viernes, febrero 07, 2014
frases de “El sueño de Walt”
El viento del Este, la niebla se acerca, como si algo se estuviera gestando, a punto de comenzar. No puedo comprender lo que me depara, pero siento que lo que está por suceder ya sucedió antes.
Señora Travers... simplemente no hay dinero.
Deje de decir dinero. Es una palabra sucia y asquerosa.
Tengo que tener la última palabra. Tengo que tener la última palabra, si no me gusta...
¿La niña no será una molestia?
-El sol salió sólo para saludarla.
-No sea disparatado. Huele a...
-Jazmín.
-A cloro y sudor. ¡Es horroroso!
-¿Quiere que desempaque, Señora?
-Joven, si es su ambición es manejar ropa de mujer sugiero que se emplee en una lavandería.
La tristeza es la emoción errónea.
Señor Disney…
Un hombre no puede romper una promesa hecha a sus hijos, no importa el tiempo que tome para que se haga realidad.
La leche primero, por favor... y entonces el té y una cucharada llena de azúcar.
-No pretende que esta película sea un musical, ¿no?
-Absolutamente que sí.
-No...
-¿No?
-No, Señor Disney. Mary Poppins no canta.
Amo a Mary Poppins y tienes que compartirla conmigo.
Mary Poppins y los Banks son mi familia.
Pueden alimentar a todo un país, con lo que sobra aquí. Es tan vulgar… ¡Por Dios!
-Bert, un hombre... ¿Se dice que será el Señor Van Dyke, no?
-Eso esperamos...
-Ya veremos… Es una horrorosa idea.
-Dick es de los mejores.
-¿Dick Van Dyke?
-Sí.
-¡Por Dios, querido! Olivier, es uno de los grandes. Burton, Guinness, grandes sin cuestionar. Puedo asegurarle que Dick Van Dyke no lo es.
Tenemos que enseñarle a la bruja a ser feliz de nuevo.
Un hombre debe afeitarse para no arañar los cachetes de su hija.
-Ella quiere saber por qué le pusieron un bigote al Señor Banks.
-Yo lo pedí.
-Sí, se lo dijeron. Pero quiere saber por qué.
-Porque lo pedí.
-Bien, claro.
¡No podemos hacer la película sin el color rojo!
¿Esto es una prueba, Pamela? ¿Quieres ver cuánto quiero hacerte feliz para poder crear esta bella cosa juntos?
Bien... Nada de rojo en la película.
Bueno... A mí me parece un poco tonto. El tipo de canción que pone en su parque, todo feliz, alentando a los niños a enfrentarse al mundo sin armas. Sólo necesitan una cucharada de azúcar… y ¡uh! el cerebro lleno de aire y tienen la herramienta de la vida.
A diferencia suya, Mary Poppins es la enemiga de esos sentimientos. Ella es verdadera, no esconde la oscuridad del mundo, que estos niños inevitablemente llegarán a conocer. Ella los prepara para eso. Lo hace honestamente.
-Nada de felicidad o sentimientos. Eso dice la mujer que mandó a una niñera voladora con una sombrilla parlanchina a salvar a los niños.
-¿Cree que Mary Poppins fue a salvar a los niños, Señor Disney?
Dijiste que hoy era el día del helado…
Me trae muchas... Es muy duro… hace mucho calor y siento como si me atacaran. Son sueños extraños… como si mi subconsciente me estuviera persiguiendo, castigándome… por la mera idea de que la voy a vender. Estoy en guerra conmigo misma, Señor Russell.
El guion es horroroso. Vacío. Como lo esperaba.
Me lo he buscado: el dinero, dinero, dinero, me ha mordido el trasero.
Esa mujer es un enigma.
Si, si lo sé, lo sé demasiado bien. Luché esa batalla a su lado. Pat Powers, él quería al ratón. Y no tenía nada en el bolsillo entonces. Él era un productor de Nueva York y yo era un chico de Missouri con un boceto de Mickey. Me hubiera matado, de haberlo dado. Por Dios, me hubiera matado. Ese ratón es mi familia.
-¿Por qué te concentras tanto?
-Estoy poniendo huevos.
-¿Por qué lo hicieron tan cruel? No era un monstruo.
-¿De quién hablamos? Me confundí.
-Todos tienen hijos, ¿no? ¿Ellos les escriben, les hacen dibujos, romperían esos regalos, delante de ellos? Es algo horrible, no entiendo por qué un padre rompería los regalos que le hicieron sus hijos y tirarlos en la chimenea. ¿Por qué no arregla su cometa? ¿Por qué es tan horrible? En Tecnicolor, para que todo el mundo lo vea. Si dicen que los traen a la vida, por qué él, ellos no existen bien... No puedo con eso, por favor no. Por favor no. Siento como que lo defraudé de nuevo.
Jane... Es maravillosa... una bella niña. Tiene muchos problemas… es discapacitada. Está en una silla de ruedas. Por eso me preocupa tanto el clima. En un día soleado, ella puede sentarse en el jardín... Pero cuando llueve, tengo que dejarla adentro. Me preocupa el futuro, pero no se puede hacer eso. Sólo hay el hoy.
Pam ¿de qué se trata todo esto, en realidad? Me pregunto qué tengo que hacer para hacerla feliz.
Las decepciones son al alma lo que la tormenta eléctrica al aire.
