sábado, julio 27, 2013
cuando el justo se tiene que poner una máscara
EL LLANERO SOLITARIO
data: http://www.imdb.com/title/tt1210819
Tiene más miga esta versión de “El Llanero Solitario” que lo que la crítica ha dejado trascender. Desde ya, los seguidores del héroe enmascarado pueden olvidarse de la fidelidad de esta versión de Gore Verbinski con la serie original. Pero este riesgo de reconfigurar la historia, es lo más noble de esta versión. “El Llanero Solitario” opera en dos niveles: uno, el de comedia de aventuras para la familia, con una sucesión de gags más o menos afortunados; el otro, con una mirada crítica a la conformación de los Estados Unidos y la necesidad, en todo tiempo, de un héroe incorruptible para denunciar las trapisondas de los poderosos. Por eso, nos atrevemos a decir, el subtexto de este nivel es de un tenor subversivo dificil de ver en los grandes tanques de Hollywood de hoy en día.
El protagonista de esta versión de “El Llanero Solitario” es Toro (Tonto, en el original). Él mueve los hilos. Y convierte en héroe a un tipo noble pero torpetón que llega casi por casualidad a ponerse las pilchas heroicas. Toro empieza contando la historia, en una feria de freaks, a un chico con el disfraz del Llanero Solitario. Curtido en arrugas, el indio pasa la posta a otra generación. Hay que volver a contar el cuento, en 1930, como en los finales del siglo XIX (o en los principios del XXI, que importa), porque en cada tiempo se necesita formar el sentimiento de justicia, porque cada generación debe aprender lo que es justo y lo que no lo es. Y también saber que es decisión de cada uno saber de que lado de la justicia hay que ponerse.
Lo poético de esta epopeya del Llanero es que un indio loco y un ingenuo idealista logran parar (por un momento, no se crea que por siempre), a la avaricia, la codicia, el poder sin límites. Esa metáfora del individuo contra los poderosos sigue teniendo fuerza. Algunos, como el niño de la película, preguntará si todo eso es real, si no es una mentira simpática. Y, como contesta Toro, eso depende exclusivamente de uno.
Entre los idas y vueltas de la acción, escenas efectuadas con la maestría de un experto en la materia como Gore Verbinski, hay algunos parlamentos que exhiben una profundidad que el jolgorio de la aventura parece desmentir. El militar (que ha aceptado sepultar con un genocidio, el error que manchó sus manos de sangre) clama a voz en cuello: “¡Por Dios! ¡Por la Patria! ¡Disparen!”. El grado de ironía de esa frase, la ácida mirada sobre la conformación de una potencia, no puede desdeñarse sencillamente. Claro, en ese mismo momento, usted se estará riendo al ver como Toro rescata al Llanero, con un cochecito de ferrocarril, en medio de las balas que surcan de un lado a otro. Pero la frase está dicha. Y la perversidad de aquellos que se ponen el uniforme de la Patria está revelada.
Hay un nivel de sutileza en la historia que debe señalarse. Como ejemplo, vale señalar la imagen de Toro al final, tras los títulos principales, caminando torcido por el peso de los años, en un traje occidental, yendo al paisaje agreste de su tierra. La occidentalización de una cultura ancestral, perdida entre genocidios e involución.
La película está a hombros de Johnny Depp que, más de una vez, no puede con el Capitán Sparrow que lleva adentro. Otros dos que se destacan son, el villano William Fichtner (de recordado trabajo en “Prison Break”) y Tom Wilkinson. Armie Hammer está correcto, lo que es decir mucho. Por lo menos no desentona. Breve papelito pero alcanza para su lucimiento, Helena Bonham Carter, la prostituta con una pierna de marfil a repetición. Entre las escenas destacadas, hay que señalar la vertiginosa secuencia de la persecución en el tren, verdaderamente notable.
Mañana, las mejores frases.
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