martes, julio 02, 2013
la incorrección de la corrección política
LA CACERÍA
data: http://www.imdb.com/title/tt2106476
“La cacería” de Thomas Vinteberg pivotea sobre una idea para reflexionar: la incorrección de pensamiento del pensamiento políticamente correcto. Y lo plantea con un conflicto duro: un abuso infantil. La sola posibilidad del hecho produce una cascada de reacciones en cadena de personas que creen sin verificar. Todo parte de un supuesto que es en sí mismo un prejuicio: un chico no miente. Vinteberg se anima a enfrentar esta máxima. Y toma el contraejemplo de la postura infame de una comunidad guiada por el miedo.
La película cuenta la historia de Lucas, divorciado, con un hijo, que vuelve a su terruño natal, una sencilla comunidad rural nórdica, para rehacer su vida tras el divorcio, junto a sus amigos, tratando de recuperar la tenencia de su hijo adolescente. Lucas consigue trabajo en una escuela. Y se gana el cariño de Klara, una niña, la hija de su mejor amigo. Por un enojo temporal, Klara insinúa a su maestra que Lucas ha tenido una conducta indecorosa con ella. Ahí está el conflicto del filme. La trama pasa a describir cómo reacciona la comunidad, en especial sus otrora fieles amigos, tras la acusación de la niña.
Uno de los hallazgos del filme, es la idea de que no importa cuál sea la verdad: la comunidad autoconvencida no vuelve sobre sus pasos. Parten del supuesto: un niño no miente. Consideran al niño incapaz de esbozar una mentira y de fantasear sobre el mundo de los adultos. Por lo tanto, la única opción que queda es el abuso infantil. Y aunque la protagonista reconozca a su turno la mentira y lo exprese claramente, ya no hay vuelta atrás. La respuesta es: no, ahora decís que es mentira, pero en realidad fue verdad y no querés reconocerlo. Esa dificultad para hallar la verdad y testearla con la realidad es el principal tema del filme. Pensar en piloto automático; reaccionar políticamente correcto. Porque es tan infame la posibilidad del hecho que anula toda posibilidad de testear su veracidad.
“La cacería” tiene un sugerente final, un desenlace en suspenso que nos susurra la posibilidad que hay hechos de los cuales no se vuelve. Que no toda retractación deja las cosas como antes y que la copa quebrada es distinta a la copa antes de su quiebre.
Sin ser una película excepcional, “La cacería” tiene la virtud de contar una historia sin rebusques. Transcurre con cierta calma. No hay piruetas de guión. No hay diálogos brillantes. Pero no por eso deja de tener tensión dramática y hasta el final estamos en suspenso, esperando saber cómo va a terminar y si hay algo que se nos ocultó y se revele al final. Y, como vemos, nos deja picando más de una idea para reflexionar. No es poco. Vale la pena señalarla, entre tanta película sin objetivo.
“La cacería” sabe lo que quiere contar y lo cuenta más que eficazmente, en la sólida actuación de Madds Mikkelsen. Un punto aparte para Annika Wedderkopp, la niña en cuestión, indispensable contrapunto con Mikkelsen. Sus breves parlamentos son un ejemplo de sutileza e interacción por debajo de las palabras. Para tener en cuenta y no dejar pasar.
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