miércoles, enero 07, 2015
hora de dejarla ir
EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS
data: http://www.imdb.com/title/tt2310332
Peter, la saga de Tolkien es como el Anillo: ya es hora de dejarlo ir. Porque si uno se aferra a ese cosmos, ya no podrás contar otra cosa. Éste es un buen momento para liberarse de esta historia y darle un cierre circular con dignidad.
De estos últimos (primeros) tres capítulos, “El Hobbit: la Batalla de los Cinco Ejércitos” me pareció la dramáticamente más lograda. Está tan concentrado el tema de este capítulo, en forma tan élegamente esquemática, que funciona a pleno. La historia se sostiene detrás de toda la pirotecnia visual que a veces amenaza con ocultarla.
En esta parte queda bien claro que el tema es el poder y que éste produce en quien lo tiene. La línea principal es la de Thorin quien empieza como rey, dueño del tesoro del Dragón y de la montaña. Paradójicamente, cuando tiene todo, es cuando menos tiene. Es el momento en el que pierde, uno a uno, todo lo que lo llevó hasta ahí: el honor, la fidelidad de sus súbditos, la valentía, el sentido de justicia. Thorin llega hasta el borde, a punto de perderlo todo cuanto más se aferra a lo que tiene. Y sólo alcanza su cénit cuando lo arriesga todo, en una epifanía final que da sentido a su existencia.
En esa gran historia, Bilbo Bolsón es un personaje secundario. No es menor en la trama, pero no por eso deja de ser secundario. Todos los que giran alrededor de Thorin, tienen sus pretensiones de poder. Todos desean algo: una parte del botín, una reliquia, un anillo. Esas luchas intestinas parecen caprichos veleidosos ante el gran enemigo que acecha desde las sombras. Gandalf y Galadriel saben el juego que se está jugando tras bambalinas. Conscientes del peligro, mueven sus fichas para una alianza improbable. Pero todo está demasiado cerca de irse de las manos, por culpa de una confrontación interna que arriesgue perder todo.
La tesis del filme la resume uno de los parlamentos finales de Thorin: “Si valoráramos más el hogar que el oro, el mundo sería un lugar mejor”. La imagen es la castaña que Bilbo guarda en su mano: el pobre botín que se lleva de su aventura, escasa recompensa que le dará, en el futuro, el recuerdo de lo vivido, de lo luchado, de lo perdido. Esa concentración de la idea de un filme, en una frase, en una imagen, es la mejor prueba de la concentración dramática que señaláramos en este capítulo.
La trama de “El Hobbit: la Batalla de los Cinco Ejércitos” se estructura en una serie de luchas. Combates. Uno tras otro. Desde el fabuloso comienzo del ataque del Dragón. Esa sucesión de batallas no aburren porque sutilmente se encarama sobre una estructura: la evolución de Thorin, el gran tema del poder que el personaje representa. Los movimientos de los otros personajes sirven para marcar los puntos de inflexión de la transformación de Thorin, su decadencia y su redención. Cada batalla posee una lógica cercana al videojuego. Pero cada una es, a la vez, un eslabón de una cadena con sentido dramático. Por eso, pese al vértigo, “distinguimos” la historia que nos están contando y podemos pasar por el fragor de la batalla sin perdernos en ella.
Hay un cierre adecuado para enlazar con la trilogía anterior (posterior) y terminar con un desenlace circular. El final es el comienzo de lo que fue (lo que será). Hubo muertes; habrá más. El mal acecha y los personajes juegan sus cartas, héroes y villanos según la ocasión, capaces de la mayor hazaña y la peor cobardía.
Mañana, las mejores frases.
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