-¿Siempre te sales con la tuya, Walter?
-Más o menos.
-Con la excepción de los derechos de mis libros.
-No hemos terminado todavía, Pam. Todavía no.
-No hay más felicidad, que los ojos de un niño. Hay un niño en todos.
-Quizás en usted, Señor Disney. Pero ciertamente no en mí.
¡Móntate en el caballo, Pamela!
Pensamos en lo que dijo. Y tiene razón. El Señor Banks no es cruel. No lo es. Tenemos un nuevo final para el filme.
Señor Disney, Walt... siento interrumpir, es que... ella está bailando.
Aunque tengo una pregunta. ¿Cómo el Señor Disney planea entrenar a los pingüinos a bailar?
-Albert Einstein, Van Gough, Roosevelt, Frida Kahlo…
-¿Qué es esto?
-Todos tenían dificultades. Jane puede hacer cualquier cosa igual que los demás.
¿Goff? ¿Quién es Helen Goff?
Señora Travers, me vendría bien una taza de té inglés.
Me ve y ve un tipo de Rey Midas, de Hollywood. Cree que construí un imperio y que su Mary Poppins es otro ladrillo en mi reino.
-No, usted esperaba que la decepcionara. Así que se hizo su idea. Yo creo que la vida la decepcionó, Señora Travers. Creo que lo ha hecho mucho y que Mary Poppins es la única persona en su vida, que no lo ha hecho.
-Mary Poppins no es real.
-No, no. Es tan real como puede ser. Para mis hijas, para miles de niños y adultos. Ha estado ahí, como ayuda por las noches, para muchas personas.
-¿Y dónde estaba cuando yo la necesite? Le abrí la puerta a Mary Poppins. ¿Y quién estaba parado ahí? Nadie más que Walt Disney.
-¿Alguna vez ha ido a Kansas o a Missouri?
-No puedo decir que sí.
-Hace mucho frio en los inviernos, allí. Mucho. Mi papá, Elías Disney, era dueño de una línea de reparto de periódicos allá. Miles de periódicos. Dos veces al día, una edición de mañana y una de noche. Y mi papá, era un duro hombre de negocios. Había que ahorrar un centavo, en cualquier lugar. Así que no empleaba chicos para repartir. No, no, no. Me usó a mí y a mi hermano mayor Roy. Tenía ocho entonces. Como le dije, los inviernos son duros. Y el viejo Elías, no creía en zapatos nuevos, hasta que los viejos estuvieran rotos. Y honestamente, Señora Travers, a veces la nieve me cubría la cabeza. Y la atravesábamos como si fuera melaza. Frio y humedad en nuestras ropas y zapatos. Con la piel rota en la cara, a veces me encontré enterrado en la nieve. Solo, al despertar, porque debí desmayarme o algo, no lo sé. Entonces, era momento de ir a la escuela. Y tenía mucho frio, para resolver ecuaciones y eso. Y de nuevo a salir y llegar a casa, antes del anochecer. Mamá nos daría la cena y entonces era hora de volver a salir de nuevo, para la edición de la noche. “Mejor te apuras, Walt. Hay que llevarlos a la puerta y donde sea. O papá perderá el sentido de nuevo y te dará con su cinturón”. No, no, no le cuento esto para entristecerla, No. Amo mi vida. Creo que es un milagro. Amo a mi padre. Era un hombre maravilloso. Pero no pasa un día en que no piense, en ese chico de ocho años, entregando diarios en la nieve. Y el viejo Elías Disney, con su cinturón en la mano. Y me canso tanto, Señora Travers, me canso de recordarlo así. Todos tenemos nuestras tristes historias. Pero no quiere terminar su historia, dejarlo ir todo, y llevar una vida que no esté dictada por su pasado. No viene a salvar a los niños. Es al padre. Es su padre. Travers Goff.
-No sé qué cree saber de mí, Walter.
-Debiste amarlo y admirarlo mucho, para tomar su nombre. Se trata todo sobre él ¿no? El perdón, Señora Travers, fue lo que aprendí de sus libros.
-No tengo que perdonar a mí padre, era un hombre maravilloso.
-No, no... Tiene que perdonar a Helen Goff. La vida es una cosa difícil de llevar. Démela Señora Travers. Confíeme a su preciada Mary Poppins. No la decepcionaré. Le juro que cada vez que una persona entre en un cine, hasta en Kansas, verán a George Banks siendo salvado. Lo amarán a él y a sus hijos. Llorarán por sus acciones. Le tomarán la mano, cuando pierda su trabajo y cuando vuele ese barrilete. Vamos... se regocijarán, dirán, en todos los cines, en los ojos y corazones de mis hijos y de otros niños
y madres y padres de generaciones por venir, que George Banks será honrado. George Banks será redimido. Él y todo lo que representa. Quizás no en vida, pero en la imaginación. Porque eso es lo que hacemos nosotros, los contadores de cuentos, restauramos el orden con la imaginación. Incitamos la esperanza una y otra vez. Confíe en mí Señora Travers, déjeme probárselo. Le doy mi palabra.
No te invitó ¿no? Mary Poppins no aceptaría eso.
-Está bien, está bien, Señora Travers. El Señor Banks estará bien. Se lo prometo.
-No, es que… no... no tolero los dibujos animados.
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