martes, diciembre 28, 2010
llevándose bien con el nene de mamá
CYRUS
fuente: http://www.imdb.com/title/tt1336617
Pequeña comedia, grandes actores, muy buena película. “Cyrus” es la historia de un triángulo amoroso disfuncional: él – ella – el hijo de veintitantos de ella. Y, como en cualquier relación de esa clase, si no te ganás al chico, no hay manera de entrarle a la madre.
El guión de los hermanos Mark y Jay Duplass (directores del filme) respira cine independiente por los cuatro costados y, con ese espíritu, toma una historia sencilla, muy simpática, llevándola por caminos amenos. No revoluciona el género, no parte el paradigma y comienza de nuevo. En cambio, se propone (y lo logra) llevarnos de la nariz por la vida de sus protagonistas, disfuncionales, patéticos, embrollados, disminuidos, pero lo suficientemente afectuosos para conmovernos con su épica cotidiana.
“Cyrus” es la historia de John que hace siete años que está de duelo por el divorcio de su esposa; ésta (próxima a casarse nuevamente) lo intima a acompañarla a una fiesta para que encuentre una mujer y salga de su depresión. Cuando todas las apuestas están en contra, cuando ha fallado miserablemente en todos sus intentos y sólo queda sentarse en un rincón y emborracharse en lo que queda de la noche, milagrosamente, John encuentra a Molly. Molly es la respuesta, la mujer de sus sueños, el eslabón perdido, lo que estaba buscando sin saber cómo. Todo pero absolutamente todo (sí, claro, estamos hablando de sexo) anda viento en popa con esa mujer. Nada parece fallar. Sin embargo (siempre hay un “sin embargo”), Molly tiene un secreto, algo que la obliga a escaparse de su cama, a medianoche, para volver presurosa a casa.
Ese algo es Cyrus, su hijo, gordo, veinteañero, músico con problemas emocionales, que parece tener un retardo en su maduración y vive absolutamente dependiente de su madre. Toda nueva relación deberá pasar por su tamiz y John jugará las cartas para ganarse su corazón. Pero, lo que parece venir diez puntos presenta nubarrones: Cyrus es más vivo de lo que parece. Una guerra subterránea se lleva a cabo, con mucha discreción de ambas partes, para serrucharse el piso mutuamente y con calidad.
La clave de la trama es el rol de niño grande que desempeña Cyrus. Lo que él hace para desbaratar los intentos de la nueva pareja de su madre, no es muy distinto a lo que haría un niño. Su astucia para la manipulación revela su nivel de inteligencia; pero su inmadurez social queda comprobada en el acto de manipular. Cuando comprenda el daño que implica para la persona amada, ese manejo egocéntrico, Cyrus crecerá. Maduración que ha sido retardada por su madre, en un exceso de protección, que ya no necesita. Aceptar al tercero en el juego, será el salto que certifique que Cyrus ha crecido y está apto para enfrentar las agachadas de la vida.
El gran soporte de “Cyrus” es, sin dudarlo, el terceto protagónico. John C. Reilly, la divina Marisa Tomei (ya, por intermedio de esta crítica, le estamos proponiendo casamiento; en cuanto acepte, nos vamos para el Norte) y Jonah Hill. Entre ellos, la química está intacta. Agregan un plus crítico para que esta comedia no pase desapercibida. Agreguen los momentos de Catherine Keener, sólida en su rol de la ex esposa preocupada por el futuro de su ex marido.
Agenden: “Cyrus”. Una agradable comedia para tener a mano.
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