viernes, octubre 28, 2011
frases de “Damas en guerra”
-Yo no digo: “¡Quiero que seas mi novio!”. A menos que tú digas: “¡Sí!”. Yo diría: “Quizá”. Pero no lo hagamos….
-Yo tampoco deseo eso. Vaya, esto es raro. Quiero que te vayas pero no sé cómo decirlo sin ser grosero.
Muéstrame tu cara de “el amor es para siempre”. No. Ésa es de dos años. Cuatro máximo. Eso no es eterno.
-Siempre te digo que no debes ir a esas reuniones. No eres alcohólica.
-Porque nunca bebo.
-¿Entonces?
-Me inspiran. Hay una historia que quiero contarte. Siéntate.
-Está bien.
-Hay un caballero que comenzó a practicar sexo oral para conseguir droga. Marvin Johnson...
-Mamá... “anónimos”. Sin nombres.
-Está bien. Olvídalo. Marvin J. Lo que sea.
-Demasiado tarde.
-Se prostituyó. Y se dio cuenta de que había tocado fondo. Y estuve pensando, cariño... que quizá tú estés tocando fondo. Tocar fondo es algo bueno. Porque no puedes bajar más.
-Seguro que consiguió ese auto dándole a tu papá algo sexualmente. Porque había una cosa que yo nunca haría y seguro que Barb es campeona de eso.
-No quiero saberlo.
-Se llama "gallinero". Claro que sí. Empiezas atrás y vas picoteando hasta adelante como si tuvieras pico. Y terminas con dos huevos en la boca.
-¡Qué asco!
-Seguro que a tu papá le gusta. Claro, creció en una granja.
Disculpa. ¿Es tu esposo?
-Me caí de un crucero. Pero me recuperé.
-¡Diablos!
-Sí. Diablos. Fue una terrible caída. Parecía una pelota rebotando. Golpeé un montón de barandas, me rompí miles de huesos. No voy a decir que sobreviví, voy a decir que florecí. Conocí a un delfín. Y juro a Dios que el delfín me miró al alma. A mi maldita alma, Annie. Y dijo: “Voy a salvarte, Megan”. No lo hizo con la boca. Pero lo dijo, supongo, por telepatía.
Me alegro que sea soltero porque voy a trepar a ese árbol.
Disculpa. Quisiera decir algo rápido...
-Es increíble cómo cambia la gente, ¿no?
-Sí. No sé. ¿De verdad cambia la gente?
-Creo que sí.
-Sí, pero no cambia mucho.
-Yo creo que cambiamos todo el tiempo.
-Yo creo que no, que crecemos un poco.
-Si creces, estás cambiando.
-Pero cambiamos de quienes somos, de lo que seguimos siendo.
-No, no lo creo así.
-Yo sí.
-Yo no.
Creo que éste nos quedaría bien a todas. El color es genial, el largo también. Es divertido. Se mueve. Puedes moverte con él. Puedes separar las piernas. Y tiene un buen precio.
-Me cagué en el vestido de bodas. Me cagué... Me cagué en el vestido de bodas.
-Pero el almuerzo estuvo divertido. Fue divertido con todas las chicas juntas.
-¿Es una señal, Annie?
Escucha, necesito viajar para poder fantasear y tener relaciones sexuales con mi esposo.
-Debo saber dónde guardas el arma. ¿En el tobillo, cadera, pierna? Tú no... Entre los cachetes, ¿no?
-No, no guardo el arma en el trasero. Sería estúpido.
-No quise decir “adentro”.
-Los pasajeros de turista no pueden estar en primera clase. Es una política. Lo siento.
-Qué avión tan estricto. Bienvenidos a Alemania. Auf Wiedersehen, idiota.
-Esto debería estar abierto. Son derechos civiles. Estamos en los noventa.
-No es así. Está en la década equivocada.
-Tú lo estás.
-No sé, desearía que las cosas fueran como antes. Siento que su vida avanza, se vuelve perfecta y la mía...
-Ya mejorará.
-Hace mucho que escucho eso.
Tienes que cocinar.
Sólo porque no ganes dinero no significa que fallaste.
Me acosté con un policía que me hizo una multa y al levantarme hoy, fue muy dulce, amable y cariñoso. Por supuesto, me fui lo antes que pude. ¿Qué me pasa?
