jueves, noviembre 27, 2014
esos pequeños gestos que cambian todo
FORCE MAJEURE
data: http://www.imdb.com/title/tt3630276
Familia que provocaría la envidia de cualquiera en un lujoso centro de esquí. Papá, Macho Alfa, lindo tipo, rubio musculoso, bien parecido, muy seguro de sí mismo, atado a su celular; Mamá (medio tablón pero bonita), hijo e hija. Se sientan a la mesa de un restaurante con vista a las pistas de esquí sin saber que todo va a cambiar en un segundo.
Una avalancha que no termina siendo más que un susto, los cubre de un polvillo blanco. Pero, en el evento impredecible, una conducta que lo cambia todo: ella se tira sobre sus hijos y los cubre con su cuerpo; él agarra los guantes y el celular y sale corriendo.
Ésa es la escena que dispara todo, en una muy buena película del director sueco Ruben Östlund, una provocadora historia que nos pone a reflexionar sobre las conductas heroicas, el machismo y la imposibilidad de aceptar la cobardía. El guión del propio director se matiza con un sentido del humor muy fino que nos provoca la carcajada en más de una ocasión.
La primera idea para reflexionar es cuánto del modelo del macho heroico no es sostenido por las propias mujeres. Es inclemente el modo en que las mujeres tratan a Tomas, cuando su cobardía queda al descubierto. ¿Podemos ser tan duros para censurar una conducta que responde a un instinto (el de sobrevivir) y que por ser tan imprevisto no admite preparación? Queda claro que Tomás deja en evidencia que le preocupa más su propia vida que la de sus hijos. Pero, ¿estamos tan completamente seguros que ante un suceso extraordinario como el que viven los protagonistas, reaccionaremos con el tono heroico que exige la sociedad?
Cuando el rol del macho todoproveedor se pone en duda, Ebba, la esposa del protagonista, reacciona automáticamente. Un enojo en la pista de esquí, con una mirada avergonzada de Tomas que intuye el derrumbe. Luego, un acto sutil que tiene una importancia dramática: se pinta los labios en el espejo. Maquillaje de guerra: si el hombre elegido no asegura la protección, será hora de salir a buscar otro. El alejarse del marido opera del mismo modo.
Sutilmente, el machismo impone un contrato en la que la mujer no es del todo inocente: a cambio del mantenimiento económico, te cedo mi libertad. Y la imposición de ese modelo lo sostienen las mujeres en el propio hogar. Tomas se concentra y felicita a Harry por sus progresos en el esquí; ignora completamente a Vera. Los cimientos del estereotipo machista en su instauración. Otro ejemplo: el reclamo de la novia del amigo de Tomas, comparándolo con otro hombre más joven que, justamente por serlo, protegería su familia con más probabilidad que él. El diálogo de los personajes es humorístico pero no deja de tener su costado siniestro: a Mats lo juzgan por algo que podría hacer, no por algo efectivamente hecho. Hay un sutil pase de facturas de la novia de Mats tanteando el terreno: ¿es éste el macho que me conviene, el que me da seguridad y protección?
Otra idea interesante es el mecanismo de negación, los recursos del discurso para negar lo evidente. Tomas niega lo sucedido apelando a frases tales como “yo no lo recuerdo de ese modo” o “No. No fue así lo que pasó. Acepto tu punto de vista pero no fue así como pasó”. En un principio, Ebba le reclama tener una historia en común que puedan sostener ante terceros respecto a lo sucedido. Toda una consagración del “relato”. Hasta Mats le acerca otro relato para que esgrima Tomas: me escapé para poder volver y desenterrar a los chicos en el caso de que hubiera sucedido lo peor. Lo importante no es lo que sucedió, sino como lo racionalizamos para sostenernos en nuestros prejuicios.
Tomas es un cobarde y muestra momentos de hondo patetismo cuando se derrumba su certeza de ser el Macho Alfa. El final supone una recuperación de ese status, demasiado conveniente y un poco “accidental”. Hay que mantener el credo en el héroe macho aunque este no funcione, por la armonía de la familia (y la sociedad). Algunos ritos masculinos (el cigarrillo de la escena final) exteriorizan el estereotipo. Pero algo cambió bajo la superficie: es Ebba la que decide bajarse del micro en peligro; no ha esperado la decisión de Tomas, ella ha tomado el mando de la pareja.
El ambiente kistch del centro de esquí, la música estridente y angustiante, las escenas de la familia dormitando en la cama o lavándose los dientes frente al espejo, son apuntes que refuerzan con sutileza la evolución de los protagonistas. Östlund prescinde de las palabras. Esos gestos rutinarios hablan más de lo que está pasando por la cabeza de nuestros personajes que cualquier frase. Son muy evidentes, son contundentes, son eficaces. Y es uno de los puntos a elogiar de esta película.
“Force Majeure” se está candidateando con fuerza para el Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera y amerita estar entre las nominadas. Es un filme típicamente europeo pero no hermético. Y una de las mejores historias estrenadas este año.
Para no dejar pasar.
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