martes, marzo 26, 2013
cómo abordar un clásico
ANNA KARENINA
data: http://www.imdb.com/title/tt1781769
El problema con los clásicos es que han sido tantas veces representados que toda nueva incursión corre el riesgo de la repetición. Joe Wright se topó con ese problema en “Orgullo y Prejuicio” y lo resolvió más que satisfactoriamente. Y cuando aborda “Anna Karenina”, toma un riesgo y, a nuestro entender, también cumple el cometido. Esta versión del clásico de Tolstoi no ha despertado la pasión de la crítica. Pero vale la pena llamar la atención sobre los recursos que Joe Wright utilizó para contar, otra vez, esta historia y que parezca distinta. Lo que para algunos es pretencioso, desbordado, artificioso, para nosotros nos parece una inteligente decisión de un talentoso director que se permite ser audaz y trabajar con el material, sin transitar caminos que otros han elegido. Así que vale dedicarle un momento a esta película y a las ideas que hay detrás.
“Anna Karenina” empezó como un folletín por entregas que León Tolstoi publicó entre 1875 y 1877, con una edición final ese último año, con el “corte” que tenía pensado el escritor. Leemos en el artículo en Wikipedia, que Tolstoi se inspiró en María Hartung, la hija de Alexander Pushkin, para desarrollar el personaje de Anna. Y que tras conocerla en una cena, soñó “un aristocrático codo desnudo” que fue el comienzo del personaje.
“Anna Karenina” es una tragedia. La tragedia de una pasión. Una pasión que emerge en la vida de una aristócrata rusa para arriesgar esposo, hijos, familia, reputación social. El amor como una tragedia, el amor como una fuerza irrefrenable y destructiva. Tolstoi contrapone el amor puro de Kitty – Liovin con el sexual de Anna y Vronski. El amor que se realiza en el matrimonio cristiano con aquel que se deja librado a las pasiones.
Wright toma el original y enfatiza el rol de Anna. Anna es una mujer fuera de su tiempo. Una mujer que arriesga todo por su felicidad. Para su sociedad, Anna es un mal ejemplo. Para nuestra tiempo, que Anna ame a su hijo y pretenda la felicidad personal, nos parece razonable. Tolstoi asume que podemos racionalizar nuestras pasiones; hoy comprendemos que poco puede hacerse al respecto. Anna es una heroína trágica por su tiempo. Sólo en esos estrechos límites de su tiempo y de su nación, Anna se inmola. En estos tiempos, lo suyo no da carnadura de heroína de novela; apenas un chimento de barrio en la peluquería, entre página y página de la revista “Hola”. Tal falta de épica ha subestimado el amor en estos tiempos.
Una idea central de la traducción cinematográfica de Joe Wright es la teatralidad de la historia. Gran parte de las escenas se desarrollan sobre un escenario. Los límites de la realidad del relato se desvanecen cuando vemos a los personajes desplazándose sobre un escenario que aparece a escondidas, como un elemento más del Universo en el que se desarrolla la historia. Conste: no es teatro filmado. Es un elemento del teatro, el escenario, inserto inverosímilmente en la historia. Una carrera de caballos, por ejemplo, se representa por una platea asistiendo al trote de los caballos y sus jinetes sobre el escenario de un teatro.
¿Por qué hace eso Wright? ¿Por un mero afán de innovar? No. Es un elemento central de la lectura que Wright (y su guionista, Tom Stoppard) le dio a la historia. La sociedad aristócrata en la que se presenta Anna, es una sociedad de ostentación, de muestra, de movimientos desarrollados hacia los otros. La serie de convenciones en cada presentación social, es una puesta en escena a los otros, es una representación teatral que se hace, en cada momento, en cada lugar. Esa angustia de las convenciones se potencia por el artificio del teatro. El teatro, por estar fuera del lugar del verosímil de la historia, es un elemento de crítica del autor. Todos los personajes son juzgados. Juzgados por los otros, platea permanente. Y esa imposición tiránica preanuncia la tragedia de Anna, una sombra que es imposible de obviar. La artificialidad del recurso teatral, en este caso, contribuye a darle peso dramático a la historia. Es una herramienta ingeniosa y válida. Y es el principal hallazgo de esta versión.
Cabe reflexionar sobre aquellos individuos que viven para otros, que actúan conforme a las opiniones de los terceros. Ellos sólo pueden vivir de la aprobación del otro. Y cuando son excluidos del grupo, dejan de tener una razón para vivir. La aprobación social, en el caso de Anna, es el aire que respira. Cuando le falta ese sostén, sobreviene la tragedia. (Para pensar: en tiempos del festejo del ridículo y la infamia, cuántas vidas habremos salvado.)
El ariete fundamental es la labor de Keira Knightley, actriz fetiche de Joe Wright. Como es habitual, Knightley es una especialista en transmitir emociones con una mirada, un guiño, un labio mordido. Es una eximia del primer plano. Y es una herramienta básica a la hora de dar veracidad a esa puesta que linda con lo artificial elegida por Wright. Keira Knightley nos hace creer lo que vamos a ver. Y somos capaces de “perdonarle” caer en brazos de una pasión de forma tan incondicional y sin red.
Hay una escena que es brillante y que resume todos los factores comentados, la escena del baile, en la que Anna conquista y es conquistada por Vronski. Resume, como una buena muestra, las virtudes de la película.
Mañana, las mejores frases.
Comments:
Publicar un comentario