-Bien, llámame cuando crezcan tus pechos.
-Tú llámame cuando crezcan los tuyos.
-¿Acaso tienes cuatro novios?
-Así es.
-Sí, bueno, diviértete con un bebé en tu graduación.
Te invitamos a que no vivas más con nosotros.
¿Recuerdas cuando dijiste que había tocado fondo? No era el fondo.
“Náufrago”. Tom Hanks. Es como “Forrest Gump” pero en una isla.
-¿Me están jodiendo?
-¡Annie!
-No, mamá. ¿París de mierda?
-Annie, ¿qué estás haciendo?
-¡Yo te dije de París, Helen! ¡Yo te di la idea de todo!
-Annie, cálmate.
-¡No, Lillian! ¿Acaso ahora vas a ir a París con Helen? ¿Van a ir a andar en bicicleta con boinas y baguettes de mierda en los canastos de las bicis? ¡Qué romántico! ¿Qué mujer le regala a otra un viaje a París? ¿Tengo razón? Lesbianas. Todas pensamos lo mismo, ¿no?
-Yo no.
-Todas pensamos lo mismo, ¿no?
-Yo sí.
Tu problema, Annie, es que no entiendes que puedes lastimar a la gente con las luces rotas.
-Sé cómo actúan los hombres. Un minuto, significa algo. Al minuto siguiente, nada.
-Claro, sí, lo sabes todo.
-Sí.
-¿Y cómo te va con eso? ¿Bastante bien?
No me importa. ¡Ya no eres mi número tres!
-Pero no lo sabes porque nunca me devolviste las llamadas.
-¿Para qué, Megan? Para decir: “Hola, no puedo salir del sofá. Me despidieron. Me echaron del departamento. No puedo pagar las cuentas. Mi auto es una mierda. No tengo amigos. La última vez que...”.
-¿Sabes lo que me parece interesante de eso, Annie? Me parece interesante que no tengas amigos. ¿Sabes por qué es interesante? Porque hay una amiga parada en frente tuyo tratando de hablar contigo. Y tú eliges hablar del hecho de que no tienes amigos.
-Sabes a lo que me refiero.
-No, no creo que quieras ayuda. Quieres una fiesta de lástima.
-Soy la vida, Annie. Tendrás que volver a luchar.
-¡Megan!
-Mejor que aprendas a luchar.
-¡Megan!
-¡Soy la vida y te morderé el trasero!
-Megan...
-No soy yo. Soy tu vida. ¡Date vuelta! ¡Dios mío! ¡Intento que luches por tu vida de mierda, y no lo haces!
Tu secundaria habrá sido fácil. Annie, no en mi caso. No, no fue fácil caminar por la escuela. Trataban de hacerme explotar. Arrojaban petardos sobre mi cabeza. Petardos. Literalmente. No lo digo en sentido figurado. Me arrojaban petardos sobre la cabeza. Me decían rara. ¿Dejé que eso me afectara? ¿Fui llorando a ver a mamá, a decirle: “No tengo amigos. Megan no tiene amigos”. No, no lo hice. ¿Sabes qué hice? Lo superé, estudié mucho. Leí todos los libros de la biblioteca. ¿Y ahora? Trabajo para el gobierno. Tengo acceso a los secretos más grandes. ¡No digas nada!
-No.
-No puedo protegerte. Sé dónde están las armas nucleares y sé los códigos.
-No diré nada.
-Te asombrarías. Muchos centros comerciales.
-¡No digas nada!
-No.
Está bien, perdiste a Lillian. Tienes otra mejor amiga sentada frente a ti, por si no lo notaste. Debes dejar de sentirte mal por ti misma. Porque no me junto con personas que culpan al mundo de sus problemas. Porque tú eres tu problema, Annie. Y también eres tu solución.
Son esta clase de cosas las que me hacen desear ser policía. “Chica desaparecida aparece en su departamento”. Es... Es muy excitante.
-¿No era mi turno de volverme loca? Se supone que soy la novia.
-Sí, técnicamente.
-Te robaste toda la locura.
No voy a pagar esta mierda.
-¿Qué es tan gracioso?
-Puse un arma cargada en el equipaje de mano de Dougie. Le van a romper el trasero.
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