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críticas chatarras

miércoles, febrero 19, 2014

el modo que tienes de amarme 

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HER
data: http://www.imdb.com/title/tt1798709

En esta tanda de películas candidatas al Oscar hay una, supuestamente de ciencia ficción, que nos habla de problemas profundamente humanos. Ésa es película es “Gravedad” de Alfonso Cuáron (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2013/10/2013-odisea-en-el-espacio.html). La otra joya de la corona, es la que comentamos hoy, “Her”, el guión más original de los filmados en 2013, un libro de Spike Jonze, su director, que nos lleva a examinar los límites de uno de los sentimientos más sacros del ser humano: el amor. Con pocos personajes (de hecho, uno es sólo una voz), “Her” es una aguda reflexión sobre el amor. Y lo que empieza siendo una historia de ciencia ficción es (cómo suele ser la buena ciencia ficción) otra cosa: una indagación sobre el alma humana.

Theodore Twombly trabaja escribiendo cartas personales para otras personas. Preferentemente, cartas de amor. Pero Theodore está en una etapa oscura de su vida: no ha logrado asimilar el divorcio de su esposa Catherine. En ese bache, cercano a la melancolía crónica, Theodore empieza a interactuar con la última novedad informática: SO1, el primer sistema operativo con Inteligencia Artificial. La interfase (con la sensual voz de Scarlett Johansson) aprende con la experiencia. Y ese aprendizaje incluye una relación sentimental con Theodore.

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El guión de Spike Jonze especula con varias ideas desafiantes. Una, es la propia definición de persona. ¿Qué es ser una persona? Si la definición de Descartes es precisa, SO1, es decir, Samantha, es una persona porque piensa. Y si es una persona, no es aberrante que quiera amar y ser amada. Lo que plantea si para amar se necesita un cuerpo. La respuesta rápida es que el cuerpo es el vehículo para una relación sexual. Pero Theodore y Samantha tienen relaciones sexuales más concretas que las físicas: en esas experiencias, uno se pierde en el otro. (Corte a negro, el recurso cinematográfico de Jonze para filmar ese momento).

A poco que pase la película, comprenderemos que hasta el cuerpo puede ser una limitación para el amor. Y que hay una visión de conjunto que comprende un concepto budista, el amor sin límites ni limitaciones, el amor a todo lo que está vivo y el amor, especialmente, de atravesar esa experiencia. La escena final de la película (Theodore y su amiga Amy mirando la ciudad desde la terraza de un edificio, escuchando en off la carta escrita a Catherine, la ex de Twombly) es la sublimación de esa idea. Theodore empieza a comprender lo que el amor significa. Es el primer paso. El de todos conectados con todos; el de entender que pasamos por el mundo para dejar una huella en otro; el sentido de que cada relación es un escalón en nuestro conocimiento de la existencia y de que nada se pierde verdaderamente, porque hasta las personas que se alejan de nosotros quedan en algún proporción si han logrado tocar nuestro corazón en su paso.

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Hay un par de ideas adicionales para reflexionar. Una, es la autolimitación que nos imponemos en las relaciones románticas, prefijando lo que debe ser una relación real. Las dudas de Theodore (proyectadas en su charla con Catherine) son un buen ejemplo. Amy corta de raíz con esa duda, en una postura utilitaria: si nuestro paso por la vida es tan breve, ¿por qué no permitirse ser feliz? Si eso implica enamorarse de un sistema operativo, así sea.

Otra idea interesante que sobrevuela la trama de “Her” es la que crecemos a velocidades diferentes y esa es una de las causas de que las personas se alejen unas de otras. Theodore y Samantha tienen diferentes curvas de aprendizaje. Y si Theodore tenía cierto predominio sobre Samantha, esto se invierte al final del filme. Samantha ha crecido a pasos más acelerados que Theodore. Pero el crecimiento personal no forma parte de una competencia; cada uno crece a su ritmo, a la velocidad impuesta por nuestro estadio de conocimiento. Ése es el motivo por el que alguien que nos ama deja de hacerlo. Alguien ha crecido más que el otro. Y el que ayer era un igual, hoy es distinto. No podemos lamentarnos por el cambio: éste es inexorable. Sólo podemos comprender, con suma ternura, lo que la experiencia amorosa ha dejado en nuestra alma. Y si podemos superar los “fracasos” amorosos, reconoceremos que dicha experiencia no tiene nada de negativa, que las personas que nos amaron y nos dejaron, han servido para abonar el terreno y prepararnos para aprender a amar.

Anotemos esta idea: sólo existe presente, el ahora. El pasado es una construcción mental que no influye, más bien entorpece, en lo que sentimos en el hoy. No necesitamos de un pasado para sentir. “El pasado es sólo una historia que nos contamos a nosotros” dice Samantha y es un perfecto corolario de esa idea.

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Una última idea: la posibilidad de amar a uno y a otros; la no exclusividad. “Soy tuya y no lo soy” declara Samantha y es una ajustada definición del amor. La propiedad es incompatible con el amor. Uno pertenece al otro pero, al mismo tiempo, se es totalmente libre. Paradoja zen: tengo y no tengo. Cuando lo creo tener, lo perdí.

El excepcional guión de Spike Jonze es muy fluido. Nos va a llevando de la nariz, en las peripecias de la relación de Theodore y Samantha, sin que nos demos cuenta. Hay economía de recursos y personajes. Los ambientes son casi los mismos. Y, sin embargo, por la tensión dramática que tiene la trama, mantiene nuestra plena atención.

Hay otro trabajo excepcional de Joaquin Phoenix quien sostiene, como moderno Atlas, el peso absoluto de la historia. Es decisiva su actuación para que nos resulte, no ya verosímil la situación, sino que nos conmovamos con su dilema. Y la jornada se gana sin grandes rictus ni discursos elaborados. En un medio tono, casi depresivo, Phoenix nos mete en el bolsillo desde las primeras escenas. Es completa y absolutamente notable lo que logra con su interpretación.

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Y si como no bastara con una proeza artística, agreguen otra: Scarlett Johansson logra que nos enamoremos de ella, sin verla en un solo fotograma de la película. Su Samantha es una voz en off. Y cuando termina el filme, la consideramos cercana, plenamente física. Y comprendemos el porqué Theodore se enamoró de ella. Nunca estuvo tan sensual como en estos parlamentos en off.

Brillante, en muchos aspectos, “Her” es la película que zamarreó el árbol cinematográfico del año. Agenden.

Mañana, las mejores frases.

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