miércoles, julio 20, 2011
woody sale a pasear de noche
MEDIANOCHE EN PARÍS
data: http://www.imdb.com/title/tt1605783
Si me permiten disentir con la crítica, “Medianoche en París” es una película inferior a sus dos antecesoras, “Lo que funciona” y “Conocerás a un hombre misterioso”. Es una de esas películas de Woody Allen en piloto automático. Una buena idea, un desarrollo desparejo, con actuaciones no del todo convincentes. Se puede leer como un divertimento, la historia de un escritor que conoce a sus acreedores intelectuales, sus fuentes principales, sus autores de inspiración. Pero el juego está lejos de emocionar ni conmover. El porqué la prensa local enloqueció con este filme (menospreciando en su momento a “Lo que funciona”), no deja de llamarnos la atención.
Woody Allen nos cuenta la historia de Gil, un guionista de relativo éxito en Hollywood que visita París con su novia y futuros suegros (recalcitrantes republicanos), mientras intenta escribir una novela que lo gradúe de escritor en serio. El tipo es menospreciado por su futura familia, pero él insiste, con más dudas que certezas. Afortunadamente, un hecho mágico le abrirá la puerta a un mundo fantástico. Un carruaje, cada medianoche, pasa por cierta calle de París; se detiene y levanta al eventual transeúnte para llevarlo al París de los años ’20. Le toca a Gil estar de pie, frente a ese carruaje y visitar la intelectualidad de entonces, compartiendo momentos con gente como Heminghway, Picasso, Dalí, Gertrude Stein, Francis Scott Fitzgerald, Cole Porter, Buñuel, entre otros. Pero, principalmente, con Adriana, la modelo musa de los pintores del momento.
En un juego de cajas chinas final, Allen nos sugiere no tentarse con la Teoría de la Edad de Oro, esa superstición que asegura que todo tiempo pasado fue mejor, que vivimos en una época de mediocridad y sin talento, añorando haber nacido cincuenta años antes, cuando el mundo era un lugar mejor y creativo. De la mano de Adriana (y de otro carruaje fantástico), Gil comprenderá que todo artista está disconforme con el mundo que le ha tocado vivir, pese a que es el mejor de los mundos posibles. Esto es: el pasado como vía de escape del presente.
Allen nos cuenta esta historia con un guión muy liviano, manejado con soltura, pero en el que los trucos del viejo maestro quedan al descubierto. Al libro se le ven las costuras, los bordes del remiendo. Los gags, algún diálogo notable y las genuflexiones a los personajes históricos no redondean un gran film, listón alto que ponemos para todos los filmes de Woody Allen.
El elenco de notables tampoco aporta demasiado para elevar el tono del guión. No me convence Owe Wilson, en el papel de Gil, ni Marion Cotillard, como su musa. Se destacan Kathy Pages, el breve parlamento de Adrien Brody, el cameo de Carla Bruni (babita gala) y Michael Sheen como el insoportable Paul.
Esperando que se haya tomado un descanso, mientras paseaba (filmaba) por París, anhelamos el próximo Woody Allen. En tanto, tomen este filme como ligero aperitivo, mientras esperamos el plato principal.
Mañana, las mejores frases.
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