo retratado se aparta o no de la realidad. Bueno, no es eso lo importante. Lo importante es qué cara queremos analizar del hombre y cómo reflexionamos sobre él. Eso hace Aaron Sorkin en su guión, casi una pieza de teatro: tres momentos (antes de tres decisivas presentaciones de productos), dos líneas dramáticas: el éxito comercial, el éxito como padre.
Sorkin (“Moneyball”, “La red social”, “Newsroom”, “The West Wing”, entre otros) es un maestro del diálogo. Pocos tipos como él (estoy pensando en Tarantino), tienen tanta ductilidad para mover la acción dramática a partir de las palabras. Y “Steve Jobs” es un muy buen ejemplo de esto. Porque las dos horas de película se basa exclusivamente en diálogos, en discusiones, en peleas apuradas por una presentación de producto que se viene amenazante. Y en esos diálogos, esos conflictos de carneros topándose los cráneos, descubrimos cómo fue la vida del protagonista, desde la presentación de la Mac en 1984 hasta la iMac en 1998.
En esos catorce años, los personajes que rodean a Jobs son los mismos (Joanna Hoffman, Steve Wozniak, John Sculley, Andy Hertzfeld, Chrisann y Lisa Brennan). Compiten con lo él, le exigen, se oponen, se enojan, pasan facturas, pero orbitan a su alrededor. El genio malhumorado, manipulador, egoísta, exigente, maltratador, fuerza los límites y logra que todos terminen cayendo en los casilleros que él quiere. En esos catorce años, vemos que Jobs describe dos arcos argumentales: la búsqueda del éxito en el ramo de la computación; el intento de convertirse en un padre aceptable.
Cuando empieza el filme, desconfiamos de la capacidad de Jobs en ambos puntos. Como padre es un claro desastre al punto de negar su paternidad. En el comercial, es un gurú con un grupo de fanáticos pero que hasta el momento no ha podido acertar un éxito pleno. Sus productos quedan a mitad de camino, sin asegurar la supervivencia de la empresa. Jobs está más allá, no sólo ve un futuro que otros no ven: él lo crea. Pero la ruta a la gloria está pavimentada de fracasos. Cada una de esas presentaciones es un intento desesperado, contra el límite, de probar que es un genio. Y las dudas están esperando sentadas en las butacas, acechando el derrumbe.
En la primera presentación de la Mac, en 1984, Jobs da el primer paso: la máquina no se venderá cómo él planeaba, pero esas cifras se darán en 1998; con el dibujo que Lisa hace en la Mac, Jobs asume su rol de padre. En ese dibujo (que guarda consigo), acepta a Lisa y la siente suya. El camino será a los tumbos, torpe y con idas y vueltas. Porque Jobs está repitiendo lo que le sucedió: niega a su hija. Él fue un huérfano devuelto por sus padres sustitutos. “¿Por qué no me eligieron a mí?” es la pregunta fundamental del protagonista. Y paradójicamente, repite ese abandono, desde el otro lado del mostrador. “Hay algo mal en mí” se justifica cerca del final. Pero la proeza de Jobs no es la iMac: es inventarse como padre. Los dos arcos argumentales se cierran en su promesa de inventar algo para que guarde miles de canciones en un bolsillo: el iPad es su legado de padre.
Gran parte del contrapunto dramático se sostiene en los diálogos entre Jobs y Hoffman (su mano derecha) que nos da las decisivas interpretaciones de Michael Fassbender y Kate Winslet. Sobre ellos se sostiene el relato. Otro cruce brillante es del Fassbender y Jeff Daniels, la relación padre – hijo de Jobs y Sculley.
Posiblemente, “Steve Jobs” sea un fracaso comercial y le caigan las críticas como su antecesora “Jobs”, pero esta película de Danny Boyle merece verse con mucho detenimiento y disfrutarla en su maquinaria perfecta. No es muy común ver películas así hoy en día. Y da lástima que se pierda en la cómoda crítica barata del espectador atosigado de pochoclo y gaseosa que no tiene tiempo a pensar.
Mañana, las mejores frases.
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