martes, junio 18, 2013
en defensa de M. Night Shyamalan
DESPUÉS DE LA TIERRA
data: http://www.imdb.com/title/tt1815862
Resulta un tanto cansador que cada estreno de una película de M. Night Shyamalan coincida con un rosario de críticas demoledoras que más que analizar la obra en cuestión, ponen el empeño en humillar al cineasta y en decretar su exilio permanente del Parnaso Hollywoodense. “Después de la Tierra” no es la excepción. Es un gran fracaso comercial que arrolló con la estrella de Will Smith y su hijo. Pero el filme no se merece tanto bombardeo mediático. Como muchos de los filmes de Shyamalan, no es redondo pero tiene muchas puntas de reflexión, muchas miradas alejadas de la rutina de la cinematografía de estos días. Pero los mismos tipos que caen de rodillas extasiados por películas como “Tabú” o “Iron Man 3” no dudan en ridiculizar a Shyamalan, buscándole el pelo al huevo en cada escena.
El problema de tal ensañamiento es que, probablemente, termine confundiendo al director que, de tanto jugar en la cornisa, dejé de tomar riesgos y empiece a hacer películas en piloto automático. O que efectivamente, los productores le pianten a Shyamalan con lo que caerá en el mismo sino que tuvo Brian De Palma condenado a hacer películas de bajo presupuesto, pese a tener una mirada distinta al resto.
El final es el mismo: nos perdemos de ver las obras de un director especial.
Queda claro que no es que postulamos la excelencia de “Después de la Tierra” como algo superlativo. No. De ningún modo. Pero está muy lejos del bodriazo que proclama la crítica. La pregunta entonces es: ¿qué es lo que molesta de M. Night Shyamalan? Posiblemente el tipo sea un antipático. O un soberbio. O sea medio delirante. Sí. Pero esas son críticas al director no a su forma de hacer cine. Aún en las películas fallidas de Shyamalan, no se puede negar que sabe contar historias, que maneja con oficio las interacciones entre los personajes y que sabe armar una trama con personajes escasos. Todo eso está presente en “Después de la Tierra” como para ignorarlo.
“Después de la Tierra” empieza como una historia de ciencia ficción clásica: hace mil años, los humanos abandonamos la Tierra por los daños ecológicos efectuados y poblamos otro planeta. Ahí encontramos enemigos con los que estamos en lucha quienes acuden a los Ursas, unos monstruos creados para destruir humanos, guiados por las feromonas expelidas por nuestro miedo. Un hito en la lucha contra las Ursas es la aparición del General Cypher Raige con capacidad para “fantasmear” esto es, hacerse invisible para las Ursas, al ser capaz de suprimir su miedo. Cypher Raige tiene una hija fallecida y un hijo, Kitai, que sigue sus pasos en la academia militar pero que no está maduro para ser promovido.
Cypher y su hijo Kitai emprenden un viaje planetario, para pasar un tiempo juntos. Por un accidente, se estrellan contra la Tierra que ha evolucionado en un lugar hostil para los humanos. Cypher está herido, no se puede mover. Su única posibilidad es que su hijo recorra 100 kilómetros, en busca de un faro de emergencia, que alerte sobre su suerte. Kitai deberá enfrentarse a sus miedos y a los peligros que se les cruce en el camino, guiado virtualmente por su padre. Y a una Ursa liberada en el choque de su nave.
Lo que puede ser una historia de aventuras, en realidad se vuelve un relato intimista, una metáfora de la enseñanza de un padre a un hijo. No estamos hablando de ogros, monstruos intergalácticos ni armas futuristas. Es el viejo cuento del padre que guía a un hijo en sus primeros pasos en un mundo hostil, sólo sostenido por los consejos dados, confiando en que estos funcionen y que el hijo sea digno de la lección aprendida.
Ésa es una punta interesante para comprender la evolución del personaje de Will Smith: Cypher no cree a su hijo capaz de superar la prueba. Tampoco su hijo se cree capaz. Esa decepción está marcada en el rostro de Cypher. Y aún así, debe imponerle a su hijo la misión que está por llevar a cabo.
Tanto Cypher como Katai están presos del pasado, inmovilizados en un momento en sus vidas, el día del fallecimiento de Senshi por el ataque de una Ursa. Katai fue testigo impotente de la muerte de su hermana, escondido en una cúpula de vidrio, para no ser “visible” a la Ursa. Él nada pudo hacer. Se culpa y culpa a su padre por no estar ahí, en el momento del ataque. La culpa es el pesado lastre que llevan los protagonistas. En Katai, colapsarse en las acciones de campo; en Cypher, su carencia de emociones, la anulación de sus sentimientos. Ese viaje a la Tierra es el momento de enfrentar el miedo y de dejar atrás el pasado. Hay que salir de la campana de cristal; hay que dejar atrás la culpa y enfrentar el futuro.
La tesis del filme está en un parlamento de Cypher a su hijo: “El peligro es real; el miedo, una decisión”. Ésa es la clave del filme. La clave de la misión de Kitai. Si Kitai colapsa en cada entrenamiento no es por falencias de formación. Es por estar preso del miedo. El miedo está ahí. Miedo a un pasado que lo retiene; miedo a un futuro que se presenta amenazador. Y toda la moraleja de la historia es que sólo aquel que vive el momento, el aquí y ahora, desprovisto de toda turbación por lo que fue y es, puede sobrevivir. La Ursa es una metáfora, la metáfora de la construcción mental que hacemos de lo que fue y de lo que viene. Es una ficción de la mente: sólo existe el presente.
Hay algunos símbolos interesantes en la trama de “Después de la Tierra”. Uno es el pedido a Kitai que se arrodille para concentrarse en el aquí y ahora. El gesto físico remite al rezo. Otro, como el hombre ha perdido la capacidad para intermediar con la naturaleza. Los personajes temen a lo que la naturaleza les depara, desconfían de ella, les resulta amenazante. Pero cuando vemos el medioambiente terráqueo no hay ni más ni menos riesgo que el que afrontaron los seres humanos en sus inicios en el planeta. Los humanos han perdido la sintonía con el planeta; han olvidado que siempre, en cualquier tiempo y lugar, el objetivo era sobrevivir.
Sobrevivir, justamente, es la necesidad dramática de los protagonistas. Y, bien pensado, de cada uno de nosotros. Sólo cuando comprendemos que todo se reduce a eso, a la opción lograr este objetivo o morir, la lucha por vivir se simplifica. Y nuestro corazón está finalmente en paz, sereno para la batalla.
Mañana, las mejores frases.
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