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críticas chatarras

jueves, octubre 23, 2014

el soundtrack de tu vida 

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¿PUEDE UNA CANCIÓN DE AMOR SALVAR TU VIDA?
data: http://www.imdb.com/title/tt1980929

Ves ese título y pensás que ninguna buena película puede cargar con ese peso. OK, puede ser. Pensá que el original es “Begin Again” y animate a cruzar la puerta del cine. Porque “¿Puede una canción de amor salvar tu vida?” puede, literalmente, salvarte el día. Y vas a salir del cine tarareando y sabiendo que hay cachitos de magia refulgentes en la calle y que sólo hay que saber verlos con una buena música de fondo.

“¿Puede…?” es la conjunción de un muy buen guión, una excepcional pareja protagónica, una banda de sonido superlativa. El irlandés John Carney logra una de esas películas entrañables, con una mística propia, en la que todo parece funcionar bien desde el principio. Es de esa clase de películas que se disfrutan, que auténticamente se disfrutan como espectador.

Todo empieza por una noche y una canción. Dos personajes intersectan sus caminos por esas cosas del azar o del destino: un productor musical con su vida en franca decadencia, a una copa de tirarse abajo del subte; una cantautora con el corazón roto que está a horas de tomarse un avión y dejar Nueva York en su pasado. Nótese que el Universo tiene esos juegos perversos que llamamos coincidencia o casualidad. Diez minutos antes, diez minutos después, la vida sería distinta. Pero, afortunadamente para ellos (y especialmente para nosotros, ¡espectadores!), esa noche, Dan la escucha cantar a Gretta. Y juntos, socios en la catástrofe, darán vuelta la página de su vida y podrán reencontrar el camino para seguir viviendo, magullados pero enteros.

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La película es una comedia engañosamente romántica. Decimos engañosamente porque nos hace suponer un final que no se da y porque habla de algo más que de un chico buscando chica. La primera idea es lo importante que es la música, como la música puede cambiarnos la forma de mirar la vida. Tal vez como nunca antes, esta generación tiene una banda de sonido para la vida. Es común ir a cenar a lo de un amigo y asistir a la ceremonia de poner música en un no tan discreto segundo plano. ¿Desde cuándo es así? ¿Por qué nos vemos en la necesidad de tener música de fondo? Creo que inventos como el mp3 player, el walkman, el ipad, nos cambió el modo en que interactuamos con la música. Hoy, una canción forma parte de nuestro modo de procesar la realidad. No podríamos andar por la vida sin música, sin un soundtrack a cuestas. Es decir, podríamos, pero sería otra realidad, una realidad más empobrecida. Es más: la elección de una música es otra de las formas que tenemos de definirnos ante los otros. “Se puede decir mucho sobre una persona por lo que hay en su playlist” dice uno de los protagonistas y es la gran frase de esta película. La ropa, el corte de pelo, el calzado, los adornos; también la música nos define.
Segunda idea: el límite entre venderse y vender lo que uno hace. Un arreglo en una canción o un cambio de look para subirse al escenario. ¿En qué punto dejo de ser un artista para transformarme en un mercachifle? “Quería convertirla en un éxito” se excusa un personaje sobre el arreglo de una canción. “¿Por qué?” inquiere la protagonista. “¿Por qué? ¿Qué clase de pregunta es esa?” es la contestación. Allí está la clave de todo arte: la obra o la repercusión. Subordinar una a otra o viceversa. Dan le recomienda a Gretta cambiar el look marimacho para llamar la atención: “Tienes que hacer lo que sea necesario y hacer que la gente mire tus espectáculos... donde la música pueda empezar a hacer su trabajo real”. Lo que importa es la música, todo lo demás es accesorio. Se puede ceder en lo accesorio si no cede en lo principal. Véndete en el marketing pero no vendas tu obra. La confrontación Gretta y Dave refleja este punto en la elección de una canción: lo que el tema representa o la admiración de la masa. Un personaje elige uno; el otro, el restante.

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Otra reflexión que se desprende en los títulos finales, sigue rondando la idea del arte y el negocio. Una de las primeras líneas del filme, cuando Dan se plantea hasta que punto hay que cobrar por las canciones, si la música no tendría que ser libre. En el final, Gretta parece hallar un modo decente de vivir de lo que se hace sin caer en el show que desvía la atención al hecho musical despojado de todo oropel, de todo brillo distractivo.

Una última idea: la necesidad de abandonar el pasado, dejarlo atrás y retomar tu vida. El peso del pasado puede ser tan abrumador que te termine hundiendo. Es más sano dejarlo ir. Ése es el tema central de la película, fijado con alfileres en el título original. Nada mejor que uno de los versos de una de las canciones: “Pasa la página. / Tal vez encontremos un nuevo final donde estemos bailando en nuestras lágrimas”.

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“¿Puedes…?” tiene una de las mejores bandas de sonido de los últimos tiempos. Son muy buenos los temas que forman parte del guión que llevan la firma de Gregg Alexander (integrante de New Radicals) con participación de otros. Del palo de la música, CeeLo Green y Adam Levine (el líder de Maroon 5 es quien interpreta a Dave, el novio de Gretta) son responsables de momentos decisivos de la película. Es la propia Keira Knightley la que canta una de las versiones de Lost Stars y Step You Can’t Take Back.

La otra pata es ese dueto actoral delicioso que componen Mark Ruffalo y Keira Knightley. Deben los dos actores que más exprimen los primeros planos en el cine moderno. Ruffalo puede mostrar toda la emoción contenida, todo el conflicto de un personaje al borde del derrumbe, en una sonrisa forzada con una mirada embebida en lágrimas. Knightley tiene un poder de seducción intacto. Ese mohín de apretar los dientes mientras mira de costado, es una marca registrada que, pese a su repetición, sigue siendo efectivo. (Lo reconozco: avísenle que a mí me puede). Y si por separado pueden sostener cualquier guión, Ruffalo y Knightley tiene una sinergia llamativa en pantalla. Se potencian, son más juntos.

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(En la misma semana vi “¿Puedes…?” y “Magia a la luz de la luna”, la última de Woody Allen. Es inevitable la comparación porque la pareja Colin Firth y Emma Stone no mueven el amperímetro. Personalmente, creo que es más culpa de Stone que de Firth. Pero lo cierto es que los baches de la trama se tornan más evidentes por la falta de química de la dupla protagónica).

Hay varias escenas mágicas en “¿Puedes…?”. La inicial (contada desde varios puntos de vista) es muy eficaz para enganchar al espectador. Pero mi predilecta es el tour por Nueva York escuchando la música de un ipad y la breve observación de Dan de porqué ama la música y de cómo cada vez, con los años, le cuesta más y más poder captar esos momentos mágicos dispersos en la vida.

Mañana, las mejores frases. Y prepárense porque son muchas.

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