jueves, enero 31, 2013
el triunfo de la química
EL LADO LUMINOSO DE LA VIDA
data: http://www.imdb.com/title/tt1045658
Si analizamos “El lado luminoso de la vida” con mucha lógica y frialdad, tenemos una comedia común con final convencional, sin indicio alguno de poder destacarse del promedio. ¿Por qué, entonces, la película funciona? ¿Por qué, entonces, la pareja protagónica quedará en nuestra memoria, más allá de la calidad intrínseca de la historia? Me arriesgo a postular dos factores: Bradley Cooper y Jennifer Lawrence. Si la película funciona, es por ellos dos. La química de ambos es lo que mantiene la historia pedaleando en el aire. Eso es verdaderamente llamativo.
“El lado luminoso…” tiene una muy buena primera mitad de presentación de personajes y planteo. Nos encontramos con Pat saliendo de una institución mental, donde estuvo internado ocho meses tras un brote bipolar, expresada en un arrebato de violencia cuando le partió la cara al amante de su esposa, sorprendidos en la ducha de su casa, en pleno acto sexual. Pat se resiste a tomar sus remedios. Vuelve a casa de sus padres, una paciente madre y un padre tan alterado como él, fanático de Filadelfia Eagles, el equipo de fútbol americano de la ciudad.
El propósito de Pat, superado (?) su ataque, es bajar de peso, leer libros (los que su esposa enseña en el colegio) y recuperar a Nikki, su esposa. Claro que ella ha logrado una orden judicial para que pueda acercarse a menos de 150 metros de su casa.
Y el plan que parece otro callejón sin salida, se tuerce por la aparición de la cuñada de un amigo, Tiffany, ninfómana viuda que no ha podido superar la muerte de su marido policía. En términos clínicos, Tiffany está tan chapita como él. Pero, por esas cosas de la vida, ella será la mujer que viene a salvarlo.
Hay una idea interesante flotando en la trama de “El lado luminoso…”. Los personajes mentalmente inestables son meras puntas del iceberg. Quienes lo rodean están en peor estado que ellos. La familia de Pat; la hermana y el cuñado de Tiffany; Nikki y el amante quién tiene el tupé de decirle al cornudo que lo ha encontrado in friganti: “me parece que deberías irte”. Surge la idea que tanto Pat como Tiffany están luchando para no hundirse, pero no para no hundirse en la locura, sino para no hundirse en la locura satisfecha de los sanos que lo rodean.
El padre de Pat (un DeNiro repitiendo la misma actuación de los últimos veinte años pero que acá no desentona) tiene los tics clínicos de su hijo. Pero nunca fue diagnosticado. Pone todo su futuro económico en manos de una apuesta en un partido de fútbol recurriendo a cualquier cábala que tienen el único fin de cargarle la responsabilidad a otros, especialmente a su hijo. El primer parlamento del hermano de Pat revela su precariedad mental: quiere pedirle perdón a su hermano por no haberlo visitado en el neurosiquiátrico, y sólo insiste en comparar lo bien que le va a él y lo mal que le ha ido a Pat. El tour de compras por la casa de Ronnie, de la mano de la hermana de Tiffany, es una muestra de una psicopatología abordada con una tarjeta de crédito en mano. Ante esas muestras, lo de Pat y Tiffany es lo más saludable de la historia.
La segunda mitad del filme decae por la excusa de un concurso de baile, una apuesta y el final feliz. Son manotazos del guión que no convencen del todo. Pero el resultado es positivo, insistimos, por la atracción que ejercen en pantalla Cooper y Lawrence. Él da uno de sus mejores papeles, con un personaje entrañablemente vulnerable, tierno y sopapeado por el destino. Es un tipo que está a punto de quebrarse en mil pedazos. Y toda la gente que se ha cruzado en su camino, no hicieron más que agitar el árbol a ver cómo se viene abajo.
Hasta que aparece Tiffany, tan pichón herido como él, ala sanada pero aún dolida, que flamea su estandarte de inestabilidad mental para sobrevivir. Tiffany tiene la lucidez de “leer los signos”, de saber qué Pat es el hombre a salvar y a salvarse. Y eso requiere medidas excepcionales, apelaciones dramáticas al azar o destino. Jennifer Lawrence nos da otro papel memorable, para confirmar que es una actriz para seguir de cerca, como lo hemos hecho desde “Los juegos del hambre” o “Lazos de sangre”. Está deliciosa en la piel de Tiffany, desde el primer momento que aparece en pantalla. Sus réplicas son descarnadamente brillantes y da el toque justo de sexualidad y emoción que necesita la historia. Más que merecido los elogios a su actuación. De los correctos secundarios, anoto el muy bueno y breve papel de Julia Stilles
Una idea más de la trama, inserta en el concurso de baile, es la relatividad del éxito y la facilidad para enrostrar en los otros su supuesto fracaso. Cuando la pareja protagónica espera el puntaje de los jurados, los otros contendientes comentan la bajan calificación y dan consejos nefastos. No comprenden que no siempre ganar el primer lugar es el objetivo. A veces, lo es llegar a competir. Tiffany como Pat tienen más en juego que el resto y su triunfo supera con creces el buscado cinco promedio: el éxito de ellos es poder competir. Porque hasta hace muy poco tiempo, ambos estaban en el margen de una sociedad que los había tildado de disfuncional. No importa cómo la vida se encargue de sopapearlos, están ahí, presentando batalla, juntos. Ése es el triunfo.
Algo difícil de comprender para muchos.
Mañana, las mejores frases.
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