jueves, junio 07, 2012
detrás de la diosa hay un corazón
MI SEMANA CON MARILYN
data: http://www.imdb.com/title/tt1655420
Recuerdo haber conocido a una chica que transmitía sensualidad hasta cuando escupía aceitunas. Conocí mujeres con mejores físicos, más simpáticas, con rasgos más armónicos. Pero, no sé porqué, en su presencia el aire brillaba, la piel se ponía tensa y hasta costaba respirar. Pongo sobre la mesa un hecho como prueba empírica de que esta sensación personal era absolutamente general. Caminábamos con la susodicha diosa por la calle, cuando le dejamos el paso a un tipo que venía de frente a nosotros. El tipo la miró (¿cómo no hacerlo?) pero también me miró a mí. Y hubo una transmisión instantánea de pensamiento porque, sin necesidad de telepatía alguna, yo sabía exactamente lo que el tipo estaba pensando. Por la sencilla razón que era lo mismo que yo estaría pensando de estar de su lado de la calle: ¿cómo puede ser que este minón que raja las piedras vaya al lado de un pelotudo como éste? Casi me daba ganas de correrlo y decirle que sólo éramos simples compañeros de trabajo. Pero resistí a la tentación. No puede negarme al placer de que el tipo se fuera rumiando bronca, arruinándose el día.
La anécdota viene a cuento porque ese recuerdo volvió, una y otra vez, con la visión de “Mi semana con Marilyn”. Porque, como la Marilyn Monroe protagonista del filme, esa chica que caminaba junto a mí por la calle, cargaba con la maldición de no ser vista más allá de su condición de objeto sexual. Detrás de la diosa sexual, había un corazón que quería ser visto. Pero nadie, nadie a su alrededor, era capaz de pasar la primera línea de feromonas.
La película dirigida por Simon Curtis (con guión de Adrian Hodges sobre el libro autobiográfico de Colin Clark) trata de un momento en la vida de Marilyn Monroe, el non plus ultra de la sensualidad. “Mi semana…” nos cuenta el dramático rodaje de Marilyn de “El Príncipe y la Corista” con Laurence Olivier como actor y director. Quien nos cuenta la película es un joven asistente de dirección que empieza su camino en la industria del cine, Colin Clark quien, insospechadamente, se convierte en el hombre a mano para sostener a la diva. La trama de “Mi semana…” nos describe el inestable equilibrio de Marilyn, la inconstancia, su debilidad, su pánico constante, interrumpidos por esos escasos momentos gloriosos cuando emergía su seducción y fascinaba a la cámara. Por esos minutos de celuloide, Marilyn sangraba (junto a todos sus compañeros de trabajo) días enteros.
La dinámica de la historia es la oposición entre Marilyn Monroe y Laurence Olivier. Encarnan varios opuestos y varias coincidencias. Ambos eran hermosos, seductores, buenos actores, figuras del cine. Diferían en sus nacionalidades, sus egos, sus edades, sus modos de trabajo, sus métodos de actuación, sus orígenes actorales. Como bien lo define Clark en una charla con Marilyn: “Está en agonía porque es un gran actor que quiere ser estrella de cine. Y usted está en agonía porque es una estrella de cine que quiere ser una gran actriz. Y esta película no va a contribuir en nada ni para usted ni para él”. Ése es el conflicto. Tan sencillo como eso.
Deslumbrado por Marilyn, Olivier la contrata para la película que dirigirá, con el secreto deseo de tener la oportunidad de acostarse con ella. Pero Marilyn ha llegado tarde a su vida. El enojo de Olivier, su maltrato permanente, oculta su desazón por una certeza que intuye desde que la rubia fatal pisó Inglaterra: “Creí que trabajar con Marilyn me haría sentir joven otra vez. Pero en las escenas parezco muerto. Muerto detrás de estos ojos. Quería renovarme a través de ella. Pero el único reflejo que veo en ese espléndido rostro es mi propia incompetencia.”.
Marilyn es acróbata de circo, carne de cañón de un grupo de farsantes, malabarista de puñales afilados, bailarina de tap en un campo minado. Si los actores británicos viven la actuación como una fiesta, el Hollywood que representa Marilyn es una sesión de tortura de la que sólo se puede sobrevivir, hasta la próxima ronda. Que Monroe, en su inestabilidad emocional, logre persistir, es una hazaña. Aunque para ello necesite vampirizar a cuanto joven esté cerca.
Michelle Williams acapara todo el riesgo actoral en “Mi semana…” y sale indemne. La suya es una muy buen consagración. Porque, en muchos momentos, logra que su imagen se funda con la angelical Monroe y no podamos distinguir a una de otra. El resto del elenco, acompaña correctamente como Judi Dench o Kenneth Branagh o el propio Eddie Redmayne en la piel del joven Colin Clark.
Sin ser una película superlativa, “Mi semana con Marilyn” tiene muchos puntos de interés y varias ideas para ir reflexionando. Podría haber sido más profunda, más cruda en su radiografía de la destrucción de un actor y su proceso de creación. Para alcanza para redondear un buen filme.
Mañana, las mejores frases.
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